El ejército israelí ha transformado a las ciudades
palestinas en un matadero. Durante semanas ha bombardeado, perseguido
y asesinado a la población palestina. En el campo de refugiados
de Jenín, los perros asesinos de Sharon repitieron el trabajo
que su amo había hecho en 1982 en Sabra y Shatilla. Centenares
han sido masacrados a pesar de la heroica resistencia de los luchadores
palestinos. Miles han sido detenidos, incluyendo al dirigente de
la milicia Tanzim en Cisjordania, Marwan Barghouti. Sharon mantuvo
su promesa de una "nueva" política de "golpear
duro a los palestinos [hasta que] sea muy doloroso. Debemos provocarles
bajas, víctimas, de modo tal que sientan que pagan un precio
alto." Estas nuevas bajas se suman a los más de 1.200
palestinos asesinados y a los más de 18.000 heridos desde
que comenzara la Intifada en septiembre de 2000.
La nueva ofensiva genocida del estado sionista ha despertado la
solidaridad masiva con el pueblo palestino en todo el mundo. Millones
se han lanzado a las calles en Medio Oriente. Centenares de miles
tomaron las calles de las capitales de occidente, e incluso miles
se movilizan dentro de Israel.
El terrorismo de estado de Israel y la Intifada se han transformado
en una cuestión candente de la situación mundial en
su conjunto. El imperialismo y el estado sionista están haciendo
todo lo posible para liquidar el levantamiento palestino, una justa
lucha de liberación nacional que se ha transformado en un
símbolo para los trabajadores y la juventud combativa a nivel
internacional.
¡Ha llegado la hora de una acción de solidaridad decisiva!
En todo el mundo, los trabajadores y la juventud -particularmente
el movimiento anticapitalista en el centro del imperialismo en Europa
y Estados Unidos - deben dar su apoyo incondicional a la justa lucha
del pueblo palestino. La clase obrera internacional debe golpear
a Israel donde le duele, organizando un boicot contra los productos
israelíes. Debe brindar ayuda material, incluyendo medios
sanitarios y también armas y voluntarios para la defensa
del pueblo palestino que lucha desesperadamente como David contra
Goliat.
¿Por qué ahora?
No es accidental que la reciente ofensiva sionista se haya lanzado
justo en este momento. Hasta ahora la clase dominante de Israel
no ha podido derrotar la Intifada comenzada en septiembre de 2000,
aunque recientemente le infligió serios golpes como en Jenin.
La heroica juventud palestina, junto con los trabajadores y los
campesinos continuaron con su lucha por la liberación nacional
a pesar de la política de ocupación asesina implementada
por el ejército israelí que ha creado más de
1.000 mártires.
Pero la ofensiva reaccionaria de Sharon ha provocado una imprevista
respuesta y ha creado problemas enormes para sus amos en Washington.
Millones se están movilizando en las calles del mundo árabe,
denunciando a sus gobiernos por su falta de acciones decisivas contra
la agresión sionista. En El Cairo, ya se han alistado los
primeros voluntarios para apoyar a la Intifada. Si continúa
la actual crisis, los gobiernos árabes, muchos de ellos títeres
fieles del imperialismo norteamericano, podrían verse amenazados
por rebeliones populares.
Los ataques militares lanzados por Hezbollah contra Israel en apoyo
de la Intifada indican el potencial para una extensión del
conflicto. La negativa del gobierno libanés a detenerla muestra
el profundo odio popular contra Israel. No se puede descartar el
peligro de una guerra regional.
La reciente escalada es particularmente preocupante para la administración
Bush, que planea lanzar una nueva guerra contra Irak. En un momento
en que el movimiento de solidaridad internacional con la Intifada
ha llegado a su punto más alto, ésta podría
provocar una explosión regional incontrolable contra el imperialismo
y sus aliados. Por lo tanto el imperialismo norteamericano busca
imponer una solución reaccionaria para la cuestión
palestina, para así tener las manos libres contra Irak.
En consecuencia, la reciente escalada de la agresión militar
ha ido acompañada de una frenética actividad diplomática:
las giras de Cheney y Powell por Medio Oriente y el retorno de Anthony
Zinni como enviado de Bush a la región, el "plan de
paz" saudí que propone una "normalización"
de las relaciones con Israel a cambio de su retirada de los territorios
ocupados, mientras Sharon plantea la posible realización
de una "conferencia de paz". A esto hay que añadir
la resolución aprobada por el Consejo de Seguridad de la
ONU, que contó con el apoyo de Estados Unidos, que por vez
primera respalda la idea de un estado palestino.
