Estrategia
Internacional N° 11/12 Declaración de la Fracción Trotskista (EI) ante el conflicto en los Balcanes 1. La actual intervención imperialista en el conflicto de Kosovo es, en último término, una respuesta contrarrevolucionaria de las distintas potencias occidentales, encabezadas por Estados Unidos, al agravamiento de la crisis económica que se ha comenzado a transformar en crisis política en diversos países, como lo demuestran los sucesos en Ecuador, Paraguay y sobre todo el propio conflicto en Kosovo. La lucha de liberación nacional del pueblo kosovar, en el corazón de los Balcanes y de Europa, amenazaba con desbaratar el statu-quo reaccionario impuesto por los acuerdos de Dayton en esta conflictiva región, con sus fronteras establecidas según intereses contrarios a los pueblos. Más aún luego del proceso revolucionario que sacudió Albania en febrero de 1997 y que puso en cuestión el proceso de restauración capitalista en este país. 2. El imperialismo justificó su intervención militar con razones "humanitarias". Nadie puede creer en estas razones ni en que al imperialismo le preocupe el destino de las nacionalidades oprimidas. Varias de las potencias y países miembros de la OTAN enfrentan en sus propios territorios conflictos contra nacionalidades oprimidas a los cuales reprimen con dureza, como Gran Bretaña a Irlanda del Norte y al IRA, España a la ETA que lucha por la autodeterminación del País Vasco o Turquía a los kurdos y al PKK. Estas mismas potencias no dudaron en entregar al siniestro régimen turco al líder kurdo Abdullah Ocalan enfrentado a una segura condena a muerte. Son también los que se oponen a la autodeterminación del pueblo palestino: los imperialistas "humanitarios" son fieles defensores del Estado de Israel, el único país del mundo donde la tortura se encuentra legalizada. ¿Qué interés humanitario pueden tener los que desde hace ocho años han causado en Irak más de un millón y medio de muertos imponiendo sobre este país un bloqueo siniestro? En el Kosovo mismo se demuestra claramente la falsedad de los argumentos de los imperialistas. Desde que comenzaron los ataques aéreos la ofensiva militar serbia sobre los kosovares se ha incrementado. De hecho el ataque militar imperialista ha debilitado y dejado en una situación desesperada al pueblo kosovar, permitiendo la limpieza étnica a manos del ejército y la policía serbios. Aldeas arrasadas por el ejército serbio en Kosovo, ejecuciones sumarias y miles de refugiados que inundan Macedonia, Albania e Italia desde que comenzaron los bombardeos de la OTAN muestran a las claras que la vida de los albano kosovares no constituyen razón de interés nacional para las potencias occidentales. Como afirma el comandante de la OTAN, Wesley Clark, "estuvo claro desde el comienzo que no había forma de que evitáramos que esas fuerzas paramilitares entraran a las aldeas y atacaran" (Washington Post 27/3), y el vocero de la Casa Blanca aclaró que "No podemos evitar que una unidad serbia entre en una aldea albanesa específica. No podríamos hacerlo a menos que tengamos una fuerza de ocupación en Kosovo, que pienso que no está entre nuestros intereses nacionales" (Washington Post 27/3). Se demuestra claramente que los argumentos de las potencias imperialistas de que quieren "evitar una catástrofe humanitaria y detener la matanza de los albano kosovares", es una verdadera hipocresía. 3. Durante todos estos años el imperialismo permitió la política de limpieza étnica de Milosevic, primero en Bosnia y más tarde contra el reclamo de independencia de los albano kosovares. En los acuerdos de Dayton el imperialismo legitimó la partición según líneas étnicas de Bosnia por las burocracias gran serbia y gran croata, sobre la base de la derrota del movimiento nacional bosnio, que por defender su carácter multiétnico, constituía el único movimiento nacional progresivo, más allá del carácter proimperialista de su dirección. Dayton a su vez significó el reconocimiento explícito de la pertenencia de Kosovo a Serbia. El fracaso de la autonomía negociada dirigida por I. Rugova, puso