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La conquista de Irak
Autor: John Rees
Fuente: Socialist Review nro. 274 Mayo 2003 ( Publicación Mensu
Fecha: 09/08/2003

Título Original: The conquest of Iraq

http://www.swp.org.uk/SR/274/SR1.HTM
Traductor: Especial para Partes de Guerra

La coalición Stop the War estuvo sorprendentemente cerca de evitar que Blair fuera a la guerra, sostiene John Rees, pero la ocupación de Irak significa que su tarea está muy lejos de haber terminado
La coalición Stop the War (paremos la guerra) está entrando ahora en una nueva fase de su evolución. Desde su primera reunión en septiembre del 2001, ha quedado claro que la coalición es un fenómeno único, en tanto organismo de campaña de un solo punto. Su precursor fue el movimiento anti-globalización, cuya amplia crítica del capitalismo y de los métodos de organización se incorporaron a su torrente sanguíneo desde el nacimiento, incluso aunque esto no formara parte del programa explícito de la coalición.

A la hora de hacer un paralelo, los logros de la coalición recuerdan a algunos de los puntos fuertes del movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos en los años ’60. La principal preocupación del movimiento por los derechos civiles era obvia ya en su nombre mismo. Pero el alcance de los temas que abordaba, la variedad de acciones que éste organizaba, su impacto sobre la sociedad en general y su capacidad para desarrollar su posición política en respuesta a los eventos y a las tácticas de sus enemigos, fueron mucho más allá del propósito normal una campaña por un solo punto.

Una empresa colonial

La coalición tiene que responder ahora a la ocupación de Irak por parte de las tropas británicas y estadounidenses. La victoria militar y la caída del régimen iraquí han creado una colonia británica y norteamericana en Irak. Tanto el gobierno militar como la reconstrucción económica son emprendimientos abiertamente coloniales. El intento de crear un gobierno títere iraquí es, en esencia, bastante parecido al intento del Rajá británico de gobernar a India a través de los maharajás y nababs vernáculos.

La principal tarea de la coalición ahora es derrotar esta ocupación. Esta campaña será enormemente fortalecida por el hecho de que el pueblo iraquí, tal como los militantes anti-guerra predijeran constantemente antes de la guerra, no quieren a los soldados británicos y norteamericanos en su país. La coalición llevará este mensaje a la protesta que se realizará contra la cumbre del G8 en Evian, Francia, en junio. Y se organizará, en toda Gran Bretaña, contra el nuevo colonialismo. Pero para que esta nueva campaña tenga éxito, debemos hacer una pausa por un momento para evaluar los puntos fuertes y las debilidades del movimiento durante la fase que recién ha terminado.
Primero examinemos los enormes puntos fuertes del movimiento. La escala del movimiento antiguerra no tiene precedentes. La coalición Stop the War organizó la movilización más grande de la historia política británica (la del 15 de febrero), la segunda más grande (la del 22 de marzo) y la tercera más grande (28 de septiembre del 2002). Nadie se ha apoderado de estos tres lugares cumbres de esta forma desde Los Beatles.

Las movilizaciones más modestas de la Coalición Stop the War están en pie de iguales con la movilización contra el poll tax, y las movilizaciones contra los cierres de minas en 1992. Y la coalición ha inspirado al mayor movimiento de estudiantes secundarios de la historia británica, y organizó dos de las más grandes jornadas de acción directa que el país ha visto jamás, el 31 de octubre del 2002, y el mismo día que comenzó la invasión a Irak. Nada de esto hubiera sido posible sin la politización sectores del movimiento sindical, y sin el apoyo activo de los dirigentes sindicales de izquierda. Tampoco hubiera sido posible sin la participación activa de la población asiática y musulmana de Gran Bretaña en una escala enorme. Estas fuerzas, sumadas a la izquierda socialista y al movimiento pacifista tradicional, constituyeron el núcleo alrededor del cual sectores más amplios se reagruparon, cuando el ataque contra Irak se hacía inminente.

