En las últimas semanas, EE.UU. e Inglaterra han acelerado
el desplazamiento de tropas y armamento hacia el Golfo Pérsico.
Con esta acción, el gobierno de Bush comienza a dar pasos
concretos hacia un "cambio de régimen" en Bagdad,
que se ha convertido en el objetivo central de la política
exterior norteamericana después de la guerra contra Afganistán.
Esta decisión no responde a un aminoramiento de la enorme
oposición internacional a la política de Washington.
Por el contrario, el avance en los planes de EE.UU. para Irak y
el conjunto del Medio Oriente, han aumentado el rechazo de las masas
de la región y de los países imperialistas e intensificado
los recelos entre las grandes potencias y los principales países
de la región, amenazando con hacerlo aún más.
La importante movilización militar ha aumentado las probabilidades
de una guerra reaccionaria. Incapaz de presentar un motivo convincente
que justifique una nueva carnicería imperialista para la
opinión pública interna e internacional, EE.UU. busca
imponer por la vía de los hechos la sensación de que
esta guerra es inevitable. Es necesario multiplicar los esfuerzos
para impulsar una gran movilización internacionalista que
detenga la maquinaria de guerra norteamericana y derrote esta ofensiva
militarista del imperialismo.
EE.UU., avalado por la decisión del Consejo de Seguridad
de la ONU que autorizó un duro régimen de inspección
en Irak, plantea que su objetivo es el desarme total del régimen
iraquí de su posesión de armas de destrucción
masiva. Este motivo es una mera excusa, como puso de manifiesto
la crisis con Corea del Norte y la respuesta negociadora de EE.UU.
frente al "chantaje nuclear" de Pyongyang.
Mientras que en Irak, luego de varias semanas los inspectores de
la ONU no han conseguido obtener ninguna prueba que certifique las
acusaciones de Washington contra Hussein, Corea del Norte se ha
retirado del Tratado de No Proliferación Nuclear y ha hecho
explícita su voluntad de desarrollar este tipo de armamento.
Más allá de que el principal aparato militarista del
mundo no tiene ningún derecho a criticar el modesto programa
nuclear del ala asiática del "eje del mal", la
diferente actitud en uno y otro caso muestra que los verdaderos
objetivos de EE.UU. en Irak son otros.
Esto no sólo lo decimos nosotros. Prominentes políticos
republicanos del ala derecha, cercanos a los "halcones"
neoconservadores, como Jack Kemp, ex miembro de la Cámara
de Representantes y candidato a vicepresidente en 1996, se pregunta
en un reciente artículo del Washington Times que: "Parece
haber una creciente creencia por algunos en Washington de que a
pesar de que Irak parezca estar cooperando con los inspectores de
armas de la ONU, las opciones diplomáticas en Irak están
rápidamente declinando y la guerra es inevitable. ¿Pero
por qué debe la guerra ser inevitable? También, parece
haber un consenso de que a menos que Corea del Norte realice algo
grave como atacar a algunos de sus vecinos, nosotros deberíamos
procurar opciones no militares. ¿Por qué este muy
razonable enfoque para Corea del Norte no es también aplicable
para Irak?"
Todo esto demuestra que el discurso de Bush a favor de terminar
con los regímenes que supuestamente poseen armas de destrucción
masiva, con el cual ha convencido a su población aprovechando
el temor que suscitaron los atentados del 11/09, no sólo
es hipócrita al provenir de la nación más armada
del mundo sino que es una justificación para lograr respaldo
a una política ofensiva con la que busca redefinir la hegemonía
imperialista a escala regional y mundial.
El verdadero objetivo de Washington es asestar una derrota sobre
un blanco visible como Hussein, que desmoralice a la población
árabe y facilite la política de Israel contra la causa
palestina. A su vez, una ocupación de Irak le permitiría
el control del petróleo y transformar a este país
en una plataforma para el poderío norteamericano en el conjunto
del Medio Oriente. Una empresa de tal magnitud tendría enormes
consecuencias económicas y políticas a nivel mundial.
De ahí la oposición del resto de las potencias y los
gobiernos de la región.
