La importancia y magnitud de los atentados del 11 de septiembre
del 2001 contra las Torres Gemelas y el Pentágono en EE.UU.
y los hechos ocurridos en el mundo desde entonces - en particular,
el creciente intervencionismo y "unilateralismo" de Norteamérica
en el exterior- han suscitado una intensa discusión entre
intelectuales y corrientes de todo el espectro político en
el ámbito internacional. La nueva realidad, está sometiendo
a prueba todas las viejas (y no tan viejas) ideas. No escapan a
esta definición Toni Negri - uno de los principales referentes
teóricos del autonomismo - y los planteamientos de su libro
Imperio, con los cuales polemizamos antes en otro número
de esta revista.1
En una entrevista publicada en el diario Il Manifesto el 14 de septiembre
pasado, Negri plantea su punto de vista sobre el significado de
la política exterior norteamericana después de los
atentados, así como las alternativas con las que, según
él, se puede enfrentar la ofensiva reaccionaria que lanzó
como respuesta el gobierno de EE.UU. Para Negri, los atentados confirmaron
que: "Si Nueva York, podía ser bombardeada como Londres,
Berlín o Tokio
, el proceso de formación del
nuevo orden global [es decir, el "Imperio", N. del R.]
se había desplegado plenamente." Sin embargo, lo "absolutamente
nuevo" en la situación abierta desde entonces sería
la reacción estadounidense, que "se está configurando
como una sacudida contraria y regresiva con respecto a la tendencia
imperial. Un contraimpulso, una reacción violenta imperialista
dentro y contra el Imperio
"2
¿En verdad los atentados del 11/09 confirmaron que el "Imperio"
se había desplegado, mientras que la reacción imperialista
por parte del gobierno norteamericano constituye algo absolutamente
contrario con respecto a la "tendencia imperial"? Responder
correctamente a estas cuestiones, lo que trataremos de hacer a continuación,
tiene una enorme importancia a la hora de definir una política
justa para enfrentar la ofensiva de Bush, como demostraremos.
Los hechos sacuden las tesis de Imperio
Contra lo que afirma Negri, los hechos no confirman sino que han
significado una fuerte sacudida para el esquema teórico que
planteó en Imperio. Veamos:
a) El atentado a los símbolos del poder económico
y militar norteamericano, derrumba la idea de que existe un "Imperio"
que "no establece ningún centro territorial de poder
y no se basa en fronteras fijas o barreras." Sino que "se
trata de un aparato de gobierno descentrado y desterritorializado..."3,
un nuevo orden mundial que reemplaza a la época imperialista.
Como ya lo han planteado varios analistas, el impacto del 11/09
no obedece sólo a su magnitud catastrófica, la cantidad
de muertos o la espectacularidad del ataque, sino fundamentalmente
a que éste afectó a la potencia hegemónica
y al centro del sistema imperialista mundial, EE.UU. Esto es lo
que transforma al 11/09 en un acontecimiento que marca un antes
y un después. Si Bin Laden, Al Qaeda o quienquiera que haya
organizado el atentado hubiera pensado como Negri, que ya no existe
un centro identificable de poder y que el "Imperio" es
un "no lugar" reproducido en forma difusa y sin una estructura
jerárquica, jamás habría alcanzado semejante
objetivo.
b) La nueva doctrina de "guerra preventiva", que hoy
amenaza lanzar contra Irak el gobierno de EE.UU., no se ajusta en
lo más mínimo a la descripción que hace Negri
acerca de las intervenciones de "nuevo tipo" que caracterizan
al "Imperio". Según ésta, "todas las
intervenciones de los ejércitos imperiales son solicitadas
por una o más de las partes involucradas en un conflicto
ya existente." Bajo esta lógica: "El Imperio no
nace por su propia voluntad, sino que es llamado a ser y a constituirse
sobre la base de su capacidad para resolver conflictos. El Imperio
se conforma y sus intervenciones se vuelven jurídicamente
legitimadas sólo cuando se han insertado en la cadena de
consenso internacional tendiente a resolver conflictos existentes."
