Estrategia Internacional N° 8
Mayo/Junio - 1998
EL AVANCE DE LA RESTAURACION CAPITALISTA EN CHINA Y SUS DILEMAS
Juan Chingo y Julio Sorel
INTRODUCCION
A diferencia de Rusia, que vió en los 90 una caída de su producción de casi la mitad, el avance del capitalismo en China ha significado un aumento del PBI en el período 1978-1997 de más de 9% anual, convirtiéndose en el país más dinámico del mundo. Este contraste entre los resultados de estos dos grandes países del ex "bloque socialista", marca los diferentes puntos de partida y el curso que el proceso de restauración ha seguido en cada uno de estos países. Intentaremos ahora puntualizar estas diferencias con el caso ruso:
a) El carácter atrasado de China. Después de tantos años de crecimiento económico y de la propaganda interesada del imperialismo que asegura que China se convertirá en una super-potencia mundial en el s.XXI, nos han hecho olvidar el carácter atrasado del Estado Obrero deformado chino. En 1978, cuando se lanzaron las reformas de Deng Xiaoping, y a pesar de la industrialización lograda en la época de Mao Tse Tung, siguiendo el modelo soviético de desarrollo de la industria pesada1, el 70% de la población china seguía viviendo del campo. Según el FMI: "Las reformas en la economía de mercado se introdujeron en el marco de una economía rural atrasada que había progresado poco en el marco de la planificación centralizada. Cuando se iniciaron las reformas en 1978, el 70% de la fuerza de trabajo se concentraba en el sector de la agricultura y la mayor parte de la población vivía en zonas rurales." 2
Esta es una diferencia cualitativa con el caso soviético, que más bien se caracterizaba por lo contrario: un desarrollo desproporcionado de la industria, fundamentalmente la industria pesada, en detrimento de la industria liviana o de bienes de consumo, e incluso del importante sector servicios que caracteriza a las economías imperialistas.
Las diferencias de este punto de partida para el proceso de restauración son significativas. En el caso de la ex URSS el avance de la restauración, en el marco de la economía mundial dominada por el imperialismo, implica desde el comienzo una enorme destrucción de fuerzas productivas, como lo demuestra la enorme caída de su producción.
En el caso chino, el carácter atrasado de su economía permitió que las reformas capitalistas lograran un cierto crecimiento de su economía, a costa de agravar tanto las desigualdades sociales, en el campo y en la ciudad, entre las mismas y entre las diversas regiones. El FMI, analizando los factores determinantes del desarrollo de China dice que: "China se benefició de las ventajas del atraso, y en especial ha podido lograr importantes aumentos de la productividad gracias a la transferencia de recursos de una agricultura de escasa productividad a la industria."3 Esta transferencia de recursos de la agricultura a la industria, nos lleva a la segunda importante diferencia entre el proceso de restauración entre la URSS y China.
b) El rol de las reformas capitalistas en el campo. Analizando las probables vías de la restauración en el caso soviético, Trotsky estaba convencido de que el campesinado sería el principal apoyo social de la restauración capitalista. La realidad en Rusia actual demuestra que esto no es el caso, siendo las granjas colectivas uno de los sectores más atrasados no sólo en la introducción de relaciones sociales capitalistas, sino incluso con respecto a los cambios en la propiedad. La explicación de esto debemos encontrarla en las consecuencias tanto de la colectivización forzosa llevada adelante por Stalin a fines de los 20, como sobre todo, en la sobrevivencia en el tiempo más allá de lo que preveía Trotsky del Estado Obrero degenerado soviético. Como consecuencia de estos factores, la población rural en Rusia, consiste casi totalmente en proletariado agrícola, el cual no está interesado en volver atrás a la propiedad de pequeñas parcelas de tierra.
No fue este el caso de China. Las reformas agrícola y rural, que se iniciaron en 1978, permitieron, entre otras medidas, el arriendo de tierras a agricultores en el marco del sistema de "responsabilidad familiar", la fijación de mayores precios pagados por el estado a las mayores cosechas y la introducción de un sistema doble para los precios. A diferencia del campesinado ruso, el campesinado chino respondió positivamente, dando lugar a un incremento de la producción y la productividad agrícola significativo. Un reciente libro señala que "dichos desarrollos fueron espontáneos y explosivos, una vez que los 700 millones de campesinos chinos se dieron cuenta que no estaba más en el poder del gobierno controlarlos a ellos."4
Pero tal cual había previsto Trotsky para el caso ruso, las reformas pro-capitalistas en el campo fueron creando bases para la restauración capitalista, en dos aspectos:
1- La liquidación de las comunas agrícolas, y el proceso de concentración que le siguió, dio lugar al desplazamiento de una parte de la población de los medios de producción agrícolas, dejando a estos campesinos desplazados en la única situación de verse obligados a vender su fuerza de trabajo. En otras palabras, el desmantelamiento de las comunas rurales creó un gigantesco ejército industrial de reserva que fue utilizado primero para proveer de obreros a las llamadas "zonas económicas especiales" y ya más adelante, en los 90, utilizados ampliamente en el conjunto de China.5
2- En segundo lugar, dieron origen a un proceso de acumulación de capital en las aldeas y el desarrollo de una especie de burguesía, que conjuntamente con las autoridades municipales, explota las llamadas "Empresas de Villorios y Poblados". Como dice The Economist, refiriéndose a las reformas en 1978, "una de las enormes consecuencias de tal liberalización fue algo que ninguno de los dirigentes del PC habían previsto, cuestión que Deng Xiaoping más tarde admitió: la proliferación de las empresas de los villorios. Dichas empresas, dan cuenta ahora de dos quintos del producto industrial de China, y son en gran medida libres del sistema danwei 6 de control civil."7 Estas empresas oficialmente son reconocidas como de propiedad colectiva. Sin embargo, la mayoría de los analistas sostiene que detrás de esta propiedad formal muchas se han convertido, en realidad, en negocios privados que operan como sociedad de accionistas o sobre bases cooperativas. En otras palabras, lo que es indudable es que representan una forma de acumulación primitiva de capital.
