Latinoamérica

Bolivia: "Los señores Sánchez", gobernantes sin pueblo

 

Autor: Carlos Jahnsen G.

Fecha: 18/10/2003

Fuente: Diario El deber (Bolivia)


A más tardar con la masacre del 12 de octubre de 2003 en la ciudad de El Alto, el Presidente Sánchez de Lozada pasará a la historia, no como el Presidente democráticamente elegido, visionario y cumplidor de su promesa de hablar por lo menos una vez a la semana con los hombres y las mujeres del pueblo, solucionando sus problemas. Sánchez de Lozada pasará a la historia como el responsable político de las masacres de Warisata, de Senkata, de Ventilla, de Río Seco de El Alto, en fin de decenas de civiles. Bolivia ya tiene en su lista larga a nuevos políticos que deciden que se mate en vez de que se dialogue. Las manos de los señores Sánchez están manchadas con sangre de indefensos. Los medios utilizados para callar la voz de protesta son completamente inaceptables, son inauditos dentro de un esquema democrático y de Estado de Derecho, así esta matanza sea fundamentada con el uso de explosivos por parte de la muchedumbre, así se argumente con la energía criminal de una parte de los manifestantes.

La falta de capacidad de interlocución entre las necesidades y reclamos legítimos de la mayoría de la población en creciente pobreza y pauperización con las necesidades de un programa político y una estrategia de desarrollo económico, que sepa traducir en un "Plan para Todos" exitoso, contrariamente y más allá de ello, cementó estructuras contra las que el MNR luchó desde su fundación. Los señores Sánchez a la cabeza del MNR y ellos sólo como punta del iceberg de la clase política de Bolivia, quisieron solucionar los problemas a su modo en Bolivia. Ahora ellos son el problema mismo y no la solución. Se convirtieron en la misma antítesis del pueblo. Como no pueden escoger al pueblo que quieren gobernar ni tampoco a su oposición, son ahora sus sepultureros.

El mandato político de Sánchez de Lozada está ahora manchado con sangre de gente indefensa, está cubierto con decenas de cadáveres. Perdió su legitimidad y credibilidad como Presidente, así él se aferre a la formalidad legal y constitucional. Este escenario sangriento exije una mínima ética. Todo político consciente de su responsabilidad política tendría que renunciar inmediatamente. No así los señores Sánchez, los que ahora pelean por su poder y por las estadísticas correctas del número de difuntos. Justifican balas de guerra contra piedras. Sólo políticos totalitarios son resistentes al cambio y a la renuncia. El único político de alto rango con credibilidad, Carlos Mesa, tiene que dar curso a otra solución dentro de un proceso democrático.

Antes de los primeros muertos de Amayapampa y Capasirca y las primeras decisiones en contra de la voluntad mayoritaria de Bolivia en su primer período de Gobierno, el pueblo no quería a Sánchez de Lozada pero aún no lo odiaba. Su autosobreestima feudal, desprecio, autoritarismo, cinismo y tozudez intransigente llevaron a que una mayoría del pueblo lo odie.

La población en Bolivia tal vez hubiese tolerado estos rasgos si se trataría algo así como una fuente inspiradora para acciones políticas que solucionen palpablemente la situación de pobreza desesperante en la que se encuentran grandes partes de la población en Bolivia. Lo cierto es que ese carácter y en consecuencia ese accionar político sin capacidad de equilibrar intereses, irradian y practican desprecio hacia las bases políticas y sociales de la sociedad civil, insensibilidad frente a los legítimos anhelos y reivindicaciones políticas y sociales de la mayoría de la población. De ser un Gobierno gobernando pobreza y miseria pasó a ser miseria y pobreza de Gobierno. No se puede gobernar en contra de casi todo un pueblo. Los señores Sánchez no se compenetraron en el movimiento social sino más bien navegan sobre él, lo abstrayeron. Para ellos existe un pueblo virtual con protestas parciales. El "gonismo" sin el MNR y sin las bases políticas y sociales de la población es un anacronismo. Con su política los señores Sánchez lograron convencer y demostrar a la población de Bolivia que ellos se convirtieron en un anacronismo gobernante.

