Chile
está entrando en el fin de un ciclo. Todo lo que parecía seguro
y consolidado, comienza a resquebrajarse. Hasta ayer
se presentaba su economía como la del jaguar latinoamericano
y se cantaban loas al milagro económico. Se mostraba
con orgullo la estabilidad de su régimen político, de transición
pacífica hacia la democracia, pactada con el mismo
Pinochet, con sus senadores militares vitalicios, entre ellos el
mismo ex dictador.
La crisis de la democracia blindada encabezada por el
régimen de la concertación, que se hizo evidente con la asunción
de Pinochet como senador vitalicio y se agravó con su arresto en
Londres, en lo inmediato parece aplacada con el triunfo del socialista
Ricardo Lagos como candidato presidencial del conglomerado de gobierno,
encaminándose hacia las próximas elecciones presidenciales. Sin
embargo profundas tensiones recorren al país y sus clases. Hoy,
asistimos a una crisis económica que muestra el fin del mito del
jaguar latinoamericano. Y sobre esta base, se está resquebrajando
el esquema de dominación de la Concertación, la democracia
protegida que sustentaba los consensos e impedía que nada
se le escapara por derecha o izquierda. Estos dos hechos están comenzando
a conmover las relaciones entre las clases y la vida política del
país.
1- El triunfo de Lagos y los temblores en el régimen
Tras meses de inestabilidad política que sacudieron al régimen de
la Concertación por el caso Pinochet, se puso en marcha
un intento de reconciliación nacional, que sería posible
tras conocer la verdad de los crímenes de la dictadura
y el destino de las víctimas. A este carro también se
subió el imperialismo ofreciendo sus archivos desclasificados.
Como la resolución que le dio la justicia británica al arresto de
Pinochet, que sólo lo considera un criminal después de finalizada
la dictadura, porque el gobierno británico había reconocido a este
genocida como un legítimo jefe de estado, lo que verdaderamente
desnudan estos archivos de la CIA y el Departamento de Estado de
Estados Unidos es la profunda colaboración de las democracias
imperialistas con la dictadura de Pinochet, una de las más
sangrientas de América Latina.
En este marco y en medio de una brutal recesión económica, y una
situación de crecientes luchas sociales, de estudiantes, mapuches
y trabajadores, todo pareciera continuar su curso normal
hacia las próximas elecciones presidenciales. Es así que el 30 de
mayo, tal como se había anunciado, se realizaron las elecciones
primarias para definir el candidato de la Concertación, el conglomerado
de partidos gobernantes, compuesto por la Democracia Cristiana (DC),
el Partido Socialista (PS), el Partido Radical Socialdemócrata,
y el Partido por la Democracia.
Por primera vez en los diez años de gobierno de la Concertación,
donde los candidatos presidenciales habían sido siempre de la DC
(Alwin primero y el actual Frei Ruiz Tagle) se decidió a convocar
a elecciones primarias. Ricardo Lagos, del PS, obtuvo el codiciado
puesto. Sobre 1.381.326 votantes, un 13,5% del padrón electoral
total, Lagos obtuvo el 71,34% contra el 28,66% de Zaldivar, el candidato
de la DC. La Concertación avanza así su lado izquierdo
para hacer frente a una situación política que ha cambiado. El mismo
PS, que se esforzó como nunca por obtener la libertad del general,
planteó en esta campaña electoral que revería los cargos de los
senadores vitalicios y designados, reservados a las fuerzas armadas
y de seguridad.
El triunfo resultó impactante, más aún teniendo en cuenta que la
derecha (los partidos Renovación Nacional (RN) y la Unión Demócrata
Independiente (UDI)), han conformado su propio conglomerado, la
Alianza por Chile, que llevará como candidato a Joaquín Lavín. La
derecha chilena defiende sin tapujos toda la obra del
general, inclusive los más crueles actos genocidas.
El resultado es que esta derecha recalcitrante se enfrentará con
el candidato del PS. Las imágenes de la época de la Unidad Popular
se desparramaron por todos los medios de comunicación, intentando
crear temor en la población.
El triunfo del PS y la derrota de la DC, el principal partido burgués
de los últimos 25 años, pilar del régimen de la Concertación, expresa
los profundos cambios de la situación política que vienen desarrollándose.
El primer efecto de envergadura es la crisis de la DC. El
fantasma de lo que fue y es el Partido Radical tiende su sombra(1).
Pero la importancia de la DC es mayor de lo que fue la del PR: Si
se debilita el PDC, se debilita el sistema de partidos.
En palabras de dirigentes demócrata cristianos de las regiones hizo
notar que la gente creyó más en el discurso de cambios de Lagos
que en los planteamientos de mayor gobernabilidad del país que hizo
Zaldivar (2) . Al mismo tiempo le exigen posicionarse nuevamente
ante sus votantes tradicionales de clase media, un sector extremadamente
golpeado por la crisis económica actual.
A su vez, el primer discurso de Lagos fue en medio de un caluroso
recibimiento que le brindaron a Hortensia Bussi de Allende y en
las consignas de el pueblo unido jamás será vencido... Así,
los pobres, los jóvenes, las mujeres fueron particularmente aludidos
por Lagos (3).
