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DOSSIER:
HOMENAJE A LEON TROTSKY A
60 AÑOS DE SU ASESINATO |
Trotsky
y las luchas de los pueblos
coloniales:
la estrategia y la
táctica revolucionaria en
los países atrasados
Paolo
Casciola |
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Paolo
Casciola es director del Centro Studi
Pietro Tresso en Foligno, la única institución
italiana dedicada centralmente al estudio
de la historia del movimiento trotskista
internacional. Ha escrito varios estudios
sobre la historia de la Cuarta Internacional
y el movimiento trotskista italiano. Algunos
de ellos son: "Pietro Tresso militante
trotskista 1930-1945" (1985); "Apunti
di storia del trotskysmo italiano 1930-1944"
(1986); "Il trotskysmo e la rivoluzione
in Italia 1943-44" (1987). Tradujo
escritos de Trotsky al italiano e investigó
la cuestión colonial en la Tercera y la
Cuarta Internacional y las políticas de
los trotskistas durante la Segunda Guerra
Mundial, en particular en el período 1943-45. |
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La teoría de
la revolución permanente de León Trotsky tiene un trasfondo
histórico-político considerable. La concepción permanentista
del proceso revolucionario se remonta a algunos escritos
de Carlos Marx y Federico Engels, sobre todo el muy conocido
"Mensaje al Comité Central de la Liga Comunista"
de abril de 1850. En sus trabajos, sin embargo, uno puede
encontrar también concepciones etapistas. Este legado contradictorio
de los "padres fundadores" del comunismo científico
tuvo repercusiones significativas para la evolución posterior
del movimiento obrero. La "ortodoxia" pro-colonialista
de la Segunda Internacional convirtió la concepción etapista
de la revolución en un dogma absoluto que fue aceptado sustancialmente
por todas las alas de la socialdemocracia, incluso la extrema
izquierda.
La ruptura con
esa tradición falsamente ortodoxa constituye una de las
contribuciones mayores de Trotsky al desarrollo del pensamiento
marxista en nuestro siglo. Alrededor del verano de 1905,
Trotsky había empezado a desafiar abiertamente el dogma
establecido de una forma que incluso fue más allá de las
ideas radicales expresadas por Alexander Israel Helphand
(Parvus). En la opinión de Trotsky, la fase democrática
de la revolución en Rusia podía avanzar hacia la revolución
socialista, iniciando en consecuencia una dictadura proletaria
apoyada por el campesinado. De hecho, semejante posibilidad
se transformó en realidad unos doce años después. La revolución
de octubre confirmó positivamente la validez de la teoría
que Trotsky había elaborado, negando así en la práctica
los varios matices de las nociones etapistas de la revolución
planteadas por otros teóricos.
Durante mucho
tiempo, sin embargo, la teoría de revolución permanente
siguió siendo una "teoría rusa", es decir, algo
que, de una manera u otra, era visto sólo como pertinente
a la historia rusa. Nadie en el campo marxista - incluso
el propio Trotsky - entendió el alcance universal de esta
teoría que, después de la prueba crucial de 1917, fue relegada
al limbo de las "concepciones anticuadas."
El punto
de vista "europeizante" de Lenin sobre China.