Como consecuencia de los cambios arriba señalados, se produjo una importante reasignación en la proporción del empleo en la agricultura, pasando de alrededor del 70% en 1978 a 50% en los últimos años.
Desde el punto de vista del proceso de reformas, estas reformas iniciales, fueron creando un mercado de productos alimenticios y de muchas de las materias primas utilizadas en la industria liviana nacionalizada, así como también un aumento del ingreso de los campesinos, que retroalimentaba la necesidad de una producción para el consumo a escala local.
c) Características de la economía planificada. Una diferencia secundaria pero que ayudó al desarrollo de las reformas procapitalistas, es el carácter más descentralizado de la administración de la economía nacionalizada china con respecto a la URSS. En esta última, el intento de reformas incluía un importante grado de descentralización durante los años de Krushev en los 60, terminó en un fracaso, debido a los obstáculos puestos por los distintos administradores burocráticos.
En el caso de China, en general, la mayoría de las empresas, aunque sometidas a un plan central, eran administradas y dirigidas a niveles provinciales o locales. Esto dio más margen de maniobra para un proceso de experimentación de distintas reformas, antes que estas fueran aplicadas nacionalmente.
d) La existencia de una burguesía china de extra mar. A diferencia de la Revolución de Octubre, que destruyó a la burguesía rusa como clase, la revolución china expulsó al partido burgués, el Kuomingtang, fuera del país hacia, principalmente, Taiwan y la ex colonia británica Hong Kong, permitiéndole de alguna manera, que esta clase burguesa mantuviera su cohesión social. La burguesía china de extra mar, en las últimas tres décadas, se ha desarrollado como uno de los principales inversores en el conjunto de Asia, dominando importantes sectores de la producción en países como Singapur, Indonesia e incluyéndose entre algunas de las familias más ricas del mundo. Su enorme riqueza, sus vínculos familiares, sus conexiones dentro de China y sus importantes lazos con el capital imperialista mundial, la convierten en una clase dominante capitalista de reserva, al estilo, pero en una proporción veinte veces mayor por su poderío, a los "gusanos" cubanos de Miami.
La importancia de este elemento, se expresó en los primeros años de reforma en el desarrollo de lo que fueron las primeras "zonas económicas especiales". Fujian, junto a Taiwan y Cantón (cercana a Hong Kong), tuvieron un crecimiento espectacular basado en las inversiones provenientes de estos dos países. Como plantea The Economist, "la primera y aún más grande oleada de dinero extranjero vino de los que el gobierno chino llama compatriotas en Taiwan y Hong Kong. Estos inversores, a menudo, establecieron joint ventures con las así llamadas Empresas de Villorios y Poblados para producir textiles o productos de elaboración simple para la exportación."8 El peso de las inversiones de Hong Kong, que contribuye con casi un 58,8% de las inversiones externas (ver gráfico), puede verse en la casi total integración de la provincia vecina de Cantón, con la cual comparte una herencia cultural y de lenguaje común, a aquella. Hoy en día, los capitalistas radicados en Hong Kong, emplean a casi tres millones de trabajadores de China continental, con salarios que oscilan entre los 2 y 4 dólares diarios. Este caso, muestra la masiva inyección de capitales externos que ha llegado a China con el objetivo de explotar el enorme reservorio de mano de obra barata, que constituye el motor central del proceso restauracionista.
Por otro lado, gran parte de esta inversión externa son fondos fugados de muchos burócratas que utilizan sociedades ficticias establecidas en Hong Kong, como forma de obtener los beneficios que el gobierno otorga a las inversiones externas, en exenciones impositivas, y de esta manera, enriquecerse personalmente.
En síntesis, a diferencia del caso ruso que hemos descrito en el artículo anterior, en donde los futuros nuevos ricos fueron surgiendo en los intersticios de la economía nacionalizada, apropiándose de los beneficios aunque no todavía de la propiedad, cuestión que pegó un salto a partir de 1992 con la liquidación del monopolio del comercio exterior y de la economía planificada, y sobre todo, el proceso de privatizaciones; en el caso chino, podríamos decir que utilizando las conexiones con los distintos niveles de poder estatal, y gracias al impulso inicial dado por las reformas en el campo, fue surgiendo un sector capitalista de la economía paralelo a la economía nacionalizada o las grandes empresas del Estado. La clave del fortalecimiento de este sector, sobre todo al inicio y aún predominante, es el importante peso jugado por la burguesía china de extra mar, burguesía que se caracteriza por su experiencia comercial y que es, junto a las corporaciones imperialistas, sobre todo a partir de los 90, la principal vía de ligazón de China a la burguesía mundial. En otras palabras, antes de los cambios cualitativos ocurridos en los Estados Obreros deformados y degenerados en los años 89- 91, existía ya en China una importante base social de la restauración capitalista.