Estas actividades diplomáticas se combinan con las críticas
crecientes hacia la iniciativa guerrerista de Sharon por parte de
Kofi Annan, el secretario general de Naciones Unidas, y de la Unión
Europea, que acusa al ejército de violaciones a los derechos
humanos. Naturalmente, esta crítica no es más que
hipocresía ya que la ONU es la que ha instrumentado el bloqueo
que está matando por hambre al pueblo iraquí desde
hace más de una década. Y las potencias imperialistas
también se "olvidaron" de sus preocupaciones sobre
los derechos humanos cuando apoyaron a Estados Unidos en cada una
de las guerras lanzadas por ellos en los últimos 11 años
(Irak, Serbia, Afganistán). De hecho, el motivo para estas
críticas se encuentra en las rivalidad inter-imperialistas
de los oponentes de Estados Unidos.
La escalada de violencia y la iniciativa diplomática no se
excluyen entre sí necesariamente. La brutal represión
desatada por el estado sionista es un intento de fortalecer su posición
negociadora anticipándose a cualquier reinicio de las conversaciones
para llegar a algún acuerdo político, destruyendo
la infraestructura de la resistencia, y utilizando las detenciones
en masa como prenda de negociación.
Sin embargo, los intereses contradictorios de las partes involucradas
en este conflicto podría llevar a una escalda todavía
mayor. Fracciones importantes de la clase dominante israelí
buscan una destrucción implacable de cualquier forma de estructura
independiente palestina, y están evaluando realizar una "limpieza
étnica" de sectores de la población palestina.
Los regímenes árabes están dispuestos a cerrar
un acuerdo con el imperialismo pero están bajo una presión
enorme de su propia población que ya los obligó a
distanciarse de la "cruzada" guerrerista de Bush. La clase
dominante norteamericana también está dividida entre
lo que serían las versiones "duras" y "moderadas"
de la agresión sionista.
Pero hasta ahora, la nueva ofensiva israelí no ha quebrado
a la Intifada. Todo lo contrario, ha provocado un polarización
en el seno de la población judía de Israel nunca vista
antes. El movimiento anti-ocupación de los reservistas ha
proliferado en los últimos meses. Desde septiembre de 2000
casi un millar de soldados y de potenciales reclutas se han negado
a participar en las operaciones militares. Además, se vienen
realizando en Israel movilizaciones por la paz, una de ellas particularmente
importante. No obstante, la mayoría de la población
apoya la reaccionaria campaña de guerra de Sharon.
La reciente escalada en Medio Oriente es una expresión de
las contradicciones explosivas contenidas en el nuevo periodo abierto
por la ofensiva imperialista de alcance mundial luego del 11 de
septiembre. Como los revolucionarios marxistas ya habíamos
planteado en su momento, en este nuevo periodo se agudizan las contradicciones
fundamentales de la época imperialista: guerras, revoluciones,
y contrarrevoluciones. Claramente, la victoria imperialista en Afganistán
ha abierto una coyuntura reaccionaria en la cual Estados Unidos
y sus aliados están a la ofensiva. Bush y su "guerra
contra el terrorismo", es decir, contra cualquiera que no se
arrodille ante los dictados de Washington, ha alentado a las fuerzas
más reaccionarias en todo el mundo a pasar a la ofensiva.
Sharon, el reaccionario intento golpista en Venezuela, el gobierno
de derecha de Berlusconi: todos ellos son el rostro visible del
"nuevo orden mundial" que la clase dominante norteamericana
quiere establecer.
Pero su agresiva campaña beligerante, sus reaccionarias maniobras
y sus programas neoliberales provocan resistencia y odio en todo
el mundo, como vemos en los millones que se movilizan contra el
genocidio desatado por Sharon, en las movilizaciones y la huelga
general en Italia, en el medio millón de manifestantes contra
la cumbre de Unión Europea reunida en Barcelona, o los pueblos
que estallaron en expresiones de júbilo por el abortado golpe
pro-yanqui en Venezuela.
En verdad, la clase obrera mundial y los sectores oprimidos tienen
un interés inmenso en ver al imperialismo norteamericano
y sus lacayos derrotados dondequiera que esto sea posible.