Con respecto a la cuestión de la revolución en los países
coloniales y semi-coloniales, la política comunista continuó
basándose en una perspectiva etapista que suponía que la
burguesía nacional era capaz de llevar a cabo las tareas
democráticas de la revolución anti-feudal. Cualquier intento
por generalizar el postulado básico de la teoría -es decir,
la incapacidad de la burguesía nacional (rusa) para resolver
las tareas democráticas de la revolución democrática burguesa
debido a sus conexiones con la clase feudal dominante por
un lado, y con el imperialismo extranjero por el otro- fue
desafiado repetidamente por el propio Lenin en los artículos
que él consagró a analizar la situación en China, en los
sucesos que siguieron a la revolución de 1911. En palabras
de Lenin, la burguesía china y asiática estaba "todavía
del lado del pueblo contra la reacción"2, y era, por
consiguiente, capaz de jugar el mismo papel histórico progresivo
que había sido jugado por la burguesía francesa en 1789:
"en Asia hay todavía una burguesía capaz de ser la
abanderada de la democracia sincera, militante, coherente,
una digna camarada de los grandes hombres del Iluminismo
francés y de los grandes líderes de finales del siglo dieciocho."3
La posición
de Lenin sobre el potencial anti-feudal de la burguesía
china estaba claramente basada en una información inadecuada
sobre lo que estaba pasando en China en ese momento. De
hecho, la revolución de 1911 significó la victoria de un
bloque anti-Manchú formado por la burguesía nativa y por
sectores considerables de las viejas clases feudales poseedoras,
y en consecuencia, el orden social pre-existente no experimentó
ningún cambio notable. Se sacrificaron las tareas de la
revolución democrática en el altar de la alianza entre los
comerciantes y empresarios urbanos por un lado, y los grandes
terratenientes por el otro. Las tendencias conservadoras
de la burguesía nacional se volvieron más manifiestas cuando
-poco después del golpe de octubre de 1911 en Wuchang- la
poderosa burguesía compradora de Shanghai, frente a un intento
de aumentar los impuestos por parte del gobierno de Nanching
(que fue boicoteado financieramente por los Señores de la
nobleza), recurrió al "modernizador autoritario"
Yuan Shi-kai. Lejos de seguir el mismo camino seguido por
la burguesía europea durante su época revolucionaria, por
consiguiente, la burguesía nacional china no se reafirmó
como una clase gobernante y no creó un aparato estatal propio.
Fue, posiblemente,
luego de estos acontecimientos que Lenin planteó episódicamente
algunas dudas sobre la actitud revolucionaria real de la
burguesía nativa. Así, en un artículo escrito a fines de
1912, declaró que:
La libertad
de China fue ganada por una alianza de campesinos demócratas
y la burguesía liberal. Si los campesinos, que no son dirigidos
por un partido proletario, son capaces de mantener sus posiciones
democráticas contra los liberales, que sólo están esperando
una oportunidad para desplazarse a la derecha, se verá en
el futuro cercano.4
Pero este embrión
de revisión permanentista siguió siendo letra muerta. El
movimiento comunista siguió actuando como antes dentro de
un marco "europeizante", según el cual los pueblos
coloniales de Asia tenían que atravesar las mismas fases
de desarrollo socio-económico que habían sido experimentadas
en Europa. Así, la tarea de los núcleos comunistas en los
países atrasados era emprender "una lucha contra las
supervivencias medievales y no contra el capitalismo",
ya que era necesario para esos núcleos basarse "en
el nacionalismo burgués que está despertando, y debe despertar,
entre estos pueblos [del Este], y que tiene su justificación
histórica."5
Los primeros
años de la Internacional Comunista y la cuestión colonial.
Esa antinomia de los puntos de vista de Lenin con respecto
a los países coloniales y semi-coloniales iba a marcar toda
una época entera en la historia del movimiento comunista.
Siguiendo los pasos de Lenin, la Tercera, o también, la
Internacional Comunista (Comintern), siempre tuvo una comprensión
inadecuada de la "cuestión colonial". El mismo
hecho de que la Comintern sólo "descubriera" esa
cuestión -y resolviera prestarle atención- a medida que
las perspectivas revolucionarias en la "avanzada"
Europa empezaron a desvanecerse, es muy sintomático. Además
de eso, había más de una ambigüedad en la manera en que
el Segundo Congreso Mundial de la Comintern abordó el problema
de establecer las directrices de una política revolucionaria
para los países coloniales y semi-coloniales.
El enfoque del
Segundo Congreso sobre esta cuestión llevó, de hecho, a
las políticas completamente erróneas seguidas en Gilán,
Persia y Turquía en 1920-21. En esos casos, la libertad
de acción de los movimientos comunistas locales se entregó
literalmente en pos de llegar a acuerdos con gobernantes
burgueses nacionalistas tales como Kemal Pashá o Reza Khan,
es decir, en pos de la razón de estado de la Rusia soviética.
Así, la Comintern en su primera época tenía algunas de sus
secciones coloniales comprometidas en alianzas a largo plazo
con las burguesías nacionales "anti-británicas",
no obstante el hecho de que estas últimas evitaban que los
comunistas locales "educaran y organizaran en un espíritu
revolucionario al campesinado y las masas explotadas".6
Por supuesto, esto iba más allá de las tesis de 1920 de
Lenin sobre la cuestión nacional y colonial, pero sin embargo,
una política completamente equivocada, de hecho suicida,
se derivó de las tesis mismas y, además, con el sello de
aprobación de la Comintern.
