Izquierda Marxista

Guerra y resistencia: dos años de terror de Bush

 

Autor: Alex Callinicos

Fecha: 7/9/2003

Traductor: Juan B, especial para PI

Fuente: Socialist Review


Dos años después de que Washington lanzó la ''guerra contra el terrorismo'', Alex Callinicos examina las motivaciones de los neo-conservadores y las dificultades que enfrentan.

Hace dos años el mundo miraba con asombro y horror aquellas escenas de belleza mortecina en Manhattan, mientras las ''Torres gemelas'' ardían y se derrumbaban y miles perecían contra un cielo azul profundo. En respuesta, George W. Bush proclamó que los Estados Unidos estaban en guerra, comprometidos en ''una monumental lucha del bien contra el mal''. Para Tony Blair el 9/11 marcó el comienzo de una nueva era. ''Nunca ha habido un momento en que....... el estudio de la historia haya provisto de tan poco conocimiento como para nuestro presente día'', dijo al congreso norteamericano en julio.
Sin embargo, la ''guerra contra el terrorismo'' contiene mucho de lo que los estudiantes de imperios pasados podrían encontrar familiar. Hasta aquí, los Estados Unidos y sus aliados-sobre todo Gran Bretaña- han conquistado dos países, Afganistán e Irak, y ocupó al más reciente. Mientras tanto, las bases y misiones militares americanas se han desparramado a lo ancho del globo-retornando a las viejas colonias de Washington en las Filipinas, tensando su sujeción a una nueva zona de influencia en Asia central, expandiéndose através de los archipiélagos del sudeste asiático y los desiertos que bordean el Mar Rojo.
Acompañando esta operación militar está el desarrollo de lo que solo podría ser llamado una policía secreta global, dirigida por la CIA y el FBI, pero involucrando muchas otras agencias, y legitimada por las leyes nacionales anti-terroristas y por el comando del ejecutivo presidencial. Todos aquellos que caen victimas de este vasto aparato de represión se encuetran absorbidos en ciertos centros claves donde los sospechosos son detenidos sin juicio, interrogados y torturados. El Camp X Ray (y últimamente el Camp Delta) en la Bahía de Guantánamo es el más famoso de estos, pero hay otros por ejemplo el ''Holding facilities'' en la base aérea de Bagram en Afganistán. Algún día éstos podrían ser tan notorios como la prisión de Lubianka en el corazón del reino del terror de Stalin.
Un enorme esfuerzo ideológico fue a tratar de provar que la ''guerra contra el terrorismo'' era la única respuesta justificable a los ataques del 11/9. Pero como siempre, lo que parece evidente dentro de la ideología reinante es de hecho lo contrario. El filósofo y teórico cultural Slavoj Zizek lo manifestó bien: ''el 11/9, a los Estados Unidos le fue dada la oportunidad de darse cuenta del tipo de mundo del cual era parte. Podría haber aceptado esta oportunidad, pero no lo hizo; en cambio, optó por reafirmar sus propósitos tradicionales.''
