Intelectuales y Académicos

Pobreza Mundial, Pauperización y Acumulación de Capital

 

Autor: Samir Amin

Fecha: 18/10/2003

Traductor: Juan Psico - Especial para PI

Fuente: Monthy Review, Octubre de 2003


El discurso sobre la pobreza y la necesidad de reducir su magnitud, si no erradicarla, se ha puesto de moda hoy. Es un discurso de caridad, en el decimonónico estilo, lo que es no buscar entender los mecanismos económicos y sociales que generan la pobreza, aunque los medios científicos y tecnológicos para erradicarlos están ahora disponibles.
Capitalismo y la nueva cuestión agraria
Todas las sociedades anteriores al tiempo moderno (capitalista) eran sociedades campesinas. Su producción estaba gobernada por varios sistemas y lógicas específicas, pero no por aquellas que gobiernan al capitalismo en una sociedad de mercado, tales como la maximización de la renta de Capital [return of capital].
La agricultura capitalista moderna - abarcando tanto el cultivo a gran escala de familias ricas, y las corporaciones de la agroindustria, se comprometen ahora en un ataque masivo a la producción campesina del tercer mundo. La luz verde para esto se dio en noviembre 2001, en la sesión de la Organización de Comercio Mundial (WTO) en Doha, Qatar. Hay muchas víctimas de este ataque -y la mayoría son campesinos del tercer mundo, que todavía constituyen la mitad de humanidad.
La agricultura capitalista gobernada por el principio de renta de capita [return on capital], que se localiza casi exclusivamente en América del Norte Europa, Australia, y en el Cono Del sur de empleos de América Latina sólo unas decenas de millones de granjeros que ya no son campesinos. Debido al grado de mecanización y al tamaño extenso de las granjas manejadas por un granjero, su productividad va generalmente entre 1 a 2 millones de kilogramos (2 y 4.5 millones de libras) de cereales por granjero.
En agudo contraste, tres mil millones granjeros están comprometidos en el cultivo campesino. Sus granjas pueden agruparse en dos sectores distintos, con grandes diferencias en balanzas de producción, características económicas y sociales, y niveles de eficacia. Un sector, capaz para beneficiarse de la revolución verde, obtuvo fertilizantes, semillas mejoradas, pesticidas, y tiene algún grado de mecanización. Los rangos de productividad de estos campesinos es de entre 10,000 y 50,000 kilogramos (20,000 y 110,000 libras) de cereales por año. Sin embargo, la productividad anual de campesinos excluidos de las nuevas tecnologías se estima en alrededor de 1,000 kilogramos (2,000 libras) de cereales por granjero.
¡La proporción de la productividad del segmento del capitalista más avanzado de la agricultura del mundo sobre el más pobre, que estaba alrededor de 10 a 1 antes de 1940, está ahora próxima 2000 a 1! Eso significa esa productividad ha progresado mucho más desigualmente en el área de agricultura y producción de comida que en cualquier otra área. Simultáneamente esta evolución ha llevado a la reducción de los precios relativos de productos de comida (respecto a otros productos industriales y de servicios) a un quinto de lo que eran hace cincuenta años. La nueva cuestión agraria es el resultado de ese desarrollo desigual.
La modernización siempre ha combinado dimensiones constructivas, a saber, la acumulación de capital y la productividad creciente, con aspectos destructivos: reduciendo el trabajo al estado de una mercancía vendida en el mercado, destruyendo mientras a menudo la base ecológica natural necesitada para la reproducción de vida y para la producción, polarizando la distribución de riqueza en un nivel global. La modernización siempre ha integrado simultáneamente algunos, en tanto los mercados en expansión crearon empleo, y excluyeron otros, que no fueron integrados en la nueva fuerza obrera después de haber perdido sus posiciones en los sistemas anteriores. En su fase ascendente, la expansión global capitalista integró muchos junto con sus procesos excluyentes. Pero ahora, en las sociedades campesinas del tercer mundo está excluyendo masivamente a las personas, y incluyendo relativamente pocos.
