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Disparen, listos, apunten (Thomas L. Friedman)
Autor: Thomas L. Friedman
Fuente: New York Times
Fecha: 09/03/2003

Título Original: Fire, Ready, Aim

http://www.nytimes.com/2003/03/09/opinion/09FRIE.html?ex=1048169794&ei=1&en=64cd34e1c

Fui a la conferencia de prensa del Presidente Bush en la Casa Blanca, el jueves para ver cómo que estaba lidiando con el asunto de Irak. Una línea que pronunció representó todas las cosas que me molestan acerca de su enfoque. Fue cuando dijo: "Cuando hablamos de nuestra seguridad, realmente no necesitamos permiso de nadie

La primera cosa que me molestó fue la frase, "Cuando hablamos de nuestra seguridad. . ." El hecho: Hoy, la invasión a Irak no es vital para la seguridad norteamericana. Saddam Hussein no tiene ni la intención ni la capacidad de amenazar EEUU, y si así fuera, es fácilmente comprobable.

Esta no es una guerra necesaria. Eso fue Afganistán. Irak es una guerra elegida — una elección legítima para preservar la credibilidad de la ONU, que Saddam ha desafiado durante 12 años, y para destruir su tiranía y reemplazarlo con un régimen decente que podría dirigir la reforma en el mundo árabe-musulmán. Esa es la verdad.

El problema que está teniendo el Sr. Bush con las legítimas críticas a esta guerra provienen de la sólida exageración de este punto. Cuando el Sr. Bush plantea una guerra que ha elegido como una guerra necesaria, la gente naturalmente pregunta, "qué pasa aquí? Estamos siendo engañados. La verdadera razón debe ser su padre, o el petróleo, o alguna ideología derechista."

Y eso nos lleva a la segunda frase: "Nosotros no necesitamos permiso de nadie." Una vez más, para una guerra que nadie eligió contra los terroristas del 11 de septiembre en Kabul, no necesitábamos permiso de nadie. Pero para una guerra “elegida” en Irak, necesitamos permiso del mundo — porque será necesario para la reconstrucción de Irak.

El Sr. Bush habla solamente acerca de por qué él tiene razón para desmantelar al malvado Irak, no de lo que será necesario para reconstruir un Irak decente — una tierra distante, del tamaño de California, dividido como Yugoslavia. Creo que podemos ayudar a construir un Irak decente, pero no solos. Si estamos solos, se convertirá en una ocupación de EE.UU. y eso nos hará el blanco de la frustración de todos. Y solos, los norteamericanos no tendrán la paciencia, la mano de obra y la energía para construir una nación, que no es tarea igualable a una carrera corta sino más bien a una maratón.

El Sr. Bush gruñe porque el mundo se queja de que EEUU juega un juego donde sólo él manda, cuando se habla de Irak — y sobre que no pedirá permiso a nadie. Pero con Irak, la pregunta pertinente no es si avanzamos sin permiso de nadie, sino si podemos hacerlo bien sin aliados. No.

Aquí es donde estamos. El cambio de régimen en Irak es la elección correcta para Irak, para Medio Oriente y para el mundo. Bush tiene razón sobre esto. Pero por ahora, esta elección sería demasiado difícil de vender. Si el presidente no puede hacer su guerra “elegida” sea la guerra de todos los países del mundo ahora mismo, necesitaremos reconsiderar nuestras opciones y tácticas. Porque si Bush actúa unilateralmente, temo que EEUU no sólo pierda la oportunidad de construir un Irak decente, sino algo más importante — la eficacia de EEUU tanto como el liderazgo estratégico y moral del mundo libre.

Un cuento. En 1945 el Rey Abdul Aziz Ibn Saud de Arabia Saudita se reunió con el presidente Franklin D. Roosevelt en un barco en el Canal de Suez. Antes de acordar reunirse con Roosevelt, el Rey Abdul Aziz, un beduino de alma, le hizo a sus consejeros dos preguntas acerca del presidente de EE.UU.: "Dime, ¿cree él en Dios?, y, ¿tienen ellos (los norteamericanos) alguna colonia?"

La pregunta real que el rey saudí hacía era: ¿cómo usan estos norteamericanos su gran poder? ¿Como los europeos, para conseguir colonias, su propio interés y su imperio, o a favor de valores más altos?

Esa es todavía la pregunta más importante para la seguridad nacional de EE.UU.. El mundo no quiere ser dirigido por cínicos transparentes como el ministro de relaciones exteriores francés y su jefe. Pero tampoco quiere ser dirigido por un EUU cuyo Congreso está tan traumatizado por el 11 de septiembre que no puede pensar correctamente y por un presidente ideológicamente comprometido con la guerra en Irak, sin importar lo que cueste, ni el apoyo, ni las perspectivas de consecuencias decentes. Pero, dejando a Francia de lado, el mundo está listo para ser dirigido por un EEUU que sea un poco más humilde, que escuche un poco más y esté más preparado para decir a sus aliados: ¿cómo podemos solucionar esto? ¿Cuánto tiempo tenemos que darles para ver si las inspecciones funcionan, para que aprueben el uso de la fuerza si no estas no funcionan?

Piense acerca de Franklin D. Roosevelt. Acababa de ganar la Segunda Guerra Mundial. EEUU estaba en la cima de su poder. No necesitó permiso de nadie para nada. Sin embargo, camino a casa desde Yalta, confinado a una silla de ruedas, F. D. R. Viajó a Medio Oriente para reunirse y mostrar respeto a los líderes de Etiopía, Egipto y Arabia Saudita. ¿Por qué? Porque él sabía que los necesitaba, no para ganar la guerra, pero sí pero para ganar la paz

 

 

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