Estrategia Internacional N° 9
Julio/Agosto - 1998
LA ALIANZA OBRERA Y CAMPESINA Y EL ROL DEL PARTIDO REVOLUCIONARIO DEL PROLETARIADO
Javo Ferreira y Eli Quispe, con la colaboración de Paula Bach
Introducción
A lo largo del siglo XX hemos presenciado luchas campesinas de enorme heroísmo, verdaderos incendios de profunda violencia de los explotados. La guerra campesina en México a principios de siglo, que llegó a derrotar al ejército del Estado y formó un ejército campesino, o los levantamientos campesinos a principios de siglo contra los regímenes oligárquicos primero, luego el enfrentamiento contra los diversos regímenes nacionalistas burgueses de posguerra como fueron las guerrillas campesinas en Chaupimayo en Perú en los ´60 de Hugo Blanco, los violentísimos levantamientos de las ligas campesinas en el Nordeste de Brasil a principios de los ´60, la guerra civil en el campo en Colombia desde mediados de siglo, los procesos de tomas y ocupaciones de tierras que recorrieron la década de los ´70 en Chile, Bolivia, Uruguay... son muestras de ello.
Como pudimos ver en la parte I de este trabajo, Hoy, a fines del s. XX y luego de estas gestas heroicas del movimiento campesino, el problema agrario en América Latina sigue sin resolverse y más aun se ha profundizado. Sin embargo, distintas corrientes populistas, se empeñan en levantar tibios programas de neto corte burgués o pequeño-burgués que han encajonado y lo siguen haciendo las luchas campesinas.
Los marxistas revolucionarios, siempre hemos sostenido, la inmensa potencialidad revolucionaria del campesinado pobre. Sin embargo, sobre la base de las distintas experiencias revolucionarias, y centralmente la de la revolución Rusa, sostenemos que no existe solución alguna al problema agrario y nacional sino es producto de la ruptura con el imperialismo, y de una radical expropiación del latifundio, cuestión que sólo es posible, mediante una revolución proletaria que acaudillando al movimiento campesino tome el poder del estado e instaure su dictadura encaminada en primer termino a resolver los grandes problemas democrático-estructurales que la impotente burguesía latinoamericana por su estrecha relación con el capital financiero y con los grandes terratenientes ha sido incapaz de solucionar.
La cuestión campesina y la revolución permanente
Tal como lo planteamos en el primer capítulo de este trabajo, la ley del desarrollo desigual y combinado formulada por Trotsky se expresa en el hecho que, en la época imperialista, en los países atrasados, la cuestión agraria y el problema de la independencia nacional constituyen los dos grandes problemas democráticos no resueltos por la burguesía nacional de los países atrasados dada su extrema debilidad y dependencia de la burguesía imperialista mundial. Dicho de otro modo, expresa que la burguesía de los países atrasados ya avanzado el imperialismo, llegó tarde a la posibilidad de constituirse como clase independiente y por lo tanto de tomar en sus manos y resolver todas las tareas que de ello se desprenden, como son la reforma agraria y la cuestión de la liberación nacional. La estrecha relación entre las distintas burguesías nacionales, con los terratenientes, y el capital financiero internacional así como con las grandes corporaciones monopólicas, hacen inviable la expropiación de los grandes latifundios en los marcos del estado burgués, y de dominio por parte del imperialismo de todos los mecanismos de crédito, distribución y comercialización. Por esto como dicen las Tesis de la III internacional: "Las clases dominantes tratan de ahogar el carácter revolucionario del movimiento de los campesinos mediante reformas agrarias burguesas, de repartición de tierras entre los elementos dirigentes de la clase campesina. Han conseguido provocar un debilitamiento temporario del movimiento revolucionario en el campo1. Pero toda reforma agraria burguesa choca con los límites del capitalismo. La tierra se da sólo a cambio de indemnización... Una reforma agraria burguesa no tiene nada que ofrecer a los elementos proletarios o semiproletarios. Las condiciones extremadamente severas que se imponen a los campesinos que reciben la tierra en el momento de una reforma agraria burguesa, condiciones que por otro lado no tienen como resultado la mejora real de su situación, sino que por el contrario los sumergen en la esclavitud del endeudamiento llevan inevitablemente a un recrudecimiento