Estrategia Internacional N° 9
Julio/Agosto  - 1998

"DIÁLOGO DE PAZ", ¿PRESAGIO DE MASACRES?

Eduardo Molina

"Diálogo de paz"

El reciente proceso electoral en Colombia giró en torno a la discusión de "la reconciliación, la reconstrucción y la paz" como reza el lema de Ismael Pastrana, candidato del Partido Conservador, el candidato preferido no sólo por la gran patronal y la embajada yanqui, sino también por García Márquez, prócer literario nacional y amigo íntimo de Fidel Castro, que llamó a votar por él.

Pocos días antes de la segunda vuelta que le dio el triunfo, Pastrana contó con un espaldarazo de la dirección de las FARC, que aunque habían llamado formalmente a la "abstención y al boicot electoral", no ocultaron su inclinación por el candidato conservador, al punto que "La guerrilla fue un factor clave para el triunfo de Pastrana", como tituló el diario Cambio 16 en su edición del 22 de junio. "Merece mencionarse la participación de las FARC en la parte final de la campaña. Uno de los dirigentes de la campaña de Pastrana, el ex embajador en la Argentina Víctor Ricardo, se reunió con el jefe máximo de esa organización, Manuel Marulanda Vélez, alias Tirofijo, en las selvas húmedas de Los Andes. El mensaje fue claro: las FARC dijeron que el candidato liberal (Horacio Serpa, NdeR) no tenía nada que mostrar en materia de paz. Quedó la certeza, de que en una eventual negociación, ellos preferirían hacerlo con Pastrana"1

Así, el resultado electoral despejó el camino para abrir negociaciones entre representantes del gobierno entrante, con las direcciones del movimiento guerrillero, en medio de un clima político nacional de "diálogo de paz" impulsado por prácticamente todos los actores de peso en la política colombiana: los partidos patronales, las cámaras empresarias, las Fuerzas Armadas (con el Alto Mando planteando que no podía ganar la guerra y que hay que buscar "soluciones políticas"), la Iglesia, la burocracia sindical y las direcciones de la guerrilla.

El imperialismo yanqui y europeo, la socialdemocracia y la Iglesia sumaron su pleno respaldo. Estados Unidos llegó a deslizar "trascendidos de prensa" con la hipótesis de una eventual futura intervención militar para reforzar la oportunidad de dialogar.

En este clima se produjo la entrevista entre el propio Pastrana y el líder histórico de las FARC, Manuel Marulanda, alias "Tirofijo", en el campamento principal de las FARC en plena selva.

Este encuentro fue preparado por toda la política anterior de la guerrilla, que venía sosteniendo que "Desde su formación las FARC/EP han planteado el diálogo como la salida más conveniente para la búsqueda de soluciones a los grandes problemas del pueblo colombiano pero siempre se han encontrado con la negativa del régimen de turno" 2 Después del triunfo electoral de Pastrana, al que, como hemos visto, colaboraron abiertamente, las FARC insistieron en que "El comandante Marulanda está esperando a Pastrana para escuchar las propuestas y, en particular, para manifestarle que ésas han sido siempre las banderas de la FARC: el diálogo, no a la guerra y sí a la salida política como punto de partida para la búsqueda de soluciones."3

Después del encuentro, Pastrana planteó que "expuse ante los miembros de las FARC la voluntad del gobierno que presidiré de encontrar caminos ciertos para una paz estable y duradera, y hallé muy buena voluntad". (...) "se acordó lanzar desde ahora el establecimiento de las condiciones para instalar una mesa de negociaciones y de diálogo en los primeros 90 días de mi gobierno" (asumirá el poder el 7 de agosto próximo, N de R) El primer paso fue que "se acordaron detalles para la desmilitarización de cinco municipios"4, única condición reclamada por las FARC para sentarse a negociar. Pastrana reclamó "que el proceso de paz iniciado exige de todos los estamentos colombianos una gran responsabilidad, seriedad y discreción por lo cual hago un llamado a todos mis compatriotas."5

Pocos días después comenzaban en Mainz, Alemania, encuentros entre representantes del ELN, la segunda fuerza guerrillera, y una "comisión de paz" de "40 representantes de la sociedad civil colombiana" (entre los que se figura por ejemplo Sabas Pretelt, Director de la Asociación de Industriales de Colombia) bajo los auspicios del Cardenal colombiano Castrillón Hoyos y de la Conferencia episcopal alemana.6

Como señaló la prensa: "EEUU adhiere al intento de acuerdo" y "la participación norteamericana puede estar limitada a integrar un grupo de países amigos de las negociaciones según un esquema similar al utilizado en El Salvador y Guatemala que condujo a la paz en 1992 y 1996 respectivamente". Por su parte, "Milton Hernández, portavoz del ELN advirtió que la participación estadounidense debe ser acompañada de un cambio de actitud y replanteo sobre la identidad colombiana: ‘facilitaría las cosas que llegaran con una idea nueva no prepotente, sino de inversión y respeto.’"7(sic).

