Estrategia Internacional N° 6
Invierno de 1996

EL PERÍODO DE REVUELTAS Y ESTALLIDOS EN ARGENTINA

REVUELTAS Y SUJETO

Las revueltas y estallidos que atravesaron el continente latinoamericano en los últimos años, con jalones como el Santiagueñazo y la rebelión de Chiapas, mostraron la intervención de sectores de masas como los asalariados del Estado, los trabajadores de servicios y el campesinado, mientras los batallones centrales de la clase obrera -el proletariado industrial-, permanecían fuera del centro de la escena.
La situación actual que atraviesa la lucha de clases le plantea al marxismo revolucionario la necesidad de desarrollar respuestas teóricas, políticas y programáticas que den cuenta de los nuevos acontecimientos que desde 1989 se han desplegado en la arena mundial. Es el curso que ha tomado desde entonces la resistencia de las masas lo que ha planteado, en el seno de la intelectualidad académica que se reclama marxista, diversas posturas y elaboraciones.
Avanzaremos entonces en polemizar con dos posturas actuales (a nuestro entender ambas, por distintas vías, erróneas) alrededor de la capacidad de las luchas actuales frente a la ofensiva imperialista, y de la relación establecida, sus límites y sus potencialidades, respecto a la revolución socialista.
En primer lugar, con quienes embellecen el carácter de las revueltas actuales, y que sin ver sus límites, asumen posiciones de corte populista que no plantean la necesidad urgente de la sincronización e intervención del proletariado industrial y sobrestiman el rol de los estatales y el campesinado; todo lo que culmina en claudicación a las direcciones políticas y sindicales traidoras que impiden la centralización de la contraofensiva.
En segundo término, debemos decir que hay también posturas marginales que, partiendo de una visión subjetivista que considera como "clase obrera" sólo al proletariado industrial, concluyen que acciones como el Santiagueñazo expresan a sectores ajenos a la lucha de clases del proletariado.
Debemos polemizar con estas variantes del marxismo académico ya que, desgraciadamente, las organizaciones que se reclaman de izquierda -y en particular aquellas del movimiento trotskista- no han presentado elaboración alguna respecto a las revueltas y el sujeto social de la revolución proletaria.

Será con James Petras, intelectual norteamericano que se reivindica marxista y fiel exponente de la primera postura, con quien polemizaremos; reivindicación que, por otra parte, consideramos valiosa ante el verdadero éxodo protagonizado por centenares de intelectuales desde 1989 hasta hoy (muchos de los cuales crecieron a la sombra del stalinismo y ante la ausencia de esta sombra se convirtieron raudamente en cultores de alguna variante ideológica burguesa).
Pero, a pesar de esto, Petras desplegará una perspectiva claramente errónea ante la situación latinoamericana actual. En el libro "Conversaciones con James Petras" afirmará que frente al "deterioro político del capitalismo ... a la decadencia política asociada con el liberalismo" el caso de Chiapas "es una señal de un proyecto que está mostrando la capacidad de presentar a nivel nacional e internacional una alternativa: de rebelión popular, con el pueblo en armas, y la lucha extraparlamentaria fuera del sistema político electoral controlado por los partidos".
Define además que el fenómeno de revueltas latinoamericanas, más allá de su diferencia en la composición social y los alcances, "es una nueva ola, que empieza a tomar fuerza", caracterizada por el espontaneísmo y "la acción directa".
La "acción directa" - como define a la acción de "los guerrilleros en Chiapas, la toma de la ciudad argentina de Santiago del Estero"- es una "alternativa política".
Petras nos presenta así un panorama que no ve los límites profundos que poseen, en relación a la revolución, las revueltas y rebeliones espontáneas, las acciones de resistencia protagonizadas por sectores de los explotados. Si definimos en este dossier que no hay un muro insalvable entre la revuelta y la revolución (es decir que las acciones defensivas contienen gérmenes insurreccionales de la contraofensiva de masas, que merecen ser), es porque estamos lejos de visiones como la que citamos que absolutiza las potencialidades de la revuelta y la erige en una estrategia a seguir.