en cuestión los propios acuerdos de Dayton, dando origen a la formación del Ejército de Liberación del Kosovo (ELK), una guerrilla con una dirección nacionalista que en el último período fue ganando creciente apoyo hasta transformarse en la dirección de la lucha por la independencia. Frente al surgimiento de esta guerrilla -que expresaba en el terreno militar el incremento de las posiciones independentistas de los kosovares, mostrada también ampliamente por los resultados del referéndum favorables a la transformación del Kosovo en República Independiente- Serbia respondió con un reforzamiento de su ofensiva militar en Kosovo, acción que lejos de controlar la situación amenazaba con provocar la extensión y la radicalización del conflicto. Fue para prevenir esto que las potencias imperialistas y Rusia armaron el "Grupo de Contacto" y buscaron imponer los llamados "acuerdos de Rambouillet", en los que se reconoce la soberanía serbia sobre Kosovo y se exige el desarme del ELK, a cambio de una autonomía limitada, estableciendo en esta provincia, como garantía para que se cumplieran los intereses imperialistas, un protectorado custodiado por casi 30.000 soldados de la OTAN. Es que para el imperialismo Milosevic se mostraba cada vez menos capaz para jugar el rol de gendarme estabilizador de la situación en los Balcanes. Para Milosevic la presencia de las tropas de la OTAN dentro de lo que el propio imperialismo reconoce como "territorio serbio" se le hace por ahora inaceptable, no porque sea un "antimperialista" (por el contrario, es un burócrata restauracionista carnicero de los pueblos) sino porque lo debilitaría en su frente interno y en el rol como "gendarme" de la región, papel que el imperialismo le otorgara junto a la burocracia croata en los acuerdos de Dayton. La negativa de Milosevic a suscribir este acuerdo de "paz", fue el motivo declarado por el imperialismo para desatar la actual intervención militar de la OTAN en la región. 4. Los bombardeos de la OTAN tienen el objetivo de disciplinar a Milosevic y obligarlo a aceptar algún tipo de acuerdo de "paz" para Kosovo -que puede llegar incluso a la partición de ese territorio. El tipo de operación militar lanzada fue caracterizada por "el ex oficial de inteligencia norteamericana y experto en combate aéreo William Arkin, (quien) cree que la Casa Blanca ha simplemente echado mano del mismo recurso empleado contra Irak en diciembre último y contra los serbios bosnios en 1995: Es 400 aviones, 3000 vuelos, 1000 armas, 100 blancos; es un paquete que pueden sacar del estante, explicó al Washington Post" (La Nación, 31-3-99). Como en 1995 en la guerra de Bosnia, el imperialismo puso en marcha una estrategia de ataques aéreos contra las instalaciones militares serbias, para obligar a Milosevic a sentarse en la mesa de negociaciones, debilitando su poderío militar. Sin embargo, a diferencia de ese conflicto, Milosevic tiene menos margen para ceder ya que en este caso se trata de una región que los serbios consideran como propia -y que fue incluso donde Milosevic comenzó en 1987 a utilizar la "carta nacional" como forma de mantenerse en el poder-, lo que complica el éxito inmediato de la intervención militar imperialista. Estratégicamente, la acción imperialista busca legitimar a la OTAN, instrumento hegemonizado por Estados Unidos, aunque con una mayor participación de las principales potencias europeas, como gendarme frente al agravamiento de la crisis mundial que golpeó duramente a Rusia y que amenaza la estabilidad las potencias imperialistas europeas y que pone en cuestión los planes de las burocracias restauracionistas del este de Europa. Las potencias europeas, en particular Alemania, frente a estos escenarios, se han decidido aunque no sin contradicciones, a una colaboración más estrecha con Estados Unidos. Estados Unidos busca así mantener su rol hegemónico en la dirección de la política imperialista y evitar que los imperialismos europeos pasen de la moneda común (el euro) y la seudo federación política de sus estados (Unión Europea) a una política de defensa independiente de los yankis, lo que significaría un salto cualitativo en las contradicciones interimperialistas. De tener éxito la política imperialista en lograr algún tipo de negociación con Milosevic, disminuyendo aún más la "autonomía" de los kosovares, lejos de ser una solución estable sería una "salida" aún más precaria que la establecida en Dayton al fin de la guerra de Bosnia. Es decir, a corto o mediano plazo llevará a nuevos estallidos políticos y militares en la región. 