Zizek continúa: ''Esta es la verdadera lección de los ataques: la única manera de asegurarse de que no volverá a ocurrir aquí nuevamente es prevenir que no ocurra en ninguna otra parte. En síntesis, Norteamérica debería aprender humildemente a aceptar su propia vulnerabilidad como parte de este mundo, decretando el castigo de aquellos responsables como un triste deber, no como una alegre venganza- lo que estamos obteniendo en cambio es la contundente confirmación del rol excepcional de Estados Unidos como policía global, como si lo que cauasara resentimiento contra Norteamérica no fuese su exceso de poder, sino su carencia del mismo''.
Por ende, lanzar la guerra contra el terrorismo fue una elección política, no una reacción automática e inevitable a los ataques del 11/9. Zizek presenta esta elección como una réplica colectiva de Estados Unidos, pero por supuesto, con lo que el mundo está confrontado ahora es un proyecto político que está siendo proseguido por el núcleo del ala derecha republicana que dirige la política global de la administración Bush.
Este proyecto no se ha desarrollado de golpe, sino de a pasos- primero, el discurso de Bush a la sesión de junta del congreso el 20 de setiembre de 2001, luego su discurso sobre el ''eje del mal'' el 29 de enero de 2002, y finalmente el anuncio de la Doctrina Bush en West Point el 1 de junio del mismo año, toda esta resumida en la The National Security Strategy of the United States of America publicada por la casa blanca hace un año. En el fondo es muy simple: Washington se reserva el derecho de atacar unilateralmente cualquier estado que estima puede ser una amenaza.
Lo más importante a entender de la Doctrina Bush es que no es una respuesta a los atentados del 11/9. Condoleezza Rice, la consejera de seguridad nacional de Bush, deslizó esto en un discurso el año pasado: ''un terremoto de la magnitud del del 11/9 puede cambiar las placas tectónicas de la política internacional''. El sistema internacional ha estado en flujo desde el colapso del poder soviético. Ahora es posible-ciertamente, probable- que aquella transición esté llegando a un fin. ''Si eso es correcto, si el colapso de la Unión Soviética y el 11/9 sirven de apoyo a un cambio más importante en la política internacional, entonces éste es un período no sólo de grave peligro, sino de enorme oportunidad. Antes de que la arcilla esté seca, Norteamérica, nuestros amigos y aliados debemos movernos para sacar ventaja de estas nuevas oportunidades.''
De este modo, el 11/9 no fue sólo un desastre: fue una oportunidad. O, para decirlo de otra manera, proporcionó a la administración Bush un pretexto para lo que ésta quería hacer de todos modos. Muchos comentaristas han rastreado las fuentes de este proyecto en las ''Líneas directivas del planeamiento de defensa'' delineado cuando el vice-presidente, Dick Cheney, era secretario de defensa a principios de los '90 bajo el gobierno de Bush padre, y en el ''Proyecto para el nuevo siglo americano'' lanzado por un equipo de intelectuales neo-conservadores, muchos de ellos ahora cumpliendo funciones bajo el gobierno de Bush, durante la administración Clinton.

