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Decisivo triunfo militar de Estados Unidos

 

La ocupación imperialista de Irak y el aborto de una guerra de liberación nacional antiimperialista

Nicolás Miranda, integrante de Clase Contra Clase (Chile), Fracción Trotskista - Estrategia internacional. Especial para Partes de Guerra.

10/04/03

La ocupación de Bagdad por las tropas imperialistas de Estados Unidos (EUA), ha sorprendido al mundo entero, incluido el mando militar de EUA, tanto por su velocidad, como por la casi nula resistencia que encontraron. Todos los análisis previos, también los que hicimos desde estas páginas, en cuanto a que la guerra se extendería en el tiempo (algunos decían que duraría varios meses), o en cuanto a que los invasores imperialistas encontrarían una fuerte resistencia, fueron contundentemente desmentidos por los hechos. Creemos que las previsiones no respondían a una campaña propagandística imperialista para justificar, por ejemplo, la multiplicación de los "errores" que causaron la muerte de miles de civiles, o el uso de bombas de racimo y uranio empobrecido, ante una guerra de una extrema dureza. Tampoco respondió a un voluntarismo izquierdista de algún tipo con una ilusoria confianza en la resistencia popular. Se basó en hechos objetivos que se manifestaron como elementos de guerra de liberación nacional, parciales y dispersos, en estos 21 días que demoró la guerra hasta la toma de Bagdad. Probablemente continúen algunas escaramuzas militares. Al momento de escribir estas líneas, hay algunos combates al Norte de Irak y un nuevo atacante suicida se hizo estallar en Bagdad. Sin embargo, creemos que no cambiará el balance estratégico de las fuerzas. Esta guerra había provocado que se despertara un movimiento de masas que en las calles expresó objetivamente su antiimperialismo, las masas árabes esperaban ver derrotado a su más odiado enemigo, los pueblos del mundo esperaban terminar encontrándose con la mayor potencia imperialista debilitada y, en el mejor de los casos, derrotada. Esta esperanza de muchos, esta lucha de muchos otros, fue súbitamente anulada. Los elementos de guerra de liberación nacional que parcial y dispersamente se manifestaron, que expresaba las potencialidades latentes objetivas de la guerra en curso, fueron abortados. ¿Qué fue lo que sucedió? Por el momento, son mayores las interrogantes que las afirmaciones. Mientras tanto, los buitres de la carroña que el imperialismo deja a su vera, están de fiesta.

 

La "flexibilidad" del mando militar estadounidense

 

