1- El 7 de octubre, Estados Unidos y Gran Bretaña, apoyados
por sus aliados de la Unión Europea y la complicidad del
gobierno de Putin, han empezado los bombardeos contra Afganistán,
lanzando misiles crucero sobre Kabul, Kandahar y Jalalabad. Este
ataque es el comienzo de la respuesta imperialista después
de que los atentados del 11 de septiembre contra el World Trade
Center y el Pentágono dejaran al desnudo la vulnerabilidad
de la primer potencia mililitar del mundo. Las potencias imperialistas
han comenzado un ataque sobre el pueblo afgano que ya está
creando cientos de miles de refugiados y mediante sus bombardeos
salvajes buscan someter totalmente uno de los países más
pobres del mundo. Sus objetivos de guerra serían hasta el
momento destruir las supuestas bases de la organización Al
Qaida, capturar o asesinar a Osama Bil Laden y atacar al régimen
talibán.
2- Nosotros, las organizaciones revolucionarias firmantes, condenamos
inequívocamente los ataques imperialistas de Estados Unidos,
el Reino Unido y sus aliados. Declaramos que Estados Unidos es la
mayor amenaza terrorista para el mundo. Exigimos:
· el cese inmediato e incondicional de los ataques
· la defensa de Afganistán contra el ataque imperialista
· la derrota de las fuerzas de Estados Unidos, Gran Bretaña
y la Coalición
· solidaridad con el pueblo afgano que resiste la agresión
imperialista
· defensa de las víctimas del fanatismo racista y
antiislámico en occidente
· fin a las leyes represivas y a los ataques a las libertades
civiles y democráticas en Estados Unidos y Europa
3- Sin darle ni un ápice de apoyo al archireaccionario gobierno
Talibán en Afganistán o al movimiento de Osama bin
Laden, exigimos y apoyamos la acción unificada de todas las
fuerzas afganas -incluyendo fuerzas islámicas- para repeler
el ataque imperialista.
4- Nos comprometemos a ayudar a construir un frente único
lo más grande posible contra la agresión imperialista,
uniendo a los sindicatos, los activistas anticapitalistas, la juventud,
los campesinos pobres, socialistas, comunistas, anarquistas, iniciativas
de movimientos de mujeres y pueblos oprimidos en todo el mundo en
una acción común para derrotar la guerra imperialista.
5- El primer y primordial objetivo de la política exterior
norteamericana después de los ataques del 11 de septiembre
ha sido reunir una gran coalición de estados que les otorgue
el derecho irrestricto a perseguir sus objetivos por cualquier medio,
incluyendo la acción militar contra cualquier fuerza, en
cualquier parte del mundo, dentro de cualquier estado. Sin embargo,
aunque todos declaran apoyar la "guerra contra el terrorismo",
Bush no ha recibido un "cheque en blanco" ni la aceptación
incondicional de los objetivos militares y políticos de Estados
Unidos. La adhesión a la campaña norteamericana está
limitada por la búsqueda de cada estado de defender su propio
interés nacional. Rusia ha dicho que colaborará activamente
con la agresión pero a cambio exige onerosos reclamos, empezando
por el reconocimiento explícito a su "derecho"
sobre Chechenia. En la Unión Europea, mientras Blair actúa
como el pricipal socio de Bush, Francia y Alemania, con intereses
propios en la región, reclamaron ciertos límites a
la intervención, temiendo que el conflicto lleve a una mayor
desestabilización. Los gobiernos árabes y musulmanes
se debaten entre el apoyo a EE.UU. y la presión de las masas
en las que crece el rechazo a toda intervención norteamericana.
En América Latina, el alineamiento de los gobiernos con Bush
ha sido al precio de importantes discusiones internas sobre los
términos del mismo y en medio de una oposición de
la población a la agresión imperialista.
6- Inmediatamente después de los ataques terroristas del
11 de septiembre, los mercados de valores se hundieron en todo el
mundo. El valor de las acciones bajó en miles de millones.
Los patrones de las aerolíneas se apresuraron a adelantar
planes de despidos masivos; el valor de las compañías
de seguros, las industrias hoteleras y del turismo y otros servicios
y organizaciones financieras cayeron abruptamente. Esto no fue causado
únicamente por los eventos en Nueva York y Washington -estos
meramente le dieron ímpetu a la crisis que ya se estaba desarrollando.
Las economías norteamericana y europea están entrando
en recesión - que ya recorre los países semicoloniales
del sudeste asiático, Africa y América Latina.
7- Esta enorme intensificación de las tensiones militares,
políticas y económicas en el mundo, prueba decisivamente
que la ofensiva imperialista "neoliberal" liderada por
Estados Unidos no ha abierto una época de paz, prosperidad
ni ha terminado con los conflictos entre los estados nacionales.
Por el contrario, el dominio imperialista norteamericano ha traído
consigo un aumento dramático de la inestabilidad, la desigualdad
global, los conflictos de clase y las guerras.
