Estrategia Internacional N° 13
Julio/Agosto - 1999

La Sección Abierta de Estrategia Internacional está destinada a aportes de otras corrientes y Centros de Investigaciones históricas del movimiento trotskista que consideramos importantes para el conocimiento de militantes y lectores, más allá de que coincidamos o no con el conjunto de sus posiciones. Para esta revista realizamos la traducción inédita al español del artículo de Gerard Roche, Partisan Review: de la crítica literaria a la ruptura con el stalinismo publicado en los Cahiers León Trotsky Nº 19 del Instituto León Trotsky de Francia, dirigido por el historiador trotskista Pierre Broué.
El artículo trata acerca de la ruptura de destacados escritores e intelectuales del PC norteamericano con el estalinismo a causa de la opresión burocrática y de la revulsión provocada por los Juicios de Moscú. Se pasa revista también al intercambio entre éstos y Trotsky, en donde destaca la discusión acerca de la indenpendencia del arte y su relación con la política revolucionaria.
PARTISAN REVIEW:
DE LA CRITICA LITERARIA A LA RUPTURA
CON EL STALINISMO
 
Por Gerard Roche
Traducido por Rossana Cortez
 

Partisan Review, cuya historia simboliza toda una trayectoria de los intelectuales americanos durante la crisis mundial y en la víspera de la Segunda Guerra, es mal conocida en Francia hoy. Su historia puede dividirse en tres períodos: el primero, desde su fundación, a fines de 1935, es la de una revista cuyo equipo de redacción se opone cada vez más a la línea del Partido Comunista Americano en el ámbito literario. El segundo está marcado por la fusión de Partisan Review con la revista de Jack Conroy, una experiencia de corta duración. Finalmente, luego de su desaparición en 1937, Partisan Review reapareció y este es su “gran período”, el de su renacimiento como revista independiente, y el de sus lazos con Trotsky1.
Partisan Review que, en su origen, era el órgano de la sección de Nueva York de los John Reed Clubs, fue fundada en febrero de 1934. En su editorial, se comprometía a defender y a “mantener el punto de vista de la clase obrera” en el terreno específico de la crítica literaria. Era, de hecho, ampliamente tributaria de las consignas y de la línea del Partido Comunista Americano, subrayaba que tomaría parte en la lucha de los “trabajadores e intelectuales sinceros contra la guerra imperialista, el fascismo, la opresión nacional y racial”, afirmando que “la defensa de la Unión Soviética” era una de sus “principales tareas”2. Sostenía al mismo tiempo querer “resistir a toda tentativa de paralizar la literatura” con “teorías y prácticas estrechas y sectarias”.
Sus principales fundadores son dos jóvenes intelectuales, a quienes la crisis económica sin precedentes que sacude entonces a EE.UU. les despertó la conciencia política. Philip Rahv se llamaba Ivan Greenberg y nació en Ucrania. Siguió a sus padres, emigrados luego de la Revolución de Octubre, a Australia, después a Palestina. Lo enviaron a los 14 años a EE.UU. adonde vivía su hermano mayor. Había comenzado muy joven a ganarse la vida y no había podido hacer sus estudios secundarios. Autodidacta, pasaba todos sus momentos de ocio en la biblioteca, inclinándose por la literatura clásica, la historia y la filosofía. La crisis económica lo condenó a la desocupación y lo empujó a ir a Nueva York en donde pronto se comprometió en la actividad política y adhirió al Partido Comunista. Es en el curso de este período que adoptó el seudónimo de Ravh, que significa “rabino” en hebreo. Fue secretario de un pequeño mensual, Prolit Folio, financiado por la Federación Internacional de Escritores Revolucionarios. Publicó igualmente artículos y resúmenes de obras literarias en el Daily Workers y en New Masses.
El itinerario de William Phillips es diferente. Originario de un barrio pobre del Bronx, frecuentó la escuela secundaria, luego la Universidad de Nueva York y de Columbia. A pesar de su modesto origen y de sus dificultades materiales, buscó conscientemente evitar el compromiso político. Explicará años más tarde: “Por el contrario, mi desarrollo intelectual y literario estaba arraigado en la experiencia del modernismo: mi mundo estaba limitado a Eliot, Pound, Joyce, los cubistas, Mondrian, etc.”3. Durante la depresión económica y bajo su influencia directa comenzó a interesarse por los problemas sociales y la política.
Joseph Freeman, uno de los críticos literarios más destacados del Partido Comunista, les encarga a Philip Rahv y a William Phillips crear una revista consagrada exclusivamente a la literatura y a la crítica literaria. Los dos hombres consideran que New Masses, el órgano oficial del Partido, es demasiado político. Se trata, en su intención, de prolongar las actividades de los John Reed Clubs pero, sobre todo, de clarificar las confusas concepciones que rodean la teoría de la literatura proletaria de la que New Masses era propagador.
La lucha contra el “izquierdismo” literario

William Phillips recuerda que, en la época en que colaboraba con New Masses, estaba “horrorizado” por el “sectarismo ortodoxo que reinaba en los círculos ligados a los comunistas”4. A partir de los primeros números de la revista, Phillips y Rahv incriminan el sectarismo de quienes trasponen mecánicamente los análisis económicos a las novelas y a los poemas, y los acusan de “izquierdistas”, retomando la expresión utilizada por Lenin en su polémica contra los adversarios de la participación en los sindicatos reformistas, pero dándole un sentido propio. En las páginas de New Masses y de las revistas especializadas ligadas al Partido Comunista, Michael Gold, Granville Hicks, Joseph Freeman, Josuah Kunitz, defienden los criterios de una literatura proletaria, y hacen reinar entre los poetas y novelistas, un verdadero terror en nombre de la consigna: “el arte es un arma de la lucha de clases”. Contra semejante concepción sectaria y mecánica es que Rahv y Phillips se sublevan en un estudio titulado: “Problemas y perspectivas en la literatura revolucionaria”. El “izquierdismo teórico” causó, según ellos, un grave perjuicio para la existencia de una verdadera creación literaria. Los intentos que se hicieron para impregnar a la literatura con el programa del P.C. no produjeron más que formas literarias mediocres. Falto de experiencias reales de la clase obrera, el izquierdismo se esconde detrás de “la pantalla de humo de un revolucionarismo verbal”5. El “izquierdismo”, al proclamar la existencia de un lazo directo entre la infraestructura económica y la ideología, “deforma y vulgariza la complejidad de la naturaleza humana, las motivaciones de la acción y su expresión en el pensamiento y el sentimiento”6. Esta orientación literaria se deriva de una confusión entre el marxismo y el materialismo mecánico. En el plano filosófico, el materialismo mecánico ignora “la interacción dialéctica entre la conciencia y el entorno, y la influencia recíproca entre, por un lado, la superestructura, y por el otro, el determinismo económico”7.
En una serie de artículos en los que el rigor contrasta con el estilo arrebatado y vengativo de Michael Gold, los animadores de Partisan Review concentran su análisis en tres direcciones: las relaciones que existen entre arte burgués y arte proletario, los lazos entre forma y contenido, y la oposición entre el arte y la propaganda. Sin embargo, ni Rahv ni Phillips cuestionan la realidad y la legitimidad de una literatura proletaria. Pero el contenido que le dan a esta expresión está bastante alejado de la versión oficial que le dan los teóricos habituales del P.C. En su mente, la literatura proletaria se opone a la literatura de la “generación perdida” de los escritores americanos de los años ‘20. Defender la causa de la literatura proletaria no implica que haya que rechazar la herencia del pasado y de una parte de la literatura burguesa8. Profundamente influenciado por T.S. Eliot, W. Phillips reivindica las nuevas formas de su obra poética a pesar de sus puntos de vista políticos reaccionarios9. La intransigencia teórica y el rigor de la crítica de los redactores de Partisan Review les vale una gran popularidad entre los escritores de izquierda. Cuando tuvo lugar la convención de los John Reed Clubs, en Chicago en septiembre de 1934, numerosos escritores hicieron suyo el análisis de Partisan Review y denunciaron el “izquierdismo” literario y los “volantes de propaganda que tienen lugar en la literatura”10.
Las críticas formuladas por Phillips y Rahv no dejan de lado un apoyo a la política general del Partido Comunista. Su ataque contra el “izquierdismo” y las trivialidades de la literatura proletaria no hacen referencia a Trotsky, que no es citado jamás en sus artículos. Por el contrario, Rahv denuncia a Max Eastman, “políticamente degenerado y lleno de veneno”, quien defiende las tesis de Trotsky sobre la literatura proletaria11. No obstante, los críticos oficiales de New Masses están irritados por la actividad de los redactores de Partisan Review. Granville Hicks se pregunta acerca de la utilidad de mantener la publicación separada de varias revistas, lo que impide, según él, “una utilización eficaz de las fuerzas”. Ve en esta proliferación la expresión de la “bohemia individualista” incompatible con “la disciplina intelectual de los revolucionarios”12. Es un ataque apenas velado, al mismo tiempo que una amenaza para Partisan Review. La ausencia de las firmas de Rahv y Phillips en la base del llamado al Primer Congreso Nacional de Escritores, publicado en febrero de 1935 en Partisan Review aumenta las tensiones que existen entre ellos y el Partido Comunista. Estas tensiones no dejaron de crecer después de la fusión de Partisan Review y otra publicación de izquierda, Anvil, en febrero de 1936. La fusión fue saludada irónicamente por Michael Gold quien estigmatiza el “terrible mandarinismo” de los jóvenes escritores de izquierda que “llevan su enseñanza marxista como si llevasen una pesada cruz”13. Gold incrimina particularmente al escritor James T. Farrell quien ha escrito un artículo desfavorable de la pieza de Clifford Odets: Paradise Lost14. Un nuevo paso se franqueó en la escalada, con el número de junio, que contiene tres virulentos ataques contra el “izquierdismo” literario, firmados por Alan Calmer, William Phillips y Philip Rahv. Estas críticas sucesivas llevan progresivamente a los redactores de Partisan Review and Anvil a cuestionar el concepto mismo de literatura proletaria. Los escritores como Ignazio Silone y André Malraux les parecen más próximos a la realidad de las complejas relaciones entre la literatura y la política. La cumbre del conflicto parece alcanzarse cuando la revista da cuenta favorablemente del libro de Farrell, A Note on Literary Criticism, que calificaba a los críticos del partido, Isidor Schneider y Granville Hicks, de “críticos vulgares”. En los hechos, el libro de Farrell reunía el análisis crítico que los redactores de Partisan Review desarrollaba desde hacía varios años15.
Poco después del Primer Congreso de Escritores, hacia mediados del año 1935, el P.C. inicia un giro hacia la derecha que lo lleva a abandonar las consignas de la literatura proletaria. Los círculos de los John Reed Clubs, luego de haber sido convocados a apoyar activamente las consignas del Partido Comunista, fueron disueltos burocráticamente por este último16. Este giro radical anuncia el giro hacia el Frente Popular y el apoyo del P.C. a la política del New Deal. Progresivamente, en el curso de los años 1936 y 1937, los artículos y las discusiones acerca de la literatura y el arte proletarios desaparecen de las páginas de New Masses. Las críticas literarias practican desde entonces la “política de la mano tendida” hacia los escritores, hasta ayer tachados de escritores burgueses. George Novack subraya, en New International, el ridículo absurdo de este giro: “Sinclair Lewis, de pequeño burgués que daba la espalda al combate revolucionario del proletariado, fue milagrosamente transformado en héroe literario del Frente Popular”17.
Descorazonados y fatigados por las bruscas variaciones de la política literaria del partido, en la que veían una “manipulación de las teorías, las consignas y los escritores”, W. Phillips y Rahv llegan a la conclusión “que un movimiento literario independiente no podía existir bajo el impulso del Partido Comunista oficial”18 y deciden suspender su publicación hasta que puedan encontrar y reclutar nuevas fuentes de apoyo financiero.
Ruptura con el stalinismo