Esta descripción es una adaptación a la propaganda
imperialista, que justificó bajo un pretexto "humanitario"
las intervenciones del imperialismo en los '90. El máximo
ejemplo fue la guerra de Kosovo en el '99, donde EE.UU. y sus socios
europeos de la OTAN utilizaron los estragos de la limpieza étnica
a las masas kosovares lanzada por Milosevic para legitimar su guerra
imperialista contra Yugoslavia. El esquema teórico de Negri
era incapaz de dar cuenta de los verdaderos objetivos geopolíticos
que alentaron a EE.UU. a intervenir en los Balcanes reafirmando
la dependencia de Europa a su poderío político y militar.
Hoy en día, cuando la modalidad y el discurso del imperialismo
norteamericano han cambiado, la falsedad de dicho esquema se muestra
en forma más abierta.
¿Cómo entra dentro de este esquema la nueva Estrategia
de Seguridad Nacional norteamericana que, según las palabras
del mismo presidente Bush, tiene como objetivo confrontar "las
peores amenazas antes de que ellas emerjan"? ¿Cómo
entra dentro de éste una amenaza de guerra contra Irak, que
no sólo es rechazada por este país sino por el conjunto
de las burguesías árabes e incluso no es querida por
la mayoría de las potencias europeas? Evidentemente, la guerra
"preventiva" lanzada por EE.UU. después del 11/09
no responde a la descripción de que "los ejércitos
imperiales son solicitados por una o más de las partes involucradas
en un conflicto ya existente", tal como caracterizaba Negri
a las intervenciones militares en su libro Imperio.
c) Los dos puntos previos, se resumen en un tercero: la visión
de la declinación del estado nación y la superación
del mismo por una nueva forma de soberanía, compuesta por
una serie de organismos nacionales y supranacionales que actúan
bajo una lógica común, lo que para Negri constituye
el "Imperio". Esta visión es tributaria de la idea
de que la "globalización" está siendo acompañada
por una nueva forma de gobierno mundial, creencia que gozó
de amplia aceptación durante el periodo posterior al fin
de la guerra fría. Nadie expresó mejor esto que Blair,
cuando lanzó con bombos y platillos su Doctrina de la Comunidad
Internacional con motivo de la primera intervención militar
de la Alianza Atlántica en Yugoslavia.
Ya antes de asumir, Condolezza Rice, la Consejera de Seguridad Nacional
de Bush, predijo de manera precisa que la nueva administración
norteamericana "procedería desde el firme terreno del
interés nacional, no desde los intereses de una ilusoria
comunidad internacional."4 El creciente unilateralismo de EE.UU.
y la utilización de Bush del 11/09 para desarrollar una estrategia
geopolítica agresiva, que despertó la oposición
de las otras potencias, ha dejado maltrecho al "consenso internacional"
con el cual se recubrió el interés nacional norteamericano
durante la administración Clinton. Las muestras de solidaridad
internacional hacia EE.UU. por parte de las demás potencias
tras los atentados del 11/09, que legitimaron la pasada guerra contra
Afganistán, a más de un año se han transformado
casi en su contrario, más allá de la posibilidad eventual
de que por temor u omisión el resto de las potencias terminen
aceptando o dejando correr los planes de EE.UU. contra Irak en el
Consejo de Seguridad de la ONU.
La dialéctica como única herramienta
para comprender el imperialismo real y concreto
A pocos meses de su edición en inglés, señalamos
en un número anterior de esta revista la importante coincidencia
de muchas de las tesis centrales de Imperio y la noción del
"ultraimperialismo", acuñada por Kautsky a principios
del siglo XX como resultado de abstraer los intereses en lucha y
la dinámica de los estados concretos de aquel tiempo.