8- En el frente interno, los gobiernos imperialistas querrán
aprovechar la oportunidad cínicamente y usar la crisis para
reducir aún más los derechos democráticos y
las libertades civiles. Estados Unidos quiere dejar atrás
el así llamado "síndrome Vietnam", de manera
tal que se pueda ir prepaparando a la opinión pública
norteamericana para aceptar grandes pérdidas de vidas de
hombres de servicio norteamericanos en el conflicto militar.Estados
Unidos está usando la reacción de horror de millones
a los ataques terroristas para lograr:
· derechos legales para emprender una acción militar
en "autodefensa" bajo la Carta de las Naciones Unidas
y bajo las provisiones de defensa mutua del Artículo 5 del
tratado fundacional de la OTAN.
· La redefinición de la OTAN como una alianza antiterrorista
(que las potencias europeas bloquearon el año pasado pero
que ahora no pueden resistir)
· Una coordinación más estrecha entre las agencias
de inteligencia y de seguridad del mundo
· Controles más estrictos para los refugiados
· Controles más estrictos en los viajes entre estados
· Mayor reducción a las libertades civiles y democráticas
en las democracias capitalistas
· El derecho a emprender una vigilancia irrestricta a individuos
privados
· El derecho a examinar cuentas bancarias e información
financiera
· El derecho a declarar como terroristas a sus enemigos,
incluyendo los manifestantes anticapitalistas
9- Estados Unidos y sus aliados sirvientes en la Unión Europea
son concientes que sus acciones imperialistas corren el riesgo de
unir a regímenes islámicos, de Medio Oriente, de Asia
Central y de las semicolonias contra ellos.
10- Por estas razones, y por los objetivos globales más amplios
de Estados Unidos, el gobierno de Bush retrocedió de la inicial
demagogia antiislámica en su país, a la vez que aumentó
sus esfuerzos diplomáticos en Medio Oriente para contener
a sus aliados. Con la ayuda de Gran Bretaña, EE.UU. logró
el apoyo de la dictadura militar paquistaní y sus esfuerzos
diplomáticos consiguieron declaraciones de apoyo de otros
gobiernos del mundo árabe y musulmán, aunque en todos
los casos el aval es condicionado. Parte de esta política
de tratar de frenar el descontento del mundo árabe es también
el repentino cambio de política de Bush para el conflicto
palestino-israelí. Por primera vez llamó a retomar
sin condiciones las negociaciones entre el Estado de Israel y la
Autoridad Palestina, pronunciándose a favor del establecimiento
de un "estado palestino" -en realidad, una ficción
de estado del tipo del establecido en los reaccionarios "acuerdos
de Oslo"- con el fin de terminar la Intifada e imponer una
solución reaccionaria al levantamiento del pueblo palestino.
Pero este cambio de política aumentó en lo inmediato
las contradicciones con Israel, su gendarme regional, como expresaron
los cruces de la administración Bush con el primer ministro
derechista Sharon.
11- El primer ministro italiano Berlusconi y su segundo fascista
Fini han sido los primeros de los líderes imperialistas en
"salirse de la línea", emitiendo y después
retractándose parcialmente, una condena al Islam de conjunto
y declarando la "superioridad" de la civilización
occidental y cristiana. Ellos dicen abiertamente lo que muchos halcones
del Departamento de Estado, el Pentágono y el Estado de Israel,
creen pero que por razones diplomáticas, eligen guardárselo.
Con una hipocresía impresionante, Berlusconi elogió
la cultura occidental por sus valores democráticos -mientras
que al mismo tiempo exige el derecho de tratar a los manifestantes
anticapitalistas y antiglobalización como a terroristas (como
hizo en julio cuando desató un terror salvaje contra las
marchas anti G8).
12- A pesar de su política para ganar el apoyo de los gobiernos
árabes, la campaña de guerra imperialista tiene el
efecto directo de despertar el racismo antiárabe y antimusulmán.
En Estados Unidos un asesino racista ignorante mató a un
sikh pensando que era musulmán y hubo decenas de ataques
racistas. Tenemos muchas razones para temer que estas atrocidades
continúen. El movimiento obrero y el movimiento antiguerra
debe encabezar la lucha contra el racismo y por la defensa de los
árabes y musulmanes. Impulsaremos una campaña masiva
contra el racismo y por la autodenfensa organizada de las comunidades
árabe y musulmana.
13- A pesar de la diplomacia imperialista, hay una posibilidad seria
de que Estados Unidos esté desestabilizando a uno de sus
gendarmes clave en la región -Paquistán. El dictador
Musharraf es perfectamente conciente de que hay un gran apoyo para
el régimen Talibán en las ciudades del norte como
Peshawar en la frontera con Afganistán -especialmente aquellas
con una gran población pashtun (el grupo étnico más
grande en Afganistán). Los islámicos radicales han
llamado a una Jihad contra Musharraf si Estados Unidos usa el apoyo
paquistaní para lanzar sus ataques. Los clérigos islámicos
ya han llamado a una huelga general contra el gobierno. La perspectiva
de una guerra civil que pueda dar origen el primer régimen
islámico equipado con armamento nuclear en el mundo, debe
estar causando una profunda preocupación en Estados Unidos.
14- Para apoyar a Musharraf, Estados Unidos y Gran Bretaña
han avanzado en el levantamiento de las sanciones impuestas contra
su régimen por hacer pruebas con armas atómicas. Están
usando el rol central de las fuerzas de seguridad y de inteligencia
paquistaníes en la creación del Talibán para
presionar al gobierno afgano a que se rinda.
