Gema Martín Muñoz
El periódico de Catalunya
Hasta el 20 de marzo de este año, en Oriente Próximo pervivía una excepcional situación de ocupación colonial de los territorios palestinos que desafiaba a la historia y al sentido de justicia y dignidad de los pueblos. Desde esa fecha, lejos de resolverse esa situación que lleva envenenando a la región desde hace más de medio siglo, EEUU ha extendido la empresa colonial a Irak imitando los modos de acción de Israel.
En realidad, la invasión militar y ocupación norteamericana de Irak es exactamente lo mismo que Israel ha impuesto desde hace décadas en Palestina y, por tanto, no es difícil imaginar lo que antes o después va a ocurrir: un proceso de lucha anticolonial con una mayor extensión de la violencia en esta región. Y entonces habrá que seguir teniendo muy en cuenta que en los procesos de colonización la violencia del ocupante es represión y la del ocupado resistencia; porque los más fuertes, los ocupantes, tratarán una vez más de presentar la situación como una "guerra contra el terrorismo" en la que se ignora la historia y se ocultan los orígenes políticos y militares que originan la violencia reactiva contra la dominación, la humillación y la explotación.
De hecho, como en toda empresa colonial, se está ya desarrollando la guerra psicológica, necesaria para convencer a las opiniones públicas de las potencias que participan en la colonización de que la razón (e incluso Dios) está de su parte. Para ello se está manipulando la imagen y percepción de los iraquís shiís. Sin duda, va a ser el primer frente de oposición al que se van a tener que enfrentar los norteamericanos y además representan el 60% de la población total iraquí. Como les ocurrió a los británicos en 1920, la resistencia anticolonial más firme y organizada procedió del liderazgo shií, y al igual que ellos, los norteamericanos tendrán que recurrir a la represión y los métodos antidemocráticos para dominarlos. Por tanto hay que demonizarlos antes. De ahí que se les esté presentando como fanáticos religiosos y jomeinistas.
Despertar la memoria histórica occidental evocando a Jomeini es un fácil recurso que sirve para reanimar la visión llena de prejuicios que el mundo occidental tiene de los shiís, a los que interpreta como un grupo homogéneo marcado por el celo religioso y los métodos violentos desde la revolución iraní en 1979. Sin embargo, el jomeinismo está en plena decadencia incluso en Irán y, además, el universo islamista shií iraquí en su gran mayoría nunca ha sido jomeinista, ni en los momentos del auge de dicho modelo en Irán.
Por el contrario, si se conoce su ideario y su discurso, no sólo presentan un programa mucho más democrático y moderno que el proyecto tribalista y comunitarista que están forzando los norteamericanos, sino que están llamando la atención sobre algo sustancial: el peligro de que la manipulación comunitaria del ocupante genere el enfrentamiento entre las diversas identidades étnicas y confesionales iraquís. Es decir, que al igual que hicieron las potencias coloniales a principios del siglo XX, se vean tentados a manipular esas identidades provocando la fractura entre ellos, origen de tragedias como la libanesa.
Es por ello que la política de EEUU con los kurdos es muy arriesgada. El primer problema está en que el autogobierno kurdo de estos últimos 12 años ha sido un "hecho consumado" permitido unilateralmente por EEUU, al margen de cualquier reconocimiento legal alguno --ni interior, ni regional, ni internacional-- y movido por un interés coyuntural estadounidense de garantizarse aliados interiores contra Sadam Husein (y, evidentemente, no eran los shiís el componente iraquí en el que EEUU confiaba ni deseaba alentar). Por ello los partidos kurdos se han convertido en aliados de los ejércitos invasores. Lo cual no ocurrió con el mandato colonial británico, en el que la rebelión kurda se unió a la shií. Si EEUU utiliza o favorece a los kurdos frente a los shiís el escenario puede desencadenar un conflicto interno que nunca había existido en Irak.
Lo que es seguro es que las invasiones militares extranjeras nunca han liberado a los pueblos; los han sometido, humillado y destruido. Y, desde luego, han hecho al mundo mucho más inseguro e imperfecto.
* Profesora de Sociología del Mundo Árabe e Islámico de la Universidad Autónoma de Madrid. Es autora del libro de próxima aparición Irak, un fracaso de Occidente, en Tusquets Editores
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