Para Negri, en el "Imperio" "la lucha de clases
actúa sin límites en la organización del poder.
Habiendo alcanzado el nivel mundial, el desarrollo capitalista se
enfrenta directamente con la multitud, sin mediaciones. Por ello
la dialéctica, o, en realidad la ciencia del límite
y su organización, se evapora. La lucha de clases, empujando
al estado - nación hacia su abolición y avanzando
más allá de las barreras alzadas por él, propone
la constitución del Imperio como el lugar del análisis
y el conflicto."
Es cierto que las tendencias a la internacionalización del
capital y las fuerzas productivas - que sientan las bases objetivas
para una mayor internacionalización de la lucha de clases
-, avanzaron significativamente en las últimas décadas.
Pero Negri absolutiza estas tendencias y las confunde con la realidad
presente del capitalismo, transformando su esquema de interpretación
en una abstracción, que liquida la posibilidad de toda mediación
o límite y que no puede prever las contradicciones que el
desarrollo capitalista conlleva.5
Bajo esta consideración, los fenómenos que no se
corresponden con la imparable tendencia imperial ya plenamente desplegada,
son fenómenos meramente residuales, que aparecen como externos
y absolutamente contrarios a ella. Esto lleva a Negri a caracterizar
al gobierno de Bush de la siguiente manera: "El grupo que ha
llegado al poder con Bush es un grupo exquisitamente reaccionario,
ligado a una ideología populista más que ultraliberal
6 y al mantenimiento de algunas megaestructuras del poder americano
como el control de la energía y el desarrollo del sistema
militar industrial. Es gente que ha permanecido al margen de la
tercera revolución industrial y no la impulsa, sino que,
al contrario, la ve con hostilidad dado que la Nueva Economía
está también en crisis..."7
Desde luego, no dudamos del carácter profundamente reaccionario
del gobierno de Bush. Sin embargo, Negri utiliza el término
en un sentido literal, es decir, como referencia a un gobierno que
tiende a restaurar lo abolido, que es contrario a las innovaciones
o representante de viejas y anticuadas formas de poder y de dominio.
Por el contrario, el gobierno de Bush expresa tendencias hacia donde
se encamina el imperialismo norteamericano. Esto es lo que afirma,
contrariando la visión de Negri, la revista The Economist
en su última edición del 2002, en una nota titulada
"El futuro es Texas. Si usted quiere ver hacia donde va EE.UU.,
comience por estudiar a Texas". Allí The Economist plantea
entre otras cosas que, contra la visión más conocida
de Texas como un estado de cowboys y barriles de petróleo,
"Texas es el segundo estado más populoso después
de California y el segundo mega estado de más rápido
crecimiento después de Florida, habiendo duplicado su población
desde 1960. Texas es uno de los pocos estados que importa gente
tanto de EE.UU. como de fuera. Los amplios espacios del estado y
las débiles regulaciones lo han convertido en un imán
para los negocios. Gigantes corporativos como American Airlines
y J.C. Penney, una cadena minorista, han mudado sus oficinas centrales
allí. Austin, la capital del estado es el aglutinador de
alta tecnología de más rápido crecimiento del
país. Entre las características de este estado pueden
citarse las siguientes: de un estado de mayoría rural aloja
a tres de las diez ciudades más grandes de EE.UU. Un estado
que fue alguna vez dependiente de las comodities, ahora tiene una
economía altamente diversificada. La industria petrolera
se ha transformado de la simple extracción de petróleo
a vender capacidades altamente sofisticadas alrededor del mundo.
Florecientes compañías high tech como Dell, EDS y
Texas Instruments, están absorbiendo profesionales altamente
educados de todo el país... Texas se está transformando
a sí misma, de Missisipi en California."
Esta visión del bushismo es un resultado del esquema teórico
de Negri que separa la relación entre economía y política.
