Estrategia
Internacional N° 11/12
DERROTA DE LA ASONADA DE CUBAS-OVIEDO EN PARAGUAY por Eduardo Molina Durante cinco dramáticos días, Paraguay atravesó por una colosal crisis política, detonada por el asesinato del vicepresidente Argaña, en pleno centro de Asunción, el martes 23 de marzo. El régimen político burgués quedó fracturado, con las FF.AA. al borde de la división, mientras las centrales sindicales declaraban la huelga general indefinida y movilizaciones estudiantiles, campesinas y populares se volcaron a las calles enfrentando una brutal represión y un baño de sangre. El país estuvo por varios días al borde de una guerra civil entre los bloques enfrentados de "oviedistas" y "antioviedistas". El domingo 28, después de tensas negociaciones, la renuncia del presidente Cubas permitió que se impusiera la salida de la oposición burguesa: el recambio institucional asumiendo el presidente del senado, González Macchi, un colorado de la fracción argañista, y cerrando así el período más agudo de la crisis. En cuanto al Gral. Oviedo, recibió "asilo político" en Argentina, mientras que Cubas se refugió en Brasil. A todas luces, la "solución política" se basa en un compromiso entre ambas fracciones del Partido Colorado, con la anuencia de las FF.AA., al precio de sacrificar a Cubas y Oviedo para recomponer el régimen burgués e impedir que pueda colarse un proceso de masas aprovechando las monumentales brechas abiertas con el enfrentamiento entre ambas fracciones de la clase dominante. Aún está por verse si el frágil equilibrio alcanzado consigue mantenerse, ya que sigue abierta la división interburguesa, que hunde sus raíces en la enorme crisis estructural del país, y está por verse si la conmoción política que ha sacudido hasta los cimientos al país, no se traduce en una mayor intervención, de aquí en adelante, del combativo movimiento obrero y campesino del Paraguay. "Oviedistas" y "antioviedistas" En la base de esta división está la profunda crisis del viejo Paraguay, moldeado en el mayor atraso y sumisión al imperialismo, por la dictadura stroessnista de cuatro décadas. Como desnuda una vez más la actual crisis, la "democracia" paraguaya no es más que una débil envoltura para el régimen tradicional de dominación profundamente bonapartista, conservado después de la caída de Stroessner en 1989, cuyos dos pilares fundamentales son, por un lado, el Partido Colorado, una especie de "partido de estado" que fue el instrumento político de Stroessner, una maquinaria totalitaria que se basaba en el clientelismo y el control sobre las masas rurales para asentar una férrea dominación de la vida política del país; y por otro lado, las FF.AA., con un enorme peso político y orgánicamente ligadas al contrabando, el narcotráfico y los grandes negociados. En un grado extremo, el enriquecimiento de las distintas camarillas burguesas depende del control del aparato del estado (como los fabulosos negociados con Itaipú y Yaciretá) y éste sólo es posible dominando a las FF.AA. y al Partido Colorado. El viejo Paraguay basado en estos dos pilares es crecientemente "antifuncional" a las necesidades de la dominación imperialista sobre el Cono Sur y al proceso de "integración" que subordina al país como un apéndice del Mercosur, en particular de Brasil. Esto cuestiona el papel tradicional del Ejército y sus prebendas, y por otra parte, la crisis del Partido Colorado es motorizada por la emergencia en la última década de un nuevo movimiento campesino, que ha protagonizado grandes movilizaciones, marchas sobre Asunción y tomas de tierras, y de un joven y combativo movimiento obrero, que por ejemplo, desde el 96, llevó adelante siete paros generales (los dos primeros, en el 96, grandes acciones con piquetes y coordinadoras). Argaña y Wasmosy (antiguos socios enriquecidos en la construcción de las grandes represas y luego políticamente distanciados) reflejan a un sector de la burguesía y del coloradismo que desean "legalizarse" y se acomodan a la "apertura" y al Mercosur. Cuentan con el respaldo de Estados Unidos y Brasil. Oviedo se ha convertido en el portavoz de otras camarillas burguesas, militares y terratenientes que ven afectada su participación en las prebendas del estado. Oviedo logró hacerse una amplia base popular, sobre todo entre las masas más atrasadas y oprimidas del interior, mediante un discurso paternalista, nacionalista de derecha y antimercosur. Su proyecto político bonapartista, se apoya en su influencia entre los mandos militares, y había tejido lazos con Argentina, en particular, con el menemismo. Desde que fracasó el intento de golpe de Oviedo en abril del 96, lo que le valió ser condenado a diez años de prisión, la crisis del régimen ha tomado la forma política del enfrentamiento entre dos bloques: el "oviedismo" y el "antioviedismo". El asesinato de Argaña hace estallar una crisis monumental en el régimen En agosto del año pasado, se impuso en las elecciones un binomio compuesto por Cubas, como presidente y Argaña como vice. Esta dupla era producto de un frágil compromiso entre las fracciones enfrentadas del Partido Colorado: Cubas respondía a Oviedo. Argaña, antiguo colaborador del dictador Stroessner y figura clave de la política paraguaya, encabezaba la otra fracción del coloradismo. Un tercer sector sigue al ex presidente Wasmosy y oscila entre ambas alas, aún cuando se define "antioviedista". Este frágil acuerdo comenzó a romperse después de las elecciones, cuando Cubas liberó a Oviedo y reincorporó a unos doscientos oficiales oviedistas dados de baja después del intento de golpe del 96. Argaña, Wasmosy y la oposición (PRLA, PEN, etc.) conformaron un nuevo bloque contra Cubas-Oviedo para impulsar el juicio político al presidente. Cubas, enfrentado por un lado a la crisis política y por otro al deterioro de la situación económica paraguaya, bajo el impacto de la crisis brasileña, intentó un curso crecientemente autoritario y represivo, es decir, bonapartista, para asentar su gobierno. En el campo "antioviedista" se unieron el sector "argañista" del Partido Colorado, el ex presidente Wasmosy, el PRLA de Domingo Laíno, el PEN (Partido Encuentro Nacional), de centroizquierda, apoyados por el Partido Comunista y el Partido Socialista. Cuentan además con el sostén de las direcciones sindicales: la CUT, la CNT, y la CNC campesina. La embajada yanqui y Brasil, (pues el gobierno argentino era más proclive a Cubas-Oviedo), así como la Iglesia, están también contra el oviedismo. En este marco de enorme polarización política, se produjo el asesinato de Argaña, cabeza de la coalición antioviedista. Aunque no esté claro aún quienes fueron sus ejecutores, fue, objetivamente, el pico mayor de una escalada de amenazas y atentados contra la oposición, desde el campo oviedista, para frenar el intento de juicio político y destitución de Cubas. El resultado del "magnicidio" fue un terremoto que sacudió al país hasta los cimientos en medio de una ola de indignación y protestas. Cientos de estudiantes salieron en la misma noche del crimen a manifestar contra Cubas-Oviedo. Miles de campesinos que habían llegado a la capital en la víspera, para reclamar por la condonación de sus deudas y otras reivindicaciones, decidieron permanecer hasta que Cubas se fuera. Las centrales obreras CUT, CNT y CPT (Unitaria de Trabajadores, Nacional de Trabajadores y Paraguaya de Trabajadores) y organizaciones campesinas declararon la huelga general indefinida, que comenzó a extenderse, paralizando el transporte, la educación, las empresas estatales, las fábricas y el puerto de Asunción. La plaza ante el Parlamento y el centro de la capital se convirtieron en el escenario de batallas campales entre miles de manifestantes, y la policía. El oviedismo recurrió a una brutal represión, a contramanifestaciones y a francotiradores, provocando un baño de sangre: se habla de entre 5 y 13 muertos, una veintena de heridos de bala y dos centenares de lesionados, sin que la brutal represión pudiera desalojar a los manifestantes y con la policía desbordada una y otra vez. Mujeres del pueblo, jóvenes y simples ciudadanos se paraban ante los blindados que Cubas sacó a las calles e increpaban a los militares. El Ejército estaba severamente fisurado entre oficiales pro y antioviedistas y podía dividirse abiertamente, con consecuencias imprevisibles para el régimen, y por eso la política que predominó fue preservarlo y no emplearlo para reprimir. Sin embargo, los dirigentes sindicales hicieron todo lo posible por evitar que la huelga se fortaleciera y tomara una dinámica independiente, subordinándola estrechamente a las necesidades de la oposición burguesa antioviedista y su proyecto de juicio político y nuevo "gobierno de coalición nacional". La Iglesia hacía también lo suyo: negociaba con los "Jóvenes por la Democracia" que ocupaban la Plaza y desactivaba las manifestaciones, consiguiendo con misas lo que la policía montada no había logrado con palos, balas y gases. Entre tanto, los embajadores de Estados Unidos y Brasil ejercían una enorme presión sobre ambas fracciones para impedir un golpe y buscar una salida política. Brasilia amenazaba con expulsar a Paraguay del Mercosur si había golpe de estado y defendía el mecanismo del juicio político. Argentina, proclive a Cubas-Oviedo, no pudo hacer gran cosa por defenderlos, salvo darle asilo político al fugado general. La suma de fuerzas terminó así inclinando la balanza hacia el bloque "antioviedista", que conseguía hacer avanzar el juicio político (aprobado finalmente en el senado por un voto de diferencia), mientras que el movimiento obrero y popular, contenido por las direcciones burocráticas, no pudo transformarse en una fuerza independiente y quedó subordinado a la política de "impeachment" (juicio político) en el Parlamento de la oposición burguesa liderada por el argañismo. Así, finalmente, después de maniobras y febriles negociaciones, Cubas debió aceptar que no tenía fuerza social y política como para imponerse, y retroceder, aceptando la "salida negociada". El domingo a la tarde renunciaba, mientras era nombrado nuevo presidente constitucional el argañista González Macchi, presidente del Senado. El nuevo gobierno, que al parecer no deja contentos a los opositores del PEN y el PRLA, es producto de un compromiso negociado ante todo entre ambas fracciones coloradas, aunque al precio de la renuncia de Cubas y la huida de Oviedo, que se fueron... para que todo siga igual que antes. Claramente es la solución más reaccionaria que la burguesía y el imperialismo pudieron dar a la monumental crisis abierta, manteniendo así en pie al régimen, preservando al Partido Colorado y a las FF.AA., así como la continuidad del plan económico y de los intereses imperialistas. La manifestación de decenas de miles de personas que llenó el centro de Asunción en la noche del domingo, vino a consumar, con una "fiesta por la democracia" la estafa a los jóvenes, obreros y campesinos que habían puesto su movilización y la sangre de decenas de baleados y "garroteados" para enfrentar al gobierno hambreador y represivo de Cubas, ilusionados con el llamado del bloque burgués antioviedista "en nombre de la democracia". ¿"Democracia versus dictadura"? Con el argumento de defender la "democracia" contra el intento dictatorial, "fascista" de Cubas-Oviedo, la mayoría de los partidos de izquierda y las direcciones oficiales del movimiento obrero y campesino, subordinaron a las masas y la huelga general, al campo de los burgueses y terratenientes opositores. Pero ambos bloques son proimperialistas, están encabezados por sendas fracciones del coloradismo, heredero de la monstruosa dictadura stroessnista, e integrados por terratenientes, esclavistas y corruptos parásitos del estado: el opositor ex presidente Wasmosy, por ejemplo, amasó una fortuna calculada en unos 6.000 millones dólares con los mismos métodos que hoy critican en Cubas y Oviedo. "Oviedistas" y "antioviedistas" defienden básicamente el mismo plan económico de hambre, miseria y entrega. El proyecto político de Oviedo-Cubas es abiertamente autoritario y bonapartista, pero los "demócratas" de la oposición defienden la continuidad de este régimen con sus FF.AA. y su Partido Colorado, y han demostrado una y otra vez su disposición a usar la represión contra obreros y campesinos, como hizo reiteradamente Wasmosy en su mandato. Para afirmarse, Cubas-Oviedo necesitaban no sólo atemorizar a sus opositores parlamentarios, sino imponer una mordaza sobre el pueblo en general, aún a costa de la sangre de los trabajadores y campesinos movilizados. Era correcto pronunciarse y movilizarse contra él, pero la izquierda paraguaya y las direcciones oficiales del movimiento obrero y campesino presentaron a las masas un falso dilema: para enfrentar al "fascismo" de Oviedo, es preciso apoyar el recambio institucional que impulsa la "democracia" proimperialista, terrateniente y hambreadora de los Argañistas, Wasmosy, Laíno, Filizzola y cía. Así, transformaron la huelga general, las manifestaciones y los combativos enfrentamientos contra la policía, en simples acciones de presión para fortalecer el plan de juicio político en el Parlamento, del cual saldría un presidente colorado argañista encabezando un "gobierno de coalición nacional". Esto es lo que ha ocurrido: González Macchi encabeza un gobierno de conciliación con el oviedismo, pactado sobre la base del exilio en Argentina para Oviedo y Cubas premiado con una banca como Senador vitalicio. El objetivo central del nuevo gobierno será recomponer el régimen y preservar las FF.AA., para mantener sometidos a los obreros y campesinos. Al apoyar políticamente al campo antioviedista, en nombre de su política de colaboración de clases con la burguesía "opositora", los dirigentes sindicales y la izquierda, impidieron que los trabajadores y campesinos pudieran aprovechar la crisis de la clase dominante en su propio beneficio, y contribuyeron a dividir al pueblo pobre, empujado a optar entre los esclavistas-represores-cipayos- terratenientes antioviedistas, o los esclavistas-represores-cipayos-terratenientes oviedistas, como únicas alternativas. Así, ante todo, debilitan la lucha contra Oviedo-Cubas, dejando a su disposición una importante base social entre los obreros, los campesinos y los pobres más oprimidos, engañados por el discurso populista de Oviedo, pero que tienen justas razones para desconfiar de los terratenientes "democráticos" y su amigo el embajador yanqui. La "unidad" que la izquierda reformista propone con la burguesía opositora y el imperialismo "democrático" convierte a obreros, campesinos y estudiantes en carne de cañón de uno de los campos burgueses proimperialistas en pugna, y les impide luchar bajo sus propias banderas. Primero, impidieron que la huelga general avanzara levantando su propio programa y pudiera dar un salto la intervención independiente del movimiento obrero, al frente de una amplia alianza obrera, campesina y popular, lo que hubiera permitido golpear mucho más duramente al régimen y sus fuerzas represivas. Una irrupción independiente de las masas habría ampliado la crisis en un sentido revolucionario. Como mínimo, el movimiento obrero y las masas se hubiera adueñado del centro del escenario político, y estaría en mucho mejores condiciones para desarrollar su lucha por sus propias reivindicaciones y bajo sus propias banderas. La traición de la izquierda reformista (comunistas, maoístas, etc.) y de la burocracia sindical (CUT, CNT, CPT, ONAC) impidió esto. Ahora, deja desarmadas a las masas frente al nuevo gobierno que no hará más que descargar nuevas medidas de hambre, represión y entrega. Una política obrera independiente Por el contrario, la única forma de infligir una derrota decisiva al oviedismo, y abrir el camino al movimiento obrero y campesino, era intervenir con una política obrera independiente en la crisis, denunciando el engaño de la "salida negociada" y las trampas parlamentarias. Era preciso extender y profundizar la huelga general, paralizando todo el país, y garantizándola con piquetes de huelga y coordinadoras, retomando y desarrollando así la combativa tradición de los paros generales del 96. La sangre obrera y popular derramada en las calles demuestra que era urgente generalizar piquetes de autodefensa y centralizarlos nacionalmente en una milicia obrera y campesina. Era preciso unir y coordinar la lucha en un comando nacional de huelga integrado por delegados nombrados democráticamente por todas las organizaciones obreras, campesinas y estudiantiles, barriales, partidos de izquierda, comités de huelga y piquetes, en el cual no tuvieran cabida los "demócratas" terratenientes ni los cipayos amigos de la embajada yanqui. La huelga necesitaba un programa para unir las filas obreras, soldar la alianza obrera, campesina y popular con el proletariado a la cabeza, y disputarle al oviedismo su influencia en sectores de los humildes y oprimidos. Este programa debía partir de las propias reivindicaciones de las masas: la reforma agraria y la condonación de las deudas, demandas que movilizaban a los campesinos. Aumento salarial y trabajo para todos los trabajadores, etc., y darles respuesta en un Plan Obrero de Emergencia, que contemplara entre otras medidas, la expropiación de todos los latifundios, la nacionalización bajo control de los trabajadores de las fábricas y los bancos, el no pago de la deuda externa y la ruptura de los pactos que someten a Paraguay al imperialismo. Para desmantelar los pilares del viejo régimen heredados de Stroessner: disolución de la policía y los servicios de inteligencia; plenos derechos políticos y de organización para los soldados, disolución de la reaccionaria casta de oficiales y elección de los jefes por la tropa; y sobre todo, armamento general del pueblo en un sistema de milicias obreras y campesinas, única garantía "antigolpista" concebible. Era preciso levantar la lucha por un gobierno provisional de las organizaciones obreras y campesinas, que pudiera marcar un camino independiente para derrotar a Cubas-Oviedo y enfrentar el recambio de gobierno que montaban los opositores, con el apoyo de la mayoría de la izquierda y de los dirigentes sindicales, y que no es más que una trampa para estafar a las masas, conciliar con el oviedismo, salvar a las FF.AA. y al Partido Colorado y emparchar el régimen de esclavitud, latifundismo y entrega. Contra el gobierno de González Macchi, preparar la lucha obrera y popular La política de colaboración de clases que impusieron los dirigentes sindicales y la "izquierda", ayudó a la burguesía y al imperialismo a acordar la "salida decorosa" para Cubas y asegurar la sucesión de González Macchi. Por el momento, la burguesía y el imperialismo han logrado cerrar -aunque sea débilmente- las brechas más agudas en el régimen, e intentarán avanzar todo lo posible en consolidar al nuevo gobierno, que surge débil e inestable, y que deberá intentar avanzar en la recomposición de aquél, para profundizar la aplicación de los planes de hambre, desocupación, miseria y entrega. El movimiento obrero, campesino y popular, que en estos dramáticos días ha dado un salto en la movilización y ha hecho una importante experiencia, tiene que prepararse para enfrentar frontalmente a González Macchi. Esto exige romper la subordinación impuesta por las direcciones sindicales al bloque burgués antioviedista, y levantar un programa que parta de movilizar a las masas por sus reivindicaciones más elementales, uniéndolas en un programa transicional como el esbozado más arriba, y levantando como parte de este programa las consignas democráticas más radicales. Contra el programa de estabilización del régimen de la coalición que sostiene a González, hay que oponer la lucha por demoler hasta los cimientos este podrido régimen sostenido por la embajada norteamericana y brasileña, que mantiene lo escencial del stroessnismo con una fachada democrática, como única forma de barrer a los Oviedo y a toda la cría stroessnista. El pueblo tiene el derecho a discutir los grandes problemas que hunden a Paraguay en el atraso, el hambre y el sometimiento al imperialismo, y resolver libremente su destino en una Asamblea Constituyente, libre y soberana, convocada sobre las ruinas de este régimen, que sólo podrá ser garantizada por el armamento de las masas y por un gobierno provisional de las organizaciones obreras y campesinas a la cabeza de la lucha. Levantar abiertamente la lucha por un gobierno obrero, campesino y popular, como coronación de un programa de clase como éste, permitirá al joven y combativo proletariado paraguayo convertirse en el caudillo de la nación oprimida, y dirigirse al triunfo en la lucha contra el imperialismo y sus socios locales. Solamente un gobierno obrero, campesino y popular, basado en las organizaciones democráticas de lucha que se den las masas, y defendido por las milicias obreras y campesinas, podrá garantizar la aplicación de un plan obrero de emergencia para que la crisis económica la paguen los capitalistas y el imperialismo y no la mayoría trabajadora y pobre del pueblo. Este gobierno, impuesto mediante una verdadera revolución obrera y popular, que destruya las reaccionarias instituciones del Estado burgués actual, es el único que podría implantar la única república verdaderamente democrática: una república obrera basada en la autoorganización de las masas, que comenzaría a dar los primeros pasos hacia la construcción del socialismo, en la perspectiva de crear una Federación de Repúblicas Socialistas de América Latina. Por un partido obrero revolucionario e internacionalista En estos momentos en que la crisis económica, social y política conmueve a toda la región, en particular al Mercosur, es difícil que el nuevo gobierno pueda asentarse duraderamente en Paraguay, que se ha convertido en uno de los focos conflictivos que se multiplican sobre el mapa de América Latina. Es posible que la intervención del movimiento obrero, campesino y popular, que dio un paso importante en estos días, se vea alentada por la crisis. La unidad de las luchas de los trabajadores y campesinos de todo el Cono Sur, contra los "ajustazos" con que los gobiernos cipayos quieren descargar la crisis sobre las espaldas de los pueblos latinoamericanos, puede encontrar un ejemplo en el heroico levantamiento obrero, campesino y popular que conmovió a Ecuador hace pocos días, así como en las movilizaciones en Paraguay. En esta perspectiva, redobla su urgencia la necesidad de un partido obrero revolucionario e internacionalista, es decir, trotskista, que, apoyándose en las lecciones que arrojan dramáticos acontecimientos como los vividos, pueda reagrupar a la vanguardia obrera y popular en torno a un programa y una estrategia revolucionarios, y luchar por una nueva dirección revolucionaria a la altura de los futuros combates que las masas paraguayas deberán dar.
REBELION OBRERA Y POPULAR por Eduardo Molina La crisis y los "ajustazos", motor de la movilización El motor del proceso es el descomunal descalabro económico, que agrava hasta lo intolerable las penurias cotidianas de las masas. La carestía de la vida, la inflación, el desempleo y la caída de los ingresos agobian a millones. Los "paquetazos" gubernamentales empujan a las calles y a los caminos a un sector tras otro del pueblo, e impulsando la unidad de obreros, campesinos, indígenas, estudiantes y clase media empobrecida, contra el gobierno y las imposiciones del capital financiero internacional. El congelamiento de depósitos bancarios asfixia a cientos de miles de pequeños comerciantes, profesionales, y otros sectores de clase media, afectados también por los impuestazos que constituyen un nuevo zarpazo sobre los ya magros ingresos de todo el pueblo trabajador. El estado no paga sueldos y se desentiende de las provincias postergadas, de la seguridad social, la educación y la salud. La indignación que despierta la represión refuerza el sentimiento de unidad popular y el odio al gobierno. A la vez, los "ajustazos" facilitan la rápida elevación al terreno político de la protesta, uniendo a las masas en las calles tras un reclamo común, en rechazo al plan económico y desplegando la bandera política unificadora de ¡Abajo Mahuad! como ayer fue la de ¡Abajo Bucaram! Por un programa obrero de emergencia La política de los reformistas de negociaciones sectoriales y "programas" tímidamente nacionalistas para "concertar" con el Gobierno y aprobar mediante leyes en el Parlamento, es completamente impotente. Sólo se hacen cómplices de la política hambreadora y proimperialista de Mahuad, eso sí, con algunos "retoques", traicionando los más elementales intereses de las masas, ante esta crisis que multiplica sus penurias. Al plan de salvación de los intereses capitalistas e imperialistas es preciso oponer un plan de salvación obrero y popular, partiendo de que la crisis la paguen sus responsables: la burguesía y el imperialismo. Y para ello, hay que partir de que las demandas más elementales de: pan, trabajo, educación, no pueden tener satisfacción sin imponer los costos de la crisis al imperialismo, a los dueños de la tierra, de los bancos y de las fábricas. Entre otras, un plan obrero de salvación (o de emergencia) articularía las demandas de las masas en un programa transicional que recoja, entre otras: Salario mínimo vital y móvil según la canasta familiar, trabajo para todos mediante el reparto de las horas de trabajo y un plan de obras públicas. Control obrero de la producción. Administración obrera directa de las empresas
públicas, junto a comités de usuarios. Control obrero y popular del abastecimiento y los
precios. No al IVA y demás impuestos que gravan a los pobres. Impuestos a las grandes
fortunas. Por la nacionalización de las grandes propiedades agrarias. Por la satisfacción de las demandas de tierra, educación, salud, etc., de los campesinos y el respeto al territorio de los pueblos originarios. Solamente un programa así puede soldar en torno a la clase obrera a las demás capas populares, y ofrecer una salida al conjunto del pueblo pobre. Por la huelga general política para derrotar a Mahuad En las jornadas de marzo, por segunda vez en dos años, obreros y campesinos iniciaron una huelga política de masas. En febrero del 97 lograron derribar a Bucaram, pero sus dirigentes apoyaron el recambio burgués de Alarcón. Ahora, le infligieron a Mahuad un duro golpe político. Pero nuevamente si la lucha no se desarrolló mucho más, es porque sus dirigentes se negaron a preparar una verdadera huelga general política, hasta derrotarlo y desbaratar el frente de la burguesía y el imperialismo que lo sostiene. Preparar esta gran huelga general política está planteado con más fuerza que nunca ahora, discutiendo y preparando un plan de lucha obrero y campesino, para levantar e imponer un plan obrero de salida a la crisis, la preparación de este nuevo gran embate necesita apoyarse en la más amplia autoorganización de las masas, y en la generalización y centralización de la autodefensa. Es preciso un congreso de delegados de base de todas las organizaciones obreras, campesinas y populares que discuta la situación actual y como seguir la lucha, que vote un plan obrero de emergencia sobre estas bases y que adopte un plan de lucha para imponerlo, y hacerle morder el polvo al gobierno. Autoorganización de masas Las masas ecuatorianas han salido una y otra vez al combate detrás de sus organizaciones tradicionales, a las que han impuesto el frente único para la lucha. Los dirigentes reformistas han desnaturalizado esta unidad, utilizando la autoridad conquistada por las centrales sindicales obreras y campesinas, para subordinar la fuerza del movimiento de masas a la presión sobre Mahuad y el régimen burgués. A pesar de ello, los sindicatos están jugando un importantísimo papel no sólo revindicativo sino también político: las masas dirigen a ellos su atención y esperan directivas para la lucha. Sin embargo, estas organizaciones tal como son no pueden satisfacer las necesidades de la lucha, ni llevar hasta el fin las progresivas tendencias de las masas hacia el frente único. En primer lugar, porque los sindicatos actuales, dominados por las distintas alas de la burocracia reformista, están divididos artificialmente en el FUT, la UGT y otras centrales. Ninguna de estas organizaciones ejerce la democracia obrera. Estas además están estrechamente ligadas al Estado, y en el caso de las organizaciones campesinas e indígenas, ligadas además a las ONG (organizaciones no gubernamentales) financiadas por el imperialismo. Agrupan sólo a una parte de los trabajadores y son millones los obreros, desocupados, campesinos, jóvenes, mujeres, etc., excluídos o no debidamente representados por las organizaciones actuales. Estas nuevas masas que se ponen en movimiento necesitan nuevos organismos de todo tipo en que puedan agruparse, decidir y luchar, superando las barreras entre oficios o gremios, para comenzar a tomar en las propias manos la resolución de todos los problemas, pues, "el hambre no espera". Todos ello exige la más amplia autoorganización democrática de las masas en lucha, tanto como la renovación radical, de abajo arriba, de los sindicatos existentes, expulsando a los agentes de la burguesía, e imponiendo una nueva dirección revolucionaria. En el curso de la lucha, los actuales comités de empresa (sindicatos de fábrica, que es la forma de organización más común en los países andinos) habrán de convertirse en verdaderos comités de fábrica, realmente democráticos y representativos de la voluntad de toda la base movilizada. Éstos a su vez, se verán empujados a unirse con las fábricas y empresas vecinas, para encarar multitud de problemas comunes, y habrán de confluir con toda clase de "agrupamientos especiales de masas" ... "desbordando los límites de las organizaciones tradicionales del proletariado" hasta constituir consejos obreros o, como se los llamó en la Rusia revolucionaria de 1917, soviets. No es posible saber de antemano qué combinación entre la creación de nuevos organismos de lucha y la renovación revolucionaria de los sindicatos existentes (dándoles características soviéticas), habrá de establecer la lucha de las masas ecuatoria-nas en las próximas etapas. Pero esta es la vía para superar el obstáculo que oponen a la energía y espontaneidad de las masas las actuales direcciones reformistas y burocráticas. En Chile, en los 70, mientras la CUT burocratizada quedaba rezagada, los "cordones industriales" formados con representantes por fábrica de toda una zona coordinaban con las organizaciones vecinales y tomaban en sus manos toda clase de tareas, desde el control de la producción y la autodefensa, hasta el abastecimiento o el transporte, que de avanzar en su centralización, podría haber llevado al surgimiento de los consejos o soviets de la revolución chilena, de no mediar el golpe pinochetista. En la revolución boliviana de 1952, el papel de los consejos obreros fue cumplido (al menos hasta cierto punto) por la Central Obrera Boliviana y los sindicatos mineros con sus milicias. La necesidad de organizaciones cada vez más amplias, para la lucha, basadas en la democracia directa de las masas movilizadas está planteada ya en Ecuador por la vida misma, y se volverá cada vez más urgente, para responder a las tareas de la lucha en todos los niveles y finalmente, concentrando la voluntad organizada de las masas del campo y la ciudad, imponer una salida obrera y campesina. Una política hacia las FF.AA. y milicias obreras y campesinas Las jornadas de marzo han ratificado que toda lucha seria de las masas habrá de enfrentarse no sólo al aparato policial, sino militar, e incluso de grupos de sicarios paramilitares como los que asesinaron a Hurtado. Esto pone a la orden del día la necesidad de constituir piquetes de autodefensa en todas las organizaciones de masas, tornarlos permanentes, y centralizarlos hasta conformar verdaderas milicias obreras y campesinas. Junto con ello, es necesaria una política audaz y persistente para ganar a la base de las fuerzas armadas, llamándola a no reprimir al pueblo, levantando las revindicaciones y plenos derechos para los soldados y suboficiales, oponiéndolos a la casta reaccionaria de oficiales. Los soldados sólo cambiarán de bando en los momentos decisivos, cuando bajo la movilización revolucionaria de las masas se resquebraje la disciplina militar, si ven, al otro lado de la barricada, en el movimiento obrero, a una fuerza decidida, capaz de defenderlos y triunfar. Por eso, la lucha por ganar a la base de las FF.AA. y el armamento obrero y campesino son sólo dos caras de una misma política revolucionaria, y ambas están estrechamente ligadas al desarrollo de la autoorganización obrera y popular. Por un gobierno obrero y campesino Las masas han coreado una y otra vez en las calles el grito de ¡Abajo Mahuad! (como antes ¡Abajo Bucaram!) Las direcciones oficiales han aceptado a regañadientes esta bandera, sólo para transformarla en la "concertación" con el propio Mahuad. Pero se niegan rotundamente a plantear una alternativa de poder propia de obreros, campesinos e indígenas. Pero a pesar de la mala voluntad de los dirigentes, por segunda vez en dos años, la cuestión de ¿quién manda en casa? ha sido instalada en la calle. La nueva situación revolucionaria abierta después de marzo no permite esquivar esta pregunta. Y una nueva huelga política de masas no hará sino tornarla más urgente que nunca. Es preciso levantar abiertamente la lucha por un gobierno obrero, campesino, indígena y de los pobres de la ciudad. Un gobierno que podría ser encarnado por las organizaciones obreras y campesinas que están al frente de la lucha, para terminar con Mahuad e impedir que lo reemplace un "nuevo Alarcón". Un gobierno que apoyado en la autoorganización y el armamento de las masas, pueda encarar los grandes problemas del país: las necesidades de los obreros, campesinos y pobres urbanos; los derechos de los pueblos indígenas; expulsar al imperialismo. Un gobierno impuesto mediante una verdadera insurrección obrera y popular, para demoler esta falsa "democracia" de los dueños del Ecuador, expulsar al imperialismo, y construir sobre las ruinas de este estado semicolonial una República obrera, la única república verdaderamente democrática, iniciando la construcción del socialismo. La clase obrera tiene que acaudillar a la nación oprimida La debilidad más grande que presenta el actual ascenso obrero y popular es que la clase obrera, a pesar de su peso social y de la autoridad de sus organizaciones y métodos de lucha, interviene como un componente más del "pueblo", sin imponer su dirección ni su propio programa. La clase obrera ecuatoriana necesita asumir plenamente el rol de caudillo de la nación oprimida, pues sólo ella, que no tiene sino su cadenas que perder, y que ocupa un lugar decisivo en los puntos neurálgicos de la economía, puede abrir una salida para el conjunto del pueblo pobre y dirigir la lucha contra el imperialismo y sus agentes nativos. En un largo proceso de lucha, la clase obrera ecuatoriana ha dado importantes pasos en este sentido, forjando una amplia alianza social obrera y popular, pero políticamente, esta alianza es a cada paso saboteada por la subordinación a tal o cual ala de la burguesía, que imponen las direcciones reformistas. El mayor obstáculo político que el proletariado ecuatoriano ha enfrentado hasta ahora, lo constituyen precisamente socialdemócratas, stalinistas, maoístas o indigenistas. Todos ellos se aferran tercamente a distintas variantes de colaboración de clases con la burguesía "democrática" y los militares "patriotas" y subordinan al movimiento obrero y campesino a distintos planes burgueses. En el 97, el Frente Único de Trabajadores apoyó a Rosalía Arteaga y el Frente Popular y la CONAIE (Confederación Nacional Indígena de Ecuador) a Alarcón. Ahora, todos coquetean con el Gral. Moncayo y "concertan" con Mahuad. Es precisa una estrategia obrera independiente, pero para ello, es preciso combatir la influencia que, a través fundamentalmente de sus agentes reformistas en el movimiento de masas, conserva la burguesía "democrática y progresista". ¡Abajo la política de "concertación" y "salvación nacional" de la mano de los generales "progresistas" y los arribistas pequeñoburgueses que utilizan al movimiento obrero y campesino como escalera para llegar a los despachos del gobierno burgués! Por un partido obrero revolucionario La clase obrera ecuatoriana necesita un nuevo estado mayor revolucionario, a la altura de los combates que la nueva etapa le impondrá. La "materia prima" para el mismo la generan las heróicas luchas de todo tipo y las grandes acciones que viene protagonizando. La urgencia de su construcción la dicta la vida msima. Pero esto exige una lucha sin claudicaciones contra las direcciones reformistas actuales, y un programa y una estrategia revolucionaria que sólo el trotskismo puede garantizar. Lamentablemente, los pequeños grupos que se reclaman del trotskismo en Ecuador, educados en el molde centrista del morenismo, el lambertismo y el mandelismo, no levantan un programa y una estrategia proletarias independientes de los aparatos burocráticos y el reformismo. En marzo, como en la caída de Bucaram, han desnudado su impotencia. La tarea de los militantes trotskistas consecuentes es pelear por poner en pie el programa y la estrategia trotskistas, combatiendo las tergiversaciones centristas, y dotarlo de carne y sangre, es decir, nuclear en torno a él a los primeros cuadros para pelear por el partido obrero revolucionario y cuartainternacioanlista, capaz de dirigir al triunfo los futuros combates decisivos de la revolución ecuatoriana. Viva la unidad de los obreros del continente, para derrotar al imperialismo y sus lacayos La lucha de la clase obrera ecuatoriana es parte de la lucha de toda la clase obrera continental, contra el imperialismo y las burguesías locales. ¡debemos rodearla de solidaridad y apoyo! Mientras Mahuad y Fujimori se abrazan, no por eso dejan la burguesía ecuatoriana y la peruana, de utilizar el chauvinismo fratricida cuando les conviene. La clase obrera ecuatoriana tiene que oponerle la unidad con sus hermanos de clase, en primer lugar con los obreros peruanos y colombianos, que sería un gran punto de apoyo para su propia lucha por acaudillar al pueblo ecuatoriano a la liberación y la expulsión del imperialismo. En la bandera de la clase obrera ecuatoriana debe estar inscripta la consigna de: sólo la clase obrera latinoamericana unida puede llevar hasta el final la lucha continental contra el imperialismo, confluyendo en una federación de Repúblicas Socialistas de América Latina.