Esto lo señala la agencia de inteligencia Stratfor, con una
buena dosis de realismo imperialista: "Los motivos de las naciones
anti-guerra están lejos de ser humanitarios. Muchos de los
mismos países que estuvieron agitando la guerra contra el
presidente yugoslavo Slobodan Milosevic, de repente encuentran la
guerra con Irak intolerable. Su motivación real es el temor
de que EE.UU., una vez que haya ocupado Irak, no sólo va
a dominar la región, sino que va a usar Irak como base desde
la cual extender su control a través de la Península
Arábiga, con inevitables consecuencias políticas y
económicas. Para los estados europeos como Francia, Alemania
e Italia, un ya inmanejable EE.UU. podría aumentar su poderío.
Para países como Arabia Saudita o Irán, la posibilidad
del poderío militar norteamericano en sus fronteras, basado
en un Irak completamente bajo el control de EE.UU., es algo en lo
que ellos no quieren pensar. Si el régimen de Hussein es
destruido mediante una guerra, este sería el resultado."
Detrás de la desatada agresividad de EE.UU. se esconde una
potencial debilidad a largo plazo de su dominio en la escena mundial
y el estado de incertidumbre en su economía. Basado en su
abrumadora supremacía militar, EE.UU. busca demostrar que
su poderío es imbatible, contrarrestando la oposición
a sus designios por parte de sus aliados y dándole una lección
al movimiento de masas, de forma tal que le permita mantener su
credibilidad y autoridad en el sistema internacional.
Como explicamos en la reciente edición de la revista Estrategia
Internacional, esta política puede, contra sus intenciones,
asegurarle una ventaja inmediata pero a costa de debilitar su consolidación
estratégica, generando una enorme inestabilidad internacional
y socavando las bases de su dominio. Lo que si es claro, es que
el precio que la humanidad puede pagar por el intento norteamericano
de preservar su posición hegemónica en el mundo, es
una nueva erupción de imperialismo en su forma más
violenta. ¡Hay que detener ya mismo la maquinaria de guerra
imperialista!
En las últimas semanas, la enorme fortaleza política
que Bush gozaba después del triunfo republicano en las elecciones
de medio término, se ha venido deteriorando. La propuesta
de recorte impositivo anunciado con gran fanfarria la semana pasada,
ha recibido una mezcla de hostilidad y críticas que no anuncian
un tránsito fácil en el Congreso. La crisis con Corea
del Norte le ha propinado un fuerte golpe a su política de
cómo tratar con las amenazas provenientes de los llamados
"estados villanos". El acuerdo al uso de la fuerza por
parte de la ONU se ve más complejo que dos meses atrás
cuando el Consejo de Seguridad votó unánimemente la
resolución promovida por EE.UU. De no resolver favorablemente
a sus intereses este diferendo diplomático, la administración
norteamericana se encontraría frente a dos opciones difíciles:
una vuelta atrás en el despliegue militar, lo cual es casi
impensable por la enorme pérdida de autoridad que significaría;
o la alternativa de una guerra sin la más mínima cobertura
de consenso, una opción abiertamente unilateralista. Por
último, en las últimas semanas el apoyo interno a
la política de Bush se ha debilitado, como demuestra la última
encuesta de Gallup donde a pesar de conservar aún un alto
porcentaje de aprobación (58%), retrocedió 5% en sólo
una semana, lo que ha preocupado a la Casa Blanca.
Este retroceso de su base política interna, que es el principal
capital del presidente después del 11/09, puede acelerar
el camino hacia la guerra. Como plantea el corresponsal norteamericano
del Financial Times: "En dos semanas, Bush dará su discurso
anual sobre el Estado de la Unión a ambas cámaras
del Congreso. Aún en el peor de los tiempos, la ocasión
le otorga un considerable empuje en los ratings de aprobación
y la autoridad del presidente. Bush no perderá la oportunidad
tanto para agrupar a la opinión pública para cualquier
cosa que sea lo planeado en Irak y para envolver su defectuoso plan
económico bajo la manta de la salvación nacional.