Y si decimos esto es porque esta "nueva ola" (que nosotros definimos más precisamente como un período de generalización de revueltas y estallidos) que ha cambiado sin ninguna duda la situación en los principales focos de la lucha de clases del continente (como Argentina y México), que ha abierto profundas crisis en gobiernos fundamentales para el plan de recolonización imperialista y en la que la lucha obrera y popular ha puesto límites parciales a la ofensiva del capital, no ha logrado superar aún el caracter espontáneo y objetivo de la acción de las masas. Esta "nueva ola" se caracteriza también por el aislamiento, la discontinuidad y la desincronización planteada entre los distintos sectores que salen a la lucha y el proletariado industrial.
Es esta desincronización el límite central de una situación que se mantiene en sus fases iniciales y defensivas y que no ha logrado abrir procesos revolucionarios a pleno. División y discoordinación que se muestra entre los estatales del interior argentino y los batallones pesados de los cordones fabriles, entre los campesinos brasileños que se enfrentan en conatos de guerra civil con las guardias blancas de los terratenientes y el joven y potente proletariado de San Pablo. Esta desincronización se ha expresado en toda su negatividad en la ausencia del proletariado industrial. Esta ausencia es un factor actuante en la lentificaión de las tendencias a la radicalización política y al surgimiento de organismos 1.
¿En qué sentido es Chiapas y esta nueva ola un ejemplo o una "señal" alternativa? Sólo en el sentido de marcar el heroísmo presente en la acción de las masas campesinas chiapanecas. Pero no es "ejemplo" que hasta ahora no se haya desarrollado y confluido con el proletariado superexplotado en las maquiladoras. Y ha sido gracias a la actuación de la direccion reformista del Ejército Zapatista que se impidió la coordinación y el inicio de la contraofensiva de las masas mejicanas, castrando todo atisbo de surgimiento de organismos independientes (subordinado el movimiento campesino a la dirección militarizada de la guerrilla chiapaneca) y desviando las luchas actuales hacia la mesa de negociación.
Pero Petras planteará otra evaluación de los movimientos y organizaciones que han surgido en los últimos años poniéndose al frente de sectores de las masas. Refiriéndose al Movimiento de los Sin Tierra de Brasil (MST), nos dirá que su política "forma parte de una estrategia para consolidar una alianza popular multiclasista capaz de producir fracturas en la sociedad civil y en el estado". Y en cuanto al EZLN: "constituye una referencia política positiva para América Latina y también diría para toda la izquierda mundial".
Discutiremos entonces el real significado que adquiere en Petras el concepto de "alianza popular multiclasista". Como vemos, este adquiere su contenido alrededor de la política impulsada por organizaciones como las ya citadas.
¿Cuál fue la alianza sustentada en la política del EZLN? La alianza con la burguesía mejicana.
El reformismo armado del zapatismo lo demostró fehacientemente: luego de disparar escasos tiros en enero de 1994, se sentó a la mesa de negociación con el PRI y el PRD. El EZLN fue, ante la rebelión campesina en México, la pieza preciada de la burguesía para salvatar al priato: la pata izquierda de la negociación hecha para hacer cambios cosméticos en el régimen y contener a las masas.
Mientras tanto, las bandas armadas por los terratenientes masacraban a los campesinos desarmados y el proletariado industrial estaba atenazado entre el férreo control de la burocracia afín al PRI y el látigo del capital. El Zapatismo cumplió el rol clave de mantener en pie esta división, mientras la burocracia charra se encargaba de esto mismo en los sindicatos industriales.
He aquí como la "alianza multiclasista" dirigida por el zapatismo no es más que la división de las masas explotadas y su subordinación a las distintas alas burguesas.
