Cada minuto nos acerca más a una nueva guerra. El imperialismo
norteamericano patrocina un nuevo festival de bombardeos, sangre
y muerte, esta vez contra el oprimido pueblo iraquí.
Atravesando una crisis económica como hace mucho no se veía,
con el pretexto del "combate al terrorismo" y de que Saddam
Hussein posee armas de "destrucción masiva", la
burguesía norteamericana intenta utilizar su incomparable
poderío militar, apelando a su doctrina de "guerra preventiva",
para reafirmarse como la mayor potencia mundial y para avanzar en
la recolonización de América Latina, África,
Asia y Medio Oriente. Y es que el imperialismo quiere fortalecerse
en la región y, junto con el Estado sionista de Israel, ampliar
la masacre contra el pueblo palestino y todos los oprimidos de Medio
Oriente.
Para esta burguesía imperialista, la guerra contra Irak
es clave para apoderarse y mantener el mayor control sobre las principales
reservas de petróleo del mundo, así como para establecer
un mayor control en Medio Oriente, donde el odio contra los EE.UU.
se vuelve cada día más amenazador.
Pero esta guerra no podrá ser llevada a cabo sin enfrentar
grandes contradicciones. En todo el mundo un impresionante movimiento
antiguerra se está levantando, denunciando la agresión
imperialista y gritando: ¡Abajo la guerra de Bush e Blair!
Desde septiembre del año pasado comenzaron a organizarse
manifestaciones de millares de jóvenes y trabajadores, principalmente
en Europa y en el propio Estados Unidos. Estas manifestaciones que
se dieron separadamente en diversos países y ya alcanzaron
una repercusión importante, concentran ahora todas sus fuerzas
en una gran jornada internacional de lucha contra la guerra, los
días 14, 15 y 16 de febrero. Esta vez, las protestas no serán
solamente en los países centrales: en Brasil, Venezuela,
Argentina, México y en muchos otros países, los trabajadores
y la juventud se unirán en una sola voz contra la guerra
sangrienta de Bush, Blair y sus aliados.
Ni el presidente norteamericano ni el primer ministro ingles podrán
llevar adelante sus planes de guerra sin enfrentarse con este fuerte
movimiento de trabajadores y jóvenes en todo el mundo.
¿FRANCIA Y ALEMANIA: ESTÁN CONTRA
LA GUERRA?
Las contradicciones de esta guerra reaccionaria no se limitan a
la resistencia de la juventud y los trabajadores. Entre los propios
lobos imperialistas hay quienes, como Francia y Alemania, y debido
a sus propios intereses en la región, intentan negociar una
"salida pacífica". Al igual que Rusia tienen poderosos
intereses económicos en Irak y en Medio Oriente. Lo que ellos
quieren no es la paz. Quieren defender sus intereses capitalistas,
particularmente en relación al petróleo de la region.
En ambos lados, sea en el hambre de guerra de Bush como en el hipócrita
discurso de "paz" de algunos gobiernos "opositores",
predomina un crudo interés económico, las disputas
por los mercados y por el dominio de los países de Medio
Oriente. La misma Rusia que se "opone" a esta guerra oprime
a los chechenos, mientras China ocupa hasta hoy el Tibet. Francia
y Alemania nunca levantaron la voz para hablar contra la muerte
lenta del pueblo iraquí bajo el embargo económico
que asfixia al país hace más de diez años.
Por eso no hacen nada contra la guerra; por el contrario, es muy
probable que a la hora decisiva ellos también envíen
sus tropas, para poder después participar de los "beneficios
de la guerra". Ellos se limitan a oponerse a Bush en la ONU,
que es una verdadera cueva de ladrones. No podemos tener ninguna
ilusión en la ONU, la guerra sólo puede ser frenada
por la movilización de los trabajadores y la juventud en
todo el mundo.
La ONU es un foro donde los distintos imperialismos discuten sobre
sus propios intereses, contra los intereses de la inmensa mayoría
de los pueblos del mundo, tanto de los propios países imperialistas
como, principalmente, de los países pobres, las semicolonias.
En el foro de los diversos gobiernos burgueses reina solo la hipocresía.
Para que nuestro grito contra la guerra sea de hecho un arma a
favor del pueblo oprimido iraquí, es preciso luchar por su
autodeterminación, comenzando por el retiro de todos los
inspectores de la ONU en Irak, verdaderos agentes disfrazados del
imperialismo, que solamente sirven para legitimar la guerra y la
masacre del pueblo iraquí. Debemos luchar por: ¡Fuera
los inspectores de la ONU de Irak! ¡Fuera la ONU y los imperialistas
del Golfo Pérsico y Medio Oriente!
