Intelectuales y Académicos
El Juego de la Culpa,Bush y la MIA- Armas de Destrucción Masiva-
Autor:
David Corn
Fecha:
20/2/2004
Traductor:
Victoria Rouge- especial para P.I.
Fuente:
The Nation 12 de febrero de 2004
“Todos estamos equivocados.”
David Kay, el recientemente cesado cazador en jefe de Armas de Destrucción Masiva (ADM) que declaró que es poco probable que Irak tuviera armas de destrucción masiva en los años previos a la guerra, pronunció estas palabras mientras declaraba ante el Comité de Servicios Armados del Senado el 28 de enero. Debían explicar la tremenda brecha entre las denuncias de preguerra de que Irak estaba armado con armas de destrucción masiva y la realidad que Kay dice haber encontrado: ningún arma real y “ningún indicio de un proceso de producción que hubiera producido reservas [de ADM].” Avergonzados por las revelaciones de Kay, los defensores de la invasión de Irak se envolvieron en pronunciamientos diciendo que todos nos equivocamos. El presidente Bush había dicho, “todos pensamos que [las ADM] estaban allí.” El secretario de prensa de la Casa Blanca Scott McClellan –quien no ha sido capaz de pronunciar la palabra “error”- ha mantenido repetidas veces que “nuestra inteligencia estaba basada en visiones compartidas con agencias de inteligencia de todo el mundo y las Naciones Unidas.” Es una variante de la explicación de lo-echamos-a-perder de Kay. La intención es clara: si todos se equivocaron sobre las ADM, entonces nadie –especialmente Bush- puede ser culpado ahora.
Pero Kay se equivocaba. No todo el mundo estaba errado sobre la cuestión de las ADM iraquíes. No lo estaban los inspectores de la ONU, incluyendo a Hans Blix, que se preocupó por la capacidad de ADM de Saddam Hussein pero cuestionó si las discrepancias en las cuentas de Irak significaban que existían reservas. No lo hicieron los analistas de inteligencia estadounidense que argumentaron que piezas críticas de la evidencia no eran sólidas. Y hubo muchos expertos no gubernamentales que disputaron los alegatos de ADM de Bush. Fueron Bush, Dick Cheney, Colin Powell y otros allegados los que perdieron la marca. Bush, en respuesta a la creciente presión, creó una comisión para estudiar la inteligencia de preguerra, pero ya hay un registro que apoya el serio cargo de que él y sus colegas hicieron aseveraciones antes de la guerra que no estaban respaldadas por la inteligencia que poseían.
Los funcionarios de la administración y otros defensores de la guerra apuntaron una Estimación de Inteligencia Nacional (EIN) en octubre del 2002 que justificara sus declaraciones de preguerra sobre las armas no convencionales iraquíes. Una EIN se supone que es una suma de la mejor información de la comunidad de inteligencia sobre un tema, y esta decía, “Bagdad tiene armas químicas y biológicas.” Esta valoración, parece ahora, fue una falla histórica, y queda por determinarse si fue el resultado de errores de buena fe o de presión política y manipulación. Pero incluso esta EIN –que incluía calificadores y serias discordancias reconocidas dentro de la comunidad de inteligencia- no contenía evidencia que sustentara los alegatos más dramáticos que lanzó Bush. Una revisión de los “juicios clave” no clasificados de la EIN y otras piezas de inteligencia –incluyendo un discurso que dio el Director de la Inteligencia Central, George Tenet, en la Universidad de Georgetown el 5 de febrero para defender a su agencia- muestra claramente que Bush y su equipo de seguridad nacional sobredimensionaron lo que hoy parece haber sido inteligencia exagerada.