Una explicación marxista de estos realineamientos políticos, debe
ser capaz de mirar por debajo de las apariencias de que lo más probable
es que el próximo presidente de Chile sea otro candidato de la Concertación,
aunque con predominancia del PS.
La explicación de estos rápidos cambios en la situación del régimen
político deben entenderse por las modificaciones moleculares al
interior de las clases y en la relación de fuerzas entre las clases,
que se expresan fundamentalmente, aunque no únicamente, en este
proceso de realineamiento de los partidos y de temblores en el régimen
tal como lo conocíamos hasta ahora.
Estas modificaciones y la creciente polarización social que expresan,
tienen su base objetiva en la profunda crisis económica que ha herido
seriamente al milagro chileno (ver recuadro), base de
sustentación del régimen de democracia blindada. La
preocupación de la burguesía pasa por la necesidad de definir un
nuevo curso para la economía y para el país, que no deje en el aire
la obra del general, y asegure mantener
el esquema de dominación.
La preocupación de los trabajadores y el pueblo pobre son otras:
el 75% de la población ve con pesimismo la situación económica
del país, nivel que no se observaba desde 1986 (4). En 1997,
el 67,9% tenía expectativas positivas. El temor de una baja en los
ingresos llega al 75%, el temor de quedar cesante llega al 50%,
seguido por el temor al quiebre de la empresa en la cual trabaja,
que alcanza el 38% (5).
Por su parte, el gobierno de Frei está atravesando una importante
crisis. Su debilidad es evidente para las clases en su conjunto.
En los últimos días ha anunciado, junto con su plan expansivo,
un cambio en su gabinete para afrontar las principales dificultades
del fin de su mandato: la recesión, el caso Pinochet, el problema
de los derechos humanos y los conflictos sociales.
Las tentativas de la burguesía para superar el fin de la transición,
se aceleran con las discusiones sobre la eliminación de los senadores
constitucionales, tribunales militares, COSENA, etc. El darle aire
a los tribunales para procesar a algunos militares emblemáticos
es un intento de quitar del medio los aspectos más irritantes del
régimen para poder mantener lo esencial, la vieja política de cambiar
algo para que nada cambie. Sin embargo, este recurso puede
tornarse también un elemento de inestabilidad tanto por derecha
como por izquierda, y ya está desencadenando roces importantes entre
las Fuerzas Armadas y el régimen de la Concertación. En síntesis,
la fórmula actual que están persiguiendo es la de un
acuerdo nacional para imponer un punto final de hecho.
La herida abierta para los trabajadores y el pueblo que significa
la impunidad de los genocidas de la dictadura, los escandalosos
esfuerzos por traer a casa al chacal, está siendo reabierta
justamente por quienes quieren sepultarla en el olvido. Las profundos
problemas democráticos, como dijimos, han sido instalados en el
centro de la vida política nacional, y emergen ante el resquebrajamiento
en el régimen y la necesidad de sus partidos, que los han transformado
en prenda de negociación política, para cerrar esta forma de dominación
que ya no responde a la situación política y de las clases actual.
2- El régimen se resquebraja y los partidos se preparan para una
nueva situación
En este marco, la DC no está abandonando el escenario político,
sino que se prepara para tareas de Estado, aunque sea
desplazado como eje de su gobierno: hay quienes en la DC dicen
que el gran aporte del partido está en contribuir a la identidad
valórico-cultural del país, proporcionándole el necesario contrapeso
frente a visiones materialistas-liberales o marxistas- que quieran
llevar a la sociedad a opciones extremas (6).
Las opciones extremas son el futuro más temido de la
clase dirigente chilena. La tendencia a la polarización social es
un factor actuante en la vida política nacional y sobre ello están
reacomodándose los partidos.
El esquema de dominación de la Concertación, la democracia protegida
o blindada que sustentaba los consensos y que nada se
escapara por derecha o izquierda, está resquebrajándose. Aunque
las formas -un gobierno concertacionista- se mantengan por un período,
las relaciones de fuerzas entre las clases se están modificando
subterráneamente, como todos los reacomodamientos en los partidos
lo están demostrando. El viejo Chile de los tres tercios, es decir,
de los enfrentamientos y lucha de clases abierta, está comenzando
a asomar nuevamente.
La profunda crisis de la DC, eje y pilar del régimen concertacionista,
acelera el resquebrajamiento del régimen de la Concertación.
El temor es explícito: La perspectiva de que el futuro gobierno
quede en manos del primer socialista después de Allende y que el
arrastre izquierdista que un desenlace presidencial favorable para
él puedan significar ... podría hacer que el descenso de la DC del
domingo tenga una proyección política aún de mayor alcance
(7) .
Más abiertamente, para el reaccionario comentarista Hermogenes Perez
de Arce, las promesas de cambio de Lagos, de otro
Chile, de que no le gusta la sociedad donde muchos tienen
poco y pocos tienen mucho, resulta peligroso. ¡Qué exagerado
es Hermogenes! ¿cuándo ha dicho Ricardo que va a confiscar empresas?
Pero eso es lo que la masa cree al oírle que va a cambiar esa sociedad
para que no siga habiendo pocos que tengan mucho (8).