5. Esta política de intervención militar de la OTAN fue rechazada por la burocracia rusa -tradicional aliada de Serbia- y la burocracia china, con el argumento de que este ataque de la OTAN viola la soberanía nacional serbia, lo que puede ser un precedente contra estos países, que tienen reclamos nacionales de minorías oprimidas -como, por ejemplo, Chechenia en Rusia y el Tibet en China- dentro de sus propios estados. La misma actitud ha tomado la India, que mantiene un conflicto abierto con Pakistán por Cachemira, cuyo gobierno ha llamado a hacer un bloque contra la intervención militar de la OTAN a Rusia y China. La política de este "segundo frente" internacional que reúne a Rusia, China y al Vaticano, es bregar por una alternativa más favorable a Milosevic que el plan de Rambouillet, es decir, algún tipo de nuevo acuerdo que incluya un reconocimiento de la soberanía serbia sobre Kosovo y el desarme de las masas albanesas, pero garantizado con tropas de la OSCE (que incluye a Rusia) en vez de la OTAN. El viaje de Primakov a Belgrado, más allá del fracaso de su primer intento, y las gestiones del Vaticano apuntan claramente en este sentido. Luego de que los primeros bombardeos no han logrado hacer que Milosevic acepte la negociación en los términos de la OTAN, la política de este "segundo frente" es promovida también por algunas de las potencias imperialistas más endebles de la OTAN como Grecia, tradicional aliado de Serbia, o Italia. Este último país, mientras juega un rol clave para la ofensiva de la OTAN permitiendo el uso de sus bases para el despegue de los aviones de la Alianza, debido a la presión del Vaticano, al temor de la oleada de refugiados y a la debilidad de su gobierno de coalición, ya empezó a decir que es hora de volver a la negociación, siendo su embajada en Belgrado (la única de las potencias implicadas en el ataque que permanece abierta) uno de los centros organizadores de las distintas vías de negociaciones. 6. La canalla política socialdemócrata y sus burocracias sindicales adeptas, que ayer no movieron un pelo por el Kosovo impidiendo la solidaridad efectiva del poderoso proletariado europeo con este pueblo oprimido, dejándolo aislado y a merced de los progroms serbios y la política imperialista para derrotar su lucha nacional, ahora se unen en el apoyo abierto a los bombardeos de la OTAN. Repiten así la nefasta tradición histórica de la socialdemocracia de agentes de sus propias burguesías imperialistas, como durante las guerras mundiales. Los gobiernos socialimperialistas como los de Blair y Schroeder son protagonistas activos con el envío directo de aviones a bombardear Yugoeslavia, mientras que el no menos socialimperialista Jospin apoya lo actuado por Chirac. Por su parte, algunas direcciones stalinistas y neostalinistas europeas, como el PC francés y su central sindical la CGT, o el PC griego y distintos sectores del ex PC italiano, se oponen a los bombardeos de la OTAN -en el caso de Grecia e Italia incluso con movilizaciones de vanguardia- pero sólo para alinearse o con el "segundo frente" liderado con Rusia o para apoyar directamente al carnicero Milosevic mientras éste sigue ordenando la matanza de los albano kosovares. Siguen así el camino de su maestro Stalin de desprecio brutal por los derechos de las nacionalidades oprimidas. Es el camino opuesto al señalado por las enseñanzas de Lenin y Trotsky, quienes no se cansaban de marcar la necesidad de que la clase obrera internacional considerase a las nacionalidades oprimidas como aliadas en la lucha contra la dominación imperialista, y diese su propia salida al