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Autor:
Varios
Fecha:
16/5/2004
Fuente:
Varios
EE UU alcanza su punto más bajo en Irak
por José M. Calvo
El País
La ola de violencia que se extiende por todo Irak, las dificultades para la reconstrucción económica del país y la proximidad del traspaso parcial de soberanía el próximo 30 de junio han situado la política de Estados Unidos en su momento más crítico desde la guerra. No obstante, el presidente, George W. Bush, aseguró ayer en su habitual alocución radiofónica de los sábados que las tropas estadounidenses permanecerán en el país árabe después del traspaso de poderes. A cinco meses y medio de las elecciones presidenciales, Bush vive sus horas más bajas y las encuestas comienzan a mostrar una mayoría de ciudadanos descontentos con la política de la actual Administración republicana.
Cuarenta y cinco días antes de la fecha prevista para la transferencia de soberanía a un Gobierno provisional iraquí que aún no existe, la Administración estadounidense lucha para definir su estrategia política y militar sobre el terreno y que eso no perjudique una campaña electoral cada vez más cuesta arriba para el presidente George W. Bush. Las señales que emite Washington sugieren que hay confusión y movimientos en direcciones opuestas y que estos movimientos producen cambios políticos no explicados para adaptarse a las nuevas realidades. Es urgente un plan, un plan que, por ahora, no parece estar sobre la mesa del Despacho Oval.
¿Hay que pactar con los antiguos mandos de Sadam Husein para controlar a los rebeldes, como en Faluya? ¿Hay que negociar con el clérigo radical Múqtada al Sáder, como parecía la semana pasada, o llevar los carros de combate hasta el cementerio de Nayaf, como ocurrió ayer? ¿Hay que retirarse del país "si lo pide el nuevo Gobierno", como dijo el viernes el secretario de Estado, Colin Powell, o hay que seguir allí hasta que la misión esté concluida, como aún decía ayer el presidente Bush?
Lo que suena en Washington es una orquesta que desafina porque no tiene dirección clara: la Casa Blanca pide perdón a los iraquíes por los abusos en Abu Ghraib, pero Bush felicita a Donald Rumsfeld, secretario de Defensa, por el "soberbio trabajo" que está haciendo; Rumsfeld dice que los interrogatorios en las cárceles no violan la Convención de Ginebra y el general Ricardo Sánchez, jefe de las tropas en Irak, prohíbe las técnicas utilizadas. La dirección civil del Pentágono no está en sintonía con el mando sobre el terreno y en Faluya se pasa de jurar venganza por el asesinato de cuatro guardas privados a pactar con la vieja guardia de Sadam para que controle a los insurgentes.
Y después de que el presidente ha repetido que las tropas seguirán en Irak "hasta que acabemos la tarea", el responsable de la Coalición, Paul Bremer, dijo el viernes: "Si el Gobierno provisional nos pidiera que nos fuéramos, nos iríamos", aunque horas más tarde, el secretario de Estado, Colin Powell, matizó: "Si los iraquíes nos dicen, una vez que tengan su Gobierno y su asamblea nacional: 'Creemos que podemos organizarnos nosotros, deberíais volver a casa, muchas gracias', en ese momento diríamos, 'encantados de haberos podido ayudar', y llevaríamos nuestras fuerzas de regreso a EE UU".
¿Qué quiere EE UU en Irak? ¿Hacia dónde se mueve el Gobierno de Bush? "Yo diría que nuestro Gobierno se está moviendo sin dirección alguna. La estrategia inicial se ha quedado en la cuneta y ahora no saben qué hacer. Si uno escucha las discusiones sobre la transferencia de soberanía, si ésta debe de ser limitada o absoluta, uno se da cuenta de que no tienen idea alguna. Es un Gobierno que está en busca de una política". Philip Gordon, uno de los directores de la Brookings Institution, transmite un juicio severo, pero opiniones similares pueden escucharse de muchas otras bocas en Washington, incluso en las más conservadoras: las reacciones de pesimismo causadas por las fotos de los malos tratos en Abu Ghraib, afianzadas por las contradicciones de la táctica militar y las confusiones estratégicas, hacen decir a Robert Kagan y William Kristol en The Weekly Standard que el Gobierno no parece darse cuenta de que se extiende la percepción de que en Irak no hay nada que hacer, con lo cual "Irak podría estar perdido si la Administración de Bush mantiene la opinión de que puede seguir adelante con su estrategia política y militar sin ningún cambio radical de rumbo, sin adoptar medidas audaces y visibles que inviertan la actual trayectoria descendente".
De algunas decisiones de los mandos sobre el terreno se podría deducir un cambio estratégico: ya no se trata tanto de la democracia y la estabilidad en Irak como de la estabilidad a secas. "Yo no creo que exista ninguna duda de que el objetivo es dejar a un lado la democratización y concentrarse en la estabilidad. De hecho, ya hemos rebajado el nivel. Tras la muerte de los guardas en Faluya, el Ejército dijo que no iba a tolerarlo. Semanas más tarde aceptó un acuerdo que básicamente abandona este objetivo para encontrar una solución que no requiere el uso de la fuerza. Creo que abandonamos poco a poco la idea de la superioridad para dominar la situación y estamos dispuestos a aceptar compromisos bastante horribles con gente bastante horrible".