De todos modos el PS es consciente de esto también, por eso diseñó
su campaña totalmente apegada a la Alianza, es decir, a la DC. Lo
anterior también se afinca en la convicción de que el liderazgo
de Lagos alcanza su mayor despliegue dentro de los marcos de la
Concertación, y su viabilidad depende esencialmente de que la DC
apoye su candidatura y participe activamente en el diseño de su
Campaña (9) .
El efecto contradictorio, es que por un lado, probablemente las
expectativas depositadas en esta candidatura lentifiquen la progresiva
recuperación de la lucha de clases, pero por otro, las masas perciban
que, con Lagos a la cabeza, asuma un gobierno más presionable.
En este marco se monta el PC para desatar luchas de presión, como
un anunciado paro nacional para fin de año. La diferencia sustancial
con luchas de este tipo en el pasado es que, en esta situación general,
rápidamente se les puede escapar de las manos. Al mismo tiempo que
la DC, el resto de los partidos intentan prepararse para una nueva
situación.
En primer lugar el Partido Militar. Es en este sentido que, de un
lado, tras el viaje del comandante en jefe del Ejercito Izurieta
a Londres, se señala que espera poder volver a Santiago a
dedicarse a su plan de desvincular a la entidad del pasado y centrarla
en su desarrollo meramente institucional(10). La vieja política
de las FFAA profesionales, preparadas y legitimadas
para reprimir e intervenir en el momento adecuado. Complementariamente,
realiza cursos de formación interna intentando preparar y reagrupar
cohesionadamente a todo el Ejército con ese fin: Reuniones
que realzan el Gobierno militar... El propósito es grabar a fuego
en las generaciones de oficiales que no vivieron el régimen militar
temas que el alto mando interesa que no se olviden... Por el momento
eso reemplaza otras acciones (11).
Por otro lado, la derecha busca extender su base social con un discurso
conservador populista. Con su candidato Lavín y su reiterativo
discurso de que lo único importante es resolver los problemas cotidianos
de la gente... mostrarse como un hombre de consensos... no aparecer
identificado exclusivamente con los sectores de derecha y empresariales
(12). O las declaraciones de Espina, presidente saliente de RN que
reconoció que quedan cuestiones pendientes, siendo la más
importante de ellas avanzar hacia una derecha moderna y democrática
como las que se conocen en Europa. Indicó que la chilena ha sido
reaccionaria frente a los perfeccionamientos institucionales y además
ha aparecido ausente en los temas de las libertades personales y
pasiva frente a los temas de la justicia social (13) .
Las posibilidades de reubicarse de los partidos del régimen, tanto
de los explícitamente defensores de la herencia de la dictadura
como RN y la UDI, como los democráticos de la Concertación
que la supieron conservar, está dada porque lo más retrasado en
esta situación viene siendo la clase obrera, aunque en un marco
de un lento redespertar de la lucha de clases. Las posibilidades
de que el régimen tal como está obtenga una sobrevida no vendrán
de su fortaleza interna, sino de que la clase obrera logre intervenir
o no con todo su peso en la escena política nacional. Las duras
condiciones impuestas por la crisis económica y el rol de sus direcciones,
esencialmente el PC, que dirige actualmente la CUT, la única, aunque
débil, organización nacional de los trabajadores chilenos, son los
principales factores que retrasan la intervención de la clase obrera.
3- El PC: principal obstáculo para la intervención independiente
de la clase obrera
La gravísima crisis económica, la debilidad del gobierno de Frei,
los realineamientos entre los partidos y a su interior, la profunda
crisis del PDC, el abrumador triunfo del candidato socialista
sobre el democratacristiano, los enfrentamientos cada vez más abiertos
entre las FFAA y los partidos de gobierno en torno a Pinochet y
los crímenes de la dictadura, creando la posibilidad de que se cuelen
entre estas rendijas luchas abiertas de sectores de masas. Las luchas
del pueblo mapuche, por momentos violentas y extendidas, por el
derecho a la tierra, sobre la que resurgen y cobran fuerza sus justas
y ancestrales reivindicaciones como nación oprimida, y las importantes
luchas que vienen desarrollando los trabajadores portuarios, son
una muestra de esto.
Los estudiantes universitarios protagonizaron una importantísima
lucha durante más de cuarenta días que envolvió a más de 60.000
estudiantes de unas 25 universidades del país, en protesta por la
situación que pone a muchos estudiantes de no poder continuar sus
estudios, debido al impacto de la recesión sobre los ingresos de
familia que ya no pueden costear los estudios en una universidad
completamente arancelada. Esta reemergencia del movimiento estudiantil,
tiene una enorme importancia sintomática, ya que el estudiantado
actúa como caja de resonancia de las contradicciones del conjunto
de la sociedad, ilustrando el cambio del estado ánimo de las clases
sociales en particular las capas medias.
Las condiciones objetivas para la intervención de la clase obrera
están planteadas: el fin del milagro económico y el
resquebrajamiento del régimen de la Concertación.
