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Irak: la caja de Pandora
Autor: Comunistes de Catalunya
Fuente: ContraCorriente
Fecha: 17/04/2003

Título Original:

Al filo de los acontecimientos

A los 21 días de la invasión de Irak, los depredadores de la alianza, montada y dirigida por los gringos, dieron por ganada su guerra contra el Irak y por caído el régimen de Saddam. Los cuervos del eje París-Berlín y los medios de información de todo occidente se rindieron ante la « evidencia » y se hicieron eco de la « victoria » gringa al tiempo que todos, de una o de otra forma, reclaman su parte en el botín bajo el eufemismo de « ayuda humanitaria » o « reconstrucción del Irak ». Las fronteras entre la alianza por la guerra y la coalición de países y partidos políticos por la paz son muy permeables. Vamos a avanzar una hipótesis con probabilidades de convertirse en realidad.

Lo primero que llama insistentemente la atención de estas más de tres semanas de campaña militar es la forma sistemática en que las unidades de la guardia republicana han ido eludiendo el enfrentamiento abierto con las fuerzas invasoras. Las cifras últimas de prisioneros y muertos de las unidades especiales iraquíes dadas por los gringos confirman la estrategia de Saddam de eludir las batallas definitivas. Hay otro dato importante que estaba ahí en Irak y que de pronto se ha esfumado: las divisiones de la guardia republicana y las unidades especiales han desaparecido por arte de magia.

Esta ha sido una guerra (sic) con una dimensión mediática y una carga emocional gigantescas. Tratar de encontrar en los medios de información un análisis objetivo de esta invasión es más difícil que buscar una aguja en un pajar.

Ahora todos se preguntan dónde está Saddam. También la CIA. Pero no va más allá (no la CIA, desde luego) de buscar el titular o la información que impacte y que retenga la atención de los espectadores de esta invasión. Los « medias » están haciendo de Saddam un Pimpinela árabe, papel que no le disgusta al autócrata iraquí.

No hay duda de que Saddam es un asesino y un dictador. Es un producto del capitalismo tardío y acosado por las grandes potencias por la posición estratégica del Irak y sus inmensas reservas petroleras. Ni más ni menos asesino que cualquier dirigente del capitalismo retrasado o avanzado. Todos ellos son hijos modelos de un sistema cruel y asesino como es el capitalismo.

Pero Saddam no es un idiota ni un suicida. Ni tiene ninguna importancia el lugar donde esté. Lo que sí es importante es el plan de guerra que haya podido elaborar y que se desarrollará inexorablemente con Saddam vivo o muerto...

Unos días antes de la invasión un dirigente saudita advirtió que atacar al Irak era “abrir las puertas del infierno” Es muy posible que los gringos hayan caído en la trampa que les ha podido tender Saddam. Saddam aprendió, bien seguro, de la experiencia de su error del 91.

Logró salvar su régimen pero sabía que aquello no era más que una tregua. Y en función de esto maniobró con habilidad y se entendió con Francia, Alemania, Rusia y China firmando contratos fabulosos para la explotación de sus reservas de petróleo. Saddam no podía ignorar que esos contratos acelerarían la agresión de los gringos y mucho más sabiendo que los atentados del 11 de septiembre eran la obra del capitalismo norteamericano para asegurarse la opinión del pueblo en la nueva etapa guerrera que preparaba. Saddam no podía hacerse la ilusión de que el apoyo del eje París-Berlín le libraría de la invasión. Conocía muy bien a sus nuevos aliados y recordaba su error del 91 creyendo que los gringos y sus aliados harían la vista gorda a la invasión de Kuwait en pago a los servicios guerreros que les había prestado. Saddam ha cuidado muy bien el ganarse a la opinión pública mundial sea por activa o por pasiva. El esfuerzo tan constante y minucioso que ha desarrollado en este sentido responde más a un plan de gran alcance y larga duración que a una guerra de corta duración.

Todos los datos e indicios nos llevan a la conclusión de que Saddam y sus consejeros sabían perfectamente que no podían ni parar ni ganar la guerra de agresión que preparaban los gringos. Hay que tener en cuenta además que Saddam supo estos últimos años no solo aprovechar la corriente islámica que la apoyó en la llamada Guerra del Golfo a pesar de su estado laico, sino que además se puso a la cabeza del movimiento islamista más radical. Pero Saddam, un calculador frío, no pensaba inmolarse ni por un instante por el Islam sino aprovecharse de él en un plan calculado y elaborado rigurosamente.