Philip Gordon cree que se trata de "un cambio estratégico considerable". Pero un alto funcionario de la Administración lo rechaza en conversación con EL PAÍS: "¿Estabilidad sólo? No, no estoy de acuerdo. Nosotros aún hablamos de estabilidad y de democracia. Nuestra meta sigue siendo un Irak democrático y libre. No hay cambios. El presidente sigue hablando de democracia". Es verdad, reconoce, "que en Nayaf la situación es un poco complicada: por una parte negociamos, por otro estamos peleando... pero todavía hablamos de las dos cosas", insiste.
El ex general Anthony Zinni, que fue responsable del Mando Central, acaba de explicar en el Centro de Información de Defensa: "Si tú dices que les vas a barrer, hay que hacerlo; si lo dices y luego retrocedes, quedas mal". Jim Hoagland escribe en The Washington Post: "Los mandos militares están llegando a acuerdos con fuerzas locales. Los generales no van a desperdiciar vidas en asaltos frontales por objetivos políticos tan inciertos y poco claros como los de Bush en Irak, o si creen que Kerry declarará la derrota y la vuelta a casa cuando sea elegido".
Fuentes cercanas a congresistas republicanos aseguran que "los militares están que trinan con el liderazgo civil en el Pentágono" porque atribuyen los malos tratos en las cárceles iraquíes "a que Inteligencia militar y la CIA dijeron que había que aumentar la presión, por la urgencia de buscar a Sadam y las armas y por el aumento de la actividad insurgente". Hay mar de fondo, insisten estas fuentes, y el presidente fue al Pentágono el pasado lunes y compareció sin generales al lado, sólo con el vicepresidente Cheney y el secretario de Defensa, Rumsfeld, "para enviar el mensaje a los militares de quién manda aquí".
Lo que necesitan saber los estadounidenses y el resto del mundo es qué quiere hacer el que manda aquí. Bush pintó ayer un paisaje iraquí que cuesta reconocer, sobrado de buena voluntad y falto de decisiones concretas. Y, como apuntan Kagan y Kristol, "si el Gobierno no actúa ahora, puede ser incapaz de evitar el fracaso". La pérdida de la brújula después de un mes y medio de reveses políticos y militares y a mes y medio de la transición en Irak exige que la Casa Blanca:
- Afronte las responsabilidades en las torturas, en lugar de negar la realidad ("He dejado de leer los periódicos", se jactó Rumsfeld en Bagdad).
- Acometa una negociación con la ONU en la que se ceda realmente la autoridad política para organizar la transición e internacionalizar el conflicto.
- Delimite en esa negociación el papel de las tropas que seguirán en Irak tras el 30 de junio y el propio papel de EE UU.
- Resuelva si la democracia y la estabilidad son compatibles en el Irak actual y decidir si la solución a la crisis de Faluya es una excepción o un modelo, y qué consecuencias puede tener si se trata de lo último.
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Decenas de muertos en nuevos combates en lugares santos chiíes
EFE
Soldados estadounidenses y británicos prosiguieron hoy, domingo, sus enfrentamientos con seguidores del clérigo radical Múqtada al Sadr en los alrededores de algunos de los lugares santos chiíes de Irak, donde decenas de personas perdieron la vida.
Según el portavoz de las fuerzas norteamericanas, general Mark Kimmit, 21 iraquíes han muerto a manos de las tropas de EEUU en las últimas 24 horas sólo en Bagdad, en combates que se suman a los registrados en otras ciudades del país.
En una rueda de prensa convocada en Bagdad, Kimmit precisó que la mayoría de las víctimas mortales de la capital iraquí se produjeron en operaciones realizadas en Ciudad Sadr, uno de los suburbios más pobres y cuyas mezquitas se han convertido en bastión de los adeptos al clérigo rebelde.
Durante toda la noche, varios cazabombarderos F-15 realizaron incursiones en ese distrito del este de la capital.
De acuerdo con el general estadounidense, al menos otros siete milicianos fallecieron en el oeste de Bagdad, donde un convoy militar respondió con granadas tras sufrir una emboscada por parte de los insurgentes.
También diez iraquíes resultaron heridos en los combates, precisó Kimmit en la rueda de prensa en el Centro de Convenciones de la capital, objetivo poco antes de un ataque con morteros.
A la sublevación en Bagdad se han sumado levantamientos en otras zonas del sur, de mayoría chií, como Amara, Naseriya y la ciudad santa de Kerbala.
Según un portavoz británico, 16 guerrilleros murieron después de que una patrulla sufriera una emboscada y dos de sus integrantes resultaran heridos en Amara, sin que a primera hora de la tarde se haya divulgado recuento de bajas en la cercana Naseriya.
