Estrategia Internacional N° 8
Mayo/Junio  - 1998

Primera prueba de fuerza con el gobierno de Banzer
CUATRO DÍAS DE HUELGA GENERAL

Ely Quispe y Eduardo Molina

Bolivia vivió desde fines del verano un proceso de luchas obreras y campesinas que culminó con la huelga general de abril, en una prueba de fuerzas con el gobierno que demostró que Banzer no podrá avanzar con el plan proimperialista sin enfrentar los contragolpes del movimiento de masas.

La huelga general en Bolivia es parte de un proceso más amplio de contraofensiva obrera y popular, que recorre distintos países, y que muestra la tendencia de las luchas de masas a elevarse al terreno de la huelga política de masas, contra el gobierno y sus planes, poniendo en primer plano a los trabajadores con sus métodos de lucha y organizaciones, como mostraron los maestros, el sector que viene jugando un rol de vanguardia en la lucha de los últimos años.

El otro pilar de la huelga de la COB, fue la heroica defensa de los "cocaleros" del Chapare de sus cultivos. La lucha de este sector campesino se suma al amplio arco de movilización campesina que recorre buena parte de nuestra región: las luchas campesinas en Brasil, Colombia, Paraguay, México, Ecuador, muestran la importancia de la cuestión agraria en el continente, donde se combinan, la vieja cuestión de la tierra, la lucha contra la opresión étnica, la ruina de los pequeños productores ocasionada por los planes imperialistas y la penetración capitalista en el campo que disgrega las viejas formas de subsistencia campesina, y la resistencia a la política yanqui de erradicación de los cultivos de coca. El descontento campesino es agravado por los desastres climáticos en toda la región que trajo consigo el fenómeno de El Niño.

La huelga en Bolivia mostró la tendencia a la unidad obrera y campesina, en torno a la central obrera. Si la lucha no avanzó más, a pesar de no entrar en escena los sectores productivos, fue por el papel de la dirección burocrática de la COB. En esta nota intentaremos sacar las lecciones de la huelga, necesarias para preparar los próximos combates.

El general Hugo Banzer, el ex dictador, jefe del sangriento golpe del 21 de agosto de 1971, reconvertido en "demócrata" desde los ´80, venció por un márgen muy estrecho en las elecciones del año pasado: apenas un 22% de los votos emitidos, en elecciones donde el voto se dispersó entre varias candidaturas. El 6 de agosto asumió la presidencia, con el apoyo de la Confederación de Empresarios Privados, la bendición de la Iglesia, y el apoyo de la prensa, encabezando el acuerdo de la "megacoalición" con varios partidos burgueses1, para paliar esta debilidad.

La "megacoalición" le dio mayoría parlamentaria, pero al precio de permanentes roces, negociaciones e inestabilidad al interior del gobierno.

Banzer inició su gobierno con una política de "diálogo nacional" para "convencer" a la dirección de la COB y de los campesinos. Incluso mantuvo durante un cierto período una "luna de miel" (como la llamó la prensa) con la dirección de los cocaleros encabezada por Evo Morales.

Banzer necesita aplicar una nueva ronda del programa "neoliberal" proimperialista, sin poder reunir, en las condiciones nacionales e internacionales de fines de los ´90, una base social amplia en que apoyarse: debe cumplir con el imperialismo norteamericano sus compromisos de erradicación de la coca en el Chapare. El año pasado Bolivia estuvo bajo la amenaza de "descertificación" y el gobierno de Clinton ha intensificado sus exigencias como parte de la política de "lucha contra el narcotráfico" que reafirmó en Santiago de Chile ante todos los gobiernos de la región hace pocos días. Debe profundizar el programa de privatizaciones y "reformas" que no alcanzó a completar su antecesor Gonzalo Sanchez de Losada. Entre ellas, la reforma de la educación pactada con las instituciones imperialistas como el BID y el Banco Mundial, la "capitalización" de ENAF (la fundición estatal de estaño) y otras empresas públicas, etc.

Las dificultades económicas, acrecentadas por la crisis financiera internacional, lo obligaron entre tanto a anular el pago del "bonosol" a los rentistas (jubilados), un bono comprometido por el anterior gobierno, a replantear el presupuesto fiscal y apurar los ritmos del ataque.

