El
artículo que aquí reproducimos fue publicado
originalmente en el periódico La Verdad Obrera de
Argentina el 24 de febrero de este año. Desde entonces,
y a pesar de la represión y el retroceso sufrido
por el movimiento estudiantil con el desalojo de las instalaciones
ocupadas por más de nueve meses de lucha, la "normalidad
académica" proclamada por rectoría no
se ha asentado. El Consejo General de Huelga ha realizado
desde entonces múltiples acciones continuando la
pelea por la libertad de todos los presos y el cumplimiento
de los seis puntos del pliego petitorio, siendo el paro
universitario del 12 de abril una de las más importantes.
El rector ha venido intentando avanzar en la concreción
de una farsa de congreso universitario, para lo cual ha
llamado a "mesas de diálogo" por establecimiento
que resultaron un completo fracaso. Como parte de esta política,
a mediados de abril el rector Juan Ramón De la Fuente
(el responsable del encarcelamiento de centenares de estudiantes)
convocó al CGH a una farsa de diálogo, ya
que al día de hoy destacados miembros del CGH siguen
en prisión y rectoría ordenó nuevamente
la ocupación de la UNAM por las tropas de la Policía
Federal Preventiva (PFP). Contra esta ocupación se
ha revitalizado un importante movimiento democrático,
con la realización de asambleas masivas en muchas
facultades y escuelas y una movilización de más
de 20.000 estudiantes, académicos y trabajadores
universitarios el 19 de abril, un día antes de cumplirse
un año del estallido de la huelga. ContraCorriente
(integrada por la Juventud de la LTS y estudiantes independientes),
que viene estando a la cabeza de la lucha por la reorganización
del CGH, plantea junto con la lucha por la expulsión
de los "porros" y la PFP de la UNAM, la necesidad
de poner en pie ya una comisión organizadora de un
congreso universitario verdaderamente democrático,
conformada por estudiantes, académicos y trabajadores.
Pelea porque en cada escuela y facultad los Comités
de Huelga llamen a asambleas masivas para discutir y votar
esta política y seguir la organización de
la lucha. Por último señalemos que en los
momentos que esta revista entra a edición está
comenzando a realizarse el primer Encuentro Internacional
de Estudiantes, convocado por el CGH, y que cuenta con la
presencia de delegaciones de varios países, entre
ellas una nutrida comitiva de estudiantes argentinos.
Nadie
puede dudar que el gobierno, al "retomar" las
instalaciones de la UNAM y encarcelar a los dirigentes del
Consejo General de Huelga, le dio un fuerte golpe al movimiento
estudiantil e impuso por la fuerza un retroceso, una derrota
parcial de la lucha. Pero también es innegable que
esta "solución", como hoy reconocen grandes
sectores del mundo político e intelectual, no da
ninguna estabilidad seria al dominio de la universidad por
el PRI (en alianza con el PRD) y, sobre todo, ha tenido
un alto costo político para el plan de "autorreforma"
del PRI, parte esencial del régimen de "transición
pactada" (al que nos hemos referido en numerosos artículos
publicados en Estrategia Internacional y en La Verdad Obrera).
Más aún, al defender todas y cada una de las
grandes acciones del CGH lo hacemos en la convicción
de que esta huelga y su organismo han sentado un jalón
enormemente combativo para los explotados de ese país
y, en cierta medida, para el movimiento estudiantil latinoamericano
y mundial. Analizaremos aquí la lucha política
que se desarrolló al interior del CGH a lo largo
de la huelga.
"Ultras" y "moderados" fue la denominación
que la burguesía y los medios de prensa le dieron
a las dos tendencias políticas principales que surgieron
a lo largo de la huelga de la UNAM.
El diario mexicano La Jornada, publica el siguiente diálogo
en una asamblea posterior a la represión: "Un
estudiante de los moderados1 reclamó: 'ya vimos,
el tiempo nos dio la razón, su intransigencia y la
no flexibilización nos llevó a la derrota'
y un estudiante de la ultra reviraba 'No, no fue así...ustedes
entregaron la huelga'".
