Partisan
Review, cuya historia simboliza toda una trayectoria de los intelectuales
americanos durante la crisis mundial y en la víspera de la Segunda
Guerra, es mal conocida en Francia hoy. Su historia puede dividirse
en tres períodos: el primero, desde su fundación, a fines de 1935,
es la de una revista cuyo equipo de redacción se opone cada vez
más a la línea del Partido Comunista Americano en el ámbito literario.
El segundo está marcado por la fusión de Partisan Review con la
revista de Jack Conroy, una experiencia de corta duración. Finalmente,
luego de su desaparición en 1937, Partisan Review reapareció y este
es su gran período, el de su renacimiento como revista
independiente, y el de sus lazos con Trotsky1.
Partisan Review que, en su origen, era el órgano de la sección de
Nueva York de los John Reed Clubs, fue fundada en febrero de 1934.
En su editorial, se comprometía a defender y a mantener el
punto de vista de la clase obrera en el terreno específico
de la crítica literaria. Era, de hecho, ampliamente tributaria de
las consignas y de la línea del Partido Comunista Americano, subrayaba
que tomaría parte en la lucha de los trabajadores e intelectuales
sinceros contra la guerra imperialista, el fascismo, la opresión
nacional y racial, afirmando que la defensa de la Unión
Soviética era una de sus principales tareas2.
Sostenía al mismo tiempo querer resistir a toda tentativa
de paralizar la literatura con teorías y prácticas estrechas
y sectarias.
Sus principales fundadores son dos jóvenes intelectuales, a quienes
la crisis económica sin precedentes que sacude entonces a EE.UU.
les despertó la conciencia política. Philip Rahv se llamaba Ivan
Greenberg y nació en Ucrania. Siguió a sus padres, emigrados luego
de la Revolución de Octubre, a Australia, después a Palestina. Lo
enviaron a los 14 años a EE.UU. adonde vivía su hermano mayor. Había
comenzado muy joven a ganarse la vida y no había podido hacer sus
estudios secundarios. Autodidacta, pasaba todos sus momentos de
ocio en la biblioteca, inclinándose por la literatura clásica, la
historia y la filosofía. La crisis económica lo condenó a la desocupación
y lo empujó a ir a Nueva York en donde pronto se comprometió en
la actividad política y adhirió al Partido Comunista. Es en el curso
de este período que adoptó el seudónimo de Ravh, que significa rabino
en hebreo. Fue secretario de un pequeño mensual, Prolit Folio, financiado
por la Federación Internacional de Escritores Revolucionarios. Publicó
igualmente artículos y resúmenes de obras literarias en el Daily
Workers y en New Masses.
El itinerario de William Phillips es diferente. Originario de un
barrio pobre del Bronx, frecuentó la escuela secundaria, luego la
Universidad de Nueva York y de Columbia. A pesar de su modesto origen
y de sus dificultades materiales, buscó conscientemente evitar el
compromiso político. Explicará años más tarde: Por el contrario,
mi desarrollo intelectual y literario estaba arraigado en la experiencia
del modernismo: mi mundo estaba limitado a Eliot, Pound, Joyce,
los cubistas, Mondrian, etc.3. Durante la depresión económica
y bajo su influencia directa comenzó a interesarse por los problemas
sociales y la política.
Joseph Freeman, uno de los críticos literarios más destacados del
Partido Comunista, les encarga a Philip Rahv y a William Phillips
crear una revista consagrada exclusivamente a la literatura y a
la crítica literaria. Los dos hombres consideran que New Masses,
el órgano oficial del Partido, es demasiado político. Se trata,
en su intención, de prolongar las actividades de los John Reed Clubs
pero, sobre todo, de clarificar las confusas concepciones que rodean
la teoría de la literatura proletaria de la que New Masses era propagador.
La lucha contra el izquierdismo literario
William Phillips recuerda que, en la época en que colaboraba con
New Masses, estaba horrorizado por el sectarismo
ortodoxo que reinaba en los círculos ligados a los comunistas4.
A partir de los primeros números de la revista, Phillips y Rahv
incriminan el sectarismo de quienes trasponen mecánicamente los
análisis económicos a las novelas y a los poemas, y los acusan de
izquierdistas, retomando la expresión utilizada por
Lenin en su polémica contra los adversarios de la participación
en los sindicatos reformistas, pero dándole un sentido propio. En
las páginas de New Masses y de las revistas especializadas ligadas
al Partido Comunista, Michael Gold, Granville Hicks, Joseph Freeman,
Josuah Kunitz, defienden los criterios de una literatura proletaria,
y hacen reinar entre los poetas y novelistas, un verdadero terror
en nombre de la consigna: el arte es un arma de la lucha de
clases. Contra semejante concepción sectaria y mecánica es
que Rahv y Phillips se sublevan en un estudio titulado: Problemas
y perspectivas en la literatura revolucionaria. El izquierdismo
teórico causó, según ellos, un grave perjuicio para la existencia
de una verdadera creación literaria. Los intentos que se hicieron
para impregnar a la literatura con el programa del P.C. no produjeron
más que formas literarias mediocres. Falto de experiencias reales
de la clase obrera, el izquierdismo se esconde detrás de la
pantalla de humo de un revolucionarismo verbal5. El izquierdismo,
al proclamar la existencia de un lazo directo entre la infraestructura
económica y la ideología, deforma y vulgariza la complejidad
de la naturaleza humana, las motivaciones de la acción y su expresión
en el pensamiento y el sentimiento6. Esta orientación literaria
se deriva de una confusión entre el marxismo y el materialismo mecánico.
En el plano filosófico, el materialismo mecánico ignora la
interacción dialéctica entre la conciencia y el entorno, y la influencia
recíproca entre, por un lado, la superestructura, y por el otro,
el determinismo económico7.
En una serie de artículos en los que el rigor contrasta con el estilo
arrebatado y vengativo de Michael Gold, los animadores de Partisan
Review concentran su análisis en tres direcciones: las relaciones
que existen entre arte burgués y arte proletario, los lazos entre
forma y contenido, y la oposición entre el arte y la propaganda.
Sin embargo, ni Rahv ni Phillips cuestionan la realidad y la legitimidad
de una literatura proletaria. Pero el contenido que le dan a esta
expresión está bastante alejado de la versión oficial que le dan
los teóricos habituales del P.C. En su mente, la literatura proletaria
se opone a la literatura de la generación perdida de
los escritores americanos de los años 20. Defender la causa
de la literatura proletaria no implica que haya que rechazar la
herencia del pasado y de una parte de la literatura burguesa8. Profundamente
influenciado por T.S. Eliot, W. Phillips reivindica las nuevas formas
de su obra poética a pesar de sus puntos de vista políticos reaccionarios9.
La intransigencia teórica y el rigor de la crítica de los redactores
de Partisan Review les vale una gran popularidad entre los escritores
de izquierda. Cuando tuvo lugar la convención de los John Reed Clubs,
en Chicago en septiembre de 1934, numerosos escritores hicieron
suyo el análisis de Partisan Review y denunciaron el izquierdismo
literario y los volantes de propaganda que tienen lugar en
la literatura10.
Las críticas formuladas por Phillips y Rahv no dejan de lado un
apoyo a la política general del Partido Comunista. Su ataque contra
el izquierdismo y las trivialidades de la literatura
proletaria no hacen referencia a Trotsky, que no es citado jamás
en sus artículos. Por el contrario, Rahv denuncia a Max Eastman,
políticamente degenerado y lleno de veneno, quien defiende
las tesis de Trotsky sobre la literatura proletaria11. No obstante,
los críticos oficiales de New Masses están irritados por la actividad
de los redactores de Partisan Review. Granville Hicks se pregunta
acerca de la utilidad de mantener la publicación separada de varias
revistas, lo que impide, según él, una utilización eficaz
de las fuerzas. Ve en esta proliferación la expresión de la
bohemia individualista incompatible con la disciplina
intelectual de los revolucionarios12. Es un ataque apenas
velado, al mismo tiempo que una amenaza para Partisan Review. La
ausencia de las firmas de Rahv y Phillips en la base del llamado
al Primer Congreso Nacional de Escritores, publicado en febrero
de 1935 en Partisan Review aumenta las tensiones que existen entre
ellos y el Partido Comunista. Estas tensiones no dejaron de crecer
después de la fusión de Partisan Review y otra publicación de izquierda,
Anvil, en febrero de 1936. La fusión fue saludada irónicamente por
Michael Gold quien estigmatiza el terrible mandarinismo
de los jóvenes escritores de izquierda que llevan su enseñanza
marxista como si llevasen una pesada cruz13. Gold incrimina
particularmente al escritor James T. Farrell quien ha escrito un
artículo desfavorable de la pieza de Clifford Odets: Paradise Lost14.
