Irak, Medio Oriente y Asia

¿Hay algún iraquí en Irak?

 

Autor: Thomas L. Friedman

Fecha: 10/4/2004

Traductor: Isidoro, especial para PI

Fuente: New York Times


Estamos ante una coyuntura peligrosa en Irak. Dos cosas están claras, y queda sólo una pregunta a responder. Lo que está claro es que no hay armas de destrucción masiva en Irak y que no hay Viet Cong en Irak. La pregunta clave no respuesta es: ¿Hay algún iraquí en Irak?

Cuando digo que no hay Viet Cong en Irak, quiero decir que los “insurgentes” iraquíes que se están oponiendo a EE.UU. hoy no pueden plausiblemente reclamar ser la expresión auténtica del nacionalismo iraquí – como reclamaba el Viet Cong en la Guerra de Vietnam. Las fuerzas que matan americanos y policías iraquíes son principalmente musulmanes sunitas quienes quieren restaurar la dominación y los privilegios de su comunidad minoritaria y del Partido Baath, o islamistas extranjeros y locales quienes están tratando de minar las bases de cualquier perspectiva de modernismo, pluralismo y secularismo en Irak.

Virtualmente cada encuesta realizada desde la caída de Saddam indica que ninguno de estos grupos – quienes han tratado de disfrazar sus objetivos reales tras una mascara de antiamericanismo – representa a la vasta mayoría de los iraquíes, quienes quieren elegir su propio gobierno, libres de intimidación.

Pero las guerras no son ganadas por las encuestas. Son ganadas por aquellos listos para combatir y morir en los callejones por su causa. Jóvenes árabes armados y enmascarados – motivados por el cóctel tóxico de Islam radical, antiamericanismo y humillación, y alucinados por la droga de derrotar al odiado extranjero, aún si esto es en ultima instancia la auto derrota para ellos – pueden ser recuperados sólo por un ejercito iraquí motivado por un sentido de nacionalidad y un deseo de autodeterminación.

No podemos querer un Irak decente más que la mayoría silenciosa iraquí. Porque esta es una guerra urbana, y los soldados de EE.UU. que tienen que combatir casa por casa dentro de las ciudades iraquíes no pueden ganarla. Sólo los iraquíes pueden. Si intentamos pelear esta guerra nosotros mismos, mataremos demasiados iraquíes inocentes, volaremos demasiadas mezquitas y eventualmente volveremos a toda la población contra nosotros – aún sabiendo en sus corazones que lo que estamos tratando de construir es mejor que lo que quieren los insurgentes.

En justicia a los iraquíes, con todo, pedir a la mayoría silenciosa que se pare en este momento es pedir mucho. Luego de décadas del dominio brutal de Saddam, la sociedad civil allí estaba apenas empezando a volver, y los primeros hilos de confianza entre las diferentes comunidades estaban apenas empezando a ser atados. Todo el propósito de la ocupación de EE.UU. era construir un marco constitucional en el que este centro pudiera desarrollarse.

Esta siempre fue una apuesta arriesgada. Pero, creo, después del 9/11, tratar de construir un estado decente en el corazón de un mundo árabe-musulmán inestable – un mundo que está manufacturando millones de jóvenes frustrados y desempleados – valía la pena. Pero requiere recursos y legitimidad, y el equipo de Bush ha provisto muy poco de ambos.

Desde el principio, esta siempre ha sido una Guerra a lo Karl Rove. Muchas fotos, mucha perorata sobre “yo soy el presidente de la guerra”, muchos estandartes prematuros sobre la “Misión Cumplida”, pero totalmente carente de recursos, porque el presidente nunca quiso pedirles a los americanos sacrificio. El lema de Bush ha sido: “Estamos en guerra, divirtámonos – recortemos impuestos, abandonemos cualquier impuesto a la gasolina, no movilicemos demasiadas reservas y, por cierto, desbandemos al ejercito iraquí y dejemos sin empleo a 500.000 iraquíes varones, porque eso es lo que Ahmad Chalabi y sus compadres quieren que hagamos.”

Desde el día en que el saqueo comenzó en Bagdad, ha sido obvio que no teníamos suficientes tropas para crear un marco de seguridad y para controlar las fronteras de Irak. Como resultado, las milicias locales empezaron a aflorar por todas partes. Si prendes el televisor, podes ver cuán bien armados se vuelven mientras Donald Rumsfeld insistía en que teníamos suficientes tropas allí para controlar Irak.

Se que lo correcto para hacer ahora es mantener el rumbo, vencer a los chicos malos, desarmar las milicias y tratar de construir un marco político que sostendrá a la ahora fluctuante mayoría chiíta de nuestro lado – porque si los perdemos, es el fin del juego. Pero esto tomará tiempo y sacrificio, y la única manera de generar suficiente de aquello es enlistando a la ONU, la OTAN y a todos nuestros aliados para hacer del desarrollo de un estado decente en Irak una prioridad global.

Sin más aliados, sin legitimidad global – y sin un centro iraquí listo para pararse contra su Khmer Rouge posando ahora como Viet Cong – no podemos ganar en Irak. Estaremos construyendo una casa con ladrillos y sin cemento. En ese caso, tendremos que movernos al Plan B. Demasiado malo, nunca tuvimos realmente un Plan A.

Publicado el 8 de Abril, 2004


     

 

   
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