15- Los imperialistas están haciendo otros compromisos para
ganar nuevos adherentes a la alianza dirigida por Estados Unidos.
El nuevo acercamiento reaccionario entre Estados Unidos y Rusia
ha sido el más significativo. Putin ha declarado el apoyo
para la guerra de Bush contra el terrorismo y ha otorgado el permiso
para que sean usadas las bases aéreas rusas en cualquier
ataque, con la precondición apenas oculta del apoyo occidental
para una nueva ofensiva chovinista en Chechenia. El canciller alemán
Schroeder ha emitido un llamado a una mayor "comprensión"
del "problema de Rusia con los "terroristas islámicos".
16- En América Latina la campaña global de Bush ya
se hace sentir. Los gobiernos están plegándose a la
exigencia de mayores medidas de "seguridad". La "cruzada
antiterrorista" es utilizada en Colombia para justificar una
mayor intervención imperialista y la ofensiva contra las
FARC. En Argentina, el gobierno de De la Rúa la utiliza para
justificar un mayor papel a las FF.AA. en las tareas de "seguridad
interna". Medidas similares están tomando otros gobiernos
de la región, a contramano del crecimiento de sentimientos
antimperialistas en el movimiento de masas.
17- Los discursos que salen de la Casa Blanca y el Pentágono
son sobre una campaña prolongada y difícil que puede
no tener ni un claro comienzo ni un claro fin. Este conflicto no
será la Tercera Guerra Mundial, como pretenden algunos medios.
Pero no será una guerra corta y aguda como la guerra del
Golfo en 1991, sino un conflicto mucho más intrincado y de
difícil resolución inmediata, reinando aún
al día de hoy un importante grado de indefinición
y confusión en los objetivos de guerra del imperialismo.
18- El objetivo de guerra más probable parecería ser
eliminar las basas militares y los campos de entrenamiento, primordialmente
árabes, de Bin Laden, alentar a las fuerzas opositoras de
la Alianza Norte en el norte y probablemente echar a los Talibán
del poder, reemplazándolos por el antiguo rey o una coalición
que incluye las fuerzas enfrentadas y fraccionadas depuestas por
el Taliban en 1995. Este plan, sin embargo, no parece ser sencillo
de aplicar, debido a las dificultades en lograr acuerdo de la oposición
afgana al régimen talibán y en la oposición
de Pakistán a la Alianza Norte y al antiguo monarca. Cualesquiera
sea la continuidad de las acciones militares y políticas
que ha iniciado EE.UU., su intervención en Afganistán
puede activar un verdadero polvorín de enormes implicancias
regionales. La ofensiva militar que prepara EE.UU. enfrenta un escenario
complicado y de derivaciones impredecibles.
19- La intensificación de la miseria que ya está sufriendo
el pueblo afgano apenas puede imaginarse. Afganistán ha sufrido
más de 20 años de guerra civil. Está experimentando
la peor sequía de la última década. Sus mujeres
ya viven bajo el tormento cotidiano del régimen islámico
más extremo en el mundo. Hay 2,5 millones de afganos refugiados
en Paquistán, otro millón en Irán y 300.000
en Tajikistán; su infraestructura es casi inexistente. Nuevos
bombardeos, ataques e incursiones imperialistas causarán
otro éxodo de masas -las ONGs estiman alrededor de 1 millón
de personas más. Nadie puede dejarse engañar por la
demagogia de la "ayuda humanitaria" con la que Bush y
Blair acompañan sus bombardeos.
20- Las organizaciones firmantes, como revolucionarios y antiimperialistas,
estamos por la derrota de las fuerzas imperialistas. Apoyamos toda
resistencia que debilite al enemigo en la guerra. Llamamos a las
organizaciones de la clase obrera y a los activistas antiguerra
a organizar acción directa, huelgas, boicots y movilizaciones
mientras continúe la acción militar. Llamamos a los
soldados a organizar la resistencia en las fuerzas armadas, a exigir
derechos democráticos, a oponerse a los ataques contra Afganistán
y rebelarse contra los imperialistas y sus generales asesinos de
masas. Llamamos a los trabajadores de la industria armamentista
a boicotear y sabotear la producción para la guerra imperialista.
Exigimos que los representantes parlamentarios de los partidos socialdemócratas,
Laboristas, Socialistas y Comunistas rompan con los Blairs, los
Jospins y los Schroeders y voten contra todo apoyo político,
militar y financiero para la guerra de Estados Unidos.
21- Una victoria del imperialismo llevará a la imposición
de regímenes subordinados sirvientes en todos los países
de la región. Desmoralizará al pueblo palestino y
alentará al estado racista de Israel. Será un golpe
al creciente movimiento anticapitalista y alentará a las
fuerzas proimperialistas. Por el contrario, una derrota de las fuerzas
imperialistas debilitaría su dominio en Medio Oriente, alentaría
a los trabajadores y al movimiento anticapitalista y a todos los
pueblos oprimidos a resistir al imperialismo y a la dominación
capitalista en todo el mundo. Una derrota del imperialismo no sólo
ayudaría a los trabajadores y las masas oprimidas del mundo
en su lucha por liberarse de la explotación, sino que también
alentaría por ejemplo, a las masas afganas, hundidas en la
miseria, amenazadas por la hambruna y sojuzgadas por el régimen
monstruosamente reaccionario del Talibán.