Un nuevo paso se franqueó en la escalada, con el número de junio,
que contiene tres virulentos ataques contra el izquierdismo
literario, firmados por Alan Calmer, William Phillips y Philip Rahv.
Estas críticas sucesivas llevan progresivamente a los redactores
de Partisan Review and Anvil a cuestionar el concepto mismo de literatura
proletaria. Los escritores como Ignazio Silone y André Malraux les
parecen más próximos a la realidad de las complejas relaciones entre
la literatura y la política. La cumbre del conflicto parece alcanzarse
cuando la revista da cuenta favorablemente del libro de Farrell,
A Note on Literary Criticism, que calificaba a los críticos del
partido, Isidor Schneider y Granville Hicks, de críticos vulgares.
En los hechos, el libro de Farrell reunía el análisis crítico que
los redactores de Partisan Review desarrollaba desde hacía varios
años15.
Poco después del Primer Congreso de Escritores, hacia mediados del
año 1935, el P.C. inicia un giro hacia la derecha que lo lleva a
abandonar las consignas de la literatura proletaria. Los círculos
de los John Reed Clubs, luego de haber sido convocados a apoyar
activamente las consignas del Partido Comunista, fueron disueltos
burocráticamente por este último16. Este giro radical anuncia el
giro hacia el Frente Popular y el apoyo del P.C. a la política del
New Deal. Progresivamente, en el curso de los años 1936 y 1937,
los artículos y las discusiones acerca de la literatura y el arte
proletarios desaparecen de las páginas de New Masses. Las críticas
literarias practican desde entonces la política de la mano
tendida hacia los escritores, hasta ayer tachados de escritores
burgueses. George Novack subraya, en New International, el ridículo
absurdo de este giro: Sinclair Lewis, de pequeño burgués que
daba la espalda al combate revolucionario del proletariado, fue
milagrosamente transformado en héroe literario del Frente Popular17.
Descorazonados y fatigados por las bruscas variaciones de la política
literaria del partido, en la que veían una manipulación de
las teorías, las consignas y los escritores, W. Phillips y
Rahv llegan a la conclusión que un movimiento literario independiente
no podía existir bajo el impulso del Partido Comunista oficial18
y deciden suspender su publicación hasta que puedan encontrar y
reclutar nuevas fuentes de apoyo financiero.
Ruptura con el stalinismo
Las purgas sangrientas de los procesos de Moscú, el asesinato de
los militantes revolucionarios en España, sacudieron profundamente
a Phillips y Rahv. En junio de 1937, en el Segundo Congreso de Escritores
Americanos, los últimos lazos con el P.C. se rompieron definitivamente.
El Congreso reúne a los compañeros de ruta tradicionales del partido,
como Malcolm Cowley y Kenneth Burke, y a numerosas personalidades
literarias, calificadas por las circunstancias como el ala progresista:
Wilder Thornton, Carl Van Doren, Ernest Hemingway, Archibald Mac
Leish. El Congreso consagra la nueva orientación hacia los valores
tradicionales de la cultura americana. Así como lo subraya James
Gilbert, esta cultura se oponía a la concepción crítica defendida
por los redactores de Partisan Review, apoyada en las innovaciones
modernistas de la literatura europea19. La obra de un Van Vick Brooks20
se situaba a las antípodas de la de los héroes literarios de Partisan
Review: Eliot, Joyce y Proust. Dedicado a la crítica de la nueva
política del P.C., Rahv subraya que no hay nada más extraño a la
creación literaria, a la experiencia individual e intelectual
del escritor que la atmósfera de delación, de adulación
de las celebridades y la jerga política del Segundo
Congreso. Este es enteramente controlado por el P.C. Waldo Frank,
elegido en el Congreso anterior, presidente de la Liga de Escritores
Americanos, y ahora sospechado de tibieza en la defensa de las ejecuciones
de Moscú, es reemplazado sin ninguna discusión, por una figura representativa
de la nueva línea: Ogden Stewart. Este último, más flexible, tiene
la ventaja de aparecer como independiente de los compañeros de ruta
y del núcleo de los escritores comunistas. En un discurso de apertura,
Earl Browder, el Secretario del P.C.A., exhorta a los delegados
a defender con sus obras a la democracia, al Frente Popular en España
y a combatir el fascismo21.
Macdonald, que participó en el Congreso, denuncia la impostura en
una carta dirigida a The Nation: Sólo un representante del
Partido Republicano, un miembro del Farmer-Labor y un comunista
han sido autorizados a hablar en la tribuna. No se puede hablar,
en este caso, de Frente unido contra el fascismo mientras
que un número importante de escritores, antifascistas, pero críticos
hacia la política de Stalin y la U.R.S.S. han sido excluidos del
Congreso: Louis Hacker, Edmund Wilson, Lewis Corey, Sidney Hook,
Benjamin Stolberg, J.T. Farrell se habían negado a participar en
él. Macdonald saca la conclusión que el Frente unido
del que hablan los organizadores está indefinidamente extendido
hacia la derecha pero limitado a izquierda estrictamente al Partido
Comunista22. La oposición a la línea del Congreso se reduce
a un pequeño grupo compuesto por Philip Rahv, William Phillips,
Dwight Macdonald, Fred W. Dupee, Eleanor Clark, y Mary McCarthy.
Todos son miembros del Comité de Defensa de León Trotsky y han apoyado
los trabajos de la Comisión Dewey. Este pequeño grupo es el que
será en los próximos meses, el principal artesano del renacimiento
de Partisan Review.
Fred Dupee se encontró con Philip Rahv en el local de New Masses,
en donde era redactor literario. Había leído la Historia de
la Revolución Rusa, a la que adhiere, de la misma manera que
Literatura y Revolución, que había leído un poco antes.
Dupee no es un ideólogo, es un crítico literario de
talento, dotado de una gran sensibilidad. Se siente cada vez más
chocado con la atmósfera policíaca y anti trotskista que reina en
las oficinas de New Masses. Reivindica, en vano, una mayor libertad
de expresión en la revista y exige que se dé cuenta objetivamente
del libro de Gide: Retorno a la URSS y que se trate
a su autor con respeto23. Dupee establece lazos de amistad con James
Burnham, uno de los dirigentes del S.W.P. que le demuestra el absurdo
criminal de los procesos de Moscú. Es Dupee quien pone a Rahv y
a Phillips en contacto con Dwight Macdonald, un antiguo condiscípulo
de la Universidad de Yale, con quien escribe en 1932-1933 una pequeña
revista literaria: Miscellany. Macdonald tiene la ventaja de poseer
una vasta cultura política: leyó las obras de Marx, Engels, Lenin,
Trotsky, Strachey. Trotsky ejerce sobre él una gran fascinación.
William Phillips ha relatado su reunión, un día memorable que él
llama en sus memorias, el domingo rojo: toda una tarde,
Rahv y Phillips, acorralando a Macdonald contra la pared,
lo fusilan con sus argumentos, dejándole apenas tiempo
para responder, y finalmente, le arrancan un acuerdo para lanzar
una nueva Partisan Review. Dwight Macdonald se encarga de convencer,
a su vez, a George Morris, un pintor abstracto que tiene medios
para financiar la revista24.
Apenas conocida la decisión, incluso antes de la salida del primer
número, el Partido Comunista moviliza sus tropas para intentar aislar
a Partisan Review. Sintió el peligro: Partisan Review tiene por
objetivo constituir un polo independiente para los escritores y
los intelectuales que rechazan el stalinismo o que están a punto
de alejarse de él. Partisan Review se convierte así en un centro
intelectual rival serio para New Masses. Los redactores de una nueva
Partisan Review son el blanco de una ráfaga de injurias e invectivas.
Los títulos de New Masses y del Daily Worker traducen la violencia
de los ataques: Una serpiente literaria cambia su piel por
Trotsky. Los complotadores trotskystas desenmascarados,
Ningún perdón para los literatos trotskystas y los otros.
V. J. Jerome, uno de los comisarios políticos del P.C., escribe
que los redactores de Partisan Review se sitúan en el mismo
campo que los asesinos de Kirov, de los que le tiran por la espalda
a los combatientes leales de España y traicionan a los ejércitos
del frente25.