del movimiento revolucionario"2. No es para menos. Tales reformas agrarias, llevadas adelate en los 50-60 en Latinoamérca, en manos de los nacionalismos burgueses chocaron violentamente con los límites que les imponía el carácter semicolonial del estado. Como dice Trotsky" mientras el campesino siga siendo un pequeño productor "independiente", necesitara crédito barato, maquinaria agrícola, y fertilizantes a precios que puedan pagar, condiciones de transporte favorable, y una organización honesta del mercado de producto agrícolas. Pero los bancos, los trusts, y los traficantes, roban al campesino por todos lados"3. Para poder llevar adelante estas necesidades, como plantea Trotsky es preciso establecer "... el control del transporte, el crédito, y las operaciones mercantiles, relativas a la agricultura"4. Todo lo cual es impensable sin destruir la intromisión y penetración del capital financiero y monopolista, en el estado semicolonial, estableciendo medidas tales como la nacionalización de la banca, el monopolio del comercio exterior, etc. Las características particulares de la burguesía nacional en los países semicoloniales, es decir, su debilidad intrínseca por los estrechos lazos con el capital imperialista, impiden que estas elementales medidas de carácter democrático radical puedan ser llevadas a cabo. Por el contrario es el proletariado la única clase que puede llevar adelante estas tareas a través de su movilización revolucionaria, que en su dinámica no puede sino cuestionar hasta las raíces el carácter de la propiedad privada de los medios de producción y por tanto el carácter burgués del estado. De este modo "... el control obrero de los bancos y los trust, con mayor razón, la nacionalización de esas empresas, puede crear condiciones de crédito, compra y venta incomparablemente más favorables, para la pequeña burguesía urbana, a las que son posibles, bajo el dominio incontrolable de los monopolios. La dependencia respecto al capital privado será sustituida por la dependencia respecto al estado, que atenderá tanto mas a las necesidades de sus pequeños colaboradores y agentes cuantos más firmemente los propios trabajadores tengan el estado en sus manos".5
Notas:
1 En el caso de Latinoamérica este debilitamiento se manifestó en una cooptación del
movimiento campesino.
2 Programa de Acción Agraria, IV Congreso de la Tercera Internacional
3 Programa de Transición, Ed. Crux, pág. 50
4 Idem
5 Idem, pág. 51, cap. "La alianza obrera y campesina"
Populismo y neopopulismo en América Latina
Desde mediados de siglo, hubo todo tipo de intentos por parte de los nacionalismos de corte populista para evitar que el reparto de tierras quedara en las manos de los propios campesinos, como sucedió en el México de 1910. Se llevaron a cabo distintos ensayos de reformas agrarias parciales para frenar el ascenso del movimiento campesino, como Perú en las décadas del 60, o como sub producto de la movilización revolucionaria del mismo, como en Bolivia del 52. Sin embargo, todos estos intentos de reformas agrarias, ya se hayan dado como producto de una revolución, o para prevenirla, retrocedieron invariablemente, desatando un nuevo proceso de concentración de tierras y de masacre de campesinos, mediante el uso de la fuerza de un lado, y de otro, mecanismos político-económicos como la indemnización de los terratenientes mientras dejaban en la indigencia al campesinado.
Los populismos nacionalistas de carácter burgués como el de Velasco Alvarado en el Perú, o el MNR en Bolivia utilizaron estas reformas agrarias parciales, para detener la guerra campesina primero, y luego para intentar cooptar al movimiento campesino, sin resolver el problema de la tierra, postergándolo. Estos intentos de cooptación se manifestaron en que durante un par de décadas distintos regímenes nacionalistas burgueses utilizaron, con relativo éxito y por periodos, como base social al campesinado, como fue el régimen de Stroessner en Paraguay o el caso más brutal del pacto militar campesino de Barrientos, con las capas altas del movimiento campesino, contra la clase obrera en la década del 601. El fracaso de tales reformas agrarias ha quedado al desnudo en los últimos años, ya que preservo a los grandes latifundios y llevó a los campesinos pobres a una extrema parcelación de tierras, con ausencia de créditos y maquinaria, forzándolos a mantener una producción de tipo extensiva... pero sin tierras.