BRASIL EN LA TORMENTA por Tadeo Lué Cuando escribimos este artículo aún no se ha visto el desenlace de la crisis brasileña que ha agitado no sólo a este país sino al mundo entero. Pero una cosa es cierta, la tranquilidad ha cedido el lugar a las turbulencias, y la crisis de Brasil prolonga su sombra sobre todfa la región. La economía brasileña, la mayor de América Latina, empezó a caer el fatídico 15 de enero cuando explotó la moneda nacional, el real. Desde el punto de vista económico, Brasil vive la más grave crisis de su historia, por lo menos en los últimos cincuenta años. En esta nota examinaremos la actual situación brasileña, en que emerge la crisis en las clases dominantes, las tentativas del imperialismo de aprovechar la situación para avanzar más e imponer un salto en la sumisión total de Brasil, y la situación del movimiento de masas y sus partidos. Es que el proyecto económico de "apertura" que tuvo sus inicios en el corto periodo de gobierno de Collor, continuado por Itamar Franco y luego profundizado por el gobierno de Fernando Henrique Cardoso, está sufriendo su más grandes crisis. Nunca en Brasil se había aplicado un plan tan profundo de sometimiento a los dictámenes imperialistas acompañado de un proceso de recolonización. En el plano político el gobierno profundiza su crisis en el medio de este marasmo económico. "La imagen de un presidente de la república débil fue percibida en el exterior. Al final, el Congreso reaccionaba a las propuestas del gobierno de ajuste fiscal, las cambiaba; conquistar votos congresistas implicaba un desgastante y desmoralizado juego de cambalache político. La imagen de debilidad fue reforzada en el día de asumir su nuevo mandato... En esa escalada, el golpe mayor en la crisis de gobernabilidad fue la moratoria decretada por el gobernador Itamar Franco" (OESP). Contradictoriamente, en medio de toda esta situación, el movimiento obrero y de masas, sobre el que se descarga el peso de la crisis, se encuentra en una situación defensiva, fundamentalmente por el accionar de la burocracia sindical cutista y la presión de un agobiante desempleo masivo. El imperialismo aprovecha la situación para recolonizar el país La crisis mundial que empezó con la situación explosiva de Asia, y que había arrastrado a Rusia, terminó en Brasil mandando por los aires la moneda nacional. Para los Estados Unidos, la crisis de Brasil, la octava economía del planeta, representa una amenaza en mayor escala a la economía norteamericana. Es que el capital norteamericano está más expuesto en Brasil que en otras regiones: sólo Brasil, México y Argentina representan 39 mil millones de dólares de los cuales 16,780 millones están concentrados en Brasil. Como la prensa brasileña lo describe: "Abrieron nuevos negocios, compraron estatales y fábricas. Si el país se hunde, ellos van juntos. Es el tal abrazo del ahogado" (FSP, 16/02/99). Es por eso que los Estados Unidos ha venido intentando evitar que la crisis llegase a su patio trasero, impulsando una tentativa de salvataje de la economía que se sintetizaba en un conjunto de medidas aplicadas por el FMI durante el mes de octubre, mes en que habían salido del país 30.000 millones de dólares. Tendría que ser entregado a Brasil un paquete de "ayuda" de 41.000 millones de dólares al mismo tiempo que el gobierno se comprometía a dar un salto en la aplicación de un programa de ajuste fiscal que implicaba una recaudación de 28.000 millones de dólares, todo con el objetivo de evitar un estallido a corto plazo. Para continuar evitando la fuga de dólares el gobierno impuso una tasa de interés anual de casi el 50%. Con la llegada violenta de la crisis en el mes de enero todo fue cuestionado, y se hacían necesarias nuevas negociaciones. El Fondo Monetario Internacional, en un rápido despliegue, se desplazó a Brasilia y montó su propia oficina para monitorear directamente los "negocios" con la facultad dada por el gobierno de poder cambiar directamente funcionarios en el área económica. Lo importante a resaltar aquí es que por primera vez el FMI logra un importantísimo triunfo imponiendo un acuerdo a Brasil similar a los practicados regularmente en las otras semicolonias latinoamericanas. Hasta entonces sectores de las clases dominantes brasileñas se ufanaban de que: "Brasil viene sustentando su estabilización económica y dirigiendo esfuerzos para el libre comercio de forma independiente de los EUA, que ayudaron a Argentina y México. En el caso de Brasil no estuvieron presentes" (GM, 27/02/97). Este avance lleva impreso incluso, el hecho de que el conjunto de medidas fuertemente recesivas exigidas por el imperialismo no sólo afectan al pueblo trabajador sino también a fracciones decisivas de la burguesía que se ve asfixiada por las altísimas tasas de interés y las perspectivas de una aguda recesión. El imperialismo aprovecha para avanzar por todos los medios en un copamiento muchísimo mayor de la economía brasileña, al mismo tiempo que trata de evitar que un posible estallido económico castigue a los grandes inversores y los bancos imperialistas. Esto es lo que expresa que el gobierno de Fernando Henrique Cardoso haya colocado en el comando del Banco Central a un hombre fuertemente vinculado a los intereses y la especulación financiera, Erminio Fraga, funcionario directo del megaespeculador George Soros, desplazando a Francisco López, representante más directo de la burguesía industrial paulista. Sectores de la burguesía brasileña se han venido "resistiendo", fundamentalmente el sector industrialista del estado de San Pablo y sus socios en otros estados, a desaparecer como agentes dominantes y luchan por mantener su derecho de explotación de franjas importantes de las clases trabajadoras, negándose por tanto a dejárselas por entero a los sectores imperialistas. No era casualidad que antes de que la crisis económica que se desatara en el mundo a mediados del 97, una supuesta "disputa" y regateos comerciales se observaba entre Brasil y Estados Unidos. En momentos en que la prensa brasileña publicaba "ruidosas denuncias" a las barreras norteamericanas a las exportaciones, la revista The Economist observaba esta situación comentando: "Cualquiera que lee los periódicos brasileños puede pensar que Brasil está en las vísperas de una guerra comercial con los Estados Unidos... Aparte del ruido y los rompientes de furia, las relaciones entre Brasil y los Estados Unidos, en verdad, nunca caminaron tan bien... El comercio entre los dos países está floreciendo aunque con la balanza comercial a favor de los Estados Unidos (...) Siendo así, qué está aconteciendo? La respuesta es la buena dosis de endurecimiento estudiado entre las mayores economías de América del Norte y del Sur en cuanto a la propuesta de un acuerdo de libre comercio abarcando a las Américas como un todo" (T.E. 7/03/97). No era casualidad entonces que analistas de la prensa brasileña, tomando en cuenta las dimensiones económicas del país en la región, se animaran a decir que "dadas esas características, es evidente que una disputa Brasil-EUA en torno de los proyectos y proyecciones de cada uno para América del Sur es muy probable. Pues es de esperar que una potencia media y regional, con un grado elevado de industrialización y un volumen económico considerable, como es el caso de Brasil, persiga objetivos internacionales propios, que en la mayor de las veces incluyen una creciente presencia e influencia regional. Por otro lado, también es de esperar que un país como los Estados Unidos, hegemónico en las Américas y con los atributos que le son particulares, se contraponga al surgimiento de un polo regional. Siendo así, a lo que estamos asistiendo no es nada menos que a una disputa política internacional por áreas de influencia" (OESP, 30/01/97). Fernando Henrique Cardoso en persona había dicho: "Brasil ya sometió su economía a un choque de liberalización; reduciendo su tarifa media de importación de 52% para 14%, y no es razonable esperar avances rápidos en dirección a una mayor apertura". Por supuesto contraponer "Mercosur versus Alca" podría ser calificado como el chiste del siglo, ya que ambos constituyen engranajes de la política de recolonización por parte de los Estados Unidos, pero esto no quiere decir que no existan contradicciones entre los países de América Latina -fundamentalmente aquellos con mayor peso económico- con el imperialismo yanki. "En ocasión de la elección de Clinton, varios analistas políticos, tanto brasileños como norteamericanos, preveían una retomada de la ofensiva política de los Estados Unidos en América del Sur, particularmente en el Cono Sur. Lo que de hecho parece estar sucediendo" (OESP, 30/03/97). Toda esto no estaba reflejando más que el "protesto" de sectores importantes de la burguesía que se niegan a desaparecer de la escena. Con el advenimiento de la crisis económica mundial y ésta alcanzando fuertemente a Brasil, Estados Unidos no pierde oportunidad para intentar doblegar los resabios de determinados sectores de las clases dominantes, que aún aceptando ser socias menores, se niegan a ceder a Estados Unidos determinados intereses económicos. Aquí es necesario distinguir los principales agrupamientos que se expresan en la clase dominante brasileña: la llamada burguesía paulista (y sus aliados en otros estados) ligada a la industria, el mercado interno y la exportación; los sectores agroexportadores y las oligarquías del interior; el capital de los monopolios transnacionales radicados hace años en Brasil; los intereses financieros "nacionales"; y el gran capital financiero internacional cuyos intereses expresa el FMI. Es que a diferencia de otros países latinoamericanos en donde el capital imperialista ha penetrado en forma violenta y donde sus respectivas burguesías han sido sometidas, en Brasil sectores importantes de las clases dominantes intentan preservarse un papel clave en la explotación de las masas brasileñas mayor que el que pretende dejarles el imperialismo, principalmente los Estados Unidos. La burguesía se apoya para ello en las grandes dimensiones relativas del propio país, de su mercado interno y de la base económica, industrial y financiera alcanzada previamente. En esto está la base de la división de los diversos sectores de la burguesía, y no porque sientan la presión revolucionaria del movimiento de masas, esto es lo que la lleva también a ser tan amplia y bastante heterogénea incluyendo a sectores pesados de la gran burguesía. Este polo opositor no tiene programa alternativo al programa imperialista ni homogeneidad en sus reclamos y políticas. Los industriales de San Pablo, por ejemplo, reclaman baja de los intereses y devaluación a la vez que reclaman el ajuste de los gastos del estado, que es el principal punto al que se oponen Itamar y los gobernadores opositores, y así en otros puntos claves. Es que, mientras el polo burgués opositor acepta el programa imperialista de "modernización" a través de la apertura de la economía, el ajuste fiscal y monetario, las privatizaciones generalizadas y la estabilización cambiaria (bases del "Consenso de Washington" y de los diferentes planes que se aplican en todos los países de la región), regatea y resiste los términos más leoninos que quieren imponer el FMI y el capital financiero internacional. El editorial del diario Folha de San Pablo del 24/01/99 defendiendo la centralización del cambio y reconociendo que no habrá nuevas entradas de capital, refleja esas posiciones que significan un cambio en la cualidad de la coyuntura política. "En caso de que no haya una rápida recomposición, una grave fractura en la unidad política de las élites parece inevitable" (Los cambios del régimen cambiario....) Este regateo mientras retrocede, ha hecho que Brasil, a pesar de los cuatro años de Cardoso y del plan Real, con una considerable apertura de la economía (entre 1994 y 1997 las importaciones casi se duplicaron, una suba del 100%, mientras las exportaciones apenas crecieron un 30%, de una balanza comercial favorable -diferencia entre lo que se exporta e importa- de 15 mil millones en 1993 se pasó a un rojo de 8.300 millones de U$S en 1997) y mientras avanza un colosal plan de privatizaciones (ya se vendió Telebras en el 97, siderúrgicas, minería, etc.), siga siendo el país de América Latina en que, como dice la Cepal, "el estilo de reestructuración industrial en Brasil ha sido denominado defensivo. Si bien en los últimos años han aparecido elementos que presentan algún grado de semejanza con el caso argentino, la diferencia con ese estilo de reestructuración sigue siendo elevada, sobre todo a raíz de la tendencia a preservar una parcela mayor de la estructura productiva heredada del período de sustitución de importaciones...". En la banca, la situación es también "defensiva" ante la presión imperialista: mientras en México un 35% del sector financiero está en manos de bancos extranjeros, ante todo norteamericanos, y en Argentina esta proporción ya llegó al 40%, en Brasil la participación del capital bancario imperialista se reduce a un 10%. El imperialismo yanqui no está contento con esta situación y presiona para avanzar en su copamiento del atractivo mercado interno de Brasil, y aprovecha cada espasmo de la crisis para sacar ventajas y nuevas concesiones del gobierno y la burguesía. El nuevo acuerdo con el FMI, después de 18 días de negociaciones en Washington, obliga al gobierno a una política más ofensiva y un disciplinamiento mayor de los sectores "descontentos" de las clases dominantes. Es decir, el gradualismo con el que venía siendo llevado adelante el plan imperialista queda fuera del escenario para ir a una política más violenta. Así por ejemplo, nuevamente ocuparon un punto central en el nuevo acuerdo con el FMI la privatización de las empresas de mayor envergadura, y que de alguna manera representan un símbolo de la "soberanía nacional" como es el caso de Petrobrás , la Caja Económica Federal y el Banco do Brasil. Es que, como ya hemos remarcado más arriba, el control central de los rumbos y las directivas económicas están centradas directamente en Washington. Nunca la banca mundial había denominado directamente los responsables por la política económica. Estamos, de esta manera, asistiendo a un avance en la recolonización. Este es el significado profundo de lo que está abriendo la crisis brasileña. Esto no significa que el imperialismo pueda lograr la sumisión total o la abdicación de sectores de la burguesía brasileña de un sólo golpe, pero está logrando importantes pasos en este sentido. Las contradicciones económicas y su profundización Brasil ha entrado en una de las más grandes crisis económicas que le haya tocado vivir y marcha hacia una de las más graves recesiones de su historia. Análisis "optimistas" indican ya una caída del 10,5% en la industria. En las dos peores recesiones recientes de los últimos veinte años, la industria de transformación cayó en 10,38% en 1981 y 9,46% en 1990 según datos oficiales, pero se venía de períodos previos de crecimiento, a diferencia de hoy donde venimos de procesos de desaceleración. No estamos, por tanto, discutiendo cualquier crisis. La terrible crisis brasileña se explica muy bien por el altísimo grado de endeudamiento externo e interno. Desde el gobierno de Collor hasta hoy, el país alcanzó un endeudamiento del orden de U$S 230 mil millones en el plano externo y de U$S 400 mil millones en el interno. Por sí solos expresan el alto grado de sangría de las riquezas materiales del país. Pero veamos los números más detenidamente en su conjunto durante todo este período. En 1990 y 1991, el saldo de la balanza comercial bajó de un nivel de U$S 16 mil millones a U$S 10 mil millones. En 1997 las importaciones superaron las exportaciones en U$S 10,4 mil millones, y en el año pasado el déficit hasta octubre ya era de U$S 4 mil millones. La balanza de servicios, ya negativa en el gobierno Collor, se agravó en el primer gobierno de Fernando Henrique Cardoso. Pasó de un déficit de U$S 14,7 mil millones en 1994 a U$S 27,3 mil millones en 1997 y del orden de U$S 30 mil millones el año pasado. Los principales problemas en la balanza de servicios han sido el pago de intereses, la creciente remesa de ganancias y dividendos y el aumento de gastos con viajes internacionales. El déficit pasó de U$S 1,6 mil millones en 1994, a U$S 33 mil millones en 1997 y U$S 34,9 mil millones en 1998. En lo que respecta a deuda externa esta viene creciendo continuamente. Sólo de enero a noviembre de 1998, aumentó de U$S 199,9 mil millones a U$S 229,1 mil millones. Al contrario de lo que ocurrió en el pasado, durante el régimen militar, el principal responsable por ese crecimiento es el sector privado, y no el público. El año de 1998 terminó con un total de U$S 143,7 mil millones de deudas del sector privado, mientras el sector público no financiero era responsable por U$S 85,395 mil millones (Fuente: Dossier Económico-GM 29/01/99). A esta sangría de divisas se suma el drenaje de las ganancias y dividendos repatriados a los países centrales, muy superiores a la entrada líquida de capitales de inversión. Es que en esta aceleración inevitable de la deuda, lo que ingresaba se destinaba no para la producción, y sí para reembolsar los antiguos préstamos y los intereses que de ellos devienen. Este círculo se vuelve cada vez más vicioso en la medida en que los términos de cambio evolucionan en detrimento del país. Una deuda que es creada para cubrir, por un lado, los costos del estado o para mantener algún nivel de actividad vía subsidios, etc. y por el otro, desviada para la especulación parasitaria, además de una alta porción que es directamente monopolizada por las clases dominantes y mantenida fuera del país. La terrible deuda interna brasileña que ha alcanzado proporciones siderales y que ha llevado a la crisis fiscal del estado está compuesta por una gran cantidad de títulos que son emitidos por el gobierno sobre los cuales este se compromete a pagar intereses elevadísimos. El estado se endeuda vía el gobierno federal, pero también por los estados y municipios. En 1997 el gobierno se vio obligado a pagar sólo de intereses casi 45 mil millones de dólares, mientras que el presupuesto, es decir todo lo que la nación había recaudado había sido de 81 mil millones, y durante todo el año pasado prácticamente se había pagado 66 mil millones. La compra de estos títulos emitidos por el estado son hechos en general por los fondos de inversiones, y una parte sustancial de ésta es con los acreedores extranjeros: en 1990 la deuda interna del estado era alrededor de 53 mil millones, pero el último bimestre del año pasado había alcanzado la astronómica cifra de casi los 380 mil millones. Esto muestra que el endeudamiento interno no puede amortiguar muchas de las contradicciones propias del modo de producción capitalista. Es que para poder cumplir las obligaciones -pagar las altas tasas de interés- se hacen necesario más créditos aumentando el tamaño de la montaña. Es importante detenerse en el nivel de desvalorización de la producción, es decir, del capital instalado. Así tenemos que "para 1999, la producción industrial continuará cayendo en el mismo ritmo del año pasado, que fue aproximadamente de un 10%. La caída del Producto Bruto Interno (PBI), que ya fue de más de 1% en el año pasado, debe de profundizarse a un ritmo de por lo menos 10%, en este año que comienza. El nivel de actividad global de la economía (industria, agricultura, minerales, transportes, construcción civil y servicios) habrá retrocedido para los niveles de 10 años atrás. Esa destrucción de la producción de capital no es apenas cuantitativa. Representa una descualificación fundamental de la economía brasileña y del área latinoamericana como un todo" (Análisis Semanal de la Coyuntura Económica). El acuerdo de octubre del gobierno y el FMI intentó mantener la estabilidad monetaria a todo precio, no importando el costo del estancamiento y de la depresión económica, pero al no resolver los problemas más acuciantes, la salida de dólares continuó a un ritmo de unos 200 a 300 millones de dólares diarios. Ya en los primeros días de enero habían salido 5 mil millones de dólares. El gobierno intentó una desvalorización controlada de un 30%, pero ya para el 30 de enero el dólar había alcanzado en el cambio comercial 2,05 reales por dólar, es decir había logrado llegar a una desvalorización del grado del 70%. Había explotado una bomba en las manos del gobierno, la moneda había volado por los aires. Si la fuga de capitales continúa, Brasil puede alcanzar rápidamente el límite de U$S 20 mil millones de reservas, considerado como piso en las negociaciones con el FMI. Por tanto no habrá disponibilidad suficiente de divisas para cumplir las obligaciones ¿Cuál es el futuro entonces de las reservas externas? Para algunos analistas "Las líneas externas de financiamiento comercial para Brasil volvieron a contraerse vigorosamente después de la implementación del cambio flexible. En varios casos, el volumen de recursos ofrecidos es bajo y los costos bastante elevados. Aunque se resistan a discutir circunstancias así, banqueros brasileños en los Estados Unidos admiten que la captación de recursos para el comercio está muy difícil" (GM 29/0199). Y a esta alturas los cofres del Banco Central tienden a quedarse vacíos. Los usureros internacionales quieren recibir lo que ya fue prestado, no aceptando por el momento renovar las deudas que están venciendo. El nuevo acuerdo firmado con el FMI, y que el gobierno ha presentado como el plan más realista para salir de la crisis, en su contenido poco se diferencia con el acuerdo de octubre ya que en realidad es una revisión de éste y lo firmado en diciembre: inflación de 16,8% en 1999, una baja en el PBI del 4%, una tasa de interés media en el año del 28,8%, un superávit comercial de 11 mil millones de dólares. Un drástico ajuste fiscal que como siempre será descargado sobre las espaldas del pueblo trabajador brasileño viene en camino y ya se ha empezado a sentir con los "minipaquetazos" y el aumento de los combustibles que el gobierno viene aplicando, además de un fuerte control de la política monetaria claramente recesivo nuevamente con el aumento de las tasas de interés al 45% anual. Entre las cuestiones claves del acuerdo está que el mismo FMI impuso el nombre de las empresas que el gobierno debe vender ("aquellas de mayor impacto" -léase Petrobras) y hasta las iniciativas de legislación que deben ser votadas en el Congreso. La obtención de un superávit por exportaciones en 1999, que alivie las cuentas externas de Brasil, será directamente consecuencia de la fuerte recesión, causa de la brusca caída de las importaciones. "Es evidente que puede haber una variación de la balanza comercial, de un déficit de más de 6 mil millones de dólares el año pasado para un superávit que pueda alcanzar un volumen mayor. Esto podrá ser logrado gracias a un aumento de las cantidades exportadas centralmente de productos primarios agroindustriales y semimanufacturados y la disminución de las importadas. Al contrario de lo que piensan algunos analistas la expansión de las cantidades exportadas no tendrán un efecto significativo sobre el nivel de la producción y el empleo. Es que la participación de la gran industria tendrá poca participación en el cambio de un déficit a un superávit". Es decir, Brasil vuelve a tener un perfil exportador propio de los países de menor desarrollo del continente, ya que la participación de la industria será poquísima debido a que no hay financiamiento para el sector. Además es clave señalar que el problema de la deuda interna continúa sin resolverse y los grandes bancos siguen lucrando con ésta. La sangría es masiva. Y en momentos en que el país está en la búsqueda de financiamiento externo (por no decir mendigando) -expresado esto en los continuos viajes de funcionarios del alto escalón al exterior, una reestructuración compulsiva de la deuda haría entrar en crisis al conjunto del sistema financiero de ahí la negativa del gobierno, hasta el momento, de aplicar un plan como el Bonex de Argentina. Esto sería más que crítico en momentos en que el propio gobierno ya está con problemas para cumplir los compromisos contraídos con los acreedores. La propia deuda interna se transforma en una cuestión irresoluble ya que este endeudamiento por parte del estado tiene raíces estructurales, es decir de clase. A pesar de que un conjunto de medidas aprobadas por el parlamento destinadas para la aplicación del ajuste fiscal estén siendo votadas con amplia mayoría, como es el caso del CPMF (Contribución Provisoria sobre el Movimiento Financiero) y el aumento de las contribuciones de los empleados públicos entre otras, existe poca confianza política en los mismos sectores dominantes en alcanzar las metas planificadas con el FMI. Sectores importantes de la burguesía, como los industriales, han salido a declarar que las proyecciones están más bien basadas en el arte de la adivinación que en cálculos reales de la economía nacional y la situación externa: "¿Alguien realmente piensa que eso en verdad va a suceder en Brasil este año?", cuestionan (GM LA, 15-21/03). Contradicciones y debilidades del gobierno La crisis económica brasileña encontró al gobierno de Fernando Henrique Cardoso en medio de una crisis política. En los primeros días del estallido, la revista The Economist supo reflejar esta situación: "En los últimos dos meses, el gobierno dio muestras de ser políticamente frágil (fracasó en reunir hasta una simple mayoría parlamentaria para elevar las contribuciones jubilatorias de los empleados públicos), incompetencia (se salió mal en la renovación de un impuesto sobre las operaciones financieras) e incapaz de refrenar gobiernos estaduales oportunistas... Se hace difícil imaginar un gobierno debilitado implementando las medidas fiscales necesarias para restituir la confianza". La desconfianza de que el gobierno no tiene condiciones políticas de imponer a los diversos sectores dominantes la política del FMI, fundamentalmente a la cada vez más fuerte presión de los sectores industriales liderados por la FIESP aumentaba más esta visión. En última instancia el gobierno de Cardoso se mostraba incapaz en lograr jugar su rol de árbitro, por un lado entre el conjunto de la burguesía brasileña y el imperialismo, y