En su primer editorial, los redactores de Partisan Review se mantienen
firmes. Afirman su independencia frente a todos los partidos políticos.
La literatura debe ser libre de toda dependencia fraccional. Nada
ni nadie, subrayan, los sacará de esa posición26. El órgano político
de los trotskystas, Socialist Appeal, se regocija y saluda la iniciativa
de los redactores de Partisan Review, no sin formular, sin embargo,
serias reservas. Partisan Review va demasiado lejos al proclamar,
más allá de su independencia literaria, su independencia en el terreno
político. Según el editorial anónimo, en una sociedad dividida en
clases, la independencia política y la independencia de partido
son imposibles de realizar. Partisan Review ha sacado de su experiencia
la lección de que todo lazo con los partidos políticos es perjudicial
para el arte. Se equivoca, porque no es la vanguardia leninista
la responsable de la dependencia servil del arte y la que
ha ejercido el despotismo con los intelectuales. El
responsable es, por el contrario, el instrumento burocrático
de la reacción termidoriana en la URSS27. El editorial propone,
en conclusión, una colaboración amistosa entre los redactores y
los trotskystas y los invita, por otro lado, a participar en una
campaña activa contra los stalinistas, calificados de bloque
de canallas sin conciencia, al servicio del mayor corruptor de la
revolución socialista. Según Socialist Appeal, la nueva Partisan
Review había tenido un buen comienzo pero, con el fin de mantenerse
como fuerza revolucionaria, no debía velar únicamente por la independencia
del arte, sino ligarse igualmente al movimiento de clase del proletariado.
La lección de marxismo, un poco autoritaria y condescendiente, dada
a Partisan Review, por el Socialist Appeal causa la indignación
de John Wheelwright, poeta refinado y militante trotskysta28. En
una carta abierta al Socialist Appeal, que es publicada por Partisan
Review29, Wheelwright acusa a su propia organización de haber deformado
los objetivos de Partisan Review. El reproche que le hace de persistir
en una actitud neutra y de indiferencia altiva hacia
el movimiento obrero e independiente frente al marxismo,
conduciéndolos a darle la espalda a las cuestiones políticas
se acerca a las acusaciones del Daily Worker quien, con el vocabulario
limitado que es el suyo, califica a la gente de Partisan Review
de calumniadores de la clase obrera, de rompehuelgas30.
Esto significa, para el Socialist Appeal, dar prueba de una corta
vista en el terreno de la literatura: El marxismo es, primero,
una guía para la acción. Prevalece sobre todas las otras disciplinas
porque es una ayuda indispensable para la imaginación creadora.
Recíprocamente, la imaginación creadora guía a la acción política31.
John Wheelwright, con un verbo poético mordaz, increpa al redactor
anónimo del editorial quien, graciosamente, acuerda una completa
autonomía al arte y a la ciencia y a los trabajadores en el terreno
respectivo que es el suyo. ¿Por qué estas cortantes
y secas categorías? ¿Quién erige estos reinos a la imagen de Saint
Paul quien repartía el globo terráqueo entre España y Portugal?
Wheelwright piensa que es un error afirmar que la política domina
en el mundo cualquier cosa y la literatura. Para él, la literatura
y la política responden de una manera autónoma: con retraso
o con anticipación, una con respecto a otra.
Mientras que los trotskystas reprochan a Partisan Review su tibieza
para combatir al stalinismo, uno de los más celosos compañeros de
ruta del Partido Comunista, Malcolm Cowley, acusa a sus redactores
de estar a sueldo para el trotskysmo. Luego de haber aprobado en
New Republic los procesos de Moscú, Malcolm Cowley se muestra como
uno de los más empedernidos enemigos de Partisan Review, a la que
acusa de llevar una campaña antisoviética, bajo la bandera
infrarroja de la Cuarta Internacional32. Ve la prueba de esta
campaña en el sumario del número de agosto - septiembre de 1938,
que tiene, según él, cinco artículos anti soviéticos, cuyos autores
son Trotsky, F.W. Dupee, Dwight Macdonald, Víctor Serge y James
Burnham. Un ensayo crítico de Dupee sobre La esperanza
de Malraux, que describe a este último como el liberal tipo
intrigante del Frente Popular y de la Comintern, lleva la
cólera de Cowley a su límite. Partisan Review, que reivindicaba
su independencia, se ha transformado en una revista que enrola en
una cruzada antisoviética, a los jóvenes escritores
idealistas, formalistas, simbolistas, libertarios, bajo
la dirección política de Trotsky. Solicita por carta el apoyo de
Edmund Wilson y este último le responde agriamente, porque guarda
toda su confianza en los redactores de Partisan Review33.
Trotsky y Partisan Review
Si bien el acercamiento de los redactores de Partisan Review hacia
Trotsky es una consecuencia directa de su ruptura con el stalinismo,
se apoya también, en gran parte, en la fascinación que ejerce sobre
ellos la personalidad magnética del dirigente de la
Revolución de Octubre, así lo subraya Alan Wald34. Ellos están atraídos
por sus dones intelectuales y literarios brillantes,
pero igualmente por la pureza revolucionaria que se
desprende de su vida frente a la infamia moral del stalinismo35.
Trotsky les parece un intelectual que ha dedicado su vida a la causa
de la clase obrera y que, al mismo tiempo, ha estado a la cabeza
de acontecimientos históricos grandiosos. Su vida, como lo destaca
Macdonald, muestra que los intelectuales podían hacer la historia36.
Dupee confiesa: No hay ninguna duda que Trotsky me ha influenciado
definitivamente más que ningún otro americano. Contrariamente a
numerosos intelectuales liberales y radicales, no he apoyado nunca
a F. D. Roosevelt37. Pero sobre todo, las tesis desarrolladas
por Trotsky en Literatura y Revolución y otros ensayos
críticos, le parecían totalmente compatibles con los que Partisan
Review reivindicaba desde hacía varios años.
Trotsky ha seguido con particular atención la ruptura de los redactores
de Partisan Review con el P.C. Está al acecho del menor crujido
en el seno de los intelectuales compañeros de ruta o miembros del
partido, porque los interpreta como la manifestación de una crisis
más profunda, que considera como la consecuencia inevitable de los
juicios de Moscú. La evolución del grupo Partisan Review es, al
mismo tiempo, una confirmación de su análisis y una esperanza de
un movimiento de mayor amplitud. James Burnham, que conocía íntimamente
a los fundadores de la nueva Partisan Review, envía a Trotsky informaciones
confidenciales y su análisis personal de las tendencias que componen
el comité de redacción. Distingue allí tres grupos bastante heterogéneos.
El grupo Dupee, Phillips, Rahv, que han sido los tres miembros del
P.C. son mucho más literarios que políticos. Según Burnham,
el primer proceso ha quebrado realmente a Phillips y a Rahv,
pero ellos estaban asustados frente a la ruptura y no
sabían cómo y dónde escribir, lo que era su principal preocupación.
En el transcurso del año y medio, han proyectado la creación
de una revista, no política, que hubiera podido
ser apoyada aún por los stalinistas y como es frecuente en
tales casos, han justificado su propia timidez con teorías acerca
del atraso de la situación americana38.
Macdonald es el primero en tomar contacto con Trotsky en julio de
1937 y lo invita a colaborar con Partisan Review en el futuro39.
En agosto, precisa la orientación general de la revista, que será
exclusivamente cultural y, en consecuencia, no podrá
tomar posición sobre cuestiones de estrategia marxista a la
manera de un partido político, ni tomar parte directamente
en las controversias políticas del momento. Como individuos, los
redactores tenían, por supuesto, una posición política propia: Todos
somos opositores al stalinismo y comprometidos con un programa de
acción leninista. Creemos en la necesidad de un nuevo partido que
tomará el lugar de la Comintern corrupta40. Pero, según él,
estas ideas no deben ser impuestas a la obra literaria. Al mismo
tiempo, la revista atacará a todas las formas de reformismo y de
stalinismo que afectan a la cultura y a la literatura americana.
Trotsky no tenía apuro en aceptar y prefiere esperar que Partisan
Review elabore un programa más preciso. La aparición del primer
número y su editorial, cuyo contenido le parece débil y sin gran
consistencia, refuerzan sus reservas. Escribe a Macdonald:
Mi impresión general es que los editores de Partisan Review
son gente instruida e inteligente, pero que no tienen nada que decir.