22- Frente a una masacre sangrienta de Estados Unidos y sus aliados,
decenas de miles en los países imperialistas están
comenzando a poner en pie un nuevo movimiento contra la guerra imperialista,
que tuvo su primer expresión importante en Estados Unidos
en la movilización de Washington del sábado 29 de
septiembre y en las anteriores manifestaciones en los campus universitarios,
así en como otras movilizaciones protagonizadas en las capitales
europeas y otros países. Esta es la clave para socavar la
campaña guerrerista y evitar que el imperialismo tome la
iniciativa. En las calles de las ciudades de Estados Unidos, América
del Sur, Europa, Medio Oriente, Asia, Australia y Africa debe resonar
el grito: ¡No a la guerra imperialista!
23- El desarrollo del movimiento antiguerra en los países
imperialistas tiene un carácter progresivo, ya que según
vayan desarrollándose sus acciones puede obstaculizar la
maquinaria militar imperialista, dificultar los ataques militares,
ayudar a romper la unidad nacional reaccionaria que los gobiernos
imperialistas necesitan para apoyar sus acciones y desmoralizar
a los soldados de su propio país. El mejor ejemplo de esto
fue el movimiento contra la guerra de Vietnam que, junto con la
encarnizada resistencia de las masas vietnamitas, hizo insostenible
la campaña militar norteamericana y provocó la primer
derrota militar del imperialismo yanky a mano de una nación
oprimida. En las coaliciones antiguerra en los países centrales
muchos de los participantes están llenos de ilusiones pacifistas.
Nos oponemos a todo intento de igualar la guerra de los imperialistas
con la justa defensa militar de los pueblos oprimidos. No somos,
por lo tanto, neutrales frente a la nueva agresión imperialista:
estamos por la derrota de Estados Unidos y sus aliados. No habrá
paz en el mundo mientras persista la dominación imperialista.
En particular, en los países semicoloniales, juega un papel
reaccionario el pacifismo alentado por las direcciones de los partidos
reformistas y burgueses, así como las iglesias, que llaman
a condenar "la violencia de ambos bandos", poniendo hipócritamente
en un mismo plano a los opresores y los oprimidos. En los países
semicoloniales, esto significa no oponer ningún tipo de resistencia
a la agresión imperialista.
24- Las potencias imperialistas son los principales enemigos. Pero
los comunistas revolucionarios debemos rechazar el antinorteamericanismo
vulgar -que confunde a la clase obrera norteamericana con la clase
dominante norteamericana y su política imperialista. Este
antinorteamericanismo es reaccionario porque confunde el odio justificado
al imperialismo norteamericano con el chovinismo contra todos los
norteamericanos. Frecuentemente sirve a los intereses de las clases
dominantes que son, o aspiran a convertirse, en potencias imperialistas
competidoras. Se debe combatir el antinorteamericanismo. Es de gran
importancia ayudar a la clase obrera norteamericana a romper con
sus gobernantes y ganarla para la lucha contra el imperialismo y
el capitalismo global. Esta no es una tarea imposible: nunca olvidaremos
que fue la clase obrera norteamericana y la juventud quienes en
su gran protesta de Seattle en 1999 dieron inicio al llamado "movimiento
anticapitalista".
25- Rechazamos la demonización reaccionaria de todos los
creyentes musulmanes. Al mismo tiempo decimos claramente que el
fundamentalismo político islámico es un movimiento
completamente reaccionario. Reprime a las mujeres, a los trabajadores
y niega los derechos democráticos. Son movimientos policlasistas,
que bajo la estrategia reaccionaria de imponer estados teocráticos
y la "guerra santa", utilizan el justo odio de las masas
empobrecidas de la región a la dominación imperialista
norteamericana y a su gendarme en Medio Oriente, el estado de Israel.
Por su propia estrategia, estos movimientos son frecuentemente utilizados
y alentados por las diferentes burguesías de la región
e incluso por las mismas potencias imperialistas, como fue el caso
de los mujaidines afganos durante la ocupación soviética.
Ninguna liberación vendrá para las masas árabes
e islámicas de la mano de estas direcciones.
26- La clase obrera y las masas campesinas en Afganistán,
Asia Central y Medio Oriente necesitan organizarse independientemente,
para construir sus propias organizaciones de masas y milicias para
derrotar la agresión imperialista y para preparar la lucha
por su propio poder, lo que implicará también el derecho
a la autodefensa de los ataques del reaccionario régimen
talibán y de cualquier otra de las fracciones de los "señores
de la guerra" en pugna, contra organizaciones independientes
del movimiento de masas. Las movilizaciones y las organizaciones
de masas de trabajadores y campesinos podrían ayudar a sacarse
de encima lo antes posible a los Mullahs reaccionarios. Para que
el círculo de regímenes reaccionarios sea quebrado,
los trabajadores y los campesinos tendrán que tomar el poder
y establecer una república socialista en Afganistán
y una Federación Socialista voluntaria en Asia Central.
27- A escala mundial, el imperialismo está preparando otra
espiral sangrienta de recesión, represión y guerra.
