Irak, Medio Oriente y Asia

¿Qué pasa ahora dentro de Irak?

Autor: Ewen MacAskill

Fecha: 17/12/2003

Traductor: Isidoro, especial para PI

Fuente: The Guardian

El Observador

Los analistas advierten que la captura del dictador, más allá de sus ventajas en el corto término, podría servir para unificar a las fuerzas opuestas a la coalición

La captura de Saddam provee de un enorme empuje psicológico para las fuerzas lideradas por EE.UU. en su lucha por pacificar Irak. Eliminará mucho del temor sentido por muchos iraquíes mientras él permanecía libre. Pero no detendrá la violencia contra las fuerzas conducidas por EE.UU.

Hubo euforia en Washington y en Londres ayer: en ambas capitales, los políticos, soldados y analistas de asuntos internacionales han estado prediciendo por meses que la captura o muerte de Saddam sacaría el calor del conflicto.

La lógica de este argumento era que, mientras estuviera libre, él era un veneno continuo en el sistema, la cabeza de dragón de la resistencia.

Esto ha sido verdad para otros conflictos. Hace una década, las guerrillas de Sendero Luminoso estaban al borde de tomar Lima. El movimiento colapsó velozmente tras el arresto de su líder, Abimail Guzmán.

Toby Dodge, un especialista en Irak en la Universidad de Warwick y el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, dice que la captura de Saddam sería importante psicológicamente.

“Para los iraquíes, Saddam fue siempre un espectro muy bien pulido: su imagen era omnipresente. Ver la ignominia de él siendo afeitado y arrancado de un hoyo es un paso más en la liberación de la psique iraquí.”

Pero este no sería el fin de la violencia, ni un debilitamiento de los insurgentes, agregó Dodge. “Creo (que la captura) significará incrementos en los ataques a las fuerzas de EE.UU. en las próximas semanas para mostrar que son independientes de Saddam.”

Había optimismo en Washington y Londres luego de la muerte en Julio de los dos hijos de Saddam, Uday y Qusay, de que su remoción debilitaría a los insurgentes. De hecho, en la quincena siguiente fueron muertos 18 soldados de EE.UU., y desde entonces los insurgentes se han organizado mejor, y hasta más mortalmente.

Said Aburish, autor de una biografía de Saddam, dijo que la descripción de la oposición a las fuerzas conducidas por EE.UU. como habiendo estado motivadas y conducidas principalmente por Saddam era errada. “Esta es la nueva gran mentira. Este tipo no comanda ni a dos personas.”

Los insurgentes deben ser vistos más como basados en el exterior que simplemente leales a Saddam, y tienen motivaciones complejas y múltiples.

Su análisis se apoya en las circunstancias en que Saddam fue hallado. Hubiera sido difícil dirigir una campaña concentrándose en su propia supervivencia, atascado en una granja aislada.

Los ataques a los saldados de EE.UU. y las agencias internacionales como la ONU han venido de una mixtura de grupos. El grupo principal es al que la coalición conducida por EE.UU. se refiere como FRLs, leales al antiguo régimen (former regime loyalists, NT) del partido Baath de Saddam y sus fuerzas irregulares, los Fedayeen.

Comenzaron a operar independientemente, en bolsones separados del Triángulo Sunita, el área al oeste y norte de Bagdad, y en la misma capital. Para ellos, Saddam será tan una figura decorativa en una cárcel de EE.UU. o en una corte iraquí como lo era en su escondite.

Las fuerzas de EE.UU. dicen que Izzat al-Douri, ahora el líder más importante que queda en la lista de buscados de EE.UU., ha estado coordinando a estos grupos. Era comandante de la región norte de Irak en la guerra, y los EE.UU. dijeron que casi fue capturado hace dos semanas.

Mustafa Alani, un analista del Instituto Real de Servicios Unidos de Londres, hablando a Reuters ayer, predijo una caída “en las operaciones apadrinadas por los leales al antiguo régimen”. Pero agregó: “Esta no es la historia completa, porque no son el único grupo implicado”.

Había un creciente cuerpo de oposición que estaba motivado por el nacionalismo. Muchos de ellos estaban aliviados porque la dictadura de Saddam estaba acabada pero estaban avergonzados de que se necesitasen a las tropas americanas para hacerlo, y querían verlas irse.

Dodge dijo que la captura de Saddam podría, perversamente, fortalecer a la oposición. “Hoy, la oposición fue deBatthificada. Por lo que ahora puede reclamar ser la autentica voz de la oposición nacionalista a los americanos.”

Muchos iraquíes inicialmente estaban dispuestos a darle una chance a las fuerzas de EE.UU., pero han entrado wen la lucha en respuesta a la seguridad de mano dura.

Hay otro elemento para la oposición. Muchos iraquíes han dicho que bien vendrían la oportunidad de atacar a las fuerzas de EE.UU. porque saben que hay soldados judíos en las filas.

Los gobiernos de EE.UU. y Gran bretaña han enfatizado la presencia de al-Qaeda – y su vástago, el grupo kurdo al-Ansar – y otros luchadores islámicos extranjeros en Irak. La oportunidad de pelear contra los americanos ha atraído a luchadores del Medio Oriente, pero hasta ahora su importancia ha sido exagerada.

Hay crecientes preocupaciones en Washington y Londres sobre los chiítas, la mayoría musulmana en Irak, quienes sufrieron bajo Saddam y han estado relativamente benignos desde la ocupación de EE.UU. pero están mostrando crecientes signos de agitación. Las tensiones entre sunitas y chiítas llegaron a un pico la semana pasada en Bagdad, un acontecimiento preocupante para las fuerzas de EE.UU. y Gran bretaña.

Luego de ocho meses de combate, la inteligencia militar de EE.UU. y Gran Bretaña no sabe exactamente contra quienes pelean: los insurgentes siguen en las sombras. Aún con Saddam fuera de juego, es difícil derrotar a un enemigo que no puede ser prontamente identificado.

Ewen MacAskill es editor diplomático

Publicado el Domingo 14 de Diciembre de 2003