Buscan temas que no pueden herir a nadie, pero que no pueden igualmente
dar nada a nadie. Nunca vi ni escuché hablar de un grupo con tal
estado de ánimo que consiga éxitos, que adquiera influencia y que
deje alguna especie de traza en la historia del pensamiento41.
Trotsky desaprueba la actitud de los redactores de Partisan Review,
a la que juzga de timorata y vacilante: Partisan Review quiere defender
la independencia y la libertad. ¡Excelente!
pero ahora es necesario defenderlas con la espada o al menos, con
la fusta. Toda nueva tendencia artística o literaria (naturalismo,
simbolismo, futurismo, cubismo, expresionismo y así sucesivamente),
ha comenzado por un escándalo, rompiendo las viejas lozas respetadas,
ofendiendo a las autoridades establecidas (...) esta gente, tanto
artistas como críticos literarios, tenían algo que decir42.
Los temores y la severidad de las críticas de Trotsky ¿son justificadas?.
Un primer conflicto, surgido en el seno del comité de redacción
de Partisan Review, parece darle la razón. En el momento de la salida
del primer número de la revista, una propuesta de publicar los extractos
del libro de Gide: Retoques a mi regreso de la URSS,
divide a los redactores en dos campos. Mary McCarthy y Macdonald
están a favor, mientras que Phillips y Rahv vacilan, luego se oponen.
Rahv escribe una carta confusa a Gide, exponiéndole las razones
por las que Partisan Review no publica su texto: Lamentablemente,
una gran parte de la intelligentsia americana apoya la campaña del
partido y se niega a escribir para nosotros43. La publicación
del texto de Gide no podía, efectivamente, más que provocar la furia
del P.C. contra Partisan Review e intensificar su campaña de denigración.
Rahv y Phillips, temiendo por encima de todo ser aislados, cedían
a la presión. Es Dupee, quien, luego de haber oscilado entre los
dos puntos de vista, hace inclinar la balanza en favor de Macdonald.
Finalmente, el texto de Gide aparece en el segundo número, Rahv
le dirige una segunda carta a Gide44.
Entre el mes de enero y de marzo de 1938, se establece una correspondencia
continua entre Trotsky y los redactores de Partisan Review. Trotsky
quiere mantener y prolongar un período de intercambio de opiniones
y de acercamientos mutuos antes de encarar una completa colaboración.
Las críticas francas y un poco brutales dirigidas por Trotsky al
comité de redacción han provocado en este último una reacción positiva.
En una larga carta de respuesta, Rahv reconoce que en ellos ha cristalizado
una insatisfacción en aumento, que provenía de la línea incierta
seguida por la revista en el curso de sus tres primeros números.
Rahv piensa que esos errores eran más o menos inevitables, habida
cuenta de las condiciones en las que se ubicaba la revista. Insiste
sobre todo en las dificultades de la revista, ligadas a la particularidad
de su gestión:
Nuestros problemas se han vuelto más complicados por el carácter
literario de la revista. Es mucho más fácil, para un órgano ideológico,
designar un programa claro y delimitado. En la literatura, de todas
maneras, incluso en condiciones favorables, (...) el problema de
encontrar la relación precisa entre lo político y lo imaginario
(...) es tan difícil que está prohibida toda solución simple e inmediata.45.
Rahv piensa que a pesar de sus debilidades, Partisan Review ha cumplido
con dos cosas importantes: rompió irrevocablemente con
el stalinismo y rechazó toda tentativa de deslizamiento retrógrado
hacia el campo burgués46. No obstante reconoce que la revista
se encuentra en un giro en su existencia: el problema que consiste
en dar a la revista una dirección firme y un contenido radical
y agresivo a las nociones de independencia y de libertad aún permanece
irresuelto. Para Trotsky, esta cuestión es capital, ya que
regresa a ella el 21 de enero, en una larga carta con once puntos
dirigidos a Rahv:
La independencia completa de vuestra publicación frente a
la burocracia es, por supuesto, un hecho de valor. Pero la independencia
en sí misma no basta. Una lucha contra la influencia desmoralizante
del stalinismo sobre la vida intelectual de la intelligentsia es
necesaria. Usted ya ha comenzado esta lucha. Sin embargo me parece
que usted no le ha dado la amplitud necesaria ni encontrado el tono
correspondiente. El stalinismo no es sectarismo , (...)
El sectarismo presupone una suma definida de convicciones, aunque
estas puedan ser estrechas y limitadas, y una defensa fanática de
sus convicciones. Los stalinistas no tienen convicciones. Son gente
despersonalizada, bien dispuestos, en el fondo, empleados, lacayos,
sicofantes desmoralizados. La autoridad usurpada de la revolución,
más la disciplina militar, más una tesorería ilimitada, han hecho
del stalinismo la úlcera más espantosa sobre el progreso político
e intelectual47.
La lucha contra la influencia corruptora del stalinismo en los medios
intelectuales debe ser, según Trotsky, llevada de una manera intensa,
feroz y sin piedad. Toda línea de adaptación
o semi adaptación a estos medios sería funesta para Partisan Review.
El blanco principal debe ser New Masses, y había que desacreditarlo.
Hay que vaciar hasta la última gota el balde de agua mugrienta
del stalinismo48. El artículo que escribió Herbert Solow sobre
New Masses no le parecía cumplir correctamente este objetivo, porque
es incomprensible en medios amplios49. Es necesario escribir una
serie de artículos abarcando desde todos los ángulos el fenómeno
New Masses. Este objetivo es muy anterior a la aparición del
nuevo Partisan Review. Es una antigua preocupación de Trotsky, ya
que él discute, en junio de 1937, con Solow y Farrell, quienes asisten
a los trabajos de la Comisión Dewey, el proyecto de creación de
una revista teórica revolucionaria que debería ser una suerte de
anti New Masses. En una nota a los dirigentes del S.W.P., insistía
sobre la necesidad de combatir la atmósfera envenenada del stalinismo
en los medios intelectuales:
El caporalismo, el bizantinismo, la beatería, el jesuitismo,
la mentira y la falsedad envenenan a los elementos avanzados de
la intelligentsia, en el mismo grado que a la vanguardia obrera.
El trabajo de desmoralización a escala mundial se cubre con la bandera
de la defensa de la URSS.
En su insignificancia misma, la revista New Masses es la expresión
de este sistema50.
Pero es también necesario romper el estado de neutralidad
con respecto a The Nation y a The New Republic. Partisan Review
debe inscribir en su programa la lucha contra el Louis Fischerismo
que infecta igualmente a los medios radicales.
Los sabios de The Nation y The New Republic han revelado que
no comprendían nada de la evolución de la URSS, es decir, del fenómeno
más importante de nuestro tiempo. Un Louis Fischer, cínico sicofante
literario, más prudente pero también más repugnante que un Duranty,
los llevaba simplemente de las narices. Actualmente, The Nation
y The New Republic están sobre todo preocupados porque nuestros
lectores no destaquen que el sacerdote en el oráculo no es muy inteligente.
De allí la ola de diplomacia, de astucias, de mentiras, de falsedades
que llenan las páginas de estas publicaciones. Es necesario destruir
su influencia en el pensamiento radical. La lucha contra The Nation
y The New Republic debe ser abiertamente situada bajo la bandera
de Partisan Review51.
Trotsky precisa, sin embargo, que Partisan Review no debe ser transformado
en órgano puramente político; debe mantener su vocación literaria
sin olvidar que las tendencias políticas atraviesan a todas
las esferas de la cultura. Partisan Review debe ligar su suerte
a la aparición de un movimiento artístico joven y prometedor
que Trotsky desea. Estas propuestas son recogidas bien por los redactores
de Partisan Review que encuentran allí un estímulo a su propia orientación
y a los esfuerzos que han desarrollado en el terreno de la crítica
literaria.
Debate alrededor de un simposio
Una importante cuestión iba a ensombrecer, sin embargo, las primeras
relaciones entre Trotsky y Partisan Review. A mediados del mes de
enero de 1938, la revista invita a Trotsky a colaborar en un simposio
cuyo tema general es: ¿Qué está vivo y qué está muerto en
el marxismo? Los redactores presentaron sumariamente las razones
de su iniciativa: después de varias décadas de lucha, el proletariado
no ha logrado tomar el poder más que en un solo país. En este país,
la naturaleza de la dictadura y del socialismo es muy controvertida.