Esto hizo naufragar la política de "diálogo nacional". Es que una política de ataques a los trabajadores y el pueblo no podía pasar sin despertar una tenaz resistencia, porque, a pesar del paso de las privatizaciones y otras derrotas parciales que logró infligir el gobierno de Sanchez de Losada en 1996, el movimiento obrero y popular está en un franco proceso de recuperación.

La respuesta obrera y popular

En diciembre, el aumento de las tasas municipales y luego de los combustibles, y la amenaza de liquidar el "régimen simplificado" de impuestos para los pequeños comerciantes, transportistas y otros "gremiales", provocó grandes marchas en El Alto y La Paz, un paro de 24 horas de la COB y protestas que obligaron a Banzer a dar marcha atrás con la reforma impositiva.

En febrero, el gobierno pasa a la ofensiva intentando pasar la Reforma Educativa II, que destruye el escalafón docente y busca crear una capa de profesores supuestamente mejor pagos (el salario les aumenta de 600 a 1000 bolivianos, pero pierden bonos) a cambio de más horas de trabajo y aceptar exámenes para dividir a los maestros.

La respuesta de los trabajadores no se hizo esperar. Ya había comenzado con la huelga de hambre de 200 directores de escuela despedidos. Los maestros del campo y la ciudad entraron en huelga indefinida y el conflicto docente se extendió y logró un importante apoyo de alumnos y padres que acompañaban las movilizaciones. Se sumó el sector de salud, demandando mejoras salariales. Los campesinos potosinos y cochabambinos cortan las rutas reclamando subsidios y alimentos ante la terrible situación provocada por la sequía que trajo el fenómeno de El Niño. Los "gremiales" (artesanos y pequeños comerciantes) protestan contra la "doble tributación". Los universitarios comienzan a manifestarse reclamando aumento de presupuesto.

Poco después, Banzer lanza el "Plan Dignidad" de erradicación de coca en el Chapare, rompiéndose el diálogo con los dirigentes cocaleros. Los campesinos del Chapare contestan bloqueando todos los caminos de la zona.

En este marco, la COB declaró un paro de 48 horas y luego otro de 72 horas, mientras buscaba negociar con el gobierno.

Ya la situación se había convertido en una prueba de fuerzas entre el gobierno de Banzer y el movimiento obrero y de masas.

La huelga general indefinida

La lucha misma había puesto en la calle la moción de superar el estadío de lucha meramente sectorial y reivindicativa, económica, y pasar a la lucha política abierta contra el gobierno y los planes imperialistas.

Esto es lo que de una manera distorsionada (intentando negar este carácter y reducirla a medida de presión para forzar un nuevo diálogo con el gobierno) se vió obligada a reconocer la COB en un ampliado nacional, al decretar la huelga general indefinida desde el 1º de abril, pero sin prepararla ni darle una perspectiva, y frenando toda posibilidad de que se desarrollara al interior y en torno a la COB y los sindicatos, la organización democrática de las masas en lucha.

Así, todo el peso de la huelga siguió descansando sobre los hombros de los sectores que ya venían luchando mientras la política de la burocracia de la COB tendió a dejarlos aislados, para poder ir luego a la negociación.

Los maestros, que desde el principio estuvieron junto a los cocaleros del Chapare a la vanguardia, bloquearon reiteradamente las calles e incluso utilizaron dinamita contra la policía. En más de una oportunidad, las calles de La Paz se convirtieron en campos de batalla entre maestros, comerciantes, trabajadores de salud y universitarios, con las fuerzas represivas.

El gobierno contestó endureciendo la represión, dispuesto a impedir que los trabajadores le "torcieran el brazo", como declaró Banzer, amenazando con declarar el "Estado de sitio" mientras invadía literalmente el Chapare desplegando unos 3.000 efectivos del ejército y la policía, y tratando a la par de ir a negociaciones por separado para aislar a los maestros y cocaleros. Así, logró desactivar el conflicto en Potosí2 entregando ayuda alimenticia y otras concesiones.

Sin embargo los esfuerzos del gobierno por quebrar la lucha chocaron con la gran combatividad y heroísmo de los docentes y cocaleros.

