Europa

Sobre el fracaso de la reciente Conferencia Intergubernamental Europea

 

Autor: G. Buster

Fecha: 16/12/2003

Fuente: Espacio Alternativo



La crisis de la CIG es la crisis del metodo intergubernamental y de la UE neoliberal

El fracaso de la Conferencia Intergubernamental (CIG) este fin de semana apunta a la lógica misma del Tratado Constitucional: esta construido sobre la intergubernamentalidad, no a partir de la soberania de los ciudadanos europeos. Y la lógica intergubernamental -la idea de que todos los estados europeos son iguales- solo se sostiene en el mundo real de la globalización neoliberal a condición de que algunos estados sean más iguales que otros, por utilizar la formula de Orwell. Es decir, solo funciona si la jerarquía de los intereses de las clases dominantes de los grandes estados europeos, en especial de los contribuidores netos al presupuesto comunitario, se impone, cualquiera que sea la formula de reparto de votos escogida en la UE.

La formula de doble mayoría de la Convención (50% de estados, 60% de población) asegura que los grandes estados de la UE puedan imponer su Directorio detrás del argumento demográfico. En principio parece el más democratico, siempre que no se tenga en cuenta que los cuidadanos europeos de esa pretendida mayoría del 60%, independientemente de su nacionalidad, no se expresan directamente o a través de unos representantes elegidos con un mandato, sino que son rehenes de sus respectivos estados, que interpreta sus intereses para hacerlos coincidir con el de sus clases dominantes. En la práctica, con este sistema, basta un acuerdo de tres grandes países y dos medianos o pequeños para que el resto no pueda bloquear su interpretación del “bien común” europeo. Alemania, ella sola, recoge el 18,2% del poder de voto.

En la formula del Tratado de Niza, que aprobaron todos los estados miembros pero que aun estan ratificando, el poder de voto estaba mucho más sesgado a favor de los estados medianos, como España y Polonia, que obtuvieron con unos 80 millones de habitantes conjuntamente 54 votos (27 x 2) frente a los 29 de Alemania, con un número parecido de habitantes. El poder de voto de Alemania, con esta formula es solo el 9,2%. Y el poder de bloqueo, es decir, de chantaje negociador, es mucho mayor para los medianos y pequeños, con el peligro de dividir al Directorio de los grandes estados. Y es difícil renunciar a ello cuando tanto España como Polonia han sido y serán los principales beneficiarios de los fondos estructurales. Como no es casualidad que España y Polonia se hayan quedado solas con sus pretensiones y que las clases dominantes europeas hayan llamado a defender el “interés europeo”, que es el suyo evidentemente.

¿Tiene la izquierda europea que elegir entre la Convención o Niza? Por supuesto que no. Porque tanto una formula como la otra se basan en un método, el intergubernamental, que es antidemocratico, que convierte a los europeos en rehenes de sus estados y no en ciudadanos. La crisis de este fin de semana lo demuestra. Hay otro camino, el único aceptable desde la izquierda, que es basar la construcción europea en la lógica de la ciudadania, en la lógica de un federalismo republicano que permita, dotando de poderes reales al Parlamento Europeo, definir el “bien común europeo” por los representantes de los ciudadanos, con un mandato específico, y no por los jefes de gobierno a su capricho.

El bloqueo sobre la cuestión de voto ha ocultado, convenientemente, otra serie de divergencías no menos fundamentales, que volverán a salir a flote en su momento: los acuerdos para una política de defensa europea de Alemania, Francia y Gran Bretaña, ¿son asumibles por los estados miembros neutrales?; ¿pueden aceptar los estados miembros del euro quedar en minoria en la Comisión si en vez de 15 comisarios hay 25?, ¿cómo imponer entonces una politica económica y monetaria, ahora que el Pacto de Estabilidad ha saltado por los aires?; o ¿se puede mantener la inclusión de los terminos del Pacto de Estabilidad en el Tratado Constitucional, como pretende el borrador de la Convención?, ¿puéde irse más allá del veto británico, pero también de otros estados miembros grandes y medianos sobre fiscalidad, política exterior, seguridad social o presupuesto comunitario y, si ello se mantiene, cómo seguir construyendo la UE con las disparidades crecientes entre estados miembros tras la Ampliación?.

La crisis del proyecto de la UE neoliberal es profunda y carece de una legitimidad democrática que dificilmente el método inter-gubernamental puede proporcionarle. Es verdad que la actual crisis es simplemente el desarrollo pleno de la intergubernamentalidad: todos los estados miembros son iguales, pero todos quieren ser más iguales que otros. Sin embargo, no hay que olvidar que en las calles de Europa se está construyendo una alternativa distinta a la de las clases dominantes neoliberales europeas, que apunta a una refundación democratica y social de la Unión Europea con un método tan simple como efectivo: exigir el derecho a una ciudadania europea efectiva y real.


     

 

   
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