Durante este tiempo, el fracaso de la revolución en los otros países
fue acompañado por el ascenso del fascismo y por la aparición de
un nuevo ciclo de guerras. ¿Esta situación resulta de las condiciones
objetivas, de la falta de dirección, o de los defectos fundamentales
del marxismo mismo? Los redactores se proponían contribuir a clarificar
estas cuestiones que, según ellos, agitaban a los intelectuales
liberales y revolucionarios de América52.
Trotsky rechaza categóricamente participar en una empresa que juzga
no sólo pretenciosa, sino confusa. Lo más grave, según su opinión,
reside en la elección de los participantes:
La mayoría de los escritores que ustedes invitaron han demostrado
durante el pasado su total incapacidad para el pensamiento teórico.
Algunos no son más que cadáveres políticos. ¿Cómo se podría confiar
a un cadáver la responsabilidad de decidir si el marxismo es una
fuerza viva?53
Rahv no se muestra muy convencido. Piensa sobre todo que los
cadáveres políticos en cuestión no están totalmente privados
de influencia sobre los vivos54. Trotsky insiste: tal
simposio sólo tendría sentido para él si sus organizadores hubieran
invitado a individuos que se interesen seriamente en la teoría
marxista, o a eminentes personalidades del movimiento
obrero. Las personas elegidas por Partisan Review son autores
que son puros diletantes en el plano de la teoría55. Algunos
de ellos, efectivamente, han sido feroces opositores a Trotsky en
el terreno político, como Fenner Brockway, o B. D. Wolfe, que han
rechazado deliberadamente aportar su ayuda y su apoyo a la Comisión
Internacional de Investigación sobre los procesos de Moscú. Hubo
desacuerdo entre ellos, referidos a cuestiones esenciales de marxismo.
Declara incompetente a Suvarin, quien no ha sido nunca marxista.
Su biografía de Stalin, escribe, es la obra de un periodista cuyo
valor esencial proviene de las citas, de las cuales la mitad
son tomadas del trabajo de Sedov para el Biulleten Oppositsii56.
En cuanto a Víctor Serge, es un escritor talentoso. Si debiera
escribir para ustedes un relato de un drama sobre la vida de la
Oposición rusa, yo estaría encantado. Pero no es para nada un teórico.
En los hechos, Víctor Serge había entrado en conflicto con Trotsky
a partir de 1936, por la cuestión española, en donde Serge junto
con Sneevliet apoyan la política del P.O.U.M. Una polémica más reciente
acerca de Kronstadt no hace más que agravar las cosas. Trotsky destaca
el carácter improvisado del proyecto: el simposio debería
tener un artículo programático de los editores, que denuncie a aquellos
que se equivocan y que plantee un punto de vista justo sobre el
marxismo. ¿Han considerado un artículo semejante? ¿Quién quiere
escribirlo?57.
El rechazo de Trotsky, inesperado pareciera, compromete todo el
asunto y Rahv anuncia finalmente que el proyecto será aplazado varios
meses58. Los redactores de Partisan Review no podían permitirse
publicar respuestas en un simposio en el que Trotsky hubiera brillado
por su ausencia, en el mismo momento en que la revista luchaba contra
su aislamiento y buscaba imponerse. Proseguir igualmente la discusión
con Trotsky en un terreno tan candente, arriesgaba comprometer las
posibilidades de llegar a una colaboración más general, que era
deseada vivamente.
Intentos de colaboración
El período de intercambios de puntos de vista terminó hacia fines
de abril. Trotsky acepta desde entonces sin reservas, colaborar
con Partisan Review. Rahv le propone escribir uno o varios artículos
y sugiere algunos temas: el informe sobre el próximo libro de Silone
Los nuevos Maquiavelos, que es un análisis sobre los
dictadores y la dictadura59, un estudio sobre la literatura soviética
después de las recientes purgas de los procesos de Moscú o un estudio
más general sobre los intelectuales de la Unión Soviética.
El 29 de abril Trotsky le propone a Partisan Review publicar dos
de sus textos: Detrás de las murallas del Kremlin y
un antiguo discurso pronunciado en 1925 sobre la obra científica
de Mendeleiev, que analiza las relaciones entre el materialismo
dialéctico y las ciencias naturales. Este último texto no le parece
conveniente al Comité de Redacción: Mendeleiev es prácticamente
un desconocido en EE.UU. y además, el discurso, está mal traducido60.
Rahv insiste para que Trotsky escriba sobre las cuestiones que confrontan
a los intelectuales, se muestra particularmente interesado en los
materiales que Trotsky habría reunido acerca de la interpretación
del materialismo dialéctico por el profesor Sidney Hook. La intensa
actividad consagrada a la lucha contra los procesos de Moscú y la
redacción de Los crímenes de Stalin impiden a Trotsky
responderle como quisiera a las solicitudes que le son hechas. Finalmente,
redacta en junio, especialmente para Partisan Review, un extenso
texto sobre el arte y la revolución.
La aparición de una corriente intelectual anti stalinista y la existencia
de una revista literaria que muestra abiertamente su simpatía por
Trotsky plantea en el seno de la organización trotskysta el problema
de una colaboración más estrecha. En una serie de entrevistas entre
los dirigentes del S.W.P. y Trotsky, que se llevan a cabo en la
primavera de 1938, se trata la actitud a adoptar frente a los intelectuales.
Partisan Review es objeto de una discusión particular: ¿En
qué medida debemos hacer esfuerzos para que ellos hablen a nuestra
tribuna, en qué medida debemos buscar su colaboración con nosotros
[...] y, si ellos colaboran, cuál debe ser el límite de las divergencias
que pueden estar representadas, y en qué medida nosotros participamos
en sus revistas, como Partisan Review?61. Los dirigentes del
S.W.P. consideran sobre todo modificar la fórmula de New International,
su órgano teórico, llevándolo de 32 a 42 páginas, con el objetivo
de utilizar las páginas suplementarias para publicar una sección
de crítica literaria, que estaría confiada a intelectuales como
Farrell, Rahv, Rorty, permitiéndoles así expresar con más facilidad
sus diferentes ideas62. Esta iniciativa tendería
a reemplazar a las revistas como Partisan Review o a funcionar codo
a codo con Partisan Review? Trotsky acuerda con el principio
de una colaboración, pero sin embargo es más prudente con la participación
en New International. Se muestra desconfiado hacia los intelectuales
que considera como diletantes en el ámbito de la teoría
marxista.
Creo que lo mejor sería una división del trabajo entre New
International y Partisan Review. Permitir que New International
sea invadida por diletantes marxistas, aún cuando sea solamente
sobre el tema literario, no está exento de cierto peligro, porque
el partido llevará la responsabilidad de sus pequeñas querellas,
de sus fricciones, etc. Sería un poco peligroso y comprometedor
introducirlos en New International[...].
New International debe comprender todo lo que pueda interesar al
movimiento obrero. Pero dar doce páginas para literatura sería demasiado
peligroso, sobre todo si no dedicamos más que pocas páginas a las
ciencias naturales, al movimiento sindical, a la teoría marxista.
Valdría más, igualmente, establecer una colaboración con Partisan
Review, criticarla amistosamente, pero no asumir la responsabilidad.
Muchos intelectuales preferirán unirse a Partisan Review que a New
International, y nosotros la consideramos como una reserva, de la
que se puede, de tanto en tanto, ganar a alguno para el partido63.
La colaboración de los redactores de Partisan Review con New International
es, en definitiva, muy pobre. Únicamente F.W. Dupee escribirá, para
la sección literaria de New International, un informe de Muerte
a crédito de Céline64. Por el contrario, la contribución de
los trotskystas en Partisan Review es mucho más importante. James
Burnham da a la revista varios informes de lecturas, pero también
artículos críticos. Discute especialmente con William Troy el valor
del mito a través de la obra de Thomas Mann65. Sherry Mangan escribe
sobre la obra poética de Cummings. La colaboración de Mangan será
mucho más importante en el transcurso del año 1939, en que, desde
París, alimenta una crónica de la vida literaria en Francia, bajo
el seudónimo de Sean Niall66. Pero indiscutiblemente es Macdonald,
quien como miembro activo del S.W.P. da a Partisan Review el tono
más político.
El acercamiento de Rahv y Phillips hacia Trotsky no se basaba, al
fin de cuentas, en una adhesión al programa político de la IV Internacional.