A partir de los años 80 con la creciente ofensiva imperialista y el desplazamiento de las distintas burguesías nacionales hacia una mayor subordinación al imperialismo, provocó que el programa de reformas parciales en el régimen de propiedad sea abandonado por esta burguesía para ser retomado por las distintas organizaciones emergentes de los levantamientos campesinos. Así estas corrientes que han surgido a lo largo y a lo ancho de América Latina como el EZLN, ASP2, o el MST brasileño han logrado imprimir su sello a los movimientos campesinos de la última década, negándose a levantar un programa agrario alternativo, al ya fracasado programa burgués. Así la negativa por parte del EZLN a extender la justa demanda de tierra de los campesinos chiapanecos reduciéndola a la mera demanda de autonomía municipal, sin cuestionar la propiedad privada capitalista, sin cuestionar el carácter semi-colonial del Estado Mexicano, y por tanto sin cuestionar la necesidad de créditos baratos, ni de las relaciones de intercambio, ni el problema de la banca; del mismo modo las declaraciones del MST que dicen: "Queremos mantenernos dentro de los lineamientos jurídicos y de presión política. Aprovechamos que el gobierno del presidente F.H. Cardoso acepta los mecanismos de presión" (Joao Stédile, 9/1996); su política de ocupar únicamente las tierras improductivas, negándose a violentar la propiedad de los grandes latifundistas y poner en pie de combate a 12 millones de campesinos sin tierra, los constituyen en verdaderos obstáculos para la extensión de la guerra campesina y de una resolución radical del problema agrario que sólo puede lograrse, como ya hemos dicho, mediante la lucha abierta contra el carácter subordinado de la burguesía nacional y por lo tanto contra el imperialismo.
El conjunto de estas organizaciones que intentan llevar adelante un programa y una estrategia de reformas sucesivas en el régimen de propiedad de la tierra, en momentos en que a partir de fines de los 80 ha habido un salto en la subordinación del conjunto de los regímenes latinoamericanos al imperialismo, junto con la mayor penetración del capital financiero en el agro mismo vías las IED3, como hemos planteado en la parte 1, y el destino del conjunto de la producción orientada al mercado mundial, hace mucho más utópico cualquier programa que no empiece por combatir la creciente penetración imperialista para solucionar el problema de la tierra. Esta situación termina convirtiendo a estas organizaciones en un dique de contención de las energías revolucionarias del movimiento campesino, y terminan asimilándose como un instrumento funcional a los regímenes de reacción democrática, política diseñada por el imperialismo como parte de su ofensiva en Latinoamérica, y que ha logrado la colaboración de todas las organizaciones que habían despertado sus simpatías en el seno de la vanguardia. Así vimos al EZLN ser uno de los artífices de los acuerdos de San Andrés, acuerdos por los cuales el movimiento campesino veiase obligado a no extender la insurrección, de esta manera el EZ se convertía en una pieza clave en evitar el derrumbe del régimen del PRI, y ahora con su política de transición pactada a la democracia de Clinton, Zedillo y Cárdenas. Estas organizaciones son enemigas de la alianza con el proletariado y la toma del poder del Estado, destruyendo el estado capitalista de burgueses y terratenientes, liquidando la propiedad privada de los medios de producción. Tanto las direcciones guerrilleristas, como burguesas y campesinas en los 80, como en los 90, con los "acuerdos de paz" como los de Contadora en Nicaragua que desactivaron la revolución centroamericana, y que contaron con la colaboración de Castro, del Farabundo Martí en El Salvador, Colombia con el M-19 primero y hoy con las FARC y el ELN (ver nota aparte), demostraron el carácter conciliador y de mera presión armada de estas direcciones, que negociaron su integración a los regímenes pro-imperialistas, incluso integrándose a las fuerzas policiales comunes con los represores, como en Nicaragua o en el Salvador, sobre la sangre de miles de campesinos, dándole un respiro a los regímenes antiobreros y anticampesinos de la región.
Particularmente nefasto, expresión de su carácter contrarrevolucionario, ha sido en las guerrillas de cuño stalinista el férreo régimen interno, incluyendo el asesinato por disidencia política. Ejemplo de esto fueron los "suicidios" de la Comandante Ana María, y de Salvador C. Carpio en El Salvador, por oponerse a las negociaciones con los regímenes asesinos en la región; o el papel de Sendero Luminoso en Perú, con los constantes asesinatos de los dirigentes obreros y populares.
Notas:
1 La negativa por parte de las distintas burocracias obreras y campesinas de llevar
adelante un combate contra el estado y los regímenes de la burguesía en los últimos 50
años permitió que esta política se llevara adelante.
2 Asamblea por la Soberanía de los Pueblos: organización campesina de carácter
político-sindical.
