El 15 de febrero fue una jornada histórica e inédita.
Más de 10 millones de manifestantes en alrededor de 600 ciudades
en todo el mundo, salieron a las calles para decirle no a la guerra
imperialista contra Irak. La contundencia de la movilización
impactó en los gobiernos, pero sobre todo en el estado de
ánimo de millones en todo el mundo que quieren detener esta
ofensiva. A medida que pasan los días se debilita la posición
guerrerista frente a la opinión pública internacional
y sobre todo en los países beligerantes. Los estudiantes
en Gran Bretaña llaman a ocupar sus universidades si comienza
la guerra, mientras crece en las encuestas el rechazo a la misma
incluso si se hiciera con el aval de la ONU. En Italia, activistas
anticapitalistas intentaron bloquear las vías del ferrocarril
para impedir que circule el material militar para la zona del Golfo,
mientras que los sindicatos están planteando la posibilidad
de convocar a la huelga si comienzan las acciones bélicas.
En Estados Unidos, las coaliciones antiguerra están preparando
una nueva acción masiva para el 15 de marzo.
IMPERIALISMO: O GUERRA O PAZ DE LOS CEMENTERIOS
Las movilizaciones del 15 de febrero fueron un gran paso en la
lucha contra la guerra pero no alcanzaron para hacer retroceder
a Bush y sus aliados. Mientras siguen las disputas diplomáticas,
los preparativos de guerra han avanzado enormemente. Los portaviones,
los aviones caza y las tropas norteamericanas y británicas
ya están desplegadas en la zona del Golfo Pérsico.
Para muchos analistas militares la guerra comenzaría a mediados
de marzo.
No hay tiempo que perder. Es necesario redoblar la movilización.
Una amplia vanguardia de centenares de miles comprende los objetivos
imperialistas de la guerra, así lo demuestran sus consignas
"¡No a la guerra por el petróleo!" "¡No
a la guerra por el imperio!". Pero mayoritariamente el movimiento
antiguerra abriga ilusiones pacifistas, por ejemplo de que las Naciones
Unidas pueden detener el curso de la guerra o que esto puede lograrse
sólo con la "desobediencia civil" y las protestas
callejeras. Los revolucionarios distinguimos la acción conciente
de las direcciones burguesas y reformistas que usan los argumentos
de la "paz" para sus propios objetivos reaccionarios,
de las lógicas ilusiones pacifistas del movimiento de masas.
En este momento, en los países imperialistas el sentimiento
pacifista tiene un elemento progresivo porque lleva a amplios sectores
a enfrentar a sus propios gobiernos. Pero transformado en estrategia
termina planteando que los pueblos oprimidos del mundo pueden convivir
en paz con sus opresores, sin atacar las bases del sistema capitalista
imperialista.
La experiencia histórica de la lucha por la liberación
de la India bajo Gandhi es presentada por los pacifistas como la
muestra más contundente de que los pueblos pueden liberarse
sin ejercer la violencia contra sus opresores. La India consiguió
su liberación formal como colonia inglesa gracias al heroísmo
de su pueblo, que sin embargo tuvo que pagar un costo enorme en
miles de vidas por la resistencia "no violenta" alentada
por Gandhi frente a las asesinas tropas del imperio británico.
Así, el pueblo indio no logró liberarse derrotando
definitivamente a sus explotadores y opresores, sino que su dirección
terminó aceptando un estatus de nación semicolonial
para la India. La violencia del hambre hoy en las calles de Calcuta
muestra la catástrofe de esa estrategia pacifista.
No hay ninguna "paz" posible mientras persistan la dominación
imperialista, que condena a millones al hambre, la explotación
y la miseria y que no duda en lanzar las peores masacres para defender
las ganancias de sus monopolios. Por eso no sólo debemos
pelear contra las bombas de Bush, Blair, Aznar y Berlusconi, sino
también contra el plan imperialista de las "inspecciones
de armas" de Chirac y Schroeder, así como por el levantamiento
inmediato de todas las sanciones económicas impuestas por
la ONU. Ante la eventualidad de una guerra no somos "pacifistas"
ni neutrales sino que estamos por la derrota de Estados Unidos y
sus aliados. A la vez que nos ubicamos incondicionalmente en el
campo militar iraquí, no le damos el más mínimo
apoyo político al reaccionario régimen de Hussein,
opresor de su propio pueblo y de la minoría kurda.
UNA POLITICA REVOLUCIONARIA
En los países imperialistas europeos, donde el movimiento
antiguerra es de masas, coincidimos con lo que plantean los compañeros
marxistas revolucionarios británicos de la Liga por una Internacional
Comunista Revolucionaria (LICR), con la que ya hemos sacado pronunciamientos
comunes ante la lucha palestina, la guerra imperialista contra Afganistán
y la ofensiva imperialista contra Irak. En un reciente artículo
titulado "Después del 15 de febrero - Por una huelga
general global contra la guerra" los compañeros plantean
que en los países europeos "se deberían formar
organismos nacionales, que unan a los delegados de los foros y asambleas
locales y a los sindicatos que quieran emprender la acción
directa contra la guerra. En Europa, si Bush desencadena la guerra,
debemos pelear por una huelga general en las empresas, las escuelas
y las universidades en cada país. Debemos obligar a los dirigentes
de los sindicatos y las federaciones sindicales de todo el mundo
a declarar una huelga general global. Tenemos que golpear a los
guerreristas donde más les duele. Tenemos que bloquear y
sabotear los esfuerzos de guerra en todo lugar donde podamos: llamamos
a los trabajadores en los sindicatos y a los activistas antiguerra
a bloquear el transporte militar en los puertos, los ferrocarriles
y los aviones. Llamamos a la acción directa y a focalizar
las campañas de boicot contra las corporaciones norteamericanas
como la Esso y las embajadas de Estados Unidos" (Workers Power
Global, Londres)1.
Esta perspectiva de acción directa del movimiento de masas
contra la guerra y los gobiernos imperialistas que la llevan adelante,
puede alentar la movilización en los países semicoloniales.
En América Latina, uno de los centros de la lucha contra
el imperialismo yanqui, se han realizado importantes movilizaciones
de vanguardia para repudiar el ataque militar a Irak, tenemos que
reforzar la movilización y la solidaridad con el pueblo iraquí.
El movimiento antiguerra ha adquirido un carácter internacional
que plantea con más urgencia que nunca la tarea de unir la
lucha en los países centrales con la de los países
semicoloniales, que como en Argentina, Venezuela o Bolivia se levantan
contra el imperialismo. Los revolucionarios tenemos planteada la
oportunidad y el desafío de confluir con los sectores más
avanzados de este movimiento bajo una estrategia común internacionalista
y revolucionaria, uniendo la lucha contra la guerra a la lucha contra
nuestros propios explotadores y sus gobiernos sirvientes para liquidar
las bases mismas del sistema imperialista que condena a la mayoría
de la humanidad a la miseria y recurre a la guerra para sostener
su dominio.
1 http://www.workerspower.com/wpglobal/wardemo.html
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