por el otro entre las distintas fracciones de la clase dominante nativa. La debilidad de FHC dificulta aprobar las leyes en un parlamento que no responde a "fidelidad partidaria" sino a las directivas de las diversas fracciones organizadas de los intereses corporativos de los sectores dominantes. Desde el 94 Cardoso ha venido jugando un rol de árbitro y consensuando entre las distintas fracciones burguesas, para ir aplicando el programa de "modernización" imperialista. Obtuvo con la aplicación del Plan Real y el comienzo de las privatizaciones bastante éxito en la primera etapa. Pero al calor de la crisis internacional, este "gradualismo" y la posibilidad de consensuar la maraña de intereses contradictorios de las distintas fracciones burguesas y el imperialismo, y evitando a la vez ir a un choque directo con el movimiento obrero y de masas, ahora que la torta a repartir se achica, se agotan. Este es el contenido de la actual crisis política y la base de la debilidad del gobierno para hacerle frente al segundo mandato. Y el creciente pánico de que la crisis se profundice muchísimo más acelera esta crisis en la medida que el gobierno viene reelaborando un plan en conjunto con el imperialismo manteniendo las directrices actuales. "Si la determinación de mantener los intereses altos vuelve más claro el rumbo recesivo que el gobierno pretende dar a la economía, no se vuelve más simple opinar sobre lo que de hecho irá a ocurrir. El riesgo de un colapso cambiario es ahora aún mayor, pero aunque el mismo no ocurra, la crisis cambiaria debería permanecer todavía por un largo plazo, inviabilizando el financiamiento externo de nuestro crecimiento. Las enormes tensiones que se avecinan provocarán un esfuerzo estresante sobre el tejido social y político. El desafío del gobierno y del FMI ahora parece ser cómo continuar honrando los compromisos externos, evitando un colapso económico interno -como sucedió en Rusia y en Indonesia - y los riesgos de una ruptura política del sistema". En este marco que se vaya a un cuadro político "caótico" y a una crisis profunda del gobierno no está descartado. Tras esta crisis todo está cuestionado, empezando por la capacidad del gobierno para jugar su rol político. Se ha revelado claramente que existe una grave crisis del modelo de dominación política, y por el momento no se vislumbra ningún plan que tienda a dar una salida clara. Esta es la gran contradicción de las fuerzas políticas burguesas, ya que no existe un proyecto alternativo preciso que pueda encarnar Fernando Henrique Cardoso en su segundo mandato, un hombre sumamente desgastado. Es que la crisis generada por la moratoria de Itamar Franco mostró la debilidad del gobierno al no poder disciplinar a los gobiernos estaduales para aplicar el ajuste. Es bueno notar que el desarrollo de Brasil, en una vasta extensión relativa y fuertes diferencias regionales permitió el desarrollo de intereses regionales relativamente poderosos como actualmente constituyen San Pablo, Río de Janeiro, Bahía, Minas Gerais y Río Grande do Sul entre otros; intereses que se expresan con fuerza en los grandes momentos de tensión. Todo esto trae acarreada una tremenda crisis política con fuertes riesgos de ir a una "crisis de gobernabilidad". Siempre existió en el seno del gobierno una fuerte discusión entre bastidores sobre la política económica. Un sector del PSDB, comandado por el ministro de Salud José Serra y bajo la presión de la fracción industrial del Estado de San Pablo, ha venido presionando por un cambio de directriz en la política económica del gobierno en distintas ocasiones. La moratoria unilateral por noventa días del gobernador de Minas Gerais, Itamar Franco, puso más al descubierto esta división; otro elemento que irá a sumarse a esto tiene que ver con las fuertes oligarquías regionales acostumbradas a fuertes subsidios y compensaciones cuya estabilidad depende de ello. Desde el plan real ha venido en ascenso el sector financiero más ligado a la especulación y los bancos de inversiones, mientras que hemos venido observando un debilitamiento relativo de sectores de la burguesía "nacional". Estos últimos asociados a una ala del gobierno -los llamados "desarrollistas"- comienzan a tener una política más activa para no desaparecer. Como consecuencia de todo esto se comienza a articular una fuerte oposición burguesa que intenta "contraponerse" al plan de FHC y el FMI el cual aglutina a la poderosísima burguesía industrial del Estado de San Pablo y otros sectores de las clases dominantes, y que cuenta con la valiosísima política del Partido de Trabajadores y de la burocracia sindical, sectores últimos que cuentan a pesar de su desgaste con una amplia base social en el movimiento de masas. La dispersión de las clases dominantes constituye el elemento que genera más contradicciones en el gobierno, ya que éste -por el momento- no es jaqueado por el movimiento de masas (a diferencia de la situación actual de Ecuador). Cardoso, como agente directo del plan imperialista, enfrenta este dilema en el presente panorama, en momentos en que también su "grado de popularidad" según las encuestas de opinión está ubicada en la más baja desde que asumió la presidencia, aunque el gran handicap con el que cuenta el gobierno es centralmente la situación de retroceso del movimiento de masas. Un salto en la capitulación del PT y la CUT La responsabilidad política de que el movimiento de masas no esté dando una respuesta a la altura de la situación recae en la dirección del Partido de Trabajadores (PT) y la Central Única de Trabajadores (CUT). A un mes de haber explotado la crisis, el PT viene dando un apoyo permanente al gobierno para evitar que se vaya a una crisis de gobernabilidad. La participación del conjunto de gobernadores (con todos los del PT, a excepción de Itamar Franco) en una reunión con el presidente Cardoso en febrero, por ejemplo, fue una clara sustentación del gobierno. En la última reunión del Directorio Nacional del PT se votó explícitamente la sustentación del gobierno. El importante movimiento de los trabajadores del ABC desde finales del mes de diciembre hasta mediados de enero mostró una predisposición de lucha contra el desempleo y la defensa de sus conquistas. La huelga de los trabajadores de la Ford ante la amenaza del despido de 2.800 trabajadores despertó una gran simpatía en amplios sectores de la población. Pero las direcciones del PT y la CUT se limitaron exclusivamente a una política de presión y negociación, en momentos en que los despidos se han multiplicado fundamentalmente en la industria metalúrgica. Ya en meses anteriores la dirección del sindicato de la región del ABC paulista en manos de la CUT, había negociado un escandaloso acuerdo con la patronal de la empresa multinacional Volkswagen en el que se lograba imponer una reducción de salarios. Esta política abiertamente traidora de la burocracia sindical no es nueva. La propia prensa lo registra: "Los sindicalistas del ABC sorprendieron a los empresarios, cuando, ya en 1992, previeron la necesidad de reestructuración de las empresas para hacer frente a la competencia extranjera" (OESP, 20/05/97) Ya en 1997 Gazeta Mercantil elogiaba a los dirigentes del sindicato de Metalúrgicos de San Bernardo do Campo afirmando que estos contaban "con la correcta percepción de que es necesario atraer inversiones y preservar empleos, aquella entidad decidió por unanimidad, combatir lo que reconoció ser un exceso de huelgas y, al mismo tiempo, crear una nueva estructura de organización de los trabajadores dentro de las fábricas de la región" (GM, 25/05/97). Esto significa que los dirigentes de la CUT, bajo la consigna de "la defensa del mercado interno y del empleo", han pegado un salto en transformarse en un agente cada vez más directo de la burguesía, centralmente la paulista, enemiga irreconciliable de los intereses de los trabajadores. Inmediatamente después de las elecciones los dirigentes de la CUT y el PT ya habían participado en el acto de la Federación Industrial del Estado de San Pablo (FIESP) con el objetivo de construir un "pacto productivo", "el movimiento sindical comienza a discutir la propuesta de una movilización conjunta con empresarios para luchar contra las altas tasas de interés y el desempleo". Bajo la forma de "por la primera vez en la historia" el elogio a la complicidad directa de la burocracia sindical cutista con la patronal no tiene límites: "Luis Marinho, defensor de una idea escandalosamente sensata: es necesario detener la fuga de capitales y atraer inversiones para preservar y crear empleos. Para eso es necesario borrar la imagen de huelguismo, fijada en los últimos veinte años". Durante la huelga de la Ford, la burocracia sindical cutista cumplió uno de sus papeles más traidores de su historia. Como parte de sus acuerdos con los industriales en el "pacto por la producción y el empleo" hicieron el juego sucio que tendría que hacer directamente la patronal. Como salida para el conflicto de la Ford los burócratas intentaron obtener del gobierno federal la reducción de 50% del Impuesto para Productos Industrializados durante tres meses para que la empresa pudiera continuar manteniendo sus grandes ganancias, período en el cual ésta se "comprometía" a no realizar despidos. De esta manera demostraron su empeño en ayudar a los empresarios a "enfrentar la crisis". En medio de un ambiente en el cual el desempleo golpea duramente a la población, Lula se aventuraba a uno de sus más grandes compromisos con la patronal: "Cerca de completar 19 años, el PT va a enfrentar un dilema que consumirá horas y horas de reuniones en 1999: la conveniencia de establecer o no una nueva lógica de relacionamiento con el gobierno. A Luis Inácio Lula da Silva, principal líder del PT, le gustaría ver a la oposición debatiendo con el presidente Fernando Henrique Cardoso, los temas abordados en la Federación de las Industrias del Estado de San Pablo (FIESP), hace una semana, en el lanzamiento del Pacto por la Producción y el Empleo... Hay una convergencia de propuestas e ideas entre nosotros y algunos del empresariado afirmó el economista Guido Mantega, asesor de Lula" (OESP 28/12/98). Con esta política, el PT y la CUT han encarado la crisis dando un salto brutal en su subordinación a la burguesía. En medio de la actual crisis, el PT sostiene con todas sus fuerzas la gobernabilidad de Cardoso. Lula defendió sin ningún problema la participación del PT y del "frente de oposición" en una eventual negociación de una agenda política común con el gobierno federal. Hasta Leonel Brizola, del PDT, ese viejo zorro de la política brasileña criticó el acercamiento de Lula con FHC. Para éste "Lula quebró el ambiente de confiabilidad en el frente de las izquierdas y repercutió de forma profunda en los partidos que integran la alianza. Para Brizola, Lula fue usado por Fernando Henrique, que quiso mostrar para la comunidad y prensa internacional que la oposición está a favor de la política económica" (OESP 16/12/98). Al mismo tiempo que apoya con todo la gobernabilidad, de ahí su política de buscar el diálogo permanente con Cardoso, Lula se ubica como el mejor abogado de la burguesía paulista. Esto se expresó en su explícito apoyo, a coro con la burguesía paulista -producto de su pacto por la producción y el empleo-, a la devaluación de la moneda tal como la exigían los sectores "desarrollistas". La política que está llevando la CUT en la región del ABC paulista abogando directamente por las ganancias de las montadoras (terminales) ante el gobierno nacional constituye una enorme traición a los intereses más elementales de los trabajadores. Es por esto que el PT y la CUT se ha transformado en un gran obstáculo para el desarrollo de las luchas y se ha convertido en un gran sustento del gobierno. "Sin miedo a pelearse con sus compañeros, Luiz Inácio Lula da Silva está dispuesto a ayudar al presidente Fernando Henrique Cardoso a sacar el país de la crisis del Real... Somos favorables a votar las reformas que pueden encaminar a Brasil para la modernidad administrativa afirmó" (OESP 17/01/99). El PT y la CUT han dado un salto como mediación reformista, y más aún en estos tiempos de crisis. El alto grado de inestabilidad del gobierno y la propia crisis del gobierno de gran magnitud como hemos visto, ha forzado al PT ha transformarse en un agente más directo de la burguesía. Los tiempos relativamente de paz en que el PT y la CUT podían cumplir su papel de mediación reformista estable y hacer oposición sin "comprometerse" demasiado ante los ojos de los trabajadores han cambiado radicalmente. La crisis los obliga a comprometerse cada vez más abiertamente, y esto no es sólo por el hecho de que en los últimos años ha venido transformándose en un partido de clase media perdiendo no sólo su composición obrera que supo tener sino por la pérdida de su caudal electoral en viejos bastiones y de gran concentración de trabajadores. El PT se ha transformado totalmente en un partido socialdemócrata pero en el verdadero sentido de la palabra, es decir, al estilo de los partidos socialdemócratas europeos directamente administradores de los intereses de las burguesías, aunque en este caso con muchas patas cortas por el hecho de tocarle jugar un papel en un país semicolonial. En otras palabras no tiene ningún problema en defender y administrar directamente los intereses de la burguesía o de algún sector importante de ella. Esta es la clave de su actual conducta en el actual período de crisis política y económica y de gran incertidumbre. La reacción de las masas frente al duro ataque El agravamiento de la crisis en Brasil trajo la aplicación de un paquetazo recesivo por el gobierno de Cardoso, auspiciado por el FMI, que lleva a descargar todo el peso de la crisis sobre los asalariados y sus familias. Un fuerte desempleo ya golpea a Brasil, y en medio de esto continúan los centenares de despidos en montadoras como Ford, Scania y General Motors. Para los propios analistas brasileños, la crisis social puede ser esta vez más fuerte que la del inicio de los años ochenta. Las evaluaciones sobre la caída de la renta per cápita ya se calcula 6,4% para 1999 en base a las propias proyecciones del FMI, es decir, la caída real será muchísimo mayor; sólo para este año se espera que 2,8 millones de personas pierdan su puesto de trabajo. Continuos minipaquetazos que el gobierno viene implementando están deteriorando el nivel de vida, y el último fuerte aumento a los combustibles ya está siendo automáticamente pasado a los productos de primera necesidad. En concreto, lo "oneroso" de este "nuevo equilibrio" significa un brutal ataque a las condiciones de vida de millones de brasileños, para los cuales la devaluación significa ni más ni menos una rebaja de su poder adquisitivo, ya que todos los productos de la canasta familiar se verán aumentados debido al encarecimiento de las materias primas y los insumos importados. Por ejemplo Brasil importa el 80 por ciento del trigo. La devaluación implica el encarecimiento del mismo que ya se ha traducido en un aumento del precio del pan (entre un 20 y un 50%), y otros rubros alimenticios básicos como las pastas y las frutas. El precio de los frijoles, el arroz y la harina de mandioca -productos infaltables en la mesa de los hogares populares- están sintiendo con fuerza el aumento de los precios. Esta caída del salario real se complementa con el aumento brutal en la cantidad de despidos e incluso la confiscación directa de la jubilación de los trabajadores con la media sanción de la ley que les impone "un impuesto" a las mismas (caen entre el 11 y el 20%, entre 42 dólares y no menos de 152 dólares). Además se fijó con esa ley un aumento de los aportes de los empleados públicos en actividad. En otras palabras, vía una combinación de la devaluación y consecuente inflación, más el aumento del ejército de desocupados, se busca sacar una brutal tajada a los trabajadores brasileños para que sean estos los que paguen el costo del descalabro capitalista. Los interminables ajustes fiscales que vienen en camino no dejan lugar a dudas del golpe que viene sobre los trabajadores: aumento de impuestos y tarifas de servicios públicos, cortes en las fondos para los empleados públicos y servicios sociales, despido de trabajadores; aceleración con el paquete de privatizaciones como Banco do Brasil, Petrobrás, Caixa Económica Federal, Empresas de Correos y Telégrafos, Servicio Metropolitano de Transporte, etc.; un avance muy fuerte en la privatización de las jubilaciones; avances en los recortes en la educación con el consecuente desmantelamiento de la ya elitista Universidad Pública; reformas tributarias, etc. La lista es interminable. El hecho de que el movimiento de masas se encuentre en una situación bastante a la defensiva es un gran handicap para el gobierno. Pero como lo reflejan algunos editoriales de la prensa burguesa intentando "calmar" los ánimos pero sin ser descuidados: "sería ciertamente exagerado decir que el país se encuentra al borde de una convulsión social. No menos imprudente, sin embargo, sería pretender que no hay razones para la aprehensión, apenas porque la población soporta silenciosa y pasivamente el peso de una galopante crisis económica" (FSP, 07/03/99). Sobre las perspectivas de entrada o no en escena del movimiento obrero aún no están del todo definidas. La burocracia sindical, fundamentalmente la cutista, ejerce una terrible fuerza para descomprimir cualquier tentativa en sectores del movimiento obrero que quieran salir a luchar. Pero un malestar muy fuerte está latente en amplios sectores del movimiento de masas y se expresa en manifestaciones desesperadas como saqueos de supermercados o quiebra de servicios metropolitanos de transporte en regiones marginales de algunas ciudades. Por su parte el movimiento campesino, sector que había mantenido una dinámica de fuertes luchas pero que había decaído en los últimos meses nuevamente ha comenzado a aumentar su actividad. Las perspectivas Como decimos arriba, en lo inmediato el objetivo es evitar que la economía brasileña siga el camino del Sudeste de Asia y se precipite en un estallido. Sin embargo, más allá de la buena disposición de Cardoso que en lo inmediato -por el temor al estallido- ha logrado disciplinar al Parlamento, nadie asegura que se pueda evitar la debacle de la economía brasileña, debido a las enormes contradicciones que hemos planteado más arriba. La situación actual ya ha abierto una crisis general que puede resumirse en las siguientes perspectivas: a) Una profunda recesión, incluso no se puede descartar el peligro de "estanflación" (estancamiento + inflación), o sea, de una destructiva combinación entre inflación, devaluaciones y tasas altísimas, y recesión, que erosione profundamente la economía del país y descargue una brutal crisis sobre las masas. b) Un recrudecimiento de los roces entre la burguesía y el imperialismo, y la tendencia a que surjan nuevos fenómenos políticos, como reflejan las declaraciones de ese viejo zorro de la política brasileña que es Brizola, quien compara la situación actual con la de los años 30, cuando empezó a surgir Getulio Vargas (dirigente nacionalista burgués "populista" tipo Perón), o la de 1961 al 64, antes del golpe militar, es decir, dos momentos de aguda crisis en el país. Itamar Franco intenta ubicarse como eje aglutinador de una variante neopopulista en esta perspectiva. c) Cardoso ni en sus mejores momentos contó con fuerza política suficiente para actuar sin complicadas y largas negociaciones a diestra y siniestra en el Congreso, con los gobernadores e incluso con sus aliados al interior de la propia coalición oficialista. A días de comenzar su segundo mandato y cuando lo peor de la crisis está por venir, demuestra una enorme debilidad política, cuando le quedan por delante cuatro años de gobierno en que tendrá que lidiar con problemas monumentales. d) Con el brutal ataque en ciernes contra las masas, está cuestionado (por derecha) el "pacto social a la brasileña" que reinó hasta ahora, y las brechas de la clase dominante pueden abrirse mucho más llevando a crisis políticas y surgimiento de nuevos fenómenos de lucha de clases, aunque por ahora las masas no estén en escena. Resumiendo, la hipótesis más probable es en consecuencia la de una agudísima recesión (JP Morgan días antes de la crisis ya pronosticaba para Brasil una caída del PBI del 4,5% para 1999) combinada con intentos de acelerar el programa proimperialista. Para las masas todo esto significa un salto en sus penurias. Como sombra al cuerpo, el centrismo acompaña al PT en un claro desbarranque político Punto aparte realmente merece el centrismo brasileño. Un verdadero desbarranque. La adaptación del PSTU al régimen democrático burgués y su renuncia a la lucha por la independencia política de la clase obrera ha venido en los últimos años aumentando de una manera inimaginable para una organización centrista, ya que realmente linda con el reformismo. Si en años anteriores esta adaptación se hacía solamente vía la capitulación a los partidos reformistas -léase PT- y una política conciliadora en los sindicatos, así como también en su política frentepopulista integrando el Frente Brasil Popular, ahora ésta se expresa directamente con la oposición burguesa. Y este período de gran crisis lo ha encontrado totalmente desarmado, agudizando su adaptación política. Inmediatamente después de las elecciones agudizó su giro a la derecha adaptándose a la oposición burguesa, tal cual como lo había expresado en su apoyo a las políticas de los llamados gobernadores de la oposición en manos del PDT, el sector minero (de Minas) del PMDB, PSB y el PT: "El PT y los gobernadores de oposición -recordando que varios de ellos no pertenecen a partidos obreros, como Garotinho o Ronaldo Lessa, prometen presentar en la próxima semana una propuesta alternativa al programa de ajuste del gobierno... Pero eso no impide [el hecho que no se toque en la cuestión de la deuda externa e interna y tampoco las reivindicaciones de los trabajadores, NdR] que sea posible la unidad entre todos aquellos que estén de acuerdo en luchar y rechazar el paquetazo FHC-FMI. El PSTU no sólo participará de acciones unitarias contra el paquetazo, sino que desde ya exige que los gobernadores de la oposición tomen la iniciativa de convocar a los trabajadores a rechazar en la lucha este paquetazo" (OS No. 65, mes de diciembre). Esta adaptación total al régimen democrático burgués, colocándose como furgón de cola de la oposición burguesa y reformista, constituye una clara política que traspasa los límites de clase. Esto demuestra cómo el PSTU se alinea de cabo a rabo con la oposición, abandonando prácticamente la lucha por la independencia política de la clase obrera, olvidándose de la elemental enseñanza leninista que la burguesía se divide entre oficialista y opositores, más aún en períodos de crisis. Confundir el hecho correcto de aprovechar las grietas que se abren en las clases y partidos dominantes para impulsar la entrada en escena del movimiento de masas con la cuestión de tomar partido entre los sectores en pugna es una demostración de lo que estamos afirmando. Ante la moratoria interna decretada por Itamar Franco estos centristas tampoco anduvieron con medias tintas. "El PSTU apoya la manutención de la moratoria decretada por Minas Gerais que puede ayudar a derrotar el proyecto neoliberal" dice abiertamente en un volante sin fecha repartido masivamente entre los trabajadores del ABC en esta semana (Desde que se abrió la crisis -más de un mes- el PSTU no ha publicado ningún periódico de emergencia). El cínico argumento es que es correcto apoyar las "medidas progresivas" de los gobiernos burgueses, y en ese marco avanzar en el sentido de exigencias a Itamar. Pero de progresiva la medida de Itamar tiene poco y nada. Itamar se esconde en el cínico argumento de que no va a dejar de pagar a los empleados públicos para pagarle al gobierno central, pero en realidad lo que está buscando con su moratoria por noventa días es renegociar con el gobierno federal las deudas sobre nuevas condiciones. La ceguera de la capitulación lo lleva a no saber distinguir entre las supuestas "medidas progresivas" y las no. No es casualidad entonces que el programa que levanta el PSTU para la presente crisis sigue como furgón de cola a la oposición burguesa o a la llamada "desarrollista" como es el caso de llamar a la centralización del cambio, nacionalización pero sin control obrero. El PSTU se ha transformado en el último eslabón del frente opositor burgués. Esta misma política se expresa también en un total seguidismo a la propia burocracia sindical cutista, con la cual convive pacíficamente en los órganos de dirección. El alto grado de entrega de la burocracia, como ya hemos explicitado más arriba, en ningún momento ha sido criticado por estos centristas. Durante el conflicto de la Ford y que envolvió a todo el ABC, el PSTU se caracterizó por un total seguidismo a la burocracia cutista del sindicato. En uno de sus últimos periódicos cínicamente el PSTU se atreve a decir: "El problema no está en la disposición del pueblo para tal [ganar las calles como en la época de Collor, NdeR] está en la falta de firmeza de las direcciones mayoritarias de las entidades y partidos de la clase trabajadora" (OS nº 70). Es decir el problema para esta dirección no está en que éstos están sosteniendo al gobierno y legitimando todas las políticas antiobreras de Fernando Henrique Cardoso y manteniendo un pacto social con sectores de la burguesía sino en la "falta de firmeza" (!!) del PT y la CUT ¿Pero no es firmeza la que ya tiene el PT, y también coraje, para no tener ningún tipo de empacho en servir de sustentación del gobierno y el régimen sin preocuparse en lo más mínimo por los que "dice" representar, es decir los sectores populares? En la actual situación brasileña se vuelve más urgente que nunca levantar una política independiente que mientras combata al imperialismo y al ataque del gobierno no se alinee detrás de Itamar y la burguesía opositora. Esta es la única manera de luchar por la independencia política de la clase obrera al contrario de lo que hace el centrismo brasileño. En momentos más críticos de la clase obrera y de gran crisis el PSTU ha manifestado su verdadero desbarranque político.