Para éste, la "globalización" como reproducción
a nivel internacional de la cooperación en el terreno de
la producción, es un proceso autónomo realizado por
la "multitud", en el que el capital ha perdido el control
del proceso productivo8 y en el que la explotación sólo
pude sostenerse limitando la integración mundial, definitiva
e irreversible, por medio del poder político9, es decir,
por la fuerza.
En otras palabras, Negri divorcia el proceso de internacionalización
de la economía -al que señala como una virtud de la
capacidad autónoma de los trabajadores-, de las formas de
dominación política. Esta separación es lo
que lo lleva sorprendentemente a sostener que "el verdadero
obstáculo a Bush puede venir más bien de los mercados".
Por el contrario, como explicamos en otro artículo de esta
revista, el bushismo como fenómeno político representa
la respuesta reaccionaria a la ruptura del equilibrio inestable
de los '90, al tiempo que refleja un intento de EE.UU. por imponer
una estrategia geopolítica agresiva con el objetivo de obtener
ventajas en la competencia interimperialista con las otras potencias.
Esto es lo que se desprende de un análisis del imperialismo
real y concreto, cuestión que Negri, al liquidar la dialéctica
se ve imposibilitado metodológicamente de comprender, al
abstraer la existencia de la competencia interimperialista entre
estados y grandes corporaciones transnacionales, la lucha de clases
articulada sobre la base material de los estados que no han dejado
de existir como características del sistema capitalista a
comienzos del siglo XXI.
El 11/09 y la respuesta norteamericana al mismo, lejos de confirmar
las tesis de Negri y una supuesta reacción imperialista dentro
y contra el "Imperio", muestra que la creciente internacionalización
de las últimas décadas ha, por el contrario, exacerbado
la contradicción entre el desarrollo de las fuerzas productivas
a una escala cada vez más amplia y las relaciones sociales
de producción (que se manifiestan en la existencia misma
de los estados nacionales). Contradicción de la cual el creciente
militarismo y las tensiones interimperialistas, son sus manifestaciones
más palpables.
Las consecuencias políticas
El esquema teórico de Negri en Imperio, lo lleva a conclusiones
reformistas enmascaradas por otras de izquierda. Las primeras se
manifiestan en su valoración positiva y celebratoria que
hace del proceso de "construcción imperial", adaptándose
a la ideología de la clase dominante sobre la "globalización"
y sus bondades. Su carácter radical se manifiesta en su afirmación
de que están maduras las condiciones para el comunismo. Esto
último es lo que le daba a Imperio un tono subversivo frente
al discurso dominante de que no hay alternativas al capitalismo.
Frente al cambio de escenario de la situación internacional,
el esquema teórico de Negri lo lleva a opacar sus aspectos
más de izquierda y a profundizar su orientación reformista,
cuyo eje es el antibushismo en oposición a una clara y consecuente
estrategia antiimperialista. Esto va desde preferir a los demócratas
como "mal menor" frente a los republicanos, a entablar
un nuevo diálogo con los reformistas, hasta albergar esperanzas
en el proceso de construcción de la Unión Europea.
Frente a las elecciones de noviembre pasado en EE.UU., sostiene
que: "Que Bush gane o pierda en las elecciones no es secundario.
Claro está que todos esperamos que ganen los demócratas,
por más débil y mínima que sea la alternativa
que sean capaces de ofrecer."10 Esto es un embellecimiento
del partido imperialista que durante el gobierno de Clinton lanzó
la guerra de Kosovo y que desde el 11/09 ha apoyado una tras otra
las medidas de Bush.