Las purgas sangrientas de los procesos de Moscú, el asesinato de los militantes revolucionarios en España, sacudieron profundamente a Phillips y Rahv. En junio de 1937, en el Segundo Congreso de Escritores Americanos, los últimos lazos con el P.C. se rompieron definitivamente. El Congreso reúne a los compañeros de ruta tradicionales del partido, como Malcolm Cowley y Kenneth Burke, y a numerosas personalidades literarias, calificadas por las circunstancias como el ala progresista: Wilder Thornton, Carl Van Doren, Ernest Hemingway, Archibald Mac Leish. El Congreso consagra la nueva orientación hacia los valores tradicionales de la cultura americana. Así como lo subraya James Gilbert, esta cultura se oponía a la concepción crítica defendida por los redactores de Partisan Review, apoyada en las innovaciones modernistas de la literatura europea19. La obra de un Van Vick Brooks20 se situaba a las antípodas de la de los héroes literarios de Partisan Review: Eliot, Joyce y Proust. Dedicado a la crítica de la nueva política del P.C., Rahv subraya que no hay nada más extraño a la creación literaria, a “la experiencia individual e intelectual” del escritor que “la atmósfera de delación”, de “adulación de las celebridades” y la “jerga política” del Segundo Congreso. Este es enteramente controlado por el P.C. Waldo Frank, elegido en el Congreso anterior, presidente de la Liga de Escritores Americanos, y ahora sospechado de tibieza en la defensa de las ejecuciones de Moscú, es reemplazado sin ninguna discusión, por una figura representativa de la nueva línea: Ogden Stewart. Este último, más flexible, tiene la ventaja de aparecer como independiente de los compañeros de ruta y del núcleo de los escritores comunistas. En un discurso de apertura, Earl Browder, el Secretario del P.C.A., exhorta a los delegados a defender con sus obras a la democracia, al Frente Popular en España y a combatir el fascismo21.
Macdonald, que participó en el Congreso, denuncia la impostura en una carta dirigida a The Nation: “Sólo un representante del Partido Republicano, un miembro del Farmer-Labor y un comunista han sido autorizados a hablar en la tribuna. No se puede hablar, en este caso, de “Frente unido contra el fascismo” mientras que un número importante de escritores, antifascistas, pero críticos hacia la política de Stalin y la U.R.S.S. han sido excluidos del Congreso: Louis Hacker, Edmund Wilson, Lewis Corey, Sidney Hook, Benjamin Stolberg, J.T. Farrell se habían negado a participar en él. Macdonald saca la conclusión que el “Frente unido” del que hablan los organizadores está “indefinidamente extendido hacia la derecha pero limitado a izquierda estrictamente al Partido Comunista”22. La oposición a la línea del Congreso se reduce a un pequeño grupo compuesto por Philip Rahv, William Phillips, Dwight Macdonald, Fred W. Dupee, Eleanor Clark, y Mary McCarthy. Todos son miembros del Comité de Defensa de León Trotsky y han apoyado los trabajos de la Comisión Dewey. Este pequeño grupo es el que será en los próximos meses, el principal artesano del renacimiento de Partisan Review.
Fred Dupee se encontró con Philip Rahv en el local de New Masses, en donde era redactor literario. Había leído la “Historia de la Revolución Rusa”, a la que adhiere, de la misma manera que “Literatura y Revolución”, que había leído un poco antes. Dupee no es un “ideólogo”, es un crítico literario de talento, dotado de una gran sensibilidad. Se siente cada vez más chocado con la atmósfera policíaca y anti trotskista que reina en las oficinas de New Masses. Reivindica, en vano, una mayor libertad de expresión en la revista y exige que se dé cuenta objetivamente del libro de Gide: “Retorno a la URSS” y que se trate a su autor con respeto23. Dupee establece lazos de amistad con James Burnham, uno de los dirigentes del S.W.P. que le demuestra el absurdo criminal de los procesos de Moscú. Es Dupee quien pone a Rahv y a Phillips en contacto con Dwight Macdonald, un antiguo condiscípulo de la Universidad de Yale, con quien escribe en 1932-1933 una pequeña revista literaria: Miscellany. Macdonald tiene la ventaja de poseer una vasta cultura política: leyó las obras de Marx, Engels, Lenin, Trotsky, Strachey. Trotsky ejerce sobre él una gran fascinación. William Phillips ha relatado su reunión, un día memorable que él llama en sus memorias, el “domingo rojo”: toda una tarde, Rahv y Phillips, “acorralando a Macdonald contra la pared”, lo “fusilan” con sus argumentos, dejándole apenas tiempo para responder, y finalmente, le arrancan un acuerdo para lanzar una nueva Partisan Review. Dwight Macdonald se encarga de convencer, a su vez, a George Morris, un pintor abstracto que tiene medios para financiar la revista24.
Apenas conocida la decisión, incluso antes de la salida del primer número, el Partido Comunista moviliza sus tropas para intentar aislar a Partisan Review. Sintió el peligro: Partisan Review tiene por objetivo constituir un polo independiente para los escritores y los intelectuales que rechazan el stalinismo o que están a punto de alejarse de él. Partisan Review se convierte así en un centro intelectual rival serio para New Masses. Los redactores de una nueva Partisan Review son el blanco de una ráfaga de injurias e invectivas. Los títulos de New Masses y del Daily Worker traducen la violencia de los ataques: “Una serpiente literaria cambia su piel por Trotsky”. “Los complotadores trotskystas desenmascarados”, “Ningún perdón para los literatos trotskystas y los otros”. V. J. Jerome, uno de los comisarios políticos del P.C., escribe que los redactores de Partisan Review se sitúan “en el mismo campo que los asesinos de Kirov, de los que le tiran por la espalda a los combatientes leales de España y traicionan a los ejércitos del frente”25.
En su primer editorial, los redactores de Partisan Review se mantienen firmes. Afirman su independencia frente a todos los partidos políticos. La literatura debe ser libre de toda dependencia fraccional. Nada ni nadie, subrayan, los sacará de esa posición26. El órgano político de los trotskystas, Socialist Appeal, se regocija y saluda la iniciativa de los redactores de Partisan Review, no sin formular, sin embargo, serias reservas. Partisan Review va demasiado lejos al proclamar, más allá de su independencia literaria, su independencia en el terreno político. Según el editorial anónimo, en una sociedad dividida en clases, la independencia política y la independencia de partido son imposibles de realizar. Partisan Review ha sacado de su experiencia la lección de que todo lazo con los partidos políticos es perjudicial para el arte. Se equivoca, porque no es “la vanguardia leninista la responsable de la dependencia servil del arte” y la que ha “ejercido el despotismo” con los intelectuales. El responsable es, por el contrario, “el instrumento burocrático de la reacción termidoriana en la URSS”27. El editorial propone, en conclusión, una colaboración amistosa entre los redactores y los trotskystas y los invita, por otro lado, a participar en una campaña activa contra los stalinistas, calificados de “bloque de canallas sin conciencia, al servicio del mayor corruptor de la revolución socialista”. Según Socialist Appeal, la nueva Partisan Review había tenido un buen comienzo pero, con el fin de mantenerse como fuerza revolucionaria, no debía velar únicamente por la independencia del arte, sino ligarse igualmente al movimiento de clase del proletariado.
La lección de marxismo, un poco autoritaria y condescendiente, dada a Partisan Review, por el Socialist Appeal causa la indignación de John Wheelwright, poeta refinado y militante trotskysta28. En una carta abierta al Socialist Appeal, que es publicada por Partisan Review29, Wheelwright acusa a su propia organización de haber deformado los objetivos de Partisan Review. El reproche que le hace de persistir en una actitud “neutra y de indiferencia altiva” hacia el movimiento obrero e “independiente frente al marxismo”, conduciéndolos a “darle la espalda a las cuestiones políticas” se acerca a las acusaciones del Daily Worker quien, con el “vocabulario limitado que es el suyo”, califica a la gente de Partisan Review de “calumniadores de la clase obrera”, de “rompehuelgas”30. Esto significa, para el Socialist Appeal, dar prueba de una corta vista en el terreno de la literatura: “El marxismo es, primero, una guía para la acción. Prevalece sobre todas las otras disciplinas porque es una ayuda indispensable para la imaginación creadora. Recíprocamente, la imaginación creadora guía a la acción política”31. John Wheelwright, con un verbo poético mordaz, increpa al redactor anónimo del editorial quien, “graciosamente, acuerda una completa autonomía al arte y a la ciencia y a los trabajadores en el terreno respectivo que es el suyo”. ¿Por qué estas “cortantes y secas categorías? ¿Quién erige estos reinos a la imagen de Saint Paul quien repartía el globo terráqueo entre España y Portugal?” Wheelwright piensa que es un error afirmar que la política domina en el mundo cualquier cosa y la literatura. Para él, la literatura y la política “responden de una manera autónoma: con retraso o con anticipación, una con respecto a otra”.
Mientras que los trotskystas reprochan a Partisan Review su tibieza para combatir al stalinismo, uno de los más celosos compañeros de ruta del Partido Comunista, Malcolm Cowley, acusa a sus redactores de estar a sueldo para el trotskysmo. Luego de haber aprobado en New Republic los procesos de Moscú, Malcolm Cowley se muestra como uno de los más empedernidos enemigos de Partisan Review, a la que acusa de llevar “una campaña antisoviética, bajo la bandera infrarroja de la Cuarta Internacional”32. Ve la prueba de esta campaña en el sumario del número de agosto - septiembre de 1938, que tiene, según él, cinco artículos anti soviéticos, cuyos autores son Trotsky, F.W. Dupee, Dwight Macdonald, Víctor Serge y James Burnham. Un ensayo crítico de Dupee sobre “La esperanza” de Malraux, que describe a este último como el “liberal tipo intrigante” del Frente Popular y de la Comintern, lleva la cólera de Cowley a su límite. Partisan Review, que reivindicaba su independencia, se ha transformado en una revista que enrola en “una cruzada antisoviética”, a los jóvenes escritores “idealistas, formalistas, simbolistas, libertarios”, bajo la dirección política de Trotsky. Solicita por carta el apoyo de Edmund Wilson y este último le responde agriamente, porque guarda toda su confianza en los redactores de Partisan Review33.