Internacionalmente, el movimiento es igualmente impresionante. Las movilizaciones del 15 de febrero, del 22 de marzo y del 12 de abril fueron las acciones coordinadas internacionalmente más grandes realizadas jamás por cualquier movimiento de protesta en muchas generaciones. Ahora sabemos el profundo impacto que este movimiento tuvo sobre el gobierno británico. Tony Blair advirtió a los funcionarios públicos y a su familia que podría perder el puesto, y si elaboraron planes de contingencia para traer a las tropas británicas de regreso desde el Golfo Pérsico. Era claramente esta contingencia lo que Donald Rumsfeld tenía en mente cuando hizo aquellas famosas declaraciones de que Estados Unidos podría tener que ir solo a la guerra. Este es un punto importante: el movimiento anti-guerra no es sólo un movimiento de protesta que realiza acciones por principio, es también un movimiento lo suficientemente poderoso como para cambiar en realidad el curso política de la sociedad británica. Es sólo el hecho de que este movimiento estuvo muy cerca de detener una gran guerra imperialista lo que explica la ferocidad con la cual la prensa y la dirección del laborismo están ahora lanzando una caza de brujas contra George Galloway, y en menor medida, contra otros líderes de la Coalición Stop the War.

De hecho, el movimiento anti-guerra afectó, a escala internacional, la conducción de la guerra, incluso aunque no pudiera evitarla. El hecho de que la “coalición de los valientes” cayera de 28 países en la primera Guerra del Golfo a cuatro países beligerantes en esta guerra tuvo que ver, sustancialmente, con la presión del movimiento anti-guerra. En 1991, las Naciones Unidas aprobaron la guerra, pero esta vez no. Incluso la táctica utilizada por Estados Unidos y Gran Bretaña, que se apoyó en el sitio de las ciudades y en la propaganda, más que en ataques directos para derrocar al régimen iraquí, testimoniaba el hecho de que Gran Bretaña y Estados Unidos abrigaran temores acerca de inflamar a la opinión pública contra la guerra. Pero por todo esto, necesitamos discutir cómo la coalición Stop the War podría haber detenido la guerra, y cómo se la puede fortalecer para detener guerras en el futuro.

El momento crítico tuvo lugar en el momento de la segunda votación sobre la guerra en la Cámara de los Comunes del jueves 18 de marzo. El azar tuvo que ver en todo esto. Si Clare Short hubiera renunciado junto a Robin Cook, asegurando de este modo que la rebelión de los parlamentarios fuera más grande de lo que fue, Gran Bretaña podría haberse visto obligada a no participar en la guerra. Pero el hecho de que esto no sucediera tiene más que raíces accidentales. Tiene que ver con el peso social del movimiento obrero organizado en el seno de la coalición Stop the War. El peso social y los números no son exactamente la misma cosa, aunque están obviamente relacionados.
El peso social se refiere a la presión institucional y organizada que una organización puede hacerle sentir a un gobierno, o los partidos gobernantes. Para un gobierno laborista, los sindicatos y el Partido Laborista en sí mismo tienen una influencia desproporcionada.

Si comparamos la coalición Stop the War con los movimientos anti-guerra de Italia y España, podemos ver un poco el impacto que tiene esta cuestión. Los gobiernos conservadores están en el poder en España y en Italia. El movimiento anti-guerra en ambos países cuenta entonces con el apoyo de los partidos socialdemócratas, de una manera que no se aplica a Gran Bretaña, donde el laborismo está en el poder. Esto aumenta también la capacidad de los sindicatos de para movilizar en forma efectiva a favor del movimiento anti-guerra. En Italia, por ejemplo, el movimiento puede apoyarse como mínimo en el apoyo de Refundación Comunista, que cuenta con 100.000 miembros. Esto a su vez tiene su efecto sobre otras instituciones tales como la iglesia. En Gran Bretaña, el núcleo de la izquierda organizada en el movimiento es mucho más pequeño –hay 10.000 militantes del SWP, más 1000 militantes, más o menos del Partido Comunista, más los seguidores, en gran medida no organizados, de los dirigentes sindicales de izquierda y de los diputados laboristas de izquierda. Esto representa un núcleo organizado de no más de 25.000 personas.