A menos que esto sea frenado, el siglo veintiuno repetirá
la historia del siglo veinte, pero a un nivel nuevo, más
avanzado tecnológicamente, más salvaje y más
destructivo -que amenaza la supervivencia de la civilización
humana misma.
28- Esta espiral de mayor explotación, opresión y
guerra imperialista se puede detener y derrotar. Los revolucionarios
luchamos por la unidad internacionalista de la clase obrera, la
fuerza social más poderosa que puede dirigir la lucha por
liquidar las bases del sistema capitalista imperialista, es decir,
el control de la economía mundial por un puñado de
monopolios y estados imperialistas que hunden en la miseria a continentes
enteros, exacerbando el racismo y provocando guerra y barbarie.
Más que nunca está planteado que el movimiento anticapitalista,
que ahora puede transformarse en un movimiento contra la guerra
y el imperialismo, se una profundamente a la clase obrera porque
sólo una revolución obrera y socialista podrá
hacer realidad sus objetivos de terminar con el sistema capitalista
a nivel mundial. Para lograr esto es necesario avanzar aún
más en el internacionalismo incipiente que ha iniciado este
movimiento con sus luchas por la abolición de la deuda al
tercer mundo, contra la pobreza y la sed de ganancias de los monopolios.
Los capitalistas tienen sus internacionales -el FMI, la OTAN y la
OMC. La clase obrera, los jóvenes, los oprimidos del mundo
y todos los que luchan por terminar con la barbarie imperialista
necesitamos nuestra propia internacional obrera y revolucionaria,
un estado mayor internacional de la revolución mundial para
terminar con la dominación imperialista e iniciar la construcción
de una sociedad sin explotación, un nuevo mundo sin propiedad
privada, estados nacionales, racismo, desigualdad ni conflictos
militares sangrientos.
29- La guerra inminente plantea la imperiosa necesidad de unir la
lucha del movimiento anticapitalista de los países centrales
con la de los pueblos de los países semicoloniales que resisten
la ofensiva imperialista y la de la de las masas oprimidas que enfrentan
hoy la agresión militar de Estados Unidos y sus aliados,
contra el enemigo común: el imperialismo. Llamamos a todas
las movilizaciones anticapitalistas de los próximos meses
a tomar la pelea contra la campaña de guerra imperialista.
¡Transformemos el día de acción contra la OMC
el 9 de noviembre en un día de acción contra el "capital
global" y la guerra imperialista! ¡Transformemos a las
movilizaciones de masas contra la cumbre de la Unión Europea
el 14 de diciembre en una expresión del odio de las masas
contra la participación europea en el asesinato de masas
y la agresión de Bush y Blair!
30- Por protestas masivas en las embajadas y consulados norteamericanos,
en los centros financieros, en los colegios, en las universidades
y en las sedes de los gobiernos. Construir comités de frente
único contra la guerra imperialista en cada ciudad, en cada
colegio, en cada lugar de trabajo.
31- Decimos:
· Defensa de Afganistán - Por la derrota de Estados
Unidos y los ataques imperialistas
· Fuera las manos del imperialismo de Afganistán
· Estados Unidos es el mayor terrorista
· Abrir las fronteras a los refugiados
· Condenar la caza de brujas y los ataques racistas contra
las personas musulmanas y árabes
· Combatir los ataques a las libertades civiles
· Abolición de la OTAN, instrumento de la guerra global
· No a la vigilancia y represión del estado, no a
las bases de datos de activistas, no a las nuevas leyes anti-inmigrantes,
no a nuevos poderes a la policía
· Por la acción de los sindicatos para boicotear las
tropas, armas y suministros dirigidos a los ejércitos imperialistas,
la armada y las fuerzas aéreas
· Rechazar el terrorismo individual como método de
lucha contra el imperialismo
· Por una ayuda en comida y medicamentos masiva a Afganistán
sin restricciones o condiciones
· Abolir la deuda del tercer mundo con los bancos occidentales
y las instituciones financieras
· El pueblo afgano es el que debe ajustar cuentas con el
Talibán: no los ejércitos imperiailstas de Estados
Unidos y Gran Bretaña. No a la restauración de la
monarquía o de los señores de la guerra de la Alianza
Norte. Por un gobierno obrero y campesino basado en concejos democráticos
de delegados.
· Abajo Musharraf -por una república socialista de
Paquistán y federaciones socialistas de Asia Central y el
subcontinente de la India
· Nacionalizar todas las compañías -aerolíneas,
compañías de seguro- que declaren despidos después
de los ataques del 11 de septiembre, bajo control obrero sin compensación
a los propietarios capitalistas
· No a la suspensión de la lucha de clases en las
democracias imperialistas. Romper con la política pro-guerra
de los dirigentes socialdemócratas, "comunistas"
oficiales y sindicales
· ¡Por la victoria de la intifada! ¡Por el derecho
a la autodeterminación nacional del pueblo palestino! ¡Abajo
el racista Estado de Israel! ¡Por una Palestina obrera y socialista
donde vivan en paz árabes y judíos! ¡Basta de
sanciones contra Irak!
· ¡No al pago de la deuda externa de los países
del "tercer mundo"! ¡Ruptura de todos los pactos
y acuerdos militares que atan a las semicolonias al imperialismo!
¡No al ALCA!