Testigos en la ciudad de Kerbala precisaron, sin embargo, que al menos dos miembros de la milicia Muqtada han muerto y siete sufrieron heridas en enfrentamientos cerca de los santuarios del Imam Husein y del Imam Abbás en esa ciudad santa.
Según fuentes norteamericanas, serían cuatro los combatientes iraquíes fallecidos en los choques en la localidad, cuyas calles continúan desiertas e inmersas en un silencio sólo roto por las explosiones y los disparos de las ametralladoras.
La nueva espiral de violencia viene a refrendar la inestabilidad que impera en todo el sur de Irak desde que hace más de un mes Múqtada declarara una guerra sin cuartel a las fuerzas de ocupación, después de que EEUU iniciara una ofensiva para capturarle.
La escalada armada no ha impedido que el propio presidente estadounidense, George W. Bush, asegurara que sigue adelante el plan de devolver la soberanía a los iraquíes el próximo 30 de junio, pero ha motivado que varios países de la coalición comiencen a expresar su escepticismo sobre el cumplimiento de ese calendario.
La falta de confianza en que el plan previsto pueda ser finalmente respetado es también compartida por personalidades cercanas al Consejo de Gobierno iraquí, como Adnan Ali, asesor político del Partido Al Dawa, la más antigua formación chií de Irak.
"Sólo cuando los iraquíes tengamos nuestro propio Ejército y una policía eficaz, deberemos tomar una decisión y considerar a las Fuerzas de la Coalición como socios en vez de ocupantes", aseguró a EFE en ese sentido Ali.
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Irak: choques cerca de templos chiitas
BBC
Tropas estadounidenses y combatientes leales al clérigo radical chiita Moqtada Sadr se enfrentaron en la ciudad iraquí de Karbala.
Una columna de aproximadamente diez tanques estadounidenses pasó cerca de los templos de Imam Hussein e Imam Abba, dos de los lugares sagrados más importantes para los chiitas.
Al menos un combatiente iraquí murió en los enfrentamientos y varios civiles resultaron heridos, informaron fuentes de un hospital local.
También se informó que dos iraquíes fallecieron en la ciudad de Nayaf.
Condena iraní
Mientras tanto, el ayatolá Ali Jamenei, líder supremo de Irán, condenó las incursiones estadounidenses en Nayaf y Karbala.
"Los musulmanes no pueden tolerar la descarada incursión de las fuerzas estadounidenses en lugares sagrados".
Jamenei también advirtió que las revelaciones sobre el abuso de prisioneros iraquíes contribuiríac a fomentar el odio contra los estadounidenses.
Más al sur, en la ciudad de Nasariya, funcionarios italianos señalaron que tuvieron que evacuar la sede de la coalición tras los ataques lanzados por grupos de insurgentes el pasado viernes.
Dos funcionarios de la coalición se quedaron en el edificio y se informa de combates esporádicos con saldo de cuatro soldados italianos heridos.
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Straw, "Tropas saldrán de Irak si el gobierno lo pide"
ANSA (Cable)
Las tropas de la coalición anglo-estadounidense abandonarán por completo Irak si el nuevo gobierno de ese país así lo pide, indicó hoy el ministro de Exterior británico, Jack Straw.
Powel: "Aceptaremos cualquier gobierno democrático en Irak"
ANSA (Cable)
El secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, afirmó hoy que Estados Unidos deberá "aceptar" cualquier tipo de gobierno iraquí, aún teocrático, que sea una expresión de elecciones democráticas.
"Debemos aceptar lo que el pueblo iraquí decida", dijo Powell entrevistado por la cadena de televisión NBC.
Powell agregó que para ser aceptado por la comunidad mundial, el futuro gobierno iraquí deberá respetar los derechos del hombre.
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Más de 20 muertos en una nueva jornada sangrienta en Irak
El País
Bagdad, Kerbala, Mosul y Tikrit fueron ayer, de nuevo, algunos de los escenarios de violencia en una jornada más de combates en Irak. Ayer por la mañana, además, el Gobierno británico anunció la muerte de un grupo de unos 16 insurgentes iraquíes durante una emboscada contra soldados británicos que patrullaban al norte de Basora, en el sur del país. Dos soldados británicos, de los 35 implicados en el enfrentamiento, resultaron heridos, y también un iraquí, según un portavoz del Ministerio. El incidente ocurrió el viernes por la tarde, cuando un grupo de iraquíes, armado con granadas de mortero, atacó a dos vehículos en los que viajaban entre seis y ocho soldados británicos.
"Una patrulla de dos vehículos recibió disparos en la provincia de Maysan, en el sur de Al Amara, y la patrulla respondió a los disparos", añadió el mencionado portavoz. Tras el anuncio del Gobierno británico, cerca de Basora, en la localidad de Al Zubaira, al menos un civil iraquí murió y otros tres resultaron heridos en un ataque con granadas contra un vehículo particular.