1 La forma más voluntarista y aventurera, con que la
burocracia de Pekín llevó adelante los distintos planes quinquenales, llevó a grandes
desastres económicos como el retroceso del llamado "Gran Salto Adelante" que se
transformó en un salto atrás del desarrollo de las fuerzas productivas del Estado Obrero
deformado chino. Este carácter voluntarista y aventurero era la expresión en la
burocracia de su concepción particular de la teoría tomada del stalinismo de socialismo
en un solo país, que en su aplicación por Mao, adquirió un carácter mucho más
grotesco, como lo ejemplifica su siguiente afirmación, opuesta por el vértice a las
concepciones materialistas de Marx y Engels que luego siguieron los bolcheviques. En 1960,
Mao decía: "Lenin dijo: Cuanto más atrasado sea un país, tanto más
difícil será su transición al socialismo. Hoy día parece que esta manera de
hablar es incorrecta. De hecho, cuanto más atrasada es la economía, tanto más fácil, y
no más difícil, será la transición del capitalismo al socialismo."
2 "Perspectivas de la economía mundial"-FMI, Octubre 1997.
3 Idem.
4 "How farmers changed China" ("Como los campesinos cambiaron China"),
Kate Xiao Zhou, Westview Press, 1996.
5 En las ciudades, esta población flotante realiza la mayoría de los trabajos en la
construcción y otros trabajos pesados que los residentes de la ciudad rehusan realizar,
sin los más mínimos derechos y beneficios sociales.
6 Los danwei (unidad de trabajo), son un sistema clave de control burocrático del
trabajo.
7 The Economist, 8-3-97
8 Idem.
LA DERROTA DE LA PLAZA TIANANMEN Y EL "SALTO ADELANTE" DE LA RESTAURACION CAPITALISTA
A diferencia de la ex URSS, los procesos revolucionarios en Europa del Este, los movimientos nacionales internos, la huelga minera de 1989 y los acontecimientos revolucionarios de 1991, llevaron a la caída del régimen de partido estado basado en el PCUS, la burocracia de Pekín logró derrotar el movimiento de la Plaza Tiananmen, que comenzó como una movilización estudiantil, pero que se fue transformando, con una creciente participación obrera, en los inicios de un proceso de revolución política. Gracias a esta derrota, la burocracia pudo instaurar, por un período, una salvaje represión focalizada centralmente en los trabajadores.
Esta derrota marca una diferencia cualitativa para el avance de los procesos de restauración. En la ex URSS, y en particular en Rusia, este proceso revolucionario fue abortado mediante una contra-revolución democrática, hacia la asunción de un gobierno burgués como el de Yeltsin. Sin embargo, el poder del Estado, esencial para el avance de la restauración, se encuentra debilitado como muestra la crisis del Ejército Rojo, a consecuencia de los acontecimientos de 1991, el retroceso de la ex URSS como segunda potencia mundial y la derrota que sufrió en los 80 en Afganistan.
Por el contrario en China, la derrota de Tiananmen, fortaleció a la burocracia restauracionista y a su aparato represivo, que lograron durante un tiempo sacar de escena y aterrorizar a los trabajadores. Fue un triunfo de las fuerzas contra-revolucionarias, tanto internas como externas, que permitió un gran "salto adelante" de la restauración capitalista, como muestra, aunque después de un interregno, el cambio cualitativo dado en la política de la burocracia en 1992, así como la fenomenal oleada de inversiones extranjeras directas que convirtieron a China en los 90, en el principal centro de acumulación de capital a nivel mundial.
En 1992 el viaje de Deng Xiao Ping hacia los territorios costeros en el Sur, la zona de mayor desarrollo de las reformas capitalistas, expresó simbólicamente su apoyo decidido a los sectores más pro-capitalistas, incitándolos a que elevaran los niveles de producción vertiginosamente. En el 14° Congreso del Partido Comunista Chino, la burocracia plasmó este giro cualitativo de su política. Por primera vez en los documentos del Congreso no se incluía ninguna mención al plan, y se establecía como objetivo final la construcción de una "economía socialista de mercado". Si anteriormente, el objetivo de la burocracia central había sido dinamizar la economía planificada a través de medidas de mercado, el año 1992 señala un decisivo giro de la burocracia en subordinar la misma a la economía de mercado. El "objetivo de crear una economía de mercado socialista, concebida como una economía en la cual las fuerzas del mercado cumplirían la función más importante en la asignación de recursos en un contexto en el que seguiría predominando la propiedad estatal"1. Como parte de esta estrategia, se establecía el marco para la aceleración de las reformas de las empresas estatales con el objetivo de convertirlas en empresas con administradores independientes ("sociedades por acciones") y de eximir a las mismas de sus funciones sociales. Este giro en la política marca el pase con armas y bagajes del conjunto de la burocracia a la restauración del capitalismo, y en ese sentido, marca un salto de cantidad en calidad en el carácter del Estado Obrero deformado, transformándose en un Estado Obrero deformado en descomposición.
