Irak, Medio Oriente y Asia
El difícil equilibrio jordano
Autor:
Redacción
Fecha:
20/2/2004
Fuente:
Revista Amanecer
Uno de los países que atraviesa una situación más delicada en Oriente Medio en la actualidad es Jordania. Atrapada entre una Palestina ocupada por el Ejército israelí y un Iraq ocupado por EEUU, Jordania ha intentado mantener un equilibrio e impedir un estallido violento dentro de sus fronteras, pese a la convulsión causada por el reciente conflicto de Iraq. Según las encuestas, más del 90% de la población del Reino Hachemita se ha opuesto a la invasión y ocupación estadounidense de Iraq.
El gobierno jordano intentó dar, por su parte, una imagen de estabilidad celebrando el pasado 17 de junio unas elecciones legislativas, las primeras desde 1997. Los islamistas decidieron esta vez participar en los comicios en lugar de boicotearlos, como en ocasiones precedentes, lo cual añadió credibilidad al proceso, aunque hubo también en esta ocasión muchas denuncias acerca de la presunta existencia de un fraude electoral masivo, en especial en los pequeños pueblos y en las áreas tribales. En total, los islamistas agrupados en el Frente de Acción Islámica (FAI) obtuvieron 17 de los 110 escaños en liza, de los cuales la mayor parte fueron conseguidos en las dos principales ciudades del país, Amman y Zara. Este hecho demuestra, sin duda, la popularidad de este movimiento en las zonas urbanas del país. La oposición, por su parte, denunció que la gran mayoría de los escaños fueron a parar en esta ocasión a candidatos tribales, que siguen las indicaciones del gobierno. Por todo ello es prácticamente seguro que este Parlamento no dará demasiadas preocupaciones al rey Abdullah. Hay que resaltar también que 54 de los 776 candidatos que se presentaron a las elecciones eran mujeres, cifra ésta que no tiene parangón en la historia reciente del país y que es una muestra más del creciente papel que la mujer está adoptando dentro de la sociedad jordana.
Los partidos de la oposición han denunciado también la pervivencia de las llamadas “leyes temporales”, que impiden a determinados candidatos que han sido condenados por delitos de tipo político concurrir a las elecciones. Uno de los más célebres casos a este respecto fue el de Tuyan Feisal. En 1993, Feisal se hizo famosa a nivel internacional al ser la primera mujer en conseguir un acta de diputada en el Parlamento jordano. En su actuación parlamentaria, Feisal mantuvo una actitud muy crítica hacia el gobierno y la Corona. En las elecciones de 1997, Feisal perdió su escaño, en medio de una ola de denuncias acerca de la actuación de las fuerzas de seguridad, que habrían llenado de votos varias urnas con el fin de impedir que volviera a salir elegida diputada.
Sin embargo, Feisal no se amilanó y en marzo de 2002 publicó una carta en Internet en la que se preguntaba públicamente si el primer ministro, cuya familia es la propietaria de gran parte de las compañías de seguros del país, podría haberse beneficiado personalmente de una anterior decisión del gobierno de duplicar el precio de las pólizas de seguros. Feisal fue entonces detenida y condenada por un tribunal militar a un año y medio de prisión por haber “dañado la reputación del Estado”. Tras un gran número de presiones y denuncias internacionales y una huelga de hambre, Faisal fue amnistiada por el Rey, pero no podrá volver a presentarse a un cargo público.
Muchos analistas jordanos y líderes de la oposición consideran que estas leyes temporales y decretos extraconstitucionales han servido para neutralizar los avances democráticos que el país experimentó a principios de los noventa. En los dos pasados años fueron aprobadas 120 de estas normas. Cabe decir, como punto de comparación, que entre 1930 y 1999, sólo 60 de tales leyes fueron aprobadas.