Así, en lo que
concierne a la revolución en los países coloniales y semi-coloniales,
la política oficial de la Comintern a principio de los 20
continuó basándose en una perspectiva esencialmente etapista,
que tomaba como premisa la capacidad de la burguesía nacional
de llevar a cabo las tareas democráticas de la revolución
"anti-feudal". No se planteó una visión claramente
permanentista del proceso revolucionario en esos países.
De hecho, Lenin sí entrevió la posibilidad de saltearse
la etapa capitalista, burguesa, de desarrollo -no en sus
tesis, sino en una de sus intervenciones ante el Segundo
Congreso de la Comintern- pero esa posición era errada en
la medida en que no señalaba el sujeto, es decir, la clase
que estaba destinada a jugar el papel dirigente en el proceso
de superar al capitalismo. Así, a Hendrikus Sneevliet (Maring)
se le permitió estirar los principios hasta el punto de
que éste llegó a declarar que el salto por encima de la
fase capitalista sería logrado en cooperación con las fuerzas
nacionalistas burguesas y/o pequeño-burguesas, transformándolas
desde adentro. Tal malabarismo con los principios subrayaba
que la política colonial de la Comintern sufrió una interpretación
derechista desde el comienzo.
Dentro de este
marco general, la línea etapista oficial encontró la oposición
de revolucionarios activos en las colonias como Manabendra
Nath Roy y Sultán Zadeh. El propio Trotsky tomó una actitud
crítica hacia la política establecida en un informe que
dio ante el Tercer Congreso Mundial de la Comintern en junio
de 1921:
...La base para
la lucha de liberación de las colonias está constituida
por las masas campesinas. Pero los campesinos necesitan
una dirección para su lucha. Tal dirección era proporcionada
por la burguesía nativa. La lucha de ésta última contra
la dominación extranjera no puede, sin embargo, ser coherente
o enérgica ya que la propia burguesía nativa está íntimamente
ligada con el capital extranjero y representa en gran medida
una agencia del capital extranjero. Sólo el levantamiento
de un proletariado nativo lo suficientemente fuerte numéricamente,
y capaz de luchar, puede brindar un eje real a la revolución.7
Estas declaraciones
permanentistas, sin embargo, eran sólo excepciones con respecto
a las visiones etapistas prevalecientes, que hallaron una
expresión contundente en enero de 1922 en la creencia de
Grigory Zinoviev y Georgy Safarov de que Asia Oriental no
estaba madura para una revolución socialista, sino sólo
para una revolución nacional anti-feudal, antimperialista
que entregaría el poder a la burguesía nacional.
El Frente Unico
Antimperialista desde la teoría de la Comintern hasta la
práctica china. Esa política fue completamente refrendada
seguidamente por el Cuarto Congreso Mundial de la Comintern
de noviembre-diciembre de 1922, mediante la adopción de
la consigna del "frente único antimperialista",
que exigía la creación de un frente común del proletariado
colonial y la burguesía nativa; un bloque político con el
objetivo de lograr tareas democrático burguesas tales como
la unidad nacional y la independencia del imperialismo.
La noción etapista subyacente era, de nuevo, que la "sovietización"
de los países de Oriente no estaba a la orden del día y
no podría ser realizada. El frente único antimperialista
fue presentado como una extensión de la táctica del frente
único proletario a los países coloniales y semi-coloniales.
Sin embargo, ésta era radical y cualitativamente diferente
en términos políticos, en la medida en que el frente único
proletario, es decir, el frente de una clase (el proletariado)
contra otra (la burguesía), se convirtió en esos países
en un bloque frentepopulista, de alianza de clases.
Trotsky no participó
en la discusión acerca de las cuestiones de Oriente que
tuvo lugar en el Cuarto Congreso de la Comintern, y no hay
ninguna evidencia de que él haya apoyado alguna vez la política
del frente único antimperialista. Pero en un informe sobre
ese congreso él planteó una variante de izquierda del punto
de vista "europeizante":
...las colonias,
si se consideran independiente y aisladamente, no están
listas en absoluto para la revolución proletaria. Si se
las considera aisladamente, entonces el capitalismo todavía
tiene una gran posibilidad de desarrollo económico en ellas.