Trotsky y Partisan Review

Si bien el acercamiento de los redactores de Partisan Review hacia Trotsky es una consecuencia directa de su ruptura con el stalinismo, se apoya también, en gran parte, en la fascinación que ejerce sobre ellos la personalidad “magnética” del dirigente de la Revolución de Octubre, así lo subraya Alan Wald34. Ellos están atraídos por sus “dones intelectuales y literarios brillantes”, pero igualmente por “la pureza revolucionaria” que se desprende de su vida frente a la “infamia moral del stalinismo”35. Trotsky les parece un intelectual que ha dedicado su vida a la causa de la clase obrera y que, al mismo tiempo, ha estado a la cabeza de acontecimientos históricos grandiosos. Su vida, como lo destaca Macdonald, muestra que “los intelectuales podían hacer la historia”36. Dupee confiesa: “No hay ninguna duda que Trotsky me ha influenciado definitivamente más que ningún otro americano. Contrariamente a numerosos intelectuales liberales y radicales, no he apoyado nunca a F. D. Roosevelt”37. Pero sobre todo, las tesis desarrolladas por Trotsky en “Literatura y Revolución” y otros ensayos críticos, le parecían totalmente compatibles con los que Partisan Review reivindicaba desde hacía varios años.
Trotsky ha seguido con particular atención la ruptura de los redactores de Partisan Review con el P.C. Está al acecho del menor crujido en el seno de los intelectuales compañeros de ruta o miembros del partido, porque los interpreta como la manifestación de una crisis más profunda, que considera como la consecuencia inevitable de los juicios de Moscú. La evolución del grupo Partisan Review es, al mismo tiempo, una confirmación de su análisis y una esperanza de un movimiento de mayor amplitud. James Burnham, que conocía íntimamente a los fundadores de la nueva Partisan Review, envía a Trotsky informaciones confidenciales y su análisis personal de las tendencias que componen el comité de redacción. Distingue allí tres grupos bastante heterogéneos. El grupo Dupee, Phillips, Rahv, que han sido los tres miembros del P.C. son mucho más “literarios que políticos”. Según Burnham, “el primer proceso ha quebrado realmente a Phillips y a Rahv”, pero “ellos estaban asustados frente a la ruptura” y “no sabían cómo y dónde escribir, lo que era su principal preocupación”. En el transcurso del año y medio, “han proyectado la creación de una revista”, “no política”, que hubiera podido ser apoyada aún por los stalinistas y “como es frecuente en tales casos, han justificado su propia timidez con teorías acerca del atraso de la situación americana”38.
Macdonald es el primero en tomar contacto con Trotsky en julio de 1937 y lo invita a colaborar con Partisan Review en el futuro39. En agosto, precisa la orientación general de la revista, que será “exclusivamente cultural” y, en consecuencia, no podrá tomar posición “sobre cuestiones de estrategia marxista a la manera de un partido político”, ni tomar parte directamente en las controversias políticas del momento. Como individuos, los redactores tenían, por supuesto, una posición política propia: “Todos somos opositores al stalinismo y comprometidos con un programa de acción leninista. Creemos en la necesidad de un nuevo partido que tomará el lugar de la Comintern corrupta”40. Pero, según él, estas ideas no deben ser impuestas a la obra literaria. Al mismo tiempo, la revista atacará a todas las formas de reformismo y de stalinismo que “afectan a la cultura y a la literatura americana”. Trotsky no tenía apuro en aceptar y prefiere esperar que Partisan Review elabore un programa más preciso. La aparición del primer número y su editorial, cuyo contenido le parece débil y sin gran consistencia, refuerzan sus reservas. Escribe a Macdonald:

“ Mi impresión general es que los editores de Partisan Review son gente instruida e inteligente, pero que no tienen nada que decir. Buscan temas que no pueden herir a nadie, pero que no pueden igualmente dar nada a nadie. Nunca vi ni escuché hablar de un grupo con tal estado de ánimo que consiga éxitos, que adquiera influencia y que deje alguna especie de traza en la historia del pensamiento”41.