Las negociaciones parecen abrirse paso, en medio de un amplio consenso y evidente voluntad política de negociar de todos los involucrados. Pero... ¿Qué está en discusión en este "diálogo de paz"? ¿Qué perspectivas tiene y qué "paz" puede ofrecer a las masas colombianas?

Pastrana y la burguesía, recurren a la mesa de "diálogo" cuando la verdadera "guerra sucia" del Ejército y los paramilitares ha resultado impotente para aplastar al movimiento de masas rural y urbano, y más bien ha encendido nuevas llamas de guerra civil en el campo, alimentando el fortalecimiento de la guerrilla.

Esto es un ingrediente explosivo de la situación política colombiana, marcada por una profunda descomposición del Estado, patente en la pérdida de control sobre un tercio del territorio y en las sonoras derrotas del Ejército; el profundo desprestigio del viejo régimen bipartidista liberal-conservador, de los roces con Estados Unidos en torno al control del narcotráfico, y de las crecientes dificultades económicas. Una situación en la que la clase obrera comienza a dar importantes signos de recuperación.

Para la burguesía colombiana y el imperialismo, se trata de impedir que se desarrolle una situación revolucionaria, obteniendo para ello el concurso de las direcciones guerrilleras stalinistas de las FARC (tradicionalmente pro-Moscú), del ELN (castrista) y del EPL (maoísta), para desactivar la lucha campesina y de masas, y desarmar a los combatientes. Esta es una base política necesaria para recomponer el Estado y el régimen político, y poder pasar el plan económico de "ajuste" y "reformas" que el gran capital y el FMI esperan del nuevo gobierno.

Esto explica el creciente entusiasmo general por el "diálogo y la paz" de parte de la clase dominante y el imperialismo, y que la burocracia sindical y las direcciones guerrilleras trasladan a las masas, cansadas del terror de la "guerra sucia" y la represión.

El único "éxito" que cabe esperar del diálogo es que la burguesía obtenga de la rendición negociada de la guerrilla, con la "paz", lo que no pudo obtener con la "guerra", a pesar del baño de sangre que costó decenas de miles de víctimas entre campesinos, obreros, estudiantes, y combatientes de la guerrilla.

NOTAS:
1 Perfil, 22/07/98.
2 Javier Calderón, Miembro de la Comisión Político-diplomática de las FARC para el Cono Sur, en Propuesta Nº 401, 4/06/98.
3 Ricardo Randi, Propuesta Nº 405, 2/07/98.
4 Los municipios de Vista Hermosa, La Macarena, Uribe y Mesetas en el Departamento de Meta y San Vicente de Caguán en el Caquetá, exigidos por la dirección de las FARC/EP.
5 La Nación, 10/7/98.
6 La Nación, 13/07/98, y Perfil, 8/07/98.
7 Perfil 8/07/98..

La "política de paz" de las FARC

No negamos el derecho de las FARC, el ELN o el EPL a sentarse a negociar. Pero aunque defendemos incondicionalmente a la guerrilla contra la represión y los ataques del estado burgués, es necesario, en interés del movimiento obrero y campesino, realizar una severa crítica de la política, programa y métodos que propone, pues estos sólo pueden llevar a nuevas frustraciones, derrotas y sangrías al movimiento de masas.

Es preciso comenzar por denunciar que en nombre del "diálogo y la paz", la cúpula dirigente de las FARC ha ayudado a llegar a la presidencia a Pastrana, y ahora siembra criminalmente ilusiones entre las masas pobres de Colombia, en este representante ultrarreaccionario de la más sanguinaria oligarquía y del imperialismo, cuyo gobierno sólo puede consistir en nuevos ataques contra el movimiento obrero, campesino y popular.

Las FARC (como el ELN o el EPL) no denuncian la trampa que monta Pastrana con su "diálogo", por el contrario, entran en ella con ambos pies, alabando la "voluntad política" negociadora de este oligarca conservador, declarando que "confían en su palabra", y planteando que mediante el diálogo y la presión sobre la sanguinaria burguesía colombiana serán posibles la "paz" y alguna solución a las más elementales demandas de las masas rurales y urbanas.

Dejemos que Manuel Marulanda, alias Tirofijo, líder histórico de las FARC, nos explique su política:

Reclaman "hacer de la paz una política de Estado," que, "Significa: a) Que la política de paz no esté sometida a los caprichos de los gobernantes de turno, sino que tenga continuidad; b) La paz como política de Estado debe estar encaminada a erradicar todos los factores objetivos que hicieron que un considerable número de patriotas se levantara en armas; c) Estos factores objetivos, entre otros, son: ausencia de una verdadera reforma agraria, que se dé la tierra a quien la trabaja, falta de salud, vivienda, educación, trabajo, etc." (...). "A esto se suma la violencia institucionalizada del Estado" (...) Para ello: "Cualquier proceso que se inicie debe tener como tarea concretar una Asamblea Nacional Constituyente que le cambie a Colombia sus relaciones de poder en favor de los sectores populares."1

Pero la verdad es que ningún diálogo o "solución política" con la oligarquía y sus representantes traerá la paz, ni la tierra, ni el trabajo, la salud o la educación que anhelan las masas pobres.