Un nuevo ejemplo de ello es la política llevada adelante por la dirección del Movimiento Sin Tierra del Brasil. Las justísimas y sentidas reivindicaciones de sectores campesinos, que reclaman la entrega de tierras (muchas veces prometida demagógicamente por los gobiernos burgueses) es llevada a la impotencia por los dirigentes del MST. Estos, ligados por múltiples lazos a la Iglesia, vienen negociando con el gobierno la entrega controlada de tierras improductivas (salvando así las extensas propiedades de la Iglesia), para contener y apaciguar las demandas campesinas. Al tiempo que se desvía al movimiento campesino de la reivindicación de una reforma agraria radical que ataque a los grandes terratenientes, se enchaleca su potencialidad revolucionaria. Y es que mientras en el campo se viene desarrollando una guerra civil incipiente y larvada en el enfrentamiento con las bandas fascistas y con las fuerzas armadas; la dirección del MST lleva adelante una política criminal. Mientras llama a confiar en la negociación con el gobierno, desarma al movimiento campesino e impide que las tendencias espontáneas al armamento se concreten. El resultado nefasto de esta política se ve en los centenares de dirigentes y militantes campesinos asesinados en los últimos años, y en las masacres de Pará y Rondonia.
Cumple, en el campo, el rol que el PT y la dirección de la CUT cumplen sobre el proletariado industrial, repartiéndose los roles de mantener divididas a las masas y de llevarlas a la derrota.
Ya hemos visto en el artículo previo otro ejemplo de esto, en los sectores de la burocracia argentina que se ubicaron al frente de las luchas del interior, como el santillanismo o el CTA llevando el proceso de revueltas estatales al molino de la oposición burguesa y dejando al proletariado industrial en manos de la burocracia sindical oficialista (CGT).
Esta postura no es aislada ni circunscripta al campo académico, sino que es compartida por las organizaciones de izquierda populistas y stalinistas; lamentablemente también están quienes en nombre del trotskismo se acercan peligrosamente a ella, como el Movimiento Socialista de los Trabajadores en Argentina. La búsqueda de la "unidad de la izquierda y de los luchadores" (como se expresa en política la teorización de Petras), termina en definitiva como un crudo seguidismo de la burocracia sindical y a remolque del carro de alguna variante burguesa "opositora".
Para los revolucionarios, la "unidad popular multiclasista" sólo puede ser correcta si expresa la búsqueda de una alianza de las clases explotadas, y en primer lugar del proletariado y el campesinado. Pero dicha alianza sólo puede ser efectiva si levanta un programa que enfrente a la burguesía y al imperialismo, y desde ya a los agentes del capital en el seno de las organizaciones de los explotados, como la burocracia sindical. No hay "unidad" que valga si la suma es igual a cero: y esto es lo que sucede cuando el zapatismo lleva las aspiraciones y las ilusiones de la rebelión campesina tras la mesa de negociación del PRI.
Sólo puede tener un carácter y programa políticamente revolucionario si la "unidad" es dirigida por el proletariado. Ya en 1918 Lenin afirmaba que "si el campesinado no sigue a los obreros, marcha entonces a remolque de la burguesía". Y es que la resolución efectiva de las demandas y aspiraciones de las masas explotadas sólo puede darse en el marco de la revolución social, lo que plantea que sólo puede tener una perspectiva superadora y revolucionaria, si se da bajo la égida de la clase obrera (y en particular de sus batallones centrales; el proletariado industrial).
Para nosotros, afirmar que no hay un muro entre las revueltas y luchas defensivas y la contraofensiva y el inicio de la revolución, equivale a definir cuáles son las vías por las cuales el movimiento de masas puede superar estas fases iniciales de la actual etapa de la lucha de clases. O dicho de otra forma, la necesidad de enfrentar la acción de las direcciones reformistas como el EZLN o el MST de Brasil, que son la pata izquierda de la estrategia burguesa que mantiene en la impotencia y el aislamiento a la resistencia de las masas y aplasta su energía revolucionaria.
Por el contrario, la "alianza popular multiclasista" y las visiones "populistas" hacen de la revuelta una estrategia y de la piedra y el fuego el método por excelencia, a la par que esconden y "obvian" la ausencia del proletariado industrial en la arena de la lucha de clases. Esconden tras esto la claudicación y la subordinación a las mismas direcciones reformistas que garantizan la división y la desincronización de las masas y que las heroicas luchas vayan a la vía muerta de diversas variantes burguesas.