Una guerra contra Irak permanece como parte de sus tareas pendientes
antes de la primavera y sólo un amplio retroceso puede prevenir
que esta otorgue un poderoso espaldarazo a la autoridad del presidente
a nivel interno."
El incremento en el despliegue de tropas a la región del
Golfo Pérsico es un llamado de atención sobre la necesidad
y la urgencia de multiplicar los esfuerzos para detener el actual
curso guerrerista de Estados Unidos. Hay que poner en pie un amplio
movimiento militante y radicalizado que detenga o dificulte una
nueva intervención imperialista.
No debemos confiar ni un ápice en que la ONU que en el pasado
avaló la Guerra del Golfo en el '91, los más de diez
años de tormentos a la población iraquí como
consecuencia de sus sanciones y que hoy encabeza el opresivo régimen
de inspección de armas sobre Irak, haga algo para detener
esta guerra reaccionaria. Más aún, incluso no está
descartado que producto de la coacción y el soborno, la ONU
termine dándole cobertura a los designios imperialistas de
EE.UU. Por eso decimos que con o sin aprobación de la ONU
debemos pelear contra esta guerra imperialista. Con o sin la ONU
esta guerra es una guerra imperialista de saqueo y opresión
nacional. Debemos evitar que sus perpetradores la inicien o derrotarlos
si lo hacen. Nuestra posición tiene que ser "¡Fuera
la ONU y Estados Unidos de Irak!".
Tampoco debemos sembrar expectativas en un eventual frente "antihegemónico"
contra EE.UU encabezado por Europa -que participó activamente
en la guerra de 1999 contra Yugoslavia y el año pasado apoyó
la guerra imperialista contra Afganistán-, como propugnan
algunos dirigentes del movimiento anticapitalista. Los trabajadores
y los pueblos oprimidos del mundo no tenemos nada que ganar con
estos imperialistas que si hoy cuestionan la política de
Bush no es porque sean más "humanitarios", democráticos"
o menos rapaces que EE.UU., sino porque afecta a sus intereses económicos
y geopolíticos en la región y a su posición
en el mundo. Sólo una oposición anticapitalista, antimperialista
y revolucionaria a la guerra puede detener la ofensiva del imperialismo
norteamericano y no la búsqueda de falsos aliados como los
gobiernos imperialistas europeos, la ONU o el Papa.
A medida que se vayan acercando sus acciones bélicas en
territorio iraquí, Bush tratará de presentarse como
el liberador del pueblo de ese país. Pero sólo el
pueblo iraquí -árabes y kurdos- tiene el derecho a
derrocar la brutal dictadura de Saddam y al mismo tiempo asegurar
la independencia de su país. Ser colonizado por Estados Unidos
y Gran Bretaña sería un desastre terrible para ellos.
La liberación sólo se logrará si los trabajadores
y la juventud de las ciudades se levantan y reemplazan el régimen
baathista y militar con una democracia basada en los consejos de
obreros y campesinos.
En caso de que el combate estalle, debemos llamar clara e inequívocamente
a la derrota total de la invasión imperialista y por la victoria
de la resistencia iraquí. Como en los días de la guerra
de Vietnam, la victoria de una antigua colonia contra la agresión
de la Gran Potencia deber ser el grito que unifique al movimiento
anticapitalista y al movimiento obrero internacional. ¡Por
la victoria de Irak!
En concreto, debemos exigir a los sindicatos que realicen acciones
contra la guerra: boicot, huelgas masivas, movilizaciones. En Estados
Unidos y Gran Bretaña la tarea es convertir a la guerra imperialista
contra países como Irak en una crisis política y social
general, que lleve al derrocamiento de Bush y Blair. Llamamos a
movilizaciones y acciones directas contra las bases militares y
las filiales de las corporaciones imperialistas en todo el globo.
A su vez, apoyamos los levantamientos de masas en todo el mundo
árabe y musulmán en contra de Estados Unidos y Gran
Bretaña, en contra de todos los regímenes que los
apoyan, activa o pasivamente.