Trotsky desaprueba la actitud de los redactores de Partisan Review, a la que juzga de timorata y vacilante: Partisan Review quiere defender “la independencia” y “la libertad”. “¡Excelente! pero ahora es necesario defenderlas con la espada o al menos, con la fusta. Toda nueva tendencia artística o literaria (naturalismo, simbolismo, futurismo, cubismo, expresionismo y así sucesivamente), ha comenzado por un escándalo, rompiendo las viejas lozas respetadas, ofendiendo a las autoridades establecidas (...) esta gente, tanto artistas como críticos literarios, tenían algo que decir”42.
Los temores y la severidad de las críticas de Trotsky ¿son justificadas?. Un primer conflicto, surgido en el seno del comité de redacción de Partisan Review, parece darle la razón. En el momento de la salida del primer número de la revista, una propuesta de publicar los extractos del libro de Gide: “Retoques a mi regreso de la URSS”, divide a los redactores en dos campos. Mary McCarthy y Macdonald están a favor, mientras que Phillips y Rahv vacilan, luego se oponen. Rahv escribe una carta confusa a Gide, exponiéndole las razones por las que Partisan Review no publica su texto: “Lamentablemente, una gran parte de la intelligentsia americana apoya la campaña del partido y se niega a escribir para nosotros”43. La publicación del texto de Gide no podía, efectivamente, más que provocar la furia del P.C. contra Partisan Review e intensificar su campaña de denigración. Rahv y Phillips, temiendo por encima de todo ser aislados, cedían a la presión. Es Dupee, quien, luego de haber oscilado entre los dos puntos de vista, hace inclinar la balanza en favor de Macdonald. Finalmente, el texto de Gide aparece en el segundo número, Rahv le dirige una segunda carta a Gide44.
Entre el mes de enero y de marzo de 1938, se establece una correspondencia continua entre Trotsky y los redactores de Partisan Review. Trotsky quiere mantener y prolongar un período de intercambio de opiniones y de acercamientos mutuos antes de encarar una completa colaboración. Las críticas francas y un poco brutales dirigidas por Trotsky al comité de redacción han provocado en este último una reacción positiva. En una larga carta de respuesta, Rahv reconoce que en ellos ha cristalizado una insatisfacción en aumento, que provenía de la “línea incierta” seguida por la revista en el curso de sus tres primeros números. Rahv piensa que esos errores eran más o menos inevitables, habida cuenta de las condiciones en las que se ubicaba la revista. Insiste sobre todo en las dificultades de la revista, ligadas a la particularidad de su gestión:
“Nuestros problemas se han vuelto más complicados por el carácter literario de la revista. Es mucho más fácil, para un órgano ideológico, designar un programa claro y delimitado. En la literatura, de todas maneras, incluso en condiciones favorables, (...) el problema de encontrar la relación precisa entre lo político y lo imaginario (...) es tan difícil que está prohibida toda solución simple e inmediata.”45.
Rahv piensa que a pesar de sus debilidades, Partisan Review ha cumplido con dos cosas importantes: rompió “irrevocablemente” con el stalinismo y rechazó toda “tentativa de deslizamiento retrógrado hacia el campo burgués”46. No obstante reconoce que la revista se encuentra en un giro en su existencia: el problema que consiste en “dar a la revista una dirección firme y un contenido radical y agresivo a las nociones de independencia y de libertad aún permanece irresuelto”. Para Trotsky, esta cuestión es capital, ya que regresa a ella el 21 de enero, en una larga carta con once puntos dirigidos a Rahv:
“La independencia completa de vuestra publicación frente a la burocracia es, por supuesto, un hecho de valor. Pero la independencia en sí misma no basta. Una lucha contra la influencia desmoralizante del stalinismo sobre la vida intelectual de la intelligentsia es necesaria. Usted ya ha comenzado esta lucha. Sin embargo me parece que usted no le ha dado la amplitud necesaria ni encontrado el tono correspondiente. El stalinismo no es “sectarismo” , (...) El sectarismo presupone una suma definida de convicciones, aunque estas puedan ser estrechas y limitadas, y una defensa fanática de sus convicciones. Los stalinistas no tienen convicciones. Son gente despersonalizada, bien dispuestos, en el fondo, empleados, lacayos, sicofantes desmoralizados. La autoridad usurpada de la revolución, más la disciplina militar, más una tesorería ilimitada, han hecho del stalinismo la úlcera más espantosa sobre el progreso político e intelectual”47.
La lucha contra la influencia corruptora del stalinismo en los medios intelectuales debe ser, según Trotsky, llevada de una manera “intensa”, “feroz” y “sin piedad”. Toda línea de adaptación o semi adaptación a estos medios sería funesta para Partisan Review. El blanco principal debe ser New Masses, y había que desacreditarlo. “Hay que vaciar hasta la última gota el balde de agua mugrienta del stalinismo”48. El artículo que escribió Herbert Solow sobre New Masses no le parecía cumplir correctamente este objetivo, porque es incomprensible en medios amplios49. Es necesario escribir una serie de artículos “abarcando desde todos los ángulos el fenómeno New Masses”. Este objetivo es muy anterior a la aparición del nuevo Partisan Review. Es una antigua preocupación de Trotsky, ya que él discute, en junio de 1937, con Solow y Farrell, quienes asisten a los trabajos de la Comisión Dewey, el proyecto de creación de una revista teórica revolucionaria que debería ser una suerte de anti New Masses. En una nota a los dirigentes del S.W.P., insistía sobre la necesidad de combatir la atmósfera envenenada del stalinismo en los medios intelectuales:
“El caporalismo, el bizantinismo, la beatería, el jesuitismo, la mentira y la falsedad envenenan a los elementos avanzados de la intelligentsia, en el mismo grado que a la vanguardia obrera. El trabajo de desmoralización a escala mundial se cubre con la bandera de la “defensa de la URSS”.
“En su insignificancia misma, la revista New Masses es la expresión de este sistema”50.
Pero es también necesario romper “el estado de neutralidad con respecto a The Nation y a The New Republic”. Partisan Review debe inscribir en su programa la lucha contra el “Louis Fischerismo” que infecta igualmente a los medios radicales.
“Los sabios de The Nation y The New Republic han revelado que no comprendían nada de la evolución de la URSS, es decir, del fenómeno más importante de nuestro tiempo. Un Louis Fischer, cínico sicofante literario, más prudente pero también más repugnante que un Duranty, los llevaba simplemente de las narices. Actualmente, The Nation y The New Republic están sobre todo preocupados porque nuestros lectores no destaquen que el sacerdote en el oráculo no es muy inteligente. De allí la ola de diplomacia, de astucias, de mentiras, de falsedades que llenan las páginas de estas publicaciones. Es necesario destruir su influencia en el pensamiento radical. La lucha contra The Nation y The New Republic debe ser abiertamente situada bajo la bandera de Partisan Review”51.
Trotsky precisa, sin embargo, que Partisan Review no debe ser transformado en órgano puramente político; debe mantener su vocación literaria sin olvidar que las tendencias políticas atraviesan “a todas las esferas de la cultura”. Partisan Review debe ligar su suerte a la aparición de “un movimiento artístico joven y prometedor” que Trotsky desea. Estas propuestas son recogidas bien por los redactores de Partisan Review que encuentran allí un estímulo a su propia orientación y a los esfuerzos que han desarrollado en el terreno de la crítica literaria.