Es cierto que la heroica clase obrera chilena tiene que remontarse
sobre su situación actual, heredada directamente de la dictadura
y conservada por los gobiernos de la Concertación. Baste decir que
el derecho de huelga está reconocido pero restringido de tal manera
que se hace casi imposible recurrir a este método de lucha: legalmente,
la patronal puede contratar trabajadores en reemplazo de los huelguistas
desde el primer día de la huelga, y con más de 800.000 chilenos
desocupados se sabe que ésta no es tarea difícil. Por otro lado,
las negociaciones colectivas están restringidas, y sólo en algunos
casos, al nivel de empresa, no de la rama, y a su vez, sólo para
los trabajadores sindicalizados, entre los que no se puede incluir
a los temporales o subcontratados. Al mismo tiempo, el nivel de
sindicalización está entre los más bajos de su historia, apenas
roza el 10%. Además, no existe una organización sindical del conjunto
de la clase obrera, sino que ésta se haya dispersa en multitud de
pequeños y débiles sindicatos por empresa, apenas algunos pocos
de ellos agrupados en federaciones y Confederaciones y afiliados
a la CUT, que agrupa hoy a una pequeña porción de la clase obrera.
Lo más grave de todas maneras, está en el hecho del verdadero terror
que ha provocado la desocupación, dividiendo las filas del proletariado,
fragmentándolo y dispersándolo.
Como reflejo de los primeros pasos en el reanimamiento de movimiento
obrero, recientemente ganó la CUT una nueva directiva a cuya cabeza
se encuentra un dirigente del PC, Ethiel Moraga. El PC también dirige
la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH),
la principal y más numerosa universidad del país. A su vez, dirige
multitud de sindicatos y organizaciones sociales, con dirigentes
en el sindicato de profesores y militantes en las comunidades mapuches
(14). El PC es reconocido como un importante referente de la izquierda
en el seno de, al menos, un importante sector de la clase obrera.
Este solo hecho, le da una responsabilidad importante, más aún como
partido que se autodenomina de la clase obrera.
Pero el PC es un partido más del régimen con una estrategia reformista
y frentepopulista. Su rol esencial es impedir que el proletariado
alcance su independencia de clase, manteniéndolo en el carro del
régimen y subordinado a los partidos de la burguesía. Su rol político
general es sostener, por izquierda, al régimen de la Concertación.
Hoy, con éste resquebrajándose. El PC se ubica como una fuerza política
opositora, pero siempre dentro del régimen, y llevando al proletariado
a meras luchas de presión. Su estrategia, es la de llevar todo a
la trampa mortal para el proletariado de la conciliación de clases.
Esto podemos observarlo en cada uno de sus acciones, discursos e
intervenciones políticas, y ante cada hecho de la lucha de clases.
Veamos: Tras el arresto del chacal el PC llamó a confiar en el juez
Garzón y en la Cámara de los Lores británica. La justicia
de las democracias imperialistas europeas que hoy le
dan la espalda a su viejo amigo dictador. ¡Si hasta Estados Unidos,
donde se planeó el golpe genocida del 73 pide el juicio a
Pinochet! Esta política impidió que surgiera una vanguardia independiente
que enfrentara esta farsa sobre la cual se pretende montar la reconciliación
nacional con los asesinos de miles de obreros, estudiantes
y campesinos.
Ahora también se suma al juego de la justicia pinochetista. Ante
el procesamiento de algunos oficiales emblemáticos el Partido Comunista
no vaciló en declarar su completo apoyo a la justicia. En palabras
de Gladys Marín: La orden de detención dictada por el Ministro
de Fuero, señor Juan Guzman, en contra de ex altos oficiales de
Ejército directamente involucrados en graves violaciones a los DDHH,
representa un paso muy significativo en la búsqueda de verdad y
justicia en nuestro país. Reafirma que un camino posible para restablecer
toda la verdad y toda la justicia, es el de abrir paso a procesos
transparentes, informados y dirigidos por jueces que tienen en alto
la aplicación y administración de la justicia. Exigimos respetar
en toda su dimensión los pasos procesales adoptados...(15)
. Y pareciera ser que Frei escuchó al PC (¿otro triunfo
más de este partido?), porque en esos días anunció que respetaría
todas las decisiones de la justicia.
Durante el conflicto universitario cuya base está en la semi-privatización
de la Universidad puesta al servicio de los empresarios y según
los dictámenes del BM y el BID, y potenciada y agravada por la crisis
económica, el PC no orientó en ningún momento la lucha frontalmente
contra esta Universidad a lo Pinochet, planteándole
al movimiento estudiantil no dejar piedra sobre piedra de la misma,
y recuperar las conquistas de una Universidad estatal única y gratuita
en el camino de luchar por una Universidad al servicio de los trabajadores
y el pueblo. Sirva de ejemplo su posición ante la educación superior
planteada en la Convención programática de la Izquierda:
Propugnamos un sistema en donde las universidades privadas
tengan espacio y puedan aportar al proyecto de desarrollo nacional
(16) . Huelgan las palabras.
Del mismo modo, en el conflicto universitario, un estudiante, Daniel
Menco Paz, fue asesinado por las balas de plomo de los carabineros
de la democrática Concertación. El proceso de los carabineros
responsables estaría en manos de los tribunales militares. No es
difícil imaginar los resultados. La política del PC fue exigir un
ministro en visita, es decir, un juez civil, en vez
de uno militar.