Pero las colonias pertenecen a los centros metropolitanos
y su destino está íntimamente ligado con el destino de estos
centros metropolitanos europeos.
En las colonias
nosotros observamos un movimiento revolucionario nacional
creciente. Allí, los comunistas representan sólo núcleos
pequeños implantados entre el campesinado. De modo tal que
en las colonias tenemos principalmente movimientos nacionales
pequeño-burgueses y burgueses
El crecimiento de la
influencia de las ideas socialistas y comunistas, la emancipación
de las masas trabajadoras de las colonias, el debilitamiento
de la influencia de los partidos nacionalistas no sólo pueden
asegurarse por el papel de los núcleos comunistas nativos,
y no tanto por eso, como por la lucha revolucionaria del
proletariado de los centros metropolitanos por la emancipación
de las colonias.8
Siguiendo las
tesis sobre la cuestión oriental adoptadas por el Cuarto
Congreso de la Comintern, los documentos oficiales sobre
China en 1923 se centraban en la necesidad de llevar a cabo
una "revolución nacional". La tarea democrático
burguesa central de reforma agraria fue completamente relegada
a un segundo plano, debido a su potencial revolucionario,
es decir, su capacidad de movilizar a las masas campesinas
pobres y encender la lucha de clases en el campo. Semejante
rechazo de cualquier posible intervención de los oprimidos
en la escena política, que era necesaria por el deseo de
no asustar a la burguesía nativa, iba de la mano con una
interpretación de la revolución democrática nacional en
términos nada más que de unificación del país y de liberación
del yugo extranjero. La burguesía nacional china mostraría
a continuación su determinación para lograr la unificación
y la independencia nacional y su deseo de mantener las relaciones
sociales precapitalistas en las áreas rurales.
Trotsky y la
entrada del partido comunista chino en el Kuomintang. De
conjunto, el curso de la segunda revolución china demostró
que todos los sectores de la burguesía nativa, no importa
qué tan de "izquierda" fueran, estaban bien listos
para arremeter contra los obreros y los campesinos pobres.
La política menchevique de etapismo y colaboración de clases
impuesta al PC chino por la Comintern dirigida por Stalin-Bujarin
abrió la puerta al golpe de estado de Shanghai perpetrado
por Chiang Kai-shek en abril de 1927. Ese fue el último
eslabón de una larga cadena de contrarrevoluciones nacional-burguesas
que se habían asentado luego de la oleada huelguística de
mayo-junio de 1925, cuando los antagonismos de clase entre
el proletariado chino y la burguesía nativa se habían vuelto
totalmente claros. Pero el punto de vista de Trotsky sobre
la revolución china no era permanentista desde el comienzo
mismo, y hasta septiembre de 1927 él levantó la consigna
de "dictadura democrática de los obreros y el campesinado",
es decir, la misma fórmula que Lenin había planteado para
la revolución rusa de 1905. Esto estaba ligado al análisis
de Trotsky acerca del Kuomintang (KMT).
Hasta principios
de 1927 Trotsky consideraba al KMT como un embrión biclasista
de un futuro partido completamente desarrollado, y esperaba
que la política traidora de su ala burguesa empujara al
ala pequeño-burguesa más radical a la ruptura. Entonces,
el Partido Comunista chino podría establecer un bloque con
este último, que era visto como el representante político
del componente campesino de la "dictadura democrática".
Y en la medida en que el KMT actuara como la fuerza principal
del movimiento de liberación nacional, Trotsky no se oponía
a la cooperación del PC chino con el KMT, a condición de
que los comunistas chinos mantuvieran su completa independencia
organizativa y política.