La bancarrota de la política conciliadora
de Arafat
La política de Yasser Arafat ha puesto al pueblo palestino
al borde de la catástrofe. Su nacionalismo burgués
que combina una mezcla de guerrillerismo, diplomacia burguesa, corrupción
clientelar y una represión brutal contra sus oponentes ha
conducido a un fracaso completo al pueblo palestino en su intento
por reasegurar su autodeterminación. Las raíces de
la segunda Intifada yacen en su desastrosa decisión de firmar
la Declaración de Principios de Oslo en 1993 junto con Israel,
y los acuerdos posteriores (por ejemplo, el de El Cairo en 1994),
que establecieron el alcance de los poderes de la Autoridad Nacional
Palestina y los compromisos de seguridad ante Israel.
Al aceptar negociar el establecimiento de un estado "independiente"
basado sólo en Jerusalén oriental, Cisjordania y la
Franja de Gaza, la dirección palestina entregó por
adelantado el 78% del territorio conquistado por Israel en 1948,
que pertenecía en su totalidad a los palestinos, con excepción
de una pequeña fracción, y donde eran la mayoría
aplastante de la población. Peor aún, en los términos
de los acuerdos de Oslo, apenas el 18% del territorio fue puesto
bajo control de la Autoridad Nacional Palestina. En la Franja de
Gaza, las áreas y los asentamientos de colonos bajo control
de Israel ocupan cerca del 40% de la tierra, esto es para "proteger"
a los 6.900 colonos judíos que viven entre más de
un millón de palestinos.
En los últimos años Arafat mostró su subordinación
al imperialismo y al sionismo, arrestando en repetidas ocasiones
a militantes palestinos que se oponían a los acuerdos de
Oslo y continuaban la lucha de liberación nacional. A pesar
de la ofensiva genocida de Israel, hay un peligro real de que Arafat
acepte expatriar militantes palestinos, perseguidos por el ejército
israelí.
Sin embargo, la política de Arafat no es sencillamente fruto
de un error de cálculo o de ansias de poder. Representa los
intereses de la reducida burguesía palestina y sus aliados
árabes que la respaldan que buscan un acuerdo con Israel.
Pero un acuerdo semejante no puede nunca satisfacer los intereses
de las masas palestinas.
El nacionalismo radical y el Islamismo: un
callejón sin salida
Los revolucionarios apoyamos en forma incondicional la resistencia
militar del pueblo palestino. Pero planteamos claramente que tanto
la política capituladora de Arafat como la de las direcciones
que se postulan como alternativa llevan al pueblo palestino a un
callejón sin salida. La política de sus oponentes
dentro de Fatah y también la del Frente Popular para la Liberación
de Palestina es de hecho una repetición de la vieja política
nacionalista pequeño burguesa de la OLP en los '70 y principios
de los '80. Ésta fracasó porque nunca levantó
una política para organizar a las masas en comités
de democracia directa como hicieron espontáneamente los obreros
y la juventud palestina durante la Intifada, y porque colaboraban
con las reaccionarios gobiernos árabes, en lugar de implementar
un estrategia de movilización de masas para su derrocamiento
revolucionario.
El islamismo es igualmente incapaz de aportar una solución
justa a las masas palestinas. Su objetivo es establecer el dominio
reaccionario de una elite teocrática que continúe
la explotación de los trabajadores y la opresión de
las mujeres. Esto supone la persecución de todos los judíos;
el nuestro es en cambio un futuro común, socialista tanto
para los árabes como para los judíos.
Los trabajadores y la juventud palestina deben liderar la guerra
por su liberación nacional. Ninguna elite autoproclamada,
sea ésta el Hamas o Arafat, debe dictarles su destino, sino
que, organizándose en los campos de refugiados, en comités
de aldeas y en los lugares de trabajo la resistencia de masas puede
tomar la lucha en sus manos. Igualmente milicias como Tanzim deben
ser puestas bajo el control de los comités de los campamentos
y las ciudades. Las milicias populares organizadas, no los atentados
suicidas que empujan a la población israelí a los
brazos de Sharon, son el camino a seguir.
Las masas palestinas no pueden esperar nada de lacayos del imperialismo
como Mubarak. Pero tampoco pueden hallar aliados en los demagogos
falsamente anti-imperialistas como Saddam Hussein o Khamenei. No,
el único aliado real de la Intifada es la clase obrera de
Medio Oriente que tiene el poder de parar la industria petrolera
y afectar seriamente los interses del imperialismo. Sólo
esta clase junto a las masas oprimidas tiene la fuerza para derrocar
a estos gobiernos proimperialistas y corruptos y establecer gobiernos
obreros y campesinos.