Frente a esto, está planteada la necesidad de construir el partido revolucionario, enfrentando a las direcciones existentes y peleando por una verdadera alianza de las clases explotadas acaudilladas por el proletariado, la única clase capaz de dar respuesta revolucionaria a las demandas de las masas explotadas y los pobres de la ciudad y el campo.

Polemizaremos aquí con la segunda postura que definimos al comienzo.
Beba Balvé, intelectual argentina, en un trabajo en el cual compara el Cordobazo de 1969, en el que jugó un rol destacado y central la clase obrera fabril, y el Santiagueñazo, acción de masas en la que el sector fundamental fueron los asalariados del Estado (como los administrativos y los docentes), establece que estos últimos son un sector social extraño a la clase obrera. Citaremos extensamente las definiciones polémicas que allí aparecen.
"...unos (se entiende que la clase obrera industrial, N. del A.) están en la producción social o en el mercado, en función social en la sociedad, y los otros en el aparato del Estado, en el ámbito del régimen ... para unos su actividad es social, para los otros estatal. Unos se relacionan con los "capitalistas", el otro polo de la relación, estos, con los funcionarios del Estado. Pertenecen a los aparatos de carácter burocrático, formando parte de la burocracia estatal.".
"De donde sus movimientos son expresión de una crisis al interior de los aparatos de carácter burocrático estatal... hace a la recomposición del centralismo de carácter burocrático."

Entrando de lleno en la comparación, define que el Santiagueñazo "no sólo difiere en cuanto a las condiciones, el medio y las circunstancias respecto a 1969, sino también en cuanto a quién es el sujeto de la acción. Sabido es que la clase obrera, la clase trabajadora en general y los asalariados del estado conforman en su conjunto a la población asalariada, pero ésta contiene en su interior más de una clase social. Es decir, se puede ser asalariado y obrero o pequeño burguesía asalariada.".
Para no dejar lugar a dudas de dónde engloba a los empleados del Estado, Balvé afirma que "la clase obrera para lograr sus objetivos está dispuesta a romper la legalidad burguesa. Eso es impensable en un asalariado del estado que no sea obrero. El estatuto del empleado público es la expresión de lo que es un asalariado de aparatos administrativos estatales"2. Partiendo de identificar clase obrera con proletariado industrial, Balvé avanza en sugerir una definición de los asalariados del Estado como parte de la "pequeño burguesía asalariada"3.
En este punto iniciaremos nuestra polémica.

El concepto de clase obrera y los clásicos

En primer lugar, hay una discusión planteada en torno al Estado. Tanto Engels como Lenin definen al Estado como el órgano de dominación de clase, y ligado indisolublemente, no sólo a la existencia de una "fuerza especial, cuerpos armados especiales", sino también a la burocracia estatal, la que "dueños de la fuerza pública y del derecho a recaudar los impuestos, los funcionarios públicos están ahora situados, como órganos de la sociedad, por encima de la sociedad", y a la cual la burguesía "está unida por miles de hilos"4.
Lenin define que este "aparato burocrático del estado" se nutrirá de "la pequeño burguesía, la que es atraída al lado de la gran burguesía y ampliamente subordinada a ella a través de dicho aparato, que proporciona a las capas altas del campesinado, a los pequeños artesanos, a los comerciantes, etc., cargos relativamente cómodos, tranquilos y respetables, que colocan a quienes los ocupan por encima del pueblo"5.
Por otra parte, Trotsky definirá en "A noventa años del Manifiesto Comunista (1937)" que "el desarrollo del capitalismo ha acelerado en grado máximo el desarrollo de legiones de técnicos, administradores, empleados, en suma la llamada nueva clase media"6; a esta cuestión responderemos más adelante.
Balvé ha explicitado con anterioridad su identificación de los asalariados del Estado como parte de la burocracia del Estado, la que es "un parásito adherido al cuerpo de la sociedad burguesa, creado por las contradicciones internas que desgarran a esa sociedad" y se ubica elevada por "encima de la sociedad"7.
