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Petróleo y ocupación
Autor: Editorial
Fuente: Socialist Review nro 347 mayo 2003 (publicación mensu
Fecha: 15/05/2003

Título Original: Oil and occupation

Traductor: Especial para Partes de Guerra

El gobernante colonial de Irak, el ex general norteamericano Jay Garner, parecía tener la intención de despejar la creencia de que los norteamericanos no entienden las ironías. “Voy a ser sincero”, dijo, mientras acusaba a Irán de fogonear las enormes protestas contra la ocupación, “no creo que la coalición vaya a renunciar a ejercer una influencia regional.”

Ha habido movilizaciones en todas las áreas pobladas del sur de Irak, así como también en Bagdad y en muchas ciudades del norte, en oposición a la ocupación. En Mosul, las tropas de ocupación mataron a tiros a más de una docena de iraquíes por protestar contra sus nuevos gobernantes impuestos a dedo. Esta es la realidad del Irak “liberado”.
Están enojados por las amargas consecuencias de esta invasión. La enorme destrucción provocada, el uranio empobrecido arrojado, que es radiactivo, las bombas de racimo diseminadas en áreas pobladas, todo esto va a acarrear sufrimiento para muchos. Esta carnicería fue creada con el objetivo declarado de desarmar a Irak, privándolo de sus supuestas “armas de destrucción masiva”, las cuales, según nos dijo Tony Blair, tenían “la capacidad de infligir un daño real en la región”.

Aún así, esta amenaza supuestamente sombría, que no se materializó, es ahora relegada a un plano secundario. La más que dudosa “evidencia” puede “encontrarse” en el intento de desprestigiar a George Galloway, y por extensión al movimiento contra la guerra, pero aún así estas armas parecen tener una dudosa eficacia.
El motivo verdadero detrás de este conflicto queda demostrado por el hecho de que la fuerza de ocupación vigiló el Ministerio del Petróleo con guardias armados, mientras dejaba que los hospitales fueran saqueados. Pero Bush y Blair serían tontos en celebrar en forma demasiado estruendosa. La afirmación de Jay Garner de que la mayoría silenciosa de Irak apoya en realidad a Estados Unidos no la cree sencillamente nadie, lo cual deja al gobierno norteamericano con una opción difícil acerca de cómo controlar el país aparentando no hacerlo. Han pateado un nido de avispas en el Medio Oriente, levantando el espectro de una invasión contra Irán o Siria, alimentando así el anti-imperialismo en todo el mundo. Y el entusiasmo inicial generado por la victoria es probable que no brinde más que un paliativo temporal en el ámbito interno. La mayoría de los norteamericanos se opone a los recortes de impuestos de Bush para los ricos, que van de la mano con gigantescos aumentos del gasto militar, y éste es totalmente conciente de que su padre fue expulsado del gobierno mediante los votos luego de atacar a Irak hace 12 años.

Blair tiene problemas incluso mayores. La movilización convocada por la Stop the War Coalition [Coalición Paremos la Guerra] antes de la guerra fue la mayor de la historia británica, y creó el desafío más serio planteado a su liderazgo hasta el momento. Ahora se ha revelado que Blair, junto con todo el gabinete, estuvieron al borde de ser expulsados del gobierno, y las tropas británicas estuvieron a punto de ser retiradas del Medio Oriente. Muchos diputados votaron en su contra por primera vez, y han expresado su disposición a hacerlo otra vez en cuestiones tales como el financiamiento de los hospitales por parte de fundaciones. Pero esto refleja una crisis mucho más profunda en el seno del Partido Laborista, donde el cisma entre las aspiraciones de sus seguidores y las políticas de su dirección nunca ha sido tan grande. Este descontento se manifiesta en una falta de disposición a hacer campaña a favor del laborismo, y en una actitud más resuelta de parte de los activistas sindicales, que están dispuestos a cuestionar la podrida “asociación” con los empleadores, que ha perpetuado todo lo peor que había en la época del reinado conservador.

A medida que quedan claras las prioridades de un gobierno que gasta miles de millones de libras en la guerra, mientras despide a los maestros, esta bronca necesita ser transformada en una genuina alternativa al sistema de conquista y explotación de Blair. Las protestas contra el G8 a fines de este mes son una oportunidad para denunciar a los ladrones y a los prepotentes en el corazón del capitalismo. Las redes de activistas forjadas por el movimiento anti-guerra pueden desempeñar un papel vital en este proceso. Es crucial que sean reforzadas y extendidas a medida que se profundiza la crisis de los guerreristas.

 

 

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