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No sólo en Bagdad habrá un "cambio de régimen"
Autor: Luis Oviedo
Fuente: Partido Obrero (Argentina)
Fecha: 16/03/2003

Título Original:

La guerra en preparación será una catástrofe para todos los pueblos del mundo.

Los iraquíes serán masacrados por toneladas de bombas. Los kurdos y los palestinos verán reforzada su histórica opresión nacional. En Estados Unidos y en Europa, a la sombra de la guerra, se refuerzan los aparatos represivos y de espionaje para aplastar las luchas de los trabajadores. En Rusia y China, se reforzará la restauración del capital y la dominación de los parásitos que se han quedado con las empresas privatizadas. En América Latina, en Asia y en Africa, la guerra significará el reforzamiento de la opresión nacional, de las condiciones humillantes del sometimiento al capital financiero internacional, más hambre y más desempleo.

Por esta vía bárbara, el gran capital mundial pretende darle una salida a un régimen social exhausto, que sólo puede sobrevivir creando a cada paso nuevas calamidades.

Pero los que empujan a la humanidad por este camino están divididos, se enfrentan a muerte entre ellos mismos, están golpeados por la crisis económica, por las quiebras, por los derrumbes de las bolsas, por las crisis fiscales y por la resistencia de los pueblos.

En este cuadro de enormes convulsiones, el repudio de los pueblos a la guerra y su creciente movilización puede derrotar a la guerra y a sus gobiernos.

El violento enfrentamiento de Estados Unidos contra Francia y Alemania (respaldados por Rusia y China) en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas no se reduce, simplemente, a Irak. En este punto, en realidad, todos acuerdan en forzar su "desarme", poner al país bajo "control internacional" y abrir la explotación de sus riquezas petroleras a las compañías extranjeras. Ni siquiera, incluso, la causa es la guerra: tanto Francia como Alemania y Rusia declararon, más de una vez, que no descartan el uso de la fuerza como "último recurso" para imponer esos objetivos.

Lo que enfrenta a los dos bloques es más de conjunto. Para decirlo en las palabras de un diplomático francés, "lo que está en juego supera el caso iraquí (...) lo que se define es todo el sistema de relaciones internacionales en la posguerra fría" (Le Monde, 7/3). Lo que los enfrenta es el destino de la Unión Europea, de la Otan y hasta de las propias Naciones Unidas. Francia y Alemania adoptaron una posición "intransigente" frente a Estados Unidos cuando advirtieron que los norteamericanos habían logrado armar un bloque político dentro de Europa que amenazaba su propio liderazgo en el continente y que planteaba, en última instancia, su completa subordinación al imperialismo norteamericano.

La división imperialista llevó al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas a "un punto muerto". La división entre los bandos imperialistas y la "anulación" del Consejo de Seguridad revelan que la crisis mundial no puede ser resuelta en el cuadro de las relaciones internacionales existentes.

El vértigo de esta crisis ha fracturado por dentro a cada uno de los bloques enfrentados. En Estados Unidos, The New York Times (6/3) acusa a su propio gobierno de "socavar al Consejo de Seguridad" y, por esta vía, "provocar un colapso en el sistema de seguridad colectiva". En el partido de Chirac, por su parte, ha aparecido una fracción "bushista", partidaria de sumar a Francia al carro de guerra norteamericano (Le Monde, 6/3).

"Más que de ninguna otra cosa, de lo que realmente se trata la guerra de Irak es de demostrar la invencibilidad de Estados Unidos" (Financial Times, 7/3). "Ustedes no van a decidir si hay una guerra contra Irak. Esa decisión es nuestra y ya la tomamos", le dejó en claro un "alto funcionario norteamericano", según The Washington Post (27/2), a un diplomático europeo.

La guerra de Irak es la primera de una larga serie de guerras y choques internacionales que tienen como objetivo no sólo "rediseñar el mapa de Medio Oriente" sino, además, establecer lo que los funcionarios de Washington denominan un "nuevo orden mundial norteamericano", en detrimento de Europa, Japón, Rusia, China y todo el tercer mundo. Por esta vía, el imperialismo norteamericano busca una salida a la crisis capitalista que se viene arrastrando desde hace 30 años y que se ha agravado espectacularmente con la caída de las bolsas, la quiebra de grandes grupos capitalistas y la amenaza de una deflación mundial.

Pero Estados Unidos marcha a esta "reorganización mundial" no sólo con la oposición de Francia y Alemania sino también con el apoyo "alquilado" de sus aliados - Turquía, Europa Oriental, Jordania y, eventualmente, Rusia y China - , a los que debe pagar en dólares contantes y sonantes. El país que arma una coalición con métodos tan precarios enfrenta una crisis fiscal sin precedentes que se financia gracias al aporte de los europeos, los asiáticos y los sauditas... es decir, de las potencias a costa de las cuales se pondrá en pie el "nuevo orden mundial". Es una contradicción mortal, pero no es la única. El gobierno que va a la guerra está "profundamente dividido" (Financial Times, 25/2).

Estos choques fundamentales anticipan el estallido de crisis políticas de fondo en todos los Estados imperialistas: Blair, Aznar, Berlusconi, Chirac y Schroëder pero también el propio Bush juegan su suerte en este enfrentamiento. No sólo en Bagdad la guerra provocará un "cambio de régimen"...

El cuadro de la presente crisis histórica, sin embargo, no se limita a la "crisis por arriba". Con las millonarias manifestaciones contra la guerra del 15 de febrero en todo el mundo, con las movilizaciones que le siguieron ininterrumpidamente desde entonces en los distintos países, con las características revolucionarias que adquiere la movilización contra la guerra en Italia, con la formación de piquetes que impiden el paso de los trenes militares y bloquean los cuarteles norteamericanos, los pueblos del mundo han entrado a la política mundial. En Italia, en España, en Gran Bretaña, es clara la tendencia a la rebelión popular contra los gobiernos partidarios de la guerra.

Frente a la masacre que se prepara, frente a las amenazas que pesan sobre las masas trabajadoras de todo el planeta, el Partido Obrero y la IV Internacional plantean aprovechar las crisis políticas, económicas y sociales planteadas para desarrollar la rebelión popular y convertir la guerra de opresión del imperialismo contra los pueblos del mundo en una guerra social de los trabajadores contra sus explotadores.

 

 

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