Izquierda Marxista
Frente Amplio: Rumbo a la "victoria"...sin ruptura con el neoliberalismo
Autor:
Mario Pieri *
Fecha:
27/12/2003
Fuente:
Correspondencia de Prensa
“Este es el congreso de la victoria y a todo se puede renunciar menos a la victoria...”
La frase es del dirigente tupamaro y hoy senador Eleuterio Fernández Huidobro. La pronunció para fundamentar su moción de no juzgar al terrorismo de Estado aplicado por la dictadura militar (1973-1985). Toda una fotografía de los “nuevos tiempos” y de la conversión de antiguos combatientes revolucionarios al más implacable “realismo” político ante la proximidad del “poder” ...y de miles de “cargos de confianza” a la espera en ministerios, directorios de empresas públicas y decenas de organismos estatales.
El ejemplo de miles de militantes y cuadros del PT y la CUT de Brasil, integrados a la “responsabilidad de gobernar”, se filtra en el frenteamplismo orgánico y juega un papel político central en la estrategia que el Frente Amplio se ha marcado para alcanzar el gobierno nacional.
Con el telón de fondo de una gravísima crisis socio-económica que ha erosionado profundamente la legitimidad del “modelo” neoliberal y la credibilidad de los dos partidos burgueses (Colorado y Nacional), a pocos días de la victoria popular en el Referendum contra la privatización de ANCAP (ver Correspondencia de Prensa Nº 154, 9-12-03), y con la casi unanimidad de los analistas, encuestadores y politólogos sobre el triunfo electoral de la izquierda en la próximas elecciones nacionales de octubre 2004, se desarrolló los días 20 21, el IVº Congreso Extraordinario del Frente Amplio. Más de 1.400 delegados (de los 2.200 habilitados) de todo el país, participaron de los debates y las votaciones.
Cambio de gobierno anunciado
Que el Frente Amplio esté a las puertas del gobierno no es un dato menor. Porque más allá de la estrategia y el programa de gobierno que el FA se apresta a implementar en caso de ganar, la contienda electoral plantea como nunca antes, la posibilidad de desalojar a una derecha política que gobierna el país desde hace 170 años. Este convencimiento está especialmente destacado por los propios voceros neoliberales y de la patronal.
El semanario Búsqueda en su edición del 6 de noviembre ya resumía en su nota de tapa:: “A unos quince meses de finalizar el mandato, el gobierno comenzó a dar señales esta semana sobre el agotamiento de los tiempos políticos para concretar grandes reformas estructurales, y aunque mantiene expectativas de acuerdos para lograr modificaciones en la estructura del Estado, se anunció que se trabajará en una agenda sobre el tema, para que eventualmente sea abordada por las autoridades que asuman en marzo del 2005.”
Y en la misma nota, se reproducían comentarios del Citigroup en el sentido “que los “partidos políticos tradicionales han sido incapaces de impulsar reformas que incrementen el rol del sector privado en la economía”, como hicieron otros países de la región en la década pasada. Para el grupo financiero norteamericano, un eventual gobierno del Frente Amplio (FA) a partir de 2005 podría “liberalizar sectores clave en los que el gobierno tiene monopolio y expandir el rol del sector privado en la economía”.
Por su parte, en un seminario de académicos realizado el 5 de noviembre, se insistía en la necesidad de integrar “definitivamente” al FA en el sistema político. Uno de los participantes, el politólogo y empresario encuestador, César Aguiar, fue más lejos: “¿qué puede suceder en el caso de que la izquierda no gane la elección? (...) En ese caso tendremos la argentinización o bolivianización de la política. No creo que el FA resista una derrota en este clima, sobrevendrá la fragmentación y no será posible disciplinar a toda la izquierda”,... “A su vez el que triunfe deberá encarar un gobierno débil como el de Fernando De La Rúa o el de Gonzalo Sánchez de Losada”.(Semanario Búsqueda 6-11-03).
Finalmente, Ramón Díaz, un fudamentalista neoliberal (miembro de la exclusiva Sociedad Mont Pelerin creada por Friedrich Hayek y Milton Friedman en 1947 en Suiza) no tuvo pelos en la lengua para afirmar en su columna semanal que la izquierda “podría confeccionar un programa mucho más coherente, en la dirección capitalista, del que ningún partido uruguayo haya puesto por obra ni anunciado.” (Diario El Observador Económico, 20-12-03)
Es decir, la propia derecha política, los círculos capitalistas y hasta los grupos financieros imperialistas, se preparan para el “cambio de gobierno” ante la crisis de los partidos que, hasta ahora, aseguraron el sistema de dominación. Si algún dato mas faltaba, acaba de conocerse esta semana. El 93% de los patrones no tienen ninguna duda: la izquierda gana en el 2004. (VIII Encuesta Anual de Evaluación y Perspectivas Empresariales)
Un programa “progresista” sin medidas concretas
En el marco de un Congreso (que prácticamente no tuvo ninguna discusión previa en las bases) se presentaron tres documentos: uno dedicado al “relacionamiento” entre la fuerza política, el gobierno, los trabajadores, y las organizaciones sociales; otro referido a la necesaria “transparencia de la gestión”, llamado “Lineamientos de Conducta para la Función Pública”; y el documento mayoritario titulado “Grandes Lineamientos Programáticos”. (sobre el documento de la mayoría y el presentado por la Corriente de Izquierda, ver Dossier Nº 2 de Correspondencia de Prensa, 16-11-03).