Si en el plano interno este cambio decisivo se expresó en la libertad que tuvieron los niveles provinciales y locales de las burocracias para expandir la producción por todos los medios a su alcance, en el plano externo la burocracia de Pekín relajó los controles sobre la inversión extranjera directa, permitiendo que la misma se expandiera sobre el conjunto de China. Este año marca el comienzo de los sucesivos récords de inversión extranjera directa. Como dice The Economist, "la inversión extranjera realmente pegó un salto decisivo en 1992" (ver gráfico). El FMI señala que, "como consecuencia de la expansión del número y alcance de las zonas económicas abiertas, se ha registrado un pronunciado incremento de las entradas de inversión extranjera directa y del número de empresas conjuntas y de empresas de capital extranjero."
Este auge de las inversiones extranjeras es lo que está detrás del espectacular salto exportador que tuvo China en los 90, pasando de menos de U$S 5000 millones en 1978 a U$S 40.000 millones en los 90 y a casi U$S 160.000 millones en la actualidad. Como dice The Economist, "no hay duda que la inversión extranjera ha sido el motor del fenomenal éxito exportador chino, el cual en menos de dos décadas ha cambiado al país desde la autarquía a convertirse en uno de los diez más grandes exportadores de productos manufacturados. Doce años atrás, las exportaciones de las empresas extranjeras daban cuenta de solo un 1% de todas las exportaciones chinas. Hoy, dicha figura es de alrededor del 30% y creciendo vorazmente."2
La clave de esto reside en el bajo precio de la fuerza de trabajo en China, la inexistencia de leyes de protección del trabajador que permiten una arbitrariedad sin límites de los patrones, al estilo de lo que Marx describió para los inicios del capitalismo. Las condiciones de explotación del trabajo asalariado son realmente brutales: salarios de U$S 4 con jornadas de hasta 14 horas siete días a la semana. Según estadísticas oficiales 1/3 de las instalaciones no reúne las condiciones mínimas de seguridad; más de la mitad de las mujeres no cuenta con seguro de maternidad; en el 90% de las empresas mixtas o de capital externo se violan las leyes laborales; apenas el 20% de los trabajadores se encuentra organizado en sindicatos. El crecimiento de los accidentes laborales es espectacular, entre 1991 y 1992, estos se incrementaron en un 63%. A los 15.000 obreros muertos en 1992, le siguieron en los primeros meses de 1993, luego de una serie de desastres, la pavorosa cifra de 60.000 muertos. Ha habido un crecimiento significativo del trabajo infantil. Sólo en la provincia costera de Cantón trabajan más de 500.000 niños. Es esta "ventaja comparativa" la que utilizan las multinacionales para abaratar el costo de sus productos. Lejos de significar, tal como esperaba la burocracia de Pekín, una transferencia de tecnología que "ayudara" a modernizar al país, la inversión extranjera "consiste meramente, en la importación de componentes, el ensamblado y luego embarcarlos de nuevo hacia el extranjero"3.
Pero lo más importante es que las brutales condiciones de explotación que sufren los trabajadores en las zonas especiales y en las empresas mixtas, son utilizadas como fuerza de choque, conjuntamente con la creciente desocupación, para quebrar el antiguo sistema de beneficios sociales que rige en las empresas del Estado y ayudar a doblegar de esta manera al conjunto de la clase obrera china, generalizando las condiciones de trabajo en las zonas mixtas al conjunto de la clase obrera china. Esta presión sobre los trabajadores del sector estatal de la economía, ha pegado un salto como consecuencia del cambio de la relación de fuerzas luego de la derrota de la Plaza Tiananmen. En 1993, la 3ª Sesión Plenaria del XIV Congreso del PCCh, resolvió liquidar el salario mínimo a favor de un esquema basado en la productividad que ya había sido ejecutado en algunas empresas del Estado a fines de los 80. Al mismo tiempo, la burocracia ha avanzado en un nuevo sistema de contrato de tiempo fijo contrario del "empleo de por vida" que caracterizaba a las empresas estatales, y que da al mismo tiempo mayores derechos para contratar y despedir trabajadores y fijar sus popias escalas salariales. Alrededor del 25% de la fuerza laboral de las empresas estatales ha firmado dichos contratos y en ciudades como Shangai alcanza la cifra del 98%. Conjuntamente con esto, las empresas estatales vienen avanzando en liquidar los esquemas de seguridad social, obligando a los trabajadores a pagar el costo de los servicios de salud, vivienda, jubilación y educación. Durante todos estos años, ha habido un incremento importante en el desempleo de las empresas del Estado, esto sin contar el desempleo rural que según distintos analistas, alcanzaría al menos la cifra de alrededor de 100 millones de sin tierras y proletarios agrícolas desempleados que también presionan sobre el mercado de trabajo. Como vemos, la burocracia luego de la derrota de Tiananmen, en los años 92-94, utilizó su fortalecimiento para avanzar sobre los derechos de la clase obrera, que atomizada y dividida, no ofreció casi ninguna resistencia. Esta situación, como veremos más adelante, fue empezando a cambiar. Es el duro golpe a la clase obrera china, lo que permitió un crecimiento de dos dígitos durante todos los 90 y lo que está detrás del famoso "milagro" chino.