La historia es una gran maestra. En el plan de Saddam han tenido que pesar enormemente algunas grandes lecciones históricas que aparecen ya levemente reflejadas y cuidadosamente disimuladas en su estrategia durante estas tres semanas de arrolladora campaña militar gringa, como la estrategia rusa de retirada y acoso al ejército de Napoleón y sobre todo la Batalla de Argel. Saddam solo ha desvelado el final de su plan: que el Irak será la tumba de los norteamericanos. El aplomo y la insistencia con que repite esta sentencia puede parecer una fanfarronada. Pero cuando ya se ve el final de esa campaña militar sin que haya indicios aparentes de tal sentencia, por fuerza hay que preguntarse: ¿es que los árboles de esta invasión no nos están ocultando la verdadera guerra que no tardará mucho en empezar? Todo parece indicar que el final de la campaña militar para la invasión del Irak abrirá la caja de Pandora en Irak y en todo el mundo “por tierra, mar y aire” como prometió Saddam no hace muchos días. En Irak sobra gante bien preparada y dispuesta para llevar a cabo una guerra de guerrillas y con todos los medios materiales a su disposición. Por mucho que imaginemos lo que podrá suponer en la práctica ese movimiento armado nos quedaremos siempre cortos y con muchas lagunas.

De poco les servirá a los gringos su tecnología militar de punta frente a enemigos invisibles dispuestos a la muerte. En realidad Saddam ha anunciado ya esa forma de lucha pero casi todo el mundo lo ha relacionado con el período de esta rápida campaña militar.

Si tenemos en cuenta que la agresión gringa está determinada por la crisis terminal del capitalismo (sobre este tema nos remitimos al reciente artículo de Robert Kurz “La madre de todas las batallas”) es indudable que una situación de caos generalizada en gran parte del mundo lo que hará es acelerar la crisis económica de los EE.UU., lo que arrastrará a la ruina en primer lugar a los demás países y en particular a la Unión Europea que económicamente le es imposible evitar que cuando Wall Street estornuda, ella coge una pulmonía y esta vez letal. Esta es la situación a la que probablemente se enfrente la humanidad en cuestión de semanas o pocos meses en cuanto, de forma regular y no tolerable para los pueblos norteamericano e inglés, y menos para las bolsas capitalistas verdaderos pulmones artificiales de la industria actual, empiecen a llegar los ataúdes de sus soldados muertos en todos los frentes de combate y de caos abiertos al destapar la caja de Pandora.

En todo caso, aunque esta hipótesis no llegara a cuajar con amplitud de momento, la realidad es que el capitalismo ha llegado a ese estadio final en el que no puede vivir sin las guerras que alimentan nuevas guerras y nuevas resistencias que irán cambiando todo el panorama mundial al tiempo que se desintegra el sistema capitalista en medio de un gran caos. En estos momentos la carrera armamentista en todo el mundo es imparable. Esa carrera es el combustible que necesita el capitalismo; es el balón de oxígeno del capitalismo agonizante. Las guerras están servidas para los depredadores y los cuervos de este sistema, así como la respuesta forzosamente terrorista y clandestina de los agredidos que sufren ese terror criminal y el caos y la miseria que llevan consigo. La caja de Pandora de la bestia capitalista ha quedado abierta y bien abierta.

El movimiento por la paz, a pesar de los “repliegues tácticos” de Francia y Alemania, continua siendo manipulado por estos países, y muy particularmente alimentado por la socialdemocracia alemana que necesita instalar en el gobierno de España al partido socialista para concretar los sueños revanchistas y hegemónicos de los dirigentes de ese país. Toda la gravedad de la situación internacional está exigiendo un viraje radical de todos los movimientos de masas que les permita enfrentarse con el enemigo número uno de la humanidad: el sistema capitalista. Esto no será posible sin romper los lazos con todos los partidos políticos y todas las organizaciones emanadas del capitalismo y que de una u otra forma le sirven sumisa y “críticamente”.

En estos momentos, la gran tradición asamblearia de autoorganización y autogestión de los obreros y las más amplias masas son fundamentales en el camino que hay que abrir para la emancipación social de la humanidad. Los partidos políticos y los líderes, sean del color que sean, no son más que una emanación del sistema capitalista que impiden la liberación de la humanidad.

¡Las guerras son la obra del capitalismo!

¡Abajo el capitalismo!

 

 

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