El presidente Zedillo en el mensaje que dio a la nación
luego de la represión, coincidió con los "moderados":
los estudiantes del CGH "no quisieron reconocer que
su movimiento original había triunfado; endurecieron
aún más su intransigencia...". Zedillo
se refería a la negativa del CGH a levantar la huelga
cuando el rector Barnés suspendió el aumento
de las cuotas. Les criticaba que no se hayan contentado
con las migajas que les tiraba el régimen.
¿Cómo se explica esta coincidencia entre el
gobierno del PRI y los "moderados"? ¿Fue
la "intransigencia" del CGH y la "ultra"
lo que llevó a la intervención de la PFP que
impuso la derrota parcial de la huelga, como afirman no
sólo Zedillo y los perredistas sino hasta grupos
de izquierda?
Para responder a estas preguntas, haremos un primer balance
de cómo se expresaron las estrategias de las distintas
corrientes en cada momento de la heroica huelga de los estudiantes
de la UNAM.
Surge una primera diferencia en relación a la perspectiva
desde la cual cada corriente intervino en la huelga. Para
los "moderados" y todas las agrupaciones de izquierda
que siguieron su política, la huelga estudiantil
se limitaba a una mera lucha reivindicativa por las demandas
estudiantiles mínimas, dejando toda lucha por cambiar
las estructura totalmente antidemocrática y retrograda
de la universidad (y ni que decir proponerse una lucha por
fuera de los marcos de la universidad) para un futuro Congreso
Universitario2. Por el contrario, la tendencia objetiva
de la huelga fue hacia cuestionar no sólo la estructura
universitaria sino al régimen dirigido por el PRI,
es decir, hacia la lucha política de masas. Como
plantea Enrique Semo, "La historia mexicana en los
últimos 60 años está marcada por una
sucesión apretada de esas rebeliones que se suceden
en forma regular. Casi siempre se inician con demandas limitadas
y terminan planteando cambios profundos en un sistema que
en esencia es para las mayorías profundamente injusto
y opresivo"3. Así, la lucha de los estudiantes
de la UNAM contra los planes imperialistas, la represión
y por democratizar la Universidad actuaron como caja de
resonancia del conjunto de las contradicciones sociales.
"Es claro que en la UNAM se reflejan las condiciones
que vive el país...El enfrentamiento en la Universidad
tiene su origen en la propia polarización social
que se ha desarrollado en estos años"4.
La verdadera dimensión de la huelga se expresó
en la importancia dada por el vasto arco que se ocupó
del conflicto. La Iglesia, las cámaras empresarias,
el gobierno nacional, los partidos del régimen, intelectuales
y burócratas sindicales atacaron virulentamente la
huelga ya sea planteando salidas represivas o apoyando a
los "moderados". Sectores de las clases medias,
de los trabajadores y de los campesinos, expresaron de distintas
maneras sus simpatías por el CGH dirigido por los
"ultras".
Los "terroristas" de la UNAM y el fracaso de
los "moderados"
El primer momento de la lucha se caracterizó por
la negativa del rector Barnés a aceptar al CGH como
interlocutor válido para negociar, por la represión
y persecución a los activistas por parte de sus grupos
de choque, la policía nacional y la del gobierno
capitalino del PRD. Este momento finalizó con el
rechazo en el CGH de la política conciliadora de
los "moderados", encabezados por el CEU, de aceptar
la propuesta de los profesores "eméritos"
de abandonar la huelga y acordar un Congreso Universitario
garantizado por las autoridades5. ¡Proponían
levantar la huelga con el "compromiso" de un Congreso
dirigido por el priísta Barnés, el mismo que
había lanzado el aumento de las cuotas y las provocaciones
de los "porros!
El rechazo del CGH a esta tradicional política negociadora
perredista se basó fundamentalmente en dos experiencias.
La primera, la traición por parte de muchos de los
dirigentes hoy en integrantes del CEU de la huelga del 87
(ver nota 2). La segunda y más reciente, fue el desconocimiento
por parte del PRI de su propio compromiso en los acuerdos
de San Andrés entre el EZLN y el gobierno, impulsados
por el PRD.
