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El ejemplo del "milagro libanés"
Autor: Narciso Binayán Carmona
Fuente: La Nación
Fecha: 09/06/2003

Título Original:

"Libanización" es un concepto mal acuñado y transformado en muletilla, pésimamente usado. Ahora, con Irak en situación bastante caótica, sin gobierno, y enfrentando la transición de una feroz dictadura nacional a una nebulosa democracia impuesta por invasores extranjeros, se aplica a ese país como un peligro más. En realidad, sería maravilloso para el sufrido Irak el libanizarse, usando el concepto, ahora, en sentido correcto.

La guerra civil que asoló al Líbano y lo dejó maltrecho en los 70 y 80 hizo nacer la idea de que era el símbolo del desorden y del enfrentamiento. Parecía que no habría salida. No fue así. Es verdad que el Líbano es un país compuesto por una abigarrada acumulación de comunidades diferentes que hace ya varias décadas se enfrentaron en guerra abierta. Sin embargo -y esto pude comprobarlo personalmente en varias visitas al país- la administración siguió, los sueldos se pagaban, los correos funcionaban e incluso la moneda conservó su valor.

Irak tiene en común con el Líbano que es un país heterogéneo: casi toda su población es musulmana pero está dividida entre sunnitas y chiitas, y aquéllos entre semitas (árabes) y arios (kurdos). Hay además minoría armenia, auria y turcomana. Pero a diferencia del Líbano, la brevísima guerra y la aún corta ocupación desquiciaron por completo todo el armazón del Estado. Por otro lado, nunca fue posible establecer un sistema armónico entre los diversos grupos. Los sunnitas, minoritarios, controlaron siempre el poder. Tampoco les tocó a los kurdos, aunque sunnitas.

El derecho a cogobernar

En el Líbano fue muy distinto. Allí se ha dado lo que desde hace generaciones se llama "el milagro libanés". Usando las cifras del censo de 1932 se tiene este ramillete: maronitas (católicos), 30%; ortodoxos, 10%; sunnitas, 20,8%; chiitas, 18,2%. O sea 79% entre las cuatro, dos cristianas y dos musulmanas. Y se suma: a los cristianos los armenios, 6,2 (únicos no árabes) y los melkitas (católicos), 6,3, y a los musulmanes los drusos, 6,3.

La idea fue sentada ya en la Constitución de 1926: "Las comunidades están representadas equitativamente en los cargos públicos y en la composición del gabinete" con representación proporcional en el Parlamento.

Con matices, algo parecido funcionó en Suiza donde, pese a ser un país dos tercios alemán, las minorías latinas: franceses, italianos y grisones, comparten armónicamente el gobierno y sus idiomas son oficiales. Una representación parecida se da en Irán ya desde la época imperial, con representación parlamentaria de dos grupos cristianos: armenios y asirios; de judíos y de zoroastrianos.

Recapitulando: un "pacto nacional" y la libanización en serio, es decir el reconocimiento del derecho de todas las comunidades y naciones a cogobernar, será lo mejor para un Irak en paz. Lo contrario será prolongar el desorden o preparar el camino para una nueva dictadura.

 

 

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