Por el contrario, fue con la "solución política" de los Acuerdos "de paz" que fue desarmada y entregada la revolución centroamericana en los ‘80, con las direcciones guerrilleras del FSLN, el FMLN y la URNG reciclándose como partidos del régimen sobre la sangre y el sacrificio de cientos de miles de combatientes obreros y campesinos, sin que por ello las masas de El Salvador, Nicaragua o Guatemala obtuvieran ni la tierra ni la liberación nacional ni el menor alivio a la miseria y explotación.

La burguesía y el imperialismo, que habían sufrido una severa derrota en Nicaragua con la Revolución de 1979, que estaban a punto de serlo en El Salvador en 1980, que no habían podido imponerse en una década de guerra contra los campesinos e indígenas en Guatemala, se beneficiaron con la "paz" de dichos acuerdos y pactos.

En México, la política del EZLN de negociación y búsqueda de acuerdos permanentes con la burguesía "democrática", el PRD y la Iglesia, para presionar por la reforma del régimen priísta, sólo ha logrado aislar al levantamiento de Chiapas y subordinar cada vez más al propio EZLN al régimen.

¿Qué otro objetivo puede pretender Pastrana y la clase dominante al ofrecer esta sexta negociación en Colombia? Si la guerrilla colombiana va hasta el final por el camino que ha emprendido, no le espera otro destino que transformarse en un partido más del sistema, como ya hizo hace unos años el M-19 en la propia Colombia, o como el FMLN en El Salvador o los sandinistas en Nicaragua. Es posible que el "diálogo", a pesar de la "voluntad negociadora" de la guerrilla, no pueda transformarse en un acuerdo firme, o que se rompa, pues es muy estrecha la base objetiva para un entendimiento que puede ofrecer la clase dominante. Pero aunque no termine firmando su rendición negociada, la política de la guerrilla sólo habrá contribuido a desarmar y confundir a las masas frente a sus enemigos.

Los "diálogos de paz" en Colombia: un largo camino de sangre

Esta política de "diálogos" y "amnistías" fue utilizada una y otra vez por la oligarquía colombiana. Como señala la prensa este es el sexto intento de reconciliación.2 en medio siglo.

Con la amnistía del ‘52 buena parte de las guerrillas dirigidas por liberales entregaron las armas. Le siguió una ofensiva tremenda sobre el movimiento campesino y cientos de asesinatos entre los amnistiados.

En 1984 la tregua con las FARC y la formación de la Unión Patriótica (UP) como partido legal, termina con una masacre a manos de los grupos paramilitares impulsados desde fines de los ‘70: "Fueron 5000 los asesinados entre candidatos presidenciales, senadores, diputados, alcaldes, concejales, dirigentes populares, sindicales, estudiantiles, y otros. Los acuerdos de paz de La Uribe, que buscaban una salida diferente a la guerra terminaron en un genocidio contra la Unión Patriótica... como la vocación de los comunistas en armas es realmente cierta en el año 1991 se volvió a presionar al entonces presidente César Gaviria... hace cuatro años Ernesto Samper levantó la bandera de paz como consigna de su campaña. Al asumir la presidencia las FARC le exigieron el cumplimiento de su promesa y la respuesta fue 4 años de guerra y de terrorismo de estado con un saldo de más de 10.000 muertos."3

Javier Calderón, dirigente de las FARC, reconoce que "en 1984 firmamos con el gobierno del presidente Belisario Betancur, los Acuerdos de Paz de la Uribe. Las FARC decretaron un cese al fuego y una tregua unilateral y el gobierno se comprometió a llevar al parlamento una serie de proyectos de ley tendientes a democratizar la vida politica para que libremente el pueblo pudiera escoger su destino. Estos acuerdos fueron incumplidos por el régimen que a cambio intensificó el terrorismo de estado contra el pueblo colombiano que desde esa fecha viene padeciendo la barbarie del fascismo militar con un saldo terrorífico de 40.000 muertos y 1.500.000 desplazados."4

Todos los "diálogos de paz" que propuso la burguesía colombiana fueron el presagio de masacres para las masas, pues lo que persigue es imponer la "paz de los cementerios". ¿Por qué habría de ser distinto ahora?

NOTAS:
1 Entrevista a Raúl Reyes por Claudia Korol, en América Libre nº 10, enero de 1997.
2 La Nación 10/07/98.
3 Propuesta Nº 405, 2-7-98 Ricardo Randi.
4 Propuesta Nro. 401 4/06/98.

