Intelectuales y Académicos
La Lógica de la Retirada
Autor:
Howard Zinn
Fecha:
26/12/2003
Traductor:
Victoria Rouge- especial para P.I.
Fuente:
The Progressive- nro enero del 2004
[Una aclaración: En la primavera de 1967, fue publicado mi libro Vietnam: La Lógica de la Retirada por Beacon Press. Fue el primer libro de la guerra en llamar a la retirada inmediata, sin condiciones. Muchos liberales decían: “Sí, tendríamos que irnos de Vietnam, pero el presidente Johnson no puede hacerlo simplemente; sería muy difícil de explicar para el pueblo americano.” Mi respuesta, en el último capítulo de mi libro, fue escribir un discurso para Lyndon Johnson, explicándole al pueblo americano por qué estaba ordenando la evacuación inmediata de las fuerzas armadas americanas de Vietnam. No, Johnson no hizo ese discurso y la guerra siguió. Pero yo soy audaz, y estoy dispuesto a hacer mi segundo intento en la escritura de discursos. Esta vez, estoy escribiendo un discurso para quien quiera que sea el candidato nominado que emerja del Partido Demócrata para presidente. Mi suposición es que la nación está preparando una recusación completa para la administración Bush, por su política de guerra y su asalto al bienestar del pueblo americano. Y sólo tal aguda y valiente visión de la nación puede ganar la elección y salvarnos de otros cuatro años de una administración que desdeña las vidas americanas y los valores americanos.]
Mis compatriotas americanos, pido su voto para presidente porque creo que estamos en un punto en la historia de nuestro país donde tenemos que tomar una seria decisión. Esa decisión afectará profundamente no sólo nuestras vidas, sino también la de nuestros hijos y nuestros nietos.
En este momento en la historia de nuestra nación, estamos en un curso muy peligroso. Podemos mantenernos en ese curso, o podemos cambiar por un nuevo valeroso camino para cumplir la promesa de la Declaración de Independencia, la cual garantiza a todos un derecho igual a la vida, la libertad, y la persecución de la felicidad.
El peligro en el que estamos hoy es que la guerra – una guerra sin un fin visible—no sólo se está cobrando las vidas de nuestros jóvenes sino también está agotando la gran riqueza de nuestra nación. Esa riqueza podría ser usada para crear prosperidad para cada americano pero ahora está siendo despilfarrada en intervenciones militares en el exterior que no tienen nada que ver con hacer que estemos más seguros.
Debemos escuchar atentamente a los hombres que sirven en esta guerra.
Tim Predmore es un veterano de la armada de hace cinco años. Está finalizando sus labores en Irak. Escribe: “Todos hemos enfrentado la muerte en Irak sin razón o justificación. ¿Cuántos más tienen que morir? ¿Cuántas lágrimas más deberán ser derramadas antes de que los americanos se despierten y demanden el regreso de los hombres y mujeres cuyo trabajo es protegerlos a diferencia del interés de su líder?”
¿Qué es la seguridad nacional? Esta administración define seguridad nacional como mandar a nuestros jóvenes hombres y mujeres por el mundo para declararle una guerra a un país tras otro – ninguno de ellos lo suficientemente fuerte como para amenazarnos. Yo defino seguridad nacional como asegurar que cada americano tenga atención de salud, empleo, una vivienda decente, un medio ambiente limpio. Yo defino seguridad nacional como el cuidado de nuestra gente que está perdiendo su empleo, el cuidado de nuestros ancianos, el cuidado de nuestros niños.
Nuestro actual presupuesto militar es de $400 billones al año, el más grande en nuestra historia, aún mayor que cuando estábamos en la Guerra Fría con la Unión Soviética. Y ahora gastaremos un adicional de $87 billones para la guerra en Irak. Al mismo tiempo, nos dicen que el gobierno ha recortado los fondos para la salud, la educación, el medio ambiente, e incluso los almuerzos escolares para los niños. Lo más impactante de todo es el recorte, en billones de dólares, a los beneficios de los veteranos.
Si me convirtiera en presidente, comenzaría inmediatamente a utilizar la gran riqueza de nuestra nación para proveer de esas cosas, que representan la verdadera seguridad.
Al tomar oficio propondría inmediatamente al Congreso, y usaría todo mi poder para asegurar que esta legislación pase, que se instituya un nuevo sistema de salud, que se construya a partir del éxito de nuestro programa de cuidado médico [Medicare program], y que ha sido usado efectivamente en otros países en el mundo.
