Teoría, Cultura y Género

Jacques Derrida: La búsqueda infinita

 

Autor: Alex Callinicos

Fecha: 8/11/2004

Traductor: Guillermo Crux, especial para PI

Fuente: Socialist Review, Gran Bretaña


Hay mucho para celebrar en la obra del filósofo francés Jacques Derrida.

La muerte el mes pasado de Jacques Derrida a los 74 años se llevó al último de esa sucesión de grandes intelectuales franceses cuyas escritos forjaron decididamente el pensamiento de vanguardia en occidente durante la segunda mitad del siglo XX. Derrida apareció por primera vez en la escena filosófica en 1967, con la publicación de no menos de tres libros.


Como otros pensadores franceses de su generación fue influido fuertemente por la teoría del lenguaje desarrollada por el lingüista suizo Ferdinand de Saussure. Saussure planteó que el lenguaje está compuesto de signos y que cada signo es una combinación de un significante (un sonido o marca) y un significado (el significado del signo). Pero también planteó que los signos obtienen sus significados a través de las diferencias entre los significantes. Así, el cambio de sonido de 'rato' a 'gato' produce una diferencia fundamental de significado. 'En el lenguaje sólo hay diferencias,' escribió Saussure.


Esto tuvo una implicancia de que era mejor pensar el lenguaje como un sistema cerrado sobre sí mismo en el que las relaciones importantes no son aquellas entre las palabras y los objetos reales a los que se refieren, sino aquellas internas al lenguaje y que consisten en las interrelaciones de significantes. En Francia en los años sesenta esto condujo a lo que se conoció como "estructuralismo". Tal como lo practicaron Claude Lévi-Strauss o Roland Barthes, por ejemplo, el estructuralismo implicaba tratar a una sociedad 'primitiva' o a las modas de París como un sistema coherente cuyos significados podrían descifrarse como si fueran un lenguaje.


Subversión


Derrida buscó subvertir el estructuralismo. Él señaló que si los significantes adquirían significado a través de sus diferencias entre sí, no hay ninguna razón por la cual este proceso no debería seguir por siempre. Cada significante apunta a un significado, que al mismo tiempo es otro significante y así sucesivamente ad infinitum. No hay ningún punto de freno estable en el lenguaje, sino sólamente lo que Derrida llamó ''juego infinito', los deslizamientos interminables a través de los que se busca el significando pero nunca se lo encuentra.


La única manera de detener esta juego de diferencias sería si hubiera lo que Derrida llamó un 'significado trascendental' - un significado que exista por fuera del lenguaje y que por consiguiente no sea pasible de este proceso de constante subversión inherente en la significación. Pero el significado trascendental no es más que una ilusión, sostenida por las 'metafísicas de la presencia', la creencia que se encuentra en el corazón de la tradición filosófica occidental de que podemos logar un acceso directo al mundo independientemente de las diferentes maneras en las que hablamos y actuamos sobre él. Con este argumento tomó forma por primera vez lo que llegó a ser conocido como pos-estructuralismo.


El dicho más famoso de Derrida debe entenderse en este contexto. Se tradujo al inglés (bastante engañosamente) como, 'no hay nada por fuera del texto.' De hecho, Derrida no redujo todo al lenguaje, como una especie de ultra-idealista, reduciendo todo al lenguaje (en el original francés él escribió en realidad 'Il n'y a pas de hors-texte' - 'No hay texto-exterior'). Más bien estaba diciendo que una vez que uno ve al lenguaje como un movimiento constante de diferencias en el que no hay ningún punto de descanso estable, ya no se puede apelar a la realidad como un refugio independiente del lenguaje. Todo adquiere la inestabilidad y la ambigüedad que Derrida planteaba que era algo inherente al lenguaje.


Esto también se aplicaba a lo que habían sido los basamentos de la filosofía europea desde el siglo XVII - el sujeto humano individual. Una variación, según Derrida, de la metafísica de la presencia fue la idea de René Descartes de que el sujeto individual es 'auto-presente', que tenie acceso directo a los contenidos de su conciencia. Como sus contemporáneos franceses, Derrida estaba profundamente influido por el descubrimiento del inconsciente por parte de Freud, y por la implicancia de que el sujeto ni siquiera está en control de su propia mente.


La intervención de Derrida tuvo lugar en las vísperas de la gran explosión de 1968, un momento de creciente politización. El esfuerzo de Louis Althusser de reinterpretar a Marx en clave 'anti-humanista', negando la importancia de los sujetos individuales o colectivos estaba llegando al pico de su influencia en ese entonces. Derrida tenía un trato amistoso con Althusser, con quien durante muchos años enseñó filosofía en la École Normale Supérieure en París.


Pero se quedó callado sobre Marx y el marxismo hasta los años noventa. En una entrevista más tarde explicó que él se sentía intimidado por el dogmatismo de Althusser y sus discípulos. Es más, como anti-estalinista tenía miedo de que si criticaba a la Unión Soviética y al Partido Comunista francés que entonces dominaba abiertamente la izquierda se lo identificara con la derecha.


Esto no significa que la filosofía de Derrida fuera completamente apolítica. De origen judío, nació en Argelia en 1930. Habiendo crecido bajo el dominio colonial francés, y expulsado de la escuela bajo el régimen de Vichy, siempre se sintió un marginal.