Las restricciones establecidas por estas normas son enormes. Las reuniones públicas requieren para su celebración de un permiso que ha de ser concedido con tres días de antelación como mínimo a su celebración. Las críticas contra “países amigos” es un delito punible ante un tribunal militar. Por otro lado, las leyes electorales han sido reformadas para que la población palestina, que constituye un 60% del total del país, y a menudo resulta ser la más crítica frente a la Corona, pierda representatividad. El Parlamento ha aumentado el número de asientos en la Cámara Baja del Parlamento desde los 80 a los 110 y la gran mayoría de estos nuevos escaños corresponden a las regiones del oeste y el sur del país, donde se concentran los clanes sobre los que descansa el poder real. Por el contrario, las regiones del norte y este del país, donde se concentra la mayoría de la población palestina, mantienen el mismo número de escaños. Según Fauzi Samhuri, director de la Asociación Jordana por los Derechos de los Ciudadanos, un grupo prodemocracia que las autoridades disolvieron en 2002, el número de votos necesario para conseguir un escaño en la capital, Amman, es de unos 50.000, mientras que en la ciudad de Karak, lugar de nacimiento del actual ministro del Interior, es de sólo 6.000. Aparte de esto, hay que señalar que la Cámara Alta del Parlamento no es elegida por los votantes, sino designada por el propio Rey. Esta Cámara tiene poder de vetar las decisiones de la Cámara Baja. Todo esto explica que la participación en los recientes comicios fuera extraordinariamente baja –sólo un 56% del censo–. Esto demuestra que una gran parte de los jordanos con derecho a voto no se sienten identificados con el sistema político y electoral, a los que consideran sencillamente una farsa destinada a encubrir el carácter autoritario del estado.
Sin embargo, la situación política preocupa poco a una gran mayoría de jordanos, que se muestran más interesados en buscarse el sustento diario. Los jordanos continúan soportando los inmensos problemas económicos producidos por la política de austeridad y privatizaciones que el gobierno jordano puso en marcha en los años noventa, durante el reinado de Hussein, padre del actual monarca, siguiendo las indicaciones del Fondo Monetario Internacional.
La pobreza se está incrementando en un país donde, según cifras oficiales, un 27% de la población se encuentra en paro. La crisis en Iraq ha obligado al gobierno a subir el precio de la gasolina y de los productos derivados del petróleo con el fin de mantener el equilibrio presupuestario. Esta medida vino forzada por la interrupción de los suministros de crudo barato que eran enviados a Jordania desde Iraq en los pasados años. EEUU concedió a principios de año una ayuda urgente de 1.100 millones de dólares con el fin de ayudar al reino a paliar los efectos de la guerra de Iraq, pero esta medida apenas se ha dejado sentir.
Las Zonas Industriales Cualificadas
En la actualidad, Abdullah parece haber optado por el establecimiento de una relación económica preferente con EEUU. Ambos países firmaron en 2000 un acuerdo de libre comercio. Tres años antes, Jordania había aprobado una ley que creaba, siguiendo las líneas de un programa norteamericano, doce “Zonas Industriales Cualificadas”, que ofrecen numerosos alicientes y beneficios a los inversores extranjeros.
El programa estadounidense establece que los fabricantes jordanos instalados en estas zonas pueden exportar sus productos libres de impuestos y tasas aduaneras a EEUU, siempre y cuando se respeten ciertas normas en cuanto al origen: un mínimo del 11,7% % de los componentes de estos productos deben estar fabricados en Jordania, un 8% en Israel y el resto (hasta alcanzar el 35% del total) puede proceder de EEUU, Jordania, Palestina o Israel. En estas zonas especiales han sido creados 20.000 puestos de trabajo (el 70% de ellos para mujeres). El funcionamiento de estas zonas ha sido considerado un escenario de prueba para la futura aplicación del Acuerdo de Libre Comercio con EEUU, que estipula también que un mínimo del 35% de los componentes de los productos que se exporten a EEUU han de estar fabricados en Jordania, Palestina e Israel. Esto llevará a que, en la práctica, toda Jordania se convierta en un inmediato futuro en una gigantesca “zona industrial cualificada”. Algunos responsables jordanos han calificado de “éxito” el establecimiento de estas zonas especiales y citan, a este respecto, el dato que indica que el comercio entre Jordania y EEUU ha pasado de 20 millones de dólares en 1999 a más de 200 en la actualidad. Otros comentaristas jordanos han denunciado, sin embargo, que estas zonas económicas crean un tipo de economía dependiente y basada, casi exclusivamente, en las exportaciones al mercado estadounidense.
