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Después de 1.000 días
Autor: William Safire
Fuente: New York Times
Fecha: 12/06/2003

Título Original:

Traductor: Claudia Cinatti, Partes de Guerra

“No permitiremos que nadie nos arrastre a la guerra civil”, declaró ayer el primer ministro palestino Mahmoud Abbas.
Su oposición desleal –Hamas, Jihad Islámica y las brigadas suicidas de Al Aksa de Arafat- enviaron distintos mensajes a Abbas y a otros líderes árabes que recientemente se reunieron con el presidente Bush en Aqaba.
Los tres grupos terroristas, actuando en conjunto, enviaron un trío de suicidas vestidos con uniformes israelíes a un puesto del ejército israelí cerca de Gaza. Mataron a cuatro soldados antes de morir. El frente terrorista después emitió un video mostrando a los asesinos posando con rifles de asalto y un ejemplar del Corán, e informaron al mundo que “la sangre de los palestinos nos dice que estamos unidos en la trinchera de la resistencia”.
¿Puede haber una declaración más dramática de una guerra civil palestina?
De un lado esá Abbas, debidamente elegido por el Consejo Legislativo de la Autoridad Palestina, ultrajado por el frente terrorista porque él cree que más guerra contra Israel sólo traerá mayor miseria para los palestinos.
Del otro está el frente fundamentalista de Hamas, Jihad y Al Aksa, cuya misión implacable es echar a los odiados judíos de Medio Oriente. Unidos como nunca antes, estos fundamentalistas están decididos a derrocar a Abbas y a cualquier otro “moderado” capaz de negociar la paz.
Como siempre, jugando con los dos, está Arafat, ayudando al frente a socavar a Abbas antes de que el veterano negociador construya una base de seguidores locales que podrían poner fin a la guerra. Arafat intentó hacer aparecer a Abbas como un hombre de Israel y Estados Unidos en la reciente cumbre.
Así tenemos de un lado, el frente de terror, instigado por Arafat, persiguiendo abiertamente una guerra civil para hacerse cargo de la causa palestina, mientras que de otro lado –la Autoridad Palestina, con Abbas recientemente electo a la cabeza- dice que nadie los “arrastrará a la guerra civil”. El bando que está peleando es el que está ganando.
¿Pero cómo puede haber una guerra civil si los palestinos no están matando palestinos? Simple: el frente rebelde mata israelíes, obligando a Ariel Sharon a ordenar la respuesta militar contra los terroristas, y los palestinos, tanto los terroristas como la gente común, son víctimas.
Los rebeldes saben que ningún gobierno bajo un ataque terrorista sostenido puede lograr permanecer supino. Israel debe continuar respondiendo hasta que la nueva dirección de la Autoridad Palestina tome el control de los asesinos dentro de su propia población.
La principal excusa para la inacción en el pasado ha sido que la fuerza policial palestina –un ejército de tamaño considerable y bien equipado, que sabía los escondites y la logística de los rebeldes- estaba supuestamente desmoralizada, abatida por los contraataques israelíes, impotente contra los rebeldes fanáticos del frente.
Puede ser así o no. Dándole a Abbas el beneficio de la duda, Sharon ordenó a su ministro de defensa, Shaul Mofaz, a elaborar un plan paso por paso con Muhammad Dahlan, el nuevo jefe de seguridad de Abbas.
Dahlan tiene que elegir un área dada para afirmar el control de la Autoridad Palestina leal. Las Fuerzas de Defensa Israelíes se retirarán de allí. En la medida en que se demuestre un esfuerzo 100% para frenar el terror en esa área, se pasa a la siguiente ciudad o aldea, hasta que los barrios en poder de los rebeldes sean reducidos y la AP gane el cotrol interno –el prerrequisito necesario para un estado.
¿Responderà Sharon a la disminución del terror desmantelando los puestos de colonos no autorizados en las colinas, removiendo las restricciones israelíes y otras medidas que hagan más fácil la vida cotidiana? Por supuesto; a pesar de lo que él llama los “1000 días” de la intifada, Sharon tiene el apoyo nacional para hacer las concesiones que no socaven la seguridad a pesar de los gritos de angustia de varios de sus seguidores.
¿Puede Abbas construir un apoyo similar para confrontar y derrotar al frente terrorista –o se quedará en un “cese del fuego” sin ningún significado, permitiendo que los terroristas se rearmen y prolonguen la agonía de su pueblo?
No obtendrá la ayuda de Europa, Rusia o la ONU, que tratarán con Arafat. Puede obtener una ayuda financiera de mala gana de los sauditas y ayuda en seguridad de los egipcios, sólo porque el presidente Bush, después de liberar a Irak, ha calculado su intervención de modo tal de poder ser un “administrador de la responsabilidad” creíble.
Pero ninguna imposición amplia desde afuera traerá una paz durable en Medio Oriente. Esta sólo seguirá al a victoria de los palestinos sobre la minoría terrorista que los arrastra a la guerra civil.

9 de junio de 2003

 

 

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