problema nacional. Por su parte, las organizaciones centristas que se reivindican del "trotskismo" se encuentran en general divididas alrededor de posturas que siguen como la sombra al cuerpo la de los reformistas. La LCR francesa se ubica como consejera de los gobiernos socialimperialistas llegando a afirmar que "había otros medios si uno quería verdaderamente obligar al régimen de Milosevic a dar la libertad al Kosovo (!!): las grandes potencias (!!) poseen tales medios que ellos tendrían, si quisieran (!!), la posibilidad de imponer eficazmente (!!) presiones económicas y un bloqueo militar al régimen de Belgrado (!!!)" (Rouge, 1-4-99). Es decir, alentando expectativas en que las "grandes potencias" (entiéndase que estamos hablando de los principales países imperialistas) podrían -eso sí, "con métodos más eficaces" como aquellos con los que se han causado más de un millón de muertos en Irak- dar una salida progresiva a la crisis de los Balcanes... En manos de la LCR, reivindicaciones justas como la oposición a los bombardeos de la OTAN y su apoyo a la autodeterminación del Kosovo no son parte de ninguna política para que el movimiento obrero intervenga en este conflicto con una política independiente, o aún de una política antimperialista, sino meros ruegos a los gobiernos socialimperialistas para que dejen de "subordinarse a la política liberal impuesta por los Estados Unidos" y para que peleen por"otra Europa, abierta, que rechace todas las políticas xenófobas, basada sobre ... una política de desarme y paz". O sea, la vieja utopía reaccionaria de que, sin revolución proletaria, el imperialismo puede dejar de tener una política imperialista. Un verdadero desbarranque. Su actual aliada para las próximas elecciones europeas, Lutte Ouvrière, por su parte se niega a pelear porque el movimiento obrero, junto con la lucha contra los bombardeos de la OTAN, sostenga la defensa del derecho a la autodeterminación de los kosovares (posición compartida por el Partido Obrero de Argentina). Sin embargo, sus diferencias sobre la política en los Balcanes no les han provocado el mínimo empacho en seguir realizando conjuntamente su campaña electoral. Más aún, han convocado a una movilización conjuntamente con el Partido Comunista francés (que, mientras critica la acción de la OTAN llamando a apoyar las inciativas de Rusia, ¡es parte integrante de uno de los gobiernos participantes de la agresión imperialista!), en una acción que entre sus tres consignas centrales incluía la de "negociaciones inmediatas", es decir, la política de Rusia y el Vaticano. No menos oportunista es la política de otras corrientes como el MST de Argentina, aliado del Partido Comunista en Izquierda Unida, quien mientras en declaraciones rituales reivindica la autodeterminación del Kosovo en toda acción (aún las pequeñas acciones que realiza) se adapta completamente a la política de los stalinistas argentinos, que apoyan la política de Rusia de reinvindicación de la pertenencia serbia del Kosovo. Por último están también pequeños grupos que reivindican el alineamiento "incondicional" con Milosevic (¿plantearán la formación de "brigadas" para apuntalar la limpieza étnica de los kosovares?). El centrismo, en sus distintas variantes, como fue en todos los enfrentamientos en los Balcanes a lo largo de la última década, no pasa la prueba de los actuales acontecimientos. Los trotskistas principistas peleamos porque la clase obrera internacional, y en especial la de los países imperialistas de Europa occidental y de Estados Unidos enfrente a sus propias direcciones proimperialistas, reformistas y stalinistas, luchando por la derrota de la intervención imperialista a través de sus propios métodos: huelgas, movilizaciones, boicot, sabotaje y toda otra medida que permita frenar la maquinaria de guerra imperialista. Enfrentando a sus propios gobiernos imperialistas como el de Clinton o los socialimperialistas como Blair, Jospin, Schroeder y al resto de los gobiernos de la socialdemocracia europeos. Al mismo tiempo la clase obrera debe defender incondicionalmente el derecho del pueblo albano kosovar a su autodeterminación nacional. 