· Volcar al movimiento anticapitalista contra el imperialismo
· Por un movimiento juvenil internacional revolucionario
· Por una internacional revolucionaria de la clase obrera,
por el Partido Mundial de la Revolución Social
· Por la revolución obrera y socialista internacional
para terminar con la dominación imperialista y construir
una comunidad socialista mundial sin pobreza, desigualdad, opresión
ni guerra.
Declaración de la Fracción Trotskista (Estrategia
Internacional) - 14/09/01
Estados Unidos y la OTAN preparan represalias imperialistas
Autor: Declaración de la Fracción Trotskista
Fecha: 14/09/01
Ante el impacto de los hechos de trascendencia mundial desatados
con el atentado contra las "Torres gemelas" y el Pentágono,
del martes 11 de septiembre, presentamos esta primer declaración
política de la Fracción Trotskista Estrategia Internacional.
1. El atentado de dimensiones terroríficas del martes 11
en EE.UU. ha causado una enorme conmoción de alcances mundiales.
La magnitud de esta acción se tradujo en la destrucción
reinante en el corazón financiero de Manhattan; en las imágenes
de los enormes "Boeing" estrellándose y causando
el derrumbe de las "torres gemelas" (emblema de la "globalización"
y el poder financiero); en el Pentágono con un ala en llamas.
Aunque ha quedado al desnudo la vulnerabilidad de la gran potencia
dominante, acciones terroristas como esta, en la cual se mata indiscriminadamente
a miles o decenas de miles de trabajadores, tiene un contenido reaccionario.
Porque no hace avanzar un solo paso la lucha de los explotados y
oprimidos contra el imperialismo y tiene repercusiones negativas
para las masas, dentro de los Estados Unidos y a nivel internacional.
Bush y el imperialismo intentarán utilizar el atentado para
justificar una ofensiva contra las masas del mundo semicolonial,
y la propia clase obrera y los jóvenes de los países
centrales, intentando restablecer poder imperial.
2. Las cadenas imperialistas como CNN y la prensa mundial afirman
que el ataque fue realizado por sectores pertenecientes al "integrismo
islámico" y muchos señalan como responsables
a Bin Laden y su grupo (con bases en Afganistán).
Al momento, nadie se ha atribuido la autoría del atentado
y no podemos saber a quién corresponde. De todas formas,
sean quienes sean sus autores, la salvaje política imperialista
es la causante principal de la masacre de las Torres Gemelas: el
papel de "gendarme internacional" que EE.UU. se ha arrogado
en los últimos años, para afirmar su dominio mundial,
bombardeando y sumiendo en el desastre a países como Irak
y Serbia, le ha ganado el odio de millones en todo el mundo, en
los países semicoloniales empobrecidos, endeudados y humillados
por el imperialismo y en particular entre las masas palestinas y
en el mundo islámico.
Si el autor ha sido el demonizado Bin Laden, debe recordarse que
éste fue armado junto a la guerrilla afgana, por la CIA y
los Estados Unidos contra la invasión de la URSS en Afganistán
y era considerado por el gobierno de Reagan como un "combatiente
de la libertad".
Ni que decir si el atentado, o la complicidad con él, sea
expresión de los elementos de descomposición en el
seno del imperialismo, como fue el atentado de Oklahoma, obra de
un ex combatiente condecorado de la guerra del Golfo, con relaciones
no determinadas con las milicias fascistas norteamericanas.
3. Como marxistas revolucionarios, reafirmamos nuestra posición
de principios, que tiene como objetivo desarrollar la movilización
permanente de los trabajadores y la unidad del proletariado internacional
y los pueblos oprimidos del mundo, para acabar con el sistema capitalista
e imperialista, responsable de los más sanguinarios actos
de barbarie y terror que ha conocido la Humanidad.
Desde esta perspectiva, nos oponemos terminantemente al método
del terrorismo individual o de pequeños grupos al margen
de las masas, porque no eleva la movilización, organización
y moral de los explotados, y es impotente para liquidar los cimientos
de la explotación de clases, la persecución racial
o la opresión nacional que el sistema imperialista entraña.
Como ya afirmaba León Trotsky, líder de la insurrección
de Octubre y constructor del Ejército Rojo, a principios
del Siglo XX, haciendo un balance de la política de los terroristas
populistas rusos. "El humo de la explosión se disipa,
el pánico desaparece, el sucesor del ministro asesinado hace
su aparición, la vida nuevamente entra en su vieja ruta,
la rueda de la explotación capitalista gira como antes; sólo
la represión policial se hace más salvaje y brutal."
En este caso, puede constatarse que cualquier miembro de la elite
financiera puede ser reemplazado y los edificios reconstruidos,
los símbolos del poder han sido dañados, pero el poder
imperial sigue en pie y prepara sanguinarias represalias.
4. Las consecuencias reaccionarias del atentado indiscriminado
del martes 11 ya se hacen sentir claramente.
En primer lugar, como internacionalistas, nos solidarizamos con
el dolor de los familiares de los miles de víctimas inocentes,
que eran simples trabajadores, entre ellos, muchos latinos y negros
e inmigrantes de todo el mundo semicolonial.