Debate alrededor de un simposio

Una importante cuestión iba a ensombrecer, sin embargo, las primeras relaciones entre Trotsky y Partisan Review. A mediados del mes de enero de 1938, la revista invita a Trotsky a colaborar en un simposio cuyo tema general es: “¿Qué está vivo y qué está muerto en el marxismo?” Los redactores presentaron sumariamente las razones de su iniciativa: después de varias décadas de lucha, el proletariado no ha logrado tomar el poder más que en un solo país. En este país, la naturaleza de la dictadura y del socialismo es muy controvertida. Durante este tiempo, el fracaso de la revolución en los otros países fue acompañado por el ascenso del fascismo y por la aparición de un nuevo ciclo de guerras. ¿Esta situación resulta de las condiciones objetivas, de la falta de dirección, o de los defectos fundamentales del marxismo mismo? Los redactores se proponían contribuir a clarificar estas cuestiones que, según ellos, “agitaban” a los intelectuales liberales y revolucionarios de América52.
Trotsky rechaza categóricamente participar en una empresa que juzga no sólo pretenciosa, sino confusa. Lo más grave, según su opinión, reside en la elección de los participantes:
“La mayoría de los escritores que ustedes invitaron han demostrado durante el pasado su total incapacidad para el pensamiento teórico. Algunos no son más que cadáveres políticos. ¿Cómo se podría confiar a un cadáver la responsabilidad de decidir si el marxismo es una fuerza viva?”53
Rahv no se muestra muy convencido. Piensa sobre todo que “los cadáveres políticos” en cuestión no están totalmente privados de “influencia” sobre los vivos54. Trotsky insiste: tal simposio sólo tendría sentido para él si sus organizadores hubieran invitado a individuos que “se interesen seriamente en la teoría marxista”, o a “eminentes personalidades del movimiento obrero”. Las personas elegidas por Partisan Review son “autores que son puros diletantes en el plano de la teoría”55. Algunos de ellos, efectivamente, han sido feroces opositores a Trotsky en el terreno político, como Fenner Brockway, o B. D. Wolfe, que han rechazado deliberadamente aportar su ayuda y su apoyo a la Comisión Internacional de Investigación sobre los procesos de Moscú. Hubo desacuerdo entre ellos, referidos a cuestiones esenciales de marxismo. Declara incompetente a Suvarin, quien “no ha sido nunca marxista”. Su biografía de Stalin, escribe, es la obra de un periodista cuyo valor esencial proviene de las citas, de las cuales “la mitad son tomadas del trabajo de Sedov para el Biulleten Oppositsii”56. En cuanto a Víctor Serge, “es un escritor talentoso. Si debiera escribir para ustedes un relato de un drama sobre la vida de la Oposición rusa, yo estaría encantado. Pero no es para nada un teórico”. En los hechos, Víctor Serge había entrado en conflicto con Trotsky a partir de 1936, por la cuestión española, en donde Serge junto con Sneevliet apoyan la política del P.O.U.M. Una polémica más reciente acerca de Kronstadt no hace más que agravar las cosas. Trotsky destaca el carácter improvisado del proyecto: el simposio “debería tener un artículo programático de los editores, que denuncie a aquellos que se equivocan y que plantee un punto de vista justo sobre el marxismo. ¿Han considerado un artículo semejante? ¿Quién quiere escribirlo?”57.
El rechazo de Trotsky, inesperado pareciera, compromete todo el asunto y Rahv anuncia finalmente que el proyecto será aplazado varios meses58. Los redactores de Partisan Review no podían permitirse publicar respuestas en un simposio en el que Trotsky hubiera brillado por su ausencia, en el mismo momento en que la revista luchaba contra su aislamiento y buscaba imponerse. Proseguir igualmente la discusión con Trotsky en un terreno tan candente, arriesgaba comprometer las posibilidades de llegar a una colaboración más general, que era deseada vivamente.

Intentos de colaboración

El período de intercambios de puntos de vista terminó hacia fines de abril. Trotsky acepta desde entonces sin reservas, colaborar con Partisan Review. Rahv le propone escribir uno o varios artículos y sugiere algunos temas: el informe sobre el próximo libro de Silone “Los nuevos Maquiavelos”, que es un análisis sobre los dictadores y la dictadura59, un estudio sobre la literatura soviética después de las recientes purgas de los procesos de Moscú o un estudio más general sobre los intelectuales de la Unión Soviética.
El 29 de abril Trotsky le propone a Partisan Review publicar dos de sus textos: “Detrás de las murallas del Kremlin” y un antiguo discurso pronunciado en 1925 sobre la obra científica de Mendeleiev, que analiza las relaciones entre el materialismo dialéctico y las ciencias naturales. Este último texto no le parece conveniente al Comité de Redacción: Mendeleiev es prácticamente un desconocido en EE.UU. y además, el discurso, está mal traducido60. Rahv insiste para que Trotsky escriba sobre las cuestiones que confrontan a los intelectuales, se muestra particularmente interesado en los materiales que Trotsky habría reunido acerca de la interpretación del materialismo dialéctico por el profesor Sidney Hook. La intensa actividad consagrada a la lucha contra los procesos de Moscú y la redacción de “Los crímenes de Stalin” impiden a Trotsky responderle como quisiera a las solicitudes que le son hechas. Finalmente, redacta en junio, especialmente para Partisan Review, un extenso texto sobre el arte y la revolución.
La aparición de una corriente intelectual anti stalinista y la existencia de una revista literaria que muestra abiertamente su simpatía por Trotsky plantea en el seno de la organización trotskysta el problema de una colaboración más estrecha. En una serie de entrevistas entre los dirigentes del S.W.P. y Trotsky, que se llevan a cabo en la primavera de 1938, se trata la actitud a adoptar frente a los intelectuales. Partisan Review es objeto de una discusión particular: “¿En qué medida debemos hacer esfuerzos para que ellos hablen a nuestra tribuna, en qué medida debemos buscar su colaboración con nosotros [...] y, si ellos colaboran, cuál debe ser el límite de las divergencias que pueden estar representadas, y en qué medida nosotros participamos en sus revistas, como Partisan Review?”61. Los dirigentes del S.W.P. consideran sobre todo modificar la fórmula de New International, su órgano teórico, llevándolo de 32 a 42 páginas, con el objetivo de utilizar las páginas suplementarias para publicar una sección de crítica literaria, que estaría confiada a intelectuales como Farrell, Rahv, Rorty, permitiéndoles así expresar con más facilidad “sus diferentes ideas”62. Esta iniciativa “tendería a reemplazar a las revistas como Partisan Review o a funcionar codo a codo con Partisan Review?” Trotsky acuerda con el principio de una colaboración, pero sin embargo es más prudente con la participación en New International. Se muestra desconfiado hacia los intelectuales que considera como “diletantes” en el ámbito de la teoría marxista”.
“Creo que lo mejor sería una división del trabajo entre New International y Partisan Review. Permitir que New International sea invadida por diletantes marxistas, aún cuando sea solamente sobre el tema literario, no está exento de cierto peligro, porque el partido llevará la responsabilidad de sus pequeñas querellas, de sus fricciones, etc. Sería un poco peligroso y comprometedor introducirlos en New International[...].
New International debe comprender todo lo que pueda interesar al movimiento obrero. Pero dar doce páginas para literatura sería demasiado peligroso, sobre todo si no dedicamos más que pocas páginas a las ciencias naturales, al movimiento sindical, a la teoría marxista. Valdría más, igualmente, establecer una colaboración con Partisan Review, criticarla amistosamente, pero no asumir la responsabilidad. Muchos intelectuales preferirán unirse a Partisan Review que a New International, y nosotros la consideramos como una reserva, de la que se puede, de tanto en tanto, ganar a alguno para el partido”63.
La colaboración de los redactores de Partisan Review con New International es, en definitiva, muy pobre. Únicamente F.W. Dupee escribirá, para la sección literaria de New International, un informe de “Muerte a crédito” de Céline64. Por el contrario, la contribución de los trotskystas en Partisan Review es mucho más importante. James Burnham da a la revista varios informes de lecturas, pero también artículos críticos. Discute especialmente con William Troy el valor del mito a través de la obra de Thomas Mann65. Sherry Mangan escribe sobre la obra poética de Cummings. La colaboración de Mangan será mucho más importante en el transcurso del año 1939, en que, desde París, alimenta una crónica de la vida literaria en Francia, bajo el seudónimo de Sean Niall66. Pero indiscutiblemente es Macdonald, quien como miembro activo del S.W.P. da a Partisan Review el tono más político.
El acercamiento de Rahv y Phillips hacia Trotsky no se basaba, al fin de cuentas, en una adhesión al programa político de la IV Internacional. Esta cuestión seguiría siendo muy secundaria para ellos, a diferencia de Macdonald, para quien la IV Internacional había motivado su adhesión al S.W.P. En los hechos, la ruptura con el stalinismo había sido para ellos más el fin de una larga lucha interna contra las concepciones literarias del partido comunista que el fruto de los desacuerdos políticos ligados a los grandes acontecimientos de la lucha de clases. Los procesos de Moscú vinieron a terminar la ruptura, y, cuando Rahv hace el análisis de esto, ve en ellos el “proceso del espíritu” humano ante la destrucción de la generación de los combatientes de la revolución de Octubre67.
Las cuestiones teóricas, como el papel de la crítica marxista, los lazos entre arte y política, el rol del intelectual en el proceso revolucionario, ocupan un lugar central en sus preocupaciones, y, en definitiva, determinan toda su actitud política.