7. Las dirección del ELK (que en su momento sostuvo una posición más radicalizada en la lucha independentista), en medio de una enorme presión imperialista, de las matanzas del ejército serbio y del aislamiento internacional -del cual las direcciones reformistas y stalinistas del movimiento obrero mundial y en particular europeo son las principales responsables- firmó los acuerdos de Ramboillet dando vía libre al comienzo de los bombardeos. En ellos renunció a la independencia del Kosovo y aceptó el desarme y, lo más grave, apoyó la presencia de más tropas imperialistas en la región, que sumarían casi 60.000 soldados entre los estacionados en Bosnia, luego de los acuerdos de Dayton y los que prevee el acuerdo de Rambouillet en Kosovo. El crimen político de esta dirección guerrillera nacionalista es sostener que el imperialismo puede defender a Kosovo, promoviendo y alineándose abiertamente con la intervención militar de la OTAN contra Serbia. Esto es una muestra que las direcciones nacionalistas sólo pueden ofrecer a las masas kosovares una ficción de independencia. Tarde o temprano ellas se entregan a la tutela de una u otra potencia imperialista. En la época del imperialismo, sólo el poder obrero y de las masas oprimidas puede asegurar una efectiva independencia nacional. Por eso los marxistas revolucionarios luchamos desde el principio del conflicto por un Kosovo independiente obrero y campesino, que se transforme en una trinchera para luchar por la unidad de los pueblos de la región en una Federación voluntaria de Repúblicas Socialistas de los Balcanes. 8. La intervención imperialista ha fortalecido internamente a la burocracia gran serbia de Milosevic que está jugando nuevamente su carta nacionalista contra el pueblo kosovar. Esto mismo ya lo había hecho en 1987 cuando en los comienzos del ascenso de Milosevic al frente del gobierno restauracionista de la Federación Yugoslava comenzó a atacar la autonomía del Kosovo. En 1989, nuevamente el pueblo de Kosovo se levantó contra el chovinismo gran serbio de Milosevic, en una verdadera insurrección que contó con un fuerte protagonismo de los obreros mineros. Tras su derrota Milosevic anuló la autonomía que tenía esta provincia y comenzó un hostigamiento mayor contra su pueblo, alimentando el odio chovinista en su propio país. Esta burocracia stalinista, reciclándose en nacionalista pudo mantenerse en el poder logrando una unidad nacional reaccionaria en torno a la opresión y la limpieza étnica de grupos nacionales oprimidos como los musulmanes bosnios y los kosovares. En los kosovares se fueron desarrollando crecientemente sentimientos independentistas a partir del saboteo permanente de sus derechos nacionales y la conclusión de que estos no serían conquistados mientras fuesen parte de Serbia. Por esto los marxistas revolucionarios, que sostenemos que los conflictos étnicos y nacionales de la región sólo pueden tener una salida definitiva con la formación de una Federación Voluntaria de Repúblicas Socialistas en los Balcanes, a la vez que llamamos a la clase obrera enfrentar los bombardeos y a detener la maquinaria militar imperialista, reconocemos y defendemos el derecho a la autodeterminación (independencia) del Kosovo y apoyamos su lucha contra la opresión de la burocracia gran serbia. La clase obrera y las masas serbias deben romper la unidad nacional reaccionaria alrededor de la política chovinista de Milosevic, reforzada por los ataques imperialistas de la OTAN. Como dijo Marx "ningún pueblo que oprima a otro puede decirse verdaderamente libre". Los verdaderos enemigos de la clase obrera y las masas serbias, que son las que pagan las consecuencias de las guerras reaccionarias, son el imperialismo y la burocracia restauracionista de Milosevic y no las masas kosovares que luchan por su independencia. Por esto la clase obrera serbia junto con el enfrentamiento a la agresión imperialista debe luchar contra la opresión de la burocracia chovinista serbia contra los kosovares. 