La cuestión que se levanta aquí es precisamente si esta tendencia continuará operando con respecto a los tres mil millones seres humanos que aún producen y viven en las sociedades campesinas en Asia, África, y América Latina.
De hecho, lo que pasaría si se tratara la agricultura y producción de comida como cualquier otra forma de producción sometida a las reglas de competición en un mercado abierto y desregulado, como fué decidido en principio en el encuentro de la WTO de noviembre de 2001 WTO en Doha. ¿Forzarán tales principios la aceleración de la producción?
Uno puede imaginar que la comida puesta en el mercado por los tres mil millones campesinos de hoy, después de que ellos aseguran sus propias subsistencias, podría producirse en cambio por veinte millones de nuevos granjeros modernos. Las condiciones para el éxito de tal alternativa incluirían: (1) el traslado de partes importantes de tierra buena a los nuevos granjeros capitalistas (y estas tierras tendrían que ser expropiadas de las manos de poblaciones del campesinado presente); (2) capital (para comprar suministros y equipos); y (3) el acceso a los mercados de consumo. Tales granjeros competirían de hecho con éxito con los billones de campesinos presentes. ¿Pero que pasaría a esos billones de personas?
Bajo las circunstancias, aceptando el principio general de competición para los productos agrícolas y comestibles, como es impuesto por la WTO, significa aceptar la eliminación de billones de productores no competitivos dentro del corto tiempo histórico de unas décadas. Qué será de estos billones de seres de los humanos, la mayoría de los cuales ya es pobre entre el pobres, que se alimentaban con gran dificultad. En cincuenta años tiempo, el desarrollo industrial, incluso en la hipótesis imaginativa de un crecimiento continuado del 7 por ciento anualmente, no podría absorber ni siquiera un tercio de esta reserva.
El argumento mayor presentado para legitimar la doctrina de la competición del WTO es que ese tal desarrollo sucedió en el siglo XIX y XX en Europa y los Estados Unidos, dónde produjo una sociedad moderna, adinerada, urbano-industrial y post-industrial con una agricultura moderna capaz a alimentar la nación e incluso exportar comida. ¿Por qué este modelo no debería repetirse en los países del tercer mundo contemporáneo?
El argumento no considera dos factores del comandante que hacen a la reproducción del modelo en países del tercer mundo casi imposible. El primero es que el modelo europeo se desarrolló a lo largo de un siglo y un medio junto con tecnologías industriales de trabajo intensivo. Las tecnologías modernas usan muchos menos obreros y los recién venidos del tercer mundo tienen que adoptarlos si quieren que sus exportaciones industriales sean competitivas en los mercados globales. El segundo es que, durante esa larga transición, Europa se benefició de la masiva migración de la población sobrante de las Américas.
La disputa que capitalismo ha resuelto de hecho a la cuestión agraria en sus centros desarrollados ha sido siempre aceptada por grandes secciones de la izquierda, siendo un ejemplo el libro famoso de Karl Kautsky, La Cuestión Agraria, escrita antes de la Primera Guerra Mundial. La ideología soviética heredó esa visión, y emprendió en su base la modernización a través de la colectivización Estalinista, con pobres resultados. Lo que siempre se pasó por alto era ese capitalismo, mientras resolvía la cuestión en sus centros, lo hacía a través de generar una cuestión agraria gigantesca en las periferias, que sólo puede ser resuelta a través del genocidio de la mitad de humanidad. Dentro de la tradición Marxista sólo el Maoísmo entendió la magnitud del desafío. Por consiguiente, aquellos que acusaron Maoísmo de una "desviación campesina" demuestran con esta misma crítica una falta de capacidad analítica para entender al capitalismo imperialista, que ellos reducen a un discurso abstracto sobre el capitalismo en general.