El resultado a favor del texto mayoritario fue categórico: solamente la delegación de la Corriente de Izquierda votó en contra.
Por lo tanto, las puertas hacia un programa “progresista”, de reformas sin reformas, y de contenido social-liberal, está abiertas de par en par. Y al igual que el Congreso del PIT-CNT (central sindical) de hace dos meses, el Congreso del FA terminó por convalidar una línea de colaboración de clases y de no ruptura con la matriz del programa neoliberal.
El “país productivo” es la consigna. Allí se plantea la necesidad de un gobierno de “grandes mayorías” (trabajadores, capas medias, sectores más “vulnerables” de la sociedad y empresarios) Este conglomerado que borra todo interés y frontera de clase, es el nuevo “sujeto social”. Y el “acuerdo social” se convierte en el instrumento de cohesión política para conducir a un Estado neutro que cumpla con su función de articular los “ámbitos diversos de la convivencia social”.
El documento aprobado es un conjunto de buenas intenciones donde no se definen medidas concretas de gobierno de forma de que el equipo que gobierne quede con las manos libres para la implementación de las medidas que considere más apropiadas. Ni una palabra sobre la recuperación inmediata de los salarios y el empleo. Menos todavía, cualquier intención de oponerse a los planes de ajuste del FMI, o al pago de la deuda externa. Como en el gobierno Lula, los “compromisos serán respetados”.
En todo caso, vagas referencias a “distribuir el ingreso” y focalizar planes asistencialistas hacia los sectores más pobres. En Brasil se llama “Hambre Cero”, en la Bogotá gobernada por el socialdemócrata Lucho Garzón el nombre es “Un día sin hambre”, en el futuro Uruguay frenteamplista el cuento -inventado por el Banco Mundial- tendrá la denominación de “Plan de Emergencia Alimentaria”.
De todas maneras, toda esta “moderación” programática para nada asegura que la campaña electoral será de guante blanco. Por el contrario, la derecha se apresta a defender su último bastión con todas las armas de que dispone. Como en la campaña por el Referendum de ANCAP, los “proyectos de país” estarán tanto en los debates...como en la guerra sucia de los medios y las gremiales patronales (que esperan sentarse en la mesa del “acuerdo social” luego de conocer el resultado de las elecciones).
La mayoría de la dirección del FA espera neutralizar la batería pesada de la derecha con “indefiniciones” programáticas que impidan abrir francos débiles como ocurrió en 1999 con el impuesto a la renta. Simultáneamente, intentará que la conflictividad social se derive hacia una expectativa electoral para, de este modo, eludir la agudización de una lucha de clases que responde al aumento de las demandas básicas y urgentes de los trabajadores, los desempleados, y las capas populares que viven en la miseria.
Debates y tensiones en el Congreso
Había una coincidencia entre los delegados de los Comités de Base: la falta de una discusión participativa, amplia y democrática en el precongreso. El grueso de la militancia frenteamplista estaba embarcada en la lucha contra la privatización de ANCAP; los documentos llegaron tarde y además algunos de ellos (como el de la mayoría) tenía más de 80 páginas. Fue notoria la baja asistencia al Congreso con relación al anterior en que estuvieron presentes más de 2200 delegados.
El Congreso se desarrolló en 6 subcomisiones y luego en un plenario general donde se aprobaban las propuestas surgidas de las subcomisiones. Más allá de ello había algunos puntos centrales de la discusión en que se articulaba la disputa entre un programa de izquierda y un programa apenas social-liberal. Así quedaron por el camino las propuestas que planteaban alguna forma de no-pago o de condicionamiento del pago de la deuda externa a algunos indicadores sociales; no se tomó una posición clara contra el ALCA; y tampoco prosperó ninguna propuesta de reforma agraria.
Con relación a los derechos humanos tampoco se logró aprobar la derogación de la Ley de Impunidad, una bandera histórica de las organizaciones que luchan contra la violación de los derechos humanos y que protege los violadores, torturadores, y asesinos de la dictadura.
Quién jugó un papel central para el bloqueo de esta iniciativa fue el ex guerrillero Eleuterio Fernández Huidobro, utilizando el argumento del miedo y planteando que se habían comprometido con los militares de que la Ley se respetaría.