El chavismo: Populismo burgués con las manos vacías por Javo Ferreyra y Máximo Gómez Desde Caracas, los compañeros Máximo Gómes y Javo Ferreira nos brindan los elementos para interpretar desde un punto de vista marxista el novedoso fenómeno del chavismo. Después del Caracazo, la erosión y decadencia del viejo régimen de partidos, por la actividad del movimiento de masas, abrió el camino para el surgimiento del fenómeno Chávez al cual el conjunto de la vanguardia y la izquierda venezolana hoy le rinde pleitesía, sin poder resistir esta presión demagógica y populista. El pasado 6 de diciembre el Polo Patriótico1 liderado por Chávez, obtenía el 56,20% de los votos en las elecciones presidenciales, convirtiéndose éste en el candidato con más respaldo popular en la historia democrática de Venezuela. Ante el derrumbe estrepitoso del viejo régimen de partidos patronales, el triunfo de Chávez viene a capitalizar y desviar el descontento de los trabajadores y las masas populares al terreno de las reformas dentro de los marcos del régimen. En Venezuela, los trabajadores están enfrentando una desocupación del 15%, acompañado por un subempleo del 50%, con salarios de hambre, y que han llevado a que el 80% de la población viva en situación de pobreza (incluido 39% de pobreza extrema y un 14% de indigencia)2. Mientras, hoy en Caracas el 1% de la población goza de la más amplia abundancia. Sobre esta situación, Chávez enarboló un discurso de tinte antiimperialista de no pago de la deuda externa, revisión de las privatizaciones, así como un programa de protección y desarrollo de la industria nacional con creación de empleos y aumento salarial. Prometió liquidar la corrupción que había alcanzado niveles exhorbitantes, y logró sembrar importantes expectativas en el movimiento obrero y popular sobre las posibilidades reales de un profundo cambio social. Todo esto le valió el triunfo electoral. La Venezuela Saudita 3 Durante años, Venezuela basó su "prosperidad" en las divisas que le aportaba la explotación y exportación de petróleo. En 1917, cuando llegaron los inversores de la Shell inglesa, con su técnica y maquinarias, Venezuela era un miserable país que sobrevivía exclusivamente de las exportaciones de café y cacao, que enriquecían a un pequeño núcleo de la oligarquía terrateniente. Ya en 1928 Venezuela ocupó el segundo puesto mundial en la producción de petróleo, detrás de los EE.UU. En la actualidad es el sexto productor de hidrocarburos a escala mundial y el 80% de los ingresos del estado provienen del crudo. Es así como el petróleo se convierte en la base estructural de la economía del país y en principal fuente de renta para el estado, debido a las regalías provenientes de él. Entre mediados de la década del cuarenta y del cincuenta el desarrollo de la industria petrolera pega un salto cualitativo. Esto le permitió a Venezuela transformarse rápidamente en un país urbano. Se realizaron importantes obras públicas, como rutas, autopistas, edificios públicos que a un ritmo vertiginoso modernizaron las ciudades, en especial Caracas, con su particular diseño arquitectónico. Se desarrolló una importante capa de clase media profesional, a la vez que se generaron miles de empleos ligados al Estado y surgió un concentrado proletariado petrolero. Sin embargo, mientras se desarrollaba esta "prosperidad" y las inversiones extranjeras aumentaban considerablemente, se iban acumulando innumerables contradicciones. Centros petroleros como Maracaibo y ciudades como Caracas se iban transformando en importantes urbanizaciones, mientras se asentaban a su alrededor una importante masa de pobres en busca de trabajo que no siempre conseguían. Las zonas rurales se iban hundiendo en la miseria más absoluta, debido a la masiva migración, y a la imposibilidad de poder colocar sus productos en el mercado interno. La incapacidad de la burguesía de desarrollar otras ramas de la industria provocó la importación masiva de electrodomésticos, materiales de construcción y productos textiles, y llegando al colmo de adquirir en EE.UU pan, manteca, leche y huevos. En la primera mitad del siglo, la política venezolana estuvo marcada centralmente por dos dictaduras militares, quienes garantizaban a los monopolios petroleros Shell, Gulf y la Standard de Indiana el "orden" y la "paz" para sus inversiones. El general Juan Vicente Gómez, gobernó con manu militari entre 1908 y 1935 aplastando tanto al movimiento obrero como a la izquierda y a los opositores burgueses. No menos brutal fue la dictadura del Tte. Cnel. Marcos Pérez Jiménez, quien en 1948 llegó al poder mediante un golpe de estado. Sus atrocidades a menudo fueron comparadas con las de Batista en Cuba o Trujillo en República Dominicana. A la caída de la dictadura de Pérez Jiménez, se consolida un régimen democrático burgués, refrendado por una nueva constitución en 1961. El régimen fue fraguado por los principales dirigentes de Acción Democrática4. Su principal dirigente Rómulo Betancourt, había definido a su partido como nacional revolucionario y de alguna manera lo había emparentado con el APRA de Haya de la Torre. AD obtuvo amplio predicamento entre los sectores populares y de la clase obrera y llegó a ser uno de los miembros más importantes de la Internacional Socialista, cuya presidencia ocupaba Carlos Andrés Pérez al momento del Caracazo. El partido social cristiano COPEI5 y la UDR suscribieron el pacto de "Punto Fijo", que contemplaba la alternancia en el poder y la garantía de "estabilidad social". Por décadas este régimen se sostuvo firmemente, apoyado en la estabilidad económica que hizo de la Venezuela petrolera el país con más alto ingreso per cápita de Latinoamérica. Es por esta época que se forma la Confederación de Trabajadores Venezolanos (CTV), controlada por AD, y que recibe del estado financiamiento y prebendas adquiriendo características similares a la burocracia "charra" de la CTM mexicana. Por años, la gran influencia de AD y COPEI entre los trabajadores y el pueblo se debió esencialmente a la administración de grandes riquezas del Estado de cuyas migajas se logró mantener un nada despreciable nivel de vida, y al apoyo de la amplia capa de clase media, base social del régimen. A su vez, la burguesía parasitaria ligada a esos partidos despilfarraba la renta petrolera, mientras el capital financiero se llevaba la "parte del león". En 1974 asume la presidencia Carlos Andrés Pérez (CAP, como se lo conoce popularmente) en medio del incremento de los precios del petróleo en el ámbito mundial, a raíz de la primera crisis del petróleo. Es que a principios de la década de los años setenta termina el boom de la posguerra, desatando una profunda recesión en los países imperialistas. En este marco, la presión de los países de la OPEP6 desembocó en el alza del precio del crudo, que se había mantenido estable durante gran parte de la segunda posguerra. En 1970 el precio promedio era de 2,50 dólares el barril y a principios de los años ochenta llegó a cotizarse a 34 dólares. De esta manera, el alza de los precios permitió un aumento de la renta petrolera que se apropiaban los países productores, a la vez que aumentaban las ganancias de los monopolios. En este contexto el 1 de mayo de 1974, CAP anuncia la nacionalización de varias empresas norteamericanas entre ellas la Orinoco Mining Company, siderúrgica, y la industria petrolera, quedando ésta en manos de la empresa estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA). Al día de hoy, esta empresa monopoliza gran parte de la exploración y explotación de los yacimientos, manufactura, refinación, transporte, y comercialización de los hidrocarburos y minerales. Sin embargo, de los miles de millones de dólares que recibieron, sólo una pequeña porción llegó a los países productores, parte importante quedó invertida en los bancos imperialistas y se distribuyeron como créditos a corto y mediano plazo a países atrasados, como México que se endeudó en forma abrumadora. En Venezuela a la bonanza del "boom" petrolero de los años setenta, también le siguió un importante endeudamiento y comenzaron los planes de "racionalización" del gasto público. Los gobiernos de Luis Herrera Campins y Jaime Lusinchi deben administrar la crisis que durante la década del ochenta, con un proceso inflacionario desconocido para el país y donde se llega a pagar la deuda externa con el 50% del presupuesto nacional. En 1983 estalla la crisis de la deuda externa, cuyo detonante fue la cesación de pagos de México. El hito de esta crisis en Venezuela lo constituye el llamado viernes negro de febrero de ese año, que significó la primera devaluación de la moneda en muchos años7. El deterioro de los salarios y de los servicios empieza a afectar directamente a la clase media que se coloca no pocas veces del lado del movimiento obrero y popular que venía dando luchas por salarios, contra los despidos y contra la carestía de la vida. Siderúrgicos, estudiantes, maestros, profesores universitarios, médicos son los sectores que dando luchas parciales y muchas veces aisladas se colocan a la vanguardia de la resistencia. Esto en medio de una feroz represión por el "modelo democrático" de América Latina. El "Caracazo" En 1989, aprovechando el descontento popular producto del creciente desempleo y la caída de los salarios, Carlos Andrés Pérez por Acción Democrática vuelve a ganar las elecciones para presidente. CAP, en su campaña electoral atacó duramente al FMI, prometió castigar a los responsables de los escándalos de corrupción y creó la ilusión de que acabaría con el desempleo y aumentaría los salarios como lo había hecho en su primera gestión de gobierno. A 25 días de asumir CAP el desbarajuste de precios y el desabastecimiento de alimentos iban caldeando los ánimos a lo largo y ancho del país. El anuncio de un paquete de medidas que contemplaban la liberación de las tasas de interés, privatización de las empresas del Estado, aumento de las tarifas de los servicios, el gasoil y el transporte popular, fueron la gota que colmó el vaso. La reacción popular fue una revuelta espontánea de masas hambrientas el 27 de febrero de 1989, que se extendió durante cuatro días y que dominó Caracas y algunas de las más importantes ciudades del país. Las masas saquearon y destruyeron todo a su paso apropiándose de las mercancías que los acaparadores y especuladores les negaron durante días. Esta revuelta fue brutalmente reprimida por el ejército que tardó más de una semana en establecer el "orden". El gobierno de CAP suspendió las garantías constitucionales y estableció el estado de sitio. Según cifras oficiales hubo 300 muertos, según organismos de DD.HH. más de 3.000. Sin embargo, una vez conseguida la calma nada fue igual en Venezuela. A pesar de su carácter espontáneo, el "Caracazo" marcó un punto de inflexión en la historia del país. Las instituciones quedaron maltrechas, los partidos políticos, la Iglesia, las centrales sindicales empezaron a perder prestigio frente a las masas. El régimen comenzó a perder base social y dejó en malas condiciones a la burguesía proimperialista para avanzar con sus planes de entrega del país. La crisis política, el surgimiento del chavismo y el gobierno de Caldera El "Caracazo" inauguró en Venezuela diez años de crisis institucionales, enfrentamiento entre los poderes del Estado, crisis en el ejército, fin del bipartidismo, alta abstención electoral y desprestigio de las instituciones. Junto con esto el incremento constante de los conflictos sociales, la efervescencia de masas y la resistencia obrera y popular fueron erosionando las bases del régimen, llegando tal crisis hasta la base misma del Estado. El 18 de mayo de 1989 es convocada por la CTV la primera huelga general en 31 años. Innumerables manifestaciones estudiantiles, de médicos, no docentes universitarios y con enfrentamientos con la policía en las calles seguían poniendo límites a los planes de CAP. "Según las estadísticas del Ministerio del Interior, entre 1989 y 1991 hubo más de 5.000 acciones de masas. Solo en el último trimestre de 1991 se registraron 400 movilizaciones y levantamientos, terminando el 40% en enfrentamientos con las fuerzas represivas".8 La crisis que corroe a todas las instituciones, tiene su manifestación en la estatizada CTV, una de las columnas vitales del régimen burgués. Se inicia la lucha abierta en numerosos sindicatos por derribar a la burocracia identificada con AD. Surgen listas clasistas y corrientes independientes en importantes empresas siderúrgicas, petroquímicas, telefónicas y textiles que ganan la conducción de los sindicatos, sin embargo el grueso de este proceso antiburocrático en los sindicatos es capitalizado por la izquierda reformista del MAS y CAUSA R, que en todo momento impidieron que se exprese la movilización independiente de la clase obrera. El descontento del pueblo pobre y las clases medias se fue filtrando entre los mandos medios de oficiales y bajos del ejército, trasladándose la crisis política al principal pilar del Estado. Empieza a gestarse un movimiento militar que se denominó "bolivariano, latinoamericanista y nacionalista", el 4 de febrero de 1992 liderado por el comandante Hugo Chávez9. Intentonas de golpe de estado contra el gobierno de Pérez en 1993, fueron impulsadas por el surgimiento del Movimiento Bolivariano 2000, hastiados según dicen ellos por la corrupción y la entrega del país. Este intento fracasa. Chávez y sus seguidores terminan en la cárcel. Si bien el putch no tuvo respaldo activo del movimiento de masas, a los pocos días tuvo lugar una manifestación de masas conocida con el nombre de "cacerolazo" donde las clases medias, trabajadores y el pueblo pobre repudiaron una vez más al gobierno de CAP, que a la sazón tenía el 94% de rechazo entre la población. En noviembre del mismo año, esta vez oficiales de la marina de guerra, intentan un golpe de estado preventivo ante la tendencia creciente de rebelión de las masas. A pesar de ser derrotado este nuevo levantamiento militar, las cosas no volvieron a su cauce habitual, por el contrario mostró que la crisis del Estado venezolano era de una inusitada magnitud. Finalmente en mayo de 1993 con el telón de fondo de la caída sostenida de los ingresos petroleros, acompañados con altos pagos de la deuda externa y fuga de divisas y en medio del rechazo generalizado a su gobierno, la burguesía -temerosa de una "crisis de gobernabilidad"-encontró en el juicio político (el primero en la historia moderna de Venezuela a un presidente en ejercicio) y posterior encarcelamiento de Pérez, acusado de corrupción, el mecanismo apropiado para desviar la repulsa popular. En 1994, y en un intento de cerrar la crisis, asume la presidencia Rafael Caldera. Este viejo caudillo, firmante del pacto de "Punto Fijo", se "autoexcluyó" del desprestigiado COPEI y con su propio agrupamiento, Convergencia, ganó las elecciones apoyado por los tránsfugas de la izquierda reformista del MAS y el PCV. Caldera había ganado prestigio entre las masas por no haber condenado el intento putchista de Chávez. A poco de asumir sobreseyó al ex comandante en un intento de ganarse base social. Ante la creciente agitación social durante el primer año y medio de su mandato suspendió las garantías constitucionales. La sostenida presión financiera por la salida de divisas internacionales desembocó en una grave crisis bancaria, que aceleró la inflación. Esta crisis financiera se reflejó en un aumento de la pobreza, altos niveles de corrupción, y un descenso generalizado del nivel de vida. En 1996, Caldera firmó con el presidente del FMI, Michel Camdessus, un paquete de medidas de ajuste económico conocido como la "Agenda Venezuela" que contemplaba la abolición de los controles sobre los precios y la liberalización del mercado cambiario, junto con el aumento de los ingresos y el recorte de gastos del estado con el fin de reducir el déficit fiscal. Este programa sirvió para la obtención de un préstamo del FMI de 1.400 millones de dólares. También contenía la puesta en marcha del estancado programa de privatizaciones. Se empezó a implementar la "apertura petrolera" que contempla la participación de los monopolios Conoco, Total, Texaco, Shell, Mobil, Beva entre otros en la explotación del crudo y el carbón. Se privatizó la compañía telefónica, y la línea aérea Aeropostal Venezolana. La aplicación de este programa de ajuste fue un brutal ataque al bolsillo de los trabajadores y el pueblo. El alza del tipo de cambio fue de 170 bolívares por dólar a unos 470 bolívares, la electricidad aumentó un 70% en seis meses, la gasolina pasó de 9,6 a 55 bolívares por litro. La desocupación aumentó un 2% con respecto al año anterior, en la otrora Venezuela Saudita de 23 millones de habitantes, 4 millones no tienen ingresos fijos ni seguridad social. A esto hay que agregar la caída a su más bajo nivel en la historia del precio del barril de petróleo, cuando sigue siendo en la actualidad el 80% de los ingresos del estado. La oposición y el malestar de las amplias masas no tardaron en aparecer nuevamente. Una vez más durante el año 97 los profesores y médicos de hospitales son los que salen a la lucha, paralizando durante dos meses las universidades y hospitales. El 6 de agosto la CTV vuelve a llamar a un paro general que fue acatado mayoritariamente. La resistencia obrera y popular una vez más fue aplazando los planes del gobierno y el imperialismo, haciendo fracasar al gobierno de Caldera y anticipando de esta manera la crisis terminal del régimen. Diez años de crisis políticas recurrentes, desprestigio de los viejos partidos del régimen, malestar creciente del movimiento de masas, pauperización de las clases medias, fractura de las FF.AA., imposibilidad de la burguesía proimperialista de ir hasta el final con sus planes de entrega del país. Toda esta situación llevó al agotamiento del régimen del pacto de "Punto Fijo" y fue el "caldo de cultivo" para el surgimiento del chavismo como fenómeno alternativo al viejo sistema de partidos. Si las masas identificaron sus ilusiones con Chávez se debe también en gran parte a la traición de la burocracia sindical y la descomposición política de la izquierda del MAS, Causa R y el PCV. Estos partidos tributarios de los gobiernos de turno en todo momento impidieron que las masas se puedan orientar hacia una salida independiente de la política y trampas de la burguesía. El desarrollo del chavismo no fue lineal y siempre ascendente. Así en marzo de 1992 contaba con el 70% de simpatía en la población, cinco años más tarde en 1997 apenas llegaba al 7%, y a la cabeza de las encuestas para presidente se colocaba Irene Sáez una ex miss Universo. Desde su salida de la cárcel, Chávez recorrió todo el país y el exterior para procurarse una base de apoyo militante y una estructura política. Su retórica populista le hizo aumentar las simpatías en el movimiento de masas. Durante su campaña electoral, Chávez esgrimió un discurso anticorrupción y nacionalista contra los viejos partidos del régimen. Incluso amenazó con "freír en aceite" a los odiados dirigentes de los partidos políticos. En determinado momento, expresando su desconfianza, Washington intentó negarle la visa para entrar a EE.UU, a lo que respondió: "Para ser presidente de Venezuela no se necesita visado de EE.UU." Ante esto la burguesía lanzó una campaña de calumnias y demonización de Chávez, campaña que paradójicamente le hizo crecer aún más su popularidad. Sin embargo, a medida que se acercaba el desenlace de los comicios, fue moderando su discurso para mostrarle a la burguesía y los inversores internacionales que no había nada que temer: "en menos de un mes va a hacer su segundo viaje a EE.UU. a un seminario de análisis de lucha contra la corrupción, no va a tocar los contratos petroleros firmados por el gobierno anterior, va a honrar los compromisos internacionales, léase pagar la deuda externa"10 . Así con el apoyo de la izquierda reformista forma el Polo Patriótico que se impuso con amplia ventaja, más del 56% de los votos, el mayor apoyo que ha recibido un presidente electo en los últimos años, desplazando al candidato "independiente" Salas Romer, que a última hora recibió el respaldo de los desprestigiados Acción Democrática y COPEI. De esta manera Chávez pudo canalizar y desviar el descontento de las masas al terreno electoral para recomponer bajo nuevas formas el régimen burgués. El mismo Chávez lo reconoce al afirmar: "Tenemos que darle cauce a un movimiento que hoy corre por toda Venezuela, el mismo pueblo que hoy clama en las afueras del Capitolio. Eso no tiene otro nombre que la revolución. Nosotros le daremos cauce pacífico y democrático. Si los dirigentes hoy no podemos dárselo, esa fuerza desatada nos pasará por encima".11 Un proyecto bonapartista populista burgués El objetivo de Chávez es recomponer el régimen político semicolonial en crisis, imponiendo un proyecto bonapartista-populista. Venezuela enfrenta condiciones objetivamente revolucionarias, signadas por la profundidad de la crisis económica, el descalabro del viejo régimen y sus partidos, la profunda polarización social que corroe a las clases medias y empuja al movimiento obrero y de masas a una constante efervescencia. El viejo régimen de la democracia del "pacto de punto fijo" está en ruinas, y ya no puede conciliar ni contener las fuerzas sociales contrapuestas que emergen en esta situación. Chávez se postula como el árbitro, el salvador de la nación y garante de la unión de todos los venezolanos, para recomponer el régimen y sus instituciones, e impedir que la dinámica de la situación lleve a una intervención independiente de las masas. En este sentido, su proyecto es preventivo, busca impedir el desarrollo de la situación en sentido revolucionario. Busca reformar el régimen, desplazando a los viejos representantes políticos de la burguesía, hoy sumidos en el descrédito ante las masas, y recortar las atribuciones del Parlamento, la justicia, etc., en beneficio del poder ejecutivo, para garantizar así una presidencia fuerte. Para poder elevarse por sobre la sociedad y ejercer ese rol de árbitro al que aspira, es fundamental el poder apoyarse en el aparato militar del estado, para lo que busca reconciliar al pueblo con el ejército y darle a éste una amplia injerencia en la vida política. A la vez, Chávez busca encuadrar una amplia base de masas, ganando una estructura adicta en los sindicatos, y organizar una base militante en el movimiento de masas, como correa de transmisión de su política. El discurso populista de Chávez, con sus diatribas contra los viejos representantes políticos de la burguesía, la corrupción, y proponiendo una "Quinta República" como recambio del viejo régimen, está dirigido ante todo al pueblo en general, se basa en las clases medias empobrecidas, mientras que hacia la clase obrera, intenta coptar sus organizaciones sindicales, y subordinarlas al régimen para asegurarse contra una eventual irrupción independiente de éstas. Quiere utilizar el descontento de las masas populares, en particular de las capas medias empobrecidas, al servicio de una política de reformas desde arriba en las instituciones políticas del Estado, apelando al discurso contra la corrupción y a la demagogia de la "Quinta República" como envoltura a sus aspiraciones bonapartistas. Por su carácter de clase, burgués, y por su programa populista, no cuestiona la dominación imperialista que ahoga a Venezuela. Sectores de la baja y mediana burguesía venezolana, afectados por la crisis, dependientes del mercado interno y de la protección estatal, son favorables al proyecto de Chávez, mientras que la gran burguesía venezolana y el imperialismo lo han visto con cierta desconfianza. Esto para nada significa que Chávez pretenda resistir o enfrentar la penetración imperialista en Venezuela. Por el contrario, como lo demuestran sus actos de gobierno, quiere conciliar, negociar, con el FMI y apuesta a la ayuda del capital extranjero para paliar la crisis. Es decir, que el lavado nacionalismo de algunos de sus discursos, envuelve en lo económico un programa desarrollista proimperialista. Estudiando al gobierno de Cárdenas en México, en los años 30, León Trotsky señalaba: "En los países industrialmente atrasados el capital extranjero juega un rol decisivo. De ahí la relativa debilidad de la burguesía nacional en relación al proletariado nacional. Esto crea condiciones especiales de poder estatal. El gobierno oscila entre el capital extranjero y el nacional, entre la relativamente débil burguesía nacional y el relativamente poderoso proletariado. Esto le da al gobierno un carácter bonapartista sui generis de índole particular. Se eleva por así decirlo, por encima de las clases. En realidad, puede gobernar convirtiéndose en instrumento del capitalismo extranjero y sometiendo al proletariado con las cadenas de una dictadura policial, o bien maniobrando con el proletariado, llegando incluso hacerle concesiones, ganando de este modo la posibilidad de disponer de cierta libertad en relación a los capitalistas extranjeros"12. Una variante, que maniobra con el proletariado, llegando a hacerle importantes concesiones para disponer de cierta libertad ante el capital extranjero, la ilustran Cárdenas, Vargas o Perón, buenos ejemplos de gobierno bonapartista sui generis de corte nacionalista. Evidentemente, éste no es el caso de Chávez, ya que el mismo no resiste la penetración yanqui, como Perón, ni nacionalizó el petróleo como Cárdenas, y menos está en condiciones de hacer concesiones económicas a las masas. Tampoco se parece a Fujimori, que como instrumento del capital extranjero utilizó un discurso populista mientras se apoyaba en las fuerzas armadas para desarrollar una verdadera guerra sucia contra los trabajadores y campesinos e imponer una sangrienta dictadura mal disimulada bajo un ficticio ropaje parlamentario. El chavismo pretende elevarse por así decirlo, por encima de las clases y ser el árbitro entre los intereses del capital extranjero y nacional, y los del conjunto del capital y las masas explotadas, conciliando y armonizando estas fuerzas contrapuestas, para impedir el derrumbe del régimen burgués semicolonial (lo cual supone oscilaciones y a la vez acota, en tiempos de crisis como los actuales, sus posibilidades de maniobrar). No se recuesta en una burguesía nacional que pretenda libertad de maniobra y resistir la penetración imperialista, sino en una que quiere y necesita el auxilio del capital extranjero, pero a la vez regatea las pretensiones más usurarias del FMI, es decir, que tiene un programa desarrollista, como muestran los reclamos de reactivar la política de compre venezolano que hacen sectores de la industria. Estos rasgos son similares a los de otros movimientos políticos latinoamericanos, como fueron el de Velasco Ibarra en Ecuador, (que fue cinco veces presidente) quien despotricaba contra la oligarquía y se presentaba como amigo de los pobres aunque nunca adoptó ninguna medida seria contra el capital extranjero. O también, el caso del gobierno demócrata cristiano de Frei en Chile entre 1964 y 1970, que con un discurso democratizante proclamó la chilenización del cobre y una tímida reforma agraria contra los terratenientes, mientras facilitaba y aceleraba el proceso de penetración imperialista de la mano de Estados Unidos. Una importante diferencia con estos dos ejemplos, es que en el proyecto de Chávez resulta mucho más directo el recurso al papel de las FF.AA. como base de su poder. En ese sentido su discurso contra "la corrupción" y los "viejos partidos políticos", así como las concesiones democráticas formales que pueda verse llevado a hacer a las masas para hacer pasar su proyecto de Constituyente, son una cobertura funcional para asentar su proyecto bonapartista. Además, los márgenes para hacer concesiones al movimiento obrero y de masas que tiene Chávez, son muy escasos, dadas las condiciones de la crisis económica tanto en Venezuela como internacional. Chávez en el gobierno El 2 de febrero asumía el gobierno de Chávez en medio de una expectativa generalizada, anunciando el inicio de su plan de gobierno, que consta de las siguientes medidas: el decreto de referéndum, convocando a una asamblea constituyente y el proyecto de Ley Habilitante, que contempla el otorgamiento de poderes especiales al presidente por sobre los demás poderes públicos en materias económicas, financieras y políticas. Su compromiso con la subordinación al imperialismo y la gran burguesía venezolana, lo demuestran sus primeros actos de gobierno: no sólo se sumaron a su equipo de ministros muchos aliados de Caldera, como el canciller Vicente Rangel del MAS, sino que incluso, ratificó en el cargo a la ministra de economía de Caldera, Maritza Izaguirre, la encargada de aplicar la Agenda Venezuela de privatizaciones y apertura. Esto por sí solo es todo un símbolo. Chávez multiplicó sus apelaciones al capital extranjero para que invierta en el país, dándole toda clase de garantías, y visitó todas las capitales imperialistas para mostrarse confiable a los inversores extranjeros. Se propone mantener todas las privatizaciones hechas por CAP y Caldera (desmitiendo incluso sus promesas electorales) y continuar la política de concesiones petroleras e incluso las nuevas privatizaciones. Mientras hace toda clase de gestos demagógicos, como renunciar a algunos de los privilegios suntuarios de la presidencia (residencia, el sueldo, etc.) impone el IVA, y otros nuevos impuestos que afectarán a las clases medias y sectores populares, y ha abierto una negociación con el FMI para refinanciar la deuda externa. El proyecto de Ley Habilitante que Chávez ha enviado al Congreso ilustra sus intenciones en el terreno económico y político. La Ley Habilitante que le confiere al presidente poderes especiales, es en consecuencia un mecanismo tipicamente bonapartista. Con ella, Chávez intentará pasar su paquete económico que consiste en la imposición de toda una serie de impuestos, como es el impuesto a las ventas (IVA), impuesto que nunca pudo ser aplicado, en reemplazo del impuesto al Consumo Suntuario y a las Ventas al Mayor (Icsvm) que afectaban centralmente a la burguesía comercial, intentando de esta manera absorber el impacto inflacionario que tendrá el nuevo impuesto a las transacciones financieras, y que reduce el margen de ganancia del capital financiero, pero descargando