El jueves 16 de enero, se realizó una pequeña acción
encabezada por las Madres de Plaza de Mayo en la embajada de EE.UU.
Debemos renovar nuestro compromiso para poner a miles en las calles.
Las asambleas populares, las organizaciones piqueteras, las organizaciones
obreras y estudiantiles, los organismos de derechos humanos, los
partidos de izquierda, los que enfrentamos los planes del FMI, la
expoliación de los monopolios imperialistas y a sus gobiernos
y políticos patronales sirvientes, tenemos que lanzar ya
una gran campaña para detener esta nueva masacre imperialista,
poniendo en pie comités contra la guerra, organizando movilizaciones,
rodeando la emabajada yanqui al grito de ¡Abajo la campaña
guerrerista de Bush y Blair! ¡Fuera el imperialismo de Irak
y de Medio Oriente! ¡Fuera yanquis de Argentina y América
Latina!
EE.UU: un nuevo movimiento pacifista
A pesar de que hoy la mayoría de los americanos apoyan la
guerra contra Irak, no tanto porque estén convencidos de
ésta sino porque confían en los motivos que les da
su presidente en un momento de crisis como la que se abrió
posteriormente al 11/09, la falta de argumentos creíbles
de la administración Bush está haciendo que sectores
de la población que nunca antes se manifestaron comiencen
a oponerse activamente a la guerra.
Ignorado por la gran prensa imperialista, algunos pequeños
diarios regionales están dando cuenta de este nuevo fenómeno
que potencialmente plantea la posibilidad del surgimiento de un
movimiento contra la guerra de una base más amplia y masiva
al que dio origen la guerra de Vietnam en caso de que las operaciones
bélicas se prolonguen más de lo que calculan los estrategas
del Pentágono.
Uno de estos periódicos, el Oakland Tribune, señala
un caso como ejemplo: "Lois Brown, de 74 años, se ha
considerado siempre a si misma políticamente conservadora...
por lo tanto podría ser sorpresivo para algunos que Brown
recientemente se una a la South Alameda County Peace and Justice
Coalition... un grupo formado el año pasado para protestar
contra las acciones militares en Irak y las políticas antiterroristas
norteamericanas que ellos dicen que abusan de las libertades civiles."
El mismo diario señala sobre estos grupos que se están
constituyendo que "casi ninguno de sus miembros protestaron
en Vietnam y unos pocos, como Brown, nunca han estado en un piquete
en su vida - hasta ahora. No hay comunistas, hippies de pelo largo
o radicales incendiarios aquí. En cambio hay vestidos con
sweater, zapatos ortopédicos, padres, abuelos, trabajadores
de cuello azul y tres mujeres musulmanas..."
La nueva Doctrina de Seguridad Nacional está ayudando a develar
el verdadero contenido de la política imperialista. Jim Forsyth,
un trabajador automotriz jubilado que se convirtió en políticamente
activo a través de su sindicato, dice: "Lo que la administración
Bush está haciendo no tiene precedentes. Jamás en
nuestra historia atacamos una nación soberana que no nos
haya mostrado una agresión previa. Yo pienso que éste
es el motivo por el cual nuestro movimiento está ganando
tanto apoyo. En Vietnam nosotros podíamos decir que nosotros
íbamos en apoyo de los sud vietnamitas. Acá nosotros
no tenemos nada."
Todos estos movimientos han dado lugar a innumerables movilizaciones.
En octubre del año pasado, entre 80,000 y 100,000 marcharon
en San Francisco el mismo día que un número similar
tomó las calles de Washington. Según un activista,
el éxito de estas manifestaciones marca un nuevo capítulo
del movimiento antiguerra: "En Vietnam, llevó hasta
1966 tener una manifestación del tamaño de la que
tuvimos el 26 de octubre. En 1974, nosotros teníamos 20,000
soldados en Vietnam pero en el '62, '63 y el '64 nosotros solamente
teníamos 100 personas en las marchas. Este es un movimiento
enteramente nuevo. La gente quiere parar la guerra antes que una
sola bolsa negra de plástico vuelva a casa."
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