Por otro lado, dos milicianos del Ejército del Mahdi, que controla el clérigo radical chií Múqtada al Sáder, murieron ayer en combates librados con soldados de Estados Unidos en la ciudad santa de Kerbala. Estados Unidos asedia desde hace más de un mes las ciudades santas chiíes de Nayaf y Kerbala en un intento por desarmar al Ejército del Mahdi y capturar "vivo o muerto" a su líder, escondido en la mezquita del imam Alí.
Combates en Bagdad También en Bagdad se suceden los combates. Ayer por la mañana se escucharon varias explosiones cerca del cuartel general de la Coalición, en el centro de la capital iraquí, sin que se informase de su naturaleza o sus posibles consecuencias. También se confirmó el fallecimiento de un soldado norteamericano tras haber resultado herido en un ataque con bomba contra un convoy militar al norte de Bagdad. Además, fuentes chiíes aseguraron que tres milicianos y un policía iraquíes murieron al ser alcanzados por disparos de soldados norteamericanos. Al norte de la capital, cerca de Tikrit, dos policías y un guardia civil fueron abatidos durante la pasada madrugada por disparos de desconocidos.
Además, la policía iraquí confirmó que al menos cuatro iraquíes murieron ayer y cerca de una veintena resultaron heridos en un ataque con morteros contra un centro de reclutamiento en la ciudad de Mosul. Por su parte, el comandante de las fuerzas terrestres estadounidenses en Irak, el general Ricardo Sánchez, declaró ayer que la coalición estaba "comprometida a respetar los lugares santos" en Nayaf y Kerbala y a "aportar una salida rápida" a la crisis que les enfrenta con milicianos chiíes radicales. "Tenemos dos objetivos: debemos conseguir que Al Sader se someta por sí mismo a la justicia iraquí, y que desmantele su milicia", declaró el general.
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Otro día de choques armados en Irak causaron 53 muertos
Clarín
Al menos 48 iraquíes y cinco soldados de las fuerzas de ocupación estadounidenses murieron en las últimas horas en enfrentamientos armados y atentados en Irak. Parte del desastre fue en las ciudades sagradas de Najaf y Karbala.
Las tropas norteamericanas de ocupación dijeron que pretenden sofocar la revuelta en esas ciudades "lo antes posible". Sin embargo, las circunstancias son difíciles. Ya EE.UU. sufrió una derrota en el sitio y ocupación de otra ciudad sagrada, Fallujah donde no pudieron desarmar a los francotiradores y ni controlar el lugar.
El máximo jefe militar estadounidense en Irak, general Ricardo Sánchez, dijo que sus tropas buscan "dar un rápido desenlace" a los combates con las milicias del líder radical shiíta, Muqtada al Sadr, que se profundizaron en los últimos días en el sur del país, tanto en Najaf como Karbala.
El militar dijo que en su opinión "la gente del sur del país, la de Najaf y Karbala, está cansada de esta situación. Quiere la paz, la reapertura de las escuelas y de los negocios, una vida normal".
Esa noción se contradice con la percepción entre los analistas que lo que se ha incubado en Irak es un movimiento de corte nacional y que la ocupación crece consolidada por un generalizado repudio a la ocupación extranjera.
La urgencia de los aliados para anular el liderazgo de Al Sadr se advirtió ayer cuando las tropas norteamericanas atacaron las oficinas del dirigente en una operación conjunta con helicópteros que abrieron fuego sobre las posiciones de la resistencia.
Más allá de las palabras de Sánchez respecto al comportamiento que espera de los civiles, Irak vivió una nueva serie de combates, ataques y atentados que causaron decenas de víctimas en estas horas.
La batalla más sangrienta ocurrió en Amara, provincia de Maysan, sur del país, donde tropas británicas mataron a 20 combatientes iraquíes. No hubo bajas inglesas, solo dos heridos.
En la madrugada de ayer, las fuerzas estadounidenses mataron a 20 iraquíes e hirieron a otros diez en operaciones en Bagdad, informó el general Mark Kimmit, subjefe de operaciones estadounidenses en Irak.
El epicentro de los ataques fue el barrio shiíta de Sadr City. Allí, "las fuerzas de la coalición continúan conduciendo operaciones ofensivas para reestablecer la estabilidad y mataron a 14 enemigos", dijo Kimmit al hacer un balance de las operaciones contra Sadr.
En la parte oeste de Bagdad, dijo Kimmit, una patrulla estadounidense fue atacada por miembros de la resistencia y respondió al fuego, matando a siete guerrilleros.
Los norteamericanos, en cuatro vehículos militares, exigieron la entrega de todas las armas en 10 días a los habitantes de Sadr City. En un intento poco ortodoxo para lograron, ofrecieron dinero a la gente. No dijeron cuánto.
La jornada dejó el saldo de cinco norteamericanos muertos, tres de ellos en ataques en el sur y norte de Bagdad. Los dos restantes murieron por las heridas sufridas en una ofensiva de la resistencia con morteros y el otro cayó bajo el fuego de un francotirador.