En agosto de
1922 Hendrikus Sneevliet (Maring), en su capacidad de representante
de la Comintern en China, llamó a un pleno especial del
Comité Central del PC chino, donde planteó una moción sosteniendo
que el PC chino debía unirse al KMT ya que éste "no
era un partido de la burguesía sino el partido unificado
de varias clases"9. Esto se encontró con la oposición
de toda la dirección del PC chino, y Sneevliet tuvo que
invocar la autoridad de la Comintern para hacer que los
líderes del PC chino se sometieran a la disciplina internacional,
es decir, a los dictados de Zinoviev-Stalin. Finalmente,
a pesar de una resolución redactada por Zinoviev y adoptada
por el Comité Ejecutivo de la Comintern en enero de 1923,
la política de "alianza del PC chino y el KMT"
no se implementó totalmente hasta el Tercer Congreso del
PC chino de junio de 1923. Más tarde, Trotsky sostuvo que
él se había opuesto a la entrada en el KMT y que había exigido
la independencia completa de los comunistas chinos, aunque
ningún documento que pruebe esto ha sido hallado hasta el
momento. Escribió hacia fines de 1930: "Yo me oponía
personalmente desde el principio, es decir, desde 1923,
resueltamente a que el partido comunista se uniera al Kuomintang,
así como a la aceptación del Kuomintang en la Kuomintern"10.
Es un hecho, sin embargo, que un año antes él había aprobado
parcialmente la política de la Comintern dictando la entrada
al KMT: "
en 1922 la [perspectiva de una] entrada
[en el KMT] no era un crimen en sí misma, y quizás no era
incluso un error, sobre todo en el sur [de China], si admitimos
que el Kuomintang incluía en ese momento a un número grande
de obreros, y que el joven Partido Comunista era débil y
estaba formado casi completamente por intelectuales... En
ese caso, la entrada habría sido un paso episódico en la
dirección de la independencia
. La pregunta es: ¿Cuál
fue el objetivo de la entrada, y qué política fue seguida
a continuación?"11.
Los errores
de Trotsky acerca de China en pos de la unidad con los zinovievistas.
Estas declaraciones contradictorias son nada más que una
faceta de la posición de conjunto incoherente de Trotsky
con respecto a la entrada del PC chino en el KMT, es decir,
de un enfoque doble que alcanzó su apogeo en la época de
la Oposición Conjunta, que resultó en abril de 1926 en la
fusión de la Oposición de Izquierda trotskista rusa, con
asiento en Moscú, con la Oposición zinovievista de Leningrado.
Como presidente del Comité Ejecutivo de la Comintern hasta
octubre de 1926, Zinoviev había compartido la responsabilidad
con Stalin y Bujarin por la política de colaboración de
clases impuesta al PC chino. E incluso después de su ruptura
política con Stalin en diciembre de 1925, Zinoviev siguió
defendiendo que el PC chino había tenido razón al resignar
la actividad independiente en 1923 para unirse al KMT. A
pesar del hecho de que en la primavera de 1927 él se puso
de acuerdo con Trotsky en la necesidad de exigir la formación
de los soviets de obreros y campesinos en China para dar
un contenido revolucionario a la consigna de "dictadura
democrática de los obreros y el campesinado", la Oposición
Conjunta no apoyó la nueva exigencia de Trotsky de que el
PC chino rompiera organizativamente con el KMT.
Así, hasta comienzos
de marzo de 1927, Trotsky vaciló entre la oposición formal
a la entrada -con el objetivo de salvaguardar la independencia
de clase de la vanguardia proletaria china, rechazando en
consecuencia cualquier idea de construir un "frente
único antimperialista chino" tal como lo concebía la
Comintern- y su negativa a exigir la pronta salida del KMT,
ya que esto habría abierto seguramente una crisis con el
ala zinovievista de la Oposición Conjunta. Es verdad que
en su autobiografía, Trotsky había afirmado que: "Desde
1925 yo había exigido el retiro de los comunistas del Kuomintang"12.
Y al año siguiente él introdujo un pequeño cambio en cuanto
a la fecha de su exigencia de la ruptura de la alianza entre
el PC chino y el KMT:
En 1925
yo
una vez más presenté la propuesta formal de que el partido
comunista abandone el Kuomintang al instante
. En 1926
y 1927, yo tenía conflictos continuos con los zinovievistas
sobre esta cuestión
. Pero como era cuestión de romper
con los zinovievistas, la decisión general [del ala trotskista
de la Oposición Conjunta] fue que yo me pronunciara públicamente
sobre esta cuestión y que hiciera conocer a la Oposición
mi punto de vista por escrito. Y así es cómo fue que la
exigencia fue planteada tan tarde por nosotros
Ahora yo puedo
decir con certeza que cometí un error al transigir en esta
cuestión por formalidades13.
De hecho, a
pesar de estas afirmaciones ex post facto, no hay ningún
documento de antes de marzo de 1927 disponible en que Trotsky,
abiertamente y sin ambages, exigiera que el PC chino abandone
el KMT.