Es verdad que la coalición Stop the War ha creado sus propias redes de apoyo, incluso sus propios cuadros, los cuales son sustancialmente más grandes que esto. La contribución de la comunidad musulmana por sí sola fue una contribución muy importante para el núcleo organizado de la coalición Stop the War. Pero el hecho sigue siendo que, incluso según las estimaciones más generosas acerca del núcleo del movimiento, la desproporción entre aquellos movilizados y aquellos que están movilizando era mayor en Gran Bretaña que en Italia o España. A medida que se aproximaba la movilización del 15 de febrero, el apoyo del Mirror parcialmente suplió este déficit de socialdemócratas. Pero cuando la guerra comenzó, y esto iba a ser obviamente así en un país beligerante, el tamaño del núcleo organizado es crítico para estar en condiciones de soportar la presión de la propaganda chauvinista.
¿Entonces, cómo puede la coalición Stop the War fortalecer su núcleo?
Una solución obvia es que los seguidores de la izquierda organizada aumenten en número. Cuanto más crezcan las organizaciones socialistas, mas crecerá la claridad y la capacidad de movilización de todo el movimiento.

En segundo lugar, la coalición puede dar pasos para desarrollar su propia estructura organizativa, tal como lo hizo entre el final de la guerra en Afganistán en noviembre del 2001 y la movilización del 28 de septiembre del 2002. Esta es sobre todo una cuestión política, más que un problema organizativo. Las ocupaciones de escuelas, el fortalecimiento de los vínculos internacionales de la coalición, especialmente con el Medio Oriente, y el desarrollo del trabajo escrito, mediante el cual la coalición elabora sus argumentos, son todas herramientas importantes.

Pero más allá de estas medidas, la coalición necesita concentrarse en desarrollar su apoyo entre los militantes sindicales. Después de todo, ¿adónde puede uno ir luego de haber puesto 2 millones de personas en las calles? Una respuesta obvia es en dirección a los 7 millones de personas organizadas en los sindicatos. Cada activista sindical tiene el poder de organizar mucha más gente a su alrededor. Potencialmente, tienen acceso a los fondos, a las listas de correo y auditorios, de los cuales carecen los que no están organizados. Más que esto, una actividad así hace sentir la presión directamente sobre el gobierno laborista. Muchos dirigentes sindicales han apoyado a la coalición. Pero, incluso en esos sindicatos, se puede hacer más. Y en los sindicatos no afiliados todavía hay una batalla clave por ganar. Los militantes de la coalición tienen que ser invitados a asistir a cada reunión y conferencia y comité en el seno de los sindicatos. Hay que enviar delegaciones a cada evento de la coalición, y hay que crear “cuadros sindicales”. Sin hacer este trabajo ahora, las movilizaciones futuras no serán mayores, y la acción huelguística que se produjo el día que comenzó la guerra no podrás ser fortalecida.

Pero hay otra cuestión que necesita ser resuelta para superar el “déficit socialdemócrata”. Y esta es una cuestión que la coalición Stop the War, en razón de que es un frente único que contiene a muchos militantes del Partido Laborista, tanto en la base como en la dirección, no puede resolver directamente. Esta es la cuestión del Partido Laborista y su monopolio sobre la representación política de la clase obrera.
El curso de la guerra destacó muchos hechos importantes acerca de la situación política actual. Mostró que la dirección laborista no representa las opiniones de sus propios afiliados, ni tampoco las de los trabajadores en general. Mostró que la izquierda en el seno del Partido Laborista es muy débil, y que la dirección está demasiado atrincherada como para que la perspectiva de un cambio interno sea algo más que una perspectiva muy distante y abstracta. El curso de la disputa con el sindicato de bomberos demuestra exactamente lo mismo.

Una alternativa de izquierda al laborismo

Los ataques lanzados por los medios y la dirección laborista contra George Galloway y contra el dirigente del sindicato de bomberos, Andy Gilchrist muestran que la jerarquía partidaria es tan intolerante hacia la opinión del ala izquierda como siempre, y que es incomparablemente más agresiva al perseguir a sus enemigos, si éstos amenazan el derecho del New Labour a gobernar sin oposición alguna. Y la conferencia del Laborismo contra la guerra, realizada en Londres el mes pasado, reunió a no más de unos pocos centenares de activistas con pocas chances de revertir el curso del partido en cualquier política significativa. Entonces, el problema que se plantea ahora es el de cómo la izquierda de los sindicatos, la izquierda que está por fuera del Partido Laborista y aquellos miembros del Partido Laborista que han roto sus carnets de afiliación, pueden cooperar para crear una alternativa de izquierda al laborismo. El curso del debate acerca del financiamiento político en los sindicatos ha sido y sigue siendo crítico en relación con este debate. Parece probable que el RMT se transformará pronto en el primer sindicato en romper con el monopolio ejercido por el laborismo sobre el dinero de las arcas sindicales. Los socialistas necesitarán trabajar duro para reproducir este resultado en otros sindicatos. Esto es vital, para que cualquier coalición amplia de izquierda basada en el modelo de la Socialist Alliance (Alianza Socialista) gane credibilidad entre los millones de obreros que todavía apoyan al laborismo a regañadientes.