El arte y la revolución

La colaboración de Trotsky es la ocasión para Rahv y Phillips de proseguir y profundizar su análisis de las relaciones entre el arte y la revolución y de reexaminar la noción de literatura proletaria y las teorías literarias del Partido Comunista. Philip Rahv escribe:
“De lo que somos testigos es de la versión en miniatura que, en Rusia, había resultado en la sustitución de la dictadura del proletariado por la dictadura del partido comunista. En el lapso de algunos años, el término “literatura proletaria” fue transformado en un eufemismo para la literatura del partido comunista que cultivaba una fe fanática, identificando el partido con la clase obrera, el stalinismo con el marxismo, y la Unión Soviética con el socialismo”68.
William Phillips, a su turno, analiza la actitud de los grandes teóricos del marxismo frente a la literatura y los escritores. Verifica que, en ninguna parte, en su obra, los fundadores del marxismo, Marx y Engels, sugieren que el arte deba jugar el rol de un “arma de la lucha de clases”. En ninguna parte se hacen promotores de un “arte proletario” destinado a educar a los trabajadores. Phillips rinde un homenaje particular a “Literatura y Revolución” y al análisis crítico de Trotsky quien se oponía a aquellos que “se mostraban impacientes frente a la historia y que querían establecer el arte con la ayuda de decretos”69. Para Phillips, Trotsky es el único de los teóricos marxistas que “...no veía en la literatura únicamente un espejo de la sociedad, sino que tenía una conciencia aguda de estas cualidades, que tomadas de conjunto, daban la visión de una obra de arte”70.
Haciendo justicia a la “amplitud” y a la “variedad” de las opiniones de Trotsky en literatura, Phillips subraya al mismo tiempo que estos no pueden considerarse como un “modo de crítica marxista” aplicable a las “cuestiones generales de la estética de nuestro tiempo”71. Según él, Trotsky no había hecho nunca una tentativa formal para “trabajar los problemas de la crítica marxista”.
En su carta del 21 de enero, Trotsky ponía en guardia a Partisan Review contra la tentación de fabricar “recetas estéticas”. Al contrario, el rol de la revista era el de esclarecer “las vías de las nuevas formas de arte para una lucha contra la rutina, las falsas autoridades, las fórmulas osificadas, y, ante todo, contra la convención y la falsedad”72. Tanto el arte como la cultura tienen necesidad de una nueva perspectiva. Retoma extensamente esta cuestión en un artículo escrito el 17 de junio, y en el que envía el manuscrito ruso a Partisan Review que lo publica.
El hombre expresa a través del arte “la exigencia de la armonía y la plenitud de la existencia”. Es por eso que toda “obra de arte auténtica siempre lleva en ella una protesta contra la realidad”73. Pero el arte está confrontado con la “disgregación y la putrefacción” de la sociedad burguesa y al yugo monstruoso impuesto por la burocracia soviética. Sin embargo, le es imposible encontrar una salida a este impasse por sus propios medios. El arte debe ligar su suerte a la lucha por la revolución. Pero esto no quiere decir que debe ser dirigido ni sufrir la tutela de un partido político, incluso de un partido trotskista:
“Un poder auténticamente revolucionario no puede ni quiere darse la tarea de “dirigir” el arte, y menos aún de darle órdenes, ni antes ni después de la toma del poder[...]. El arte, como la ciencia, no sólo no buscan dirección, sino, por su naturaleza misma, no pueden soportarla. La creación artística obedece a sus propias leyes, aún cuando ella se pone conscientemente al servicio de un movimiento social. Una creación espiritual auténtica es incompatible con la mentira, la hipocresía y el espíritu de acomodamiento. El arte puede ser el gran aliado de la revolución por ello debe permanecer fiel a sí misma”74.
La llegada de André Breton a Coyoacán, en mayo, ofrece a Trotsky la ocasión de dar una forma organizativa a las ideas que defendía en su artículo de Partisan Review. Por otro lado, urge a los redactores de ésta a tomar contacto con Breton, al que presenta como “un autor calificado y un hombre honesto y valiente”75. Le hace llegar a Rahv un ejemplar del Manifiesto por un Arte Independiente que acababa de redactar con Breton, encargándole la traducción al inglés y la difusión después de haberlo publicado en Partisan Review. Trotsky cuenta particularmente con Rahv y sus amigos para impulsar en EE.UU. la Federación Internacional para un Arte Revolucionario Independiente (F.I.A.R.I.). Pero la cosa va para largo: Macdonald asegura, en nombre de Partisan Review, una difícil conexión con Breton que regresó a París a fines del mes de julio de 193876. Finalmente, Partisan Review publica el Manifiesto y, conjuntamente con un grupo de intelectuales trotskystas, organiza, a principios de marzo de 1939, una reunión que adopta una intención hacia los escritores y artistas americanos. Los treinta y cuatro firmantes llaman a la constitución de una Liga por la Libertad Cultural y el Socialismo y se declaran de acuerdo con el manifiesto firmado por Breton y Rivera77.

La retirada

El llamado lanzado por la Liga para la Libertad Cultural y el Socialismo no encontró ningún eco. Por el contrario, una corriente muy diferente se dibuja entre los intelectuales americanos. La firma del pacto germano - soviético engendra un viento de pánico en la cohorte abigarrada de los intelectuales que apoyan el Frente Popular. Llueven las dimisiones a la Liga de Escritores Americanos: Granville Hicks deja con estrépito el Partido Comunista, otros se van más discretamente. Pero un buen número de intelectuales anti stalinistas que habían apoyado la Comisión Internacional de Investigación no se unieron a la iniciativa de Partisan Review para la constitución de la Liga para la Libertad Cultural y el Socialismo y fundaron su propia organización. En la primavera de 1939, John Dewey y Sidney Hook lanzaron el “Committee for Cultural Freedom” que denuncia el autoritarismo de los estados fascistas y de la U.R.S.S. en el mismo plano. Lejos de reforzar una corriente intelectual revolucionaria que luche a la vez por la libertad cultural y el socialismo, la crisis que atraviesan los intelectuales americanos desemboca, al fin de cuentas, en el anti comunismo.
En las páginas de Partisan Review, la cuestión del simposio resurgió luego de la aparición de un artículo de Edmund Wilson que propone rechazar el materialismo dialéctico, calificado de “teoría semi religiosa”, “idealista y mística”78. A las respuestas de Phillips y de Rahv les falta fuerza y son ambiguas. Phillips defiende la teoría de la alienación en Marx pero, al mismo tiempo, no excluye la eventualidad de abandonar ciertas “antigüedades” del marxismo. Por su lado, Rahv piensa que hay que rechazar, no sólo la dialéctica, sino también la noción de dictadura del proletariado, tal como la ha encarnado el bolchevismo.79. Los temores de Trotsky en lo que concierne al diletantismo de los intelectuales no eran infundados. Insensiblemente, los redactores de Partisan Review se alejan del marxismo.
Al mismo tiempo, Macdonald tomó parte en la polémica alrededor de Kronstadt y expresó en New International sus dudas y críticas en contra de las posiciones de Trotsky. La crisis que estalla en el seno del S.W.P. sobre la cuestión de la naturaleza del estado soviético y de la “defensa de la U.R.S.S.” divide a los intelectuales, en los que la gran mayoría se inclina hacia las tesis de Shachtman. Sobre este tema, Macdonald desarrolla posiciones personales y esboza un análisis de lo que llama “el colectivismo burocrático”. Luego de la escisión, se va al Workers Party de Shachtman. Trotsky, en uno de sus últimos escritos, lo toma de blanco: no lo trata, como a Burnham, de “snob intelectual”, sino le reprocha su diletantismo, califica su análisis del fascismo de “pobre compilación” y de “plagio” al arsenal teórico de la IV Internacional. Según Trotsky, Macdonald adolece de “honestidad intelectual” cuando pregona “el escepticismo con respecto a todas las teorías, todos los gobiernos, todos los sistemas sociales”, lo que para Trotsky, no es más que “la preparación para la deserción personal”80.
Finalmente, y sobre todo, la proximidad de la guerra, después su desencadenamiento, terminan por exacerbar las tensiones ya visibles entre las tendencias heterogéneas que componen el Comité de Redacción de Partisan Review. En definitiva, y aunque haya un momento encarnado en una corriente intelectual sinceramente orientada en la búsqueda del marxismo, Partisan Review, a comienzos de los años cuarenta, confirma los temores expresados algunos años antes por Trotsky de verla tender a buscar refugio en “un monasterio cultural, protegiéndose del mundo exterior por el escepticismo, el agnosticismo y la respetabilidad”.