3 Inversiones extranjeras directas.
El carácter estratégico de la alianza obrera y campesina: el rol revolucionario del proletariado
La demanda de tierra, el rechazo a la intervención imperialista, como el originario grito de ¡Abajo el TLC! de los campesinos chiapanecos, o contra la política de erradicación de cultivos de coca desde Colombia pasando por el Perú hasta llegar a Bolivia por parte de la DEA, y los gobiernos cipayos, provoca que la resistencia campesina se transforme no sólo objetivamente antimperialista sino también subjetivamente, especialmente allí donde, como en Bolivia o México, la intervención político - militar imperialista es cada vez más directa. Al mismo tiempo, el movimiento campesino en sus luchas, se ven obligados a enfrentar a las fuerzas de represión, pilares básicos del Estado.
Estas luchas, de carácter democrático estructural, hacen resurgir otra, propia del carácter indígena de los campesinos de muchas regiones de A.L., el derecho a la autodeterminación nacional de los pueblos indígenas, cuestionando el carácter opresor de los estados nacionales. (ver nota aparte)
El carácter de estas luchas, objetivamente anticapitalistas como el de la tierra, como el enemigo que enfrentan, hacen del campesinado un aliado indispensable del proletariado. En los países latinoamericanos, donde el campesinado representa un gran sector de la población, el proletariado no puede vencer si no es acaudillando al conjunto de la nación oprimida en alianza con el campesinado pobre y los pobres de la ciudad. El campesinado no puede satisfacer ninguna de sus demandas sin aliarse al proletariado. La alianza de obreros y campesinos es estratégica para la revolución en América Latina.
Pero la posibilidad de establecer esta alianza, depende esencialmente de que pueda expresarse toda la potencialidad revolucionaria del proletariado como clase, de que este sea capaz de mostrarse ante el campesinado como verdadera fuerza dirigente. Hoy cuando la clase obrera ha demostrado toda su potencialidad y fuerza como clase, y que este papel se ha visto potenciado con el desarrollo de los grandes cordones industriales del ABC de San Pablo, con las grandes maquiladoras en México, que concentran a millones de trabajadores, etc., reafirman el papel del proletariado como clase dirigentes de la futura revolución Latinoamericana. Sin embargo esta poderosa clase obrera cuenta con un enemigo en sus filas: las direcciones burocráticas, socialdemócratas y stalinistas que han cumplido y cumplen su objetivo de maniatar al proletariado liquidando los procesos huelguísticos, impidiendo su organización independiente, llevándolo a todo tipo de trampa y conciliaciones y subordinándolo a las organizaciones y partidos de la burguesía y su estado. Ese es el gran rol contrarrevolucionario del PT de Lula, o de la dirección COB, boliviana así como todas burocracias de las centrales obreras del continente, que han permitido el avance de la ofensiva imperialista que, por ejemplo, han posibilitado la entrega de importantes conquistas del movimiento obrero.
La subordinación de las organizaciones centristas como el PSTU de Brasil, el POR boliviano y otras organizaciones menores, a este tipo de direcciones es consecuencia del abandono del combate por forjar partidos de cuadros revolucionarios que tengan como estrategia, empalmar y dirigir a la vanguardia en un combate irreconciliable contra todos los intentos conciliadores como el Frente Brasil Popular, o el Cardenismo mexicano que lo único que preparan son nuevas y mayores frustraciones a la vanguardia obrera, campesina y popular.
La necesidad de poner en pie un partido que levante una estrategia de autorganización obrera independiente, que sea, al decir de Trotsky, "una forma de organización amplia y ágil, accesible desde los primeros pasos de su impulso revolucionario de las masas que comienzan a despertarse"... 1 opuesta por el vértice a la estrategia de la corrientes neopopulista y centristas, se convierte en una tarea de primer orden para forjar la alianza obrera y campesina, como dice Trotsky en las Tesis de la Revolución Permanente:" la realización de la alianza revolucionaria del proletariado con las masas campesinas sólo es concebible bajo la dirección política de la vanguardia proletaria organizada en partido comunista". El centrismo trotskista ha subordinado sus organizaciones, no sólo a las burocracias obreras, sino a las direcciones populistas del movimiento campesino, e incluso burguesas, como UNIOS (integrante de la Unidad Internacional de los Trabajadores, orientada por el MST argentino), con su apoyo electoral al terrateniente Cárdenas en México, o corrientes como el PST venezolano (integrante de la LIT) dando apoyo electoral al nacionalista Chaves. Reniegan de la posibilidad de forjar una alianza obrera y campesina revolucionaria, al liquidar de un plumazo el carácter proletario del partido.
Como ya hemos dicho en otra parte, el bolchevismo aseguro el carácter proletario del partido en una lucha irreconciliable contra el populismo narodnikista y eserista, y contra el reformismo menchevique. Fue esta gran pelea la que les permitió luego "destruir de un solo golpe" a estas corrientes y asegurar la alianza obrera y campesina apoderándose de su programa agrario.