Esta cuestión seguiría siendo muy secundaria para ellos, a diferencia
de Macdonald, para quien la IV Internacional había motivado su adhesión
al S.W.P. En los hechos, la ruptura con el stalinismo había sido
para ellos más el fin de una larga lucha interna contra las concepciones
literarias del partido comunista que el fruto de los desacuerdos
políticos ligados a los grandes acontecimientos de la lucha de clases.
Los procesos de Moscú vinieron a terminar la ruptura, y, cuando
Rahv hace el análisis de esto, ve en ellos el proceso del
espíritu humano ante la destrucción de la generación de los
combatientes de la revolución de Octubre67.
Las cuestiones teóricas, como el papel de la crítica marxista, los
lazos entre arte y política, el rol del intelectual en el proceso
revolucionario, ocupan un lugar central en sus preocupaciones, y,
en definitiva, determinan toda su actitud política.
El arte y la revolución
La colaboración de Trotsky es la ocasión para Rahv y Phillips de
proseguir y profundizar su análisis de las relaciones entre el arte
y la revolución y de reexaminar la noción de literatura proletaria
y las teorías literarias del Partido Comunista. Philip Rahv escribe:
De lo que somos testigos es de la versión en miniatura que,
en Rusia, había resultado en la sustitución de la dictadura del
proletariado por la dictadura del partido comunista. En el lapso
de algunos años, el término literatura proletaria fue
transformado en un eufemismo para la literatura del partido comunista
que cultivaba una fe fanática, identificando el partido con la clase
obrera, el stalinismo con el marxismo, y la Unión Soviética con
el socialismo68.
William Phillips, a su turno, analiza la actitud de los grandes
teóricos del marxismo frente a la literatura y los escritores. Verifica
que, en ninguna parte, en su obra, los fundadores del marxismo,
Marx y Engels, sugieren que el arte deba jugar el rol de un arma
de la lucha de clases. En ninguna parte se hacen promotores
de un arte proletario destinado a educar a los trabajadores.
Phillips rinde un homenaje particular a Literatura y Revolución
y al análisis crítico de Trotsky quien se oponía a aquellos que
se mostraban impacientes frente a la historia y que querían
establecer el arte con la ayuda de decretos69. Para Phillips,
Trotsky es el único de los teóricos marxistas que ...no veía
en la literatura únicamente un espejo de la sociedad, sino que tenía
una conciencia aguda de estas cualidades, que tomadas de conjunto,
daban la visión de una obra de arte70.
Haciendo justicia a la amplitud y a la variedad
de las opiniones de Trotsky en literatura, Phillips subraya al mismo
tiempo que estos no pueden considerarse como un modo de crítica
marxista aplicable a las cuestiones generales de la
estética de nuestro tiempo71. Según él, Trotsky no había hecho
nunca una tentativa formal para trabajar los problemas de
la crítica marxista.
En su carta del 21 de enero, Trotsky ponía en guardia a Partisan
Review contra la tentación de fabricar recetas estéticas.
Al contrario, el rol de la revista era el de esclarecer las
vías de las nuevas formas de arte para una lucha contra la rutina,
las falsas autoridades, las fórmulas osificadas, y, ante todo, contra
la convención y la falsedad72. Tanto el arte como la cultura
tienen necesidad de una nueva perspectiva. Retoma extensamente esta
cuestión en un artículo escrito el 17 de junio, y en el que envía
el manuscrito ruso a Partisan Review que lo publica.
El hombre expresa a través del arte la exigencia de la armonía
y la plenitud de la existencia. Es por eso que toda obra
de arte auténtica siempre lleva en ella una protesta contra la realidad73.
Pero el arte está confrontado con la disgregación y la putrefacción
de la sociedad burguesa y al yugo monstruoso impuesto por la burocracia
soviética. Sin embargo, le es imposible encontrar una salida a este
impasse por sus propios medios. El arte debe ligar su suerte a la
lucha por la revolución. Pero esto no quiere decir que debe ser
dirigido ni sufrir la tutela de un partido político, incluso de
un partido trotskista:
Un poder auténticamente revolucionario no puede ni quiere
darse la tarea de dirigir el arte, y menos aún de darle
órdenes, ni antes ni después de la toma del poder[...]. El arte,
como la ciencia, no sólo no buscan dirección, sino, por su naturaleza
misma, no pueden soportarla. La creación artística obedece a sus
propias leyes, aún cuando ella se pone conscientemente al servicio
de un movimiento social. Una creación espiritual auténtica es incompatible
con la mentira, la hipocresía y el espíritu de acomodamiento. El
arte puede ser el gran aliado de la revolución por ello debe permanecer
fiel a sí misma74.
La llegada de André Breton a Coyoacán, en mayo, ofrece a Trotsky
la ocasión de dar una forma organizativa a las ideas que defendía
en su artículo de Partisan Review. Por otro lado, urge a los redactores
de ésta a tomar contacto con Breton, al que presenta como un
autor calificado y un hombre honesto y valiente75. Le hace
llegar a Rahv un ejemplar del Manifiesto por un Arte Independiente
que acababa de redactar con Breton, encargándole la traducción al
inglés y la difusión después de haberlo publicado en Partisan Review.
Trotsky cuenta particularmente con Rahv y sus amigos para impulsar
en EE.UU. la Federación Internacional para un Arte Revolucionario
Independiente (F.I.A.R.I.). Pero la cosa va para largo: Macdonald
asegura, en nombre de Partisan Review, una difícil conexión con
Breton que regresó a París a fines del mes de julio de 193876. Finalmente,
Partisan Review publica el Manifiesto y, conjuntamente con un grupo
de intelectuales trotskystas, organiza, a principios de marzo de
1939, una reunión que adopta una intención hacia los escritores
y artistas americanos. Los treinta y cuatro firmantes llaman a la
constitución de una Liga por la Libertad Cultural y el Socialismo
y se declaran de acuerdo con el manifiesto firmado por Breton y
Rivera77.
La retirada
El llamado lanzado por la Liga para la Libertad Cultural y el Socialismo
no encontró ningún eco. Por el contrario, una corriente muy diferente
se dibuja entre los intelectuales americanos. La firma del pacto
germano - soviético engendra un viento de pánico en la cohorte abigarrada
de los intelectuales que apoyan el Frente Popular. Llueven las dimisiones
a la Liga de Escritores Americanos: Granville Hicks deja con estrépito
el Partido Comunista, otros se van más discretamente. Pero un buen
número de intelectuales anti stalinistas que habían apoyado la Comisión
Internacional de Investigación no se unieron a la iniciativa de
Partisan Review para la constitución de la Liga para la Libertad
Cultural y el Socialismo y fundaron su propia organización. En la
primavera de 1939, John Dewey y Sidney Hook lanzaron el Committee
for Cultural Freedom que denuncia el autoritarismo de los
estados fascistas y de la U.R.S.S. en el mismo plano. Lejos de reforzar
una corriente intelectual revolucionaria que luche a la vez por
la libertad cultural y el socialismo, la crisis que atraviesan los
intelectuales americanos desemboca, al fin de cuentas, en el anti
comunismo.
En las páginas de Partisan Review, la cuestión del simposio resurgió
luego de la aparición de un artículo de Edmund Wilson que propone
rechazar el materialismo dialéctico, calificado de teoría
semi religiosa, idealista y mística78. A las respuestas
de Phillips y de Rahv les falta fuerza y son ambiguas. Phillips
defiende la teoría de la alienación en Marx pero, al mismo tiempo,
no excluye la eventualidad de abandonar ciertas antigüedades
del marxismo. Por su lado, Rahv piensa que hay que rechazar, no
sólo la dialéctica, sino también la noción de dictadura del proletariado,
tal como la ha encarnado el bolchevismo.79. Los temores de Trotsky
en lo que concierne al diletantismo de los intelectuales no eran
infundados. Insensiblemente, los redactores de Partisan Review se
alejan del marxismo.
Al mismo tiempo, Macdonald tomó parte en la polémica alrededor de
Kronstadt y expresó en New International sus dudas y críticas en
contra de las posiciones de Trotsky. La crisis que estalla en el
seno del S.W.P. sobre la cuestión de la naturaleza del estado soviético
y de la defensa de la U.R.S.S. divide a los intelectuales,
en los que la gran mayoría se inclina hacia las tesis de Shachtman.
Sobre este tema, Macdonald desarrolla posiciones personales y esboza
un análisis de lo que llama el colectivismo burocrático.
