Bolivia

¿Mesa en el tobogán?

 

Autor: Editorial

Fecha: 14/3/2004

Fuente: Palabra Obrera N°2 (Bolivia)



La crisis del Gobierno

En los primeros días de marzo el gobierno de Carlos Mesa atravesó su primer crisis política importante.
El día 5, abandonando el proyecto de Impuesto al Patrimonio Neto ante la oposición de los empresarios, Mesa envió una nueva propuesta al Parlamento, crear un “Impuesto Complementario a los Inmuebles y Vehículos” generalizado. En sólo 4 horas, sin embargo, debió modificar este proyecto ante el rechazo generalizado por diversos sectores, como los transportistas y buena parte de los parlamentarios, y enviar otro texto, subiendo a 50.000 dólares la base imponible y eximiendo a los vehículos. “Las presiones, el temor y la debilidad política hicieron cambiar a Mesa” tituló al día siguiente La Razón. Finalmente, el día 8, el Ministro Ríos, de Minería e hidrocarburos, debió renunciar, resistido por las petroleras e interpelado por el Parlamento.

Los elementos de la crisis política

Carlos Mesa está enfrentando así la primer crisis política seria desde octubre. Pese a que tiene a su favor la tregua social y política concedida por el MAS y la mayoría de las direcciones sindicales, a que el imperialismo le apoya (como muestra la “acreditación” de Bolivia en la “lucha contra el narcotráfico”) y que su popularidad en las encuestas sigue siendo elevada, es evidente que su gobierno no logra consolidar sus proyectos económicos y políticos ni encuentra consenso en el conjunto de la clase dominante.

El plan económico presentado en el discurso presidencial del 1º de febrero se ha diluido ante la oposición de los empresarios, sobre todo cruceños, y la derecha parlamentaria. Las petroleras se niegan a aceptar el ICH (Impuesto complementario a los hidrocarburos) y se oponen a cualquier cambio en la política hidrocarburífera y de exportación de gas.
Bajo la presión de los empresarios y las petroleras el gobierno ha dado un giro a la derecha aún mayor en las propuestas económicas que venía planteando con el apoyo del FMI.
De las medidas anunciadas por Mesa, hasta ahora sólo se ha puesto en marcha la “desregulación” del precio del gas, con un primer aumento –si bien pequeño- en el precio de las garrafas. Queda más claro así que mientras retrocede servilmente ante los intereses de los empresarios y el capital extranjero, pretende descargar con este tipo de “medidas graduales” los costos de la crisis sobre las espaldas del pueblo trabajador. El nuevo impuesto afectaría sobre todo a las clases medias urbanas, pero está “en veremos” si es suficiente para mantener las metas de reducción del déficit fiscal pactadas con el FMI.

También choca con obstáculos su plan político. Los roces de Mesa con el Parlamento son continuos. Es cierto que antes de Carnavales logró la aprobación de la Ley de reforma de la Constitución. Pero esta medida no logró despertar mayor apoyo en la opinión pública y a pesar de lo limitado y mezquino de los cambios que propone, es resistida por los partidos tradicionales y sectores del aparato estatal y militar. Además, el Parlamento ha rechazado el proyecto de referéndum de Mesa, anunciando que elaborarán uno propio, y le han postergado el tratamiento de la Ley de Hidrocarburos.
Entretanto, la política de “reivindicación marítima” lanzada por Mesa hace algunas semanas ha bajado considerablemente el tono, perdiendo impacto en la población. Por otra parte, la escandalosa impunidad de los militares y policías por la represión de Febrero y Octubre contribuye también a desenmascarar las promesas de justicia en que Carlos Mesa basó buena parte de su discurso.

Crujidos en la tregua

La ofensiva de la derecha no sólo obliga al Gobierno a modificar sus planes. También está generando una mayor polarización y “crujidos” en la tregua social y política mantenida por los dirigentes desde Octubre. Así, por derecha y por izquierda se están produciendo importantes realineamientos.

Por derecha comienza a gestarse un “partido del orden” (en torno a los Comités cívicos, a la burguesía oriental y sectores del aparato estatal) que sostiene a Mesa pero desconfía de sus vacilaciones y se opone a hacer la más mínima concesión, así sea puramente formal, a las masas. Un ejemplo ha sido la ruptura de la Confederación de Empresarios Privados, impulsada por los empresarios cruceños en rechazo al primer proyecto de impuestos del Ejecutivo.

Por otro lado, el discurso más combativo de los dirigentes sindicales (a pesar del completo fracaso del paro que la COB convocó apresuradamente para “colgarse” del paro de transportistas en febrero) muestra que hay impaciencia y descontento entre sectores de los trabajadores y el pueblo, lo que obliga a la COB y otras organizaciones populares a posicionarse como “oposición sindical y social” al gobierno. Como expresión de estas tendencias se ha abierto discusiones en el MAS, con Román Loayza cuestionando como líder de un sector de la CSUTCB la actual política de apoyo directo a Mesa.

En este marco se achican las posibilidades de maniobra del gobierno y se va desgastando el “clima de tregua”. Carlos Mesa es el representante “moderado” del bloque conservador (o “neoliberal”) y como tal, defensor de los intereses burgueses y proimperialistas. Pero debe andar “con pies de plomo”, intentando un difícil equilibrio entre la necesidad de descargar sobre el pueblo los costos de la crisis, según piden el FMI y los empresarios, y el temor de provocar un nuevo levantamiento; entre la defensa de la continuidad de esta “democracia para ricos” (completamente podrida, como muestran el asesinato de la fiscal cruceña, el escándalo Diodato, etc.), y la mezquindad de las “reformas” políticas que puede ofrecer para “aceitar” su política de engaños.
Todo esto en un país conmovido hasta los cimientos después de Octubre, en una grave crisis económica, social y política y bajo la presencia impaciente de un movimiento de masas que ha hecho sentir su fuerza, que ya no tolera más penurias ni ataques, que espera respuesta a sus profundas aspiraciones democráticas y nacionales, y que desconfía del régimen actual y sus partidos.

¡Basta de tregua con el gobierno!

Diversos sectores sociales y sindicales están comenzando a movilizarse por sus reclamos. Por ejemplo, los maestros y padres de familia de todo el país reclaman en las calles por items, y toda la comunidad educativa, incluso las Universidades, discute ante la falta de presupuesto y la crisis de la educación.
Sin embargo, y aunque Evo Morales levante el tono de sus críticas a Mesa, el MAS sigue apoyándolo abiertamente. Los dirigentes sindicales, pese a sus discursos combativos, no están haciendo nada para preparar seriamente una lucha nacional.
Hay que romper la tregua con el gobierno para imponer las reivindicaciones obreras y populares de trabajo, salario, tierra y territorio, coca, contra la impunidad de Febrero y Octubre, de los pueblos originarios, etc. ¡Es necesario que los dirigentes pasen de las palabras a los hechos! Hay que preparar una gran movilización nacional de todo el movimiento obrero, campesino, indígena y popular. Para ello, sería un importantísimo paso que la COB y los sindicatos, como la FSTMB, pongan en práctica la convocatoria a una Asamblea popular de todo el movimiento de masas (sindicalizado y no sindicalizado), con representantes de base elegidos democráticamente y con mandato de sus asambleas.



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