Pero para hacerlo más irritante aún, no es ningún secreto de estado
que los jefes de los ministros en visita, es decir la
Corte Suprema, está integrada por... ¡un Auditor del Ejército!.
El PC avala los mecanismos electorales de esta democracia
blindada y su candidata Gladys Marín no denuncia jamás el
carácter antidemocrático del proceso electoral en curso.
En las conclusiones de la citada Convención Programática,
en sus puntos económicos, declara: Proponemos el paso de una
economía privatizada y desregulada a una economía mixta en el marco
de un estado descentralizado (...) un estado que fomente las empresas
de trabajadores, las micro empresas, la pequeña y mediana industria
intensiva en mano de obra (...) pasar de la economía abierta pasiva,
a una economía abierta activa, o sea una que estimule una industrialización
para la exportación... que para ello utilice los fondos de las AFP.
Frente a uno de los mecanismos por excelencia para extraernos nuestras
riquezas, la deuda externa, plantea que no debemos permitir
el aumento desorbitado de la deuda externa y renegociar a plazos
más largos sus pagos (17). Y podríamos seguir. Pero para los
fines de esta nota es suficiente. La crítica revolucionaria a este
programa exigiría varias páginas, baste con decir que el fondo de
la propuesta no es más que una salida reformista para
mantener el estado actual de cosas sólo que más regulado.
No son mucho más de izquierda las declaraciones del
presidente de la CUT: En Chile no supieron privatizar, lo
único fue entregar, entregar y entregar, y no se entendió que el
marco regulatorio tenía que fijarlo el gobierno(18). Podría
repetírselo a los trabajadores del agua que acaban de enfrentar
infructuosamente la privatización de esta ex empresa estatal. De
aquí que se explique que ante las privatizaciones, la CUT no aparezca.
El PC que en los 70 llevó a la clase obrera a la trampa de
la conciliación de clases y al camino pacífico al socialismo,
permitiendo una de las peores derrotas de la clase obrera y la instauración
de una de las dictaduras más sangrientas del cono sur, hoy presenta
su esencia stalinista reciclada en socialdemócrata reformista, siguiendo
el camino de varios de los PCs. en todo el mundo, que se han vuelto
fuerzas confiables de gobierno.
Para el PC no se trata más que de enfrentar el modelo neoliberal,
que, como el mismo Ethiel Moraga declara en eso tenemos acuerdos
de todas las corrientes políticas y de todo el mundo político,
ubicándose en el campo de las fuerzas anti-neoliberales.
El PC despliega todas sus banderas históricas, frentepopulistas,
de conciliación de clases. El PC Actual (para parafrasear
un reconocido libro de Moulian, Chile Actual) lo declara
con todas las letras: No sólo los trabajadores, sino también
los pequeños y medianos empresarios, incluso los grandes, ni los
campesinos e indígenas, ni los profesionales y estudiantes, ni los
consumidores, ni los pequeños accionistas, pueden reunir solos,
separados, los recursos económicos y el poder suficiente para enfrentar
el poder transnacional y defender sus derechos y sus proyectos de
vida... Necesitamos un amplio Frente Nacional Democrático(19).
Esta política del PC significa subordinar la lucha y las demandas
de las masas obrera y populares a la búsqueda de una alianza con
supuestos sectores progresistas de la burguesía. La
estrategia de colaboración de clases que propugna el PC y que tantas
derrotas y frustaciones le ha causado al movimiento obrero (basta
recoradar las enseñanzas de la vía pacífica al socialismo
que terminó con el golpe de Pinochet), es opuesta por el vértice
a la necesaria alianza de la clase obrera con los sectores oprimidos
y explotados del pueblo, para enfrentar al gobierno y su plan pro-imperialista
y de defensa de la herencia pinochetista.
Como decía Trotsky, un jinete, no es un bloque entre un hombre
y un caballo(20). De la misma manera, un frente como el que
propone el PC sólo podría significar que los trabajadores y los
sectores populares pondrían sus fuerzas para que se monten algún
sector burgués a expensas de los intereses de la lucha.
LA NECESIDAD DE UN PARTIDO Y UNA POLITICA REVOLUCIONARIA
Frente a los intentos de punto final para salvar a la
transición pactada, a la emergencia de la lucha contra
los crímenes de la dictadura, y la evidencia de la complicidad con
ella de los partidos democráticos de la Concertación
como la Democracia Cristiana y de las potencias imperialistas, frente
a la trampa electoral que se avecina, frente a la crisis económica
y al intento burgués de hacerle pagar nuevamente a los trabajadores
y sectores empobrecidos los costos del fin del modelo chileno,
la clase obrera necesita levantar una salida obrera independiente
a la crisis. Debe ganarse como aliados a los sectores estudiantiles,
campesinos e indígenas con un programa democrático revolucionario
junto a sus propias reivindicaciones de clase. Un programa que combine
consignas democrático radicales, para desbaratar la trampa del régimen
de reconciliación nacional, que enfrente los pactos
de impunidad, que termine con la reaccionaria constitución
del 80 impuesta por Pinochet y a la que se subordinaron todos
los partidos democráticos, con el draconiano código
de trabajo que restringe el derecho a huelga y a sindicalización.