Lo llamaría Seguridad Sanitaria, porque garantizaría a cada hombre, mujer, y niño atención médica gratuita, incluyendo prescripción para drogas, pagas a través de la tesorería general, como la atención médica gratuita para los miembros del Congreso, y para los miembros de nuestro servicios armados. Esto ahorraría billones de dólares que se gastan hoy en costos administrativos, beneficios para las compañías aseguradoras y firmas farmacéuticas, enormes salarios para CEOs de planes médicos privados. No habría papeleo para el paciente, ni preocupaciones sobre si cualquier condición médica, cualquier emergencia serán cubiertos. Ninguna preocupación de que perder el empleo significara el fin del seguro médico.
Haría otra cosa inmediatamente al tomar el oficio. Le pediría al Congreso un Acta de Pleno Empleo, garantizando empleos para toda persona que quiera trabajar. Le daríamos al sector privado todas las oportunidades de proveer empleo, pero donde no pueda hacerlo, el gobierno se convertiría en el empleador de última instancia. Usaríamos como modelo los grandes programas sociales del New Deal [Nuevo Trato], cuando se les dio empleo a millones de personas luego de que el sector privado no pudo hacerlo. También tomaría medidas para revertir los ataques a nuestro medio ambiente hechos por la administración Bush, que ha estado más preocupada por las ganancias de las grandes corporaciones que por el aire, la tierra, y el agua de los que dependemos. En diciembre del 2002, relajó los estándares de polución para anticuadas plantas de energía a carbón en el Medio Oeste, y esas emisiones causaron cientos de muertes prematuras cada año. Ha rechazado firmar el protocolo de Kyoto sobre el calentamiento global, a pesar de que el cambio climático es un peligro enorme para las generaciones venideras. La Agencia de Regulación Nuclear se negó en enero del 2003 a ordenar el cierre de un reactor nuclear a pesar de que su tapa se había oxidado casi completamente, porque, de acuerdo al informe de la comisión internacional, la agencia no quiso imponer costos innecesarios a los propietarios y no estaba dispuesta a asestar un golpe a la industria.
Esta administración no ha hecho nada para frenar las emisiones de las plantas químicas en todo el país, y ha almacenado armas químicas en áreas en las que los residentes han resultado enfermos. En abril del 2003, Darline Stephens de Anniston, Alabama, le dijo a un periodista: “Vivo a cinco o diez millas de armas químicas. Estamos buscando armas de destrucción masiva en Irak, pero las tenemos aquí en nuestra ciudad.”
La presidencia de Bush ha sacrificado la causa del aire limpio y el agua limpia porque tiene lazos con la industria automotriz, la industria petrolera, la industria química, y otras grandes empresas comerciales. Yo insistiría en regular a las industrias para cuidar el medio ambiente para nosotros, nuestros hijos y nuestros nietos.
Se debe tomar una decisión, y prometo hacerlo. No podemos tener Seguridad Sanitaria, o empleo seguro, o un medio ambiente decente, a menos que decidamos que no seremos más una nación que envíe sus milicias a todas partes del mundo contra naciones que no significan ninguna amenaza para nosotros.
Ya hemos perdido 400 vidas en Irak. Más de 2.000 de nuestros jóvenes han sido heridos, algunos de ellos tan seriamente que la palabra “herido” no converge con la realidad.
Robert Acosta tiene 20 años. Ha perdido su mano derecha y parte de su antebrazo. Edwrard Platt, de veinte años, tiene una pierna amputada desde arriba de la rodilla.
La animadora Cher, de visita en el Hospital Walter Reed en Washington, llamó a un programa de televisión diciendo, “Mientras caminaba por el hospital la primer persona con la que encontré era un chico de alrededor de diecinueve o veinte años que había perdido sus dos brazos. … Y cuando entré en el hospital y visité a todos estos chicos todo el día… todos habían perdido o un brazo… o dos miembros. … Yo pienso que si no había razón para esta guerra, esta fue la cosa más aberrante que jamás he visto… Yo viajo por el mundo y debo decir que las noticias que llegan a América no tienen nada que ver con las que llegan fuera del país.”
Las familias de los que han muertos en esta guerra están haciendo preguntas que esta administración no puede responder. Recientemente leí sobre la madre del Capitán Tristan Aitken, que tenía treinta y un años, y murió en combate en Irak. Decía sobre su hijo: “Estaba haciendo su trabajo. No tenía opción, y estoy orgullosa de quién era él. Pero me vuelve loca que toda esta guerra fuera vendida al público americano y a los soldados como algo que no era. Nuestras fuerzas fueron convencidas de que los iraquíes eran responsables del 11 de septiembre, y eso no es cierto.”
Esta madre tiene razón. Los americanos fueron conducidos a la guerra, que los altos funcionarios del gobierno, incluyendo al presidente, les decían una y otra vez que era absolutamente necesaria. Pero ahora sabemos que fuimos engañados. Nos dijeron que Irak tenía armas de destrucción masiva que eran un peligro para nosotros y para el mundo. Estas armas, a pesar de los enormes esfuerzos tanto del equipo internacional como del cuerpo investigativo de nuestro propio gobierno, nunca fueron encontradas.