La situación en el campo y el fortalecimiento de la guerrilla

Desde mediados de los ‘80 recrudeció en Colombia una "guerra sucia" sangrienta contra las masas del campo y la ciudad. El motor de la misma en el campo ha sido la lucha feroz de los terratenientes por expulsar a los campesinos y someter a los obreros agrícolas. Toda la burguesía, incluidos los monopolios extranjeros que actúan en Colombia, han participado de la misma, apelando a los grupos paramilitares prácticamente legalizados como "cooperativas de vigilancia rural" por el gobierno de Samper.

El jefe más visible de los mismos, el terrateniente y capo del narcotráfico Fidel Castaños, "conformó un ejército privado clandestino llamado Autodefensas de Urabá y Córdoba (provincias de la costa Caribe) con el apoyo económico de ganaderos y hacendados víctimas de la guerrilla, así como de algunos oficiales activos de las Fuerzas Armadas (...) ha sido responsable de un centenar de matanzas en las que han sido torturados y fusilados grupos de 10, 20 y hasta 30 personas acusadas de colaborar con la izquierda rebelde. Los hombres de Castaño han sembrado el terror desde las provincias selváticas y bananeras de la frontera con Panamá hasta las zonas cocaleras de la frontera con Ecuador."1

En el Urabá, escenario de las más crueles hazañas de las hoy llamadas "Autodefensas Unidas de Colombia" (AUC), hacia 1995: "El rápido desarrollo de la industria bananera dio origen a una fuerte y combativa clase obrera que debió enfrentar las arbitrariedades de una burguesía agraria acostumbrada a sobrexplotar a sus trabajadores. Los obreros bananeros fundaron sindicatos que finalmente unificaron en Sintrainagro. (...) La patronal respondió armando grupos paramilitares que ante la mirada cómplice de alcaldes y militares dieron comienzo a una de las más grandes masacres que haya tenido que soportar la clase obrera colombiana en toda su historia. Fue también Urabá el escenario de las más amplias y decididas batallas libradas por la clase obrera contra la violencia burguesa y terrateniente. Los asesinatos de dirigentes y activistas fueron respondidos con paros masivos de la producción y movilizaciones que arrastraron al conjunto de la población. El desangre llevó a una primer derrota..."2

El pulpo petrolero inglés British Petroleum (BP), que explota ricos campos en Colombia, ha sido denunciado por pagar millones de dólares a la siniestra 16ª Brigada del Ejército, conocida por sus masacres, ejecuciones, secuestros y violaciones, para que "protegiera" sus instalaciones. Un dirigente del sindicato petrolero USO (Unión Sindical Obrera), denuncia que"Ecopetrol (la empresa estatal), tiene una fuerza de seguridad de 10.000 hombres, paramilitares legalizados. Además BP tiene su propio ejército (...) Un centenar de nuestros compañeros de la USO han sido asesinados. Otro centenar ha sido echado de Barrancabermeja, donde está la principal refinería de Ecopetrol. Otros 27 han sido encarcelados."3

A las masacres de los paramilitares hay que sumar la violenta represión estatal policial y militar y las campañas de destrucción de los cultivos de coca, amapola, etc., de los pequeños agricultores, impulsadas bajo presión yanqui. Las operaciones militares contra la guerrilla incluyen bombardeos masivos sobre poblados y brutales persecuciones a los sindicatos de obreros agrícolas y organizaciones campesinas.

A los miles de asesinados y desaparecidos, al millón y medio de desplazados, se suman los miles de presos políticos que se hacinan en condiciones inhumanas en las cárceles de toda Colombia.

La clase obrera urbana y rural y el movimiento campesino no pudieron enfrentar en mejores condiciones esta embestida, divididos y desarmados por las distintas alas de la burocracia sindical liberal o stalinista en sus distintas versiones, que por su política reformista y pacifista se negó en todo momento a plantear la movilización y autodefensa de masas, dejando a los trabajadores inermes ante las bandas asesinas.

La política de la guerrilla, con su desprecio por la organización y movilización del movimiento de masas, por su estrategia de aparato que ve en éste sólo una cantera de reclutas y una base de apoyo, no podía ni quería ofrecer una política de autodefensa a las masas del campo y la ciudad, mientras que muchas veces sus acciones inconsultas, aventureras, facilitaban argumentos a los ataques del Estado.

Esta brutal represión no fue suficiente para aplastar al movimiento de masas, y como en otros períodos de la historia del país, el centro de gravedad de la lucha se trasladó al campo, con el campesinado y su lucha por la tierra como eje. Apoyándose en la vieja tradición de lucha armada del movimiento campesino, comenzó a aumentar la fuerza de las organizaciones guerrilleras, sobre todo de las FARC.

Así, bajo el gobierno de Samper, en medio de una aguda crisis política en el país4, comenzó a relanzarse un profundo proceso de luchas campesinas.