1. Nos hemos apoyado para este artículo en el libro de James Burkhart Gilbert: Writers and Partisan: A History of Literary Radicalism in America. New York, 1968. Allí se encuentra el estudio más completo de Partisan Review. Sin embargo, el estudio de J.B. Gilbert analiza de manera muy superficial el movimiento de los intelectuales anti stalinistas a fines de los años ‘30 y la influencia de Trotsky sobre los redactores de Partisan Review. Alan Wald corrige esta falta en su artículo: “Revolutionary Intellectuals: Partisan Review en los ‘30 en Literature at the Barricades, University of Alabama Press, 1982. Se encontrará allí un análisis interesante de la orientación cultural de la revista en el artículo de Terry A. Cooney: “Cosmopolitan Values and the Identification of Reaction: Partisan Review in the ‘30s” The Journal of American History, diciembre de 1981. Finalmente, William Phillips y Philip Rahv relataron sus recuerdos en: “In Retrospect: Ten Years of Partisan Review” in The Partisan Reader, New York, Dial Press, 1946.
2. “Editorial Statement”, Partisan Review I, febrero – marzo, 1934.
3. William Phillips, “How Partisan Review Began”. Commentary, diciembre de 1976.
4. Ibídem.
5. Philip Rahv, Wallace Phelps (William Phillips), “Problems and Perspectives in Revolutionary Literature”, Partisan Review I, junio – julio 1934.
6. Ibídem.
7. Ibídem.
8. Wallace Phelps y Philip Rahv, “Criticism”, Partisan Review II, abril – mayo 1935.
9. Wallace Phelps, “Three Generations”, Partisan Review I, septiembre – octubre 1934.
10. “National John Reed Club Conference”, ibídem, p. 60-61.
11. Philip Rahv, “How the Waste Land Became a Flower Garden”, Partisan Review I, septiembre – octubre 1934.
12. Granville Hicks. “Our Magazines and their Functions”, New Masses XIII, 18-12-34.
13. Michael Gold, “Papa Anvil and Mother Partisan”, New Masses XVIII, 8-2-36.
14. Ibídem. Clifford Odets (1906-1963), dramaturgo, nacido en Filadelfia, adhiere al Partido Comunista Americano en 1934 y lo deja al año siguiente en el momento en que comienza a ser reconocido como autor. Cuando compareció en 1952 ante la Comisión de Actividades Antiamericanas, Odets declaró que había dejado el P.C. porque se le exigía que escribiera la propaganda.
15. El libro de J. T. Farrell: A Note on Literary Criticism, publicado en mayo de 1936, no escatimaba a ninguna figura oficial. Gold era calificado de “revolucionario sentimental” y Hicks de “determinista mecanicista”. El libro no mencionaba ni a Stalin ni a Trotsky, pero las tesis de Farrell hicieron eco en las de Literatura y Revolución de Trotsky. Ver Alan Wald en James T. Farrell: The Revolutionary Socialist Years. Nueva York, 1978, p. 40-46.
16. Daniel Aaron, Writers on the Left, Oxford University Press, 1977, p. 283-284.
17. George Novack, “The Intellectuals and the Crisis”, New International, III, junio 1936.
18. William Phillips, “How Partisan Review Began”, loc. cit.
19. J.B. Gilbert, op.cit. p. 165.
20. Van Vyck Brooks (1886-1963). Después de haber publicado America’s Coming of Age (1915), que tomaba parte por el modernismo contra el pragmatismo y el puritanismo de los escritores del siglo XIX, Van Vyck Brooks efectúa un retorno espectacular a mediados de los años ‘30. Se hace defensor de una literatura y un arte de la conciencia americana y declara la guerra contra Joyce, Eliot y Proust. Se vuelve así el representante privilegiado de los escritores compañeros de ruta del Frente Popular y el mayor adversario de los redactores de Partisan Review.
21. Philip Rahv, “Two Years of Progress: From Waldo Frank to Donald Ogden Stewart”, Partisan Review, V, febrero de 1938. Waldo Frank (1889-1967), novelista nacido en New Jersey. Al principio, simpatizante socialista, se volvió, durante los años ‘30, un compañero de ruta del P.C. En 1935, en el Primer Congreso de Escritores, fue elegido secretario de la Liga de Escritores Americanos. En mayo de 1937, había escrito una carta a The New Republic, expresando algunas dudas acerca de los procesos de Moscú. Había visitado a Trotsky en México pero finalmente, había rechazado comprometerse. Donald Ogden Stewart (nacido en 1894), dramaturgo, comenzó su carrera como actor. Adquirió una notoriedad como humorista en los años ‘20. Autor de guiones, trabaja para Hollywood en los años ‘30.
22. Dwight Macdonald, “Letter to the Editors”, The Nation, 10 de junio de 1937.
23. J.B. Gilbert, op.cit., p. 173-174 y Alan Wald “Revolutionary Intellectuals”. Mary McCarthy, en un reciente artículo consagrado a F.W. Dupee, insiste, por su lado, en la influencia de Macdonald quien, en el contexto de los juicios de Moscú, no tuvo ningún problema en “persuadirlo de dejar el Partido Comunista y New Masses”. “F.W. Dupee”, The New York Review of Books 27 october 1983. F.W. Dupee había nacido en 1904.
24. William Phillips, “How Partisan Review Began”, loc. cit.
25. “A Literary Snake Sheds his Skin for Trotsky”, Daily Worker, 12 de octubre de 1937 “No Quarter to Trotskysts - Literary or Othervise”, Daily Worker, 20 de octubre de 1937.
26. “Editorial Statement”, Partisan Review 1, diciembre de 1937.
27. Socialist Appeal, 4 de diciembre de 1937. En una entrevista con Alan Wald, George Novack le ha revelado que él era el autor de esa editorial. Alan Wald, op. cit.
28. John Wheelwright (1897-1940), poeta nacido en Boston, evoluciona desde la religión hacia el marxismo. Militante socialista, se une con su amigo Sherry Mangan a la fracción trotskysta dentro del Partido Socialista. Luego de la expulsión de los trotskystas del Partido Socialista, se convirtió en miembro del S.W.P. Muere trágicamente en septiembre de 1940, atropellado por un camión. El Socialist Appeal le rendirá homenaje a su “firmeza y lealtad en el movimiento revolucionario”.
29. John Wheelwright, “To the Editors of the Socialist Appeal”, Partisan Review IV, febrero de 1938, p. 62-63. Temiendo que el Socialist Appeal no publicara su carta, había enviado una copia a Partisan Review que rápidamente la había publicado. Se lo echaron en cara en el S.W.P.
30. Ibídem.
31. Ibídem.
32. Malcom Cowley (nacido en 1898) hizo sus estudios en Harvard y en la Universidad de Montpellier en Francia. Se volvió, en 1930, miembro del comité de redacción de The New Republic. Muy ligado al Partido Comunista.
33. Edmund Wilson (1895-1972) le responde el 20 de octubre de 1938: “Ud. es el hombre que hace falta para hablar del valor de una revista literaria no partidaria después de la manera en que fue dado a conocer en esta deteriorada vieja línea stalinista”. Letters on Literature and Politics (1912-1972). NY 1977.
34. Alan Wald, op. cit., pag. 196.
35. Ibídem..
36. Dwight Macdonald, Memoirs of a Revolutionnist, New York, 1963, p. 15.
37. F. W. Dupee a Alan Wald, op. cit., p. 202.