Es necesario construir en forma urgente un partido obrero revolucionario
en Palestina y en el conjunto de la región para luchar por
esta estrategia. Un partido que pelee por la liberación nacional
y contra cualquier forma de explotación. Un partido que luche
contra cualquier subordinación de la clase obrera a las fracciones
de la burguesía (como sucede con la alianza de colaboración
de clases de la OLP), y por una estrategia independiente del proletariado.
Un partido que sea fundamentalmente internacionalista y que agrupe
a todos los obreros y jóvenes revolucionarios palestinos,
árabes y judíos.
¡Dos estados no son solución!
Por una república obrera en todo el territorio histórico
palestino donde puedan convivir en paz árabes y judíos
La ofensiva militar sionista ha volcado indudablemente la relación
de fuerzas a favor del estado de Israel. En las próximas
semanas, Sharon buscará usar esto para llegar a un "acuerdo"
que debilite aún más la idea de un estado palestino,
incluso comparado con el ofrecido en Camp David en 2000. De máxima,
Sharon espera que los líderes árabes "hablen"
y negocien por los palestinos pero esto es imposible. Exigirá
que la OLP/ANP acepte explícitamente el mantenimiento de
los asentamientos judíos, abandone el reclamo del derecho
al retorno de los refugiados y el reclamo de que Jerusalén
oriental sea la capital de Palestina. Sharon espera que el pueblo
palestino apaleado y desmoralizado, presionado por Estados Unidos,
acepte estas demandas.
Israel podría presionar para imponer estas exigencias en
el contexto del plan de paz saudita y de la resolución de
las Naciones Unidas que apoya la idea de un estado palestino. Este
plan tiene el apoyo explícito de Bush, Egipto y los estados
del área del Golfo Pérsico. El atractivo que tiene
para Israel radica en que éste pone fin a su aislamiento
económico y diplomático en la región, y resalta
la perspectiva de obtener jugosos contratos que le permitirían
rescatar su alicaída economía en el mediano o largo
plazo.
Varios líderes árabes han apoyado las propuestas de
la ONU y de Arabia Saudita. Pero éstas son una trampa igual
a la de Oslo. El plan saudita plantea la retirada "negociada"
con el estado sionista a las fronteras anteriores a 1967, a cambio
de la "normalización" de las relaciones de los
países árabes con Israel. Teóricamente implicaría
el desmantelamiento de los asentamientos de colonos o ponerlos bajo
jurisdicción de la Autoridad Palestina, lo que hasta ahora
es inaceptable para el estado sionista. Pero incluso si este plan
tuviera éxito, su resultado sería el mantenimiento
o la ampliación del conjunto inconexo de bantustanes controlados
por la Autoridad Nacional Palestina, a los que la "comunidad
internacional" e Israel les pondrían el rótulo
de "estado". Esta "solución" no haría
más que perpetuar las condiciones de opresión nacional
de las masas palestinas.
Cualquier ilusión alrededor del desplazamiento de tropas
de paz de la ONU no tiene ninguna base. De hecho es una trampa para
el pueblo palestino. Éstas no irían allí para
defender al pueblo oprimido sino a sus amos en el Consejo de Seguridad
de la ONU: las grandes potencias imperialistas, y estarían
dotadas de armas ligeras, lo que significa que no podrían
defender a los palestinos. ¡Recordemos lo que pasó
en la ciudad de Srbenica en Bosnia en 1995! O bien estarían
fuertemente armadas, lo cual no podría más que significar
que intervendrían contra cualquier justa lucha de liberación
nacional de los palestinos por su derecho a retornar debido a larga
historia de apoyo imperialista hacia Israel.
La "solución" de dos estados viviendo en armonía
y justicia es una quimera. El estado de Israel no sólo es
una entidad racista, basada en el carácter exclusivamente
judío de su población, que oprime también a
un millón de árbes que viven como ciudadanos de segunda
en Israel. También es agente y gendarme del imperialismo
norteamericano contra las masas árabes. Es un enclave y un
estado artificial fundado por las Naciones Unidas en 1948. Esto
llevó a la expulsión de más de 750.000 palestinos
de sus tierras ancestrales. Hoy hay más de cuatro millones
de refugiados que viven en campamentos, a los que se les niega su
derecho al retorno.
La existencia de un estado judío-israelí, incluso
a la par de un estado palestino, dependería del mantenimiento
de la opresión, de las leyes racistas de ciudadanía
y de la exclusión de millones de palestinos del territorio.
Lejos de sentar las bases de una paz duradera, esto no haría
más que condenar a la región a renovados ciclos de
represión y guerra.