A fines de diciembre del ‘96, por ejemplo, más de 100.000 campesinos se levantaron y entraron a la ciudad de Florencia, movilizándose contra la destrucción de sus cultivos de coca, conquistando el apoyo de trabajadores, maestros y estudiantes, y obligando al gobierno de Samper a negociar.

En estas condiciones, la resistencia campesina ha alimentado el fortalecimiento de la guerrilla, particularmente de las FARC. Señala James Petras "El objetivo principal de militares y paramilitares es Urabá: en el año pasado (1996), más de 500 trabajadores fueron asesinados incluyendo comités ejecutivos completos de sindicatos de trabajadores rurales. Donde el gobierno y sus aliados terratenientes resuelven las disputas laborales con balas, no es sorprendente que Urabá se haya convertido en un centro para el reclutamiento guerrillero."5

Así, el crecimiento de la guerrilla refleja de manera distorsionada la tenaz lucha de las masas agrarias, que ven en los destacamentos guerrilleros un instrumento para defenderse del ejército, la policía, los terratenientes y sus matones. Reflejando este crecimiento, "en setiembre de 1996, las guerrillas infligieron su más grande derrota sobre el Ejército colombiano en 30 años: un puesto militar -irónicamente llamado Las Delicias- fue invadido" 6 con decenas de bajas entre las tropas. Desde entonces, las FF. AA. han sufrido sonoras derrotas, incluso de sus tropas de élite, mientras que el accionar guerrillero se ha extendido a más de la mitad de los municipios del país y en varios de ellos se configuran verdaderas zonas liberadas.

Las FARC han elevado sus fuerzas a unos 15.000 combatientes, el ELN, la segunda organización guerrillera, agrupa a unos 5.000 y en conjunto toda la guerrilla tiene quizás unos 30.000 hombres en armas, controlando un 40% del territorio colombiano.7

La prensa burguesa registra la situación de guerra civil localizada en el campo con el hipócrita lenguaje de las estadísticas oficiales que "en Colombia se vive a un ritmo de 28 asesinatos y 127 incidentes violentos diarios generados por diferencias políticas. En lo que va del año murieron 327 rebeldes y 224 militares en más de 800 combates, registrados en los 42 frentes de guerra y ‘zonas liberadas’ que la guerrilla tiene en todo el país. En los últimos cuatro años fallecieron 3.250 guerrilleros y 836 soldados"8

En cuanto a la clase obrera, parece comenzar a recuperarse de los golpes sufridos, con huelgas como las de 800.000 empleados públicos por aumento de salarios a fines del ‘96, los paros de los trabajadores petroleros del Estado, del tradicionalmente combativo magisterio y de los trabajadores de salud durante 1997, etc.

NOTAS:
1 Clarín 5/07/98.
2 El Socialista nº 527, periódico del PST de Colombia, 23/11/95.
3 Workers Power, Nº206, diciembre de 1996, periódico de WP de Inglaterra.
4 El presidente saliente Samper, acusado por el imperialismo de ligazones con el narcotráfico, enfrentó severas presiones diplomáticas y comerciales, y las divisiones en el Partido Liberal gobernante, estallando varias crisis políticas que lo pusieron al borde de la caída más de una vez.
5 James Petras, "América Latina, el regreso de la izquierda", en Cuadernos del Sur nº 25, octubre de 1997, Buenos Aires.
6 James Petras, "América Latina, el regreso de la izquierda", en Cuadernos del Sur nº 25, octubre de 1997, Buenos Aires.
7 Página 12, 30/06/98.
8 Perfil 8/07/98.

Un Estado en crisis

La preocupación de la burguesía por "pacificar" la situación colombiana nace de las enormes contradicciones sociales, económicas y políticas que acumulan presión en el seno del país. Uno de los aspectos más explosivos es la profunda crisis del Estado, que se manifiesta de manera espectacular en la pérdida de control sobre una amplia porción del territorio, en la existencia de "zonas liberadas" por la guerrilla de base campesina, la pérdida del "monopolio de la violencia" y en la conformación de "estados dentro del Estado" por el poder de las mafias narcotraficantes, que corroen profundamente todas las instituciones, dueños de sus propios ejércitos y hasta de partidos políticos locales, y que son un factor desestabilizador de peso.

La crisis alcanza a las Fuerzas Armadas, pilar mimado del régimen, que consumen casi un 20% del presupuesto nacional y con más de 200.000 hombres, asesoradas por "especialistas" yanquis y auxiliadas en su guerra sucia por los paramilitares, como revelan su impotencia para combatir a la guerrilla, la pérdida de control sobre vastas porciones del territorio, el fracaso reiterado de sus ofensivas y las derrotas sufridas por sus destacamentos de élite a manos de la guerrilla.