La falsedad del discurso imperialista es tan evidente que una simple
revisión de la historia del siglo que pasó lo muestra:
desde el gas mostaza de la primera guerra mundial hasta las atrocidades
en Vietnam, pasando por la destrucción de Hiroshima y Nagasaki,
sin hablar de las innumerables dictaduras y golpes militares que
el imperialismo financió. Son incontables las demostraciones
que su "humanitarismo" es pura hipocresía que desaparece
cuando está en juego la ganancia capitalista.
TENEMOS QUE FRENAR LA MAQUINARIA IMPERIALISTA
El movimiento de la juventud y los trabajadores del mundo es ahora
la principal arma de defensa del pueblo iraquí. Todas las
manifestaciones contra la guerra son importantísimas. El
gigantesco movimiento antiguerra que se formó antes incluso
de que comiencen los ataques, es una fuerza valiosa contra el imperialismo.
Durante la guerra de Vietnam, los movimientos contra la guerra al
interior de los Estados Unidos fueron la principal influencia para
la derrota norteamericana. En aquella ocasión no existía
ninguna articulación previa: sólo después de
que los cuerpos de los muertos en la guerra comenzaron a ser regresados
a los EE.UU., la campaña antiguerra ganó fuerza. Hoy,
por el contrario, meses antes de la guerra hubo millares y millares
de personas protestando, y cada día aumenta más el
coro de voces contra la agresión imperialista.
Una vez más es el propio imperialismo quien se encarga de
encender la llama anti-imperialista. Las manifestaciones contra
la guerra, que vienen ocurriendo de manera dispersa alrededor del
mundo, estarán concentradas ahora en una gran jornada mundial
de acciones para frenar la guerra. De New York a Tokio, de Praga
a Madrid, de Londres a Ciudad del Cabo, Sidney, Buenos Aires y Toronto,
pasando por Budapest, Glasgow y Dublin, por Berlin, Roma y San Francisco,
Génova, Bangkok, Atenas y San Pablo, son innumerables las
ciudades en todo el mundo donde las fuerzas antiguerra están
preparándose para denunciar e intentar frenar las maquinaciones
militares del imperialismo yanqui y de su principal aliado, el imperialismo
británico. La tarea del momento es, a partir de esa jornada
de manifestaciones contra la guerra, establecer una gran red internacional
anti-guerra, que organice acciones en común en todos los
países. ¡Todos los jóvenes, estudiantes y trabajadores
impulsemos ya, en cada fábrica y lugar de trabajo, en las
colonias, en cada escuela y universidad, comités que organicen
planes de acción para derrotar la guerra imperialista!
En ese movimiento amplio, que tiene en su primera línea
a la juventud revolucionaria de diversos países, la clase
trabajadora tiene reservado un rol destacado. En los periodos que
preceden las guerras, los trabajadores son quienes producen y transportan
las armas. Sin ellos, a ningún país le es posible
emprender una guerra. La acción huelguística de los
trabajadores es la que puede enfrentar mas frontalmente los planes
de guerra del imperialismo, porque sin el control de las fabricas,
las comunicaciones y los transportes, la maquinaria de guerra se
frena.
El mayor ejemplo de esto fue la acción de los ferroviarios
escoceses, que paralizaron sus actividades y se negaron a transportar
armas para el ejército británico, lanzando un llamado
para que otras organizaciones hiciesen lo mismo. De la misma forma,
en EE.UU. y Gran Bretaña algunos sindicatos comienzan a cuestionar
el destino de los fondos públicos; después de todo,
el dinero utilizado para asesinar a los trabajadores iraquíes
podría ser invertido para aumentar los salarios y mejorar
las condiciones de vida de los obreros de los países agresores.
Es ése el espíritu y ése el ejemplo que los
trabajadores de todo el mundo deben seguir: paralizar la producción
para paralizar la guerra. Esa es la herramienta más fuerte
con la que disponemos contra la guerra imperialista.
COMO DERROTAR AL IMPERIALISMO EN CASO DE GUERRA
La voracidad sin límites del imperialismo puede hacer estallar
la guerra en cualquier momento, pasando por encima de todas esas
contradicciones. En ese caso, no podemos dudar. Tenemos que ponernos
del lado de la nación oprimida contra el imperialismo, desde
el primer momento. Cada paso al frente que el imperialismo consiga
dar, cada posición conquistada por sus tropas, significan
más y más trabajadores y jóvenes iraquíes
muertos por el petróleo y un mayor impulso para la tentativa
imperialista de imponer su dominio sobre el mundo. Por otro lado,
cada victoria parcial de los trabajadores iraquíes es un
tremendo golpe para el imperialismo, como fue la victoria del pueblo
vietnamita en los años setenta.