Otra muestra de su giro político, se desprende de que "frente
al regreso de la barbarie, es necesario saber oponer resistencia,
en un terreno de encuentro posible con los reformistas
El
problema consiste en saber cómo hacerlo... Cómo luchar
contra la guerra, qué alianzas entretejer con las aristocracias
imperiales reformistas
" La necesidad del más amplio
frente único contra un eventual ataque sobre Irak, incluso
con corrientes o partidos reformistas que dicen oponerse a la guerra,
es una obligación de todo revolucionario. Pero lo que nos
interesa resaltar aquí es el giro político de Negri,
que ha ido desde una hostilidad abierta contra los sindicatos (no
sólo contra su dirección burocrática) y los
partidos políticos de izquierda tradicionales, socialdemócratas
o neocomunistas de Occidente, hacia una nueva orientación
que tiene el eje en buscar una acomodación (¿estratégica?)
con dichas "aristocracias imperiales reformistas".
Por otra parte, Negri afirma que "hoy Europa es el espacio
con el que contamos para cualquier proyecto político. También
porque es un espacio abarrotado por fuerzas sociales -estratos del
trabajo productivo intelectual- interesadas en una nueva organización
social. De ser construida desde abajo, movilizando a las multitudes,
la Europa unida puede ser un terreno de ejercicio de una función
subversiva del ordenamiento global." Esto constituye un cambio
con relación a lo planteado en Imperio. Ahí se sostenía
que la continuidad de la hegemonía norteamericana era producto
del poder y la creatividad del proletariado de EE.UU., "donde
el proletariado de EE.UU. aparece como la figura más subjetiva
que expresa más acabadamente los deseos y las necesidades
de los trabajadores internacionales o multinacionales". El
giro reaccionario en EE.UU. y la oposición de Europa al curso
unilateralista de Bush, es lo que está detrás de que
las expectativas de Negri se hayan trasladado hacia el viejo continente.11
Todo esto es una muestra de que el esquema teórico de Negri
es incapaz de dar cuenta de las distintas formas de dominio y los
giros de la política imperialista y por tanto de servir como
palanca para luchar revolucionariamente contra ésta. Las
consecuencias de la inadecuación de su teoría con
respecto a la realidad, se hacen más evidentes con el actual
curso agresivo del imperialismo norteamericano, transformando las
alusiones celebratorias de Negri sobre el despliegue del "Imperio"
en una adaptación política a los supuestos sectores
no imperialistas de la burguesía mundial. Este curso político
de uno de los principales referentes del movimiento no global, que
no es privativo de Negri, es una de las bases de la desorientación
y confusión que han caracterizado a importantes franjas de
este movimiento después del 11/09. Es por eso que, para desarrollar
una estrategia revolucionaria consecuente contra la guerra a Irak,
la guerra contra el terrorismo y la política agresiva del
imperialismo norteamericano, es una precondición dejar a
un lado el esquema de "Imperio" y retomar un programa
antiimperialista consecuente que no puede ser otro que el programa
de la revolución socialista internacional.
NOTAS
1 Juan Chingo y Gustavo Dunga, "Imperio o Imperialismo"
en Estrategia Internacional No. 17.
2 Il Manifesto, Entrevista de Ida Dominijanni a Toni Negri, 14/09/02.
3 Antonio Negri y Michael Hardt, Empire, Hardvard University Press,
2000.
4 C. Rice, "Campaign 2000 - Promoting the National Interest",
Foreign Affairs, January/February 2000.
5 Es interesante notar que en la entrevista citada, luego de escuchar
la respuesta de Negri a la "novedad" que significa Bush,
la periodista señala que lo que Negri describe "no se
trata de una contradicción menor. Hace el proceso de construcción
del "Imperio" mucho más accidentado de lo que había
descrito." (Il Manifesto, 14/09/02). Incluso, en sus últimas
conferencias el mismo Negri ha empezado a matizar su posición,
parafraseando a Gramsci al señalar el "no va más"
del imperialismo y el "todavía no" del "Imperio".
6 Esto se contradice con los objetivos planteados en la Estrategia
Nacional de Seguridad de Bush, donde se dedica un capítulo
a desarrollar la continuidad de las políticas neoliberales
que "encenderán una nueva era de crecimiento global
a través del mercado libre y el libre comercio".