9. Si la clase obrera mundial de una vez por todas no toma en sus manos conjuntamente el enfrentamiento a la agresión imperialista y la defensa de las justas aspiraciones a su autodeterminación nacional de los albano kosovares, será el imperialismo el que imponga su salida contrarrevolucionaria. No se puede descartar a priori, que, si fracasa la actual política de intervención punitiva sobre Yugoslavia con el fin de que Milosevic acepte negociar la implantación de algún tipo de "protectorado" bajo el control de tropas de imperialistas (ya sea de la OTAN o de la OSCE, como propone Rusia, o aún la partición del Kosovo) se abrirían dos variantes igualmente contrarrevolucionarias. Una es la política pregonada por sectores tanto demócratas como republicanos del Congreso norteamericano de cambiar el involucramiento militar directo en el conflicto por el recurso de armar hasta los dientes a los distintos bandos existentes en la región (incluyendo el aliento a que Montenegro se separe de Yugoslavia, el apoyo a la política reaccionaria de impulsar una "Gran Albania" y, aún, induciendo a que entren en acción los croatas) para desatar una guerra fraticida en la que los pueblos de la región se maten unos contra otros. La otra variante, hoy por hoy más improbable debido a la fuerte oposición que existe en la población de las potencias occidentales, es lanzar una guerra abierta con la invasión de tropas terrestres sobre Yugoslavia, con lo cual el conflicto actual podría transformarse en un "nuevo Vietnam", con una acción que sólo podría ser interpretada como un ataque indirecto contra la misma Rusia. Sin embargo, estas dos variantes son hoy sólo hipótesis. La tarea actual pasa por enfrentar la agresión imperialista con la defensa simultánea del derecho a la autodeterminación nacional del pueblo kosovar. POR UNA POLÍTICA INDEPENDIENTE DE LA CLASE OBRERA INTERNACIONAL 10. Los marxistas revolucionarios luchamos contra los bombardeos de la OTAN sobre Yugoslavia. La intervención imperialista, aquí o en cualquier otra región del mundo, sólo puede significar salidas contrarrevolucionarias contra los pueblos. La instalación de un nuevo contingente de tropas imperialistas en la región sería un triunfo de la OTAN y reforzaría a esta fuerza imperialista como gendarme en los Balcanes y también en el este de Europa, en medio de la crisis económica y política que está sacudiendo a esos países y que puede poner en cuestión los planes de restauración capitalista. Al mismo tiempo que llamamos a que la clase obrera intervenga con sus propios métodos de lucha contra la intervención militar de la OTAN, defendemos el derecho de la autodeterminación (independencia) del pueblo kosovar, que incluye naturalmente el derecho de las masas albano kosovares a armarse para resisitir la ofensiva y la limpieza étnica de las tropas y la policía serbia y expulsarlas del Kosovo. No hay la mínima contradicción en sostener conjuntamente estas reivindicaciones que hoy expresan la única política revolucionaria posible ante el actual conflicto. Así como nos oponemos a la intervención militar imperialista, también nos oponemos a la negociación que proponen las burocracias rusa y china y la diplomacia vaticana, igualmente basada en pisotear los derechos nacionales del pueblo kosovar. Peleamos por un Kosovo independiente obrero y campesino y por la unidad de la clase obrera de los Balcanes y de Europa, la única clase que no tiene ningún interés en defender las fronteras impuestas por el imperialismo y las burocracias restauracionistas. Esto significa luchar contra los bombardeos y por el retiro inmediato de todas las tropas de la OTAN, tirar abajo los acuerdos de Dayton y todo plan imperialista contra la autodeterminación del Kosovo. La clase obrera debe exigir simultáneamente el retiro de las tropas serbias del Kosovo. Los marxistas revolucionarios sostenemos que este programa debe ser puesto en la perspectiva de la lucha por una Federación voluntaria de Repúblicas Socialistas de los Balcanes, única salida progresiva para las masas de la región. Llamamos a la clase trabajadora a movilizarse ya por: 1-4-1999 |