todo el peso de las mismas sobre los trabajadores. Otra muestra más de esta Ley está dada por el impuesto a la gasolina13, postergándose su aplicación para más adelante. Tanto la nueva distribución de los impuestos, como también las medidas que resuelven la centralización de todas las organizaciones crediticias y financieras de la pequeña y mediana empresa14, así como también la recuperación del viejo plan de "Compre Venezolano"15, muestra que Chávez busca preservar a los sectores más débiles de la burguesía venezolana, que dependen de la protección del Estado y del mercado interno. Asimismo, el chavismo intenta negociar con el imperialismo norteamericano mejores condiciones de financiamiento externo y asegurar el mercado petrolero, mientras coquetea con Europa, adonde viajó en enero, siendo ya presidente electo. Los regateos con Estados Unidos llevaron al desplante de tres días a Clinton en su visita a este país, así como a los anuncios de Gustavo Marquez, Ministro de Industria y Comercio, de lograr una mayor diversificación de las exportaciones de crudo y que hoy se destinan casi en su totalidad a los EE.UU. Pero todos estos movimientos son en el marco de mantener el curso fundamental del plan económico: una modernización de la economía que significa ajuste, austeridad, apertura y entrega al capital extranjero. Con razón, el financista George Soros puede afirmar, elocuente: "Venezuela ha votado a un líder populista, pero él ahora ha salido a atraer a los capitales extranjeros, de manera que no es tan aterrador. Quiero decir, es mucho menos amenazante de lo que se perfilaba".16 Chávez y el plan cívico-militar En su gabinete se sientan militares y ex militares que lo acompañaron en el intento de golpe del 4 de febrero del 92, pero ha sido muy cuidadoso en los nombramientos, para no afectar a los generales y mandos que se le opusieron y lo derrotaron en el 92 y posteriormente. Es que quiere forjar la unidad interna de las FF.AA., tanto como legitimarlas y prestigiarlas entre la población. Para limar las diferencias internas entre chavistas y antichavistas en las FF.AA., Chávez nombró a Raúl Salazar en el Ministerio de la Defensa (un viejo promotor de conspiraciones golpistas de derecha en el gobierno de CAP), junto con el ex ministro de la misma cartera Radames Muñoz León, personaje muy odiado por el movimiento de masas. Chávez quiere ampliar las atribuciones y poder de la casta militar, dándole mayor intervención en la vida social y política, y ganar base social para los militares, prestigiándolos como institución ante las masas populares. "Se está haciendo concreta la idea de la fusión, unión civil-militar: pueblo y fuerzas armadas, que es algo que nunca había ocurrido en este siglo, por lo menos... para trabajar, para impulsar, para atender los objetivos de la nación".17 Con este discurso Chávez anunciaba el lanzamiento de su plan cívico-militar como tercer eje articulador de su programa de gobierno para el 27 de febrero, es decir, fecha en que se conmemoraron 10 años de la matanza perpetrada por el ejército durante el Caracazo. El plan cívico-militar es una pieza clave de esta política, y consistiría en volcar al ejército a tareas de protección social de los más necesitados y la asimilación de los desempleados a través del trabajo voluntario. A éste ya se han incorporado de 110 a 170 mil personas, según distintas fuentes, y la participación de 70 mil efectivos militares, los cuales controlarán el plan en la construcción de obras públicas como escuelas, acueductos, etc. El objetivo político es más que evidente: intenta recomponer a esta institución, pilar fundamental del estado burgués, que luego de los acontecimientos del Caracazo, y de la profunda crisis del régimen y de sus instituciones que se abrió en ese momento, quedó profundamente desprestigiada ante las masas populares (Si bien el ejército venezolano históricamente no gozó del desprestigio a la que están sometidos la gran mayoría de los ejércitos latinoamericanos, esto se debió a que el papel represivo directo descansaba sobre la Guardia Nacional). La Asamblea Constituyente La discusión de una reforma constitucional viene del año 92, pero hoy ésta se ha visto potenciada con el ascenso de Chávez y su primer decreto. El conjunto de las clases sociales han tomado la bandera de asamblea constituyente para lograr sus propios objetivos y expectativas. Así tenemos que los sectores burgueses más concentrados, y estrechamente ligados al capital financiero, junto con sus manifestaciones políticas como son AD y COPEI, buscan una asamblea constituyente que formalice, y brinde seguridad jurídica, a todas las transformaciones llevadas a cabo por los dos últimos gobiernos. Pero a la vez, estos sectores quieren preservar los mecanismos políticos de dominación que durante estos últimos 40 años fueron una fuente de importantes prebendas y de su poder político. Por otro lado, el chavismo quiere una asamblea constituyente que consagre su proyecto bonapartista y populista bajo la envoltura de una Quinta República, a costa de los viejos partidos y las instituciones actuales, aunque garantizando esencialmente la misma modernización proimperialista en el terreno de la economía (aunque probablemente preservando una mayor participación de los sectores burgueses deprimidos). Como tercer elemento tenemos que decir que los trabajadores y el pueblo tienen sus propias expectativas del proceso constituyente, al que asocian con el fin de la corrupción, la posibilidad de una real elevación del nivel de vida, la creación de fuentes de trabajo, así como también una mayor ampliación de los espacios de participación democrática, y que han llevado a que asocien estas expectativas con la constituyente que propone Chávez. Esta situación es hábilmente explotada por el Polo Patriótico donde se puede apreciar que los llamados Frentes Constituyentes18 representan en su gran mayoría correas de transmisión de la política chavista en el seno del movimiento de masas al servicio de desarrollar un movimiento político menos superestructural y más militante, y no como se viene presentando hasta el momento, como un espacio de participación verdaderamente democrática; y donde los trabajadores y el pueblo más temprano que tarde sentirán la estafa de la cual están siendo objeto en estos momentos. Chávez y el movimiento obrero y de masas "En el barrio los Eucaliptos durante díez años el agua era suministrada por una pila pública, y en menos de quince días de gobierno, con el trabajo de todos los vecinos empezamos a resolver el problema." Este comentario de un obrero de Caracas, muestra las ilusiones y esperanzas de las más amplias capas populares en el nuevo gobierno. Sin embargo, los recursos de Chávez son harto limitados, para responder a estas expectativas. En los últimos 14 meses se perdieron más de 100 mil puestos de trabajo, y prosigue la ola de despidos. El nuevo ministro de trabajo llamó "al sector empresarial a que tome en cuenta la grave crisis del país, (...) que se encuentra en condiciones que son muy explosivas." Es imposible que con apelaciones a la buena voluntad empresarial se detengan los despidos y se alivien las penurias de las masas. El movimiento obrero venezolano ha contado a lo largo de las últimas décadas con cuatro centrales sindicales como son CUTV, CGT, CODESA y CTV, siendo esta última la que cuenta con la gran mayoría de los trabajadores afiliados. Sin embargo, el papel desempeñado por ésta en los últimos 40 años como soporte al régimen bipartidista así como también la extraordinaria burocratización, necesaria para esta tarea, llevaron a que el conjunto de los trabajadores odien hoy a sus directrices, viejos militantes adecos y agentes de este partido burgués, viendo en ellas el reflejo del viejo régimen en el seno del movimiento obrero. Es esto lo que está permitiendo que se empiece a dar un fenómeno de desindicalización y de ruptura de diversos sindicatos con el órgano matriz, donde el más importante de ellos es el de Fetra-Hidrocarburos, y los 24 sindicatos petroleros de distintas regiones del país en la primer semana de febrero. Esto permite que el chavismo empiece a golpear sobre la dirección adeca, planteando que no "reconocerá a esa central sindical como legitima representante de la clase trabajadora"19, enarbolando un discurso democrático que empalma con el justo sentimiento de los trabajadores. El objetivo de esta política es una creciente intervención estatal en el seno de los organismos obreros intentando conseguir una nueva central sindical directamente subordinada al gobierno de Chávez, y con autoridad sobre los trabajadores, para poder contener las futuras luchas de los mismos. Esto se traduce en la política chavista de desarrollar los Frentes Constituyentes de trabajadores como primer paso de crear su propia central sindical, mientras se busca la subordinación y la depuración de los elementos más desprestigiados de la CTV. Ésta, al verse acosada, empieza a hablar por primera vez en toda su historia de permitir elecciones internas en la central, intentando de esta manera reciclarse frente a las nuevas necesidades del estado semicolonial venezolano. Al chavismo se le hace imposible mantener este tipo de relación con el movimiento obrero a través de la actual CTV, dirigida por hombres de AD o COPEI, con organizaciones sindicales profundamente desprestigiadas, e incapaces de contener la posible y futura avanzada de un movimiento obrero que no ha sufrido derrotas decisivas, y que tiene profundas expectativas de cambio social. Pero los márgenes de Chávez para organizar una base de masas adicta, encuadrada y militante, están estrechamente acotados por la política económica de austeridad que está obligado a llevar. Las perspectivas Chávez juega un juego arriesgado. "El presidente ha creado expectativas muy altas en la población, que atentan contra la estabilidad de su régimen", comenta un analista. Efectivamente, la profundidad de la crisis económica, social y política venezolana, deja muy estrechos márgenes de maniobra para el estilo de promesas a diestra y siniestra y demagogia social y democrática de Chávez. Desde el punto de vista económico, obligado a imponer austeridad y a continuar con la apertura al capital extranjero, no sólo no puede hacer concesiones de importancia a las masas, sino que deberá atacar a su propia base social, descargando los costos de la crisis sobre las espaldas del movimiento obrero y el pueblo empobrecido, como demuestran las medidas fiscales que ya ha comenzado a tomar. No le dejan otro recurso la profundidad de la crisis económica venezolana, la perspectiva de que continúen deprimidos los precios del petróleo y los minerales, la presión creciente del imperialismo y el FMI. Desde el punto de vista democrático, si bien no pueden excluirse concesiones en lo referente a la democracia formal, el alcance de éstas, por fuerza, habrá de ser muy limitado, pues todos los pasos que pueda dar en este terreno son envoltura de su proyecto bonapartista, que requiere regimentar y controlar al movimiento de masas, tanto como apoyarse en el aparato policial y militar del Estado. Chávez debe lidiar con un movimiento de masas en estado de efervescencia, que si bien deposita enormes expectativas en su gobierno, no le ha dado un cheque en blanco, ni parece dispuesto a aguardar indefinidamente el cumplimiento de sus promesas: El miércoles 24 de febrero, miles de estudiantes se congregaban en las puertas de Instituto Tecnológico de Cumaná, en el estado de Sucre, para exigir el inmediato funcionamiento del comedor universitario, desatándose minutos más tarde una feroz represión a manos de la Guardia Nacional, que provocaría la muerte de un estudiante. Horas más tarde los sectores populares irrumpían en el centro de la ciudad provocando saqueos que se prolongarían por varias horas e incendiando la Gobernación del estado, mientras la Guardia Nacional intentaba controlar la situación. El 1º de marzo los choques se extendían a Valencia, capital del estado de Carabobo, y a Puerto La Cruz, del estado Anzoátegui. En esta ciudad, además, se desarrolla una huelga en el importante complejo petrolero de José, de trabajadores contratados para exigir los mismos derechos que los trabajadores bajo convenio, así como la reincorporación de sus compañeros despedidos por fin de contrato. El 2 de marzo, en Barquisimeto (estado de Lara) se produjeron nuevos saqueos y choques con la policía, luego de una movilización estudiantil. Chávez respondió dando de baja a los oficiales comprometidos con la represión en Cumaná, manifestando su comprensión a los estudiantes, y exigiéndole al gobernador de Sucre, miembro de Acción Democrática, mayor responsabilidad en la dirección del estado. Pero estas primeras escaramuzas empiezan a mostrar que los trabajadores y el pueblo no están dispuestos a tener paciencia en forma indefinida, sino que esperan que "su" gobierno empiece a resolver los problemas de alimentación, salario, trabajo, etc. y asimismo, que el plan de prestigiar a las FF.AA. y de seguridad, choca con no pocos obstáculos. Mientras transmitían las dramáticas imágenes de Barquisimeto como fondo, el periodista Luis García Mora comentaba por TV las conversaciones mantenidas con Velázquez20 y Chávez, donde ambos dirigentes proponen que la Asamblea Nacional Constituyente sea producto de un "gran acuerdo nacional" ya que "la nación se encuentra al borde de la guerra civil". Más allá de lo correcto o no de esta última afirmación, refleja la preocupación por la extrema conflictividad social y la urgencia en avanzar en la recomposición del régimen burgués. No sólo los estudiantes han salido a las calles, los trabajadores más pobres tomaron nota de las promesas de Chávez y pretenden tomar lo que les corresponde. Una corresponsal de un diario español informa: "Carmen Torres se muestra con un bebé en brazos y varios niños descalzos ante su choza de cartón y zinc. De igual manera, otras mujeres, como Haydeé Rojas y Daysi González entonan el himno nacional y se arropan con la bandera venezolana para frenar la acción de los uniformados y no ser desalojadas. `Somos venezolanas y nadie nos sacará de aquí.(...) En lo que va de la gestión de gobierno, 40.000 hectáreas han sido invadidas en 11 de los 24 estados del país, incluida la capital (...) De acuerdo a las estimaciones gremiales, unos 20.000 invasores, denominados los sin techo, distribuidos en las provincias afectadas, se han dedicado ocupar ilegalmente cuanto terreno vacío, público o privado, inmueble abandonado o construcción a medio terminar encuentran en su camino, y alegan que lo hacen por las promesas de Chávez, que les ofreció casa, comida y escuela durante su campaña electoral(...)"21. ¿Las masas empobrecidas mantendrán con Chávez una larga luna de miel antes de comenzar a agitarse? ¿Combinarán esta expectativa en el gobierno con luchas parciales, con la ilusión de ayudar así al gobierno que consideran suyo? Es probable ¿Tendrá Chávez tiempo suficiente como para asentar su gobierno y fortalecer el régimen burgués, y consolidar así, al menos por un período, la situación a favor de la burguesía? Esto ya resulta bastante más difícil. Venezuela está sembrada de condiciones objetivamente revolucionarias (la ruina económica y la crisis del estado y el régimen político). Podríamos incluso definir la situación actual como prerrevolucionaria, por el estado de ánimo de las masas. Toda la política de Chávez, la burguesía y el imperialismo se basa en intentar clausurar esta situación y estabilizar el régimen burgués. Tienen a su favor el relativo retraso en la intervención de la clase obrera, y sobre todo la complicidad de las distintas alas de la burocracia sindical, de los reformistas (que por ahora se han encasquetado la boina roja) y el plan de Chávez de regimentar a las masas en un movimiento político adicto. Sin embargo, es muy difícil que Chávez pueda contener a mediano plazo o revertir el proceso profundo que las masas comenzaron a andar desde el Caracazo. Será clave que en los próximos episodios, la clase obrera venezolana pueda movilizarse y organizarse de manera independiente, y que comience a intervenir bajo su propia bandera y con sus propios métodos y organizaciones para la lucha, brindando así una dirección y una salida a la mayoría empobrecida de la población. Por una politica obrera independiente En diez años de crisis política y económica, la burocracia sindical de la CTV, CUTV y los reformistas del MAS y Causa R subordinaron a los trabajadores y el pueblo a las salidas proimperialistas de los viejos partidos y políticos del régimen. Hoy en día los reformistas no tuvieron ningún problema en cambiar de caballo en la mitad del rio y pasar de apoyar y gobernar con Caldera, a formar parte del aparato político y el gabinete de Chávez. De esta manera empujaron a las masas a depositar sus ilusiones y expectativas políticas en el ex comandante. Por eso las masas lo votaron masivamente. Sobre estas ilusiones se monta la política de Chávez de fundar una nueva Quinta República por medio de una Asamblea Constituyente. Los trabajadores nada pueden esperar de un representante burgués de las FF.AA, que quiere reformar el régimen de dominación capitalista. El punto de partida de una política revolucionaria en Venezuela hoy pasa por decirle la verdad a la clase obrera y el pueblo: ¡Ninguna confianza en Chávez!, como parte de desenmascarar la demagogia del gobierno y denunciar sus intentos de subordinación al imperialismo y sus reaccionarios planes en todos los terrenos: económico, militar y democrático, así como la complicidad de los reformistas y la burocracia sindical en todas sus variantes políticas. Sin embargo, los trotskistas acompañamos las justas aspiraciones de las masas de: trabajo, libertad política e independencia nacional y por medio de múltiples tácticas, levantamos una política de independencia de clase, para ayudar a las masas a hacer su propia experiencia con el Polo Patriótico, a la vez de tratar de impedir que caiga en las trampas que seguramente le tenderán los viejos partidos del régimen. Una política revolucionaria ayudaría a las masas a movilizarse y organizarse en forma independiente de la tutela del chavismo y para que la clase obrera pueda convertirse en el caudillo de la nación oprimida. Para soldar la unidad obrera y popular y luchar por una salida que enfrente al viejo régimen y a los planes de Chávez, la clase obrera tiene que levantar un programa que incluya las demandas democráticas radicales, que contemple la ruptura de todos los pactos políticos que atan a Venezuela al imperialismo. Que barra con la burocracia del viejo régimen y la casta de oficiales de las FF.AA., la disolución de los organismos de seguridad del Estado, así como también la odiada Guardia Nacional, y una profunda reforma urbana y agraria. La clase obrera necesita intervenir en forma independiente con sus métodos levantando un programa antiimperialista y anticapitalista para acaudillar al pueblo pobre y la base del ejército para preparar el seguro enfrentamiento entre las ilusiones de las masas y las pretensiones bonapartistas del gobierno de Chávez. Esta política debe estar subordinada a la estrategia de impulsar la autoorganización de los trabajadores, y el desarrollo de los organismos de democracia directa para la lucha hacia consejos obreros y de los pobres de la ciudad y el campo, apoyados en milicias obreras y populares. El desarrollo de esta estrategia soviética y de milicias obreras y populares, le permitirá a los trabajadores y el pueblo ligar crecientemente la resolución de sus demandas democráticas al poder de los mismos, y sería un instrumento para separar a los trabajadores y el pueblo de la influencia del chavismo y los reformistas. Esto significa que las demandas obreras y populares sólo podrán ser garantizadas hasta el final luchando por instaurar una República Obrera sobre las ruinas del actual Estado. Solo por medio de una República Obrera, basada en organismos de democracia directa de la clase obrera y pobres de la ciudad y el campo y sus milicias se realizarán plenamente las tareas democráticas. A la vez de comenzar a expropiar a la burguesía y el imperialismo los principales resortes de la economía y comenzar las transformaciones sociales en un sentido socialista. Los trotskistas y la Asamblea Constituyente Junto a la posición a adoptar ante el nuevo gobierno de Chávez, la Asamblea Constituyente se ha convertido en el gran problema político de la actualidad venezolana. Para las distintas fracciones y partidos de la burguesía, la Constituyente es un medio para recomponer el estado y el régimen, y asegurar sus propias posiciones. Chávez busca lograr esto imponiendo su Quinta República y consagrando su propio proyecto bonapartista y populista, a expensas de los otros poderes del estado y de Acción Democrática y COPEI, (es decir, de los viejos representantes del establishment político) lo cual genera toda clase de forcejeo y regateos en torno a la convocatoria de la Asamblea. Pero todos ellos coinciden en un punto de suma importancia: una asamblea restringida, maniatada, donde la verdadera voz de los explotados se exprese lo menos posible, y que no discuta libremente los problemas fundamentales de la nación. Como demuestra el anuncio de Chávez al formular las bases de la Asamblea, que debe respetar: "valores y principios de nuestra historia republicana, así como el cumplimiento de los tratados internacionales acuerdos y compromisos válidamente suscriptos por la República"22 . En cambio, para las masas, que sintieron como un primer triunfo el llevar a Chávez a la presidencia, la Asamblea Constituyente es el instrumento que habrá de discutir y resolver sus problemas más sentidos, y dar una salida al país. Es probable que durante un período, entonces, todas las miradas y esperanzas de las masas estén puestas en la Asamblea Constituyente. Pero la Asamblea restringida y controlada que quiere Chávez (tanto como la que propone AD) es una trampa: busca utilizar las expectativas de cambio democrático de las masas, para recomponer el régimen burgués contra ellas. La izquierda reformista, el PCV, el MAS, etc., entregada al chavismo y encandilada por la posibilidad de introducir algunas reformas en el régimen, separa por completo las reivindicaciones democráticas formales de las demandas estructurales sin las cuales no hay salida a las penurias de las masas: independencia nacional, reforma agraria y urbana, etc. mientras instala la falsa antinomia entre constituyente adeco-copeyana o constituyente chavista. A esta política se han prestado incluso los trotskistas del PST. Entre todos ayudan así a engañar a las masas y a pasar la trampa de Chávez. Un ejemplo cercano lo podemos encontrara en Ecuador tras la caída del presidente Bucaram, luego de una huelga general política, y la convocatoria a una Constituyente23. El presidente provisional Alarcón y la burguesía montaron una Asamblea restringida y amañada, que renunció de antemano a discutir los verdaderos problemas del país, y que se limitó a llenar los vacíos constitucionales que habían saltado a luz con la defenestración de Bucaram, legalizando así al presidente Alarcón y preparando el camino para las nuevas elecciones de las que surgió Mahuad. La izquierda reformista -indigenistas, stalinistas, socialdemócratas-, se entretuvo en imaginar leyes y proyectos de reforma que incluso, debían dar a Ecuador un Estado plurinacional y pluriétnico y otras medidas puramente democráticas, todo esto, sin cuestionar ni la sumisión al imperialismo, ni la gran propiedad sobre la tierra, ni el poder de las FF.AA., etc. Entretanto, el reformismo no denunció el carácter de estafa de esta Asamblea, no llamó a obreros y campesinos a luchar para imponer una constituyente libre y soberana, y se hizo cómplice del engaño a las masas, que esperaban con enorme expectativa la asamblea. De esta forma, gracias a una política de reacción democrática, en la cual el proceso de la Constituyente tramposa jugó un papel importante, la burguesía ecuatoriana y el imperialismo lograron apartar a las masas del camino que les había permitido voltear a Bucaram, y dar algunos pasos importantes en la recomposición del régimen. Lograr algo similar en Venezuela es el objetivo del proceso constituyente que quiere Chávez, y a ese juego se presta la mayoría de la izquierda venezolana. Los marxistas revolucionarios sostenemos que sólo podrán crearse las condiciones para una efectiva democracia y la satisfacción de las legítimas demandas de las masas, así como conquistar la liberación nacional, mediante la toma del poder por la clase obrera, acaudillando a las mayorías empobrecidas, e imponiendo una República Obrera, basada en consejos obreros y populares y milicias armadas, que sobre las ruinas del Estado burgués y sus fuerzas de represión, expulse al imperialismo. La Quinta República que quiere Chávez, por más fraseología popular, democrática o nacionalista que la adorne, no dejará de ser la envoltura de la dictadura de clase de la burguesía y el capital extranjero sobre la inmensa mayoría del pueblo venezolano. En cambio, una República Obrera basada en los consejos, como régimen de la dictadura de clase de los trabajadores, será la única y auténtica democracia efectiva para la mayoría nacional. Sin embargo, lejos de toda visión sectaria o abstencionista, nos basamos en el método de Trotsky que refiriéndose a los países atrasados y al programa de reinvidicaciones transitorias, planteaba que: "La tarea central de los países coloniales y semi-coloniales es la revolución agraria, es decir, la liquidación de las herencias feudales, y la independencia nacional, es decir, el derribo del yugo imperialista. Ambas tareas están estrechamente vinculadas entre sí. Es imposible rechazar sin más el programa democrático; es preciso que las masas lo sobrepasen en la lucha, la consigna de asamblea nacional o constituyente conserva toda su fuerza para países como China o India". Y más adelante continúa: "Sobre la base del programa democrático revolucionario hay que oponer a los obreros a la burguesía nacional". Los trotskistas estamos dispuestos a acompañar a los trabajadores y el pueblo, que mayoritariamente confían todavía en los mecanismos de la democracia formal, en la lucha por defender y ampliar todas las libertades democráticas, incluyendo su derecho a debatir en una Asamblea Constituyente libre y soberana, que es el organismo más democrático que puede arrancarse al régimen burgués. Es decir: "No nos solidarizamos ni un instante con las ilusiones de las masas; pero lo que tienen de progresivo dichas ilusiones debemos usarlo hasta el fin, de lo contrario, no somos revolucionarios, sino unos despreciables pedantes"24 . Frente al proceso de Constituyente que impulsa Chávez, creemos que la mejor forma de desenmascarar y denunciar la trampa, sería intervenir en aquella, con una política obrera independiente, haciendo un bloque de clase por un programa que parta entre otras cuestiones de: ¡Plenos derechos electorales y políticos a partir de los 16 años! Los jóvenes son la principal víctima de la desocupación y el analfabetismo, y blanco de la represión de la GN y los escuadrones de la muerte, en los barrios pobres. Estos forman una mayoría, que el capitalismo oprime y explota sin considerar su edad. ¡Por una verdadera reforma urbana! Venezuela tiene una carencia de 2 millones de viviendas ¡Sólo en los alrededores de Caracas se aglutinan cerca de 1.500.000 ranchos! Por la expropiación de las mansiones de los ricos y los bienes de la Iglesia, para satisfacer este elemental derecho. ¡La tierra para quien la trabaja! El país se encuentra segundo en el ranking con mayor índice de concentración de la tierra del mundo. Por eso hay que luchar por una reforma agraria radical que expropie a los latifundistas y reparta la tierra entre los campesinos pobres. ¡Por plenos derechos políticos y civiles a los soldados. Para barrer la casta de oficiales de las FF.AA. y por la creación de milicias obreras y populares! Hay que disolver todos los organismos de Seguridad del Estado y la asesina Guardia Nacional, cárcel a todos los asesinos del Caracazo y a los responsables de las víctimas de la represión institucional. ¡Por la independencia nacional! Esto contempla la ruptura inmediata de todos los pactos políticos, económicos y militares que atan a Venezuela al imperialismo y la expropiación de los bancos y las empresas que saquean al país. Ante la constituyente que pretende Chávez, aceptada por los partidos patronales, que garantiza "los valores y principios de nuestra historia republicana", es decir, que garantiza la sumisión y expoliación de la propiedad privada y la expoliación imperialista, los revolucionarios luchamos por: Una verdadera Asamblea Constituyente libre y soberana, donde los trabajadores y el pueblo pobre puedan discutir y resolver la reversión, sin indemnización y bajo control obrero, de las privatizaciones consumadas por los anteriores gobiernos; que resuelva el no pago de la deuda externa que sumerge en la más extrema indigencia a grandes capas del pueblo; que expropie a los grandes latifundistas e industriales que se enriquecieron especulando con el hambre del pueblo. Una Asamblea donde se resuelva el problema de trabajo, imponiendo el reparto de las horas de trabajo entre todas las manos disponibles, con un salario igual a la canasta familiar, haciéndole pagar el costo de la crisis a los mismos que la provocaron: la burguesía y el imperialismo. Una Asamblea que resuelva la investigación, juicio y castigo a todos los responsables de los miles de jóvenes y obreros asesinados por las fuerzas represivas desde el sacudón (el Caracazo) hasta hoy. El objetivo de una participación así seguiría siendo siempre utilizar la Constituyente como una tribuna para impulsar la movilización independiente y autoorganización de las masas, que éstas tomen en su propias manos la resolución de sus problemas, como única vía para imponer una salida obrera y popular a la crisis del país, y ligando así las reivindicaciones democráticas de las masas a la necesidad de desarrollar organismos de democracia directa para la lucha. Este método permitiría a un partido revolucionario en Venezuela, conducir a las masas a la convicción de que sólo luchando por el poder abrirán camino a la solución de sus problemas más candentes.