Una interpretación
diferente de la actitud de Trotsky hacia las relaciones
entre el PC chino y el KMT ha sido planteada, en una polémica
contra el autor de estas líneas, por uno de los editores
de la colección en alemán de los escritos de Trotsky acerca
de China14. Lauscher intentó demostrar que Trotsky "claramente
exigió su retirada [la del PC chino] mucho antes de 1927",
refiriéndose a un párrafo de un documento que Trotsky había
bosquejado en septiembre de 1926 para la Decimoquinta Conferencia
del partido bolchevique en la que él declaró que:
ahora
el PC chino ya no puede seguir siendo un grupo de propaganda
dentro del Kuomintang, sino que debe proponerse la tarea
de construir un partido independiente de la clase proletaria
que debe luchar por la hegemonía de la clase obrera en la
lucha para la liberación nacional15.
Dejando a un
lado el mero argumento filológico de que la exhortación
de Trotsky aquí (el PC chino "debe proponerse la tarea",
etc.) no tiene el mismo significado práctico/político inmediato
que exigir la pronta retirada de los comunistas chinos del
KMT, también debe recordarse que sólo unos días más tarde
Trotsky planteó realmente "la cuestión de revisar las
relaciones entre el partido comunista y el Kuomintang.16"
Pero lo hizo,
de nuevo, de una manera contradictoria. "La participación
del PC chino en el Kuomintang", sostuvo, "era
absolutamente correcta [mi énfasis - P.C.] en el período
cuando el PC chino era un grupo de propaganda que estaba
sólo preparándose para una futura [mi énfasis - P.C.] actividad
política independiente [el énfasis es de Trotsky] pero que,
al mismo tiempo, buscaba tomar parte en la lucha de liberación
nacional en curso"17. Sin embargo, después del golpe
anticomunista de Chiang Kai Shek del 10 de marzo de 1926,
y el comienzo de la Expedición Norteña contra los señores
de la guerra en julio de 1926, la tarea política inmediata
de los comunistas chinos era, para Trotsky, "luchar
por la dirección independiente directa de la clase obrera
que ha despertado"18; pero esta lucha era concebida
en el marco del "bloque político con el Kuomintang
de conjunto o con elementos particulares de él, a lo largo
y a lo ancho de la república o en provincias particulares,
dependiendo de las circunstancias19".
Finalmente,
fue sólo a principios de marzo de 1927 que Trotsky declaró
definitivamente que: "Si nosotros queremos intentar
salvar el Partido Comunista chino de degenerar finalmente
hacia el menchevismo, no tenemos derecho a hacer a un lado
un solo día más la exigencia de la retirada del Kuomintang"20.
Y un mes después escribió que era necesario reconocer la
corrección de una resolución formulada por Chen Tu-hsiu
y Peng Shu-tse que había sido aprobada unos nueve meses
antes por el Comité Central del PC chino, que exigía "que
el partido se retire del Kuomintang y forme un bloque con
esa organización a través de su ala izquierda"21, es
decir, un frente único con el ala izquierda del KMT.
La naturaleza
y dinámica de la revolución china. En 1926-27, Trotsky esperaba
derrotar a Stalin políticamente a través del bloque con
los zinovievistas. Para conservar ese bloque, se subordinó
a la mayoría de la Oposición Conjunta, incluso sobre la
cuestión candente de la revolución china que había empezado
en mayo de 1925. Como hemos visto anteriormente, durante
casi todo del período revolucionario, Trotsky no preveía
que la revolución china podría seguir el mismo curso de
la revolución de octubre en Rusia, y planteó la consigna
de "dictadura democrática de los obreros y el campesinado",
no de una dictadura proletaria. Todavía atado básicamente
al punto de vista "europeizante" de la Comintern
de los inicios, se abstuvo durante un largo tiempo de oponerse
a las concepciones etapistas de Stalin. Por otro lado, antes
de marzo de 1927, los eventos chinos no ocuparon una posición
predominante en la lucha política de Trotsky.