1 FMI, ob.cit.
2 The Economist, ob.cit.
3 idem.
EL GRAN OBSTACULO DE LAS GRANDES EMPRESAS DEL ESTADO
Como hemos mostrado, el gran motor de la restauración capitalista en China, han sido las "Empresas de los Poblados y Villorios", asociadas al capital extranjero y en particular a la burguesía china de extra mar. Aunque su peso ha disminuido en la economía, y a pesar de que la burocracia a diferencia de los primeros años, ha logrado algunos avances sobre las mismas, las empresas de propiedad estatal siguen siendo el gran obstáculo para el avance de la restauración en China. Es que, a pesar del enorme retroceso que ha significado la reforma en el campo, con la consecuente concentración de la tenencia de la tierra y de la producción, que se expresa en la brutal expulsión de campesinos, las enormes condiciones de superexplotación de las empresas mixtas, etc, la consolidación de la restauración capitalista en China implica una brutal destrucción de fuerzas productivas, en particular el cierre y la re-estructuración de las empresas del Estado, destruyendo la vieja acumulación lograda en el ex Estado Obrero deformado. Este carácter destructivo de fuerzas productivas del avance de la restauración capitalista, es reseñado por The Economist cuando plantea que "diez años atrás las firmas en propiedad del Estado producían 2/3 de todos los productos manufacturados, y daban cuenta de 4/5 del crecimiento exportador. Hoy, sostenidas con subsidios, tarifas encubiertas y otras protecciones, las firmas del Estado aún dan cuenta de la mitad de todas las manufacturas, pero apenas 1/5 del crecimiento de las exportaciones. Las pérdidas en el sector estatal, tomado de conjunto, se dice ahora que excede las ganancias. Alrededor del 70% de las 100.000 empresas del Estado se dice que pierden dinero. Bajo un régimen de libre mercado, las refinerías estatales de petróleo, las industrias de máquinas herramientas, las de procesamiento de comida, conjuntamente con otras, serían eliminadas."
Esta dificultad en avanzar en liquidar o re-estructurar las empresas del Estado, es, para los restauracionistas, el principal obstáculo que se cierne sobre las reformas y que podría, para los mismos, hacerlas fracasar. "Aún el sector estatal impone enormes costos sobre el resto de la economía, suficientemente grandes para poner en dudas la ampliamente asumida asunción de una resurgente Gran China, y sobre las expectativas de que China continuará creciendo en el futuro como lo ha hecho en el pasado reciente."
Desde el punto de vista económico, el principal peligro que se cierne sobre China es la perspectiva de una crisis bancaria como consecuencia del enorme peso de las deudas de las empresas estatales a los bancos, la mayoría de ellas de díficil recuperación. De los 5 billones de yuanes (U$S 600.000 millones) de préstamos de los bancos estatales en China, 9/10 corresponden a la industria estatal que da cuenta de una enorme proporción de la financiación existente, equivalente a un 70% del PBN. Según The Economist, los préstamos incobrables alcanzarían la cifra de 2,2 billones de yuanes, equivalentes a más del 30% del PBN. En comparación, los préstamos incobrables de la crisis del sistema de ahorro y préstamo en los Estados Unidos en los 80, eran equivalentes al 2% del PBN, y aquellos de los bancos japoneses son menos del 10% del PBN. Lo que no dice esta revista imperialista es que gran cantidad de estos préstamos, fueron a manos de los burocrátas que utilizaron los mismos para especular en los mercados inmobiliarios o financieros, creando una burbuja al estilo de la que ya se ha pinchado en el Sudeste de Asia.
El temor de que esta burbuja se pinchara frente al vendaval asiático llevó a la burocracia de Pekín en su XV Congreso de Septiembre de 1997 a acelerar el plan de re-estructuración de las empresas del Estado, separando la propiedad de la administración de la misma y avanzando en convertirlas en sociedades por acciones. El gobierno mantendrá en su poder las mil empresas más grandes de las 305.000 empresas del Estado. El resto será vendido o si no, declarado en bancarrota. La parte más importante de este plan, es que el mismo implicaría el despido de alrededor de 4.000.000 de trabajadores y liquidar la carga por parte de las empresas de los servicios sociales.