Los planes originales del invasor imperialista habían previsto una fuerte resistencia armada de las milicias y de todo el pueblo de Bagdad, en el que aquellas se apoyarían, más la consideración de que las ciudades del Sur de Irak no estaban aún bajo su control y que miles de milicianos estaba distribuidos en aquella región del país, manteniendo la situación de vulnerabilidad de sus columnas de abastecimientos, también que aún no habían logrado abrir un segundo frente Norte. Todo esto había obligado a una definición más bien cautelosa dentro de una serie de alternativas, aunque dentro de una ofensiva permanente, donde la clave era tratar de evitar una guerra de guerrillas urbana, aunque se estuvieran preparando para ello.
Sin embargo, evaluaron que las tres semanas de ataques aéreos y terrestres y el rápido avance de las fuerzas terrestres, hicieron bajar la guardia de la defensa de Bagdad. Concluyeron que había fuertes fallas en el mando irakí que lo haría incapaz para una defensa urbana. Y redefinieron un plan más audaz. Encontraron la medida de todo esto en la débil resistencia que encontraron en su entrada del día sábado.
Apenas tres días después, el martes, hacen una nueva incursión en Bagdad. El miércoles, ya se tomaron el centro, y es derribada la estatua de Saddam, incitados por las tropas estadounidenses que desde los portavoces de sus blindados llamaban a derribarla.
Los propagandistas imperialistas están regocijados. El diario imperialista The New York Times (NYT) habla de la flexibilidad de los mandos estadounidenses para cambiar de táctica de acuerdo a las circunstancias. Y señalan 7 ocasiones, en tan sólo 21 días: 1) tuvieron que comenzar la guerra sin que se pudiera abrir el Frente Norte, como estaba planeado. 2) tuvieron que comenzar la guerra con menos tropas que las planeadas. 3) se vieron obligados a adelantar la fecha de la invasión terrestre. 4) encontraron resistencia que no esperaban en el Sur (viéndose obligados a dejar de lado la decisión de sobrepasar las ciudades para llegar a Bagdad, teniendo que contemplar combatir en ellas). Ya alrededor de Bagdad, hubo nuevas modificaciones: 5) el plan original contemplaba dos días preparatorios con ataque aéreos masivos y una campaña psicológica de propaganda, 9 horas antes que comenzara la campaña aérea, entraron a Bagdad. 6) Nuevamente hubo un cambio, cuando Washington ordena bombardeos específicos para matar a Saddam y su mando. No resultó exitoso, y temen una contundente resistencia irakí. 7) Ante esto, adelantaron el ataque terrestre (con 100 mil hombres), para ganar por sorpresa, y en baso a las constataciones que más arriba señalamos.
Creemos que más que una admirable flexibilidad para el mando, que de todas maneras no negamos que la puedan tener, respondía a que, como señalamos en otro artículo, no había una definición estratégica de combate del mando militar estadounidense frente a los elementos de guerra de guerrillas urbana que esperaban encontrar y querían evitar. La mejor ayuda que encontraron, fue el aborto de las potencialidades latentes objetivas de desarrollar una guerra de liberación nacional antiimperialista por parte del mando irakí.
Y todos se vieron sorprendidos. Otro diario imperialista, el International Herald Tribune (IHT), señaló que "la mayor sorpresa es lo que no pasó", y enumera: los pozos petroleros no fueron incendiados, las represas y diques no fueron dinamitados, los puentes no fueron saboteados, las armas químicas no fueron usadas, el combate urbano callejero terminó más pronto que lo esperado, las manifestaciones de masas de los países árabes pudieron ser contenidas. Y del lado imperialista, que las bajas estadounidenses fueron bajísimas, el segundo frente Norte no pudo ser abierto, los trucos no entraron al Norte de Irak, los miles de refugiados que esperaban no aparecieron. Y lo explican por el rápido y potente ataque. Creemos que naturalmente fue un factor importante, pero creemos que no el decisivo.
Todos estos elementos, tantas sorpresas y tantos cambios de tácticas, no muestran tanto la capacidad, la flexibilidad del invasor imperialista, como el aborto de lo único que podría haber derrotado la guerra imperialista: su transformación en una guerra de liberación nacional antiimperialista, abortada por la dirección burguesa, laica y clerical.
De todas maneras, muchos buitres se alimentan de la carroña que EUA deja a su paso. Y no hablamos de los monopolios imperialistas que se beneficiarán directamente de la ocupación de Irak, muchos con funcionarios y ex funcionarios del Estado yanqui. Nos referimos a aquellos propagandistas, periodistas que se horrorizan de las atrocidades imperialistas, pero lo ven como un amo invencible, donde todo estaría maquiavélicamente calculado. Es el caso del diario argentino Página 12, que en uno de sus artículos dice que las 120 mil tropas de la 4º División del Ejército invasor estadounidense que estaban en camino, no eran en realidad para la guerra en curso que avistaban como difícil de vencer, si no que estaba calculado para la posguerra, en la que necesitarán una fuerte presencia militar por los riesgos que se avecinan, inherentes a la ocupación de un país. Transforman las debilidades imperialistas en fortalezas, convirtiéndolo en algo odiado por supuesto, pero indestructible. Casi tanto como su servilismo.

 

El aborto de una guerra de liberación nacional antiimperialista

 

