Irak, Medio Oriente y Asia

El Final del Comienzo

 

Autor: Editorial

Fecha: 16/12/2003

Traductor: Analí T.B., especial para P.I.

Fuente: Washington Post


Fue encontrado, convenientemente, escondido en un agujero. Saddam Hussein, que será recordado antes que nada por las cientas de miles de personas que condenó a entierros masivos, se rindió ignominiosamente en un pozo miserable cerca del río Tigris. A diferencia de muchos de los asesinos de masas que lo precedieron, desde Hitler a Pol Pot, probablemente vivirá para ser juzgado por sus crímenes. "Enfrentará", dijo el Presidente Bush ayer, "la justicia que le negó a millones". Por ello, los iraquíes pueden agradecer a los hábiles soldados americanos y los analistas de inteligencia que lograron ubicar al ex-dictador el sábado a la noche, y arrestarlo sin disparar un sólo tiro. También pueden comenzar a pensar con más tolerancia sobre un Irak en el cual la brutalidad y la privación den paso al país tolerante, modernizante y próspero que quiere la mayoría de la gente.

La insurgencia amarga que han tenido que enfrentar las fuerzas estadounidenses en la región natal de Saddam no cesará con su arresto, como rápidamente demostró ayer un coche-bomba. Muchos de aquellos que luchan contra la Autoridad Provisional dirigida por los americanos lo hacen por razones que van más allá de su lealtad a Saddam Hussein. Es aún posible que algunos que se oponen a la ocupación, especialmente en la población chiíta, sientan más ímpetu para atacar los blancos americanos ahora que no existe el riesgo de que el poder caiga en manos de su ex-opresor. Pero muchos iraquíes más, liberados de su miedo de que vuelva el dictador, podrían estar listos para pensar en su lugar en el nuevo orden, y unirse a la tarea de la reconstrucción.

Esa es la gran ganancia que su captura podría aportar a las autoridades estadounidenses y al Consejo Gobernante Iraquí: otra oportunidad de ganarse a un sector de la población ahora excluido de la transición política, especialmente en el 'Triángulo Sunita', al norte y al oeste de Baghdad. El Administrador americano, L. Paul Bremer convocó ayer a los partidarios del antiguo régimen a "dar un paso adelante con espíritu de reconciliación y esperanza, bajar sus armas y unirse... a sus co-ciudadanos en la tarea de construir un nuevo Irak." Será importante que los líderes estadounidenses e iraquíes interinos cumplan ese mensaje en los días venideros, buscando más maneras de involucrar a la población sunita en proyectos de reconstrucción y en la selección de un gobierno soberano.

En los Estados Unidos, el arresto de Saddam Hussein generó inmediatamente llamados por parte de candidatos presidenciales demócratas por un esfuerzo renovado para 'internacionalizar' la ocupación con tropas extranjeras y administradores de las Naciones Unidas. Ese es un paso que hemos apoyado durante mucho tiempo. Pero parte de la retórica demócrata implicaba preocupantemente que la eliminación del dictador facilitaría la retirada de las tropas estadounidenses. La idea de construir una coalición internacional más amplia no es, como sugirió Howard Dean, para reemplazar a los soldados americanos con aquellos de otras naciones, sino para hacer que los objetivos de estabilización de Irak sean más fáciles de lograr bajo un gobierno democrático. La captura de Saddam Hussein fue un paso importante hacia ese objetivo y un motivo de festejo. Pero no debería ser tomado como un punto de giro para la misión americana. Es ahora un punto de partida nuevo para un proyecto cuyos desafíos más grandes aún serán en el futuro.

Publicado el 15 de diciembre, 2003.




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