¿Podemos identificar la posición de los clásicos frente a la clase obrera y los asalariados del Estado con la que despliega Beba Balvé? Lenin dice, sobre la relación establecida entre los miles de asalariados del Estado y la burocracia estatal: "Hoy, el correo es una empresa organizada conforme a un monopolio capitalista de Estado. El imperialismo transforma gradualmente todos los trusts en organizaciones parecidas, en las que por encima de la "plebe", agobiada por el trabajo y hambrienta, encontramos la misma burocracia burguesa. Pero el mecanismo de la administración social ya está listo aquí. Una vez derrocados los capitalistas, aplastada la resistencia de estos explotadores con la mano férrea de los obreros armados, destruido el aparato burocrático del Estado moderno, tendremos un mecanismo de alta perfección técnica, libre del "parásito", perfectamente suceptible de ser puesto en marcha por los mismos obreros reunidos, que contratarán técnicos, inspectores y contables, y retribuirán el trabajo de todos ellos, como el de todos los funcionarios del estado en general, con un salario obrero. He aquí una tarea concreta, práctica, inmediatamente realizable con respecto a todos los trusts, una tarea cuya realización liberará a los trabajadores de la explotación"8.
Creemos que aquí clarifica la existencia de capas explotadas y oprimidas en el seno de los trusts del Estado.
Lenin, en otro pasaje de la misma obra, definirá a la burocracia como compuesta por "ministros, subsecretarios, gobernadores, generales, etc."9, ¡y no por docentes y empleados administrativos!
Por otra parte, en cuanto a la afirmación realizada por Trotsky, creemos que si lo que él buscaba era referirse al conjunto de los asalariados del Estado y no sólo a la burocracia estatal (como sí se refiere Lenin) el desarrollo posterior al fin de la guerra ha resuelto esta cuestión.
Al inicio del boom de la posguerra, la política de nacionalizaciones impulsada en los principales centros imperialistas provocó una ampliación importantísima de este sector de la clase obrera. Y es así que el "sector terciario" de la economía, tanto en las dependencias estatales como en el sector privado, ha incorporado y sometido a ritmos alienantes de explotación a un amplio sector de la población; y, en especial a partir de los ‘80, la ofensiva capitalista ha pauperizado crecientemente a este sector de la clase obrera. Toda duda se despeja si se ve que este sector de millones de trabajadores a nivel mundial, es el que ha protagonizado en Francia la acción más importante del proletariado de Europa occidental desde el período 1968-1975: la huelga general política de los trabajadores franceses de los servicios que planteó la posibilidad de la caída del gobierno de Alain Juppé 10.
Volviendo entonces, ¿cuál es la función de estas capas, y a qué clase pertenecen? ¿Poseen una función similar a la que vimos de la burocracia estatal y las bandas armadas? ¿Son sectores de "la pequeño burguesía" que reciben un salario? Remitámonos entonces a Marx.
Marx parte, bueno es aclararlo, del carácter específico y distintivo en el capitalismo de la relación trabajo asalariado-capital, base fundamental de la definición de clase obrera y burguesía, así como de las demás clases intermedias no fundamentales del modo de producción capitalista.
Marx dice que hay condiciones generales de la producción y reproducción del capital cuya producción y mantenimiento son encaradas por el Estado. Concretamente, dice que "el capital echa la carga sobre los hombros del estado" en cuestiones tales como la construcción de caminos en donde la "ventaja inmediata que de ellos deriva para la producción puede ser demasiado exigua"; haciéndose cargo el Estado de lo que "se presentan como condiciones generales de la producción y no como condición particular para éste o aquel capitalista"11.
El trabajo realizado por estos asalariados del Estado es necesario sin ser productivo desde el ángulo del capital (es decir sin que "el plustrabajo contenido en ellos se realice como plusvalor a través de la circulación, a través del intercambio"12), ya que no están ubicados en la producción de mercancías, sino en la producción de las condiciones generales de producción, circulación e intercambio. Mientras tanto "para el obrero mismo -comparado con los demás asalariados- se trata de plustrabajo"13.