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Una masiva marcha en Tel Aviv exige el retiro israelí de Gaza
por Shlomo Slutzky
Clarín
Más de 200 mil israelíes se concentraron ayer en la plaza Yitzhak Rabin en Tel Aviv, a favor del retiro de las tropas de Israel de la Franja de Gaza, en la mayor manifestación de los grupos pacifistas y de izquierda desde setiembre de 1982, cuando se exigió y logró la renuncia del actual primer ministro y entonces titular de Defensa, Ariel Sharon.
Después de una semana trágica de violentos enfrentamientos entre ambas partes en la que murieron cincuenta israelíes y palestinos en la Franja de Gaza, los manifestantes salieron a la calle reclamando el fin del peligroso statu quo en el que se encuentra Israel en esa ciudad palestina.
La multitudinaria manifestación se realizó en el día del aniversario de la Nakva, la tragedia palestina que —para ellos— se produjo a partir de la creación del Estado de Israel el 14 de mayo de 1948.
Los actos se iniciaron con un minuto de silencio en memoria de 13 soldados israelíes muertos esta semana en Gaza.
Los grupos pacifistas, que colmaron ayer la plaza que lleva el nombre del asesinado primer ministro laborista Yitzhak Rabin, declararon representar a la "mayoría pasiva" que apoya (cerca del 80%) "la retirada unilateral de toda la Franja de Gaza", como lo señaló en su discurso Shimon Peres, ex jefe de Gobierno, Premio Nobel de la Paz y hoy presidente de la oposición laborista.
Diferentes encuestas que fueron publicadas el viernes en los principales diarios de Israel, marcan que entre un 71 y un 79% de la población israelí respalda la retirada militar y civil de Gaza, lo que representa un crecimiento de cerca del 15 por ciento en el apoyo a esa medida en comparación con sondeos realizados el 4 de mayo, dos días después de ser boicoteado por 50.000 miembros del partido oficialista, el Likud, un plan de Sharon para retirarse de Gaza.
La concentración, convocada por el denominado "Frente de la Mayoría", se realizó bajo los lemas: "Elegir por la vida-salir de los territorios ocupados" y "Salir de Gaza y comenzar a negociar".
Abshalom Vilan, ex oficial de los comandos especiales israelíes, veterano fundador del movimiento "Paz Ahora" y actual diputado, comentó ayer a Clarín: "Es paradójico e inaceptable que 50 mil miembros del partido de gobierno —de un total de 200 mil afiliados— decidan por el futuro de todos los israelíes, que en su gran mayoría apoyan la retirada de Gaza y de Cisjordania. El Frente de la mayoría apoya la paz a cambio de territorios y el diálogo con los palestinos para lograrlo. Esta manifestación en la plaza en la que fue asesinado Rabin 9 años atrás, es una demostración de que sólo ése es el camino para poner término a las interminables muertes de ambas partes".
Además de Shimon Peres, en el acto de anoche hablaron Yossi Beilin, líder del partido Yahad; Amir Peretz, el jefe de la Confederación de Trabajadores de Israel, y Ami Ayalon, ex jefe del Shabak (Servicio Secreto de Seguridad), quien desde que finalizó sus funciones en el 2000, está abocado al diálogo por la paz entre israelíes y palestinos. También apoyaron la iniciativa pacifista el padre de un soldado israelí que murió en Gaza un año atrás, y un colono judío que vive en Cisjordania.
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Una mayoría desaprueba la gestión de Bush por primera vez durante su mandato
por J. M. Calvo
El País
Hace ocho años que EE UU no conocía un malestar tan amplio en la opinión pública como el de hoy: solamente un 33% de los estadounidenses está contento con la forma en que van las cosas. Nunca, desde que está en la Casa Blanca, George W. Bush había tenido más gente en contra que a favor, como ahora. La historia de los últimos treinta años le ofrece a Bush más inquietud que otra cosa: los dos presidentes que fracasaron en la reelección -su padre y Carter- estaban tocados a cinco meses y medio de las elecciones, lo contrario que Reagan y Clinton, los dos que fueron reelegidos.
El presidente que se presenta a la reelección tiene enormes ventajas frente al aspirante. Su arma es conseguir transformar las elecciones en un referéndum, más fácil de ganar que unos comicios cuando se organiza desde el poder. Por eso, desde la derrota en 1932 de Herbert Hoover ante Franklin D. Roosevelt, y salvo las circunstancias excepcionales de Gerald Ford, todos los titulares de la Casa Blanca han sido reelegidos menos dos: Jimmy Carter y George Bush padre. Poco antes de los veranos electorales de 1980 y 1992, ambos tenían índices de popularidad en torno al 40% que ya no se levantaron durante el otoño.
En el caso opuesto se sitúan Ronald Reagan y Bill Clinton, que derrotaron con facilidad en 1984 y en 1996 a Michael Dukakis y a Bob Dole tras haber abordado la recta final con porcentajes del 50 al 60%. Los que iban mal en el verano acabaron mal en otoño; los que iban bien, ganaron la reelección.