Debe plantear la libertad inmediata a todos los presos políticos
y el juicio y castigo a todos los asesinos de la dictadura pinochetista,
empezando por el ex dictador, sin sembrar la menor confianza en
la justicia imperialista y en la justicia chilena concertacionista-pinochetista.
Contra los grandes terratenientes que han expulsado a los mapuches
de sus tierras, el proletariado debe levantar un programa audaz
de reforma agraria, para devolverle la tierra a los campesinos expropiados.
Junto con este programa democrático la clase obrera debe levantar
sus propias reivindicaciones, sintetizadas en un programa obrero
de emergencia frente a la crisis, que luche por el reparto de las
horas de trabajo sin rebajar el salario entre todas las manos disponibles;
la apertura de los libros de contabilidad y el fin del secreto bancario,
impuestos progresivos a las grandes fortunas para financiar un plan
de obras públicas que genere cientos de miles de puestos de trabajo,
la ruptura con el imperialismo y el no pago de la deuda externa,
la renacionalización sin pago y bajo control obrero de las empresas
privatizadas, la nacionalización de la banca y el comercio exterior.
Un programa obrero de emergencia para que no sea la clase obrera
la que pague la crisis, sino que la crisis la paguen los capitalistas
y que le permita recomponer sus organizaciones para la lucha, sin
tener que volver a repetir largas y costosas experiencias, y su
alianza con los sectores populares y empobrecidos por la crisis.
El PC es un obstáculo para que los trabajadores chilenos se doten
de su propia política independiente de las distintas variantes burguesas
y retomen sus tradiciones combativas, cortadas por años de dictadura
y represión. En menor medida, organizaciones hoy prácticamente inexistentes,
pero que mantienen una influencia ideológica en amplios sectores
de la militancia y el activismo obrero y popular, como el MIR o
el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, comparten con el PC su estrategia
de colaboración de clases.
Sobre los hombros del PC recae, en parte, esta responsabilidad de
que la clase obrera no esté interveniendo decisivamente, facilitándole
al régimen concertacionista sus maniobras electorales, que en última
instancia permiten su sobrevida.
Pero la situación de la lucha de clases lentamente está cambiando.
Aunque la clase obrera todavía está dando duras luchas de resistencia
contra los planes de ajuste que exigen el fin del modelo
chileno, se mantienen latentes conflictos permanentes que
pueden estallar o iniciarse en forma aislada, pero que por las condiciones
generales pueden extenderse rápidamente y socavar aún más las bases
del régimen de dominio -como se pudo ver en el caso del movimiento
estudiantil, actuando como caja de resonancia del conjunto de las
contradicciones sociales. El carácter actual de las luchas también
permite que las direcciones burguesas, burocráticas o reformistas
en su seno pueden resultar en sus inicios más efectivas para desviarlo
o canalizarlo. Pero al mismo tiempo su relativa debilidad, el escaso
control directo sobre las organizaciones de las clase obrera y las
masas que en gran parte se encuentran por fuera de las organizaciones
existentes, puede permitir el desarrollo espontáneo de sus acciones.
Para que la clase obrera se transforme en la clase dirigente del
conjunto de la nación oprimida, y no caiga presa de los cantos
de sirena del frente popular en los momentos decisivos, la
tarea estratégica de los revolucionarios es construir un partido
revolucionario, trotskysta, sección chilena de la IV Internacional,
que combata las adaptaciones oportunistas de los centristas que
hablan en nombre del trotskismo, y que sea capaz de enfrentar consecuentemente
la influencia del PC y demás corrientes reformistas y populistas,
para remover el mayor obstáculo político que encuentra la clase
obrera y las masas chilenas para enfrentar decididamente al imperialismo
y sus agentes nacionales, y recupere sus gloriosas tradiciones,
donde los cordones industriales representaron el jalón más alto
de la lucha por el poder obrero.
NOTAS:
(1) El Partido Radical fue fundado en 1863, representó desde su
fundación los intereses de la burguesía minera. Desde un primer
momento se demostró contrario a los intereses de la clase obrera,
a quien negó, explícitamente en una Convención (1888) al ingreso
de la clase obrera en sus filas. Se distinguió del resto de los
partidos burgueses de la época por su énfasis en la lucha anticlerical.
En su evolución política fue incorporando a sectores de las capas
medias. A partir de los `30 sería el eje de la política frentepopulista
del PC y el PS, inaugurando el período de los gobiernos de Frente
Popular con el radical Aguirre Cerdá como presidente de la República
en 1938. Lentamente iría desapareciendo como actor preponderante
de la política nacional, ante el avance de la DC y la radicalización
de las masas. En la nueva forma que adquiriría el frente popular,
en 1958 con el FRAP, el PR ocuparía un lugar secundario en su estructura,
aunque vital políticamente para darle su contenido de conciliación
de clases.