Marx plantea que "todas las condiciones generales, colectivas de la producción -mientras tanto no pueda ocurrir su creación por el capital en cuanto tal, bajo sus condiciones- se cubren con una parte del rédito nacional, del erario público, y los obreros no se presentan como trabajadores productivos, aunque aumenten la fuerza productiva del capital"14.
Queremos reafirmar la pertenencia a la clase obrera de aquellos asalariados del Estado que están relacionados con la producción, reproducción y mantenimiento de las condiciones de producción del capital y con el mantenimiento del aparato estatal, ya que son explotados vía indirecta por el capital, a través del Estado: es decir que se les extrae un plustrabajo que "aumenta la fuerza productiva del capital"15 (manteniendo entonces una relación indirecta con el proceso social de producción de mercancías). Creemos que es desde este ángulo que Marx los considera explícitamente parte de la clase obrera, más allá de que no rindan plusvalor al capital.
Creemos que visiones como la que es objeto de esta polémica parten de un análisis no dialéctico de la clase, que absolutiza la heterogeneidad existente en la clase obrera, que se expresa como una diferenciación específica del proletariado industrial respecto a los otros sectores y capas de la clase obrera.
Diferencia específica que responde a su ubicación en la gran industria y a la relación directa establecida con el capital, que lo convierte en un productor de plusvalor. Esta diferencia específica tiende a expresarse en los organismos y los métodos que el proletariado industrial dispone cuando emerge a la lucha, organismos que cuestionan objetivamente la propiedad de la fábrica y, al decir de Trotsky, "establece de hecho un doble poder"16. Es por esta cuestión que para los trotskistas el proletariado industrial es el sector clave de la clase, quien tiene reservado el ser el caudillo de las masas hacia la toma del poder.
Desde este punto se vista se derrumba toda fundamentación teórica para posturas como la que citamos. Y, como veremos a continuación, no hay fundamento en pie para la afirmación lapidaria de que necesariamente las acciones de los estatales son en los marcos de la "legalidad burguesa".

Clase obrera y ofensiva burguesa imperialista

Beba Balvé afirma, partiendo de su definición de clase obrera, que los movimientos de los asalariados del Estado se ubican en "el ámbito del régimen", y expresan "crisis al interior de aparatos de carácter burocrático estatal". Acciones como el Santiagueñazo no habrían roto la"legalidad burguesa".
Nosotros hemos respondido desde un ángulo teórico. Creemos que nuestra respuesta es contrastada fielmente por la actualidad de la lucha de clases.
Como desarrollamos en el artículo, los planes imperialistas plantean un proceso de recolonización y restructuración de los viejos estados semicoloniales, como parte de una ofensiva sobre el conjunto de las masas. Frente a los mismos es que se levantó la resistencia de las masas latinoamericanas, protagonizada centralmente por sectores no pertenecientes al proletariado industrial y que en nuestro país tuvo como principal protagonista a los asalariados del Estado del interior, uno de los sectores más atacados de la clase.
Resistencia ciega, sorda y muda, iniciada desde un bajísimo nivel de conciencia, pero que, ante la ausencia e inactividad del proletariado fabril, le mostró a la burguesía el límite impuesto por las masas: empantanó y puso un palo en la rueda de la ofensiva imperialista en los principales países, y se convirtió en un factor actuante en la crisis de los planes Brady.
Muy lejos estamos de ver estas acciones como fruto de "disputas interburocráticas", que no provocan ni siquiera un rasguño a la "legalidad burguesa".
Por el contrario creemos que, partiendo de lo dicho, el Santiagueñazo y las revueltas posteriores adquirieron un carácter de enfrentamiento político objetivamente antimperialista (al enfrentar al imperialismo y sus planes de recolonización sobre los estados semicoloniales y sus fuerzas productivas y de esclavitud sobre las masas nativas) y por ende anticapitalista.
¿Rompió los marcos de la "legalidad burguesa" el Santiagueñazo; es ésta cuestionada por la lucha de los estatales?