7 Una vez más, el esquema teórico de Negri falsea
la realidad, presentando al grupo de Bush como hostil a la Nueva
Economía. Desmiente esto la relación personal con
el clan Bush del top manager de Enron, con sede en Texas y la séptima
corporación en EE.UU. antes de entrar en bancarrota. En un
libro reciente, esta empresa es calificada de la siguiente manera:
"Enron representa la entrada del comercio electrónico
en el terreno de la infraestructura económica, en tanto que
Enron comerciaba toda una serie de ítems como gas natural,
electricidad, acero... a través de Internet... Donato Eassey
(Merrill Lynch) sentía entonces [en junio del 2000, N. de
R.] que: 'Enron esta en una posición única para convertirse
en la General Electric de la Nueva Economía'". (Vijay
Prashad, Fat cats and running dogs. The Enron stage of capitalism).
8 Esta caracterización se desprende de las transformaciones
en la organización del trabajo y el predominio según
Negri del "trabajo inmaterial", que convierten al conocimiento
en el principal medio de producción, el cual no puede ser
enajenado por el capitalista y que le otorgan al trabajador como
nunca antes la posibilidad de controlar el proceso productivo. Esta
conceptualizacion disuelve las condiciones materiales de la explotación
en la sociedad capitalista que se basa en la propiedad privada de
los medios de producción.
9 En General Intellect, poder constituyente, comunismo, Negri desarrolla
palmariamente esta concepción: "Lo que diferencia la
fase actual de las anteriores fases de desarrollo del modo de producción
capitalista es el hecho de que la cooperación productiva
social, previamente producida por el capital, es ahora presupuesto
de todas sus políticas o, mejor, constituye su condición
de existencia... Se desprende de esto, por consiguiente, que el
capital puede mostrarse únicamente como sujeto político,
como Estado, como poder. Por el contrario, el obrero social es el
productor con anterioridad a la producción de cualquier mercancía,
de la cooperación social misma... En todo momento del desarrollo
del modo de producción capitalista el capital ha propuesto
siempre la forma de cooperación... En la actualidad, la situación
ha cambiado completamente. El capital se ha convertido en una fuerza
hipnotizadora, hechizadora, en un fantasma, en un ídolo:
a su alrededor giran procesos radicalmente autónomos de autovalorización
y únicamente el poder político logra forzarlos, con
la zanahoria o con el palo, para que comiencen a amoldarse a la
forma capitalista." [Negritas nuestras, N. de R.].
10 Il Manifesto, 14/09/02.
11 Esto es una tendencia compartida por muchos autores, algunos
de los cuales van mucho más lejos, como es el caso de Walden
Bello, uno de los principales críticos de la globalización
capitalista, que ha saludado la división entre Europa y EE.UU.
como "...un paso positivo para la mayoría del mundo.
Esto abre la posibilidad de que los europeos comiencen a tratar
en una forma positiva con los problemas de injusticia y pobreza
en el mundo en desarrollo dando cuenta de las estructuras de la
dominación occidental de las que ellos son largamente responsables.
Esto abre el camino para alianzas globales innovadoras que pueden
ser benéficas para la mayoría del mundo, incluyendo
la formación eventual de una alianza de Europa, África,
Latinoamérica y Asia contra la hegemonía norteamericana.
Por supuesto, que Europa tiene su propia serie de prácticas
opresivas, como la Política Agropecuaria Común, que
es una de las más grandes causas de los desastres agrícolas
en el mundo en desarrollo. Sus corporaciones son tan explotadoras
como las corporaciones norteamericanas y sus restricciones sobre
los emigrantes son a menudo más draconianas que las de Washington.
Sin embargo, la necesidad de buscar alianzas para contraponer al
unilateralismo de Washington puede servir como un incentivo para
comenzar a reformar dichas instituciones."
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