La alianza obrera y campesina. La lucha de clases en el campo
Sin embargo los marxistas revolucionarios no podemos contentarnos con proclamar la necesidad de esta alianza, es necesario explicar su mecánica de clases, es decir, cuál es el papel del proletariado y del campesinado en la misma.
México, con su guerra campesina de 1910, que fue la expresión más elevada del papel revolucionario del movimiento campesino, asimismo develó de la forma más cruda, los límites de la naturaleza de clase del campesinado. En la Revolución mexicana, los campesinos llegaron a expropiar a los grandes terratenientes y formar una verdadera comuna en Morelos, donde se autoadministraron, formaron un verdadero ejército campesino y hasta tomaron la ciudad de México. Siendo el problema de la tierra su demanda motora y su fin, la toma del poder del Estado no era su objetivo. El problema de la tierra no podía ser resuelto. Los límites objetivos que imponía la realidad de México, como era la debilidad de un incipiente proletariado, ponía una barrera insalvable para el triunfo de la revolución.
Ya hemos planteado que la suerte del campesinado está ligada a su alianza revolucionario con el proletariado y al combate contra la propiedad privada y por tanto contra la burguesía y el imperialismo. Pero aquí se plantea un problema de carácter fundamental: el campesinado, no constituye una clase ni independiente ni homogénea. Como dice Trotsky: "Por supuesto que los obreros en general, los campesinos en general, no tienen los mismos intereses. Los campesinos no son una clase, sino una serie de capas, de estratos sociales, empezando por los elementos semi-proletarios y acabando por los explotadores, los grandes campesinos, etc... . "2. E incluso dice en las Tesis de la Revolución Permanente: "Como lo atestigua la experiencia de toda la historia contemporánea, y sobre todo, la de Rusia durante el último cuarto de siglo, constituye un obstáculo invencible en el camino de la creación de un partido campesino la ausencia de independencia económica y política de la pequeña-burguesía y su profunda diferenciación interna, como consecuencia de la cual las capas superiores de la pequeña-burguesía se alían a la gran burguesía en los acontecimientos decisivos y las inferiores se unen al proletariado, obligando con ello al sector intermedio a elegir entre los polos extremos."3 Por esto no existen posibilidades de llevar adelante una real alianza obrera y campesina si el proletariado no busca potenciar los elementos existentes de lucha de clases en el campo entre los campesinos ricos y los campesinos pobres, semi-proletarios y proletariado agrícola. Con este fin, el partido revolucionario debe identificar a sus aliados dentro del campesinado, que se compone de, al menos, cinco subsectores: proletariado agrícola, semiproletarios o campesinos parcelarios, pequeños campesinos, campesinos medios, y campesinos ricos. El trabajo central de un partido revolucionario debe concentrarse en el proletariado agrícola "Los tres grupos señalados (proletariado agrícola, semiproletario, pequeños campesinos), en su conjunto, constituyen en todos los países capitalistas la mayoría de la población rural. Por esto, esta completamente asegurado el éxito de la revolución proletaria, no solo en la ciudad, sino también en el campo. ....la ciencia y la estadística burguesas, emplean sistemáticamente el engaño, disimulando por todos los medios el profundo abismo que media entre las clases rurales indicadas y los explotadores, los terratenientes y capitalistas, así como entre los semiproletarios y los pequeños campesinos, por un lado y los campesinos ricos por otro; en segundo lugar se mantiene debido a la incapacidad y a la falta de deseos de los héroes de la segunda internacional amarilla y de la aristocracia obrera de los países avanzados, corrompidas por las prebendas imperialistas, de desarrollar una verdadera labor proletaria revolucionaria... entre los campesinos pobres". (Ídem).
Como también dice Trotsky refiriéndose al rol del proletariado en el campo y del partido revolucionario: "A través de nuestra consigna (se refiere a la política del partido proletario N. de R.) introduciremos una delimitación política a favor de los campesinos pobres contra los ricos. Los demócratas burgueses así como los fascistas están interesados en presentar a los campesinos como una unidad, y por medio del estrato superior de los campesinos, que es totalmente burgués, sujeta al inferior. Incesantemente, a nosotros nos interesa introducir una cuña y prescindir aquí del estrato superior y atraer hacia nosotros al inferior". Esta intervención revolucionaria del proletariado en el campo, conduce a sacar el problema campesino de los estrechos marcos regionales y sectoriales para elevarlos a una abierta lucha de carácter nacional potenciando las tendencias a la revolución y permitiendo llevar hasta el final el carácter anticapitalista y antiimperialista del problema agrario en el combate por la revolución obrera y la dictadura del proletariado. Las posibilidades de resolución del problema campesino ligadas a la cuestión del triunfo de la revolución proletaria, confirma la vigencia de la teoría programa de la revolución permanente y donde estas han sido demostradas claramente por la positiva en el caso de la revolución rusa de 1917 y por la negativa, en el caso de la revolución mexicana de 1910.