¿Cómo va George W. Bush de cara al próximo 2 de noviembre? Mucho peor que hace unos meses, pero todavía fuera de lo irremediable. Además de que "cinco meses y medio son un mundo en los sondeos, porque puede haber muchas variables", como señala uno de los responsables del Pew Center, hay datos nuevos en cada elección que no permiten extrapolar resultados anteriores. Lo que le ocurre a Bush es que ha perdido el capital de opinión pública que tenía hasta diciembre (63% de apoyo tras la captura de Sadam) y que la recuperación es difícil, porque en parte depende de acontecimientos que no controla.
Según el último sondeo de Gallup, su aceptación global ha descendido al 46%. Según la encuesta del Pew Center, al 44%. Este instituto añade que sólo una de cada tres personas está contenta con la situación general. Las preguntas han sido hechas en plena turbación nacional por las torturas en Abu Ghraib, y también con un precio de la gasolina por las nubes: hace 23 años que no costaba tan cara. Los dos dólares por galón -1,62 euros los 3,78 litros- serían un maná en Europa, pero el salto psicológico de la barrera de los 2 dólares afecta al humor nacional en EEUU.
El 51% de los norteamericanos creen que lo de Irak no va bien -es la primera vez que la mayoría opina eso en el barómetro del Pew Center- pero sigue habiendo un 53% contrario a la retirada de tropas -frente al 42% a favor- hasta que no haya un Gobierno estable. Bush mantiene una pequeña ventaja frente al demócrata John Kerry cuando se pregunta quién sería mejor para lidiar con Irak y con el terrorismo, y Kerry destaca en economía y asuntos sociales. En intención de voto, el demócrata está ligeramente por delante, pero su problema sigue siendo el ecologista Nader: cuando el sondeo se basa en la rivalidad Kerry-Bush, el resultado es 50 contra 45; cuando entra Nader en juego, los cinco puntos se quedan en tres. Bush gusta más que Kerry en carácter: se le ve como determinado y se aprecia su testarudez -dispuesto a tomar decisiones difíciles o impopulares- frente a la imagen de Kerry: el 42% cree que cambia demasiado de opinión. Los 60 millones de dólares de la campaña republicana gastados en anuncios que le pintan como chaquetero y poco de fiar han dado resultado, mientras que la publicidad de los demócratas y de sus organizaciones paralelas no ha tenido el mismo efecto en Bush.
Kerry ha apretado el acelerador para rentabilizar el mal momento de Bush, pero su mensaje aún no traspasa. En el cartucho que todavía guarda -la elección de aspirante a vicepresidente- destacados demócratas insisten en que hay que dar la campanada con el republicano independiente John McCain. Él lo descarta, pero muchos líderes y votantes creen que en unas elecciones tan polarizadas, la única posibilidad de ganar a Bush-Cheney es con un ticket Kerry-McCain. "Sería el equivalente político del fichaje de Alex Rodríguez por los Yankees [el contrato beisbolístico de la temporada]", declara a The New York Times el estratega demócrata Chris Lehane.
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Rice tantea a Putin en busca de una fórmula de consenso para Irak por Pilar Bonet
El País
La consejera de Seguridad Nacional norteamericana, Condoleezza Rice, sondeó ayer a los dirigentes rusos en busca de una fórmula de consenso con el fin de hacer compatible la transferencia de soberanía y el control militar en Irak para el 30 de junio, la fecha fijada para el restablecimiento de una Administración autónoma en Bagdad.
Rice se entrevistó con el presidente ruso, Vladímir Putin, al que entregó una carta del presidente George W. Bush, según varias agencias de información rusas, que citaban fuentes del Kremlin sin dar detalles sobre el contenido de la misiva. El secretario de prensa del Kremlin, Alekséi Grómov, situó la cita entre Rice y Putin en el marco del diálogo regular ruso-norteamericano y dijo que, aparte de Irak, se debatió también la situación en Oriente Próximo. Rice se reunió también ayer con el jefe del Consejo de Seguridad, el ex ministro de Exteriores Igor Ivanov. Ambas partes "expresaron su disposición a seguir coordinando esfuerzos" en interés de la regulación política de los conflictos en Irak, Oriente Próximo y Afganistán, según la agencia Itar-Tass.
Rice, que hoy viaja a Berlín con el mismo objetivo que en Moscú, se entrevistó con otros dirigentes rusos, incluido el jefe del Gobierno, Mijaíl Fradkov; el jefe de la Administración presidencial, Dmitri Medvédev, y debía entrevistarse con el ministro de Defensa, Serguéi Ivanov. Discrepancias Hasta ahora, Moscú y Washington discrepan sobre los ingredientes de una resolución del Consejo de la ONU. Moscú quiere que tenga en cuenta los intereses de todas las corrientes existentes en Irak, lo que supone contar con sectores a los que se opone hoy la Administración norteamericana, como los chiíes, una comunidad que está ayudando hoy a los rusos en las negociaciones para liberar a dos rehenes de esta nacionalidad secuestrados esta semana en Irak.