Frente a la campaña que lanzaron los "moderados"
del CEU acusando a la "ultra" de querer alargar
el conflicto indefinidamente y de "intransigentes"
por negarse a flexibilizar el pliego petitorio, campaña
que se vio fortalecida por la defensa que hiciera el EZLN
de los «moderados»6, estos fueron echados del
CGH al grito de "parista moderado, mañana serás
diputado".
Este fue el primer gran hecho de radicalización de
la huelga, tomando en cuenta que el movimiento estudiantil
históricamente había sido perredista. El CGH
había derrotado al CEU y su política de entregar
al movimiento como en el '87, rechazando de hecho la defensa
del "sub" Marcos a los moderados. Esta dureza
del CGH llevó a su primer triunfo, la renuncia del
odiado rector Barnés. Con el nombramiento del nuevo
rector De la Fuente, con un tono netamente conciliador,
vendría el reconocimiento del CGH como único
interlocutor válido. Al poner un rector "dialoguista",
el gobierno estaba el reconociendo el fracaso de la política
llevada adelante por Barnés y los "eméritos".
Pero también demostraba que era falsa y claudicante
la política no sólo de los "moderados"
sino también de las corrientes de izquierda7 que
los apoyaron. El CGH actuó así en forma opuesta
al EZLN, que a los diez días de la insurrección
campesina del '94 abandonaría las demandas más
importantes y aceptaría la intervención del
ejército nacional en Chiapas, como parte de los acuerdos
con el PRI.
La fortaleza del CGH era producto no sólo de lo justo
de sus demandas sino de la poderosa organización
en la que se asentaba: los Comités de Huelga (CH)
que votaban sus delegados y "resolutivos" (mandatos)
al CGH, permitiendo expresar democráticamente a los
centenares de activistas que sostenían las tomas
de planteles, y los miles que los apoyaban.
Las dos maniobras "democráticas" de
De La Fuente
En el segundo momento de la huelga, la política del
gobierno y el nuevo rector intentó por medio de la
"reacción democrática" ahogar la
huelga, como explican los dirigentes de ContraCorriente8
en el reportaje que publicamos en estas páginas.
Primero organizó el "diálogo" de
sordos durante diciembre en el Palacio de Minería,
cuyo único mérito fue que el rector reconoció
al CGH como interlocutor válido en los acuerdos del
10 de diciembre. ¡Las mismas autoridades que hoy acusan
a los dirigentes del CGH de delincuentes, aceptaron dialogar
con esos mismo dirigentes hace apenas dos meses!
Luego vino una maniobra en gran escala: el plebiscito del
20 de enero, donde el Consejo Universitario convocó
a toda la "comunidad universitaria" a votar "democráticamente"
si el CGH debía o no devolver las instalaciones.
Todo el aparato publicitario del régimen, que venía
difamando a los dirigentes del CGH, se pudo al servicio
del plebiscito, que fue apoyado por los principales intelectuales
"progresistas" como Monsivais y Elena Poniatowska,
todo el aparato del PRD y los dirigentes sindicales de los
no docentes del STUNAM. El plebiscito era una trampa, porque
entre otras cosas, igualaba el voto de los heroicos estudiantes
que durante meses sostuvieron la huelga con el de los estudiantes
que no habían hecho un solo día de paro y
el de académicos que, en el mejor de los casos, nada
habían tenido que ver con la huelga o directamente
venían apoyando todos los planes de la rectoría.
El compañero Luis J. Garrido, intelectual asesor
del CGH, señaló que en el plebiscito la propuesta
completa del rector sólo había obtenido un
39 % de apoyo. Lamentablemente, le hace una gran concesión
al gobierno, al PRD y a los "moderados" que impulsaron
el plebiscito: ¡no se puede aceptar que una huelga
sea sometida a votación no sólo de los que
no paran sino de los que están abiertamente en contra!
La política de De La Fuente tenía el objetivo
de crear las condiciones políticas para justificar
la represión, y no estaba dispuesto a hacer ninguna
concesión de fondo. La decisión del CGH de
rechazar el plebiscito y convocar a su propia consulta fue
totalmente justa. ¡Qué gran experiencia para
el movimiento de masas mexicano ver las trampas "democráticas"
que es capaz de montar el régimen del PRI-PAN-PRD
para liquidar una huelga contrapuestas al Consejo General
de Huelga basado en la democracia directa de los que luchan!