En el Chapare, los enfrentamientos se sucedieron todos los días y ante la militarización de la zona, se llegó al borde de una guerra civil local. Sólo en uno de los choques, informa un periodista: "los cocaleros y los militares y policías... transformaron la Villa 14 de Setiembre -ubicada a unos 180 kms. de Cochabamba- en un campo de guerra en el que las hondas y los machetes de los campesinos enfrentaron los gases lacrimógenos y las armas de los uniformados, con un saldo de dos cocaleros muertos, 9 uniformados heridos, 13 cocaleros detenidos y algunos desaparecidos." Los cocaleros hacían emboscadas a las partidas policiales que ingresaban a destruir los cocales, y comenzaron a poner en pie Comités de Huelga y Resistencia a la Erradicación, convocando a integrarse a ellos a los jóvenes campesinos ex-conscriptos, y establecen un comando unificado. En manos de los campesinos comenzaron a aparecer viejos fusiles y escopetas de caza.

Ante la dureza de la resistencia, el gobierno debió suspender los operativos de destrucción de cocales. El despliegue militar en las calles paceñas tampoco pudo amedrentar al magisterio. Entre tanto, comenzaban a acrecentarse los roces en el seno de la "megacoalición" y crecía la preocupación de la burguesía por el "clima de agitación social" que Banzer no lograba acallar.

Sin embargo, la huelga tuvo desde el comienzo la enorme debilidad de no sumar a los sectores productivos. Nada hizo la burocracia cobista para que se paralizaran las principales industrias del país. A la tercer semana de huelga indefinida, ésta no había logrado paralizar ni fabriles ni mineros, aunque estos acompañaron con distintas movilizaciones. En el campo, los bloqueos de caminos no se extendieron. Los trabajadores petroleros declararon incluso un paro de 24 horas por reivindicaciones sectoriales, pero sin participar del conjunto de la huelga de la COB.

En Semana Santa la cúpula cobista, que no hizo nada por extender la huelga, y dejó librados al desgaste a los sectores más combativos, ofreció una "tregua", permitiendo que la Confederación del magisterio rural firmara un "pre acuerdo" con el gobierno. La burocracia sindical creaba así el clima para levantar la medida, que finalmente pudo concretar en un ampliado el 23 de abril, suspendiendo toda medida con la declaración de un "cuarto intermedio".

Balance y perspectivas

La Huelga General Indefinida se extendió por 23 días, pero sin alcanzar a paralizar el país ni hacerse masiva. Con la venia de la burocracia de la COB, no se sumaron sectores vinculados a la producción como los fabriles, mineros, agroindustria y petroleros ni los trabajadores de la banca y el transporte, etc. Fue esencialmente una lucha muy dura de los maestros, trabajadores de salud y cocaleros del Chapare, acompañados por algunos otros sectores, como los universitarios. Sin embargo, se constituyó en un claro desafío a Banzer y su plan, que no pudo imponerse a pesar de la brutal represión y el recurso al Ejército (no empleado en esta escala desde hace varios años), al precio de 11 muertos, 60 heridos y más de 300 detenidos.

El ataque del gobierno no pasó, y las masas puedieron pasar revista a sus propias fuerzas. Si bien el movimiento de masas, por la traición de la burocracia, no pudo "torcerle el brazo" a Banzer, éste tampoco pudo quebrar a los maestros y a los cocaleros. Como señala la prensa "se ingresó a una precaria tregua que puede ser rota en cualquier momento" (Los Tiempos, 25-05-98)

Efectivamente, en el Chapare, que sigue militarizado, está roto el "diálogo" y continúan las movilizaciones y los enfrentamientos ante cada intento de erradicación, y el gobierno no ha podido lanzar una erradicación forzosa masiva. Los maestros vuelven al trabajo con migajas de aumento salarial, y el gobierno intenta aplicar la reforma educativa, comenzando con el plan de "salario al mérito", pero según la Confederación del sector, "de 80.000 afiliados en todo el país, sólo se presentaron 85 maestros entre urbanos y rurales" al primer llamado a exámenes del gobierno (muchos otros fueron disuadidos por los "piquetes de convencimiento" de los sindicatos). El conflicto de salud prosiguió todavía por varios días más. El 1º de mayo una gran manifestación obrera recorrió el centro de La Paz.

Todo esto muestra que los trabajadores no han salido desmoralizados, y que si no pudieron ir más allá, asestándole un mayor golpe al gobierno, fue por la política de la dirección de la COB. Por el contrario ha crecido el descontento y los cuestionamientos a Milton Gómez, secretario general de la misma.