La izquierda y Chavez Mencheviques de primera y segunda generación: socialdemócratas y maoístas Tanto las organizaciones stalinistas, y guevaristas, como el PCV, Tercer Camino y Liga Socialista, por no hablar de organizaciones socialdemócratas como el MAS o Causa R, integrantes de la vieja oligarquía política que co-gobernaron con Caldera y ahora en camino de reciclarse, han encontrado en Chávez un nuevo "portador de la historia" venezolana, convirtiéndose en aplicadores de toda la política chavista. En el caso del PCV esta corriente se ha caracterizado por llevar a lo largo de su historia una política de franca colaboración con la burguesía, como fue en 1958 a la caída de la dictadura (matizando en una época esta estrategia con brotes ultraizquierdistas, como el lanzamiento de la guerrilla en los 60, y la creación de "sindicatos rojos" como la CUTV). Hoy, estos elementos se ubican como una columna más del chavismo dentro de las organizaciones obreras. Los maoístas de Bandera Roja, que colaboraron activamente en el golpe del 92, y que hoy, en un gesto de perspicacia política, intentan despegarse tibiamente ante el rumbo del gobierno. Esto "sin jugar al fracaso de Chávez"1, intentando presionarlo para conseguir una Constituyente anti-neoliberal, popular y democrática, como declaró el diputado Gabriel Puerta, miembro de esta tienda política en el congreso, planteando que "Chávez está política y moralmente obligado a cumplir con las aspiraciones de cambio".2 Los maoístas son fieles frente a Chávez, a su estrategia de colaboración de clases, de subordinar al movimiento obrero a algún burgués democrático o militar patriota. El papel capitulador del PST (LIT-CI) En la actualidad el movimiento trotskista se caracteriza por capitular a los fenómenos políticos de sus propios países, en un curso más abiertamente nacional-trotskista. Esta es la base de su salto en la degeneración política, programática y organizativa. Una muestra de este desbarranque lo constituye el PST venezolano, sección simpatizante de la LIT y en relaciones fraternales con el MAS argentino. El PST venezolano se inscribe dentro de las corrientes profundamente escépticas de la estrategia y el programa del trotskismo. Su pensamiento se puede sintetizar de la siguiente manera: "visto que en Venezuela hay una situación revolucionaria y nuestro partido es pequeño y débil hace falta rebajar el programa, y para no alejarnos del camino hacia las masas, el partido debe aprovechar el atajo que le propone Chávez y su campo antirégimen". De esta manera justifican su política capituladora de situarse en el campo de Chávez seguramente en nombre de la táctica para construir el partido y no alejarse de las masas. Lamentamos informarle a los señores de la dirección del PST que esa política no los acercará a las masas sino que los subordinará cada vez más aceleradamente a Chávez y sus burócratas adictos, como un obstáculo adicional a todo reagrupamiento obrero independiente. La dirección del PST venezolano, en su afán seguidista al ex comandante Chávez tiene el mérito de haber llevado hasta el paroxismo la ¿teoría? de la revolución democrática3 creada por el fundador de la LIT, Nahuel Moreno. Veamos: En mayo de 1998 en su periódico La Chispa N° 223, bajo el título "Con Chávez, gobierno de los trabajadores o gobierno de colaboración de clases" (sic) la dirección del PST planteaba: "Desde septiembre de 1997, cuando decidimos apoyar la candidatura de Hugo Chávez, insistimos y seguimos insistiendo en que él recoge el descontento de las masas, con la propuesta de Constituyente muestra su disposición a acompañar al pueblo en el proceso de ruptura con este régimen". Por más que hayan insistido, antes y ahora la verdadera disposición de Chávez era y es capitalizar para desviarlo, el descontento de las masas contra el régimen y utilizarlas como base de maniobra de su política de reforma de las instituciones del Estado (vía la Constituyente). Para eso se basa en las FF.AA., pilar fundamental del Estado, como lo demuestra el plan cívico-militar Bolívar 2.000. Para los señores de la dirección del PST el chavismo y las FF.AA. ¿Serán un fenómeno centrista progresivo o lo consideraran una dirección obrera reformista? De ser así les recordamos que el ABC del marxismo dice que: "El ejército permanente y la policía son los instrumentos fundamentales del poder estatal"4. Qué raros trotskistas que desde septiembre de 1997 engañaron a los trabajadores cuando estaban en un proceso de ruptura con este régimen (pero con enormes ilusiones en Chávez), diciéndoles que de la mano del ex comandante, es decir, de un representante de los instrumentos fundamentales del poder estatal podrán tener un gobierno de los trabajadores, por medio de un parlamento burgués como la Constituyente. Tal vez la dirección del PST puede alegar que finalmente desistieron de llamar a votar por el Polo Patriótico tanto en las elecciones de gobernadores y parlamentarios, como en las presidenciales: "Superamos el trauma de ir en planchas con los oportunistas, con el chavismo, el PPT, MAS, MVR, MEP, PCV", escribe Carlos Massa en Nuevo Curso N° 1 de diciembre 1998, (la revista de política internacional del MAS de Argentina.) Pero este trauma lo superaron a medias ya que la esencia de su política no cambió, Carlos Massa prosigue: "Chávez plantea la revolución democrática sin contenido. Nosotros debemos llenar de contenido ese planteo con la propuesta de movilización por una mejor distribución del ingreso, por el no pago de la deuda externa, por salario digno, por empleo y empleo estable ya, por salud y por educación, por la tierra para quien la trabaja, como parte de esa revolución democrática y hacer la exigencia a Chávez de que cumpla con esos planteos de la revolución democrática, cuya mejor expresión sería un gobierno cuyo eje sean los trabajadores y el pueblo". Para Chávez la revolución democrática tiene contenido y es su política de Quinta República, que volvemos a repetir consiste en reformar las instituciones del régimen para hacerlas más potables al movimiento de masas. Y su constituyente controlada por él mismo es parte de una política preventiva para evitar que se desarrolle la movilización y adopte un curso revolucionario. Es evidente que este cambio busca seguir presionando a Chávez ¿llegarán al colmo de exigirle que rompa con la burguesía y el imperialismo y gobierne a favor de los trabajadores? ¿Confiarán en imponer democracia obrera en los sindicatos de la mano del ex comandante? Tal vez alguien puede pensar que una vez asumido Chávez la dirección del PST al fin cambió de política, y que prepara a los trabajadores para los seguros enfrentamientos entre sus ilusiones y las pretensiones bonapartistas del gobierno, pero no: "el combate contra la corrupción con Chávez como primer soldado y comandante, seguramente dará confianza y alegría al pueblo, y si va mas allá del circo efectista, liberará cantidad de recursos para los planes económicos".5 Y esto lo planteaban en momentos en que el ex comandante planeaba lanzar su plan cívico-militar y empezaba a entablar negociaciones con el FMI para renegociar la deuda externa. Con esta política sólo puede desarmar a los trabajadores ante el gobierno y sus planes, reforzando las ilusiones en Chávez. ¿Qué pasaría si, por ejemplo, el PST dirigiera algún sindicato importante, de alguna empresa en que se prevén despidos o privatización? ¿Considera que con su adaptación a Chávez prepararía a los trabajadores para resistir? Mientras tanto hoy siguen sosteniendo que Chávez representa un "canal por el cual aglutinar el esfuerzo de todos aquellos que quisieran hacer oposición a los planes económicos, al régimen, al CTV, incluido atacar al sistema capitalista".6 Esta adaptación al chavismo impedirá que el pequeño grupo de la LIT sea una corriente poderosa en la vanguardia obrera y juvenil. Desde estas páginas de Estrategia Internacional esperamos contribuir a la reflexión de todos los honestos militantes del trotskismo venezolano que quieran limpiar las banderas del trotskismo de las desviaciones centristas que lo llevan a la liquidación, y convertirlo en un claro punto de referencia revolucionario para la vanguardia obrera venezolana. NOTAS 1. El Insurgente N° 21, enero de 1999.
COLONIZACION IMPERIALISTA Y ESCLAVITUD OBRERA EN LAS MAQUILADORAS por Mario Caballero, Martín Juarez y Ramón Dominguez La salida de la crisis económica de 1995 tuvo un carácter profundamente reaccionario para las masas. No sólo porque implicó un ataque en regla contra sus condiciones de vida, agravando la precarización, miseria y desocupación. Sino porque supuso un redoblamiento de los lazos que atan a la nación oprimida al imperialismo norteamericano, ya anticipado por el TLC vigente desde el 1º de enero de 1994. El reposicionamiento del régimen de Zedillo fue posibilitado por el apoyo económico de los EE.UU. (50.000 millones de dólares), la desactivación de la rebelión campesina basada en el diálogo de paz entre el PRI y el EZLN, y la coyuntura electoral entonces abierta e impulsada por los partidos del régimen para dar una salida institucional a la crisis. Sobre esa base es que el régimen de transición pactada del PRI-PAN PRD logró estabilizar el capitalismo mexicano, imponiendo hoy las consecuencias de la crisis sobre las espaldas del movimiento obrero, campesino y popular. Desde la entrega creciente del petróleo, el robo multimillonario del Fobaproa, el nuevo presupuesto 1999 que ataca todas las conquistas de las masas, los intentos de reforma a la Ley Federal del Trabajo, los recortes a la salud y el intento de privatizar la educación pública hasta la actual entrega del sistema eléctrico a los capitales imperialistas. En este marco es que la crisis económica internacional comienza a repercutir en México, aunque sin la profundidad que ha tenido en el resto del continente. El "milagro mexicano" basado en el crecimiento de las exportaciones y el desarrollo de las maquiladoras, comienza a mostrar sus fisuras: la caída de los ingresos del petróleo, un déficit creciente de la balanza comercial, el atoramiento de las finanzas públicas, entre otros indicadores. Sin duda, el desarrollo de estos elementos estará sujeto, como desarrollaremos mas adelante, a las repercusiones de la crisis en el seno de la economía norteamericana, de la cual México se ha convertido en una plataforma comercial y productiva dependiente, así como a la resistencia del movimiento obrero, campesino y popular al ataque burgués imperialista. En este artículo, nos abocamos a analizar lo que constituye uno de los mecanismos centrales de penetración de las trasnacionales imperialistas en el país, la industria maquiladora de exportación. Introducción La industria maquiladora de exportación se inició en México en 1965. El impulso dado a la misma obedece a la búsqueda de zonas geográficas que permitan la instalación de filiales o subcontratistas de las empresas multinacionales imperialistas. En términos marxistas, el objetivo central de esta "relocalización geográfica" es obtener ganancias extraordinarias como forma de compensar la caída de la tasa de ganancia en sus países de origen y la competencia de otras trasnacionales. En este sentido, la maquiladora busca aprovechar una fuerza de trabajo con un costo comparativo más bajo que en las casas matrices, así como determinados mecanismos fiscales y comerciales (exención de impuestos, garantías extraordinarias para la inversión productiva, posibilidad de retirar estas sin costo alguno, etc.). En el caso que nos ocupa1, la maquiladora se inserta como importadora de insumos y bienes intermedios que, después de un proceso de producción y/o ensamblado, son reexportados a las casas matrices. Como veremos más adelante, el desarrollo de la maquiladora estuvo motorizado esencialmente por las multinacionales norteamericanas y centrado, a partir de los 80, en las ramas automotriz, electrónica y textil, cobrando un impulso superior en las condiciones creadas por el TLCAN para la penetración del capital imperialista. Una periodización de la maquiladora Buscando una periodización -obligadamente esquemática- después del impulso inicial dado por el gobierno de Díaz Ordaz en 1965, pueden destacarse tres fases de la maquiladora. La primera de ellas abarca desde 1982 hasta el año 1988-89, la segunda transcurre durante el sexenio de Salinas de Gortari, y la tercera empieza con la recuperación de la crisis de principios de 1995. No nos detendremos en el período previo -el de los "orígenes"- y nos centraremos en las tres fases que hemos señalado. 1) A partir de la "crisis de la deuda" en 1982 y como parte de un redoblamiento de la ofensiva imperialista sobre la región, en México se combinó una "liberalización y apertura comercial" con fuertes tendencias inflacionarias y devaluatorias, como fue la devaluación del peso en 1982 y en 1987. Con el trasfondo de un proceso fuertemente recesivo, la burguesía apostó a un ataque al nivel de vida de las masas, apelando a la reducción del salario real y a un aumento sustancial del desempleo y el subempleo. El Pacto de Solidaridad Económica de 1987, firmado por la burocracia charra, el estado y las organizaciones empresariales, fue uno de los mecanismos institucionales para garantizar esto2. La "apertura comercial" impulsada por el imperialismo -en 1985 el país ingresa al GATT- propició un crecimiento elevado de la inversión de las multinacionales yanquis. El salto en la vinculación a la economía de EEUU se ve también en el crecimiento de las exportaciones totales del país, que pasaron del 7% al 26% del PBI, orientadas mayoritariamente a los EEUU. En estos años, el número de maquiladoras pasó de 620 a 1920, y un 90% de las exportaciones provenían de plantas vinculadas a las empresas norteamericanas y ubicadas en la frontera norte. El empleo en la maquila creció considerablemente, pasando de un 4.3% a un 13% del empleo total industrial. Este proceso de maquilización fue acompañado de un salto en la concentración de mano de obra: por ejemplo, en 1975 el promedio de las maquiladoras de exportación de productos automotrices, era de 87,7 obreros por planta, mientras que en 1986 era de 540,2; en las textiles, paso de 104,6 obreros por planta a 164,1; y en el caso de la rama electrónica, en el mismo período se dio un salto de 183 a 281 obreros. Aunque más adelante nos detendremos a analizar el grado de inversión tecnológica existente en la maquiladora, en este período "las exportaciones descansaron en la capacidad instalada previamente, y no implicaron un incremento sustancial de la inversión. La competitividad de las manufacturas mexicanas, más que ser consecuencia de la innovación tecnológica en nuevos procesos y productos, fue el resultado de un sistema de precios relativos que canalizaba grandes recursos hacia aquellas empresas elaboradoras de bienes exportables"3, cuestión en la cual ocupaba un lugar esencial el bajo costo de la fuerza de trabajo. Desde 1982 presenciamos la caída de la nación oprimida en las consecuencias de la "década perdida" -recesión, desocupación, baja salarial y ataque del capital-. Y junto a ello un salto en la penetración imperialista norteamericana, un crecimiento de las ramas consideradas "dinámicas" orientadas a la exportación y vinculadas a las grandes trasnacionales, y como parte de ello un aumento cualitativo de las maquiladoras4. 2) En los años 1988-1994 esto se profundizó y se configuraron los rasgos centrales que caracterizan al capitalismo semicolonial mexicano desde 1995. Dos hechos adquirieron, en este sentido, fundamental importancia. En primer lugar, la "apertura comercial" iniciada por De la Madrid en los años previos se continuó y tuvo su punto culminante con el ingreso al Tratado de Libre Comercio (ver recuadro), que significó un salto cualitativo en la subordinación económica y política al imperialismo yanqui. La política de Salinas de Gortari permitió un crecimiento inusitado de las importaciones yanquis, y sentó inmejorables condiciones para sus capitales, orientados hacia la inversión en las ramas dinámicas, el mercado accionario y las privatizaciones5. Hasta el año 1991 las trasnacionales invirtieron 11.600 millones de dólares, y el déficit comercial que EEUU tenía con México de 5.500 millones de dólares, se revirtió en un superávit de 5400 millones de dólares. En segundo término, la ofensiva descargada por el régimen y los capitalistas contra el movimiento obrero y las masas en general. Como desarrollaremos más adelante, en la imposición de avances en la flexibilidad laboral fue un factor esencial la colaboración y el disciplinamiento de las distintas alas de la burocracia sindical, tanto del "sindicalismo tradicional" (CTM), como del nuevo "sindicalismo subordinado" de las maquiladoras. El Acuerdo Nacional para la Elevación de la Productividad y la Calidad, aprobado por la CTM en 1992, fue parte de ello6. El régimen y la patronal lograron que el promedio salarial en 1993 estuviera un 68% por debajo de 1980. En sectores del movimiento obrero -especialmente en las maquilas pero también en otras plantas de las trasnacionales - se introdujeron nuevos métodos de trabajo que los capitalistas cínicamente han llamado "nueva cultura laboral". Estos factores permitieron un aumento en la extracción de plusganancias por parte de las multinacionales, alentándose la instalación y la ampliación de las mismas7. Las maquiladoras pasaron así de emplear, a nivel nacional, 389.489 trabajadores en 1989 a 580.498 en 1994, ocupando al 20% de la fuerza de trabajo industrial; y su participación en las exportaciones trepó al 33%. El sexenio salinista profundizó la decadencia de la nación oprimida: el aumento del PBI fue acompañado de un crecimiento proporcional de la desocupación, con una caída abrupta del nivel de vida de las masas, profundizado en los ciclos recesivos de 1992 y 1993. El peso parasitario del capital financiero pegó un salto (lo que haría eclosión en la crisis bursátil del 95), las ganancias financieras y las rentas inmobiliarias crecieron cerca de un 50%. Se acrecentó la brecha entre las ramas dinámicas de la zona fronteriza y el resto de la producción, que inició un pronunciado declive con la "apertura comercial" . La emergencia de la rebelión campesina e indígena el 1º de enero de 1994 mostró cómo, después de los avances del capital en disciplinar la respuesta obrera a los primeros años del salinismo, resurgía la resistencia a los efectos del ataque del régimen y el imperialismo en las masas del campo. El régimen logró desviarla y evitar que pudiera confluir con el descontento obrero mediante la concreción de la "transición pactada" entre el PRI-PAN-PRD con la colaboración de la burocracia sindical y la dirección reformista del EZLN. Este acuerdo reaccionario para mantener en pie el priato fue central para enfrentar la crisis del 95 y lograr que fueran las masas de la ciudad y el campo las que soportaran sus consecuencias y un nuevo ciclo de ataque burgués imperialista. En síntesis, los años del "milagro mexicano" (1988-94) fueron un momento central en la reestructuración de la economía al servicio del capital financiero estadounidense a costa de las conquistas y el nivel de vida de las grandes masas y el proletariado mexicano. 3) Hablábamos antes de un tercer período, a partir de 1995. Como decíamos en la introducción, la recuperación del 95 estuvo basada en el salvataje financiero imperialista y en un brutal ataque contra las masas; una caída del salario real y un gran aumento de la pobreza (en la actualidad hay 40 millones de personas bajo el nivel de pobreza). Estos son los años en los que México se convierte definitivamente en una plataforma comercial y productiva para las transnacionales yanquis, junto a una nueva oleada de entrada de capitales a la esfera bursátil y financiera8. El régimen y el imperialismo lograron alejar el fantasma de la recesión y mantener una tasa de crecimiento económico9, lo que actuó como un factor contrarrestante de la crisis del 95 y ha sido la base económico-social sobre la que se ha mantenido en estos años la "transición pactada". Nuestra tesis es que en estos años se dio un salto cualitativo en la dependencia y la subordinación al imperialismo norteamericano, donde la industria de exportación asociada a las transnacionales estadounidenses es uno de los lazos centrales. Como una aclaración pertinente, cabe decir que la "Industria de Exportación" en México es una red compuesta por industria maquiladora, plantas no maquiladoras (es decir que destinan parte de su producción al mercado interno, y/o incorporan insumos nacionales) y plantas que combinan ambas funciones, bajo la égida de las transnacionales. Tomaremos entonces este período para desarrollar in extenso las características y rasgos centrales de las maquiladoras. Los frutos de la ofensiva imperialista: desarrollo desigual y descomposición de las fuerzas productivas Han abundado los economistas y sociólogos que plantean que el desarrollo de la industria de exportación en general, y de la maquiladora en particular podría significar la apertura de una nueva fase de industrialización del país, motorizada por las ramas dinámicas, con un salto en la inversión tecnológica y la adopción de nuevos "métodos organizacionales". Para ellos, los problemas centrales estarían en revertir la "desarticulación" entre las ramas dinámicas y el resto de la producción capitalista, así como en lograr un nuevo "pacto bilateral entre trabajadores y empresarios". En los apartados posteriores, nos detendremos en la cuestión de la "innovación tecnológica" y la relación capital-trabajo dentro de la maquiladora. A continuación, mostraremos cómo la actual penetración imperialista, y el desarrollo de la maquiladora específicamente, presentan un carácter parasitario inherente que, lejos de una "nueva fase de industrialización", resulta un desarrollo desigual ("no armónico") de la economía, y el agravamiento de la decadencia para la nación oprimida. 1) Durante 1998, México desplazó a Japón como segundo socio comercial de los EEUU. Propiciado por el TLCAN, un 74,5% de las importaciones del país provienen de los EEUU, mientras que un 87% de las exportaciones van en sentido contrario. Este proceso es acompañado de una dinámica de fuerte concentración, donde 1000 empresas (un 3% de las exportadoras) concentran un 80% de las exportaciones en torno a tres o cuatro ramas centrales. Así las principales automotrices yanquis instaladas en México -General Motors, Chrysler y Ford- ocupan el 4º, 5º y 6º puesto entre las diez primeras exportadoras de Latinoamérica. GM y Chrysler son -en cuanto a volumen de ventas- la segunda y tercera empresas de Latinoamérica. En cuanto a las plantas maquiladoras, estas han elevado su número de 2.064 a 3.01010, lo que ha estado centralmente ligado a las ramas automotriz, electrónica, y en menor medida, textil. Un 43,2% de las exportaciones correspondieron, durante 1998, a la maquila, mientras que un 37% como mínimo de las importaciones son destinadas al ensamblado y maquilación para su reexportación11. Este peso de la maquiladora en las exportaciones permitió "esconder" el déficit general de la balanza comercial hasta 1997 (ese año el superávit de 8.800 millones de dólares de las maquiladoras compensó un déficit de 8.200 millones de dólares del resto de la economía). El empleo de las maquiladoras ha avanzado sustancialmente, concentrando, en 1998, a 1.021.724 trabajadores (es decir un 22% del empleo industrial en México)12. Aunque las maquiladoras se han ido orientando hacia nuevas zonas y estados (como Jalisco, Sonora, Yucatán o el Estado de México), un 72% de ellas se encuentra en la "frontera norte"13, aprovechando los programas de "promoción industrial" y disminuyendo los costos de transporte hacia las casas matrices estadounidenses. Para entender este nivel de concentración, hay que destacar que, sólo dos municipios - Ciudad Juárez y Tijuana, ubicados frente a las ciudades norteamericanas de El Paso y San Diego - concentran "El 34% de los establecimientos, el 40% de la fuerza de trabajo empleada, el 42% de las remuneraciones pagadas, el 45% de los insumos empleados, el 41% del valor agregado producido, el 43% del total de utilidades obtenidas"14. Ciudad Juárez ejemplifica bien las características de concentración industrial y ligazón con las trasnacionales estadounidenses: un 56.7% de las plantas maquiladoras estaban orientadas hacia la electrónica y un 18% eran autopartistas, lo que enseña una alta especialización en las maquiladoras de la frontera. En esta ciudad, organizadas en "parques industriales", se encuentran instaladas "Ford, General Motors, Chrysler, Thompson-RCA, General Electric, Honeyweell, Packard Electric y Westinghouse, las cuales estimularon la localización de otras plantas como proveedoras de partes o servicios. Según cálculos recientes (el libro tiene fecha de edición de 1995, N de los A.) había aproximadamente 23 firmas en esta situación en Ciudad Juárez, que tenían de dos a siete plantas de la ciudad bajo la misma firma, entre ellas grupos muy conocidos como Essex S.A. de C.V., ligada al grupo Chrysler, Favesa con el grupo Ford Motors Co., RCA con Thompson RCA, Motores eléctricos de Juárez con Westinghouse Electric, etc. Asimismo, se encuentra otro sector de plantas bajo contrato de maquila -subcontratación- ya sea por intermediarios norteamericanos o mexicanos, y que son en su mayoría empresas de tamaño medio a pequeño orientadas a actividades textiles, cuponeras, fabricación de artículos deportivos, de piel, ensamblado de juguetes y muebles. La mayoría de las empresas son de capital estadounidense, y en menor medida, coinversiones Japón - Estados Unidos"15. 2) Como decíamos antes, las maquiladoras se orientan hacia la elaboración de determinados segmentos del proceso productivo -fundamentalmente el ensamblado-. La obtención de ganancias extraordinarias es lograda mediante la utilización intensiva de la mano de obra y la nula incorporación de insumos nacionales, que son importados aprovechando el régimen del TLC. La utilización de insumos nacionales ocupa el 1.2% de la producción, esencialmente envases y envoltorios, y la tendencia es a que decrezca incluso esta mísera participación. ¿Cuáles son las razones inmediatas de esta "desarticulación productiva", que tanto tortura a los economistas académicos "progresistas"? "Los sectores electrónico, eléctrico, automotriz y textil, que conforman el 90% de las maquiladoras, efectúan sus decisiones de compra involucrando ofertas y cotizaciones de Estados Unidos, la Unión Europea, Asia y otros países... se carece en México de los niveles de calidad de certificación internacional (ISO, QS), de la cultura de entrega justo-a-tiempo, de financiamientos competitivos y ágiles, de volúmenes importantes de producción, de personal de ingeniería bilingüe y calificado, de materias primas de calidad y precios competitivos, de tecnologías de proceso y de logística de materiales"16. La cuestión es que la mentada "integración" es nula y está por fuera de la política de los grandes monopolios, para quienes el sitio reservado a México en esta división internacional del trabajo es el de proveer mano de obra de bajo costo. 3) Por último, desde la entrada en vigencia del TLC, ramas enteras han profundizado el proceso de declive que arrastraban desde 1982. El mercado interno mexicano se ha trasformado en una plaza de venta de la sobreproducción de mercancías provenientes de las multinacionales y empresas norteamericanas. Ejemplo de la magnitud de esta "apertura comercial", es que -sólo en noviembre de 1998- entraron mercancías por 7.000 millones de dólares provenientes de EEUU, mientras que Argentina importa 5.400 millones de dólares ¡en un año! y Chile 3.600 millones de dólares. Las consecuencias han sido evidentes en la manufactura considerada "tradicional". La siderurgia ha sido afectada críticamente por ello, ya que las exportaciones han caído mientras se acrecientan las importaciones del TLC. Incluso la industria textil, orientada hacia la exportación a los EEUU, ha disminuido su producción alrededor de un 20-25%, por los efectos que acarrea la entrada masiva de importaciones chinas a los EEUU. En particular, la pequeña y mediana industria mexicana ha sido directamente hundida por los efectos de la "apertura comercial". Por otra parte, como desarrollamos en el apartado sobre el TLCAN, importantes sectores agropecuarios han sido llevados a la ruina por el salto en las importaciones yanquis, donde las condiciones de los jornaleros (proletariado agrícola) y de los campesinos pobres han empeorado producto de la miseria y la desocupación. Además, el desarrollo de la maquila en la zona fronteriza ha significado un aprovechamiento depredador e irracional de los recursos naturales del país por parte de los capitales imperialistas, y ha ocasionado una verdadera emergencia ambiental y una situación de insalubridad extrema para los pobladores y los trabajadores de la región. Sintetizando entonces: La penetración imperialista ha moldeado la economía del país de acuerdo a las necesidades de las trasnacionales. El priato y el régimen de "transición pactada" se han mostrado como los agentes directos de la entrega de la nación al imperialismo yanqui, mientras que los grupos capitalistas mexicanos se han asociado en condiciones de subordinación extrema a los monopolios y el capital financiero imperialista. Las consecuencias han sido un desarrollo profundamente desigual ("inarmónico"), donde uno de los lazos centrales con la economía imperialista esta dado por una red y plataforma de producción, ensamblado y exportación, en torno a algunas ramas que han mostrado tasas de crecimiento y rentabilidad ascendentes. Desigual porque al mismo tiempo sectores enteros de la economía -donde se concentra la mayor parte de los trabajadores industriales y agrícolas- han entrado en declive como consecuencia de la apertura de la economía a la importación de los EEUU. La "desarticulación" de la economía no es más que la consecuencia obligada del salto en la colonización del país y de la penetración de las multinacionales. Esto ha acarreado la profundización de la desigualdad y de la descomposición de las fuerzas productivas del país, trayendo precarización, desempleo y empobrecimiento para decenas de millones de trabajadores, campesinos pobres, y sectores de la baja clase media17. La ofensiva burguesa imperialista sobre México ha mostrado, con particular intensidad en la última década, el carácter parasitario del capital financiero. No sólo por la entrada masiva de capitales "golondrinas" a la inversión bursátil, el crecimiento de la deuda pública y la tremenda descapitalización provocada por el robo del Fobaproa. Sino también porque en la base del "milagro productivo" de las maquiladoras, no está el anuncio de un nueva fase de industrialización del país, ni un desarrollo armónico de las fuerzas productivas sociales -como hemos mostrado en los párrafos previos-, sino lisa y llanamente la extracción de plusvalor sobre la base de bajos salarios y "flexibilidad productiva". 