Él veía que su crítica de algunos de los conceptos centrales de la tradición filosófica occidental subvertía la visión eurocéntrica del mundo que algunos años más tarde Edward Said, otro intruso en la academia metropolitana desde el mundo árabe, denunciaría en su famoso libro "Orientalismo". Al descentrar el lenguaje y el sujeto, Derrida esperaba abrir un espacio en el que los marginados y excluidos - las mujeres, los negros, los colonizados - pudieran hablar por sí mismos.


Como Said, Derrida no planteba sencillamente rechazar la tradición occidental. Creía que era imposible escapar a la metafísica de la presencia. El significado en la forma del 'significado trascendental' puede ser una ilusión, pero es una ilusión necesaria. Derrida resumió esta tensión inventando la palabra 'differance', que combina los significados de 'diferenciar' y 'diferir' (postergar). El lenguaje es un juego de diferencias en las cuales el significado es diferido (postergado) eternamente, pero planteado constantemente.


Fallas y tensiones


La idea de differance dio forma a la práctica de la filosofía particular de Derrida, que él llamó deconstrucción. La idea era escrutar los textos - particularmente los clásicos filosóficos - para exponer tanto cómo participaron en la metafísica de la presencia y también las fallas y las tensiones a través de las cuales se revelaron las limitaciones de esta manera de pensamiento. Como resultado, estos textos acabarían en forma muy diferente de lo que parecían cuando Derrida comenzó a trabajar sobre ellos: serían desmantelados - deconstruídos.


Este método deconstructivista hacía difícil leer a Derrida. El último libro suyo que leí, Voyous (Villanos) que apareció en la víspera de la guerra de Irak en 2003 es típico. Parte del libro es una crítica iluminadora de la idea de los "estados villanos" que procede de un estudio de la historia de la palabra 'voyou'. Pero esto se confunde con un juego de palabras realmente enloquecedor, y discusiones autorreferenciales de fragmentos filosóficos.


Derrida indudablemente se animó a esto por la reputación enorme que adquirió en EE.UU.. Se lo tomó particularmente en los estudios sobre lengua inglesa y en los Estudios Culturales, en parte porque la idea de que 'no hay nada por fuera del texto' legitimaba el análisis minucioso de textos literarios o de otros artefactos culturales - programas de juegos, telenovelas, o cualquier cosa.


Pero el mismo hecho de que Derrida se volviera una celebridad intelectual (aunque personalmente siguiera siendo notablemente modesto y humilde) hizo que lo que se vió ampliamente como el 'giro ético y político' de sus últimos años fuera tan impresionante. En 1993 finalmente rompió con lo que él había llamado su 'silencio atormentado' sobre Marx. En un clima ideológico dominado por el derrumbe de la Unión Soviética y el triunfo global del capitalismo liberal, publicó "Espectros de Marx".


Dedicado a la memoria de Chris Hani, un dirigente del Partido Comunista sudafricano asesinado en abril de 1993 por un fascista blanco, Espectros de Marx la emprende contra el 'nuevo orden mundial' y su ideólogo principal, Francis Fukuyama, el profeta del Fin de la Historia. Tomando como su lema una frase de Hamlet - 'El tiempo está dislocado', Derrida hace una lista de los males del mundo contemporáneo - el desempleo, la exclusión, la competencia económica, la inestabilidad, la deuda del Tercer Mundo, el comercio de armas, la proliferación nuclear, las guerras inter-étnicas, la mafia y los cárteles de la droga, y la dominación de las instituciones internacionales por parte del capital y las grandes potencias.


En una anticipación asombrosa del movimiento anti-capitalista, hace un llamado a una 'Nueva Internacional' - 'un eslabón de afinidad, sufrimiento, y esperanza' en respuesta a estos males. Y afirma robustamente, 'No habrá ningún futuro sin esto. No sin Marx, no hay futuro sin Marx, sin la memoria y la herencia de Marx, en todo caso de un cierto Marx, de su genio, de por lo menos uno de sus espíritus.'


En el debate provocado por Espectros de Marx, varios pensadores marxistas - principalmente Terry Eagleton y Aijaz Ahmad - señalaron que Derrida parecía estar contraponiendo 'un cierto espiritu marxista' a la tradición marxista real en su sustancia teórica y realidad política ('Marx sin Marx', según Eagleton).


Pero esta crítica absolutamente correcta no altera la importancia de la intervención de Derrida, que llegó en un momento histórico cuando a Marx se lo había proclamado "un perro muerto". Daniel Bensaïd, en su obituario a Derrida (1), plantea que, junto con "La Miseria del Mundo" de Pierre Bourdieu, Espectros de Marx anunció 'el renacimiento de la resistencia social' en Francia que explotó en las huelgas del sector público de 1995.


El año pasado participé junto con Derrida en una conferencia en París consagrada especialmente al debate sobre Espectros de Marx. Fue unos pocos días antes de las grandes protestas anti-guerra del 15 de febrero de 2003, y Derrida estaba tan entusiasmado como el resto de nosotros. También parecía estar ávido de entablar un diálogo sobre temas como el imperialismo con marxistas como Bensaïd.


En mi visión, Derrida tuvo mucho más éxito en exponer las contradicciones de la teoría del lenguaje de Saussure que en fundar un nuevo método filosófico. Pero en sus últimos años buscó promover indudablemente el desarrollo de esa 'Nueva Internacional' a la que Espectros de Marx llamaba tan elocuentemente.

NOTA:

1- Daniel Bensaïd, "Jacques Derrida ya no está. Espectros y supervivencias", en Panorama Internacional

http://www.ft.org.ar/notasft.asp?id=3480


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