Pero estamos en la vereda opuesta a la hipocresía de los
gobernantes imperialistas y la prensa que se han unido para combatir
"el diabólico terrorismo" que no guarda "ningún
respeto por la sagrada vida humana". En esto hacemos nuestras
las palabras de Trotsky: "no tenemos nada en común con
aquellos que posan de moralistas que, en respuesta a cualquier acto
terrorista hacen declaraciones solemnes sobre el valor absoluto
de la vida humana. Estos son los mismos que, en otras ocasiones,
en nombre de otros valores absolutos, por ejemplo el honor de la
nación o el prestigio del monarca, están dispuestos
a hundir a millones de personas en el infierno de la guerra".
Por eso denunciamos la utilización del pesar ante la muerte
de inocentes que hacen Bush, los demócratas y republicanos
yanquis y la OTAN, para justificar represalias militares contra
Afganistán y eventualmente otros países de Medio Oriente.
¡El imperialismo, genocida de pueblos y el mayor terrorista
de la historia (como mostró con Hiroshima, Vietnam, Irak
y la resiente guerra contra Yugoslavia) prepara una política
de mayor represión contra las luchas de las masas árabes
en general, y en particular contra los palestinos! Ya el Estado
racista de Israel ha lanzado sus tanques y tropas sobre las ciudades
de Jenin y Jericó, en territorio de Cisjordania, como parte
de su escalada contra el pueblo palestino.
Dentro de Estados Unidos, el atentado ha generado un clima ultrarreaccionario
y de racismo antiárabe y antiislámico, alentando una
política de ataque a las libertades democráticas y
aumento de los gastos militares y crea condiciones desfavorables
para los trabajadores norteamericanos que deben enfrentar los despidos
en masa de los grandes monopolios producto de la recesión
económica.
La conmoción en la opinión pública dentro de
los países centrales, ha alineado momentáneamente
a la mayoría de la población detrás de sus
gobiernos imperialistas, es un factor de desorientación de
la juventud anticapitalista que viene denunciando los pilares del
poder del gran capital en las enormes movilizaciones desde Seattle
a Génova, y conspira en lo inmediato en la posibilidad de
avanzar en una alianza entre ésta y los pueblos oprimidos.
5. En otro orden, el atentado liquidó la certeza en la invulnerabilidad
de los Estados Unidos y humilló a su aparato de defensa y
seguridad de alta tecnología. Esto no hace más que
poner en evidencia que, como pronosticamos los marxistas revolucionarios,
luego de la implosión de la URSS no surgió un "nuevo
orden mundial" duradero, sino que Estados Unidos quedó
mucho más expuesto para lidiar casi en soledad con los agudos
conflictos que recorren el mundo y que, con el atentado, entran
brutalmente en su interior.
La potencia dominante no había sufrido ataques directos en
su propio territorio. El atentado ha conmovido las bases de la "seguridad"
interna norteamericana, que se basaba en su abrumador poder militar
y económico y en las características de su territorio
de dimensiones continentales y protegido entre dos océanos.
El gobierno de Bush, que inició su mandato deslegitimado
por el escándalo electoral, enfrenta el desafío de
restablecer la imagen del poderío imperial humillado. Esto
lo pone frente a un complejo dilema: necesita dar una respuesta
rápida y contundente para no aparecer como indeciso y débil,
mientras que no le resulta fácil elegir el blanco de las
represalias. Todo esto en medio del agravamiento de las tendencias
recesivas de la economía internacional, aceleradas por la
propia conmoción actual.
6. En estos momentos, el gobierno de Bush, para intentar salir
de esta complicada situación, baraja tres opciones de respuesta
militar, para las que cuenta en principio con la complicidad de
sus socios de la OTAN: a) Una "intervención quirúrgica"
contra las bases de los supuestos autores del atentado, como fueron
los bombardeos de Clinton en 1998 contra Afganistán y Sudán,
tras los atentados a las embajadas yanquis en Kenya y Tanzania.
Esta respuesta sería rápida y de poco riesgo, pero
difícilmente sea efectiva. b) Una campaña de bombardeos
masivos, aéreos y misilísticos, incluyendo el posible
despliegue de tropas terrestres, contra Afganistán (o algún
otro estado), acusado de albergar a los terroristas. Esta variante
entraña enormes dificultades logísticas y riesgos
políticos y militares, pues podría terminar empantanando
al imperialismo en un conflicto bélico de larga duración
y dudosos resultados. c) La tercera variante, a la que parece estarse
inclinando Bush, sería una "guerra no convencional"
contra el terrorismo islámico, parecida a la estrategia que
EE.UU. impulsa en América Latina en nombre de la "lucha
contra el narcotráfico". Esta variante le evitaría
tener que identificar como blanco a un país específico,
y le permitiría a Washington ampliar sus objetivos a todo
lo que considere una amenaza a su "seguridad nacional"
al mismo tiempo que enlistar una amplia coalición de países
en nombre del "combate común contra el terrorismo".
Esta no sería una guerra rápida ni tendría
un objetivo definido, aunque implicaría variadas formas de
intervención y represalias contra Afganistán y otros
países, y podría extenderse por el gran arco de países
islámicos y hasta podría justificar una mayor injerencia
en otras zonas, como Colombia y otros países de América
Latina.