Luego de la escisión, se va al Workers Party de Shachtman. Trotsky,
en uno de sus últimos escritos, lo toma de blanco: no lo trata,
como a Burnham, de snob intelectual, sino le reprocha
su diletantismo, califica su análisis del fascismo de pobre
compilación y de plagio al arsenal teórico de
la IV Internacional. Según Trotsky, Macdonald adolece de honestidad
intelectual cuando pregona el escepticismo con respecto
a todas las teorías, todos los gobiernos, todos los sistemas sociales,
lo que para Trotsky, no es más que la preparación para la
deserción personal80.
Finalmente, y sobre todo, la proximidad de la guerra, después su
desencadenamiento, terminan por exacerbar las tensiones ya visibles
entre las tendencias heterogéneas que componen el Comité de Redacción
de Partisan Review. En definitiva, y aunque haya un momento encarnado
en una corriente intelectual sinceramente orientada en la búsqueda
del marxismo, Partisan Review, a comienzos de los años cuarenta,
confirma los temores expresados algunos años antes por Trotsky de
verla tender a buscar refugio en un monasterio cultural, protegiéndose
del mundo exterior por el escepticismo, el agnosticismo y la respetabilidad.
1.
Nos hemos apoyado para este artículo en el libro de James Burkhart
Gilbert: Writers and Partisan: A History of Literary Radicalism
in America. New York, 1968. Allí se encuentra el estudio más completo
de Partisan Review. Sin embargo, el estudio de J.B. Gilbert analiza
de manera muy superficial el movimiento de los intelectuales anti
stalinistas a fines de los años 30 y la influencia de Trotsky
sobre los redactores de Partisan Review. Alan Wald corrige esta
falta en su artículo: Revolutionary Intellectuals: Partisan
Review en los 30 en Literature at the Barricades, University
of Alabama Press, 1982. Se encontrará allí un análisis interesante
de la orientación cultural de la revista en el artículo de Terry
A. Cooney: Cosmopolitan Values and the Identification of Reaction:
Partisan Review in the 30s The Journal of American History,
diciembre de 1981. Finalmente, William Phillips y Philip Rahv relataron
sus recuerdos en: In Retrospect: Ten Years of Partisan Review
in The Partisan Reader, New York, Dial Press, 1946.
2. Editorial Statement, Partisan Review I, febrero
marzo, 1934.
3. William Phillips, How Partisan Review Began. Commentary,
diciembre de 1976.
4. Ibídem.
5. Philip Rahv, Wallace Phelps (William Phillips), Problems
and Perspectives in Revolutionary Literature, Partisan Review
I, junio julio 1934.
6. Ibídem.
7. Ibídem.
8. Wallace Phelps y Philip Rahv, Criticism, Partisan
Review II, abril mayo 1935.
9. Wallace Phelps, Three Generations, Partisan Review
I, septiembre octubre 1934.
10. National John Reed Club Conference, ibídem, p. 60-61.
11. Philip Rahv, How the Waste Land Became a Flower Garden,
Partisan Review I, septiembre octubre 1934.
12. Granville Hicks. Our Magazines and their Functions,
New Masses XIII, 18-12-34.
13. Michael Gold, Papa Anvil and Mother Partisan, New
Masses XVIII, 8-2-36.
14. Ibídem. Clifford Odets (1906-1963), dramaturgo, nacido en Filadelfia,
adhiere al Partido Comunista Americano en 1934 y lo deja al año
siguiente en el momento en que comienza a ser reconocido como autor.
Cuando compareció en 1952 ante la Comisión de Actividades Antiamericanas,
Odets declaró que había dejado el P.C. porque se le exigía que escribiera
la propaganda.
15. El libro de J. T. Farrell: A Note on Literary Criticism, publicado
en mayo de 1936, no escatimaba a ninguna figura oficial. Gold era
calificado de revolucionario sentimental y Hicks de
determinista mecanicista. El libro no mencionaba ni
a Stalin ni a Trotsky, pero las tesis de Farrell hicieron eco en
las de Literatura y Revolución de Trotsky. Ver Alan Wald en James
T. Farrell: The Revolutionary Socialist Years. Nueva York, 1978,
p. 40-46.
16. Daniel Aaron, Writers on the Left, Oxford University Press,
1977, p. 283-284.
17. George Novack, The Intellectuals and the Crisis,
New International, III, junio 1936.
18. William Phillips, How Partisan Review Began, loc.
cit.
19. J.B. Gilbert, op.cit. p. 165.
20. Van Vyck Brooks (1886-1963). Después de haber publicado Americas
Coming of Age (1915), que tomaba parte por el modernismo contra
el pragmatismo y el puritanismo de los escritores del siglo XIX,
Van Vyck Brooks efectúa un retorno espectacular a mediados de los
años 30. Se hace defensor de una literatura y un arte de la
conciencia americana y declara la guerra contra Joyce, Eliot y Proust.
Se vuelve así el representante privilegiado de los escritores compañeros
de ruta del Frente Popular y el mayor adversario de los redactores
de Partisan Review.
21. Philip Rahv, Two Years of Progress: From Waldo Frank to
Donald Ogden Stewart, Partisan Review, V, febrero de 1938.
Waldo Frank (1889-1967), novelista nacido en New Jersey. Al principio,
simpatizante socialista, se volvió, durante los años 30, un
compañero de ruta del P.C. En 1935, en el Primer Congreso de Escritores,
fue elegido secretario de la Liga de Escritores Americanos. En mayo
de 1937, había escrito una carta a The New Republic, expresando
algunas dudas acerca de los procesos de Moscú. Había visitado a
Trotsky en México pero finalmente, había rechazado comprometerse.
Donald Ogden Stewart (nacido en 1894), dramaturgo, comenzó su carrera
como actor. Adquirió una notoriedad como humorista en los años 20.
Autor de guiones, trabaja para Hollywood en los años 30.
22. Dwight Macdonald, Letter to the Editors, The Nation,
10 de junio de 1937.
23. J.B. Gilbert, op.cit., p. 173-174 y Alan Wald Revolutionary
Intellectuals. Mary McCarthy, en un reciente artículo consagrado
a F.W. Dupee, insiste, por su lado, en la influencia de Macdonald
quien, en el contexto de los juicios de Moscú, no tuvo ningún problema
en persuadirlo de dejar el Partido Comunista y New Masses.
F.W. Dupee, The New York Review of Books 27 october
1983. F.W. Dupee había nacido en 1904.
24. William Phillips, How Partisan Review Began, loc.
cit.
25. A Literary Snake Sheds his Skin for Trotsky, Daily
Worker, 12 de octubre de 1937 No Quarter to Trotskysts - Literary
or Othervise, Daily Worker, 20 de octubre de 1937.
26. Editorial Statement, Partisan Review 1, diciembre
de 1937.
27. Socialist Appeal, 4 de diciembre de 1937. En una entrevista
con Alan Wald, George Novack le ha revelado que él era el autor
de esa editorial. Alan Wald, op. cit.
28. John Wheelwright (1897-1940), poeta nacido en Boston, evoluciona
desde la religión hacia el marxismo. Militante socialista, se une
con su amigo Sherry Mangan a la fracción trotskysta dentro del Partido
Socialista. Luego de la expulsión de los trotskystas del Partido
Socialista, se convirtió en miembro del S.W.P. Muere trágicamente
en septiembre de 1940, atropellado por un camión. El Socialist Appeal
le rendirá homenaje a su firmeza y lealtad en el movimiento
revolucionario.
29. John Wheelwright, To the Editors of the Socialist Appeal,
Partisan Review IV, febrero de 1938, p. 62-63. Temiendo que el Socialist
Appeal no publicara su carta, había enviado una copia a Partisan
Review que rápidamente la había publicado. Se lo echaron en cara
en el S.W.P.
30. Ibídem.
31. Ibídem.
32. Malcom Cowley (nacido en 1898) hizo sus estudios en Harvard
y en la Universidad de Montpellier en Francia. Se volvió, en 1930,
miembro del comité de redacción de The New Republic. Muy ligado
al Partido Comunista.
33. Edmund Wilson (1895-1972) le responde el 20 de octubre de 1938:
Ud. es el hombre que hace falta para hablar del valor de una
revista literaria no partidaria después de la manera en que fue
dado a conocer en esta deteriorada vieja línea stalinista.
Letters on Literature and Politics (1912-1972). NY 1977.
34. Alan Wald, op. cit., pag. 196.
35. Ibídem..
36. Dwight Macdonald, Memoirs of a Revolutionnist, New York, 1963,
p. 15.