Competidores

Hay tres hilos principales para esta iniciativa. Primero, para los neo-conservadores como el subsecretario de defensa Paul Wolfowitz, la hegemonía norteamericana encara amenazas de largo plazo de potenciales ''pares competidores''. Algunos de éstos son rivales económicos de mucho tiempo como la Unión Europea y Japón. Luego está el viejo enemigo, Russia, aún una superpotencia nuclear, y el nuevo contrincante China, cuyas fenomenales tasas de crecimiento económico le están permitiendo intensificar serior músculos militares. Imponiendo su poder militar-la dimensión en la cual Estados Unidos está muy por delante de todos los principales estados juntos- Washington puede atrincherar un balance de fuerzas global dominado por el capitalismo norteamericano.
La conquista de Irak fue proyectada como una demostración del poder americano. Pero también sirvió a la segunda meta que el equipo de Bush está prosiguiendo. El Medio Oriente es una zona estrategicamente vital para Washington, sobre todo porque contiene dos tercios de las reservas mundiales de petróleo. Wolfowitz y sus co-pensadores en la administración creen que la región puede ser estabilizada bajo el dominio de Estados Unidos a través de una serie de ''revoluciones democráticas'' que reemplazan las dictaduras existentes por el tipo de oligarquías capitalistas formalmente democráticas que ahora dominan Latinoamérica. La ocupación norteamericana de Irak es intentada para diseñar las primeras de estas transformaciones.
En tercer lugar, la administración Bush está mucho menos inclinada a confiar en coaliciones con los otros principales estados capitalistas para lograr sus objetivos que sus predecesores. Cuán lejos está preparado para ir se mostró durante los preparativos para la guerra de Irak, cuando Washington provocó una fractura en la Unión Europea entre los opositores a la guerra de la ''vieja Europa''-Francia, Alemania y Belgica- y un bloque de estados pro-norteamericanos encabezados por los gobiernos derechistas de Gran Bretaña, Italia y España, y abarcando a la mayoría de los países del centro y este de Europa destinados a unirse a Estados Unidos el próximo año.
Hay un gigantesco proyecto geopolítico. No es nada asombroso que los principales neo-conservadores hablen acerca de estar comprometidos en una larga guerra que está muy lejos de terminar. El ex director de la CIA, James Woolsey, denominó la ''guerra contra el terrorismo'' la Cuarta Guerra Mundial (la guerra fría fue la tercera aparentemente) y predijo que durará por décadas. Karl Rove, consejero político clave de bush, descartó la guerra en Irak como una mera batalla.
Entonces, cómo está llendo la guerra hasta ahora?. El éxito principal que la administración Bush puede afirmar, son las rápidas victorias militares que obtuvo en Afganistán e Irak. Pero el hecho de que la potencia militar más grande en la historia mundial debería ser capaz fácilmente de aplastar a un ejército desvencijado y a un estado árabe de tamaño mediano debilitado por 13 años de sanciones, es apenas una sorpresa.
Las consecuencias de estas predecibles victorias militares han sido mucho más equivocadas. En Afganistán Washington usó dos armas para derribar al Taliban- fuerza aérea y el dinero con el que los agentes de la CIA sobornaban a numerosos jefes militares. La mayoría del país ha sido relegado al mando de los jefes militares, con la figura patética del ''presidente'' Hamid Karzai aferrado a los símbolos pero no a la realidad del poder en Kabul.
Este establecimiento significa aún más miseria para el desgraciado pueblo de Afganistán, pero encaja bien en los propósitos del Pentágono. Bagram provee de una cómoda base a las unidades de elite americanas para armar ofensivas dirigidas contra los combatientes de Al-qaida y del Taliban quienes, acorde con una larga tradición afgana, se han posesionado de las montañas. Permite a la OTAN, la cual recientemente se ha encargado de la responsabilidad de las Fuerzas de Asistencia de Seguridad Internacional en Afganistán, luchar a brazo partido con la desesperanzada tarea de estabilizar el resto del país.
Pero esta fórmula cínica no puede funcionar en Irak. El derrocamiento de Saddam Hussein trajo al ejército americano al corazón del mundo árabe. También le ha dado a Washington el control sobre el páis que tiene la segunda reserva de petróleo más grande del mundo. Si las cosas se ponen difíciles, Bush no podrá sacar sencillamente la tropas como Bill Clinton las sacó de Somalia en 1993-94, dejando que el país se desintegre. Irak es demasiado importante. La ''revolución democrática'' tiene que funcionar aquí.
Pero todas las señales que hay indican que no funcionará. Pocos líderes iraquíes con una base nativa están deseosos de asociarse con la ''Autoridad provisional de la coalición'' y su ''Consejo de gobierno''. De incumbencia más inmediata es que las tropas americanas y británicas están bajo atque constante. Hasta aquí, la resistencia estuvo concentrada en Irak central, donde la población es musulmás sunita principalmente, pero ha habido un desparramo de incidentes en el sur de Irak, donde vive la mayoría Shiíta (los más significantes han sido los asesinatos de seis policías militares británicos en junio).
El precedente del Líbano, donde después de la guerra de 1982, primero las fuerzas americanas y luego las israelíes, fueron expulsadas por las guerrillas Shiítas de Amal y Hezbollah, debe ahora estar obsesionando a los hacedores de la política norteamericana. Anthony Cordesman, profesor del Centro para estudios estratégicos en Washington, recientemente advirtió que ''si Estados Unidos se equivoca, no solo podría perder la paz, sino también podría crear una tercera guerra del golfo.''
Aú fuera de ese escenario catastrófico, Irak va a confinar una gran cantidad de soldados americanos. En febrero, el retirado Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, General Eric shinseki, causó una tormenta cuando dijo al congreso que demandaría unos varios cientos de miles de soldados mantener Irak. El secretario de defensa Donald Rumsfeld, luego de haber preparado la conquista de Irak, repudió esta aseveración y posteriormente sacó al secretario del Ejército, Thomas White, por haber apoyado a Shinseki.

Vindicado.