4) Ahora bien, el proceso que hemos desarrollado -es decir el carácter de la relación de dependencia y subordinación al imperialismo norteamericano, y el lugar específico de la maquiladora en ella- ya muestra consecuencias en el marco de la crisis económica internacional, consecuencias que debemos puntualizar. En lo inmediato, las características de la dependencia estructural con los EEUU así como las consecuencias de la crisis en los países semicoloniales como México, han provocado un déficit comercial con ese país de 7.700 millones de dólares en 1998 -el segundo en importancia en Latinoamérica- que no ha podido ser capeado (como en otros años) por las exportaciones de la maquiladora. En esto tiene que ver la "apertura comercial" y -especialmente- la caída de los precios internacionales del petróleo que ha acrecentado el déficit fiscal18 y llevado al gobierno de Zedillo a negociar un reciente préstamo con el FMI de 8.500 millones de dólares (con las condición de "mantener la disciplina fiscal y monetaria, la reducción del déficit y la austeridad y la lucha contra la inflación"). Estos desequilibrios muestran que México no está exento bajo ningún punto de vista de los efectos de la crisis. La dependencia extrema del financiamiento externo ha provocado un salto en el déficit de cuenta corriente de 4.000 millones de dólares en 1997 a 13.000 el año pasado, mientras que la inversión extranjera en el mercado financiero ha retrocedido19. Como reflejo de esto, las proyecciones de crecimiento del PBI para 1999 han retrocedido del 4.5% inicial al 2.3%. La industria de exportación -y en particular la maquiladora- en el último año ha disminuido el dinamismo de los años previos. Así, el crecimiento de la producción, que llegó a tasas cercanas al 20% durante los años anteriores, ha sido pronosticado en un 12% anual. El crecimiento del empleo en la maquiladora, que llegó en 1997 al 19% anual, hoy ha descendido casi a la mitad. México, es claro, no conoce aún la recesión abierta de Brasil, y esto se debe a que la economía norteamericana aún no ha entrado en un ciclo claramente recesivo. Sin embargo, los más optimistas apologistas del "modelo" mexicano ya comienzan a mirar con temor los índices de aquella y a reconocer que, en caso de entrar en recesión los EE.UU., se prepara una caída de México aún más dura que la de 1995. La atadura de México a EEUU está gráficamente enseñada por el hecho de que se prevé que, a cada punto que retroceda el PBI de los EEUU, el PBI de México lo hará un 2.29%. Esta perspectiva muy probablemente afectará a las ramas dinámicas orientadas hacia la exportación, tanto las maquiladoras como aquellas multinacionales que evitaron los efectos de la caída del consumo nativo mediante una orientación más pronunciada hacia los EEUU20. Esto se explica porque el salto en la colonización del país significó mayores ataduras y dependencia a la economía imperialista y a sus vaivenes, lo que abre profundas contradicciones que -dependiendo de cómo avance la crisis en los EEUU- preparan las condiciones para un futuro y posible hundimiento generalizado del capitalismo semicolonial. Productividad, flexibilidad e inversión tecnológica en la maquiladora A continuación desarrollaremos cómo la productividad industrial en México se obtiene centralmente con una mayor explotación de la fuerza de trabajo, vía la mayor intensidad de la jornada laboral, y con la reducción de los costos de producción, que obtienen las empresas con la reducción salarial. Como es de esperar, esto nos lleva a rebatir el discurso de los apologistas políticos e intelectuales, de que estamos ante una "nueva fase de industrialización" determinada por un salto cualitativo en el "cambio tecnológico"; esto, como veremos, no es más que una falacia. En primera instancia, porque oculta la existencia de una profunda brecha entre las ramas consideradas "tradicionales" - en decadencia- y el sector "dinámico" exportador. Aún suponiendo que existiera dicha "revolución tecnológica", ésta estaría circunscripta a las empresas vinculadas con las grandes transnacionales; es decir, tendría un carácter parcial, minoritario y no uniforme, mostrando otra vez el carácter desigual que la penetración imperialista le imprime a la nación oprimida. Pero lo que nos interesa desarrollar aquí es que la instalación de subsidiarias y filiales de las grandes trasnacionales ha estado caracterizada y moldeada, más que por un salto cualitativo en la introducción de nuevas tecnologías, por el aprovechamiento y la explotación intensiva de la mano de obra mexicana. El crecimiento de la industria de exportación en México -y dentro de ella la maquiladora- se basa en la flexibilización laboral, o la utilización flexible de la fuerza de trabajo, donde el objetivo de la patronal es modificar los sistemas de formación de salarios, de organización del trabajo; y la transformación de las relaciones tradicionales entre los trabajadores y el capital, pues sobre estos elementos se definen los salarios que otorgan estas empresas. Ya desde 1988 la patronal mexicana (Consejo Coordinador Empresarial), con el aval del imperialismo, proponía al gobierno adecuar las condiciones de trabajo y los salarios a las necesidades de la productividad, política que se asentó en la revisión del Pacto para la Elevación de la Productividad (PECE) en 1989, donde el gobierno de Carlos Salinas de Gortari la impuso sobre los salarios mínimos. Consecuencia de esto fue, por ejemplo, que en la industria electrónica de exportación el salario es 10 veces menor que en los EEUU21. Si tomamos la maquiladora de conjunto, la brecha es aún mayor, ya que se calcula que el salario es de 30 centavos por hora, y 2.5 veces menor que en la industria no maquiladora22. Además, la industria maquiladora emplea en una alta proporción trabajo a domicilio, donde mujeres y niños trabajan por un salario miserable -y, desde ya, absolutamente sin prestación alguna-, realizando tareas manuales y, obviamente, sin ningún tipo de "tecnología". Esta es la base sobre la que las empresas norteamericanas trasladan parte del proceso productivo a los países semicoloniales que como México, garantizan un bajo costo de mano de obra. Evitan así las "exigencias" de su propio proletariado y el pago en dólares. Y es que los salarios pagados en cualquier país donde la devaluación, la tasa de inflación y el ataque del régimen abaratan el valor de la fuerza de trabajo, permite a las empresas imperialistas aumentar sus ganancias23. Distintos autores plantean, que es esta situación (el bajo costo salarial en México) lo que "inhibía la adopción de maquinaria AF (Automatización flexible) tanto en la industria de electrónicos como en la automotriz. Aunque las empresas de estas industrias estaban orientadas a la exportación, preferían apoyarse en este factor, particularmente ante la reciente caída de su precio". En muchos casos, esto tiene la consecuencia de que algunos sistemas de automatización fija (automatización mecánica en oposición a la moderna automatización flexible) son reemplazados por métodos manuales. El real impacto del "cambio tecnológico" lo muestra la productividad de los trabajadores industriales de México. La misma es de 25.400 dólares por año contra los 56.000 dólares que produce un obrero norteamericano. En el caso de la maquila, esto desciende a 10.700 dólares, según datos de 199524. Es entonces la superexplotación de la fuerza de trabajo lo que sostiene y "rentabiliza" las inversiones de las transnacionales, en condiciones de baja productividad y de un relativo estancamiento de la inversión de tecnología de punta25. Puntualizaremos ahora las características específicas que ha adquirido la política del capital transnacional imperialista. a) Como decíamos antes, su política ha estado orientada a lograr "cambios en tecnología blanda", es decir la baja salarial, el aumento de la jornada de trabajo y los ritmos de producción; esto es una mayor extracción de plusvalor sin aumento sustantivo de la inversión tecnológica. Como parte de esto, la ofensiva burguesa se ha dirigido a lograr una nueva "organización del trabajo" que permita "optimizar" la producción - sistema justo a tiempo, rotación interna, etc. La cuestión es que esto ha avanzado en forma desigual y limitada26, no sólo por la resistencia de los trabajadores, sino porque estos cambios organizacionales (caricatura del toyotismo27), necesitan para instaurarse firmemente un salto en la automatización productiva que permita, por ejemplo, la polivalencia laboral. Lo que se ha dado -especialmente en la maquiladoras- es una combinación híbrida entre los nuevos cambios organizacionales y la explotación con las formas organizativas tradicionales. Aunque hay quienes plantean que en las maquiladoras los trabajadores están organizados un 50% (en sistema) just in time, un 60% en equipos de trabajo, un 40% bajo condiciones de polivalencia, y un 30% sujeto a rotación interna; el elemento que muestra claramente que no estamos ante un nuevo "modelo productivo" instalado es que la utilización de la mano de obra -lejos de disminuir- se ha incrementado en los últimos años. De forma bastante acertada, una autora plantea que "... se trata tan sólo de la intensificación de la tarea de los operadores bajo las mismas condiciones de trabajo, lo que significa la refuncionalización del fordismo y no el surgimiento de un nuevo paradigma organizativo"28. b) Descansando en el aprovechamiento de esta "ventaja comparativa", la introducción de "nuevas tecnologías" ha tenido un carácter desigual, segmentado y parcial29. Así en el caso de la industria electrónica -presentada como ejemplo del "cambio tecnológico"- y que representa alrededor de un 30% de las maquiladoras del país, existe una inversión per cápita de 10000 dólares. El carácter parcial del "cambio tecnológico" se muestra en que el restante 70% de las maquiladoras tiene una inversión de 5000 dólares per cápita. Pero, además, la electrónica está dividida en dos: un segmento atrasado, orientado a la explotación extenuante de una fuerza de trabajo con salarios bajos, y un sector "modernizado", organizado en torno al sistema "just in time". También en el caso de Ciudad Juárez se muestra esta combinación de tecnología de punta y métodos intensivos de mano de obra: según una investigación, de 20 plantas evaluadas, 8 no usaban ningún tipo de maquinaria AF; "a ellas estos equipos les resultaban complejos y caros, y por tanto sin justificación económica frente al bajo costo de la mano de obra mexicana... Del total de 286 maquinas AF, 75% (214 unidades) estaban concentradas en dos compañías, subsidiarias de grandes multinacionales". Allí se muestra también que el "cambio tecnológico" no ha estado orientado, mayormente, a disminuir el peso de la fuerza de trabajo en la producción, sino que "...el uso de la maquinaria AF estaba enfocado primordialmente a mejorar la calidad (es decir una más alta y regular calidad de trabajo) ... el factor costo tiene una importancia secundaria -sino terciaria-, en los motivos para la innovación con AF; más importante que aquel son la calidad y la flexibilidad. Incluso las reducciones en el desperdicio de materiales, defectos de producción y en inventarios, tienen mayor rango que el ahorro en mano de obra"30. c) El caso de las automotrices presenta características especiales, aunque no escapa a las líneas generales que hemos planteado. Allí la introducción de modernos métodos de organización y de robotización -toyotismo- se da de forma relativa y aislada, en combinación con la introducción del trabajo semiesclavo. Contrasta así, en el caso de la Ford, la planta en Hermosillo-Sonora, (no-maquiladora), frente a la planta de Cuautitlán (ensambladora). En Hermosillo, donde se emplean 1600 trabajadores, el gasto laboral anual es de cerca de 7 millones de dólares, mientras que en Estados Unidos, una planta de igual tamaño y cosecha, tendría un gasto laboral anual de cerca de 100 millones de dólares31. Para enfrentar la crisis que atravesaba la industria automovilística de EEUU -como parte de la crisis de sobreproducción iniciada a fines de los 70- y la competencia japonesa, Ford instaló esta moderna planta de producción de motores y ensamblado de vehículos compactos para exportar a EEUU y Canadá, priorizando para ello a México frente a Taiwan, país maquilador por excelencia. El criterio central de la transnacional fue la existencia de "una fuerza de trabajo sumamente dócil, flexible, de escasa sindicalización y de reducida capacidad de negociación en los contratos colectivos de trabajo". En esta planta la flexibilidad se da en base a tecnología que incorpora robots, sistemas computarizados de control numérico para dirigir el funcionamiento de máquinas herramientas (CNCS), sistemas de diseño integrados por computadoras (CAD), sistemas de manufactura integrados por computadoras (CAM) y modernas redes de comunicación automatizada. Los diseñadores de Ford retomaron la experiencia japonesa buscando incorporar los procesos Kanban (administración optimizada), Noda (reducción de desperdicios), Kaisen (mejoramiento continuo de la calidad), y Just Time (entrega justo a tiempo). Para hacer funcionales estos sistemas de producción, crearon las categorías de "técnicos ford" -obreros "polivalentes" que deben realizar varias funciones dentro de cada departamento-; "gerentes medios" -que supervisan y apoyan con conocimientos técnicos avanzados sobre el proceso productivo- y "gerentes de área", de manufactura, de planta, y los asesores. Bajo estos esquemas organizacionales y tecnológicos, que optimizan al máximo el rendimiento bajo una mayor intensidad del trabajo, esta transnacional pudo avanzar en sus metas de productividad. En agosto de 1992 la planta Ford Hermosillo obtuvo la certificación denominada Q1 (primer nivel de calidad) con calificación de 89 puntos de 100 posibles; en 1993 obtuvo la primera recertificación con calificación de 94.3 de calidad; rebasando posteriormente los estándares de la industria automotriz japonesa en 1998 en la línea de autos compactos. Al flexibilizar las formas de remuneración salarial (la compra de la fuerza de trabajo), en función de los estándares de productividad, esta transnacional impone un salto en la relación capital-trabajo, caracterizada por el "acuerdo" obrero-patronal de salarios por productividad, mecanismo mediante el cual se aumenta la plusvalía relativa y que la burguesía en su conjunto busca utilizar como parámetro para las "relaciones laborales". Mientras tanto, en Cuautitlan, la "moderna" Ford "posee un nivel tecnológico relativamente bajo, pese a la instalación de algunos robots y otras innovaciones. Las nuevas tecnologías no modificaron de manera sustancial la base productiva del complejo: buena parte de las tareas recaen aun en el trabajo manual, los sistemas computacionales tienen un uso eminentemente administrativo, y su equipo sofisticado, como por ejemplo robots, es de un uso muy reducido"32. Por otra parte, en la Ford se revela lo que es un rasgo central de la industria de exportación en México: alrededor de las plantas centrales -tanto de Hermosillo como de Cuautitlan- la misma trasnacional ha impulsado la creación de una red de ensambladoras, productoras de autopartes y maquiladoras, subcontratistas de aquellas y que se basan en una utilización intensiva de mano de obra con baja inversión tecnológica. Esto muestra también el carácter segmentado y limitado de la inversión tecnológica y, por ende, del avance de los principios del toyotismo. Lejos de incorporarnos al "Primer mundo" bajo el TLCAN y la "cultura de la productividad" -como afirmaba Carlos Salinas de Gortari- México se integra más a los intereses y a los planes económicos y productivos de las grandes empresas transnacionales (que realizan su proceso productivo en distintas partes del planeta). En donde la penetración imperialista, en lugar de significar una "revolución tecnológica", implica que México, como semicolonia, aporta centralmente mano de obra barata, entrega de los recursos naturales, y leyes excepcionales favorables a la inversión extranjera; así como depende de la utilización de tecnología extranjera (que aumenta sus costos de producción y endeudamiento), y de la importación de insumos y bienes de capital de las metrópolis imperialistas. El desarrollo que prometen los regímenes entreguistas con tratados industriales y comerciales como el TLC, enfrenta en su "despegue", las barreras de la economía imperialista de la que dependen fuertemente y significa mayor subordinación y dependencia. Basado en esto es probable que el crecimiento de las maquiladoras en México se mantenga como el sector mas dinámico de México33 -aunque esto depende centralmente de los efectos de la crisis en los EEUU- dada la reducción de los márgenes de ganancias de las corporaciones transnacionales, y por la caída de las exportaciones globales de las empresas norteamericanas de un 8 % durante el segundo semestre de 1998, lo que las lleva a buscar las "mejores condiciones" de rentabilidad. Esta búsqueda de la "ventaja comparativa" mexicana es la base objetiva de los planes imperialistas para México, que apunta a convertirlo en un país maquilador. Maquiladoras, sindicatos y movimiento obrero Ese parámetro de superexplotación es el que el capital y el gobierno están tratando de imponer en toda la industria manufacturera y, especialmente en las empresas maquiladoras, pues los planes imperialistas requieren de obreros esclavizados y colonizados por los dictados del TLC, donde los salarios y las prestaciones sean determinados por el nivel de productividad de los operarios y por los vaivenes del mercado mundial. La flexibilización laboral lograda por las empresas transnacionales del sector maquilador en México, ha sido posible gracias al rol de los sindicatos "reestructurados" en los que la burocracia charra ha utilizado todo su poder para subordinar a los trabajadores a los planes de producción de la patronal (calidad, productividad, bajos costos). Pues bajo la política entreguista del régimen del PRI de ofertar mano de obra barata a la inversión extranjera, los dirigentes sindicales "reconvirtieron" los sindicatos "tradicionales" a las necesidades de las empresas maquiladoras y a lo dictados del FMI, realizando convenios laborales semiesclavos, donde los sindicatos en manos de la burocracia se hacen responsables de impulsar los planes de producción de la empresa y de eliminar cualquier obstáculo a la productividad. Bajo la orientación antiobrera del TLC, la legislación laboral mexicana (Ley Federal del Trabajo) ha sido modificada gradualmente, o ignorada olímpicamente por medio de los "contratos de protección" que los dirigentes sindicales ofrecen a los empresarios (la CROM tiene oficinas en Estados Unidos para ofrecer sindicatos "no problemáticos"). Esta política antiobrera de Ernesto Zedillo se muestra crudamente con el informe de la misma Secretaría del Trabajo y Previsión Social que afirma que, entre septiembre de 1997 y junio de 1998, los emplazamientos a huelga en la frontera fueron menores que el período anterior; que sólo estallaron 28 huelgas en el mismo lapso, frente a las 44 efectuadas entre septiembre de 1996 y junio de 1997 o sea, un descenso del 36%34. Ya los partidos patronales (PRI, PAN, PRD), están proponiendo sus proyectos de reforma a la LFT para votarlos en el Congreso de la "transición pactada". Y, pese a las diferencias entre sus proyectos antiobreros, todos ellos coinciden en atacar lo que queda de las conquistas de los trabajadores como el derecho de huelga, la jornada de ocho horas, reparto de utilidades; así como la imposición de salarios por productividad. A esta entrega imperialista está orientado el maquillaje "democratizador" del régimen del PRI. El intento del régimen del PRI de traer capitales extranjeros, requiere disminuir la polarización social y cerrar la crisis política abierta con el surgimiento del EZLN en 1994. La "reforma" del régimen busca estabilizar la situación, partiendo de recomponer las desgastadas instituciones del Priato (Congreso, Presidencia). Es la "transición pacífica a la democracia" la que está legitimando el "paquetazo" económico, las privatizaciones, la contra-reforma laboral, la ofensiva militar en Chiapas y muchos otros estados. Con un régimen así -de necesaria unidad burguesa frente a las masas- el Priato puede ofrecer el país al imperialismo y las transnacionales con menos riesgos. En el movimiento obrero, el avance de la transición pactada lo expresa el que las empresas transnacionales -en algunas regiones maquiladoras-, ha podido avanzar sobre el régimen de trabajo de "planta", convirtiendo a los trabajadores en eventuales; imponiendo el pago por hora, por encima de la semana laboral de 48 horas y recortes de personal según el criterio de trabajadores "innecesarios". Como ejemplo de la flexibilización, está la mención de Cirila Quintero Ramírez: "El modelo contractual de Videocraft en 1974, con la colaboración de la CTM neoladerense, se convirtió en el modelo de otras maquiladoras...(en él) suprimieron todas las primas anexas al salario, como las compensaciones de Navidad, los programas de ahorro, etc., se eliminó todo el personal permanente, cada empresa podría conformar la semana de trabajo a su gusto, modificar las condiciones de trabajo y reducir los efectivos a su voluntad"35. Contra lo que afirma el régimen del PRI y sus intelectuales, lo que ha permitido elevar las ganancias del capital en las maquiladoras son los métodos brutales del capitalismo, que está creando un nuevo tipo de trabajadores semiesclavizados al servicio de las grandes transnacionales; y a cuyo servicio están el priato y la traidora burocracia sindical mexicana (el charrismo). Al mismo tiempo, la zona fronteriza maquiladora está cumpliendo la función de contención de la emigración ilegal a los Estados Unidos en busca de empleo, pues al frustrarse su cruce de la línea fronteriza, los "ilegales" optan por contratarse en las maquiladoras en territorio mexicano, en tanto intentan cruzar otra vez. Esta situación está graficada elocuentemente por estos testimonios: "...es una joda, es que no conseguí trabajo y es donde uno va a caer..." "...es lo último que conseguí; (si) uno no consigue en otro lado, ni modo, se va uno a la maquila..."36. La burocracia sindical priísta: pilar de la productividad maquiladora De entre los distintos sindicatos que existen en la zona fronteriza México-EEUU, se destaca la nefasta Central de Trabajadores de México (CTM) ligada al régimen desde 1936, y su predominio en la frontera tamaulipeca en ramas estratégicas como la maquiladora, donde controla alrededor de 65 mil trabajadores, que representan el 98 % del total de los obreros empleados en esas industrias37, el porcentaje restante está repartido entre las centrales CROM y CROC. A través del Sindicato de Jornaleros y Obreros Industriales (SIJOI) la CTM viene controlando a los trabajadores desde mediados de los sesenta en Matamoros (Tamaulipas); en Reynosa (Tamaulipas) esta central afiliada al PRI agrupa a cuatro sindicatos maquiladores que suman 25.779 trabajadores, donde el sindicato hegemónico es el Sindicato Industrial de Trabajadores de Plantas Maquiladoras (SITIPM) con los sindicatos campeones en la negociación de salarios por productividad. Este control de los sindicatos maquiladores, le otorga a los dirigentes un enorme poder económico y político en sus localidades (caciques), siendo los responsables de garantizar votos al PRI. Son los sindicatos del régimen (afiliados al PRI de manera corporativa), encargados de asegurar la transición ordenada del régimen en el movimiento obrero, a cuyo fin sirve toda la estructura jurídica patronal (Secretaría del Trabajo, Juntas de Conciliación y Arbitraje, etc.). Y es que los sindicatos en México nacieron ligados al Estado en 1929, e integrados al régimen mediante el otorgamiento de Ministerios, diputaciones, senadurías y gobernaturas a la burocracia. Pero ante la crisis de la CTM (la burocracia sindical mayoritaria en México), y ante la necesidad de imponer la flexibilización laboral y la productividad mediante una dirección de recambio no tan desprestigiada (y para restarle poder a Fidel Velázquez), Salinas de Gortari impulsó la Fesebes como una malla de contención del movimiento obrero, con el burócrata Hernández Juárez al frente. En la base del éxito logrado por el régimen del PRI en el desarrollo de la industria maquiladora basado en la productividad, está el rol que han cumplido las centrales charras como la CTM, CROM, CROC (todas ellas dentro del Congreso del Trabajo) que, en esa región especialmente, cuentan con una fuerza considerable y donde hasta ahora, no se refleja abiertamente la crisis que atraviesa el aparato charro "tradicional" en el centro del país. Fortaleza que expresa su ligazón directa a las transnacionales que ejercen el control económico en la frontera sur de Estados Unidos. La resistencia obrera a la semiesclavización a manos del capital transnacional Este nuevo proletariado no está encuadrado en la relación laboral entre el gobierno, la patronal y los sindicatos tradicionales de la época del modelo de "desarrollo estabilizador" donde, sin autonomía y bajo constante represión, el proletariado gozaba de las concesiones que todavía podían mantener la patronal y el Estado, dada la relativa independencia de la economía mexicana en ese momento bajo el modelo de "sustitución de importaciones". En las maquilas ha emergido un "nuevo movimiento obrero", con condiciones laborales precarizadas, jornadas de trabajo extenuantes y rotativas, ausente de prestaciones sociales y controlado por los sindicatos "charros". Un proletariado joven (cuya edad va de los 20 a los 26 años), con un gran porcentaje de emigrantes de zonas lejanas (principalmente de campesinos pobres y de jornaleros agrícolas desempleados), y con un gran peso de la fuerza de trabajo femenina (se calcula un 60% en los últimos años), donde se ha incrementado abismalmente el trabajo infantil (por ejemplo en trabajo a domicilio), con salarios que son reemplazados por bonos, y donde estos son presionados constantemente hacia abajo por el desempleo y la competencia por el puesto de trabajo (así, por ejemplo, fruto de la crisis de la industria no maquiladora, ha aumentado el peso de la fuerza de trabajo masculina en la maquiladora, donde los hombres se ven obligados a tomar trabajos antes reservados a las mujeres y, por ende, a competir con las mismas). Las condiciones de trabajo que sufren son bien expresadas por las propias palabras de una trabajadora: "... me gustaría trabajar en otro trabajo que no juera (sic) de estar todo el día encerrada, o sea tener más libertad, o sea más libre... nomás lo he pensado..."38. Un proletariado que sufre el carácter parasitario de la penetración imperialista, expresado incluso en sus condiciones de salubridad y de vida, ya que la zona fronteriza norte muestra uno de los más altos grados de contaminación ambiental, donde las ciudades maquiladoras no cuentan con las mínimas condiciones habitacionales y de infraestructura sanitaria y de servicios (agua, cloacas, luz, etc.), para la explosión demográfica que significó el desarrollo maquilador. El proletariado de las maquilas y sus familias son violentados en todos los órdenes de su vida por la explotación del capital imperialista; en estas zonas es donde se registra el más alto índice de nacimientos con anancefalia (sin cerebro) de hijos de trabajadoras, donde las mismas son acosadas, discriminadas y violentadas en sus más elementales derechos por los gerentes y capataces del capital. Este proletariado, que no cuenta con la experiencia previa del movimiento obrero "tradicional", ha realizado significativas luchas (muy defensivas y por demandas mínimas) con acciones que han rebasado momentáneamente el control charro. En Nuevo Laredo (Tamaulipas) en 1973, creció un gran descontento entre los trabajadores de las maquiladoras contra el intento de los burócratas de obligarlos a utilizar el servicio de taxis propiedad de los charros, estallando debido a este conflicto, la primera huelga en Nuevo León. Este movimiento se extendió al involucrarse otras plantas maquiladoras, y otros sectores económicos y sociales, sumando 12 mil personas involucradas. En 1984, los obreros de la planta Zenith de Reynosa, maquiladora de aparatos electrónicos, que exigían nivelación de salarios con el de los trabajadores de la misma empresa en Matamoros, estallaron en una huelga al ser ignorados por el SITPM y al ser apresado uno de los líderes obreros; fue un conflicto al que se sumaron todas las maquiladoras de la entidad. Pero luego de esta derrota, otro importante movimiento surgía en 1995 en Ciudad Juárez cuando el 31 de enero, 5.600 trabajadores de las cuatro plantas de aparatos electrónicos de la transnacional RCA Thompson fueron a la huelga demandando aumento salarial, movilizándose por toda la ciudad, y desafiando a la CTM de Fidel Velázquez. Al parar e interrumpirse el proceso "just in time" en el que se basa la empresa para cumplir sus compromisos con otra empresa, provocó que la matriz de RCA en Indiana, EEUU, cerrara también. Desconociendo la autoridad de la burocracia y conformándose como Coalición de Trabajadores le arrancaron a la patronal un aumento de 13%, sumado al 7 % que los charros habían aceptado anteriormente. Lograron también el desconocimiento del charro de la CTM y el llamado a nuevas elecciones. A partir de esa lucha se desencadenó una ola de huelgas con toma de fábricas (como la de los tres mil obreros de "Autopartes y Arneses" que a su vez maquilan para Nissan y la Toyota). Pero es el rol traidor de la burocracia sindical la que viene impidiendo que el descontento se exprese; ayudando a la patronal a imponer a sangre y fuego los convenios de productividad y la negociación por fábrica. Reprimiendo como en Volkswagen en 1992 (con ayuda de la Fesebes y la asesoría del burócrata priísta Francisco Hernández Juárez que venía de imponer la productividad en Telmex), utilizando a los granaderos con lista en mano para echar a los 7 mil trabajadores de la planta que se negaban a aceptar la liquidación de su histórico contrato colectivo de trabajo. O como en Ford, asesinando trabajadores para imponer una derrota a los movimiento que han surgido. Y es que sobre la base de la falta de democracia obrera en los sindicatos para organizar libremente sus luchas, y de la falta de independencia del Estado, pueden la patronal y el gobierno imponerle a los trabajadores la sobreexplotación. Queremos destacar que fueron luchas que se dieron en pleno auge de la industria maquiladora, que expresan -aunque con debilidad-, la resistencia de un sector del proletariado mexicano a los planes que se han impuesto en esta industria. Y que reflejan la tendencia al rechazo espontáneo a las condiciones de vida de los trabajadores de las maquiladoras (como también lo demostraron las acciones del proletariado de los países del sudeste asiático en los últimos años). Se destaca así la potencialidad de este segmento del movimiento obrero mexicano, que ha salido a dar luchas con un carácter distinto al del resto del movimiento obrero el que, atenazado por la burocracia charra y pese a los bajos salarios, no enfrenta generalmente los convenios laborales esclavistas. Y aunque fueron luchas aisladas y por reivindicaciones económicas y sindicales, que no hicieron eje en el combate al régimen antiobrero, y no lograron avanzar hacia la construcción de organismos autónomos y amplios que organizaran y centralizaran la lucha por las reivindicaciones del sector (que podrían ser un importante referente para el descontento controlado que existe) por el rol traidor de la burocracia sindical, muestran que, debido a lo duro de sus condiciones de trabajo, son luchas que plantean más abiertamente la necesidad de los trabajadores de enfrentar e independizarse de la burocracia sindical, pasando por encima de ella, como muestra de ello está el que las tomas de fábrica sean una característica de las mismas. Lamentablemente los trabajadores de las maquiladoras -dada su falta de madurez, su juventud y su carácter de "nuevo movimiento obrero"-, no han podido extraer aún estas conclusiones. La resistencia en la Ford Cuautitlán y la falta de una salida independiente Es en la industria automotriz -donde más han avanzado los nuevos métodos de trabajo y el aumento de la productividad- donde los trabajadores han desarrollado importantes luchas como en la planta Ford Motor Company, Cuautitlán, Estado de México (empresa no maquiladora). En 1987, como parte de la estrategia patronal de incremento de la productividad, la empresa cerró la planta para liquidar a los trabajadores y recontratarlos bajo un nuevo contrato que liquidaba las conquistas y derechos obtenidos anteriormente; que además restaba autonomía a la sección sindical local, pues permitía a la empresa negociar directamente con los burócratas del sindicato nacional. A partir de ese momento y hasta 1993, las tres direcciones sindicales elegidas de la planta (Comité Ejecutivo Local) opositoras a la dirección del sindicato nacional y a la CTM, fueron despedidas para desarticular el descontento provocado porque