37. F. W. Dupee a Alan Wald, op. cit., p. 202.
38. James Burnham a Alan Wald, 12 de abril de 1938, Houghton Library.
Burnham ubicó en un primer grupo a Mary McCarthy, a quien consideraba
como una mujer con espíritu mordaz, pero preocupada en hacer carrera
en letras, y a George Morris, únicamente interesado en el arte abstracto,
que coleccionaba con un gusto impecable y que pintaba
con sensibilidad, aunque sin profundidad. Es el proveedor
de fondos de Partisan Review. Macdonald representaba por sí solo
el segundo grupo: Es difícil definir sus ideas, pero deben
asemejarse a las de un C. Beard joven y enérgico. Es fuertemente
anti stalinista. Ha sido, de conjunto, un leal simpatizante de nuestras
ideas desde hace varios años. Al principio ha estado influenciado
por American Workers Party, antes de la fusión. Ha sido un miembro
activo del comité de defensa de Trotsky.
39. Dwight Macdonald a Trotsky el 29 de julio de 1937, Houghton
Library.
40. Dwight Macdonald a Trotsky el 23 de agosto de 1937, Houghton
Library. Los primeros intercambios con Macdonald habían provocado
en Trotsky muchas reservas. Respondiendo a su carta del 23 de agosto,
Trotsky le escribía: ...El pequeño programa de Partisan Review
me parece un poco vago. En particular, el ataque contra el dogmatismo
político, sin definición exacta, me parece muy poco feliz.
Naturalmente, debemos rechazar toda tentativa de dirigir los terrenos
literarios, artísticos y científicos desde el punto de vista político.
Pero el filisteo medio entiende por dogmatismo político,
no sólo la intervención de la burocracia en la esfera de la pintura,
de la poesía, etc., sino un programa político preciso, e incluso
el pensamiento político serio (...) Esta fórmula no es correcta,
incluso en lo que concierne a los stalinistas: no tienen dogma del
todo. En su esencia, se caracterizan por su servilismo político
y no por su dogmatismo político. El peligro, con vuestra formulación
evasiva, es que ustedes no satisfarán a los empiristas preocupados
de salvaguardar su independencia, sino que, al mismo
tiempo, se apoyarán en los marxistas revolucionarios que son llamados
dogmáticos.
En estas condiciones, creo que lo mejor es esperar a los primeros
números de Partisan Review y decidir entonces si participaré en
ella y hasta dónde. Por mi parte, deseo que el desarrollo futuro
nos acerque el uno al otro. La colaboración con Partisan
Review, Trotsky a D. Macdonald, 11 de septiembre de 1937,
Oeuvres 14, p. 386.
41. Trotsky a Macdonald, 20 de enero de 1938. Oeuvres 16, p. 99
- 101.
42. Ibídem.
43. J.B. Gilbert, op. cit. p. 197-198. Philip Rahv a Gide, 25 de
noviembre de 1937. Archivos de Partisan Review.
44. Philip Rahv a Gide, 6 de enero de 1938. Archivos de Partisan
Review.
45. Philip Rahv a Trotsky, 1 de marzo de 1938, Houghton Library,
(4212).
46. Ibídem.
47. Trotsky a Philip Rahv, 21 de marzo de 1938, Oeuvres 16, p. 347-353.
48. Ibídem.
49. Ibídem. Herbert Solow había escrito en el número 4, de marzo,
de Partisan Review un artículo crítico de la política literaria
del P.C. a través de New Masses: Minutiae of Left-Wing Literary
History.
50. Por una revista marxista militante revolucionaria, crítica
(Nota de Trotsky a los dirigentes del S.W.P.), 29 de mayo de 1937,
Oeuvres 14, p. 90.
51. Trotsky a P. Rahv, 21 de marzo de 1938.
52. Partisan Review a Trotsky, 21 de enero. Houghton Library. La
revista sometía a los colaboradores del simposio a las siguientes
cuatro preguntas:
I. El marxismo, ¿ciencia o ideología? El materialismo dialéctico
¿es sinónimo de ciencia o es un medio diferente de alcanzar la verdad?
II. Marxismo, democracia y socialismo. La teoría clásica del marxismo
¿garantiza a los trabajadores la democracia en el interior de los
partidos del proletariado y en el interior del estado proletario?
¿Qué lazo preciso hay entre la dictadura del proletariado, el socialismo
y la democracia?
III. Marxismo y fascismo. ¿El análisis marxista del capitalismo
se encuentra modificado por la emergencia del fascismo? Las tareas
para deshacer el fascismo ¿implican un cambio en la estrategia clásica
de la clase obrera?
IV. El marxismo y la guerra. El marxismo ¿suministra una estrategia
de clase adecuada en tiempo de guerra, más precisamente, en relación
a la guerra inminente entre los estados fascistas y los supuestos
poderes democráticos aliados a la Unión Soviética?.
53. Trotsky a Dwight Macdonald. 20 de enero de 1938, Oeuvres 16,
p. 99 -101. Entre la lista de autores políticos invitados por Partisan
Review a colaborar en el simposio, Trotsky había subrayado con lápiz
varios nombres (los cadáveres políticos en cuestión,
sin ninguna duda!): Boris Suvarin, Karl Korsch, Harold Laski, August
Thalheimer, Fenner Brockway.
54. Philip Rahv a Trotsky, 1 de marzo de 1938, Houghton Library.
55. Trotsky a Philip Rahv, 21 de marzo de 1938, Oeuvres 16.
56. Ibídem.
57. Ibídem.
58. Finalmente Rahv adopta la opinión de Trotsky y reconoce que
el proyecto había sido mal concebido. Rahv a Trotsky, 10 de abril
de 1938, Houghton Library.
59. Ignazio Silone (1900-1978). Trotsky había escrito una crítica
elogiosa de su novela Fontamara. Silone iba alejándose de su óptica
primera y evolucionaba hacia una suerte de misticismo religioso.
El libro en cuestión apareció con el título La escuela de los dictadores.
60. Philip Rahv a Trotsky, 8 de junio de 1938, Houghton Library.
La traducción era un intento de Rae Spiegel.
61. Discusiones sobre la organización de la defensa y la actitud
frente a los intelectuales 24 de marzo de 1938.
62. Ibídem.
63. Ibídem.
64. F.W. Dupee The Child as Scapegoat, New International,
octubre de 1938.
65. James Burnham William Troy´s Myths, Partisan Review,
IV, agosto - septiembre de 1938.
66. Sherry Mangan (1904-1961) trabaja como periodista para Time
en Francia a fines de los años 30. Envía a Partisan Review
una serie de artículos titulados Cartas de París. Al
mismo tiempo, colabora con la prensa trotskysta americana, bajo
el seudónimo de Terence Phelan y se cartea con Trotsky, a quien
da informaciones sobre la crisis del P.O.I., la organización francesa,
y la entrada en el P.S.O.P. Alan Wald, The Revolutionary Imagination,
p. 182-183.
67. Philip Rahv, Trials of the Mind, Partisan Review,
IV, abril de 1938.
68. Philip Rahv, Proletarian Literature: a Political Autopsy,
Southern Review, 1939.
69. William Phillips, The Esthetic of the Founding Fathers,
Partisan Review, IV, marzo de 1938.
70. Ibídem.
71. Ibídem.
72. Trotsky a P. Rahv, 21 de marzo de 1938.
73. El arte y la revolución, Trotsky a Partisan Review,
17 de junio de 1938 en Littérature et Révolution, UGE coll. 10/18,
p. 448-463.
74. Ibídem, p. 462.
75. Trotsky a P. Rahv, 12 de mayo de 1938, Houghton Library.
76. No podemos tratar aquí, en el marco de este artículo, las relaciones
entre Partisan Review y la F.I.A.R.I.
77. Statement to American Writers and Artists, The League
for Cultural Freedom and Socialism.
78. Edmund Wilson, The myth of Marxist Dialectic, Partisan
Review, VI, fines de 1938.
79. William Phillips, Devil Theory of the Dialectic,
Partisan Review, VI, fines de 1938, Philip Rahv, What is living
and what is dead, Partisan Review, VII, mayo -junio de 1939,
p. 175-178.
80. Trotsky a Albert Goldman, 9 de agosto de 1940 en Defensa
del Marxismo EDI, 1972, p. 308-309. Macdonald iba a dejar
en 1942 el Workers Party así como a Partisan Review, para fundar
su propia revista, Politics.