Fue la ofensiva imperialista sobre la nación oprimida lo que hizo que los estatales de Santiago, junto a los oprimidos y miserables de la provincia, prendieran fuego a los edificios de los tres poderes provinciales, violentando la "legalidad burguesa". Fueron los padecimientos y sufrimientos a los que las masas se ven sometidas por el capital, lo que hizo que un estatal santiagueño rompiera la "legalidad burguesa" y en el balcón de la legislatura profanara el santo sillón de algún diputado burgués en una imagen que recorrió el mundo. Fue el ataque lo que hizo que sectores de las masas y de los trabajadores estatales apelaran a la piedra y el fuego para enfrentar al estado y al gobierno, poniendo un jalón en la superación de los elementos de pacifismo que posee la conciencia de la clase.
Lejos de poder ser atribuido al "carácter de clase" de los estatales, si las revueltas posteriores no lograron lo que logró el Santiagueñazo, responde en primer lugar, a que hubo direcciones sindicales y políticas que impidieron concientemente que se despliegue toda su potencialidad.

NOTAS:

1 Los asalariados del estado, en el marco de pertenecer a la clase obrera, expresan en sus acciones las contradicciones que su vieja conciencia posee producto de su ubicación social y económica. Marx hacía notar la importancia que tenía el hecho de que fuera "el erario público, y no el capital, el fondo de trabajo": si consideramos a la gran masa de asalariados del estado como un "seguro de desempleo" pagado por el estado, es decir una conquista indirecta de las masas, al mismo tiempo creemos que los estatales han sido, sobre la piedra basal de la relación establecida con el capital vía el estado, la base electoral y social de los gobiernos, una suerte de "clientela electoral" del mismo. Esta cuestión se va a plasmar en una conciencia de confianza y presión sobre el estado para obtener concesiones, cuestión que evidentemente incide en lentificar las tendencias hacia la radicalización política y de los métodos.
Desde ya que el carácter de la ofensiva ha impulsado que aquellos deban apelar a lo que ha sido el símbolo de la revuelta: la piedra y el fuego; para obtener las mas mínimas concesiones, avanzando sobre su vieja conciencia. Pero ni los asalariados del estado, ni tampoco el campesinado que ha emergido en Chiapas y en Brasil (que es capaz incluso de realizar acciones que avancen en el sentido de cuestionar la propiedad privada), pueden asumir el rol reservado al proletariado industrial con sus métodos y sus organismos.
2 Balvé, Beba; "Hegemonía proletaria y hegemonía burguesa"; serie Estudios Nro.73 Centro de Estudios en Ciencias Sociales; Buenos Aires.
3 Esta definición incluye, cuando menos, a los estatales actuantes en Santiago del Estero, es decir a los administrativos, los docentes, judiciales, etc; es decir a los estatales pertenecientes a lo que se conoce como el sector "terciario".
4 Lenin, V.I.; "El Estado y la Revolución", pág.336, Editorial Cartago.
5 Ibidem, pag.336
6 Trotsky, L.; "A 90 años del Manifiesto Comunista" en "El programa de Transición", Pag.22, Ed.Crux
7 Lenin, V.I.; ob.cit., pag.336
8 Idem.
9 Idem.
10 Aunque la discusión presente está circunscripta a los asalariados del estado, Beba Balvé define como "pequeña burguesía asalariada" al conjunto de los trabajadores del sector servicios. Esta definición equivocada excluye de la clase obrera a un sector de centenares de millones de trabajadores en el mundo, sobre el que han avanzado las condiciones de proletarizaciòn de su trabajo y que además, sin ser comparable a la importancia fundamental del proletariado industrial, ha adquirido en las últimas décadas un peso mayor en el circuito de producción capitalista, siendo capaz de paralizar con su acción sectores importantes del mismo (como los bancos, los transportes, etc).
11 Marx: "Grundrisse", Tomo II, pág. 21-23, Siglo XXI Editores
12 Idem.
13 Idem.
14 Idem.
15 Idem.
16 Trotsky, León: "La Agonía del capitalismo y las tareas de la Cuarta Internacional", Programa de Transición.