Las vidas de algunos estadunidenses son más valoradas que otras. Los casos de la activista Rachel Corrie -atropellada por una excavadora en Gaza- y la soldado Jessica Lynch lo demuestran. Cuando el Pentágono anunció el rescate de Lynch en Irak, ella se volvió un héroe. Su liberación, dijeron, demostraba un valor estadunidense: "Cuidamos de nuestra gente". En cambio, la muerte de Corrie se topó con un silencio oficial casi total.
JESSICA LYNCH Y RACHEL CORRIE podrían aparentar ser hermanas. Dos güeras estilo estadunidense, dos destinos que cambiaron para siempre en la zona de guerra del Medio Oriente. Jessica Lynch, la soldado, nació en Palestine, West Virginia. Rachel Corrie, la activista, murió en la Palestina ocupada por Israel.
Corrie tenía cuatro años más que Lynch, de 19. Su cuerpo fue aplastado por una excavadora israelí, en Gaza, siete días antes de que Lynch fuese tomada en custodia por los iraquíes el pasado 23 de marzo. Antes de ir a Irak, Lynch organizó un programa de pen pal [amigos a través de cartas] con un jardín de niños local. Antes de que Corrie dejara Gaza, organizó un programa de pen pal entre niños en su pueblo natal, Olympia, Washington, y niños en Rafah.
Lynch fue a Irak como una soldado leal a su gobierno. En palabras del senador de West Virginia, Jay Rockefeller, "se acercó a la perspectiva de combate con determinación, en vez de miedo".
Corrie fue a Gaza para oponerse a las acciones de su gobierno. Como ciudadana estadunidense, ella creía que tenía una especial responsabilidad de defender a los palestinos de las armas hechas en Estados Unidos y compradas con la ayuda estadunidense por Israel. En sus cartas a casa, describía cómo el agua dulce era desviada de Gaza hacia los asentamientos israelíes, cómo la muerte era más normal que la vida. "Esto es por lo que estamos pagando", escribió.
A diferencia de Lynch, Corrie no fue a Gaza a pelear -fue para intentar impedirlo. Al igual que sus colegas, miembros del International Solidarity Movement (ISM, Movimiento Internacional de Solidaridad), creía que las incursiones de los militares israelíes podrían disminuir con la presencia de "internacionales" altamente visibles. La matanza de civiles palestinos podría haberse vuelto un lugar común -era el razonamiento-, pero Israel no quería los escándalos diplomáticos o mediáticos que se derivarían del asesinato de un estudiante universitario estadunidense.
De cierta manera, Corrie usaba justamente lo que más le disgustaba de su país -la creencia de que las vidas estadunidenses valen más que las de otros- y lo trataba de utilizar para salvar de la demolición a algunos hogares palestinos.
"Cuidamos de nuestra gente"
Con la creencia de que su chamarra anaranjada fosforescente le serviría de armadura, que su altavoz podía repeler las balas, Corrie se paró frente a las excavadoras, se durmió al lado de los pozos de agua y escoltó a niños a su escuela. Si los bombas suicidas transforman sus cuerpos en armas de muerte, Corrie transformó el suyo en lo opuesto: un arma de vida, un "escudo humano".
Cuando el conductor de la excavadora miró la chamarra anaranjada de Corrie y apretó el acelerador, su estrategia falló. Resulta que las vidas de algunos ciudadanos estadunidenses - incluso hermosas blancas mujeres jóvenes- son más valoradas que otras. Y nada lo demuestra de manera más cruda que las contrapuestas reacciones que Rachel Corrie y lasoldado Jessica Lynch despertaron.
Cuando el Pentágono anunció el exitoso rescate de Lynch, de la noche a la mañana ella se volvió un héroe, con todo y magnetos para el refri de "America loves Jessica", calcomanías, playeras, tazas, canciones country y una película de NBC hecha para televisión. Según el vocero de la Casa Blanca, Ari Fleischer, el presidente George W. Bush estaba "lleno de alegría hacia Jessica Lynch". El rescate de Lynch, nos dijeron, era evidencia de un valor estadunidense básico: como lo pronunció el senador Rockefeller en un discurso al Senado: "Cuidamos de nuestra gente".
¿Lo hacen? La muerte de Corrie, que salió en los periódicos durante dos días y después virtualmente desapareció, se topó con un silencio oficial casi absoluto, a pesar de que los testigos aseguran que fue un acto deliberado. El presidente Bush nada dijo sobre una ciudadana estadunidense aplastada por una excavadora hecha en Estados Unidos y comprada con dólares de impuestos estadunidenses. Una resolución del Congreso estadunidense que exige una averiguación independiente sobre la muerte de Corrie quedó enterrada en la comisión, y abrió paso a que la investigación de los militares israelíes -que quedaron convenientemente libres de cualquier sospecha- sea la única investigación oficial.
