Izquierda Marxista
La jactancia de la 'victoria' se ha marchitado
Autor:
Alex Callinicos
Fecha:
18/10/2003
Traductor:
Guillermo Crux, especial para PI
Fuente:
Socialist Worker, GB
Análisis de la creciente división en la pandilla de Bush
Seis meses después de la caída de Bagdad, los conquistadores de Irak están en problemas a ambos lados del Atlántico. Las dificultades de Tony Blair son bien conocidas, pero ahora es el turno de que pasen a escena George W Bush y sus consejeros.
En este momento están enfrentando su propia versión de la investigación Hutton. El Departamento de Justicia está investigando los dichos del ex-embajador Joseph Wilson, sobre que importantes funcionarios de la administración filtraron la información de que su esposa, Valerie Plame, era una agente confidencial de la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
Wilson dice que esto fue un acto de venganza por haber expuesto que el planteo de Bush de que Saddam estaba intentando comprarle a Níger uranio para armamentos de Níger era una mentira. Él acusa a Karl Rove, principal estratega político de Bush, de estar detrás de esta filtración. Revelar la identidad de un agente de la CIA es un crimen federal que acarrea una condena de diez años de cárcel.
Y por si esto no bastara, las divisiones ocasionadas alrededor de la guerra en Irak dentro del establishment norteamericano están saliendo cada vez más a la luz. Estas empezaron visualizarse hace un par de meses cuando la revista Foreign Affairs publicó artículos de la ex Secretaria de Estado Madeleine Albright y de James Rubin, uno de sus antiguos secretarios auxiliares.
Ambos denunciaron a la administración Bush por crasa ineptitud en la forma en que se manejó la escalada hacia la guerra. Albright fue responsable de la desastrosa campaña de bombardeos de la OTAN contra Yugoslavia en 1999, por lo cual reúne méritos propios para comparecer ante un tribunal por crímenes de guerra. Prentende que Estados Unidos, en palabras de Rubin, "calibre fuerza y diplomacia" en lugar de confiar simplemente en la coerción militar unilateral.
El Gral. Wesley Clark, quien como comandante de la OTAN llevó a cabo la estrategia balcánica de Albright, está en carrera por la candidatura presidencial demócrata. Pero la crítica abierta de la política de Bush en Irak no está confinada sólo a los demócratas.
Muchos republicanos en el Congreso norteamericano se están quejando por la manera en la que Norteamérica se está empantanando en Irak. Lawrence Lindsey fue despedido como presidente del Consejo de Consejeros Económicos después de predecir que conquistar Irak costaría $200 mil millones. Después de que Bush pidiera $87 mil millones parece que estaba en lo cierto.
La baja más grande de todo esto tal vez sea el secretario de defensa Donald Rumsfeld. La semana pasada Condoleeza Rice, consejera de seguridad nacional de Bush, anunció que estaba poniendo en pie un Grupo de Estabilización de Irak para coordinar la política de la administración. Rumsfeld le dijo a los periodistas que no había sido consultado sobre esta decisión. Su estrella se ha caído increíblemente rápido. Hace seis meses, cuando Bagdad cayó en el lapso de unas semanas bajo la invasión anglonorteamericana, Rumsfeld estaba en su punto más alto.
Su juego de utilizar un ejército relativamente pequeño pero móvil para tomar el control de Irak había dado resultado. Pero, como plantea el sociólogo histórico Michael Mann en su nuevo libro 'Imperio Incoherente', ocupar un país es una tarea muy distinta de la de conquistarlo. La ocupación requiere diseminar soldados por todo el país en unidades relativamente pequeñas y vulnerables.
También significa poner en pie clases dominantes clientes locales y milicias para compartir las cargas de la dominación. Todo esto no le interesa a Rumsfeld. Se ha opuesto de forma consistente a que los norteamericanos se involucren en la "construcción de naciones" en los países que atacan.
Ya en febrero desairó al Jefe de Estado Mayor del Ejército, General Eric Shinseki, por predecir que la ocupación de Irak requeriría centenares de miles de soldados. Esta posición ha puesto a Rumsfeld en conflicto con los neo-conservadores más ideológicos tanto dentro de la administración Bush como en su entorno.
Como su viejo amigo, el vicepresidente Dick Cheney, es un nacionalista conservador relativamente anticuado. Por el contrario, el segundo de Rumsfeld, Paul Wolfowitz, es un líder de los que frecuentemente se llaman "imperialistas democráticos". Estos neo-conservadores quieren utilizar el poder del ejército norteamericano para reconstruir Medio Oriente al estilo de las democracias capitalistas versión EE.UU.
Rumsfeld acordaba con los neo-conservadores en que la conquista de Irak era una prioridad. Pero, una vez logrado esto, rompieron filas. En septiembre, dos de los principales neo-conservadores, William Kristol y Robert Kagan, pidieron más tropas norteamericanas en Irak,:
"O los Estados Unidos hacen lo que hay que hacer para tener éxito en Irak, o perdemos en Irak. Y si perdemos, no dejaremos detrás nuestro cascos azules sino radicalismo y caos, un asilo para los terroristas y una percepción de debilidad y falta de resolución norteamericana en Medio Oriente, así como una sensación de que EE.UU anda temerariamente a tontas y a locas alrededor del mundo."
El hecho de que Rice haya comenzado a encargarse de la política en Irak puede ser significativo. Fue criticada como una débil consejera de seguridad nacional, que dentro del Pentágono le ha permitido a Rumsfeld que maneje la política global norteamericana.
El intento de sujetar sus alas puede significar que la Casa Blanca se está inclinando mucho más hacia los neo-conservadores que quieren hacer de Irak un caso de prueba para sus fantasías imperialistas. En tal caso, tendremos un paseo agitado.
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