La modernización a través de la liberalización de mercado capitalista, como es sugerido por la WTO y sus partidarios, finalmente alinea lado a lado, sin necesariamente combinarlos, los dos componentes: la producción de comida en escala global por los granjeros competitivos modernos principalmente basado en el Norte, pero también posiblemente en el futuro en algunos bolsones del Sur; y el marginamiento, exclusión y empobrecimiento extenso de la mayoría de los tres mil millones campesinos del presente tercer mundo y finalmente su aislamiento en algunos tipos de reservas. Combina así, por consiguiente, un discurso pro-modernización y de eficacia-dominante con un juego de políticas ecológico-culturales de reserva que permiten a las víctimas sobrevivir en un estado de empobrecimiento material (incluyendo ecológico). Estos dos componentes podrían complementarse por consiguiente, antes que entrar en conflicto, entre sí.
¿Podemos nosotros imaginar otras alternativas y, han ellos debatido ampliamente? ¿Unas en las que la agricultura campesina se mantendría a lo largo del futuro visible del siglo XXI, pero que, simultáneamente entran en un proceso de progreso tecnológico y social continuo? De esta manera, los cambios podrían darse en una proporción que permitiría un traslado progresivo de los campesinos hacia el empleo no-rural y no-agrícola. Tal juego estratégico de blancos involucra complejas mezclas políticas a niveles nacionales, regionales y globales.
A nivel nacional implica políticas macro que protegen la producción de comida campesina de la competición desigual de granjeros modernizados y de la corporación agroindustrial local e internacional. Esto ayudará a garantizar precios internos aceptables en la comida aceptable, desconectado de los precios del mercado internacional, que son adicionalmente sesgados por los subsidios agrícolas del Norte adinerado.
Tales blancos de la política también cuestionan los modelos de desarrollo industrial y urbano, los cuales deberían estar basados menos en las prioridades orientadas a la exportación (por ejemplo, mantener los sueldos bajos implica precios bajos para la comida) y más atento a una expansión socialmente equilibrada del mercado interior.
Simultáneamente, esto involucra un modelo global de políticas para asegurar la seguridad nacional de alimentación - una condición indispensable para un país ser un miembro activo de la comunidad global, disfrutando mientras del margen indispensable de capacidad de autonomía y negociación.
A niveles regionales y globales esto implica acuerdos internacionales y políticas que se salen fuera de los principios de la doctrina liberal gobiernan el WTO -reemplazándolos con las soluciones imaginativas y específicas para las diferentes áreas, teniendo en la cuenta mientras tanto los problemas específicos y las condiciones históricas y sociales concretas.
La Cuestión del Nuevo Trabajo
La población urbana del planeta representa ahora casi la mitad de humanidad, por lo menos tres mil millones individuos, con el campesinado representando estadísticamente un porcentaje insignificante de la otra mitad. Los datos en esta población nos permiten distinguir entre lo que nosotros podemos llamar las clases medias y las clases populares.
En la fase contemporánea de evolución capitalista, las clases dominantes - poseedores formales dominantes de los principales medios principales de producción y los mayores gerentes asociados para traerlos al juego - representan sólo un fragmento muy menor de la población global, aunque la porción que ellos toman del ingreso disponible de sus sociedades es significante. A esto nosotros agregamos las clases medias en el viejo sentido del término - no-asalariados, dueños de empresas pequeñas, y gerentes medios que no están necesariamente en declive.
La gran masa grande de obreros en los modernos segmentos de producción consiste en asalariados que ahora hacen a más de los cuatro quintos de la población urbana de los centros desarrollados. Esta masa es dividido en por lo menos dos categorías, la frontera entre tanto visible al observador externo y verdaderamente vivida en la conciencia de individuos afectados.
Están aquellos que nosotros podemos etiquetar como clases populares estabilizadas, en el sentido de que ellos están relativamente afianzados en su empleo, gracias entre otras cosas a calificaciones profesionales que les dan negociando el poder con los patrones y, por consiguiente, ellos están a menudo organizados, por lo menos en algunos países, en las poderosos sindicatos. En todos los casos esta masa lleva un peso político que refuerza su capacidad de negociación.
Otros constituyen las clases populares precarizadas, que incluyen a obreros debilitados en su capacidad de negociación (como resultado de sus bajos niveles de habilidad, su estado de no-ciudadanos, o su raza o género), así como los no-asalariados (el formalmente desempleado y los pobres con trabajos en el sector informal). Podemos etiquetar esta segunda categoría como clases populares "precarias", en lugar de "no-integradas" o "marginadas", porque estos obreros se integran perfectamente en la lógica sistémica que ordena la acumulación de capital.