El objetico estratégico de tal plan para la burocracia de Pekín fue claramente explicado en 1996 por el actual Secretario General del PCCh, Jiang Zeming. "El objetivo de la reforma de la economía china es construir una economía socialista de mercado, no un mercado capitalista. Es importante desarrollar y consolidar las empresas estatales y otras formas de propiedad pública de la economía y también el rol básico de la propiedad estatal. Si estos dos últimos elementos son perdidos, la construcción del socialismo es imposible. En consecuencia, mejorar la situación de las empresas estatales, y especialmente las empresas grandes y de mediano tamaño, es tanto un importante tema económico, sobre cuyo desarrollo la economía nacional depende, y también una cuestión política que tiene que ver con la suerte del socialismo en China. En este proceso de construir una economía socialista de mercado, el sector público y las empresas del Estado deben ser más fuertes, y no más débiles".1 Como muestra esta cita, utilizando la cobertura del socialismo, la burocracia restauracionista china tiene el objetivo de transformar la economía del país siguiendo un modelo capitalista de Estado, al estilo de los conglomerados (chaebol) coreanos o del modelo keiretsu japonés. El mismo implica mantener la estructura vertical de las distintas grandes empresas permitiendo una producción en escala, pero liquidando las relaciones entre las mismas establecidas mediante un plan2. Esta es la manera en que la burocracia de Pekín imagina su futuro en un capitalismo restaurado al estilo de los funcionarios del MITI en el capitalismo japonés. Su rol en la economía para permitir que surjan grandes conglomerados es señalado por el Far Eastern Economic Review del 21/3/98: "Para mejorar la performance de sus compañías favorecidas, los gobiernos central, provinciales y locales les están dando privilegios especiales. Por ejemplo, las 120 empresas del Estado elegidas para alcanzar el status de conglomerado, tienen prioridad para operar en el mercado de acciones y obtener préstamos bancarios. Pueden establecer compañías financieras para uso interno, y comerciar en el exterior por sí mismas, no a través de las compañías de comercio estatales. Obtienen un 15% de reintegros de los impuestos anuales. Las 6 compañías top (...) obtienen una garantía anual para investigación y desarrollo de 20 millones de renminbi (moneda china, N. de R.) cada una".
Este plan de la burocracia restauracionista es una respuesta: por un lado, a su objetivo de no ser un actor secundario en la economía mundial y, por el otro y más importante aún, hacer frente a la creciente penetración imperialista que ha absorbido una parte importante del mercado interno chino. Según el Far Eastern, "la estrategia -aferrémonos a lo grande y larguemos lo pequeño- fue diseñada en el 15º Congreso del PCCh de septiembre de 1997. Tratando de fortalecer a sus más promisorios contendientes, China espera desarrollar la fuerza para sobrevivir en la competencia global, la cual se transformará en aún más fuerte cuando entre en la OMC". Contra las críticas occidentales de que dicho plan sólo transformaría meramente a las grandes empresas estatales perdedoras de dinero en grandes chaebols o conglomerados perdedores de dinero, el Far Eastern señala que: "Este argumento cae en oídos sordos dentro de los funcionarios chinos, quienes ven a los competidores extranjeros haciendo importantes entradas en sus mercados domésticos. En los últimos cuatro años, ellos han ganado posiciones líderes en productos de consumo (...) Ahora, para preocupación del gobierno, algunas de las industrias pesadas chinas están amenazadas".
Sin embargo, estos deseos de la burocracia china de convertirse en los burgueses o funcionarios capitalistas, no de un país semicolonial, sino de una gran potencia capitalista, chocan con los intereses de la burguesía imperialista mundial y con la existencia de una economía mundial imperialista dominada por los monopolios. La misma revista, que representa los intereses de la burguesía china de extra mar establecida en Hong Kong y ligada al capital internacional, plantea que: "Por supuesto el hecho de que China quiera construir grupos de negocios a escala mundial no significa que esto vaya a darse. Las empresas chinas que quieren convertirse en conglomerados afrontan un camino de obstáculos, y la competencia es cada vez más dura. Construir exitosos y verticalmente integrados gigantes petroleros o petroquímicos, por ejemplo, es mucho más difícil ahora que cuando los conglomerados como British Petroleum o Amoco fueron a este tipo de producción en los 60. Hoy, las compañías deben ser competitivas a cada estadío de la producción. Va a ser mucho más difícil para China porque las condiciones ahora son tan diferentes. Ellas no tienen tiempo de desarrollarse incluso dentro de la misma China, señala Alejandra Conroy, analista del ING Baring Securities de Shangai".
En otras palabras, el dominio de los monopolios del mercado mundial, y la necesidad de los mismos frente a la brutal crisis de acumulación capitalista, de liquidar no sólo a sus competidores más débiles, sino incluso a parte de los más fuertes, en un mercado mundial cada vez más estrecho, es lo que choca contra las intenciones de la burocracia de Pekín. El reparto del mundo entre las principales potencias imperialistas donde el mercado chino es uno de los bocados más codiciado, no le deja mucho espacio.
1 Far Eastern Affaires, 4-1996. Tomado de Trotskyst
International n°22.
2 "En las industrias pesadas esto significa agrupar distintas compañías para crear
gigantes verticalmente integrados. China está formando dos megaempresas que se asemejan a
multinacionales como British Petroleoum o el gigante americano Amoco. El plan es fusionar
los campos de petróleo monopolizados por la Corporación Nacional China de Petróleo
(CNCP) con las refinerías y el negocio petroquímico de Sinopec, luego dividir al país,
con CNCP, responsable del área Norte y Sinopec del Sur" (Far Eastern Economic
Review, 21/5/98).
¿SE SALVO CHINA DE LA CRISIS ASIATICA?