(2) El Mercurio, 1-6-99
(3)El Mercurio, 31-5-99
(4) El Mercurio, 7-5-99
(5)El Mercurio, 4-4-99
(6) El Mercurio, 30-5-99
(7)El Mercurio, 1-6-99
(8)El Mercurio, 2-6-99
(9) El Mercurio, 31-5-99
(10) El Mercurio, 17-4-99
(11) El Mercurio, 2-5-99
(12) El Mercurio, 16-5-99
(13) El Mercurio, 31-5-99
(14) En este sentido, El Mercurio del 5-5-99, ante el acto del 1
de Mayo, señalaba con preocupación que como era natural, dicha
concentración estuvo dominada ampliamente por el PC... Durante 9
años de gobierno concertacionista esa colectividad ha tenido cómoda
ocasión para reordenar sus filas, afinar sus estrategias y tácticas
y avanzar en la toma de control de los centros que le interesan.
Los resultados son visibles y ninguna colectividad democrática debería
subestimarlos: históricamente el PC nunca ha sido mayoritario, ni
siquiera cuando se hizo del poder en Rusia en 1917, pero su fuerza
radica en la capacidad de buscar sistemáticamente el dominio de
los centros neurálgicos del cuerpo social.
(15) El Siglo, 11-17 de junio de 1999. No estaría de más agregar
que el juez Guzmás es pariente lejano de Pinochet, y
que al ser requerido sobre los motivos que lo llevaron a dar tal
paso prefirió no hacer comentarios, ¿será que es producto
de las reuniones de los partidos de la Concertación, la derecha,
el famoso acuerdo nacional puesto ya en práctica antes
de anunciarse oficialmente?
(16) El Siglo, 18-24 de junio de 1999.
(17) El Siglo 18-24 de junio de 1999.
(18) El Mercurio 9-5-99
(19)El Siglo, 11-17 de junio de 1999.
(20)León Trotsky, en ¿A dónde va Francia? escribe En cuanto
a los comunistas, estos últimos, extremadamente orgullosos de su
iniciativa en la causa de colaboración con la burguesía, pintan
el Frente Popular como una alianza entre el proletariado y las clases
medias. ¡Qué parodia de marxismo! El partido radical no es, en absoluto,
el partido de la pequeño burguesía. Ni es un bloque entre
los burgueses medios y pequeños, como dice la idiota definición
del Pravda de Moscú. La burguesía media explota a la pequeña burguesía
no sólo económicamente sino políticamente, y en sí es una agencia
del capital financiero. Dar a las jerárquicas relaciones políticas,
basadas en la explotación, el nombre neutral de un bloque
es burlarse de la realidad. Un jinete no es un bloque entre un hombre
y un caballo
El
fin del mito del jaguar latinoamericano
Actualmente
Chile está atravesando la peor crisis económica en casi dos décadas,
desde que en 1982 la economía entera se desplomó.
Luego de crecer a más de un 7% durante diez años, desde hace 7 meses
que la economía viene cayendo, y el crecimiento proyectado para
este año es, según cifras oficiales, de 0,5% (1), y según el banco
de inversiones J.P. Morgan, de 0%, aún considerando una recuperación
para el último trimestre (2).
El impacto de la crisis económica mundial conducía inevitablemente
al barranco de la recesión, en una economía basada esencialmente
en la exportación de bienes primarios: el deterioro en los términos
de intercambio llegó en 1999 a un nuevo deterioro de 5,4%. La inversión
extranjera en cartera cayó de los U$S 2.604,8 millones de 1997 a
tan solo U$S 628 millones en 1998.
La burguesía hasta hoy esperaba dos salidas a esta crisis: una,
que en nada depende de ella, la recuperación de la economía mundial.
Otra, la aplicación de una política contractiva.
La gran ilusión de la burguesía para enfrentar la crisis mundial
y sus efectos en Chile, es la recuperación de los mercados mundiales.
Siendo que las exportaciones de cobre representan un 36,7% del total,
sus esperanzas se cifran especialmente en la recuperación para este
mercado específico. El precio del cobre al caer a 63,7 centavos
la tonelada métrica alcanzó los niveles más bajos en 60 años (3).
La propaganda sobre la recuperación asiática despertó algunas ilusiones,
que se sustentaron cuando el precio del cobre se recuperó hasta
los 70 centavos. Pero esta alza duraría tan solo una semana, para
luego volver a desplomarse. Ante la baja de las tasas de interés
en Estados Unidos se generó una ola vendedora de parte de
inversionistas institucionales (...) En la determinación de los
productos del cobre los intermediarios financieros- como operadores
de mercados futuros- cumplen un rol clave. Mientras el volumen de
las transacciones en las Bolsas de Londres y COMEX es de un millón
de toneladas, en futuros y opciones se transan cerca de 400 millones
de toneladas anuales, las que sumadas a operaciones fuera de Bolsa
llegan a 1.700 millones de toneladas (4).
Además de este festival especulativo impulsado por las grandes corporaciones
financieras transnacionales, la oferta mundial de cobre aumentó
un 3,4%, mientras que la demanda lo hizo a sólo un 0,7%. Y al nivel
de cotización actual de unos 65 centavos, se estima que un tercio
de la producción mundial funciona a pérdida.
De todos modos, en 1998 la producción en Chile aumentó un 7% con
respecto a 1997, y para 1999 se espera un nuevo aumento de entre
un 10 y un 15%, considerando que Chile es el primer productor mundial,
con el 27,7% del total, se entiende qué perspectivas pueden caberle
a este mercado específico.