la empresa había acordado directamente un convenio con Fidel Velázquez y el burócrata del sindicato nacional Juan José Sosa, la obligatoriedad del incremento en la producción a espaldas de los trabajadores y su dirección local. Este descontento se venía acumulando con la huelga de 1987 exigiendo la entrega de los incrementos de emergencia autorizados por el gobierno; con el paro de labores el 21 de diciembre de ese año por la inconformidad por el pago de aguinaldo y reparto de utilidades; con la huelga en 1990 con ocupación de la planta por los trabajadores (acrecentado con el asesinato del obrero Cleto Nigmo en enero de ese año por los matones de la CTM), lo que provoca que el burócrata dirigente nacional pidiera licencia para separarse de su puesto; y con los paros y toma de oficinas de la empresa entre junio del 93 y agosto del 94. Sin embargo, pese a que la dirección sindical de la planta (compartida por el PRD de Cárdenas y el PRT mandelista) no levantó una política y un programa enfilado contra el régimen proimperialista, el priato reprimió fuertemente porque allí se estaba definiendo la imposición de un nuevo modelo en las relaciones laborales. Marcaba también el tipo de período que se abriría: o de resistencia, o de derrotas para los trabajadores. Finalmente, el frente formado por la patronal, el gobierno y los dirigentes charros, lograron derrotar este movimiento haciendo que la dirección local fuera despedida, renunciara a su exigencia de reinstalación (que era una demanda que reflejaba aunque de manera débil y aislada, un factor de resistencia obrera), a cambio de un "programa de ayuda para la instalación de pequeñas empresas". Frente a esta ofensiva, el llamado "sindicalismo independiente" que tenía como tarea central plantear la necesidad de la más amplia unidad del sector automotriz (en ambos lados de la frontera) para fortalecer la lucha contra la patronal transnacional, llamando a incorporarse a los demás sectores que sufren la política del régimen, fue incapaz de dar una salida obrera e independiente al conflicto. El PRD de Cárdenas desvió la lucha los trabajadores de la Ford Cuautitlán hacia la "lucha" por el registro de este partido, cumpliendo su rol de mediación burguesa. En la actualidad, las direcciones sindicales llamadas "independientes" están dentro del PRD, o en "frentes" bajo acuerdos electorales con el cardenismo rumbo al 2000 (como el de la Asamblea Nacional de los Trabajadores o los que se están formando dentro de la CNTE). De esta manera, estas direcciones lejos de levantar una salida de independencia de clase, se hicieron parte de la "transición pactada" y, por esa vía, también de los mecanismos de engaño del régimen. Por su parte, la Coordinadora Intersindical Primero de Mayo (CIPM)) que nació como un intento de organización sindical independiente para rechazar los planes del régimen y por la democracia y la independencia sindical, hasta ahora no ha tenido una política para llamar a una unidad realmente independiente, para unificar las demandas de todos los sectores de los trabajadores con el de las maquiladoras y, en esa perspectiva, enfrentar no sólo la política traidora de todas las alas de la burocracia del Congreso del Trabajo y la UNT, sino a la proimperialista central AFL-CIO, que ayuda a mantener la división del movimiento obrero en ambos lados de la frontera al servicio de un sector de los capitalistas yanquis. Para recomponer sus fuerzas sobre la base de la independencia de clase, la CIPM tendría que levantar esta política como parte de la lucha contra el régimen del PRI y el TLC, y combatiendo la política de los partidos patronales (como el PRD que, de forma demagógica dice que está con los trabajadores, y viene dividiendo las organizaciones sindicales). Un programa internacionalista para parar la miseria capitalista Los planes de explotación y miseria en los países semicoloniales se dan en el marco de la gran crisis de la economía mundial capitalista; en donde el imperialismo profundiza su ataque contra las masas para intentar recomponerse, vía el total sometimiento de los países semicoloniales (empleo de mano de obra esclava, apropiación de los recursos naturales, legislación laboral flexible, subordinación política de los regímenes entreguistas). La lucha por la tierra, por empleos, mejores salarios y condiciones de trabajo, pasa por enfrentar este ataque colonizador. Por lo que la defensa de las conquistas históricas de los trabajadores mexicanos y del resto de Latinoamérica, plantea la necesidad de enfrentar a los regímenes entreguistas como el de Zedillo en México, de Menem en Argentina, de Cardoso en Brasil, etc., los que para atraer inversiones ofertan al mejor postor la mano de obra de sus proletariados, imponiendo leyes laborales al gusto del capital extranjero. Esta etapa de crisis capitalista corrobora la sentencia de la gran revolucionaria polaca Rosa Luxemburgo de que, si la clase obrera no derroca al capitalismo, éste conducirá a la humanidad a la barbarie (como el caso de los niños nacidos sin cerebro en Ciudad Juárez, el fenómeno del enanismo en los países de América Latina, los virtuales campos de concentración para jornaleros agrícolas en el Valle de San Quintín, Baja California, o como la recién descubierta tribu de indios tarahumaras que muere de anemia en Sinaloa, México). Los análisis más serios sobre las actuales condiciones de vida de los trabajadores mexicanos, muestran mucha similitud con la de principios de siglo. Y es que el capitalismo sólo puede traer miseria y descomposición a la humanidad. Por lo que la clase obrera y los campesinos pobres de México tienen que unirse con los trabajadores latinoamericanos para frenar el ataque imperialista. Frente a esta barbarie colonizadora, los trotskistas de la LTS (miembros de la Fracción Internacionalista - Estrategia Internacional), levantamos un programa que exprese centralmente los intereses del proletariado y los sectores más explotados y oprimidos de la población. Y que llame a la movilización acaudillada por el proletariado industrial por la independencia nacional frente al imperialismo. - ¡ABAJO EL TLC y LOS PACTOS QUE ATAN AL PAIS AL IMPERIALISMO! ¡Basta de subordinar la economía a las grandes transnacionales! Basta de entregarles las empresas del estado. Abajo la privatización de las industrias paraestatales que tan sólo en este sexenio han provocado 140 mil despidos. No a la venta de Pemex y la Comisión Federal de Electricidad. Rechazo a la intervencionista "certificación" del gobierno norteamericano que somete más la soberanía nacional. ¡Fuera el FMI y el imperialismo de México y de América Latina! Basta de seguir sangrando a los trabajadores para pagar los intereses a los usureros internacionales y los fraudes de la burguesía criolla como con el Fobaproa. Las masas de los países deudores deben organizarse para imponer juntos el ¡Desconocimiento de la deuda externa y la expropiación de los capitales usureros! - ¡ABAJO EL PLAN ECONOMICO DE ZEDILLO y el FMI! ¡QUE LA CRISIS LA PAGUEN LOS CAPITALISTAS! Contra el desempleo y la miseria provocados por la crisis capitalista y el régimen del PRI, exijamos ¡Trabajo para todos! Por el reparto de todas las horas entre todos los trabajadores ocupados y desocupados con salario igual que cubra la canasta básica. Acompañado de aumentos salariales ante cada aumento de precios, o ante la depredación que causan la inflación y la devaluación. ¡Planta permanente a todos los eventuales! Expropiación de las empresas que cierren o recorten personal, y apertura de los libros de todos los capitalistas para mostrar sus jugosas ganancias. - ¡ABAJO EL TRABAJO ESCLAVO! Rechacemos las condiciones de vida en las maquiladoras. ¡Abajo la flexibilización laboral y los convenios de productividad por salario! ¡Desconocimiento de los leoninos contratos de protección! ¡Por la libre sindicalización de los obreros de las maquiladoras. ¡Fuera los sindicatos patronales (blancos)! Rechazo a las condiciones de esclavitud en que viven los obreros agrícolas custodiados por guardias blancas ¡Alto a la discriminación a las mujeres en el campo y la ciudad! ¡A igual trabajo igual salario! Por garantías a las madres trabajadoras: guarderías, alimentación y servicio médico gratuitos para sus bebés. Por el derecho a una vivienda decorosa como parte de una Reforma Urbana que expropie a los grandes predios de la patronal. Fuera las empresas contaminantes que afectan la salud de los y las trabajadoras en las maquilas. Abajo la reaccionaria reforma a la Ley Federal del Trabajo que en México impulsan la patronal, el PRI, el PAN y el PRD. Para llevar a cabo esta política hay que impulsar, en las organizaciones obreras y sindicatos, la formación de organismos autónomos amplios de democracia obrera que exprese las demandas de todos los sectores explotados y oprimidos de la población, y organice la lucha contra los planes de miseria. En la lucha por estas demandas los trabajadores tenemos que reconquistar nuestros sindicatos en manos de los charros del Congreso del Trabajo y el PRI, para romper la tutela del Estado. ¡Fuera charros de los sindicatos! ¡Independencia sindical respecto del Estado! Ninguna confianza en la malla de contención que significa la Asamblea Nacional de Trabajadores que, ante la crisis de la CTM y el CT, encabeza la "opositora" burocracia dirigida por el burócrata Francisco Hernández Juárez -principal apoyo del régimen para imponer la flexibilización laboral y los convenios de productividad en el sindicato de telefonistas- y que hoy dice apoyar la lucha del SME para avanzar de acuerdo con la burocracia sindical. El proletariado debe acaudillar a las masas oprimidas y explotadas contra el imperialismo y la burguesía mexicana y sus partidos patronales, para lograrlo debe levantar las demandas de sus aliados, en primer lugar de las masas campesinas y de los pobres de la ciudad. Frente a la miseria en el campo y la masiva emigración campesina, la clase obrera debe luchar por una reforma agraria radical que dote de tierra a los campesinos e indígenas pobres y acabe con la miseria en el campo, basada en la expropiación de los grandes latifundios. Que haga efectiva la demanda de Emiliano Zapata de que: "La tierra es de quien la trabaja". Junto a ello la clase obrera debe encabezar la lucha por los derechos indígenas, en primer lugar por el derecho a la plena autonomía de las etnias y comunidades indígenas. Frente al hundimiento de los pequeños productores y comerciantes de la ciudad y el campo, hay que luchar por la nacionalización de la banca y la centralización en un Banco único bajo control de los trabajadores, que garantice la condonación de la cartera vencida de los pequeños comerciantes y medianos productores del campo y otorgue créditos baratos a los mismos. Frente a la represión la clase obrera debe levantar un programa de unidad con sus hermanos indígenas para frenar la represión del estado. ¡Alto a las masacres de campesinos e indígenas y luchadores obreros! ¡Fuera el ejército de Chiapas, Guerrero, Oaxaca, y de los demás estados sitiados por los militares! ¡Por la restitución de sus parcelas a los indígenas desplazados y perseguidos por los paramilitares y el PRI!. ¡Por el derecho a organizar su autodefensa frente a los ataques de los paramilitares! ¡Por comités obreros, campesinos y populares que enjuicien a los asesinos! ¡Disolución de todos los organismos asesinos de "seguridad"! - ¡ABAJO LA TRANSICION PACTADA entre el PRI, PAN, PRD, supervisada por el imperialismo y tolerada por el EZLN! Este es el régimen que legimita los paquetazos, la explotación de la clase obrera, la represión y la ocupación militar del país. Esta "democracia para ricos" permite que los partidos de la burguesía decidan en el congreso la suerte de millones de mexicanos, imponiendo antidemocráticamente sus leyes, aceitando sus mecanismos de engaño con enormes presupuestos hacia el Instituto Federal Electoral, mientras a los trabajadores le impone miserables topes salariales. Con sus instituciones que reprimen y encarcelan a quienes reclaman sus derechos (como la dirección sindical de la Sección 9 del magisterio que no pertenece al PRI) y deciden las privatizaciones echando a miles a la calle; que expulsan a los estudiantes que se oponen al Plan del Rector Barnés en la UNAM; que imponen antidemocráticamente antipopulares contra-reformas a la Constitución. Ante las justas aspiraciones democráticas de las masas, luchamos por una Asamblea Constituyente Revolucionaria que permita a los trabajadores discutir cómo organizar la lucha por el reparto de tierras, cómo acabar con la miseria, garantizar empleo para todos, y romper la dependencia con el imperialismo; que acuerde garantizar plenos derechos políticos y civiles a los jóvenes; que otorgue registro y derechos a todas las organizaciones políticas que lo soliciten; que discuta como parar los asesinatos diarios contra los luchadores sociales. Sólo una Constituyente Revolucionaria que surja Sobre las Ruinas del Priato puede realizar esta tarea. Y debe ser convocada por un Gobierno Obrero y Campesino que surja victorioso de la movilización de todos los sectores oprimidos de la ciudad y el campo.
- ¡POR LA UNIDAD CON LOS TRABAJADORES NORTEAMERICANOS! En esta lucha, los obreros y campesinos pobres mexicanos tienen que apoyarse en los obreros norteamericanos que ven cómo las transnacionales se llevan empresas a México o Centroamérica para no pagar los salarios establecidos en EEUU. Esta movilización se fortalecería con la integración a la lucha de los obreros negros, latinos, indocumentados (los peores pagados en Norteamérica), y debilitaría así al imperialismo y el control de la burocracia sindical en ambos lados de la frontera. Unidad obrera internacional para parar las razzias de la "Migra" y el maltrato y discriminación contra los trabajadores negros y latinos (que según especialistas del tema, para el año 2004 el 54 por ciento de la población norteamericana será de habla hispana o descendiente de latinos, lo que habla del potencial de lucha que significa este fenómeno que el imperialismo ve con temor). Plenos derechos civiles, políticos y laborales a los emigrantes indocumentados! ¡Libre paso por las fronteras! Homologación salarial de los trabajadores latinoamericanos con los salarios establecidos para los trabajadores estadounidenses. Por el derecho a la libre sindicalización del proletariado agrícola en ambos lados de la frontera. - ¡POR UNA REPUBLICA OBRERA! Para lograr la independencia efectiva del imperialismo, resolver los problemas del campo y acabar con la explotación, el proletariado junto a sus aliados deberán derrotar al régimen de la transición pactada del PRI y el PRD y los engaños de sus actuales direcciones traidoras, e imponer su propio dominio a través de una República Obrera basada en organismos de democracia directa de las masas. Para el triunfo de esta perspectiva la clase obrera deberá dotarse de un partido revolucionario, reconstruyendo una sección mexicana de la IV Internacional sobre bases principistas.
El TLC y México Bandidaje neocolonizador Contra lo que opinan en México los intelectuales "opositores" a las reformas que han llevado a cabo los gobiernos de Salinas de Gortari y Zedillo, éstas van más allá de fortalecer a un sector burgués propietario de la industria nacional, como las familias del grupo Monterrey o los Azcárraga, los Salinas Pliego, Slim y los Peralta, o los beneficiarios de la Banca, luego rescatados por el Fobaproa, de entre los que se destacan los Cabal Peniche, De Prevoisin, Isidoro Rodriguez ("El Divino") y Lankenau, quienes de la mano de Salinas de Gortari se hicieron multimillonarios y hoy son perseguidos internacionalmente por sus cuantiosos fraudes. El alcance de los planes imperialistas es superior a los intereses de esta burguesía "modernizadora", destinada a jugar un papel de socio menor del capital norteamericano, que es el verdadero beneficiario del "modelo neoliberal". El TLC, acuerdo que corona esta política neocolonizadora, ha pasado a ser parte importante de la ofensiva brutal sobre las masas latinoamericanas que el imperialismo ha lanzado para paliar su crisis económica y conllevar la "guerra comercial" contra las demás potencias imperialistas. Un acuerdo que sea soporte de los mecanismos de superexplotación de las maquiladoras y del paso a manos del imperialismo de la banca y de la industria nacional. México va a la cabeza de un proceso que busca convertir a los países latinoamericanos en estados semicoloniales totalmente subordinados económica y políticamente a EEUU, que busca asegurar este dominio a través de un contrato supranacional que le garantice materias primas, mano de obra barata y un mercado cautivo para dar salida a sus productos comerciales. Comercio Desigual y Protegido El punto de partida del TLC es la eliminación de aquellos aranceles y trabas proteccionistas con los que el gobierno mexicano subvencionaba la débil competencia nacional. Como un ejemplo importante tenemos la industria automotriz, a la cual antes del TLC se le imponía 20% de arancel. Al arrancar el TLC, se le bajó inmediatamente a 10% y en el 2004 quedará en 0. Pero esto no es todo, pues el gobierno ha tenido que cambiar el reglamento que en 1989 obligaba a estas transnacionales a exportar de las plantas que tienen en nuestro país a razón de 2.5 dólares, por cada dólar utilizado para poder introducir autos fabricados en EE.UU a nuestro mercado. Actualmente, bajo el TLC esta proporción se ha reducido a 71 centavos de dólar exportado por cada dólar importado y para el 2004 quedará eliminada esta barrera llamada "proteccionista" por los capitales yanquis. Una medida claramente desigual en tanto que EE.UU mantiene sus aranceles en varios productos, bajo la promesa de reducirlos a cero en períodos de cinco hasta veinte años, con el fin de darse tiempo para protegerse de la "competencia" nacional, como es el caso del jugo de naranjas y el azúcar de caña. Al mismo tiempo los productos de otras regiones tendrán que pagar los aranceles de siempre, quedando en desventaja competitiva y favoreciéndose así las empresas yanquis. Un ejemplo de esto último es la industria del juguete de plástico china, que para entrar en México tiene que pagar 400% de impuestos compensatorios. Otra medida proteccionista de EE.UU que garantiza el TLC, es la cuestión de la propiedad intelectual y las patentes que, según Chomsky, "haría ver enanos a los pagos por servicio de la deuda"1, pues se calculaban ganancias iniciales por 61.000 millones de dólares al año por proteger las patentes de software informático, semillas agroindustriales y productos farmacéuticos de la "piratería". Así, por el alto costo de los derechos, nos impiden producir los descubrimientos e inventos recientes condenando a la nación oprimida al atraso tecnológico con estas "medidas para asegurar que las compañías de EEUU sean las que controlen la tecnología del futuro... encadenando a los (países) pobres en la dependencia y desesperanza". Como se ve, el "libre comercio" en manos del imperialismo es un asalto en despoblado contra las naciones semicoloniales. En 3 años, el TLC hundió la produccion agropecuaria en México Otra muestra del bandidaje comercial del TLC es la imposición de las reglas del "dumping" y "medidas fitosanitarias" con las cuales se han bloqueado las exportaciones a EEUU de cemento, de aguacate y de fresas, además de proscribir el atún mexicano, por poner algunos ejemplos. En tanto que los patrones yanquis financian en gran medida el "dumping" del comercio de granos y carne, que se venden en el mercado nacional a precios muy bajos, hundiendo y desplazando a la producción nacional. Así en el campo mexicano, luego de cuatro años de TLC, varios organismos de productores levantaron su protesta ante el gobierno mexicano demandando que se suspenda la importación de alimentos y subsidios, que "han dañado a unas 25 millones de personas, que forman el sector agropecuario nacional". El líder de la Unión Nacional de Productores de Trigo declaró que el TLC "ha resultado sumamente negativo... al permitirse la importación indiscriminada de granos básicos... y una grave dependencia alimentaria" pidiendo la "renegociación del TLC, para lograr un trato de complementariedad y no de competencia y exclusión..."2. Antes del TLC se hablaba de la posibilidad de lograr autosuficiencia en la producción de maíz. Hoy según la Unión Nacional de Productores de Maíz, en 1998 entraron 6 millones de toneladas de ese grano. Flujo que se explica, además de la superioridad técnica, por los grandes subsidios del gobierno yanqui que hacen que el precio por tonelada sea de 82 dólares contra 134 en México. Los productores de algodón denuncian que "no es posible que la demanda (nacional) sea de 2.200.000 pacas, que la producción nacional rebase el millón y que de esa cantidad más de 700.000 pacas no las hayamos podido colocar. Este problema se presenta desde que México entró al TLC"3. En el sector de la carne bovina, la importación que en 1993 era de 200 millones de dólares será en este año de 450 millones y para el 2002 se estima que se habrá triplicado. El resultado: de las plantas especializadas "TIF" (tipo inspección federal) el 32% de ellas está sin operar, según dirigentes de la CNG, y el inventario ganadero se ha reducido en 30% 4. La industria nacional de la carne de cerdo está en peores condiciones, pues la crisis asiática ha reducido el consumo de esta carne obligando a los productores estadounidenses a colocar sus excedentes en nuestro mercado para lo cual han bajado los precios de 16 a 4 pesos por kilo, apoyados por su gobierno, que los subsidia con créditos nuevos, moratoria a carteras vencidas y compras adicionales de animales y productos para medidas asistenciales y financiándoles los costos sanitarios. Bajo estas condiciones la importación de este producto creció 1.400% solamente en los diez primeros meses de 19885. Estos números contrastan con los de la exportación agropecuaria nacional que en 1996 decreció 10.6% y se "recuperó" en 1997 con 6.5% y en 1998 fue de un "crecimiento" 3.3%"6. Atados a la planta productiva norteamericana En el plano industrial, el tratado comercial se convierte en punta de lanza de la política yanqui en la competencia interimperialista contra Europa y Japón (este último ha anunciado, en medio de su profunda crisis, su propio TLC para absorber a Corea del Sur, y a partir de ahí a los demás países asiáticos). En una situación de crisis profunda de sobreproducción y de exacerbación de la competencia comercial internacional, las grandes compañías transnacionales luchan por asegurar no sólo mercados cautivos para sus productos, sino nichos exclusivos de mano de obra barata. En el TLC firmado con EEUU y Canadá, una de las medidas comerciales para llevar a cabo esto son "las reglas de origen", que obligan a nuestro país a consumir la producción norteamericana. Volviendo al ejemplo de la industria automotriz, con las reglas de origen se intenta detener el avance de los productos de las corporaciones europeas y japonesas, imponiendo que un 60% de los componentes de los automóviles comercializados sean producidos dentro de las fronteras del TLC. Sus productos tendrán además, como parte del valor agregado de su manufactura, la baratísima mano de obra de los trabajadores hacinados en las maquiladoras y las transnacionales previamente establecidas con la que competirán en otros mercados. Para completar el proceso, el gobierno semicolonial mexicano tiene que proteger los intereses de los capitales imperialistas pasando por encima de los trabajadores de este país, garantizando la flexibilización laboral en la industria establecida y el trabajo semiesclavo de las maquiladoras, imponiendo las reformas legislativas del parlamento PRI-PAN-PRD y apoyándose en la intervención de los sindicatos "charros" en los programas de productividad. Su objetivo: la pérdida de las conquistas que aún le quedan al movimiento obrero, logrando las mismas condiciones de los trabajadores hispanos inmigrantes y negros de los EEUU, quienes carecen de derechos elementales y donde la huelga es neutralizada con el esquirolaje legalizado, con la complacencia de la AFL-CIO. Estas condiciones presionan a la baja del salario promedio de los obreros blancos de las grandes corporaciones en territorio estadounidense oponiendo a ambos segmentos proletarios. Las propiedades cambian de manos El rol de país maquilador, exportador de maquilas y manufacturas de la vieja industria flexibilizada y proveedor de mano de obra barata, al mismo tiempo que altamente importador de productos de consumo e insumos para la producción; es el asignado por el imperialismo a nuestro país y es el modelo que se extiende hacia Centro y Sudamérica. Este plan lleva a las crisis económicas recurrentes, caracterizadas por pequeños ciclos de crecimiento posdevaluatorio y balanzas comerciales negativas sostenidas artificialmente por préstamos de rescate financiero del FMI y el gobierno de EEUU y profundamente dependiente de la inversión extranjera. Al calor de dichas crisis, el imperialismo va avanzando en apoderarse de los bienes de la nación sometida. Preparándose para esto, la burguesía norteamericana exigía durante la negociación del TLC: "1. Acceso a operaciones de banca comercial, al mercado de cambios, de valores y a las aseguradoras. 2. Sobre propiedad, más del 30% del capital accionario de los bancos y más del 10% en lo individual, y, en las compañías de seguros, más del 49%... Una apertura financiera completa bajo el principio de "trato nacional" que elimine todas las restricciones a la inversión estadounidense en el capital de la banca, la autorización para que los bancos de Estados Unidos operen sucursales en México."7. La respuesta del estado mexicano ha sido funcional a estas exigencias entregando las empresas estatales en primera instancia a capitalistas nacionales, los que van perdiendo el control de las mismas a manos de extranjeros, erogando ingentes cantidades de dólares en su "saneamiento". Así, "el gobierno de México ha puesto más recursos en el sistema bancario nacional de lo que recibió de la privatización de los bancos... estimados en 11.9 del PIB en octubre de 1997" 8. La banca tiende a ser absorbida por el capital norteamericano y español principalmente (el segundo banco nacional, Bancomer está controlado por el Banco de Montreal, Serfín, tercer banco del país asociado con el Citibank y el Hong Kong Shangai Bank, sería convertido en 100% propiedad extranjera, al considerarse en quiebra luego de retirar su participación en la bolsa de Nueva York, el Banco Mexicano, ha sido absorbido por el Santander de España y Banca Cremi por el Bilbao Viscaya, entre otros ejemplos). Este proceso privatizador se extiende desde el sector financiero a toda la industria estatal, que desde 1982 se está desmantelando. El sector paraestatal "ha perdido más de mil entidades de las 1,155 que tenía"9, entre las más importantes están, las telecomunicaciones, los puertos, aeropuertos y autopistas, la aviación, siderurgia, minería, petroquímica y a menor ritmo se va avanzando sobre el sector salud, electricidad y petróleo. Este proceso, no sólo se caracteriza por el remate escandaloso de los activos (Telmex y TV Azteca, por ejemplo, se vendieron a un cuarto de su valor) sino que ha sido acompañado de su respectiva flexibilización, que significa eliminación de conquistas sindicales y despidos: "60 mil bancarios... 53 mil ferrocarrileros..., el sindicato petrolero se fue desmoronando y de casi 200 mil trabajadores se quedó con sólo 90 mil, debido a la reestructuración de Pemex y la venta en 1994 de las primeras plantas petroquímicas"10. A tan sólo cuatro años de TLC, la estructura del capital en México se ha venido transformando. Como segunda fase del proceso privatizador y en el marco del proceso de quiebras y fusiones inherentes a la crisis, "varias de las más importantes firmas han cambiado de dueño, pasando a formar parte de consorcios transnacionales como parte de una estrategia de integración con la economía mexicana" 11. Los regimenes del TLC El régimen de la "transición pactada" además de garante de la deuda externa está dando un salto en la subordinación al imperialismo yanqui. Los planes económicos parten de las oficinas del FMI, institución imperialista que está llevando a la quiebra las economías de los países emergentes, mientras enriquece al capital especulativo internacional. Indonesia, Rusia, Brasil son las principales víctimas de los ajustes de esta cueva de ladrones. El parlamento del PRI-PAN-PRD, es el encargado de votar las reformas constitucionales para adecuar las leyes mexicanas a las necesidades de los patrones del TLC, en materia de Propiedad Agraria, Inversiones Extranjeras, Comercio Exterior, condiciones de trabajo, etc., un ejemplo fundamental es la propiedad de la tierra: ante la exigencia de las agroindustrias transnacionales, el gobierno apoyado en la mayoría parlamentaria priísta, reformó el artículo 27 constitucional para permitir el acceso a la pequeña propiedad campesina, volviendo comercializable el ejido y abandonando la producción agrícola a su suerte, de modo que el crédito al campo se ha reducido del 34% del PIB agrícola a solamente el 3%12. Actualmente están impulsando nuevamente la reforma de los artículos 3 y 27 de la constitución para permitir la privatización del sector eléctrico, mientras la burguesía nacional sigue insistiendo en abolir las pocas conquistas que quedan en la Ley Federal del Trabajo, logrando así la "flexibilización" y esclavización de la mano de obra. Las instituciones de gobierno son fiscalizadas cada vez más directamente por los funcionarios de EEUU, como es el caso del Banco Central, que ha obtenido la autonomía del gobierno, para cedérsela al Banco Central de EEUU, según E. Correa, aquél "no puede ser forzado a financiar un déficit con emisión, pero sí a acumular reservas que, finalmente, son pasivos del gobierno estadounidense"13. Como dice un funcionario de la Reserva Federal de EEUU "cada país mantendrá su soberanía en cuanto al manejo del crédito y circulante... la forma conjunta de trabajar es que EEUU recomendaría a sus socios algunos ajustes cuando sea necesario"14 . De sobra sabemos lo que significan las "recomendaciones" del imperialismo yanqui. La penetración en la vida nacional es más cruda en el plano de las instituciones represivas, a la impunidad con que opera la DEA en nuestro territorio, se suma la "certificación" que hace el gobierno de EEUU, que verifica el sometimiento de las policías y el ejército a sus planes de entrenamiento y maniobras conjuntas bajo el escudo del combate al narcotráfico. En la reciente visita de Clinton, el gobierno mexicano cumplió dos objetivos a través del secretario de gobernación, Labastida Ochoa: por un lado, mostrar las tareas cumplidas en la "lucha antinarco" para obtener la recertificación (y agilizar un préstamo de 8.500 mmdls al gobierno mexicano mientras EEUU empieza a plantear la subordinación del ejército a un escuadrón multinacional bajo mando estadounidense); y por el otro, presentarse a la plana mayor del gobierno norteamericano como presidenciable en sustitución de Gurría, cuya imagen ha decaído luego de sus presentaciones en el parlamento mexicano. Todo lo anterior muestra cómo, en las condiciones actuales, la burguesía "nacionalista" no existe como tal, sometida incondicionalmente al capital extranjero y sus mecanismos de explotación, dejando las tareas de la emancipación nacional en manos del proletariado. El joven proletariado de la frontera y del resto del país, tienen que liberarse del control de la burocracia charra y las mediaciones que apoyan al régimen de la "transición pactada" , el PRD y el EZLN, para luchar junto a sus hermanos del lado norte de la frontera, como ya lo han empezado a hacer en algunas luchas conjuntas. Unidos a los campesinos empobrecidos en todo el continente deberán enfrentar las condiciones de barbarie del TLC y las maquiladoras que el imperialismo quiere imponer montado en los gobiernos títeres de la región.
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