El 7 de octubre de 2002, en un discurso en Cincinnati, Bush dijo que Irak tenía “una reserva masiva de armas biológicas.” La EIN no dijo tal cosa. Informó –al parecer erradamente- que Irak tenía un programa extensivo de armas biológicas. Pero la inteligencia disponible no confirmó la existencia de una reserva. Como lo notó Tenet, “dijimos que no teníamos información específica de los tipos o cantidades de armas, agentes, o reservas [biológicos] a disposición de Bagdad.” ¿Entonces cómo pudo Bush decir que Irak tenía reservas de armas biológicas? Bush sugirió que su afirmación estaba basada en hallazgos previos de los inspectores de la ONU. Pero el equipo de inspecciones de la ONU, que dejó Irak en 1998, no concluyó en que quedaba una reserva. De hecho, Rolf Ekeus, que encabezó los esfuerzos de inspecciones de la ONU, dedujo lo contrario. En una entrevista en el 2002, dijo, “No hay grandes cantidades de armas [en Irak]. No creo que Irak tenga especial entusiasmo por el área biológica y química para producir armas para almacenar… Más bien, Irak ha estado buscando mantener la capacidad de comenzar la producción inmediatamente en caso de que lo necesitase.”
El discurso de Tenet también contradijo a Cheney, quien hizo eco de su jefe y publicó la evidencia. En mayo pasado, Bush declaró, “encontramos las armas de destrucción masiva.” Se estaba refiriendo a dos remolques encontrados al norte de Irak durante la guerra, que la CIA inicialmente sostenía que eran laboratorios de armas biológicas móviles. Pero Bush habló demasiado pronto. Expertos en ingeniería de la Agencia de Inteligencia de Defensa y expertos fuera del gobierno concluyeron que estos remolques habían sido fabricados para otros propósitos, quizás la producción de hidrógeno. Ignorando la conocida controversia sobre los remolques, Cheney declaró a mediados de junio que eran “evidencia contundente” de que Saddam tenía programas para producir ADM. Sin embargo, en Georgetown Tenet dijo, “no hay concenso dentro de nuestra comunidad de inteligencia sobre si los remolques eran para ese uso o si eran utilizados para producir hidrógeno.”
Con respecto a las armas químicas, Powell dijo en su discurso de febrero del 2003 en la ONU que la “estimación conservadora” de la Administración era que Saddam poseía de 100 a 500 toneladas de “agente de armas químicas”. La agrietada EIN no fue tan definitiva. Notó que “tenemos poca información específica sobre las reservas de armas químicas de Irak”, pero agregó que Saddam “probablemente” tenía 100 toneladas y “posiblemente” 500 toneladas. Tenet le dijo a su audiencia de Georgetown que “inicialmente la comunidad era escéptica sobre si Irak había comenzado la producción de agente de armas químicas.” Pero, agregó, alguna vez los analistas vieron fotos satelitales de embarques desde sitios de municiones, concluyeron que Irak estaba preparando armas químicas.” Esa visión no era unánime. En septiembre del 2002 la Agencia de Inteligencia de Defensa informó, “no hay información confiable sobre si Irak está produciendo armas químicas.” Y cuando Powell exhibió las fotos satelitales en la ONU para sostener sus denuncias de armas químicas, los analistas independientes no las encontraron persuasivas. Jonathan Tucker, un ex-inspector de armas que se especializaba en armas químicas, dijo que probablemente indicaban que Saddam tenía algunas armas químicas pero “no grandes cantidades”. Kelly Motz, otra especialista de armas, dijo, “la evidencia sigue siendo circunstancial y abierta a la interpretación.”
Bush y Cheney fueron particularmente descarados cuando declararon que Saddam estaba reviviendo esfuerzos por desarrollar una bomba nuclear. En agosto del 2002 Cheney dijo, “ahora sabemos que Saddam ha retomado sus esfuerzos para adquirir armas nucleares… Muchos de nosotros estamos convencidos que Saddam adquirirá armas nucleares muy pronto.” El mes siguiente Bush declaró que un informe de 1998 de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) había dicho que Irak estaba a seis meses de producir una bomba. (no existía tal informe, y la AIEA en 1998 había dicho que sus inspectores habían destruido los componentes conocidos del programa de armas nucleares de Irak.) En diciembre del 2002 Bush dijo, “no sabemos si [Saddam] tiene o no un arma nuclear” –un comentario que sugería que podría tenerla. Pero ningún analista de inteligencia cuerdo creyó que Saddam poseía esas armas. “Dijimos que Saddam no tenía un arma nuclear,” recordó Tenet. Y la EIN no calificó a su programa como una amenaza inmediata. Advertí que Irak probablemente sólo sería capaz de producir una bomba para el 2007 al 2009 “si no es vigilado”.