38. James Burnham a Alan Wald, 12 de abril de 1938, Houghton Library. Burnham ubicó en un primer grupo a Mary McCarthy, a quien consideraba como una mujer con espíritu mordaz, pero preocupada en hacer carrera en letras, y a George Morris, únicamente interesado en el arte abstracto, que “coleccionaba con un gusto impecable” y que pintaba “con sensibilidad, aunque sin profundidad”. Es el proveedor de fondos de Partisan Review. Macdonald representaba por sí solo el segundo grupo: “Es difícil definir sus ideas, pero deben asemejarse a las de un C. Beard joven y enérgico. Es fuertemente anti stalinista. Ha sido, de conjunto, un leal simpatizante de nuestras ideas desde hace varios años. Al principio ha estado influenciado por American Workers Party, antes de la fusión. Ha sido un miembro activo del comité de defensa de Trotsky”.
39. Dwight Macdonald a Trotsky el 29 de julio de 1937, Houghton Library.
40. Dwight Macdonald a Trotsky el 23 de agosto de 1937, Houghton Library. Los primeros intercambios con Macdonald habían provocado en Trotsky muchas reservas. Respondiendo a su carta del 23 de agosto, Trotsky le escribía: “...El pequeño programa de Partisan Review me parece un poco vago. En particular, el ataque contra el “dogmatismo político”, sin definición exacta, me parece muy poco feliz. Naturalmente, debemos rechazar toda tentativa de dirigir los terrenos literarios, artísticos y científicos desde el punto de vista político. Pero el filisteo medio entiende por “dogmatismo político”, no sólo la intervención de la burocracia en la esfera de la pintura, de la poesía, etc., sino un programa político preciso, e incluso el pensamiento político serio (...) Esta fórmula no es correcta, incluso en lo que concierne a los stalinistas: no tienen dogma del todo. En su esencia, se caracterizan por su servilismo político y no por su dogmatismo político. El peligro, con vuestra formulación evasiva, es que ustedes no satisfarán a los empiristas preocupados de salvaguardar su “independencia”, sino que, al mismo tiempo, se apoyarán en los marxistas revolucionarios que son llamados dogmáticos.
En estas condiciones, creo que lo mejor es esperar a los primeros números de Partisan Review y decidir entonces si participaré en ella y hasta dónde. Por mi parte, deseo que el desarrollo futuro nos acerque el uno al otro”. “La colaboración con Partisan Review”, Trotsky a D. Macdonald, 11 de septiembre de 1937, Oeuvres 14, p. 386.
41. Trotsky a Macdonald, 20 de enero de 1938. Oeuvres 16, p. 99 - 101.
42. Ibídem.
43. J.B. Gilbert, op. cit. p. 197-198. Philip Rahv a Gide, 25 de noviembre de 1937. Archivos de Partisan Review.
44. Philip Rahv a Gide, 6 de enero de 1938. Archivos de Partisan Review.
45. Philip Rahv a Trotsky, 1 de marzo de 1938, Houghton Library, (4212).
46. Ibídem.
47. Trotsky a Philip Rahv, 21 de marzo de 1938, Oeuvres 16, p. 347-353.
48. Ibídem.
49. Ibídem. Herbert Solow había escrito en el número 4, de marzo, de Partisan Review un artículo crítico de la política literaria del P.C. a través de New Masses: “Minutiae of Left-Wing Literary History”.
50. “Por una revista marxista militante revolucionaria, crítica” (Nota de Trotsky a los dirigentes del S.W.P.), 29 de mayo de 1937, Oeuvres 14, p. 90.
51. Trotsky a P. Rahv, 21 de marzo de 1938.
52. Partisan Review a Trotsky, 21 de enero. Houghton Library. La revista sometía a los colaboradores del simposio a las siguientes cuatro preguntas:
“I. El marxismo, ¿ciencia o ideología? El materialismo dialéctico ¿es sinónimo de ciencia o es un medio diferente de alcanzar la verdad?
II. Marxismo, democracia y socialismo. La teoría clásica del marxismo ¿garantiza a los trabajadores la democracia en el interior de los partidos del proletariado y en el interior del estado proletario? ¿Qué lazo preciso hay entre la dictadura del proletariado, el socialismo y la democracia?
III. Marxismo y fascismo. ¿El análisis marxista del capitalismo se encuentra modificado por la emergencia del fascismo? Las tareas para deshacer el fascismo ¿implican un cambio en la estrategia clásica de la clase obrera?
IV. El marxismo y la guerra. El marxismo ¿suministra una estrategia de clase adecuada en tiempo de guerra, más precisamente, en relación a la guerra inminente entre los estados fascistas y los supuestos poderes democráticos aliados a la Unión Soviética?”.
53. Trotsky a Dwight Macdonald. 20 de enero de 1938, Oeuvres 16, p. 99 -101. Entre la lista de autores políticos invitados por Partisan Review a colaborar en el simposio, Trotsky había subrayado con lápiz varios nombres (los “cadáveres políticos” en cuestión, sin ninguna duda!): Boris Suvarin, Karl Korsch, Harold Laski, August Thalheimer, Fenner Brockway.
54. Philip Rahv a Trotsky, 1 de marzo de 1938, Houghton Library.
55. Trotsky a Philip Rahv, 21 de marzo de 1938, Oeuvres 16.
56. Ibídem.
57. Ibídem.
58. Finalmente Rahv adopta la opinión de Trotsky y reconoce que el proyecto había sido mal concebido. Rahv a Trotsky, 10 de abril de 1938, Houghton Library.
59. Ignazio Silone (1900-1978). Trotsky había escrito una crítica elogiosa de su novela Fontamara. Silone iba alejándose de su óptica primera y evolucionaba hacia una suerte de misticismo religioso. El libro en cuestión apareció con el título La escuela de los dictadores.
60. Philip Rahv a Trotsky, 8 de junio de 1938, Houghton Library. La traducción era un intento de Rae Spiegel.
61. “Discusiones sobre la organización de la defensa y la actitud frente a los intelectuales” 24 de marzo de 1938.
62. Ibídem.
63. Ibídem.
64. F.W. Dupee “The Child as Scapegoat”, New International, octubre de 1938.
65. James Burnham “William Troy´s Myths”, Partisan Review, IV, agosto - septiembre de 1938.
66. Sherry Mangan (1904-1961) trabaja como periodista para Time en Francia a fines de los años ‘30. Envía a Partisan Review una serie de artículos titulados “Cartas de París”. Al mismo tiempo, colabora con la prensa trotskysta americana, bajo el seudónimo de Terence Phelan y se cartea con Trotsky, a quien da informaciones sobre la crisis del P.O.I., la organización francesa, y la entrada en el P.S.O.P. Alan Wald, The Revolutionary Imagination, p. 182-183.
67. Philip Rahv, “Trials of the Mind”, Partisan Review, IV, abril de 1938.
68. Philip Rahv, “Proletarian Literature: a Political Autopsy”, Southern Review, 1939.
69. William Phillips, “The Esthetic of the Founding Fathers”, Partisan Review, IV, marzo de 1938.
70. Ibídem.
71. Ibídem.
72. Trotsky a P. Rahv, 21 de marzo de 1938.
73. “El arte y la revolución”, Trotsky a Partisan Review, 17 de junio de 1938 en Littérature et Révolution, UGE coll. 10/18, p. 448-463.
74. Ibídem, p. 462.
75. Trotsky a P. Rahv, 12 de mayo de 1938, Houghton Library.
76. No podemos tratar aquí, en el marco de este artículo, las relaciones entre Partisan Review y la F.I.A.R.I.
77. “Statement to American Writers and Artists”, The League for Cultural Freedom and Socialism.
78. Edmund Wilson, “The myth of Marxist Dialectic”, Partisan Review, VI, fines de 1938.
79. William Phillips, “Devil Theory of the Dialectic”, Partisan Review, VI, fines de 1938, Philip Rahv, “What is living and what is dead”, Partisan Review, VII, mayo -junio de 1939, p. 175-178.
80. Trotsky a Albert Goldman, 9 de agosto de 1940 en “Defensa del Marxismo” EDI, 1972, p. 308-309. Macdonald iba a dejar en 1942 el Workers Party así como a Partisan Review, para fundar su propia revista, Politics.