Basado en la "legitimidad" del plebiscito, donde
votaron, reiteramos, estudiantes y docentes que no paraban
y rompehuelgas, el rector "democrático"
arengó a no paristas, porros y provocadores a que
concurrieran a la Universidad para exigir la devolución
de las instalaciones. Sin embargo, el rector no consiguió
el apoyo de los estudiantes no paristas a su política.
Al fracasar nuevamente, el gobierno y su rector, definirían
cerrada la etapa de "diálogo" con el CGH.
Comenzaría un nuevo momento de la huelga...el de
la represión.
El nuevo intento del PRI de derrotar la huelga: los porros
al ataque (9)
Frente al nuevo fracaso de la política del PRI y
en un intento desesperado por liquidar la huelga, los grupos
de choque priístas atacaron la Preparatoria 3 el
1° de febrero. Con porros contratados especialmente
por el rectorado (según confesó uno de ellos)
la policía intervendría sólo para encarcelar
a los estudiantes. Días después, un "desplegado"
(solicitada) solventado por la rectoría y firmado
por decenas de intelectuales, entre ellos Monsivais, exigiría
a los paristas la devolución de las instalaciones.
Otro de los empresarios instaba al gobierno a terminar con
la huelga.
Entre los porros y la PFP(10): surge un nuevo
fenómeno
Frente a la perspectiva de una represión generalizada,
sectores de clase media y pueblo pobre de la ciudad de México
rodearon de apoyo a los estudiantes en la multitudinaria
marcha del 4 de febrero. Resurgía así un movimiento
democrático en defensa de los estudiantes y su lucha,
y por la libertad de todos los presos: el CGH se había
convertido en una nueva bandera democrática de sectores
de las masas, como los había sido el levantamiento
campesino chiapaneco en el '94.
Frente a la emergencia del movimiento democrático,
y para intentar anticiparse a su desarrollo, el rector convocó
a una nueva reunión con el CGH con una delegación
reducida y a puertas cerradas, para el viernes 4 de febrero.
Su objetivo era "demostrar" una vez más
su voluntad "dialoguista" y la "intransigencia"
del CGH. ContraCorriente batalló en contra de aceptar
las condiciones de rectoría, contrarias a toda la
práctica que venía promoviendo el CGH de negociar
en forma pública y con los 120 delegados, y una vez
que se liberen a los estudiantes detenidos. El CGH votó
asistir pero supuestamente sólo para dar a conocer
su posición de diálogo público sobre
todos los puntos del pliego petitorio y con todos los presos
en libertad. Sin embargo, la delegación del CGH,
por responsabilidad del CEM zapatista y con el acuerdo tácito
de En Lucha11, se quedó "discutiendo" más
de 12 horas a puertas cerradas, rompiendo el mandato de
la CGH y permitiendo al PRI plantear cínicamente
que había hecho "todo lo posible", y desatar
la represión posterior.
La represión generalizada
Los acontecimientos de la madrugada del 6 de febrero son
ampliamente conocidos. Los casi 1000 detenidos a manos de
la PFP con la intención de desarticular al CGH, multiplicó
el movimiento democrático. Junto a la marcha de los
100.000 estudiantes, trabajadores y pobladores en general
que marcharon el 9 de febrero, una larga lista de "arrepentidos"
desfilarían pidiendo perdón a los paristas
por haber apoyado las maniobras del rector. El "arrepentido"
Monsivais se vio obligado a reconocer: «Hace una hora
terminó la marcha por la libertad de los presos políticos
y a favor del Consejo General de Huelga, manifestación
muy numerosa, agresiva y combativa. No advertí la
resurrección del movimiento estudiantil, sino, según
creo algo más vasto: la emergencia de un sector amplísimo
de la sociedad civil en defensa de una causa esencial: la
resistencia a la injusticia.»12. Si Monsivais acierta
en su caracterización de la emergencia de un amplio
movimiento democrático de "resistencia a la
injusticia", sin embargo su enemistad manifiesta con
el CGH lo lleva a separar a ese movimiento democrático
de la "la resurrección del movimiento estudiantil".