Una victoria de este tipo fortalecería las luchas contra
el imperialismo en todos los países. Sería una gran
trinchera para los trabajadores y la juventud de América
Latina en lucha contra el ALCA, para los palestinos en lucha contra
el Estado sionista de Israel, para las masas árabes contra
sus gobiernos reaccionarios. Las burguesías imperialistas
derrotadas estarían desmoralizadas y vulnerables ante sus
propias clases trabajadoras. Y, sobretodo, para los trabajadores
iraquíes que, fortalecidos por la victoria y con las armas
en sus manos, estarían en mejores condiciones para derrotar
al reaccionario Saddam Hussein y construir una sociedad basada en
los organismos de autodeterminación de las masas. El imperialismo
dice querer "llevar la democracia" a Irak derribando a
Saddam del poder. Pero en verdad lo que quiere es instaurar un gobierno
de sus generales. Los intereses de los trabajadores de Irak no son
liberarse de un opresor local como Saddam para caer en las garras
de un opresor nombrado por el imperialismo. Sólo el propio
pueblo iraquí puede tomar en sus manos la liberación
del régimen reaccionario de Saddam Hussein.
CON O SIN LA APROBACION DE LA ONU, ESTAMOS
CONTRA LA GUERRA IMPERIALISTA
El reformismo, los populistas y "demócratas" de
todas partes del mundo, defienden que la guerra sería "legítima"
si fuera aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU. Gobiernos
como el de Chávez y Lula, que en sus momentos de furor llegan
a hablar contra las decisiones "unilaterales" de Bush,
son los primeros en decir que "solamente" apoyarían
la guerra si esta fuese aprobada por la ONU. Como si eso pudiera
disminuir el sufrimiento de millones de iraquíes que tendrían
sus vidas destruidas por la guerra. Así como hoy los desacuerdos
se reflejan en la competencia comercial imperialista, un eventual
consenso sobre la guerra mostrará solo un acuerdo de intereses
económicos, y no haría que las bombas de Bush y Blair
sean mas suaves. Se muestra así que estos "demócratas"
no están dispuestos a enfrentar al imperialismo.
No importa cuantos foros e instituciones burguesas la "legitimen",
la guerra de rapiña imperialista será siempre monstruosa.
Es preciso estar contra esa guerra, con o sin la aprobación
de la ONU. Luchar contra la guerra es luchar contra el imperialismo.
Por más consenso que haya entre los líderes imperialistas
respecto a la guerra, no aceptaremos que se mate a miles de iraquíes,
ni que se arrase un país por petróleo.
PARA ACABAR CON LAS GUERRAS: DERROTAR
AL CAPITALISMO
El capitalismo actual, en paz, es sólo un periodo preparatorio
entre guerras; así fue desde el inicio del siglo y así
será en tanto se mantenga este sistema de explotación.
Esto es así porque está en la propia naturaleza del
capitalismo la disputa sangrienta por la división de las
riquezas del mundo entre los diferentes imperialismos. Después
de haber atacado Afganistán, el imperialismo norteamericano
ya apunta sus armas hacia Irak y tiene una lista para los próximos
años: Irán, Corea del Norte y cualquier otro que se
ponga como obstáculo a sus planes.
Mientras que las armas, las fábricas de armas y las fuerzas
productivas de la humanidad estén en las manos de la burguesía
que tiene la necesidad de guerrear por las ganancias, no habrá
paz. Por eso, la lucha consecuente por la paz solo puede ser dada
a partir de una lucha sin treguas contra el propio sistema capitalista,
que es la lucha internacionalista del proletariado contra las burguesías
de todos los países.
Solamente derrocando a la burguesía y al imperialismo, tomando
en sus manos las fuerzas productivas y las armas, es que podrán
finalmente los trabajadores de todo el mundo reconocerse como hermanos
y poner fin a toda agresión. Una oleada revolucionaria internacional,
encabezada por los trabajadores y la juventud de todos los países,
barrería de una vez por todas las fronteras nacionales que
la burguesía creo, socializando los medios de producción
y dando inicio a la construcción del socialismo internacional.
Un mundo sin fronteras, sin clases, sin Estado, donde la humanidad
tenga como única ley: de cada quien de acuerdo con su capacidad,
a cada quien de acuerdo a su necesidad.
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