Los tradicionalmente bajos índices de participación electoral donde rara vez vota más del 30% del padrón y que en las recientes elecciones se elevó apenas a un 50%, son un reflejo de la falta de legitimación de las instituciones, mientras que es visible el agotamiento de los viejos partidos del régimen, divididos, como el Liberal, y con la aparición de múltiples "candidatos independientes" buscando capitalizar su crisis1.

Esta crisis ha sido alimentada por la rápida expansión capitalista que el país conoció en los últimos 30 años, hasta principios de los 80, al precio de una gravosa subordinación al imperialismo, y de una colosal acumulación de extrema polarización social.

En 1930, el 70% de la población era rural; más de un 70% de la población vive hoy en las ciudades.2 En las mismas ha surgido una importante clase obrera, mientras que el desarrollo capitalista del agro ha conformado un nutrido proletariado agrícola, junto a los campesinos pobres. En las ciudades, millones de semiproletarios, vendedores ambulantes, inmigrantes rurales, etc., conforman una vasta masas de pobres urbanos.

En el otro polo de la sociedad, un puñado de ricos burgueses agrarios, financistas e industriales, asociados a la dominación imperialista, acaparan la mejor parte de las tierras y un enorme porcentaje de la renta nacional.

Entre tanto, al ser Colombia el primer productor mundial de cocaína, el enorme flujo de fondos del narcotráfico, "riega" las finanzas, el comercio, la construcción, el agro, la industria, mientras es un grave factor de desestabilización y roces con el imperialismo norteamericano.

En resumen: Una economía dinámica, expoliada por el imperialismo, que se desarrolla tardíamente con métodos de inusitada violencia contra las masas, un Estado que se consolida recién a principios del Siglo XX y que queda "retrasado" en relación a la profunda transformación de un país que se urbaniza en medio siglo, un país con un importante desarrollo industrial y capitalista agrario similar al Cono Sur, pero que por su polarización social y la pobreza de las masas se parece a Centroamérica, un país con una importante clase obrera urbana y rural que aún no puso en juego su fuerza, mientras ocupa el centro del escenario el campesinado con una guerra rural crónica que recrudece periódicamente... Y finalmente, la "violencia" permanente como recurso para dirimir todas las disputas sociales...

Para "aliviar" la enorme presión de este polvorín de contradicciones, y conjurar el fantasma del levantamiento obrero y campesino, la burguesía y el imperialismo necesitan "normalizar" el Estado y el régimen. Este es el objetivo estratégico de su preocupación por "la reconciliación, la reconstrucción y la paz" como dice Pastrana.

NOTAS:
1 En la primera vuelta electoral una candidata "independiente" de derecha, Noemí Sannin, obtuvo el tercer puesto y por poco margen no desplazó a Pastrana del segundo lugar. Fueron múltiples los intentos de formar "terceras fuerzas" en un país dominado tradicionalmente desde hace más de un siglo por el Partido Liberal y el Partido Conservador.
2 Correo Internacional, Nº 14, noviembre de 1988.

Dos programas enfrentados

En Colombia, ante ese panorama, están planteados dos programas y estrategias radicalmente opuestos. Uno, utiliza la lucha de masas, comenzando por la heroica guerra campesina, como una palanca de presión sobre la clase dominante, para forzarla a ceder concesiones y reformas en el régimen político, (una "nueva democracia", como dicen las FARC), con la promesa de que por esa vía se podrán solucionar las demandas de tierra y libertad. Al igual que el EZLN en México, al servicio de este "reformismo armado", ponen el heroísmo de los combatientes y el fuego de sus fusiles, en nombre de la colaboración de clases con la burguesía "democrática". Es el programa de las FARC y la guerrilla en su conjunto. Es también el programa de la burocracia sindical, del Partido Comunista, del MOIR maoísta, y de todo el espectro stalinista y populista que defiende la colaboración de clases con un ala de la burguesía. Y sólo puede llevar a desastres al movimiento obrero y campesino, como lo demuestran toda la historia de la lucha de clases en Colombia y el mundo a lo largo del Siglo XX.

El otro, es el programa obrero y revolucionario que parte, como resume el Programa de Transición trotskista, de que "la resolución íntegra y efectiva de sus fines democráticos y de su emancipación nacional tan sólo puede concebirse por medio de la dictadura del proletariado, empuñando éste el poder como caudillo de la nación oprimida y, ante todo, de sus masas campesinas." 1

No hay salida a la demanda campesina de tierra, a la ruptura de las cadenas que subordinan Colombia al imperialismo, a los reclamos más elementales de los obreros rurales y urbanos, sin destruir el poder y afectar la propiedad de los grandes capitalistas dueños de las tierras y las fábricas, y expropiar a los monopolios imperialistas que saquean el país.

No puede hablarse siquiera de paz para el pueblo y libertades políticas y de organización para las masas, manteniendo en pie al ejército masacrador y al poder de los ricos que alimentan a las bandas fascistas.