Por todo lo que decimos anteriormente, la imposibilidad del campesinado de constituirse como clase homogénea y por lo tanto de poder construir su propio partido independiente, ha sido ampliamente demostrado a lo largo de la historia, donde el conjunto de las organizaciones campesinas y populistas han revelado una y mil veces su carácter conciliador.
Las cúpulas dirigentes del movimiento campesino, del MST, EZLN, ASP, FARC, ELN, etc. No pueden escapar a esta ley histórica - "Si el campesinado no sigue a los obreros, marcha a remolque de la burguesía. No hay ni puede haber término medio". (Lenin)4 - y donde sus intentos de no llevar la guerra civil agraria hasta sus últimas consecuencias, lo que hacen es subordinar al campesino pobre y semiproletario a los sectores acomodados que buscan la convivencia con el actual régimen "democrático" burgués, transformando las luchas campesinas, en peleas de carácter parlamentario impidiendo de esta manera la posibilidad de la alianza obrera, campesina y popular.
El programa de los bolcheviques para el campo y la alianza obrera y campesina
Como explicábamos en la parte 1 de este trabajo, la anarquía de la producción capitalista se manifiesta en que mientras millones campesinos mueren de hambre y trabajan en condiciones de super explotación, los países imperialistas subsidian con millones de dólares en los países centrales para disminuir la producción agrícola y evitar que los precios de esta caigan. La liquidación de la clásica economía campesina en los países latinoamericanos para orientarla a la producción para el mercado mundial y convirtiéndose estos en importadores de alimentos, demanda la urgente necesidad por parte del proletariado de disciplinar por medio de la planificación estatal centralizada la anarquía y las brutales desigualdades impuestas por el capital. Desde este punto de vista el programa que los revolucionarios tenemos para proponer a los campesinos es el de la nacionalización de la tierra y la colectivización de la agricultura, medidas estas que permitirían subordinar la producción agrícola a un plan científicamente elaborado en función de las necesidades del movimiento de masas. Sin embargo las profundas aspiraciones de los campesinos pobres por la tenencia de la tierra, le plantea a la clase obrera y su partido, con el objetivo de desarrollar y profundizar la alianza obrera y campesina, la necesidad de que sean los mismos campesinos explotados los que resuelvan el momento de la transformación de la pequeña producción parcelaria a la producción colectiva socialista, a partir de su propia experiencia. Al decir de L. Trotsky: " La participación practica de los campesinos explotados en el control de los distintos campos económicos, les permitirá decidir por si mismo si les resulta o no provechoso pasarse al trabajo colectivo de la tierra, a qué plazos y en qué grado. Los obreros industriales deben considerarse sujetos al deber de manifestar toda su colaboración a los campesinos para recorrer este camino, a través de los sindicatos, los comités de fábrica, y, sobre todo, a través del gobierno obrero y campesino.
La alianza que el proletariado propone, no a las " clases medias" en general, sino a las capas explotadas de la pequeña burguesía urbana y rural, contra todos los explotadores,... no puede basarse en la coacción, sino en el libre consentimiento, que debe consolidarse en un "pacto" especial. Este "pacto" es el programa de reivindicaciones transitorias aceptadas voluntariamente por ambas partes"5
Es así, que demandas tales como la tenencia de tierras por parte del movimiento campesino o la reivindicación del derecho de autodeterminación nacional, tareas de carácter democrático revolucionario, de los pueblos indígenas adquieren un carácter transitorio y actúa como un engranaje más de la revolución proletaria.
La estrategia soviética y la táctica de gobierno obrero y campesino
Tal como hemos venido planteando a lo largo de este trabajo, no existe posibilidad de una solución definitiva al problema campesino si la clase obrera, acaudillando tras de si al movimiento campesino y popular no se hace de las riendas del poder del estado, e instaura su propia dictadura.