De la información disponible para los países desarrollados y ciertos países del sur (de los que nosotros extrapolamos datos) obtenemos las proporciones relativas que cada uno de las categorías arriba definidas representa en la población urbana del planeta.
Aunque a los centros corresponde sólo 18 por ciento de la población del planeta, en tanto su población es 90 por ciento urbana, ellos albergan a un tercio de la población urbana del mundo (vea tabla 1).
La clases populares cuentan con tres-cuartos de la población urbana del mundo, mientras subcategoría "precarizada" representa dos-tercios de las clases populares en la escala mundial. (Aproximadamente 40 por ciento de las clases populares en los centros y 80 por ciento en las periferias están en subcategoría "precarizada"). En otros términos, las clases populares precarizadas representan la mitad (por lo menos) de la población urbana del mundo y mucho más que aquella en las periferias.
Una mirada a la composición de las clases populares urbanas hace medio siglo, a continuación de la Segunda Guerra del Mundo, muestra que las proporciones que caracterizan la estructura de las clases populares eran muy diferentes de lo que son ahora.
En ese momento, la porción del tercer mundo no excedía la mitad de la población urbana global (en ese entonces en el orden de un mil millones individuos) contra dos tercios hoy. Megaciudades, como aquéllas que nosotros conocemos hoy en prácticamente todos países el Sur, no existían todavía. Había sólo unas pocas ciudades grandes, notablemente en China, India, y América Latina.
En los centros, las clases populares se beneficiaron, durante el período posguerra, de una situación excepcional basada en el compromiso histórico impuesto al capital por las clases obreras. Este compromiso permitió la estabilización de la mayoría de obreros bajo la forma de una organización de trabajo conocida como el sistema fabril "fordista". En las periferias, la proporción de los precarizados - que era, como siempre, más grande que en los centros - no excedía la mitad de las clases populares urbanas (contra más de 70 por ciento hoy). La otra mita todavía consistía, en parte, en asalariados estabilizados bajo las formas de la nueva economía colonial y de la sociedad modernizada y, en parte, en las viejas formas de industrias manufactureras.
La transformación social principal que caracteriza a la segunda mitad del siglo XX puede resumirse en una sola estadística: la proporción de las clases populares precarizadas subió de menos de un cuarto a más de la mitad de la población urbana global, y este fenómeno de empobrecimiento ha reaparecido en una escala significante en los centros desarrollados mismos. Esta desestabilizada población urbana ha aumentado en medio siglo de menos de un cuarto de billón a más de un billón y medio de individuos, registrando una tasa de crecimiento que supera aquéllas que caracterizan la expansión económica, crecimiento de la población, o el proceso de urbanización mismo.
Pauperización - no hay ningún término mejor para nombrar la tendencia evolutiva durante la segunda mitad del siglo veinte. En conjunto, el hecho en sí mismo es reconocido y reafirmado en el nuevo idioma dominante: "reducir la pobreza" se ha vuelto un tema recurrente de los objetivos que las políticas gubernamentales pretenden lograr. Pero la pobreza en cuestión sólo se presenta como un hecho empíricamente medido, muy crudamente por la distribución del ingreso (la línea de pobreza o un poco menos crudamente por los índices compuestos (como el índice de desarrollo humano propuesto por el Programa de Desarrollo de Naciones Unidas), sin siquiera plantear la cuestión de las lógicas y mecanismos que generan esta pobreza.
Nuestra presentación de estos mismos hechos va más allá precisamente porque nos permite empezar a explicar el fenómeno y su evolución. Los estratos medios, estratos populares estabilizados, y los estratos populares precarizados están todos integrados en el mismo sistema de producción social, pero cumplen funciones distintas dentro de él. Algunos están excluidos de hecho de los beneficios de prosperidad. Los excluidos son una gran parte del sistema, y no están marginados en el sentido de no estar funcionalmente integrados en el sistema.