Una mirada menos prejuiciosa advertiría que el CGH
tiene una gran posibilidad de afirmarse (no de "resurgir"
ya que nunca desapareció). Que esto no es una expresión
de deseos lo demuestra el hecho de que, el día de
la represión se movilizaron 15.000 personas exigiendo
la libertad y aplaudieron a rabiar un cartel que decía
"Viva el heroico CGH".
En la marcha de los 100.000 a la que se refiere Monsivais,
el CGH derrotó todas las maniobras para impedir que
fuera el protagonista y único orador. Incluso, los
estudiantes terminaron el acto media hora antes que la columna
con los diputados y dirigentes del PRD ingresaran al Zócalo.
En estos días, sabemos que dentro y fuera de la cárcel
hay una intensa campaña del CGH por reorganizarse
y que en el Reclusorio Norte se repudió ampliamente
la declaración de un dirigente que llamaba a transformar
el CGH en una "Asamblea Universitaria" planteando
que había terminado una etapa de la lucha. Si el
CGH se reorganiza y logra reagrupar a la vanguardia, será
un formidable obstáculo para hacer un Congreso Universitario
amañado como pretenden las autoridades, y se podrá
comprobar si, como creemos nosotros, estamos sólo
ante un retroceso parcial de la lucha.
Los levantamientos de Hidalgo y Chiapas, donde los pobladores
tomaron de rehenes a los policías para canjearlos
por estudiantes detenidos, muestran que la huella abierta
por el CGH es muy profunda.
La estrechez de miras de aquellos que pretenden hacer el
balance de la huelga a partir de una suma y resta de demandas
estudiantiles13, se hace evidente frente a la magnitud de
fenómenos que han emergido y que plantean con toda
agudeza las perspectivas del conjunto del régimen
mexicano. La lucha de los estudiantes de la UNAM y el surgimiento
de un movimiento democrático ha comenzado a poner
en el centro del debate la legitimidad del régimen
de la transición pactada por el PRI-PAN-PRD. Como
afirma Denise Dresser: "Estas posiciones polarizadas
revelan un pleito profundo en torno de la transición.
Algunos intelectuales piensan que el país ya llegó
a la Tierra Prometida, la transición a la democracia
ha ocurrido y sólo faltan ciertos ajustes. El conflicto
universitario sólo será un 'incidente en la
historia'. Otros creen que seguimos deambulando en el desierto;
la democracia está a años luz y faltan muchos
caminos por recorrer. La crisis de la UNAM es síntoma
de status quo".14
La huelga de la UNAM expresó en cada momento, como
en un laboratorio, las contradicciones del conjunto del
régimen político. A su vez, puso a prueba
la política de las distintas corrientes burguesas,
reformistas y centristas. Mostró la miseria y falta
de perspectiva histórica de los defensores de la
"transición pactada". Evidenció
la potencialidad de la perspectiva revolucionaria, se racionalidad,
su correspondencia con el desarrollo de las tendencias objetivas
de la lucha de clases, su amplitud histórica.
Creatividad y perspectiva histórica
La revista Proceso, al igual que el diario La Jornada, expresa
en sus páginas a los intelectuales que defienden
"por izquierda" el plan de reformar al régimen
mediante la "transición a la democracia".
Desde sus páginas, atacaron sistemáticamente
al CGH y a las corrientes políticas consideradas
"ultras": "En medio de ese caos político,
grupos como Corriente En Lucha, Contracorriente, al UJRM,
Conciencia y Libertad y otras corrientes trasnochadas, leninistas
y maoístas, se aseguraron de que el movimiento careciera
de la creatividad suficiente para derrotar a la autoridad...