La resolución de la OTAN en su sesión extraordinaria
del 12/09, dándole aparentemente "carta blanca"
a Bush en la "lucha antiterrorista" avalaría esta
variante y ha llevado a muchos analistas a hablar de una nueva coalición
como la que encabezó Bush padre en 1991 contra Irak, con
el objetivo de hacer avanzar sus propios intereses.
7. Aunque el atentado ha creado unidad inmediata entre los estados
imperialistas, acompañada por declaraciones de apoyo de Rusia
y hasta de China, así como por muchos gobiernos del mundo
semicolonial, es poco probable que esta unidad puntual se extienda
a otros campos o se mantenga de forma duradera, reeditando las consecuencias
del triunfo imperialista sobre Irak en 1991 que permitieron una
década de fortalecimiento de la hegemonía norteamericana.
El casi seguro ingreso de la economía internacional en una
recesión que afecta en forma simultánea a las principales
potencias imperialistas tensiona las relaciones interimperialistas.
Las agrias discusiones previas a la próxima cumbre de la
OMC en Qatar, muestran que las diferencias que ya llevaron al fracaso
de la reunión de Seattle a fines del 2.000, no han dejado
de desarrollarse.
El proyecto norteamericano de "escudo antimisiles" (discusión
que, dicho sea de paso, mostró el despiste del liderazgo
americano sobre los verdaderos peligros inmediatos) ha exacerbado
las disputas estratégicas con Rusia, y en particular con
China, nación con las que Estados Unidos viene teniendo fuertes
fricciones, como mostró el "incidente del avión
espía".
En el mundo semicolonial las secuelas de una década de políticas
neoliberales, con el masivo endeudamiento y empobrecimiento, está
llevando a un distanciamiento de las políticas norteamericanas.
En particular, en Medio Oriente, principal foco de desestabilización
en la actual situación internacional, la política
norteamericana, francamente proisraelí, ha llevado a los
gobiernos árabes, que temen verse arrastrados por una desestabilización
mayor de la región, a una creciente reticencia a seguir los
designios de Washington.
Junto con esto, la política imperialista choca con una importante
resistencia de amplios sectores del movimiento de masas, como muestran,
desde la lucha de liberación nacional del pueblo palestino,
el levantamiento de masas en Argelia, y las masivas movilizaciones
obreras y campesinas que en América Latina se han venido
sucediendo, a través de varios países, desde Argentina,
pasando por Bolivia o Paraguay, hasta Colombia.
Por otra parte, el movimiento antiglobalización, que desde
Seattle se ha ido extendiendo por los países centrales, y
que ha tenido en la masiva movilización de Génova
un hito, muestra el descontento entre sectores de la juventud y
de los trabajadores en el seno de los propios países imperialistas.
Todos estos elementos configuran una situación internacional
inestable cualitativamente distinta al período de relativa
estabilidad de que gozó Estados Unidos durante la década
pasada. La propia conmoción causada por el atentado ha sido
una muestra contundente de que esta década ha quedado atrás.
En este marco, el intento de restablecer el poder imperial norteamericano,
mediante políticas cualitativamente reaccionarias en lo interno
y de agresión imperialista, debe avanzar sobre un campo minado
de obstáculos.
8. Frente a esta perspectiva, el interés elemental de los
trabajadores y las masas oprimidas de todo el mundo es detener los
preparativos guerreristas del imperialismo norteamericano y sus
aliados.
El camino para ello no es el método del terrorismo individual,
que por el contrario contribuye a separar a las masas de los países
semicoloniales de sus aliados, los jóvenes y trabajadores
de los países imperialistas. El único camino para
derrotar al sistema capitalista e imperialista es la movilización
revolucionaria de las masas del mundo contra el enemigo común,
en la perspectiva de la revolución socialista mundial.
Esto es lo que mostró ese gran ejemplo histórico que
fue Vietnam. La resistencia heroica de las masas vietnamitas, junto
con la masiva movilización contra la guerra en el propio
Estados Unidos y en Europa, paralizó la poderosa maquinaria
bélica yanqui y le propinó a Estados Unidos su primer
derrota militar.
Se trata de unir al proletariado y a los oprimidos del mundo entero
en una lucha común para liberarse de este sistema de explotación
y opresión.
Por eso, el primer paso, exige condenar incondicionalmente toda
intromisión o ataque imperialista contra cualquier nación
oprimida, sea cual fuere el pretexto. Luchamos por el triunfo de
la justa guerra de liberación nacional del pueblo palestino
y por la derrota del agresor sionista y exigimos el retiro de las
tropas imperialistas de todo el Medio Oriente. Denunciamos toda
campaña xenófoba o antimusulmana, intento represivo
y ataque a las libertades democráticas en el seno de los
países imperialistas. Luchamos por impulsar junto a los jóvenes
anticapitalistas de los países centrales un gran movimiento
de masas internacional contra toda intervención imperialista.
14 de septiembre de 2001
Liga de Trabajadores por el Socialismo - Contra Corriente (LTS-CC),
de México
Estratégia Revolucionaria (ER), de Brasil
Liga Obrera Revolucionaria por la Cuarta Internacional (LOR-CI),
de Bolivia
Grupo Clase Contra Clase (CCC), de Chile
Partido de Trabajadores por el Socialismo (PTS), de Argentina
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