El ISM dice que esta no-respuesta ha enviado una clara y peligrosa señal. Según Olivia Jackson, una ciudadana inglesa de 25 años, aún en Rafah, "después de que Rachel fue asesinada, [los militares israelíes] esperaron la respuesta del gobierno estadunidense y la respuesta fue patética. Se dieron cuenta de que pueden salirse con la suya y esto los ha alentado a continuar".
Primero fue Brian Avery, un ciudadano de 24 años al que le dispararon en la cara el pasado 5 de abril. Luego el inglés Tom Hurdall, un activista del ISM al que le dispararon en la cabeza el pasado 11 de abril, provocándole una muerte cerebral. Después, James Miller, el camarógrafo inglés baleado a muerte mientras portaba un chaleco que decía "TV". En todos estos casos, los testigos dicen que los que dispararon eran soldados israelíes.
Hay algo que Jessica Lynch y Rachel Corrie tienen en común: ambas historias fueron distorsionadas por los militares para sus propios propósitos. Según la historia oficial, Lynch fue capturada durante una sangrienta batalla, maltratada por sádicos doctores iraquíes y luego rescatada en otra tormenta de balas por heroicos SEAL de la Marina. Durante las últimas semanas, otra versión ha salido a la luz. Los doctores en Irak que trataron a Lynch no encontraron evidencias de heridas de batalla, e incluso donaron su sangre para salvar la vida de la soldado. Lo más vergonzoso de todo es que los testigos le han dicho a la BBC que aquellos audaces SEAL de la Marina sabían que ya no había combatientes iraquíes en la zona cuando asaltaron el hospital.
Si bien la historia de Lynch fue distorsionada para hacer parecer a sus protagonistas como más heroicos, tras su muerte, la historia de Corrie fue torcida para hacerla aparecer a ella y a sus compañeros activistas del ISM como siniestros.
Durante meses, los militares israelíes han buscado una excusa para librarse de los "perturbadores" del ISM. La encontraron en Asif Mohammed Hanif y Omar Khan Sharif, los dos bombas suicidas británicos. Resulta que estuvieron presentes en una ceremonia luctuosa en honor de Rachel Corrie, en Rafah, un hecho del cual los militares israelíes se agarraron para vincular al ISM con el terrorismo. Los miembros del ISM señalan que la ceremonia estaba abierta al público y que desconocían las intenciones de los visitantes británicos. Como organización, el ISM está explícitamente en contra de los blancos civiles, ya sea a través de excavadoras israelíes o bombas suicidas palestinas. Más aún, muchos del ISM creen que su labor puede reducir los incidentes terroristas al demostrar que hay otros modos de resistirse a la ocupación más allá de la venganza nihilista que ofrecen los bombas suicidas.
No importa. En los últimas dos semanas media docena de activistas del ISM fueron arrestados, varios fueron deportados y las oficinas de la organización fueron víctimas de una redada. Las medidas represivas se están expandiendo para abarcar a todos los "internacionales", lo cual implica que cada vez hay menos personas en las zonas ocupadas que puedan atestiguar los actuales abusos o para asistir a las víctimas. El pasado lunes, el coordinador especial de las Naciones Unidas para el Proceso de Paz en Medio Oriente le dijo al Consejo de Seguridad que a docenas de trabajadores asistenciales de las Naciones Unidas les han impedido entrar y salir de Gaza, y lo llamó una violación de "las obligaciones de Israel en materia de ley humanitaria internacional".
El 5 de junio va a celebrarse el Día Internacional de Acción por los Derechos Palestinos. Una de las principales demandas es que la ONU envíe una fuerza internacional de vigilancia a los territorios ocupados. Hasta que eso no suceda, muchos tienen la determinación de continuar la labor de Corrie, a pesar de los riesgos. Más de 40 estudiantes de su ex universidad, Evergreen State, en Olympia, ya se apuntaron para ir a Gaza con el ISM este verano.
Así que, ¿quién es un héroe? Durante el ataque contra Irak, algunos de los amigos de Corrie enviaron por correo electrónico una foto de ésta a la MSNBC. Pedían que se incluyera en la "pared de los héroes" de la estación, al lado de Jessica Lynch. La cadena no accedió, pero Corrie es honrada de otras maneras. Su familia ha recibido más de 10 mil cartas de apoyo, comunidades en todo el país han organizado vistosas ceremonias luctuosas y, en los territorios ocupados, a las niñas les ponen Rachel.
No es un tributo estilo hecho-para-la-tele, pero quizá así sea mejor.
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