Pero la izquierda también tiene responsabilidades. La primera de ellas es apelar a las muchas personas de la comunidad musulmana que han trabajado junto con nosotros en la coalición para que nos ayuden a crear una alternativa radical al New Labour. La creencia religiosa por cierto que no constituye una barrera que impida ser parte de este proyecto. La comunidad musulmana ha sido politizada por las guerras en Afganistán y en Irak. Todos, con excepción de una pequeña minoría, han trabajado creativamente con la izquierda en la coalición Stop the War. Es verdad que, como todas las comunidades religiosas, la comunidad musulmana contiene gente con creencias conservadoras que pensarían que es imposible participar en una alternativa de izquierda al New Labour. Pero esto no es así para una gran proporción de la comunidad musulmana, ya que muchos de ellos son votantes laboristas. Se sienten traicionados por el New Labour, en todas las cuestiones en que el resto de los trabajadores, que tradicionalmente apoyan al laborismo, se sienten traicionados: el seguro nacional de salud, la educación, el transporte público y así sucesivamente. Pero lo que más los enfurece es el apoyo del laborismo hacia el nuevo imperialismo, y también el racismo que se promueve a nivel interno para defenderlo.

Pero la izquierda misma, incluyendo a los diputados laboristas de izquierda, los dirigentes sindicales de izquierda y los seguidores del Morning Star [prensa del PC], pueden ser una fuerza vital para emprender un trabajo tan inicial, y para hacerlo mejor que cualquiera de las organizaciones existentes. En primer lugar, lo que necesitamos en este momento es un acto de imaginación política similar al que llevó al lanzamiento de la coalición Stop the War. Por entonces, parecía una apuesta política riesgosa y difícil lanzar un movimiento contra la guerra en la atmósfera que existía a la semana posterior a los ataques del 11 de septiembre. Pero también estaba claro que había un deseo de que alguien tomara una iniciativa política que pudiera cristalizar la oposición a la campaña guerrerista de Bush.

Hoy en día, sucede lo mismo con el deseo de que haya una alternativa política a Blair. En la izquierda, en los sindicatos, en el seno de la comunidad musulmana, centenares de miles de personas desean ver una alternativa radical al New Labour. La Alianza Socialista ha intentado construir esta alternativa. Ciertamente, tiene sus debilidades, pero éstas nunca serán superadas a menos que fuerzas más amplias creen algo en un sentido similar. Entonces, habrá un genuino polo de atracción a la izquierda que podrá cooperar en la forma en que varias fuerzas lo han hecho en la coalición, y así construir una alternativa al New Labour.
Y si no aprovechamos esta oportunidad, no sólo existe el peligro de que en algunas regiones el vacío político sea llenado por el BNP [el Partido Nacionalista Británico, de extrema derecha]. También existe el peligro de que el futuro del movimiento en los sindicatos, y el futuro de la coalición Stop the War se vea obstaculizado por el tamaño limitado de las fuerzas radicales organizadas en su núcleo.


¿Qué tan cerca estuvo el movimiento anti-guerra de obligar a Blair y al gabinete a renunciar?

 The Guardian informa que “los funcionarios del estado desempolvaron los procedimientos para la renuncia del primer ministro. Se reconocía que todo el gabinete tendría que renunciar también.” (26 de abril).

 Cuando Donald Rumsfeld dijo en una conferencia de prensa que “Gran Bretaña podría no ir a la guerra”, estaba respondiendo a una advertencia de Geoff Hoon, de que el New Labour podría perder la votación sobre la guerra en la cámara de los comunes, y en ese caso tendría que retirar a las tropas del Golfo.

 The Guardian también informa que antes de la votación en la cámara de los comunes “el gobierno efectivamente quedó paralizado en su lucha por sobrevivir.”

 

 

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