A fines del año pasado cuando todos los países del Sudeste de Asia caían como un dominó detrás de los huracanados vientos de la crisis capitalista, y toda la burguesía mundial temía lo peor, esto es, que el principal sector de la acumulación de capital de la economía mundial en los 90, China, también cayera en la volteada, la prensa mundial se conjuró para intentar tapar los crecientes síntomas de crisis que se acumulaban en la economía china. Ya hemos explicado en el punto anterior cómo la aceleración del plan de re-estructuración de las empresas del Estado es una respuesta a la creciente incertidumbre de la burocracia de Pekín tanto en el plano externo como en el interno. Hoy en día, la burguesía mundial empieza a preocuparse crecientemente de la salud de la misma. En los primeros días de Mayo, The Economist señala que "lejos de prosperar en medio de las convulsiones, China ya se ha contagiado la gripe asiática. Hasta hace poco en cambio, se afirmaba que emergía como ganadora del caos financiero en Asia... La euforia resulta peligrosamente equivocada. Lejos de haber escapado de la gripe asiática, China ya ha sido atacada por una cepa virulenta." Y agrega que, "antes de que la crisis asiática pudiera infectar al país, ya eran evidentes las fuerzas deflacionarias en la economía china. Estas surgían en parte de los cuatro años de austeridad impuestos luego del boom de comienzos de los años 90. El crecimiento económico anual cayó de su pico del 14% en 1992 a 8% (de acuerdo con los optimistas cálculos oficiales) el año último."
Como vemos, en el marco de los planes de austeridad del gobierno del Primer Ministro Zhu Ronji con el objeto de impedir una nueva estampida inflacionaria en las ciudades, que fue uno de los factores que llevó a que se desarrollara el movimiento de la Plaza Tiananmen, junto a la creciente incertidumbre laboral, ha llevado a una importante caída del consumo de las masas chinas, el que totalmente deprimido, no puede jugar un rol en impulsar la economía. Durante todos estos años, la burocracia de Pekín utilizó una salida externa para evitar una caída aún mayor de la producción. Sin embargo, las economías asiáticas, a las cuales se destinan una parte importante de sus exportaciones, están profundamente golpeadas por la crisis, y la utilización aún mayor del mercado norteamericano puede provocar fuertes fricciones con Washington, que ya tiene un importante déficit comercial con China. Si hasta ahora, China ha venido beneficiándose de la crisis de acumulación capitalista, todo esto muestra que con el último estallido de la misma, ésta puede empezar a estar jugandole en contra, acelerando la crisis de su "milagro económico". De pegar un salto la misma, profundizando sus tendencias deflacionarias e incluso, una caída en la magnitud de las inversiones extranjeras, puede hacer fracasar el éxito de su plan de reformas, obligarla a devaluar y afectar el crecimiento, la base, junto a la enorme represión y coerción del aparato militar que siguió a la derrota de Tiananmen, de la estabilidad de la primera parte de los 90.
LA CLASE OBRERA COMIENZA A RECUPERARSE DESPUES DEL GOLPE DE TIANANMEN
Ya hemos mostrado cómo la burocracia aprovechó el golpe de Tianamen para avanzar no solo sobre los trabajadores de las empresas mixtas sino sobre el conjunto de los trabajadores chinos. Durante estos años, los mismos vieron caer importantes conquistas y sufrir una creciente desocupación y miseria. La creciente conflictividad obrera es una respuesta al avance que ha tenido la restauración capitalista en estos años y es una indicación de que, luego de la derrota recibida, los trabajadores aún en forma aislada pero crecientemente comienzan a recuperar sus fuerzas. Según algunos analistas, el incremento de las disputas laborales en las empresas, creció de 2978 empresas que daban cuenta de 84.769 trabajadores en 1993, a 8357 disputas que envolvían a 296.000 trabajadores en 1994. Pero en los últimos años, la resistencia de las masas chinas parece haber pegado un salto. Según fuentes de Hong Kong, Li Pen en su reporte al Comité Central de Abril de 1997, dijo que hubo "actos, marchas y disturbios como resultado de despidos y de amenazas de ser declarados redundantes en 230 ciudades en los tres meses previos. El dio estimaciones oficiales de 2.350.000 personas involucradas, cientos de heridos y 42 muertos."1
En Junio de 1997, la Far Eastern Economic Review, una de las principales revistas de la burguesía de Hong Kong, preocupada, informaba que "en marzo, la revista ha sido notificada que los trabajadores de Nanchong manifestaron en uno de los peores levantamientos laborales desde la revolución comunista de 1949. Empleados de la más grande empresa de seda de la ciudad, tomaron al manager como rehén y lo llevaron en su marcha a la ciudad demandando los salarios atrasados. Trabajadores enojados de otras empresas rápidamente se unieron y más de 20.000 trabajadores sitiaron la municipalidad por más de 30 horas." Nanchong, se encuentra ubicada en la provincia de Sichuan, a miles de kilómetros del floreciente Sur del país, sin trenes ni rutas modernas pero albergando a parte de las empresas industriales que se hicieron fuertes durante los años de Mao Tse Tung. La misma revista cuenta cómo los trabajadores marchaban con el rehén en la dolorosa y dañina posición del aeroplano y señala un comentario de un periodista del lugar que dijo: "era igual que la Revolución Cultural". Rápidamente el gobierno le pagó a los trabajadores. Las razones de esta rapidez son explicadas por la misma revista, "China no tiene una carencia de trabajadores que ha alcanzado el límite de su tolerancia. Mientras Pekín trata de cortar los subsidios a fábricas en pérdida, millones de trabajadores están llevando a su casa salarios menores o ni siquiera ningún pago. En Nanchong, los trabajadores estuvieron seis meses sin pago antes que se revelaran. A lo largo de China, un sinnúmero de trabajadores ha sufrido aún más. El más grande temor de Pekín, es que ellos sigan el ejemplo de Nanchong. Como dice un estudiante de Pekín, familiarizado con el levantamiento, un extendido levantamiento laboral no solo amenaza las reformas económicas, sino que amenaza el mantenimiento del partido en el poder." El miedo al ejemplo llevó a la burocracia de Pekín a imponer la censura en los medios de comunicación para impedir que estas acciones laborales prendan en el conjunto de China.