Es decir, que para dar una salida de fondo a las demandas más elementales es preciso desarrollar consecuentemente la movilización y autoorganización revolucionaria de las masas y su armamento, hasta tomar el poder, imponer un gobierno obrero y campesino, y destruir el aparato estatal de la burguesía, para construir una república obrera.

Es cierto que "El problema agrario, y con él el problema nacional, asignan a los campesinos ... un puesto extraordinario en la revolución democrática. Sin la alianza del proletariado con los campesinos, los fines de la revolución democrática no sólo no pueden realizarse, sino que ni siquiera cabe plantearlos seriamente. Sin embargo, la alianza de estas dos clases no es factible más que luchando irreconciliablemente contra la influencia de la burguesía liberal-nacional."2 El sujeto social y político que puede unir a la nación oprimida y dar una salida de fondo a la lucha campesina por la tierra, es la clase obrera colombiana, que mueve los engranajes fundamentales de la economía: las fábricas e ingenios, los bancos, minas y campos petroleros, los enclaves agroexportadores y los transportes; y que se concentra socialmente en los centros neurálgicos del país, que agrupan más de la mitad de la población: Bogotá y las ciudades más importantes; que además tiene un muy importante componente en el numeroso y combativo proletariado agrícola. Como resume Lenin: "la fuerza del proletariado, sea cual fuere el país capitalista, es infinitamente mayor que la proporción del proletariado en relación con la totalidad de la población. Esto es porque el proletariado dirige económicamente los centros y los nervios de todo el sistema de la economía capitalista. Y también, porque en los campos económico y político, el proletariado expresa, bajo el dominio capitalista, los intereses de la mayoría de los trabajadores. Por eso, el proletariado (aún cuando esté en minoría en la población, o cuando sea la vanguardia del proletariado, consciente y verdaderamente revolucionaria, la que constituya esa minoría), es capaz de derribar a la burguesía y de arrastrar a numerosos aliados detrá de él."3

Pero para poder cumplir esta misión, la clase obrera necesita desembarazarse de los principales trabas que le han sujetado hasta hoy: la subordinación a la burguesía, en particular del Partido Liberal; y de la burocracia sindical y las direcciones reformistas, como el PC o el MOIR maoísta, que son los mejores agentes de esta subordinación en las filas del movimiento obrero y de masas, y que mantienen la división y dispersión de sus filas; e impiden que levante un programa propio para encabezar a las masas oprimidas.

Esta perspectiva está estrechamente ligada al desarrollo de la autoorganización, creando nuevas organizaciones de democracia directa para la lucha, o transformando las existentes, para superar los estrechos límites de los sindicatos actuales que no agrupan más que una parte menor de las filas obreras, y el desarrollo sistemático de la autodefensa obrera, campesina y popular en torno a los sindicatos y organizaciones de masas, (a la que se integre y subordinen las fuerzas de la guerrilla), una medida elemental para enfrentar los ataques de los paramilitares y el ejército e impulsar la lucha por las reivindicaciones obreras y campesinas.

NOTAS:
1 León Trotsky, La Revolución Permanente, El Yunque editora, Buenos Aires, s/f. p.167 y ss.
2 León Trotsky, La Revolución Permanente, El Yunque editora, Buenos Aires, s/f. p.167 y ss.
3 V. I. Lenin, Citado por L. Trotsky en "Tres concepciones de la revolución Rusa".

La estrategia reformista de las FARC

El programa de las FARC y de la guerrilla en su conjunto es opuesto por el vértice a éste. Separa a un segundo plano la lucha por las tareas democráticas fundamentales: la tierra, la liberación nacional, por las que dan la vida tantos heroicos combatientes, para centrarse en negociar con el gobierno burgués reformas políticas formales en el régimen y sus instituciones. No busca la alianza obrera y campesina, sino que subordina a la guerra campesina y a la lucha de las masas a la búsqueda de una alianza con algún sector burgués supuestamente "progresista" o "liberal". No lucha por un gobierno obrero y campesino, sino, como dice Tirofijo, por un "un gobierno pluralista, donde estén representados todos los partidos y sectores sociales, un gobierno verdaderamente democrático y patriótico". Es decir un gobierno burgués de conciliación de clases de "todos los colombianos", borrando el río de sangre que separa a los patrones del campo y la ciudad, con sus generales y paramilitares, de los obreros, los campesinos, los combatientes guerrilleros, los pobres de las ciudades. Un río de sangre que no ha cesado de ensancharse desde que en La Violencia de 1948-58, cayeron unos 300.000 colombianos, la gran mayoría campesinos pobres y obreros rurales.