Pero los eventos desde la caída de Baghdad han vindicado a Shinseki. En junio pasado, el Financial Times entrevistó a James Dobbins, quien ha servido como enviado especial americano en Somalia, Haití, Bosnia, Kosovo y Afganistán: ''el señor Dobbins que el nivel corriente de las fuerzas norteamericanas de cerca de 175.000 hombres en Irak, es insuficiente y estima que un nivel más realista sería de 300.000. Si los Estados Unidos tuviesen que proveer casi todas esas fuerzas por sí mismo, el efecto sobre los recursos militares norteamericanos sería catastrófico. Con rotación dentro y fuera del escenario, aquello significaría casi un millón de soldados en mayor parte destinados a Irak, dice el señor Dobbins-virtualmente la fuerza entera del Ejército americano. Los oficiales del Pentágono discuten estos números, pero reconocen que la misión forzará los activos americanos.''
Puede decirlo nuevamente. La supremacía militar norteamericana depende de una capacidad desigual de proyectar la fuerza por medio de la marina y la fuerza aérea, y un ejército profesional comparativamente pequeño excesivamente dependiente del apoyo aéreo y de sistemas de armamento de alta tecnología. Conseguir que mucho de esa armada se atasque en Irak, comprometería gravemente la estrategia global de la administración Bush.
Por ejemplo, el conflicto entre Estados Unidos y Corea del Norte sobre los últimos programas nucleares, podría evolucionar hacia una guerra caliente. Un importante oficial norteamericano dijo al Financial Times recientemente que proyectistas militares imaginan que va a ser ''una guerra convencional más tradicional (que en Irak), una que será tan sangrienta como el infierno y que se librará en un terreno que hará que el desierto parezca un juego de niños.''. Si Estados Unidos tuviese que emprender tal guerra en la península coreana, necesitaría de tropas terrestres que podrían no estar disponibles en número suficiente si la situación continúa deteriorandose en Irak.
Los ''imperialistas democráticos'' in Washington citan a menudo al imperio victoriano británico como modelo. Después de todo, el capitalismo británico del siglo XIX se basaba en lo que los historiadores han llamado ''el imperialismo de libre comercio'' más una enorme marina y una pequeña armada de voluntarios para dominar la economía global y gobernar un imperio mundial. Recientemente, un neo-conservador, Max Boot, sostenía que los problemas que Estados Unidos está enfrentando en Irak indican que ''tenemos que crear una oficina colonial rápido'' inspirada en el modelo de ''la vieja oficina colonial británica y la oficina de India............Como sus predecesores británicos, la oficina colonial norteamericana necesita ser una agencia civil de elite que pueda requerir fuerzas para asistencia donde sea apropiado.''
Una función del imperio indio de Gran Bretaña era proveer (y financiar) a un ejército que estaba acostumbrado no solo a mantener el subcontinente sino a pelear en cualquier colonia inglesa donde hubiesen guerras-por ejemplo, en el Sudán y Sudáfrica a fines del siglo XIX. Hay una cierta ironía histórica en los intensos, pero últimamente fracasados, esfuersos de Washington de persuadir a gobierno de India para que enviara una fuerte división armada de 17.000 hombres a Irak. Varios estados de Europa del Este ansiosos de buscar favores adulando a la administración Bush, han enviado tropas a Irak, pero la principal carga militar es soportada por Estados Unidos y su leal aliado británico (ahora es oficial que la dictrina militar británica, recientemente anunciada por el secretario de defensa Geoff Hoon, va a pelear en las guerras de Estados Unidos).
Las dificultades en las cuales la administración Bush misma se encuentra es Irak, reflejan los límites incluso del poder de Estados Unidos. Estados Unidos está muy lejos de ser todopoderoso, aún en la esfera militar. Estos es aún más verdadero en otras dimensiones. La economía norteamericana tiene todavía que salir de la recesión causada por la explosión de la burbuja de Wall Street. En temas como comercio, la administración tiene que lidiar con una truculenta Unión Europea, cuyas traumáticas experiencias en Irak no le han dado incentivo de comprometerse.
Pero los límites que el imperialismo norteamericano efrenta son ideológicos como también materiales. La ''guerra contra el terrorismo'', lejos de justificar lo que Zizek denomina el ''exceso de fuerza'' de Norteamérica, ha provocado una gigantesca crisis de legitimidad. Incluso la banda chovinista que frecuentemente gobierna India está alerta de lo muy cerca que está de una asociación con el proyecto colonial de la administración Bush en Medio Oriente.
Más que cualquier otra cosa, éste es un tributo a lo que el mivimiento global anti-guerra ha sido capaz de lograr desde el 11/9. El poder de Estados Unidos nunca ha estado más ampliamente objetado. El resultado ha sido, no meramente compeler a la administración Bush misma, sino amenazar la supervivencia política de su más cercano aliado, Tony Blair, como el informe de Hutton está mostrando. La lucha contra la ''guerra contra el terrorismo'' tiene un largo camino que seguir, pero lo que hemos hecho hasta aquí muestra cuán importante es para nosotros persistir.


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