Este primer round mostró la combatividad y tendencia a elevarse a la lucha política contra el gobierno y su plan, por parte de los trabajadores, que enfrentaron a pie firme la militarización y dejaron cuestionada la fuerza política con que cuenta Banzer para imponer sus planes, cuando hace apenas 9 meses que ha asumido el gobierno. Banzer tiene por delante una larga agenda de ataques contra los trabajadores del campo y la ciudad: debe cumplir sus compromisos con Clinton en el Chapare, planea una mayor "flexibilización laboral", la privatización de la fundición de ENAF y otras empresas.

Esa "tregua precaria" de que habla la prensa, debe ser aprovechada para preparar los próximos combates. Se trata de sacar las lecciones que permitan a los trabajadores librarlos en las mejores condiciones.

El problema decisivo que enfrentó la lucha, fue el freno puesto por la burocracia que dirige la COB. Se negó a que la huelga se extendiera, se desarrollara, y a convertirla en una gran huelga política de masas que dejara herido al gobierno de Banzer y abriera las puertas a una contraofensiva obrera y popular.

Su estrategia de colaboración de clases y luchas de presión, que es similar a las que aplica la burocracia sindical en otros países de América Latina, como la CUT en Brasil o el CTA-MTA en Argentina, apunta a impedir que el movimiento obrero y de masas se eleve al combate político contra los gobiernos proimperialistas, dejando la lucha en el plano puramente económico.

La huelga general indefinida y la COB

La actual, si bien no fue una verdadera huelga general indefinida, fue objetivamente una lucha política de masas. Los campesinos y maestros salieron a pelear contra el ataque de Banzer, y su lucha de hecho cuestionó los planes del gobierno. Estaba planteado levantar una política para generalizarla, principalmente a los sectores claves de la producción, y convertirla en una verdadera huelga general indefinida que planteara " ante todas las clases de la nación, la pregunta ¿quién va a ser el dueño de casa?" (L. Trotsky, ¿Adónde va Francia?). Si la huelga de abril se hubiera extendido y paralizado el país, esta pregunta se hubiera instalado en el centro de situación política. Nada de esto hizo la burocracia de la COB. Ella sabe perfectamente que sólo una lucha de este tipo es capaz de arrancar al gobierno y a la burguesía alguna concesión importante. Pero precisamente, lo que la burocracia no quiere es luchar en serio. Por eso intentó recortar de antemano el carácter de la lucha al de una huelga puramente reivindicativa. Es que para ella, la huelga general indefinida, no es más que una simple ficha para presionar en la negociación con el gobierno.

El Pliego Unico y la necesidad de la autoorganización

En función de este objetivo, la cúpula cobista utiliza el "pliego único"3 que se limita a recoger las demandas sectoriales -unos 128 puntos, la gran mayoría correctos- pero sin articularlas en un verdadero programa de acción, lo que lo convierte en un mero instrumento para ir a negociaciones sectoriales, en las que se termina recogiendo sólo migajas a pesar del enorme sacrificio puesto en la lucha por las bases. Así no sólo se desnaturaliza la huelga general indefinida, sino también el papel del Pliego Único, que en vez de ser un instrumento de la unidad obrera y campesina para golpear con un solo puño contra el gobierno y el imperialismo, termina siendo el paragüas bajo el cual negocia cada sindicato por separado.

Por último, estar a la altura de la lucha entablada exigía también una política consecuente para impulsar la autoorganización de las masas dentro y en torno a la COB y los sindicatos. Comenzando por poner en pie un comité nacional de huelga en la COB, en el que pesaran decisivamente los sectores más comprometidos en la lucha, así como comités de huelga en las federaciones y los sindicatos, para dotar la movilización de una dirección renovada, que reflejara a lo más activo del movimiento, que tuviera la confianza de la base. Los enfrentamientos con los campesinos y el estado de sitio decretado en las huelgas generales anteriores hacían preveer enfrentamientos con la policía y el ejército. Para ello había que desarrollar la autodefensa y preparar así el armamento de las masas, generalizando lo que los maestros y cocaleros hacían en sus enfrentamientos cotidianos. Pero esto no podía hacerse seriamente sin organizar comités de huelga a todos los niveles que, entre otras, tomaran a su cargo esta tarea en los distintos planos de la lucha.Tampoco nada de esto hizo la dirección de la COB.

Hace falta una estrategia obrera independiente

La "estrategia" de presión de la burocracia cobista demostró una vez más ser un enorme obstáculo para el desarrollo de la lucha de masas. Su política de colaboración de clases no puede dar nada más que traiciones.