Tirofijo declara: "Lanzamos el Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia para contribuir a la organización y lucha de los colombianos por una patria democrática." 1 proponiendo como base política para conformar este Movimiento, la "plataforma de 10 puntos para un Gobierno de Reconstrucción y Reconciliación nacional", que es apenas un programa reformista burgués de reformas políticas en el régimen y las instituciones. ¿Quiénes están llamados a integrar este Movimiento? Lo explica Raúl Reyes, miembro del Secretariado Nacional de las FARC/EP: "Tiene que ser algo que supere lo que fue la Unión Patriótica en tamaño, en la concepción de amplitud, para que puedan estar presentes sectores de los liberales, de los conservadores, de los creyentes, de los no creyentes, negritudes, indígenas, y todo aquél que quiera una Colombia distinta a la que hoy se vive de violencia, terror, incertidumbre y corrupción."2 Es decir, un amplio movimiento que incluya a fracciones burguesas, a sectores de los partidos patronales y de la iglesia, subordinando a ellos, en nombre de la "amplitud", a los obreros y campesinos y sus reivindicaciones.

Las FARC fueron moldeadas desde su origen por el Partido Comunista Colombiano en los rígidos moldes del stalinismo y su concepción de revolución por etapas, que en nombre de una supuesta primer etapa democrática ha ser cumplida en alianza con una fantasmal burguesía "nacional y democrática" (¿dónde está en Colombia?) frenando la lucha de masas por sus propias reivindicaciones y llevando a sucesivas derrotas. En nombre de este bloque, que desde 1936 tuvo por socio privilegiado al ala "progresista" del Partido Liberal, el stalinismo colombiano ha sido un tenaz obstáculo a que las masas obreras y campesinas, se abrieran paso hacia una perspectiva obrera independiente. Las FARC desde su nacimiento continuaron en el campo con la tarea del PC en las ciudades.

Pero el programa y orientación actual son un salto a la derecha incluso en relación al programa original de las FARC en los 60, que planteaba una "Reforma agraria revolucionaria que cambie de raíz la estructura socio-económica del campo colombiano, entregando en forma enteramente gratuita la tierra a los campesinos, sobre la base de la confiscación de la propiedad latifundista..." 3 *

Ahora, Tirofijo y las FARC llaman a resolver todos los problemas mediante "la paz", el "diálogo" y "una Asamblea Nacional Constituyente que le cambie a Colombia sus relaciones de poder en favor de los sectores populares."4 ¡Recordemos también a dirigentes del ELN pidiendo al imperialismo "inversión y respeto"! A la pregunta de ¿reforma del estado burgués semicolonial o derrocamiento revolucionario de la oligarquía patronal? Tirofijo, las FARC, el ELN, el EPL, etc., responden sin dudar ¡Reformas!

Esta respuesta brota, por así decirlo, del carácter de clase pequeñoburgués de las organizaciones guerrilleras, que más allá del valor individual de sus combatientes, son, por su programa, su política y sus métodos, un serio obstáculo a la autoorganización de las masas, y por tanto, a la alianza obrera y campesina, condición indispensable para el éxito de la revolución que, llevando al proletariado a la cabeza de la nación oprimida, pueda resolver el problema de la tierra, la miseria, la liberación nacional.

Defendemos incondicionalmente de los ataques del Estado burgués a la guerrilla. Estamos contra su desarme e integración al régimen. Denunciamos el chantaje de "paz" de la clase dominante. Pero no es posible dejar de denunciar ni por un momento no sólo ese papel de obstáculo, sino que, por su carácter de clase y su programa, son enemigas de la revolución obrera y socialista.

Solamente un partido obrero y revolucionario, es decir trotskista, puede pelear consecuentemente por llevar al triunfo la revolución obrera y campesina. Ese es el instrumento que necestian el proletariado y las masas pobres de Colombia.

NOTAS:
* Aclaremos aquí que la consigna de reforma agraria revolucionaria, es decir, un reparto radical de la propiedad de la tierra entre los campesinos, no es el programa marxista para la cuestión agraria. Lenin escribió abundantemente sobre este problema. El programa marxista planteó siempre la colectivización de la tierra para organizar la producción sobre bases socialistas. La consigna de reforma agraria es una consigna democrático burguesa tradicional del movimiento campesino. Aceptarla, como hicieron Lenin y Trotsky en la Revolución Rusa, es una medida táctica, política, destinada a sellar la alianza obrera y campesina, sobre la premisa de que la posterior labor educativa y de convencimiento del proletariado en el poder sobre las masas rurales, las convencerá de las ventajas de pasar voluntaria y gradualmente a la colectivización de la tierra.
1 Entrevista del dirigente del PC argentino, Patricio Etchegaray, a Manuel Marulanda "Tirofijo", noviembre de 1997, publicada en Propuesta, nº407, 16/07/98.
2 Entrevista a Raúl Reyes por Claudia Korol, en América Libre nº 10, enero de 1997.
3 Arenas J., Cese al fuego, Bogotá, Ed. Oveja Negra, 1985. Citado en Correo Internacional Nº 14, noviembre de 1985.
4 Entrevista a Raúl Reyes por Claudia Korol, en América Libre nº 10, enero de 1997.