En público, los funcionarios de la administración Bush señalaron la adquisición por parte de Irak de tubos de aluminio y sus supuestos intereses en comprar uranio en África como signos de un nuevo programa. Ninguna de estas declaraciones infames se mantuvo. Pero antes de la guerra, los analistas de inteligencia de los departamentos de Energía y de Estado disintieron con la visión de que los tubos de aluminio fueran destinados para un programa de armas nucleares, y los analistas del Departamento de Estado llamaron a la carga de uranio nigeriano “altamente dudosa”. También concluyeron, según la EIN, que no había “caso que compeliera que Irak estuviera actualmente persiguiendo… un plan integrado y apmlio para adquirir armas nucleares.” Estos analistas no fueron los únicos que evaluaron con precisión la situación. El 7 de marzo de 2003, el director general de AIEA, Mohamed ElBaradei informó que las renovadas inspecciones de su agencia “no encontraron indicios de reanudadas actividades nucleares… ni indicio alguno de actividades nucleares prohibidas en ningún sitio inspeccionado.”
Hubo otras áreas en las que los analistas de inteligencia estuvieron más sobre el blanco que los melodramáticos funcionarios de Bush. En su discurso en Cincinnati, Bush dijo, “también hemos descubierto a través de inteligencia que Irak tiene una creciente flota de vehículos aéreos con y sin tripulación que podrían ser usados para dispersar armas biológicas y químicas a lo largo de vastas áreas.” Aumentó las perspectivas de que Irak atacara a los Estados Unidos con estos zumbidos. Pero la EIN concluyó que Irak sólo tenía un “programa de desarrollo” –no una “flota creciente”- de vehículos aéreos sin tripulación. Y los analistas de inteligencia con el área más especializada en vehículos aéreos sin tripulación –los de la Fuerza Aérea- creían que los vehículos aéreos en desarrollo estaban destinados al reconocimiento, no a ataques con ADM. “El jurado aún está afuera”, dijo Tenet, “sobre si Irak pretendía utilizar su nuevos, más pequeños [vehículos aéreos sin tripulación] para cargar armas biológicas.”
Mucha de la controversia actual sobre la inteligencia de preguerra se fijó en las ADM. Pero el caso primario de Bush para la guerra estaba basado en las suposiciones de que Saddam tenía armas horribles, tenía una alianza operacional con Al Qaeda y estaría dispuesto a compartir sus ADM con los asesinos del 11/9. En noviembre del 2002 Bush dijo que Saddam “estaba negociando” con Al Qaeda. En la ONU Powell dijo que había un “nexo siniestro” entre el dictador iraquí y Al Qaeda. A bordo del USS Abraham Lincoln, el 1 de mayo, Bush llamó a Saddam un “aliado” de Al Qaeda.