Sin embargo la pelea por la dictadura del proletariado, adquiere un carácter concreto no sólo en la pelea en las calles contra la burguesía y sus agentes como son las corrientes populistas y reformistas sino también en la pelea cotidiana porque las masas se doten de organismos de autoorganización independientes, consejos, o soviets.
Es así que tanto el EZLN como las FARC y el ELN en Colombia al tener como estrategia la convivencia con el estado burgués y sus regímenes, y por esta vía subordinar al campesinado a la burguesía impidiendo la realización de la alianza obrera y campesina, son enemigos acérrimos de que estos movimientos puedan dotarse de una organización independiente con democracia directa y que se convierta en la expresión de los intereses campesinos contra los terratenientes. Intentan imponer un férreo control políticomilitar al movimiento campesino, tanto más duro cuanto más crece la energía campesina.
Es que el surgimiento de consejos obreros y campesinos que tome en sus manos la resolución de las más urgentes necesidades de las masas, echaría por la borda toda su estrategia de colaboración, ya que tales consejos o soviets, además de ser formas de organización para la lucha, expresan por su esencia misma la ruptura con el estado y el régimen burgués; tendencialmente expresan la necesidad del movimiento de masas de construir los órganos de su propio poder y dictadura. "Lenin ya había explicado anteriormente a los mencheviques que la labor histórica fundamental de los soviets es la de organizar o ayudar a organizar la conquista del poder; y posteriormente que inmediatamente después de la victoria se convierten en el aparato de este poder"6
Otro tanto ocurre con los comités de autodefensa campesina que, bajo el fuego graneado del enemigo, y bajo la dirección del partido revolucionario del proletariado, rápidamente pueden transformarse en organismos que no sólo resuelvan los aspectos militares de la defensa, sino también en organismos capaces de independizarse del control de estos aparatos conciliadores con el estado burgués, cumpliendo el papel de una verdadera dirección en la guerra civil agraria y adquirir características sovietistas. Sin embargo, tanto ASP en Bolivia y el EZLN en México, o el MST en Brasil, han tenido un especial cuidado en que estos organismos de autodefensa no se generalicen y llegado el caso, estos han sido desactivados como una expresión mas de su carácter reformista. En el caso mexicano la masacre de 45 campesinos en Acteal es una consecuencia indirecta de política de tregua y negociación expresada en la firma de los acuerdos de San Andrés; y el asesinato en Bolivia durante el mes de Abril de una docena de cocaleros fue también una consecuencia de la política de negociación de Evo Morales (ASP) con Banzer, y de la desactivación previa de los comités de autodefensa.
Los soviets de campesinos pobres y proletariado agrícola, asimismo, se convierten en el instrumento que da forma a la alianza obrera y campesina, alianza que se alcanza y se logra como ya explicamos, en las calles y en el transcurso de la guerra civil, y donde el partido revolucionario de la clase obrera es el único capaz de darle un carácter permanente al expresar los intereses inmediatos del campesinado contra las direcciones campesinas y populistas. Los soviets se convierten así en la arena en la cual el partido termina de soldar la alianza obrera, campesina y popular al ofrecerle una perspectiva de triunfo. Por tal motivo la tarea de todo partido revolucionario en el campo debe ser la de impulsar en forma audaz y decidida los soviets de campesinos, la estrategia proletaria debe partir de luchar por arrancar al campesinado de la subordinación a la burguesía poniendo en pie organismos de autoorganización: "los partidos comunistas deben empeñar todos los esfuerzos para empezar lo mas pronto posible a crear en el campo soviet de diputados, en primer termino, de los obreros asalariados y de los semiproletarios". 7
Sin embargo, estas grandes lecciones sobre el papel del partido dentro de los soviets, y la mecánica de la alianza obrera y campesina, fueron abandonadas por el centrismo trotskista que al borrar de su perspectiva la estrategia de la dictadura del proletariado, es decir, soviética, y de combate a las direcciones campesinas han terminado identificando la alianza obrero y campesina, y la consigna "gobierno obrero y campesino" con una política de permanente exigencia y subordinación a estas direcciones populistas que al negarse a rebasar los límites del programa democrático burgués, convierten la alianza obrera y campesina, en caso de lograrse, en un punto de apoyo de la burguesía.