La visita de Rice a Moscú es uno de los varios frentes diplomáticos en los que se comienza a tantear la fórmula de una resolución. En Washington, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, dijo el viernes que el nuevo Gobierno iraquí debe ser formado con un criterio de transparencia, ser aceptable para los iraquíes y legítimo ante la comunidad internacional. "Hoy no hay ningún esquema concreto, ningún proyecto de resolución para la entrega de poder (al nuevo Gobierno); está en marcha un intercambio amistoso de puntos de vista. Espero que, como resultado de este intercambio, aparezca una plataforma común", afirmó Lavrov. La conferencia internacional a la que aspira Moscú, puntualizó el jefe de la diplomacia rusa, "no es un objetivo en sí mismo, sino un método para conseguir la transparencia en la formación de un nuevo Gobierno". Lavrov reiteró que Rusia no planea enviar tropas a Irak, aunque "aspira a ayudar al pueblo iraquí a reconstruir la economía".
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Una medida de Rumsfeld legitimaba los abusos
Clarín
Los abusos y torturas a los que fueron sometidos los prisioneros iraquíes en la cárcel de Abu Ghraib no fueron producto de la perversión aislada de algunos soldados sino el resultado de una norma aprobada en 2003 en secreto por el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, asegura el veterano periodista Seymour Hersh en la edición de la revista The New Yorker que aparecerá mañana.
"Atrapen a aquellos que haya que atrapar y hagan con ellos lo que quieran", era la misión de los militares encargados de los interrogatorios, según las fuentes citadas por Hersh, quien sostiene que las raíces del escándalo que sacude Estados Unidos "no descansan en las tendencias criminales de algunos soldados sino en una decisión aprobada el año pasado". Para su artículo, el periodista consultó a miembros de los servicios de inteligencia retirados y en actividad.
La decisión tenía por finalidad "extender los límites de un programa altamente secreto de búsqueda de miembros de Al Qaeda a los interrogatorios de prisioneros en Irak", asegura la revista. La decisión fue elaborada por Stephen Cambone, subsecretario de Defensa para Inteligencia, y luego fue aprobada por Rumsfeld y por Richard Myers, jefe de las Fuerzas Armadas de EE.UU. La subsecretaría dirigida por Cambone fue creada por Rumsfeld, durante su reorganización del Pentágono.
Los artículos de Hersh en The New Yorker dieron el puntapié inicial del escándalo de las torturas a prisioneros. La cadena CBS tomó la decisión de exhibir las fotos que sacudieron al mundo luego de que apareció la primera nota de Hersh en la revista. No es la primera vez que el periodista le lima el piso al ejército de EE.UU. En 1972 publicó su investigación de la masacre de los soldados en la aldea de Mi Lay, durante la guerra de Vietnam.
Las autoridades consultadas por Hersh admitieron que el programa utilizado en Abu Ghraib "alentaba la coerción física y las humillaciones sexuales de prisioneros iraquíes para obtener más información sobre la creciente insurrección en Irak".
Según la investigación, el general Geoffrey Miller, comandante del centro de detención de la base naval de Guantánamo, en Cuba, que llegó a Bagdad en agosto, habría recomendado "guantanamizar" el sistema en la cárcel de Abu Ghraib. Pero Rumsfeld y Cambone —dice Hersh— "fueron más lejos" al implementar métodos "no convencionales", sobre todo por el recurso de las humillaciones sexuales, utilizadas para sacar información necesaria para reprimir la insurrección.
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Powell promete justicia a los países árabes tras las torturas en Irak
por Angeles Espinosa y Sandro Pozzi
El País
Colin Powell ejerció ayer de apagafuegos. El secretario de Estado norteamericano aprovechó su discurso inaugural ante el Foro Económico Mundial en la localidad jordana de Sweime para asegurar a una audiencia mayoritariamente árabe que lo sucedido en la prisión iraquí de Abu Ghraib es "inconsistente con los valores de EE UU", y reiterar que su país hará justicia.
Por otra parte, el general Ricardo Sánchez, responsable de las tropas de la coalición en Irak, decidió el pasado jueves introducir nuevas reglas de interrogatorio a prisioneros prohibiendo los métodos más coercitivos, informó el Pentágono en la noche del viernes.
El secretario de Estado, Colin Powell, como antes el rey Abdalá de Jordania, admitió en de forma implícita el estancamiento del proceso político en la región al reconocer que, al igual que un año atrás, Irak y el conflicto israelo-palestino marcan la agenda. Respecto al primero de los asuntos, Powell abordó de entrada el escándalo de las torturas, sin tratar de minimizar la gravedad de los hechos que, aseguró, le habían "inquietado profundamente". "No vamos a escondernos", señaló, "vamos a afrontarlo y tengan la seguridad de que se hará justicia". "Van a ver la democracia de EE UU en acción", prometió. No obstante, insistió en que no deben ocultar el gran trabajo que la mayoría de los soldados están llevando a cabo en ese país.