Pero en marzo
de 1927, cuando los ejércitos del KMT estaban capturando
las principales ciudades industriales de China y el ala
derecha del KMT estaba desarrollando rápidamente sus inclinaciones
cada vez más anti-comunistas, Trotsky rechazó por primera
vez la posibilidad de que cualquier ala del KMT pudiera
jugar un papel progresivo. En palabras de Trotsky, el KMT
de conjunto, sin distinción entre su ala derecha e izquierda,
era "una organización del pasado":
Mientras
evitemos que el partido comunista tome una posición organizativa
estrictamente definida, sometiéndolo a la disciplina ideológica
del sunyatsenismo, el Kuomintang necesaria e inevitablemente
conferirá poder a los elementos más influyentes, decisivos,
y organizados del campo nacional "unido", es decir,
hablando francamente, a la burguesía liberal. Así, el Kuomintang
bajo las condiciones presentes es una "correa de transmisión"
para entregar a las masas populares revolucionarias a manos
de la burguesía, para subordinarlas políticamente a ella22.
Con el acuerdo
de Zinoviev, exigió la formación de los soviets de obreros
y campesinos bajo la guía de los comunistas, que fueron
instados a abandonar el KMT, como una expresión concreta
de la alianza obrero-campesina. Se pensaba que esto daba
un contenido revolucionario a la consigna de "dictadura
democrática": la tarea era crear un gobierno obrero
y campesino en lucha contra el imperialismo y sus agentes
burgueses nacionales. Pero en opinión de Trotsky tal gobierno
no tenía todavía nada que ver con la revolución socialista:
El problema
de la lucha por el gobierno obrero y campesino no debe en
ningún caso ser identificada con el problema de los "caminos
no capitalistas" de desarrollo para China. Esto último
puede proponerse sólo provisionalmente y sólo dentro de
la perspectiva del desarrollo de la revolución mundial.
Sólo un ignorante de la variedad socialista-reaccionaria
podría pensar que la China actual, con sus actuales cimientos
tecnológicos y económicos, puede a través de su propio esfuerzo
saltar por encima de la fase capitalista23.
Seis meses después,
en septiembre de 1927, Trotsky dio un paso cualitativo decisivo
e inequívocamente declaró por primera vez que el único camino
a la victoria de la revolución en China pasaba por la dictadura
proletaria. En otras palabras, las tareas de la revolución
democrática en China podrían ser resueltas sólo bajo la
dirección del proletariado urbano: "La revolución democrático
burguesa china avanzará y resultará victoriosa en la forma
soviética o no será nada"24. Este giro en el análisis
de Trotsky sólo tuvo lugar después del golpe sangriento
de Chiang Kai-shek el 12 de abril de 1927, y algunos meses
antes de la ruptura de su bloque político con los zinovievistas.
Fue por consiguiente sólo al día siguiente de la tragedia
china, y extrayendo las debidas lecciones de ella, que Trotsky
se decidió a aplicar la teoría de la revolución permanente
a China y a todos los países coloniales y semi-coloniales.
La generalización
de la teoría de la revolución permanente. Así, la derrota
de la segunda revolución china de 1925-27 trajo aparejada
una generalización de la teoría de la revolución permanente
a todos los países atrasados a lo largo y ancho del mundo.
Pero hay un caso particular en el que Trotsky parece haber
hecho un intento, no obstante embrionario y no desarrollado,
de aplicar un principio básico de la revolución permanente
fuera del imperio zarista ruso, incluso antes de 1917. En
un artículo que trata acerca de los problemas nacionales
de la región balcánica que apareció en la Pravda vienesa
en agosto de 1910, Trotsky sostuvo que:
La burguesía
balcánica, como en todos los países que han llegado tarde
al camino del desarrollo capitalista, es políticamente estéril,
cobarde, carente de talento, y podridamente chovinista.
Está absolutamente más allá de su poder emprender la unificación
de los Balcanes. Las masas campesinas están demasiado desperdigadas,
son demasiado ignorantes e indiferentes a la política como
para esperar cualquier iniciativa política de ellas. Entonces,
la tarea de crear condiciones normales de existencia nacional
y estatal en los Balcanes recae con todo su peso histórico
sobre los hombros del proletariado balcánico25.