Las exportaciones, motor de la economía chilena, no podrán seguir
jugando el mismo rol. El boom exportador es cosa
del pasado. En ello incide, entre otros factores, el proceso revaluatorio
vivido en la década de los 90 por la moneda nacional- lo cual
reduce los retornos al cambiarse a pesos-, el ciclo contractivo
producido en el mercado del cobre, la carencia de una política nacional
de estímulo a las exportaciones y las limitaciones de una estructura
de ventas basada primordialmente en recursos primarios, lo cual
hace muy vulnerable a la variación de los términos de intercambio
en los mercados nacionales (5).
En el plano interno, la respuesta inmediata de la burguesía fue
la de aplicar una política contractiva. La tasa de interés llegó
al 14% en Septiembre 1998, para frenar las presiones devaluatorias.
Se paralizó entonces a través de esta medida, la producción industrial,
las ventas, los créditos, a los que nadie podía acceder, las importaciones
se desplomaron: en el primer trimestre de 1999 descendieron un 28,4%
(6).
La industria, que representa el 14,6% del total del PBI (7), y el
45% del total de las exportaciones (8), concentra claramente los
devastadores efectos de esta política: sus utilidades en la Bolsa
cayeron 16% en 1998. Su producción descendió 6,2% en el último año.
Sus ventas totales cayeron 5,9% sólo en el primer trimestre de 1999.
El fracaso de esta salida burguesa a la crisis es evidente. Esto
profundiza el cambio que se viene produciendo en la composición
de las clases dominantes. La burguesía se desnacionaliza cada vez
más. En la economía que se desarrolló en gran parte gracias al endeudamiento
externo, y que en estas condiciones no puede subsistir sin él, a
medida que éste se corta, la peenetración de los grandes monopolios
extranjeros se acentúa.
Sin embargo, la gravedad de la crisis obligó a un giro
en la política del gobierno. Al momento de escribir esta nota, el
gobierno ha anunciado un plan claramente expansivo,
basado esencialmente en una rebaja abrupta de la tasa de interés,
un plan de reprogramación de las deudas de los pequeños y medianos
empresarios y de las clases medias con créditos hipotecarios y un
plan de obras públicas.
Pero este giro no responde solamente a la gravedad de
la crisis, sino a que, según todos los economistas de la burguesía,
estaban dadas las condiciones para superar la fase contractiva.
¿En qué se basan? Fundamentalmente en dos elementos. Uno, el anuncio
de que las remuneraciones de los trabajadores pasaron de crecer
un 8% en octubre de 1998 a un 6,3% actualmente. Es decir, que el
peso de la crisis se descargó enteramente en la clase obrera, aumentando
el nivel de explotación. El otro elemento que señalan es que la
desocupación alcanzará en breve el 10% (que oficialmente ubican
hoy en 8,7%), y esto por ejemplo, es lo que llevó a muchos a intentar
que la crisis se descargue más aún sobre los hombros de los trabajadores,
proponiendo la eliminación del salario mínimo, para dar más
oportunidades de trabajo a los jóvenes (entre los que la desocupación
alcanza el 20%).
Los efectos sobre la clase obrera son devastadores. La desocupación
se presenta como un verdadero azote. Según datos extraoficiales,
alcanza la cifra de casi un 15%, mientras que las cifras oficiales
hablan de un 8,7%. Con regiones en condiciones de verdadera desesperación.
En Valparaíso, según cifras oficiales, la desocupación alcanza el
14,63%, superando en un 68% el promedio nacional. Con preocupación
se señala que en el ámbito social, el sentimiento de frustración
que se apodera de las personas que pierden el trabajo o no encuentran
el que buscan por primera vez es el efecto más importante.
Los trabajadores subcontratados, la mano de obra precaria, alcanza
al equivalente a todos los trabajadores de la electricidad, el agua
y el gas. El 20% de las empresas trabajan con personal subcontratado.
Mientras tanto, los artículos, notas, análisis sobre una clase media
que ve cómo se va hundiendo y tiende a desaparecer aparecen a diario.
Esto quiere decir que, sean contractivas o expansivas,
todas las salidas burguesas a la crisis se basan en descargar sus
devastadores efectos sobre la clase trabajadora y el pueblo pobre.
El milagro económico, base de sustentación del régimen,
muestra cruelmente su verdadero rostro: no se trató más que de un
modelo basado en la exportación de materias primas,
el cobre esencialmente, que en medio de condiciones favorables de
la economía mundial, pudo obtener altos índices de crecimiento.
No hay perspectiva alguna parecida a la del milagro económico.
Hemos llegado al fin del mito del jaguar latinoamericano,
anunciando con su término fuertes convulsiones.
(1)El Mercurio, 22-6-99
(2) El Mercurio, 7-4-99
(3) El Mercurio, 13-5-99
(4)El Mercurio, 1-6-99
(5) Fazio, La crisis pone en jaque al neoliberalismo.
Causas profundas de la recesión en Chile
(6)El Mercurio 26-4-99
(7) El Mercurio, 20-4-99
(8) El Mercurio, 2-6-99