Además, un estado palestino coexistiendo al lado de Israel
sería como la Autoridad Nacional Palestina hoy en día:
un semiestado que reprimiría a todos aquellos que continuaran
la lucha por su verdadera autodeterminación nacional, que
dependería del dinero y la buena voluntad del imperialismo
norteamericano y europeo. Los términos de su reconocimiento
dejarían todo el control y el poderío real en manos
de Israel, junto al derecho a invadir, a limitar la naturaleza del
poder armado del estado palestino, y circunscribir sus lazos diplomáticos
y sus acuerdos internacionales. En pocas palabras, éste no
sería ni soberano ni independiente, y sería un estado
sólo en palabras.
Por estas razones, la destrucción del estado de Israel y
la expulsión del imperialismo de la región, es la
única solución "justa" para la cuestión
nacional palestina. Sólo una república obrera, laica
y no racista en todo el territorio palestino -que la que todos tengan
iguales derechos y nadie tenga privilegios, donde los árabes
y los judíos puedan vivir en paz - en síntesis una
Palestina Obrera y Socialista traerá la paz y la justicia
porque no podrá haber paz mientras continúe la opresión.
Este sería un primer paso en la lucha por la creación
de una Federación Socialista en todo Medio Oriente.
¡Solidaridad con el pueblo palestino! ¡Por el triunfo
de la Intifada! ¡Fuera el ejército israelí de
los territorios ocupados! ¡Expulsión de los colonos
sionistas, las tropas de choque del expansionismo sionista! Libertad
a Marwan Barghouti y a todos los palestinos detenidos!
Por el fin de la colaboración de la ANP con la CIA. Por la
libertad de todos los militantes palestinos detenidos por Arafat!
¡No a la nueva "iniciativa de paz" saudita! Abajos
los Acuerdos de Oslo y de Wye Plantation. No al retorno al "proceso
de paz". ¡No al desplazamiento de las "tropas de
paz de la ONU"!
No al plan sionista imperialista de establecer bantustanes palestinos!
No al plan de "conferencia de paz" de Sharon! No a la
exigencia de poner fin a la resistencia!
¡Por el derecho de autodeterminación nacional del pueblo
palestino! ¡Abajo el estado racista y sionista de Israel!
¡Por el derecho al retorno de todos los palestinos a sus hogares
y sus propiedades!
Por ayuda inmediata e incondicional, incluyendo armas y voluntarios,
de los estados árabes vecinos para la Intifada. Bloqueo de
todas las ventas de petróleo a Israel y a Estados Unidos.
Ruptura de todos los lazos diplomáticos y comerciales con
Israel.
¡Por un movimiento de solidaridad internacional con la Intifada!
Obliguemos a todos los gobiernos, particularmente aquellos que son
aliados cercanos de Israel, a romper relaciones con éste.
Paremos todo envío de armas y ayuda militar al estado sionista!
¡Por el boicot obrero de todos los productos provenientes
y destinados a Israel! Por brigadas internacionales de apoyo a la
resistencia palestina!
Fuerzas fascistas y extremadamente reaccionarias querrán
explotar la bronca actual contra Israel para sus objetivos siniestros.
¡No a cualquier forma de anti-semitismo! ¡No a los ataques
contra la sinagogas!
¡Paremos la campaña belicista contra Irak! En caso
de guerra, llamamos a la defensa militar de Irak y a la derrota
de las fuerzas imperialistas.
La única solución a décadas de opresión
y de guerra es el establecimiento de una república palestina
laica, obrera y socialista en todo su territorio histórico,
con derechos iguales para los árabes y los judíos,
que sea una palanca para la lucha contra los gobiernos proimperialistas
de la región y para la creación de una Federación
Socialista de Medio Oriente.
Por un nuevo partido de la revolución social, una Internacional
que levante el patrimonio programático de Internacional Comunista
de Lenin y la Cuarta Internacional de León Trotsky.
Fracción Trotskista-Estrategia Internacional: Partido de
Trabajadores por el Socialismo (Argentina), Liga de Trabajadores
por el Socialismo-ContraCorriente (unificada) (México), Estrategia
Revolucionaria (Brasil), Liga Obrera Revolucionaria por la Cuarta
Internacional (Bolivia), Clase contra Clase (Chile).
Liga por una Internacional Comunista Revolucionaria: Workers Power
(Gran Bretaña), Pouvoir Ouvrière (Francia), Arbetarmakt
(Suecia), Arbeitermacht (Alemania), ArbeiterInnen Standpunkt (Austria),
Workers Power (Australia), Socialistická organizace pracujících
(trockisté) (República Checa), Young Revolutionary
Marxists - MRM (Ucrania)
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