Fueron ellas las que resucitaron un discurso proletario
anticuado, que garantizó la antipatía de la
esfera pública y de una gran parte de los posibles
aliados, entre universitarios, intelectuales y grupos sociales".15
La "creatividad" para este intelectual perredista
significaba encontrar "fórmulas" para evitar
la "antipatía de la esfera pública y
de una gran parte de los posibles aliados, entre universitarios,
intelectuales y grupos sociales", es decir, mantener
la unidad a toda costa con moderados perredistas en "carrera"
hacia el Congreso de la Unión o el gobierno del Distrito
Federal; con académicos que viven de las cátedras
e institutos de la UNAM en manos del PRI; con intelectuales
que dependen de las prebendas del CONACULTA creado por Salinas
de Gortari.
Los intelectuales de Proceso olvidan que en política
no rige la ley de que toda fuerza que se suma, agrega, sino
que fuerzas que se "unen" con sentido y dirección
contraria, se anulan, su resultado es cero. La "fuerza"
de la huelga estudiantil se anula si se "suma"
a la "fuerza" de los moderados que querían
negociar a toda costa con Barnés y levantar la huelga.
Los intelectuales centroizquierdistas confunden a sabiendas
la imprescindible necesidad de unidad de toda gran lucha
política (como la de la UNAM) con los sectores obreros,
campesinos y populares a nivel nacional e internacional,
con la alianza "para no quedar aislados" con las
direcciones reformistas que parasitan las organizaciones
de los trabajadores y el pueblo. ContraCorriente luchó
durante toda la huelga por la alianza más amplia
con los trabajadores y campesinos entendiendo que, para
que esta se desplegara, había que derrotar a los
que, hablando desde la intelectualidad "progresista"
o desde organizaciones populares, intentaban estrangular
la huelga.
Con la misma lógica, los intelectuales perredistas
calificaron a Zedillo como el "presidente de la paz"
cuando se firmaron los acuerdos de San Andrés en
el '96, que "sumaron" la "fuerza" de
los campesinos chiapanecos con la "fuerza" de
un PRI disfrazado de democrático. Para los señores
intelectuales centroizquierdistas, la "creatividad"
histórica es erigir en próceres de la democracia
a Zedillo, el fiel representante de las multinacionales,
las doce familias y los caciques opresores del pueblo mexicano,
al fiel amigo de Clinton, el terrateniente Cárdenas,
y al oligárquico y chupacirios PAN, "unidos"
en la reforma del odiado PRI.
Contra esta "creatividad", el CGH puso en pié
una institución nueva en la política mexicana.
Una institución que tendió a enfrentar a todas
las trampas de la "transición a la democracia".
Pero para desplegar hasta el final esta lucha, los límites
del CGH radicaron en la falta de una dirección que
planteara una perspectiva internacionalista y de unidad
tras la única clase que puede dirigir una lucha exitosa
contra este régimen podrido: la clase obrera, su
programa y su organización. De haberlo hecho, posiblemente
por el retroceso en que se encuentra el proletariado mexicano
(que tuvo experiencias heroicas como la de los ferrocarrileros
en el '59), esclavizado y oprimido por las direcciones charras
de los sindicatos, hubiera sido muy difícil confluir
en lo inmediato y quizás no hubiera cambiado el curso
de conjunto de la huelga. Sin embargo, el sólo plantearlo
firmemente como estrategia hubiera transformado al CGH en
una organización muy superior a la que fue, y hoy
la experiencia, las lecciones de lucha y las perspectivas
para el conjunto de la situación mexicana, por los
lazos que se hubieran establecido con los trabajadores,
serían infinitamente mejores. La única agrupación
que, con todas sus limitaciones, planteó permanentemente
esta perspectiva, junto con la necesidad de entablar lazos
de lucha con movimientos estudiantiles de otros países16,
fue ContraCorriente.
Lo que los intelectuales sirvientes del régimen llaman
"discurso proletario anticuado", es precisamente
la "creatividad" histórica que le hace
falta a los trabajadores, a los campesinos y a los estudiantes
combativos mexicanos. No se trata de maquillar el corrupto
PRI que, con sus caciques, charros y porros, mantiene un
régimen bonapartista apenas disimulado por "formas"
parlamentarias donde, por ejemplo, el PRD que dirige el
Distrito Federal donde viven 16 millones de personas, se
parece como una gota de agua en su gobierno al que ejerce
el PRI sobre el conjunto del país. El PRD no ha "democratizado"
ni un sólo sindicato y, durante toda la huelga (como
hemos visto en este artículo) ni siquiera planteó
una reforma seria de la UNAM.