Para avanzar en los combates venideros, es necesario que la heroica clase obrera boliviana pueda retomar lo mejor de sus tradiciones de lucha, y apoyándose en ellas, levantar una estrategia obrera independiente para encarar una lucha política decidida contra Banzer y su plan, levantando un nuevo programa que enfrente a todas las alas burguesas, que permita al proletariado ser el caudillo de la nación oprimida. Sólo de esta forma el proletariado boliviano logrará ubicarse como eje de la imprescindible alianza obrero y campesina.

Las reivindicaciones de los cocaleros, no tienen solución plena sin expulsar al imperialismo y sus agencias, como la DEA, de Bolivia. Las penurias de los trabajadores y pobres de la ciudad no tienen alivio duradero sin romper las cadenas que someten al país al imperialismo. Sólo la clase obrera con su propio programa y organizaciones puede unir a la nación oprimida para encarar las tareas de la liberación nacional.

Una firme alianza obrera y campesina podía comenzar a forjarse uniendo en una sóla la lucha de los maestros y los cocaleros, para desde allí, llamar al resto del movimiento de masas buscando particularmente que se sumen fabriles, mineros y petroleros, planteando claramente un enfrentamiento con Banzer y su plan, y levantando un pliego único que ofrezca una salida obrera a la crisis.

Sobre estas bases está planteado lanzar una contraofensiva obrera y popular organizada desde un Congreso de delegados de base de la COB verdaderamente democrático, que vote un plan de lucha para preparar una gran huelga general indefinida que paralice el país, basada en la organización de la autodefensa de masas y el impulso a todas las formas de autoorganización para la lucha, comenzando por un comité nacional de huelga.

Una lucha llamada en estos términos, entusiasmaría a amplias masas que hasta hoy no pueden intervenir en el combate, liberaría la energía y disposición a la lucha, y mutiplicaría la autoridad de la COB. Significaría cambiar de un golpe a favor de los obreros y campesinos toda la relación de fuerzas. En todo caso, sería la única forma de arrancar a la burguesía alguna concesión económica o sectorial de importancia, que en todo caso, no haría sino fortalecer la confianza de las masas en sus propias fuerzas.

Una estrategia y un programa obreros independientes así, que permita unir las filas de la clase obrera y soldar una firme alianza con los oprimidos del campo y la ciudad, convirtiendo al proletariado en el caudillo de la nación oprimida y para dirigir su lucha hacia la toma del poder.

Por una dirección revolucionaria para la COB

La burocracia enquistada en la COB y los sindicatos es el mayor obstáculo para que las masas puedan derrotar a Banzer y herir de muerte al régimen. No se trata de cambiar a una camarilla por otra con discurso más "rojo", pues todas están atadas por mil lazos al régimen burgués y comparten la estrategia de colaboración de clases. Es necesario expulsar a la burocracia de las organizaciones obreras. Hace falta una verdadera dirección revolucionaria en la COB y los sindicatos, que retome el camino estratégico marcado por las Tesis de Pulacayo, pero adaptado a las condiciones y tareas de la lucha en la Bolivia de hoy. Esta necesidad es la gran lección que arroja ya esta huelga, como la del 96, como los heroicos combates de los últimos 13 años, como la cadena de grandes combates revolucionarios de las masas bolivianas (ver "Tres hitos...").

Pero una dirección revolucionaria, cuya materia prima se está forjando en los maestros, obreros y trabajadores de vanguardia que odian a la actual cúpula, no habrá de formarse espontáneamente. Hace falta un partido que conscientemente prepare a la vanguardia obrera para contestar a la pregunta de ¿quién manda en casa?, es decir, que dirija a las organizaciones de lucha de las masas mediante una estrategia revolucionaria de autoorganización para la lucha, la única que puede llevarlas a tomar el poder, destruir el Estado burgués e instaurar su propio gobierno. Ese verdadero partido trotskista que sepa estar a la altura de los combates cotidianos, sacar lecciones revolucionarias de ellos y forjarse en esta perspectiva, es la necesidad más urgente de la vanguardia obrera boliviana.