La clase política de Bolivia tiene urgentemente que redescubrir las virtudes del diálogo continuo con toda la sociedad civil, respetándola, tomándola en serio, sin engañar al pueblo, sin trampas hechas y decisiones ya tomadas. Que no se use al diálogo como una nube de humo para desorientar una y otra vez al pueblo, como medio para un fin ya definido a espaldas de la mayoría de la población de Bolivia. Que se advierta que el pueblo de Bolivia -al que los señores Sánchez quieren gobernar- es "un pueblo dueño de su destino, que es un pueblo al que cuando se le tiende la mano leal, sincera y francamente, se recibe todo el cariño y agradecimiento de su parte; pero así también es el pueblo más celoso de su independencia" (...). Dr. Víctor Paz Estenssoro, en Pensamiento Revolucionario.

Al subestimar la sensibilidad y las necesidades del pueblo, al nunca haber tomado en serio lo que la mayoría de la población en Bolivia quiere, al alienarse de las bases políticas y sociales de la población y de las bases políticas rescatables del Movimiento Nacionalista Revolucionario en su accionar político, invitaron a que la antipolítica entre y se expanda en la sociedad. Dieron paso a una oposición creciente, también intransigente y militante. Pusieron el cauce programático de las mínimas bases fundamentales políticas y sociales del MNR de lado. Ignoraron que para gobernar se necesita pilares políticos, sociales e históricos.

El instinto de lucha y la profunda desconfianza del pueblo frente a la clase política traduce la intransigencia y subestima de los señores Sánchez en desprecio frente a sus necesidades urgentes y frente a su causa. La factura de vuelta a los señores Sánchez y también al MNR es también desprecio, y ahora es odio puro. Nadie duda que el señor Sánchez Presidente entiende las estadísticas y es un fiel seguidor de las encuestas, de su visión de empresario y ante todo de su tozudez. Tampoco nadie duda que el otro señor Sánchez actúa magistralmente como un "francotirador del poder", él entiende el juego del poder por el poder. Se complementan simbólicamente y forman una amalgama sulfúrica y "singular" en la historia contemporánea de Bolivia. Ellos están parapetados en el poder.

La Constitución democrática y el Estado de Derecho, si bien en proceso de construcción, son los valores más altos e inalienables que tiene el marco político de Bolivia. Los que desacreditan estos valores con su accionar político, mucho más aún apoyados en el peso de una autoridad político-institucional, asestan golpes con el machete a las raíces constitucionales de Bolivia. Si Paz Estenssoro dijo en 1985, cuando se refirió a su situación económica: "Bolivia se nos muere", ahora en el año 2003, con una situación económica que huele a enfermo de gravedad, y con las masacres de la oposición, se podría parafrasear ese pensamiento y decir: Señores Sánchez, están matando (física, política e institucionalmente) a Bolivia.

El malestar social, económico y la convulsión política existente en Bolivia no es una mera apariencia de los fenómenos. Los responsables del Gobierno malinterpretan esta fuerza política y esta fuerza de protesta. No es una insurgencia para preparar un golpe de Estado, no es un levantamiento de masas. No es ni libio, ni colombiano, ni chino, es muy boliviano.

Este movimiento de protesta, con toda su dureza y crudeza, es también un reflejo de la opresión de siglos, de generaciones y de la marginalización y pauperización de los pueblos aymaras y quechuas, en el fondo de todas las culturas existentes en Bolivia, por élites mestizas, y criollas indiferentes a la realidad, feudales en su visión de sociedad, racistas, reacionarias y chauvinistas. Los activistas políticos en el movimiento de protestas encontraron una válvula de escape en la política del gas, añadiendo además su profunda desconfianza frente a la clase política, de ser nuevamente engañados. ¿Es algo para admirar? El engaño tiene una larga tradición política en Bolivia.

En la realidad política de Bolivia, de convulsión social, de intransigencia en el Gobierno y en la oposición y económicamente hablando, en la realidad de raquitismo en que el país se encuentra, se puede entrever una amarga decepción y desorientación. Bolivia se encuentra políticamente a la deriva y peligra estrellarse contra su propia inviabilidad. El accionar de los señores Sánchez en el MNR, en el Gobierno, pero también el accionar de la coalición de Gobierno está carcomiendo rápidamente alternativas políticas viables de salida de la crisis para todos los bolivianos, independientemente de su clase y etnia.


     

 

   
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