Los breves días de la guerra en curso, permitieron que se manifestaran elementos de las potencialidades latentes objetivas de la transformación de una guerra de invasión imperialista en una guerra de liberación nacional antiimperialista, que podría desplegarse como una insurrección de un pueblo armado contra el régimen burgués del Baath. Entre estos elementos objetivos, estuvieron el desarrollo de una guerra de guerrillas urbana, que para realizarse necesariamente tenía que sostenerse en un pueblo resistiendo al invasor; la resistencia de los pueblos de varias ciudades, incluidos sus sectores chiítas (mostrando que aún un pueblo divido en etnias diferentes podría unificarse contra el invasor para después resolver aquellas divisiones); la entrada de miles de combatientes árabes para luchar contra el imperialismo; la entrada de miles de irakíes exiliados opositores al Baath para combatir; los campos de refugiados vacíos; el armamento de una parte importante de la población, al menos de Bagdad, donde los periodistas dicen hoy mismo que cada persona tiene un arma en su poder; los relatos de los soldados estadounidenses que hablaban de la sorprendente ferocidad y fanatismo de los combatientes irakíes, que aún sabiendo perdida la batalla combatían hasta morir. Esta decisión de combatir hasta morir creemos que es un elemento importante que mostraba la voluntad de una lucha nacional contra el invasor imperialista.
Es un hecho que no sucedió. Pero creemos que es inadecuado pretender demostrar por la prueba en contrario que nada de aquello estaba planteado. Creemos que debemos tratar de explorar las causas más profundas que determinaron este resultado. No se trata de encontrar un consuelo, se trata de reafirmar las posibilidades de los pueblos oprimidos de luchar contra el imperialismo y derrotarlo, algo que hasta hace poco tiempo atrás no estaba en los análisis de nadie, más que como rescates históricos de viejas luchas de décadas anteriores (mucho se habló de Stalingrado y Vietnam, por ejemplo).
Es cierto que más son las interrogantes que las posibles afirmaciones, el diario IHT más arriba citado se preguntaba por todo lo que no sucedió: por qué no se volaron los puentes, por qué no hubo resistencia urbana, por qué no se quemaron los pozos petrolíferos, etc.
Desde estas páginas planteamos que la transformación de una guerra de invasión imperialista en guerra de liberación nacional, requería una decisión política que centralizara y orientara los elementos que objetivamente se manifestaban, la voluntad de lucha y resistencia del pueblo irakí y los pueblos árabes. Señalamos que los pasos que estaban dando las direcciones burguesas, las laicas del Baath y las musulmanas de los dirigentes religiosos como el ayatollah Al Sistani, debilitaban esa voluntad de resistencia, efectividad de la dirección burguesa acrecentada no sólo por años de opresión, represión y desorganización del pueblo trabajador irakí, si no también por el cerco imperialista a las ciudades, con sus secuelas de hambre, falta de agua, de luz, de medicinas (y que fue tal vez la más efectiva arma militar), que debilitan la voluntad de resistencia de un pueblo, más aún en estas condiciones políticas. Y planteamos que el tiempo sería decisivo para ver si el pueblo irakí dispondría de él para poder avanzar a organizarse para la resistencia, debilitando a esas direcciones burguesas. No lo tuvo. Creemos que los mandos militares imperialistas pudieron percibir la misma situación, desde el terreno militar: no había que dar tiempo a que se organice la resistencia, una vez comprobada, con su entrada el sábado, que la resistencia fue menor.
Un oficial de la Guardia Republicana le expresó a su familia el mismo martes que abandonaba el combate, alegando que: "no había nadie que diera las órdenes y hace días que estaban sin teléfono, electricidad ni agua", según una crónica de La Tercera. Y ninguna resistencia popular podría plantearse si las fuerzas armadas, regulares o irregulares, abandonaban el combate. La guerra de liberación nacional antiimperialista, que se planteó como una posibilidad latente objetiva, fue abortada por la dirección del régimen burgués del Baath y las direcciones burguesas clericales. La desaparición de los mandos militares y políticos irakíes, los rumores de negociaciones para el exilio, son una prueba contundente de esto. Los trabajadores y los pueblos del mundo, deben sacar todas las conclusiones de esta situación.
Más allá de escaramuzas parciales que pueda haber en lo inmediato, ya EUA ganó estratégicamente la guerra. Muchos dicen que es apenas el inicio de sus problemas.

 

¿Una nueva potencia colonial?

 

Creemos que es cierto. Aquí comienza una nueva fase donde se plantearán nuevos problemas que ya vienen larvadamente manifestándose. Entre ellos, las diferencias entre el Pentágono y el Departamento de Estado, sobre cómo reconstruir Irak, quién se quedará con el botín (si los monopolios ligados al Pentágono o al Departamento de Estado); las diferencias entre los monopolios europeos que quieren cobijarse en una administración ONU, y los monopolios de EUA e Inglaterra que quieren una administración directa y un futuro gobierno títere; las amenazas a los países árabes vecinos que puedan desestabilizar la región. Y un largo etcétera. Creemos que es cierto, sí. Pero que en lo inmediato son contradicciones que se basan en un triunfo militar, suave, pero triunfo militar al fin. Y que su más grande triunfo, en lo inmediato, fue el impacto desmoralizador sobre las masas árabes. ¿Abrirá una situación reaccionaria? Creemos que no, aunque seguramente haya un primer momento en que se dé vía libre a la reacción y sus efectos. Pero es cierto que las contradicciones estratégicas no están resueltas, el nuevo reparto del mundo que busca EUA en su beneficio, alentado por una crisis económica de magnitud cada vez más difícil de contener, no se soluciona con este triunfo militar. En esto, ni la prensa burguesa disiente, más allá de su insultante entusiasmo de fieles sirvientes.
Muchos opinan que EUA se está transformando en una nueva potencia colonial, que dejará una administración y tropas, al viejo estilo de las potencias coloniales inglesas o francesas. Y que se preparan, por ejemplo, para ir por China, preparando un futuro de dominio imperialista sostenido en sus armas, que sólo deja lugar para la desesperanza. No lo creemos la perspectiva más probable. El objetivo estratégico que es el de reafirmar la hegemonía imperialista de EUA no está asegurado, y más allá del encandilamiento aventurerista de una burguesía imperialista en declive, de una potencia imperialista débil estratégicamente, no opaca del todo la conciencia de esa debilidad estratégica. Por otra parte, creemos que en estos días se ha podido ver que el verdugo vuelve a estar en el umbral.

 

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