Izquierda Marxista

Bolivia – la renuncia del presidente desarticuló la crisis

 

Autor: Jacques Fontenoy

Fecha: 1/11/2003

Traductor: Mava Benegas- especial para PI

Fuente: Lutte Ouvrière n° 1838


El presidente de Bolivia Sánchez de Lozada tiró la toalla el 17 de octubre anunciando su renuncia ante el parlamento. Enseguida, salió del país hacia Florida, en Norteamérica, donde lo esperaba un retiro de lujo (y otro ex presidente boliviano, Quiroga, también refugiado en EE.UU.). Jugó así su rol de fusible y su renuncia trajo inmediatamente la calma al país. Los miles de obreros y campesinos que marchaban hacia La Paz, tomaron el camino de regreso.
Desde su designación en agosto del 2002, el presidente hoy en día renunciante, había sido elegido al llegar muy ligeramente a la cabeza, en la elección legislativa, pero sobre todo porque aparecía como el candidato más susceptible a seguir las recomendaciones de los Estados Unidos. Su partido habiendo obtenido solo el 22% de los votos, se encontró a la cabeza de una coalición heteróclita. Pero este sostén se volvió insuficiente para mantenerlo al mando, frente al odio popular, que la represión no lograba detener.
Estos últimos días, vio que sus secuaces tomaban distancia: primero su vise-presidente, Carlos Mesa, que hereda ahora la presidencia temporaria, pero sobre todo el jefe de la armada que mediante una toma de posición pública, había indicado que sus días estaban contados.
Pero la oposición parlamentaria, notablemente la del diputado Evo Morales, líder de los cocaleros (campesinos que cultivan la coca, base de la fabricación de la cocaína) así como también los dirigentes de diferentes organizaciones sindicales, la central obrera boliviana (COB) como el sindicato único de campesinos, también jugaron su rol para destrabar el conflicto. El descontento popular se cristalizó contra la venta del gas a compañías norteamericanas, pero en los últimos días de la crisis se polarizó en torno a la renuncia del presidente, lo que explica que su dimisión dio fin al reclamo popular.
Bolivia ha sido por mucho tiempo un gran productor de estaño y los mineros constituían la punta de lanza de la central sindical, la COB. Pero durante estos últimos años, han sido más bien los docentes el sector más combativo. En efecto, después del crac del estaño en 1982, la mayoría de los mineros o los miembros de sus familias no encontraron más soluciones ha seguir que la de vender diversos objetos en la ruta, como muchos otros habitantes de ciudades de América del sur.
El descontento que se polarizó con la cuestión del gas, estas últimas semanas, era más bien la expresión de las esperanzas de un pueblo muy empobrecido que vio sus magros recursos desaparecer, y que quisiera que la venta del gas a un mejor precio le traiga beneficios a el mismo, lo que es bien improbable.
Estos últimos quince años, los gobernantes, como en los países vecinos, liquidaron a las empresas públicas, lo cuál trajo una degradación en las condiciones de vida de todo el pueblo, con el desempleo de los trabajadores despedidos, pero también la degradación de los servicios públicos. Ciertos campesinos sufren de una falta crónica de tierras o de la ausencia de mecanización. En los sectores de los cocaleros, el plan de erradicación de la cultura de la coca, impulsado por los gobiernos a petición de EE.UU. dentro del marco de su guerra contra el narcotráfico, han vuelto a los campesinos todavía más miserables.
Los gobiernos no quieren volver sobre su política de privatización que llevó a la ruina a la población, pero que trajo provecho para las clases poseedoras. En efecto, con una población pobre estimada en un 70 o 75%, el 20% de los más pobres se reparten apenas un 4% de la renta nacional, mientras el 20% de los más ricos acaparan el 55% de las riquezas. Y las políticas de austeridad presupuestaria que acompañaron a esta política económica- -Lozada había bajado otra vez los salarios y las pensiones-llevaron a una situación a la vez caótica y explosiva. Las explosiones de descontento social, ya numerosas en el pasado, se vuelven corrientes. El año 2000 por ejemplo, conoció varios embates y hasta un motín dentro de la policía. Así también, los seis primeros meses de la presidencia de Sánchez de Lozada estuvieron marcados por enfrentamientos bastante violentos llegando cerca de los 60 muertos.
El nuevo presidente Carlos Mesa, un periodista conocido, trata de encontrar una formula para quedarse y ha elegido a sus ministros por fuera de los partidos políticos desacreditados. Pero es evidente, que de todas maneras estarán en primer orden a la escucha de las necesidades de las clases poseedoras. También ha hecho entrar a dos indígenas a su gobierno, lo que queda bastante simbólico en un país en dónde estos son ultra-mayoritarios. Busca así hacer tener, algunos gestos, gratuitos, hacia la población que le acaba de abrir el camino hacia la presidencia.
En cuanto a la oposición parlamentaria, ha anunciado que jugará el juego, Evo Morales declaró que “respetara la sucesión constitucional”, que trae hoy en día al vicepresidente a la cabeza del estado. En teoría, este podría quedarse en el sillón durante los tres años de mandato que le quedaban al presidente depuesto. Pero este Mesa, ya anunció las elecciones anticipadas y al mismo tiempo espera solucionar el conflicto del gas mediante un referéndum, una solución soplada por su predecesor.
Por el momento la crisis esta frenada. El nuevo presidente va a buscar ganar tiempo para desmovilizar a los trabajadores, con el fin de estar nuevamente en posición de defender mejor los intereses de los poseedores. Los obreros y campesinos que vienen de retomar sus actividades, deben prepararse si no quieren ser aplastados.


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