Virtualmente, cada nación del mundo y la opinión pública alrededor del planeta, creyó que no debíamos ir a la guerra. Los países más cercanos a Irak que a nosotros no se sintieron amenazados, entonces ¿por qué los Estados Unidos – con su enorme arsenal de armas nucleares y su flota de guerra en cada mar—se sintieron amenazados?
El sentido común nos debería haber dicho que Irak, devastado por dos guerras (primero con Irán, luego con nuestro país) y luego arruinado por diez años de sanciones económicas, no podía ser una amenaza suficiente para justificar la guerra. Pero el sentido común no existió en Washington, ni en la Casa Blanca, que demandaba la guerra, ni en el Congreso, que se apresuró en aprobar la guerra. Ahora sabemos que esa decisión estuvo mal y que el presidente de los Estado Unidos y la gente a su alrededor no nos estaban diciendo la verdad.
Como consecuencia de creerle al presidente, fuimos a la guerra violando la Carta de las Naciones Unidas, desafiando la opinión pública en todo el mundo, y así en un solo movimiento nos ubicamos fuera de la familia de las naciones y destruimos la confianza que tanta gente en todas partes tenía hacia nuestro país.
El 11 de septiembre, 2001, un ataque terrorista en Nueva York y Washington se llevó a cerca de 3.000 vidas. La administración Bush ha usado ese trágico evento como excusa para ir a la guerra, primero en Afganistán y ahora en Irak. Pero ninguna de las guerras nos puso más seguros frente al terrorismo. La administración Bush le mintió al pueblo americano sobre la conexión entre Irak y Al Qaeda, cuando hasta la CIA fue incapaz de encontrar tal conexión.
En realidad, al matar a miles de personas en ambos países, la administración Bush ha inflamado a millones de personas en Medio Oriente en contra de nosotros e incrementado las filas de los terroristas. El pueblo iraquí está feliz de deshacerse de Saddam Hussein, pero ahora se quieren deshacer de nosotros. No quieren que nuestras milicias ocupen su país. Si creemos en la auto-determinación, en la libertad de los iraquíes que eligen su propia forma de vida, debemos oír sus plegarias, abandonar su país, y dejar que ellos solucionen sus propios asuntos.
Yo, por lo tanto, como presidente, llamaría a una retirada ordenada de nuestras tropas de Irak y Afganistán. Retiraría nuestras tropas de cualquier otro lugar de Medio Oriente. Sólo se benefician los intereses petroleros con esa presencia militar.
Estoy proponiendo un cambio fundamental en la política exterior de nuestro país. Esta administración cree que, como la nación más poderosa del mundo, debe usar ese poder para establecer bases militares alrededor del mundo, para controlar el petróleo en Medio Oriente, para determinar los destinos de los otros países.
Yo creo que debemos usar nuestro gran poderío no para propósitos militares sino para llevar alimentos y medicamentos a aquellas áreas del mundo que han sido devastadas por la guerra, por la enfermedad, por el hambre. Si tomáramos una fracción de nuestro presupuesto militar podríamos combatir la malaria, la tuberculosis, y el SIDA. Podríamos proveer de agua limpia a billones de personas en el mundo que no la tienen y salvaría millones de vidas. Eso sería un logro del que estaríamos orgullosos. ¿Pero cuán orgullosos podemos estar de las victorias militares sobre naciones débiles, en las cuales derrocamos dictadores pero al mismo tiempo bombardeamos y matamos a la gente que es víctima de esos dictadores? Y los tiranos que derrocamos son frecuentemente los que hemos ayudado a mantenerse en el poder, como los talibanes de Afganistán o Saddam Hussein en Irak.
Estamos en un punto de inflexión en la historia de nuestra nación. Podemos seguir siendo una gran potencia militar, embarcándonos en una guerra tras otra. O podemos convertirnos en una nación pacífica, siempre lista para defendernos, pero no enviando tropas y aviones a todo el mundo para el beneficio de los intereses petroleros y las otras grandes corporaciones que se benefician con la guerra.
Podemos elegir utilizar la riqueza de nuestra nación y los talentos de nuestra gente para la guerra, o podemos usar la riqueza y el talento para mejorar las vidas de hombres, mujeres, y niños en este país. Podemos continuar siendo el blanco de la ira y el terrorismo y la indignación del resto del mundo, o podemos ser un modelo de cómo debe ser una buena sociedad, pacífica en el mundo, próspera en casa. La elección se llevará a cabo en las urnas. Yo les pido que elijan la paz del mundo, y la seguridad del pueblo americano.
Howard Zinn, el autor de "Historia Popular de los Estados Unidos" ["A People's History of the United States"], es columnista para The Progressive.
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