En cuanto a la transición política, repitió el programa de traspaso de soberanía el 30 de junio y organización de elecciones siete meses después. Pero el cambio de tono era perceptible. Subrayó sobre todo la implicación de la ONU y destacó el trabajo de su enviado, el diplomático Lajdar Brahimi. "En el plazo de dos semanas habrá identificado a los dirigentes que formarán el Gobierno provisional", anunció. También destacó que el nuevo embajador, John Negroponte, no sustituirá a Paul Bremer como administrador del país. "Es el Gobierno provisional el que va a remplazarle", apuntó. Privación de sueño Las declaraciones de Powell se producen poco después del cambio en las técnicas de interrogatorio por orden del general Sánchez, una decisión que ha sacado a la luz nuevas contradicciones en el Pentágono. Rumsfeld dijo el jueves, tras su visita sorpresa a Abu Ghraib, que EE UU está respetando la Convención de Ginebra, salvo en el caso de los presos de Al Qaeda.
El secretario de Defensa reiteró que los abusos que estaban saliendo a la luz en Irak eran obra de unos pocos. Pero el general Sánchez, en plena marejada de críticas contra la actuación de sus militares, ponía en evidencia a Rumsfeld al introducir nuevas directrices para los interrogatorios.
El Mando Central en Irak, para empezar a corregir la situación creada a raíz del escándalo de las torturas, prohibió las técnicas más coercitivas, como la privación del sueño a los detenidos -72 horas-; encapuchar a los prisioneros; forzarlos a estar en cuclillas desnudos durante un largo periodo -más de 45 minutos- para provocarles situaciones de estrés o usar perros para intimidarlos. Estos métodos fueron calificados el jueves por Paul Wolfowitz como tácticas "inhumanas" durante una comparecencia ante el Senado.
La de Wolfowitz era la segunda contradicción ese día hacia la afirmación de Rumsfeld sobre el respeto a la Convención de Ginebra. El Pentágono mantenía hasta ahora que estas técnicas no violaban el citado acuerdo y estaban permitidas por los mandos sobre el terreno si las consideraban apropiadas. Ninguna fue, en cualquier caso, autorizada desde el Mando Central estadounidense en Irak. El general Ricardo Sánchez sí podrá considerar la posibilidad de aplicar a los prisioneros largos periodos de aislamiento -superiores a los 30 días-. Una táctica que, según reconocieron fuentes del Pentágono, ha sido aprobada en 25 ocasiones.
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El laborismo ya analiza la salida de Tony Blair
Clarín
El vice primer ministro británico, John Prescott, admitió ayer que en Londres ya se analiza la salida del premier Tony Blair y que los ministros del gabinete del laborista ya "se están posicionando" para la época en la que el mandatario ya no esté en el poder, según declaró al diario The Times.
La entrevista se realizó tras una semana de intensas especulaciones en la prensa respecto de que la crisis en Irak podría acelerar la partida de Blair, dejando el camino abierto al ministro de Economía, Gordon Brown, para sucederlo.
"Cuando las cosas se mueven, todo el mundo se posiciona para ello", reconoció Prescott.
Sin embargo, tras la publicación de la entrevista, el vice premier objetó la forma en que el diario tituló la nota: "Hay una carrera para colocarse la corona de Blair, dice Prescott".
"El titular del Times no es real —se quejó—. Lógicamente está habiendo especulación respecto del liderazgo, pero la realidad es que no hay una carrera por la posición del primer ministro", se retractó ayer.
Sin embargo, en la entrevista reconoce que hay conversaciones entre los líderes políticos del Partido Laborista (en el poder) sobre la posible partida de Blair.
De todas maneras, Prescott rechazó la idea de una "coronación" de Brown en el caso de que Blair renuncie. "Cualquier decisión sobre la sucesión será tomada en última instancia por el partido (...) No tenemos coronaciones en el laborismo", sentenció.
El viernes, durante una visita al distrito de Sedgefield, en el norte de Inglaterra, Blair se comparó con un director técnico de un equipo de fútbol que es criticado después de perder algunos partidos. "Lo dejas a un lado y sigues adelante con el trabajo", le dijo al Newcastle's Evening Chronicle.
"La política es un paseo accidentado, es un paseo accidentado de principio a fin y debes hacer lo que consideras correcto. Puedo disgustar a algunas personas, pero eso forma parte de la vida", señaló.
El primer ministro británico ha sido desde un principio el principal y mayor aliado de EE.UU. en Irak. Y muchos miembros del Partido Laborista están disgustados con Blair por la política seguida en el Golfo y se estima que el movimiento no obtendrá buenos resultados en las elecciones locales y europeas del mes que viene, ya que los tradicionales votantes de la izquierda posiblemente no acudan a votar.
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