Pero los “juicios clave” de la EIN no concluyeron que Saddam Hussein estaba confabulado con Osama bin Laden, y la estimación informó que los analistas de inteligencia creían que Saddam consideraría despachar armas químicas o biológicas a un grupo terrorista sólo como un “paso extremo” si “ya estuviera involucrado en una lucha de vida o muerte contra Estados Unidos.” Previo a la invasión, los oponentes a la guerra y algunos expertos en terrorismo cuestionaron los esfuerzos de la administración por vincular Irak con Al Qaeda. Luego de la presentación de Powell ante la ONU, Judth Yaphe, una asociada mayor de la Universidad de Defensa Nacional que ha trabajado por veinte años como analista de la CIA, dijo que la descripción de Powell de la pretendida conexión entre ambas “parecía haber sido cuidadosamente diseñada para implicar más de lo que realmente decía”. Y los oficiales de inteligencia citados anónimamente en el New York Times y el Washington Post revelaron que no había una confirmación sólida de tal vinculación. Hasta la fecha, no ha emergido ninguna prueba fuerte de una relación operacional entre Al Qaeda y Saddam. De hecho, los líderes capturados de Al Qaeda han dicho a sus interrogadores que no había asociación alguna entre bin Laden y Saddam. Su palabra, por supuesto, no es confiable. ¿Pero la de Powell lo es? A mediados de enero, reconoció, “no he visto evidencia concretas sobre la conexión [Saddam-Al Qaeda], pero pienso que la posibilidad de tales conexiones existió y fue prudente considerarlas cuando lo hicimos.” ¿Prudente considerar la posibilidad? No fue así como Bush lo presentaba antes de la guerra.
Tenet no mencionó la ausente vinculación a Al Qaeda en su discurso de Georgetown, pero defendiendo su análisis dijo que nunca llegaron a la conclusión de que Irak era una amenaza “inminente”. En cambio, dijo, que mostraban a Saddam como “un dictador brutal que hacía esfuerzos continuos para engañar y construir programas que podrían sorprendernos constantemente y amenazar nuestros intereses.” Podrían, dijo. Bush cambió el podrían por el lo hicieron. Aunque parece que Bush nunca usó públicamente la palabra “inminente”, antes de la guerra dijo que Irak era capaz de lanzar un ataque de armas biológicas o químicas en cuarenta y cinco minutos y entregar armas de destrucción masiva a los terroristas “cualquier día”. Advirtió que “Hussein y sus armas son una amenaza directa para el país”, y la Casa Blanca aseguró que había un “alto riesgo” de que Irak utilizara ADM “para lanzar un ataque sorpresa contra los Estados Unidos o sus fuerzas armadas o que se las entregaran a terroristas internacionales que lo harían.” ¿Cuál era la base de tales declaraciones? No la inteligencia que poseían.
Antes de la guerra, mucha gente en Estados Unidos y en otras partes –expertos en política, oficiales militares del pasado y del presente, legisladores y ciudadanos- cuestionaron la descripción de Bush de Irak como una amenaza inmediata. Parece que ello también estaban acertados, así como los que pidieron más inspecciones y más profundas antes que una guerra. Kay reconoció que el proceso de inspecciones de la ONU tuvo éxito en “frenar el programa [de ADM iraquí] y evitar que proliferase.”
Los juicios de Kay no son finales, como argumentó el secretario de defensa Donald Rumsfeld. (Puede esperarlo). Y la búsqueda de ADM continúa en Irak –a pesar de que con menos recursos. Pero los primeros resultados no son buenos para Bush. Cuando su nueva comisión de inteligencia revise la inteligencia de preguerra, sus miembros no deberían preguntar, ¿por qué todo el mundo se equivocó? En cambio, se deberán preguntar, ¿por qué algunos se equivocaron y otros no? Kay dijo que la comunidad de inteligencia le debe una explicación al presidente. Pero Bush le debe una al público. Los ataques no pueden dirigirse solamente a la multitud de inteligencia. Bush tiene que responder por la manera en la que utilizó la inteligencia. Kay, por una, ha instado a la comisión –que no soltará sus hallazgos hasta que pasen meses de la reelección de Bush- para examinar si hubo un “abuso [de la inteligencia] por parte de los políticos.” Esa es una forma amable de preguntar si Bush y sus ayudantes convirtieron a los errores de información en desinformación. La valoración total hecha por la comunidad de inteligencia está, ahora parece, completamente errada. La noción de que la CIA se equivocó ha sido aceptada ampliamente, y Bush y sus aliados pueden intentar esconderse detrás de la capa de los espías. Pero Bush y cía. tomaron el dudoso trabajo producido por las agencias de inteligencia y lo pusieron aún peor. ¿Pueden salirse –se saldrán- con las suyas?
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