Lejos de rescatar la consigna de gobierno obrero y campesino como la popularización de la dictadura del proletariado, estos señores han convertido en estrategia la táctica usada por Lenin para desenmascarar el papel conciliador del menchevismo8. Sin embargo tanto Lenin como Trotsky utilizaron estas consignas como un importante episodio, pero episodio al fin, subordinadas a la pelea por la dictadura del proletariado, es decir a la toma del poder por los soviets, o en el caso español, subordinadas al desarrollo de las Juntas obreras como organismos de tipo soviético. Hoy el centrismo "trotskista" repite con el EZLN, o el MST las mismas capitulaciones que llevaron adelante con el stalinismo y las corrientes nacionalistas pequeñoburguesas durante las décadas pasadas, sin comprender que la pelea por el gobierno obrero y campesino lejos de significar un acuerdo permanente y de larga duración con estas corrientes, significa el desarrollo de una política que lleve a la escisión entre los sectores mas explotados y oprimidos del campo con los que buscan la conciliación con el régimen democrático burgués.
Así la sección de la LIT en México, el Partido Obrero Socialista (POS) presentó al EZLN como "una organización independiente de la burguesía", es decir, como "una opción de clase". Y la actual "sección madre" de la LIT, el PSTU brasilero, ha terminado adaptándose a la dirección reformista del MST en el campo, y se prepara para lograr una creciente participación en la elaboración de nuevos proyectos reformistas.
La concepción de Frente Antimperialista del POR boliviano de Guillermo Lora que desarrollamos aparte, forma parte de esta misma adaptación a las corrientes de tipo populista, y al abandono de la pelea por el desarrollo de organismos de tipo soviético, es decir de la dictadura del proletariado.
Por todo lo que dijimos anteriormente, los marxistas revolucionarios estamos firmemente convencidos de que hoy a fines del siglo XX no puede existir solución íntegra y efectiva al problema agrario y nacional, si la resolución de estas tareas no forman parte de la lucha por imponer la dictadura de la clase obrera acaudillando al campesinado pobre, a través de sus organismos de democracia directa.
Esta descomunal tarea, la clase obrera sólo podrá resolverla construyendo una organización que retome las mejores experiencias del bolchevismo y de la IV Internacional en vida de Trotsky. Es decir, mediante la defensa intransigente del carácter proletario e internacionalista del partido revolucionario.
Notas:
1Stalin el Gran organizador de derrotas. Pag 262
2 Por un Gobierno Obrero y Campesino, Escritos, citados en el Programa de Transición,
pág. 176
3 Tesis 6 de La Revolución Permanente.
4 Programa de Transición, pag.51
5 Nos podrán decir que este no fue el caso ni de la revolución china de 1949 ni de la
revolución cubana de 1959. Que en ambos procesos movimientos campesinos gigantescos se
hicieron del poder del Estado y expropiaron a la burguesía bajo la dirección no del
proletariado ni de su vanguardia organizada en partido revolucionario sino bajo la
dirección de partidos stalinistas y pequeño-burgueses de composición esencialmente
campesina. Pero a decir verdad, tanto el maoísmo como el Movimiento 26 de Julio fueron
desde un primer momento enemigos acérrimos de expropiar a la burguesía. Sólo
presionados por condiciones excepcionales tales como, para el caso de China, la derrota
del imperialismo japonés en la 2da. Guerra Mundial, la concentración del imperialismo
norteamericano en la "reconstrucción de Europa" combinado con el levantamiento
espontáneo y desesperado de millones de campesinos hambrientos; y en el caso de Cuba, la
terrible presión del imperialismo norteamericano sobre la isla combinada también con el
levantamiento revolucionario de las masas, llevó a estas direcciones a tomar el poder del
Estado en sus manos y luego a tener que expropiar a la burguesía contra su verdadero
programa. Sin embargo, estas direcciones que bajo condiciones de extrema excepcionalidad y
contra sus programas se vieron obligadas a tomar el poder y expropiar a la burguesía, no
podían instaurar otra cosa que Estados Obreros brutalmente deformados que ahogaron y
aplastaron durante años las energías revolucionarias de las masas obreras y campesinas,
que planteó la necesidad de levantar el programa de la revolución política en dichos
Estados. (Para mayor profundidad alrededor de este tema ver Estrategia Internacional nro.
3 y nro. 4/5).
6 L.Trotsky. Stalin el gran organizador de derrotas
7 Tesis sobre el problema agrario, III internacional
8 Este fue el caso de la consigna lanzada por los bolcheviques en Rusia ¡Fuera los
ministros capitalistas!, o la misma táctica usada por Trotsky en varias oportunidades
cuando les planteaba a las direcciones obreras oportunistas ¡Romped con la burguesía,
tomad el poder! con el fin de desenmascarar ante el movimiento de masas su carácter
conciliador.