NOTAS:
1 La "megacoalición" se integró con dos partidos populistas fundados a mediados de los 80: Condepa (Conciencia de Patria), un partido con visos indigenistas fuerte entre las masas populares de La Paz, cuyo líder Carlos Palenque murió hace un año; UCS (Unión Cívica Solidaria), partido populista de derecha fundado por el fallecido magnate de la cerveza Max Fernández (y heredado, igual que su fortuna, por su hijo Jhonny), además del MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria) socialdemócrata, del ex-presidente Jaime Paz Zamora, NFR (Nueva Fuerza Republicana)y el partido de Banzer, ADN (Alianza Democrática Nacionalista).
2 La huelga de Potosí fue convocada por el Comité Cívico, que levantó la medida ni bien el gobierno de Banzer envió partidas de alimentos para paliar el conflicto.
3 A fines de marzo en una entrevista para discutir el Pliego Único, entre la cúpula cobista y el gobierno, éste, por medio de su ministro de Trabajo, el mirista Leopoldo "Polilla" López, lamentándose cínicamente de la mala situación del país que no permitiría según él atender el pedido de aumento salarial, aceptó discutir los demás puntos del pliego en las consabidas "comisiones", y le entregó a Milton Gómez un ejemplar en tres gruesos tomos del presupuesto de la Nación para el año 98, proponiéndole que lo estudie, que así vería que no hay fondos para cumplir con las demandas salariales de los trabajadores. Milton Gómez no supo hacer otra cosa que llevarse los tres tomos bajo el brazo.


LA BUROCRACIA DEL "COMO SI"

La burocracia cobista, que debe lidiar con la enorme espontaneidad y combatividad de un movimiento obrero y popular de gran tradición, y que es una burocracia débil, sin un gran aparato material en que apoyarse, debe apelar a formas particulares de control sobre la base. Podríamos llamarla la burocracia del "como si", en efecto:

Tiene que hacer "como si" respetara a la democracia sindical con ampliados de la COB donde todo el mundo habla y dice lo que quiere... pero donde sólo van los secretarios generales y ante los que la directiva lleva hechos consumados, como fueron en esta huelga , los "preacuerdos" sectoriales con el gobierno.

Tiene que hacer "como si " unificara con el Pliego Unico, dejando correr por separado la lucha campesina y la de los obreros, la de los maestros (que son empleados del estado) y la de los obreros de la Empresa Privada y negándose a postular a la clase obrera como el caudillo que pueda dirigir la nación oprimida en la lucha contra Banzer y el imperialismo. Mientras tanto, se prepara a negociar por separado en múltiples comisiones con el gobierno y la patronal.

Tiene que hacer "como si" combatiera al gobierno, mientras evita que la lucha se eleve al terreno político.

Apela a discursos rojos para mantener al movimiento obrero y de masas subordinado al régimen burgués e impedir que avance hacia la independencia de clase.

Actuando así, la burocracia no sólo se compromete a sí misma, sino que compromete las organizaciones y las herramientas y métodos de lucha del movimiento obrero, introduciendo un fuerte elemento de desmoralización y desorganización, a expensas del sacrificio y determinación que las bases obreras y campesinas ponen en la lucha.

En las jornadas de abril de este año, la burocracia de la COB jugó las cartas del "como si" en varios pasos.

Primero, por varios meses, dejó libradas a su suerte a los pequeños conflictos y luchas locales, por empresa o por sector, ignorándolos o limitándose a declaraciones, mientras Banzer hablaba de "diálogo nacional", sin preparar a los trabajadores para la lucha que se venía.

Segundo: cuando comenzó el ataque del gobierno, y salieron a pelear los maestros, junto a los cocaleros, la burocracia recién se preocupa por "unificar", para evitar verse desbordada, e impedir que se desarrolle la tendencia a elevar la lucha a una verdadera huelga política de masas, que derrotara a Banzer y su plan. "Unifica"pero apostando todo a la negociación con el objetivo de convencer al gobierno de discutir el Pliego Único, ¡como si Banzer fuera a concederlo en una mesa de diálogo! Para hacer "como si" fuera a la huelga general indefinida, mientras la deja librada a su suerte, sin preparación, sin programa claro, sin organización.

Tercero: al mantenerla como una lucha "salarialista" de presión, deja que se desgasten los sectores de vanguardia, hasta que encuentra el momento propicio para levantar las medidas de lucha, consumando la traición en la mesa de negociaciones. Consumó así su traición orquestada en tres movimientos y desperdició una magnífica oportunidad de iniciar una contraofensiva obrera y campesina que pusiera a Banzer contra las cuerdas y preparar su derribamiento a manos de las masas.