De todas formas la moción apoyada por el ala izquierda del Congreso, Partido por la Victoria del Pueblo, 26 de Marzo, Corriente de Izquierda, la Unión de Juventudes Comunistas (que recientemente rompió con el Partido Comunista debido a su política de alineamiento con la mayoría de la dirección del FA) Comités de Base de Montevideo y del Interior del país (fundamentada por compañero Hugo Cores) obtuvo en el plenario del Congreso 569 votos contra los 746 de la mayoría.
En el tema de la reforma educativa impuesta por el BID, si bien los sectores moderados no lograron imponer su propuesta (que fue defendida por la secretaria general del PC Marina Arismendi) finalmente quedó vigente la aprobada en el Congreso anterior que es claramente contraria a esta contrarreforma.
Dos propuestas concretas, una que restablecía el aguinaldo a los jubilados y pensionistas (que les fuera expropiado durante la dictadura) y otra que proponía el ajuste del salario mínimo nacional al costo de una canasta básica ($ 7000, unos U$S 230) no lograron los 2/3 para su aprobación, allí quienes jugaron un papel central para la derrota de la propuesta fueron la Vertiente Artiguista y el Partido Comunista.
Tampoco prosperó una propuesta de derogación de la ley 16713 que estableció la privatización de la seguridad social, impuesta por el BID, las AFAPs, y el aumento de los años para jubilarse junto con el recorte de otros derechos a los jubilados y pensionistas. Todo esto al mismo tiempo que en el documento aprobado en general se dice: “Y así como fracasó la reforma política, también fracasaron las reformas de la seguridad social, de la educación y del Estado que se introdujeron de la mano de la concepción neoliberal.”
El resultado del Congreso le permite al equipo que gobierne quedar con las manos libres para actuar con discrecionalidad, sin compromisos sustanciales con quienes hoy son la base social de la izquierda, es decir las clases populares, explotados, desempleados, marginados y pobres, es decir quienes han llevado adelante la resistencia, las luchas sociales y las confrontaciones principales contra el programa y la estrategia neoliberales.
Quienes si han obtenido un compromiso son quienes están interesados en que se pague la deuda externa; organismos financieros internacionales, banqueros, tenedores de bonos. Los empresarios ya que no hay ningún compromiso de aumento de salarios y pasividades. Los militares que violaron los derechos humanos que obtuvieron un compromiso de no derogar la ley de caducidad.
La izquierda radical
Para la Corriente de Izquierda estaba claro que no había posibilidad de modificar la orientación social-liberal mayoritaria. En tal sentido, la fantasía de una “disputa” por el rumbo programático del FA nunca estuvo presente.
En este período de ofensiva neoliberal en que las direcciones mayoritarias de la izquierda tradicional se adaptan a una política de “concertación” con la burguesía y el imperialismo (PS chileno, PT Brasil) nuestra apuesta era dar pasos hacia el fortalecimiento de un ala izquierda y acumular fuerzas en una perspectiva de ruptura con la política neoliberal de largo aliento.
Es en este sentido que presentamos al IVº congreso del FA una propuesta programática “Derrotar a la derecha y terminar con el ciclo neoliberal. Por un Programa de Urgencia Social democrático radical, popular, anticapitalista y antiimperialista” que ponía en primer lugar las necesidades del pueblo trabajador y los pobres. Una propuesta programática que resumía las experiencias de lucha, y de resistencias antineoliberales.
Tomamos iniciativas en temas como el no pago de la deuda, el combate al ALCA, la lucha contra todas las privatizaciones, la derogación de la ley impunidad, la nacionalización de la Banca y el Comercio Exterior, la derogación del secreto bancario entre otros. Con esa ala izquierda, se lograron acuerdos en puntos como derechos humanos, defensa nacional, y educación. En aquellos temas en que los grupos intentaron marcar perfil solos como en el tema deuda externa ni siquiera se logró que la moción pasara al plenario del Congreso.
El desafío ahora, es que esa ala izquierda que incipientemente actuó en el Congreso, no quede entrampada en las presiones electoralistas y en las ilusiones que, lógicamente, genera la proximidad de “nuestro gobierno”. Y, fundamentalmente, que se organice para la intervención unitaria en las luchas populares junto a los movimientos que resisten y a una izquierda política y social que siendo aún minoritaria, se construye por fuera de los marcos del llamado frenteamplismo orgánico.
El curso social-liberal del núcleo dirigente del FA en cuanto a su adaptación al sistema es irreversible. Sin embargo para el campo popular, el FA sigue siendo su única esperanza, al tiempo que un gobierno de la izquierda puede acelerar “la experiencia” con ese núcleo dirigente que ya tiró la toalla en términos de un programa de transformaciones reales. Para la izquierda radical no solamente se trata intervenir críticamente en este proceso que se abre, sino el de ir construyendo desde ya y pegada a los movimientos sociales, la alternativa revolucionaria. En la medida que el horizonte no permite hacerse ninguna ilusión.
26 de diciembre 2003
* Miembro de la Dirección Nacional y la Comisión Política de la Corriente de Izquierda. Integra la Comisión de Programa del Frente Amplio.
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