Asimismo, Jordania albergó recientemente, en la ciudad de Shuneh, junto al Mar Muerto, la cumbre del Foro Económico Mundial, cuyos líderes hicieron allí un llamamiento para una reorganización económica y financiera en la zona. Jordania es también una pieza clave de la Iniciativa de Asociación para el Oriente Medio (MEPI), promovida por la Administración Bush, y es también uno de los países más comprometidos en la promoción de la llamada Área de Libre Comercio de Oriente Medio (MEFTA). Ambas iniciativas son un reflejo de la creencia que existe dentro del gobierno de EEUU de que los problemas políticos y económicos que sufre la zona pueden resolverse con una política tendente a fomentar el libre comercio.
La presencia de compañías y negocios estadounidenses en el país no ha servido, sin embargo, para mejorar la deteriorada imagen de EEUU entre la población jordana. Una reciente encuesta dada a conocer en Jordania señalaba que aunque una mayoría de jordanos (59%) desea una mejora de relaciones entre ambos países, otra mayoría aún más amplia (76%) considera negativa e injusta la política de EEUU hacia el mundo árabe y musulmán en general.
Amenazas desde Israel
No cabe duda de que uno de los mayores condicionantes que influye en la actual situación política y económica de Jordania es la deteriorada situación que se vive en la vecina Palestina. Los temores del gobierno de Jordania a verse envuelto de forma directa en este conflicto se han incrementado tras las declaraciones de varios responsables del Partido Likud de Israel, pronunciadas durante el reciente congreso de este último a principios de enero, en las que se mostraban a favor de una limpieza étnica de la población palestina en Cisjordania, Gaza y Jerusalén, y de la creación de un “estado palestino” en Jordania. Estas declaraciones llevaron a 41 diputados jordanos a presentar en el Parlamento una propuesta en la que se pedía la expulsión del embajador israelí de Jordania, y la anulación de la entonces próxima visita del ministro de Exteriores de Israel, Silvan Shalom, a Amman.
Los responsables jordanos ven también en la creación del Muro del Apartheid en Cisjordania, que va a hacer la vida imposible en la práctica a medio millón de palestinos, una plasmación de los planes de Sharon para expulsar a la población palestina hacia Jordania. Esta expulsión se realizaría por medio de la creación de condiciones de vida especialmente duras para los palestinos de los Territorios con el fin de obligarles a abandonar sus hogares.
En realidad, Jordania tiene pocas opciones para hacer frente a estos planes del primer ministro israelí, Ariel Sharon. El gobierno jordano puede esperar poco de los otros países árabes, así que la mejor baza que sigue teniendo para intentar bloquear dichos planes son sus relaciones con la Unión Europea y con EEUU, con cuyo presidente, George W. Bush, Abdullah se ha entrevistado en unas diez ocasiones.
Con el fin de frustar estos planes israelíes, Jordania ha aprobado normas de inmigración mucho más duras, destinadas a evitar la entrada en el país de palestinos procedentes de los Territorios, y ha relanzado su cooperación con la Autoridad Palestina. El Ejército y las fuerzas de seguridad jordanas patrullan la frontera entre Jordania y Palestina con el fin de evitar un éxodo de palestinos hacia su territorio. Esta actitud jordana ha irritado a los dirigentes israelíes, que han comprendido que sólo una invasión directa de Jordania podría permitirle poner en marcha sus planes de limpieza étnica. Sin embargo, esa opción resulta hoy prácticamente imposible de llevar a cabo por las repercusiones internacionales que produciría.
Sharon, por su parte, ha elevado el tono de sus declaraciones contra Jordania en las últimas semanas. El pasado 19 de enero, el primer ministro israelí declaró ante el Comité de Relaciones Exteriores y Defensa del Parlamento israelí que “Jordania está liderando al mundo árabe en su lucha contra Israel en el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya”, donde varios países han planteado el tema de la ilegalidad del Muro del Apartheid. El primer ministro pronunció luego una inequívoca advertencia: “Hemos dejado claro a los jordanos que tienen mucho que perder (al unirse a la querella contra Israel en el Alto Tribunal)”. El rey Abdullah, por su parte, señaló en una gira que le llevó a Arabia Saudí a mediados de febrero que Jordania está intentando ahora crear una coalición que incluiría a Egipto, Arabia Saudí, Siria y la propia Jordania con el doble fin de oponerse a la construcción del Muro y favorecer la reanudación del proceso de paz entre palestinos e israelíes.
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