Este ejemplo muestra la difícil situación en que se encuentra la burocracia de Pekín. El avance de las reformas capitalistas y la represión de la Plaza Tiananmen han erosionado fuertemente el control que la burocracia ejercía sobre los trabajadores y la legitimidad del Partido Comunista gobernante. Esta pérdida de base social obliga a la burocracia a descansar más y más en la represión del Estado, ya que su fragilidad es tan grande que no puede permitir la más mínima manifestación. Sin embargo, el temor de Pekín a que la misma, en un marco de creciente odio y desesperación de los trabajadores, pueda desencadenar más violencia, ha llevado a una respuesta conciliadora, inédita desde el 89 a esta parte en la burocracia de Pekín. En otras palabras, la burocracia de Pekín, está caminando en una difícil cornisa entre la necesidad de avanzar en las reformas, sobre todo en las empresas del estado, y el odio y la creciente resistencia y violencia de los trabajadores. Como señala el Far Eastern, "la crisis de Nanchong, muestra con toda agudeza el dilema de Pekín. La reforma de las empresas del estado significará un creciente desempleo. El desempleo significará un levantamiento laboral. Las órdenes actuales desde Pekín de que las ciudades deben reemplear a los trabajadores despedidos son claramente no viables: los empleos a menudo faltan. Por lo tanto ¿el gobierno reaccionará violentamente cuando los trabajadores que no cobran tomen las calles, como crecientemente hacen? ¿o intentará apaciguarlos e invitando a más manifestaciones? La respuesta de Nanchong: la estabilidad por encima de la reforma." La revista agrega, "en el pasado, el partido ha tratado duramente con los trabajadores descontentos. Las tropas abrieron fuego sobre los manifestantes de Tiananmen en Junio de 1989 principalmente porque los trabajadores y estudiantes estaban construyendo alianzas. Fueron los líderes laborales no los estudiantes, los que recibieron sentencia de muerte y los más largos términos de prisión. Los sindicatos no oficiales fueron inmediatamente disueltos y sus líderes encarcelados. Al mismo tiempo, los enemigos de la clase obrera china se intensificaron. Las disputas laborales crecieron 73% en 1995 desde los años previos, a 33.000 reporta el Ministerio de Trabajo, y el año pasado crecieron en forma similar. Al menos 1/5 de los trabajadores del estado son redundantes. Shangai se espera que liquide casi 500.000 trabajos en los próximos dos años. Y mientras las protestas de pequeña escala son comunes en el NorEste industrial, yo he visto una nueva tendencia, esto es, trabajadores de diferentes empresas uniéndose en la protesta, dice Apo Leung del Asia Monitor Resource Center de Hong Kong. Crecientemente, los levantamientos laborales se han tornado violentos, la burocracia de Pekín acusa a los trabajadores desocupados de poner una bomba a un micro en el distrito Xidan de la Capital el pasado Marzo que hirió a una docena o más de personas. El levantamiento de Nanchong, sin embargo, excede largamente todo lo que se ha reportado hasta ahora." Y la revista termina esta larga descripción que hemos citado, diciendo que "la decisión del gobierno de pagarle a los trabajadores en vez de balearlos al estilo Tiananmen, sienta un precedente dificultoso para la reforma. Los préstamos bancarios han reemplazado a los subsidios directos del gobierno como la principal forma de apoyo financiero a las empresas del estado, y las pérdidas totales de las empresas del estado excede ahora los activos de los bancos chinos. Los reformadores económicos en Pekín quieren separar a los bancos de su responsabilidad como prestamista en última instancia de las compañías que debieran ir en bancarrota. Nanchong socavará tal esfuerzo."2
Como hemos intentado demostrar en este artículo, no son los deseos de la burocracia restauracionista los que le han impedido a la burocracia de Pekín, avanzar hacia la consumación de la restauración capitalista. Es el carácter de la crisis mundial y la necesidad que esta impone de una mayor destrucción de las fuerzas productivas de la vieja acumulación y de las conquistas que aún permanecen del Estado Obrero deformado, la que impide que una mayor integración de China a la economía mundial tal como es el objetivo de la burocracia de Pekín, pueda hacerse en forma evolutiva y pacífica y sin doblegar la resistencia de los trabajadores, que a pesar del enorme golpe recibido en Tiananmen, como muestra el ejemplo de Nanchong, aún no han sido sacados de la escena histórica. De ellos y sobre todo de los combates de la clase obrera mundial, en particular de cómo el proletariado del Sudeste asiático responda al intento de las distintas burguesías de la región y el imperialismo de hacerlo cargar con el costo de la crisis, dependerá la suerte de la restauración en China.
1 Cheng Ming, n° 199, Hong Kong, Mayo de 1997. Tomado
de Trotskyst International n°22.
2 Far Eastern Economic Review, 26-6-97