De lo que se trata es de plantear un programa y una organización
que luche por liberar la energía de los trabajadores
de la opresión de las organizaciones charras, para
que en una gran alianza de las clases explotadas con los
campesinos y los pobres urbanos sacudan a México
desde sus cimientos.
En los años '30, el gran revolucionario ruso León
Trotsky, exiliado en México, planteó extraordinarias
caracterizaciones como la de "bonapartismo sui generis",
que luego pasaría a ser una categoría clásica
del marxismo revolucionario para definir a regímenes
como el Cárdenas en esos años o el de Perón
en la década siguiente. Trotsky, sin embargo, no
sólo aportó caracterizaciones al joven proletariado
de México y de Latinoamérica. Señaló
toda una perspectiva estratégica enraizada en las
más profundas experiencias revolucionarias nacionales.
Esa perspectiva se podría sintetizar en la frase
que Trotsky utiliza en uno de sus brillantes artículos:
"Es necesario completar la obra de Emiliano Zapata".
Es decir que, el proletariado en alianza con los pobres
de la ciudad y el campo deberían continuar la obra
del caudillo revolucionario campesino que impuso, en una
lucha implacable contra los terratenientes, la reforma agraria
e inició uno de los procesos revolucionarios más
agudos del siglo en Latinoamérica. Hoy, a fines del
siglo XX, esta perspectiva no sólo no es "discurso
proletario anticuado", sino que tiene más vigencia
que cuando Trotsky lo formulara. En esa época, todavía
se vivían los últimos coletazos de la gran
revolución iniciada en 1910 y México tenía,
como el mismo Trotsky dijo, "uno de los pocos gobiernos
honestos" que quedaban en esos momentos cercanos a
la Segunda Guerra Mundial. Hoy, México es una nación
vasalla con sus trabajadores del norte trabajando en condiciones
terribles de explotación en las maquilas, con una
gran parte de su economía en el sector "informal",
con el campesinado siendo expulsado de sus tierras día
a día, y sin rastros de las conquistas del proceso
revolucionario de principios de siglo. El imperialismo norteamericano
le ha destinado a México, con el Tratado de Libre
Comercio, el rol de reservorio de mano de obra barata para
bajar los salarios de los trabajadores norteamericanos.
Hoy, México al mismo tiempo que es explotado brutalmente
por el imperialismo, tiene millones de sus ciudadanos viviendo
en los Estados Unidos por lo que, toda convulsión
revolucionaria en el país azteca afectaría
inmediatamente en el coloso mundial que oprime a todos los
pueblos atrasados del mundo. Si la clase obrera mexicana
retoma el camino de Zapata, tendrá enormes aliados
no sólo entre los pueblos pobres de Latinoamérica,
sino entre los negros y el propio proletariado norteamericano.
No retomar la obra de Zapata, intentar reformar al PRI,
lograr poco a poco la "democratización"
como plantean los intelectuales volátiles, es trabajar
para la derrota estratégica sin evitar por ello masacres
continuas, como las que sufrieron y sufren todos los que
de alguna manera enfrentaron al régimen. Ya es hora
de luchar por una perspectiva de conjunto. Si hemos analizado
tan cuidadosamente la lucha del CGH es porque la consideramos
un síntoma de que el México "bronco y
profundo" quizás se esté aproximando
a nuevas jornadas revolucionarias. La actitud del pueblo
en Hidalgo y Chiapas frente a la represión policial,
parecen abonar esta perspectiva. Los revolucionarios de
la Fracción Trotskista - Estrategia Internacional
y de la LTS en México analizamos escrupulosamente
los acontecimientos actuales porque son una vía para
parir el futuro. Sobre estas luchas y las que seguramente
vendrán de los obreros y campesinos de México
deberemos construir un partido obrero revolucionario e internacionalista
que impida el ciclo sin fin de represiones, persecuciones
y masacres que hemos visto desde hace decenas de años. |