La pauperización es un fenómeno moderno que es en nada reducible a una falta de ingreso suficiente para la supervivencia. Es realmente la modernización de la pobreza, y tiene efectos devastadores en todas las dimensiones de vida social. Los emigrantes del interior del país se integraron relativamente bien a las clases populares estabilizadas durante la edad dorada (1945-1975) - tendieron a hacerse obreros de las fábricas. Ahora aquellos que han llegado recientemente y sus niños se sitúan en los márgenes de los sistemas productivos principales, creando entonces las condiciones favorables para la substitución de solidaridad de comunitaria por conciencia de la clase. Entretanto, las mujeres son aún más victimizadas por la precariedad económica que los hombres, produciendo mientras una deterioración de sus condiciones materiales y sociales. Y si los movimientos feministas ah logrado sin duda adelantos importantes en el reino de las ideas y conductas, los beneficiarios de estas ganancias son casi exclusivamente las mujeres de las clases medias, ciertamente no aquéllas de las clases populares pauperizadas. En cuanto a la democracia, su credibilidad -y por consiguiente su legitimidad - son drenadas por su incapacidad para refrenar la degradación de un fragmento creciente de las clases populares.
La pauperización es un fenómeno inseparable de la polarización en una escala global - un producto inherente de la expansión del capitalismo realmente existente - que por esta razón debemos llamar imperialista por naturaleza.
El empobrecimiento en las clases populares urbanas se une estrechamente a los desarrollos victimizan las sociedades campesinas del tercer mundo. La sumisión de estas sociedades a las demandas de expansión del mercado capitalista apoya nuevas formas de polarización social que excluyen una proporción creciente de granjeros del acceso al uso de la tierra. Estos campesinos, que han sido empobrecidos o se han vuelto sin tierras alimentan - incluso más que el crecimiento de la población - a la migración a los "pueblos aldeas" [shantytowns]. Todos estos fenómenos están aún destinados a empeorar con tal de que no se desafíen las dogmas liberales, y ninguna política correctiva dentro de este armazón liberal puede controlar su diseminación.
El empobrecimiento pone en cuestión tanto la teoría económica como las estrategias de luchas sociales.
La teoría económica común convencional evita las preguntas reales propuestas por la expansión de capitalismo. Esto es porque sustituye el análisis del capitalismo realmente existente por una teoría de un capitalismo imaginario, concebido como una simple extensión y continua de relaciones de intercambio (el mercado), considerando que el sistema funciona y se reproduce en base a la producción capitalista y las relaciones de intercambio (no simples relaciones del mercado). Esta substitución se acopla fácilmente con la noción a prior, que ni el argumento histórico ni el racional confirman, de que el mercado es autorregulador y produce un óptimo social. La pobreza puede ser explicada entonces sólo por causas decretadas fuera de la lógica económica, como el crecimiento de la población o los errores de la política. La relación de pobreza con el mismísimo proceso de acumulación es dejada de lado por la teoría económica convencional. El virus liberal resultante, que contamina el pensamiento social contemporáneo y aniquila la capacidad de entender el mundo, dejando de lado la posibilidad transformación, ha penetrado profundamente a las varias izquierdas constituidas desde la Segunda Guerra Mundial. Los movimientos actualmente comprometido en las luchas sociales por "otro mundo" y una globalización alternativa, sólo podrá producir adelantos sociales significantes si se libran de este virus para construir un debate teórico auténtico. En tanto ellos no se hayan librado de este virus, los movimientos sociales, incluso el mejor intencionado, permanecerá encerrado con llave en los grilletes del pensamiento convencional y por consiguiente prisioneros de ineficaces proposiciones correctivas - aquellas que son alimentadas por esos que se alimenta por la retórica concerniente a la reducción de pobreza.
El análisis esbozado arriba debe contribuir a abrir este debate. Esto es porque reestablece la pertinencia de la ligazón entre la acumulación de Capital por un lado y el fenómeno de empobrecimiento social por el otro. Hace ciento cincuenta años, Marx comenzó un análisis de los mecanismos detrás de esta ligazón que apenas se ha continuado subsecuentemente desde entonces - y escasamente, en absoluto, en una escala global.


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