Aparte de esta
excepción al "permanentismo sólo ruso" de Trotsky
previo a 1917, la revolución permanente fue codificada eventualmente
como una teoría mundial en el libro de Trotsky La revolución
permanente, publicado en 1929, que era una polémica profunda
contra la visión de Karl Radek sobre este asunto. El libro
terminaba con todo un juego completo de tesis que llevan
el título "¿Qué es la revolución permanente? Postulados
básicos", donde el primer rasgo básico de la teoría
se resumió en los términos siguientes:
2. Con respecto
a los países con un desarrollo burgués tardío, sobre todo
los países coloniales y semi-coloniales, la teoría de la
revolución permanente significa que la solución completa
y genuina de sus tareas de lograr la democracia y la emancipación
nacional sólo es concebible a través de la dictadura del
proletariado como el líder de la nación oprimida, sobre
todo de sus masas campesinas.
3. No sólo la
cuestión agraria, sino también la cuestión nacional le asigna
al campesinado - la mayoría aplastante de la población en
los países atrasados - un lugar excepcional en la revolución
democrática. Sin una alianza del proletariado con el campesinado
no pueden resolverse las tareas de la revolución democrática,
ni incluso pueden ser planteadas seriamente. Pero la alianza
de estas dos clases no puede realizarse de ninguna otra
manera más que a través de una lucha irreconciliable contra
la influencia de la burguesía nacional-liberal.
4. No importa
cuales sean las primeras fases episódicas de la revolución
en los distintos países, la realización de la alianza revolucionaria
entre el proletariado y el campesinado sólo es concebible
bajo la dirección política de la vanguardia proletaria,
organizada en el partido comunista. Esto a su vez significa
que la victoria de la revolución democrática sólo es concebible
a través de la dictadura del proletariado basada en la alianza
con el campesinado, y resolviendo las tareas de la revolución
democrática en primer lugar26.
Finalmente,
en el denominado "Programa de Transición" adoptado
por la conferencia fundacional de la Cuarta Internacional
en septiembre de 1938, él reafirmó inequívocamente que:
"la tendencia general del desarrollo revolucionario
en todos los países atrasados puede ser determinada definitivamente
por la fórmula de la revolución permanente en el sentido
impartido a él por las tres revoluciones en Rusia (la de
1905, la de febrero de 1917, la de octubre de 1917)."27
Una política
revolucionaria para la India. La generalización, por parte
de Trotsky, de la estrategia de la revolución permanente
a todos los países coloniales y semi-coloniales queda ejemplificada
gráficamente en la posición que adoptó con respecto a la
India. Ya en mayo de 1930, en un artículo dedicado a analizar
las tareas y los peligros de la revolución india, Trotsky
señalaba el "rol traidor" de la burguesía nativa,
que había sido "obligada a emprender acciones con el
objetivo de controlar al movimiento para quitarle su filo
revolucionario"28. Tomando en cuenta el deseo de los
campesinos pobres de una distribución "justa"
de la tierra, sostenía que la lucha del campesinado podía
ser transformada en una genuina revolución social "sólo
mediante la dirección de una clase urbana, que a continuación
se transforma en el caudillo del pueblo revolucionario"29,
esto es, el proletariado colonial. Así, uno de los principales
rasgos de la revolución india era la "lucha entre el
proletariado y la burguesía por la dirección de las masas
campesinas.30"
Trotsky rechazó
de plano el programa de la Comintern stalinista, "que
atribuye un rol revolucionario a la burguesía colonial"31
mientras que esta última "es capaz de jugar sólo un
rol contrarrevolucionario y no uno revolucionario"32,
y también condenó el movimiento de resistencia pasiva inspirado
por Ghandi -que buscaba evitar la revolución social predicando
la no violencia- como el "nudo táctico que ata la ingenuidad
y la ciega abnegación de las masas pequeño burguesas dispersas
a las maniobras traicioneras de la burguesía nacional"33.
Y Trotsky llegaba a la siguiente conclusión:
...si la revolución
india se desarrolla sobre la base de un bloque de obreros,
campesinos y de la pequeño burguesía; si este bloque se
enfrenta no sólo al imperialismo extranjero y al feudalismo
sino también a la burguesía nacional que está ligada a estos
en todas las cuestiones básicas; si el proletariado se sitúa
a la cabeza de este bloque; si este bloque llega a la victoria
barriendo a sus enemigos mediante un alzamiento armado y
de esta forma el proletariado se eleva hasta tomar el papel
de caudillo real de la nación entera; entonces se plantea
la siguiente pregunta: ¿en qué manos estará el poder después
de la victoria si no es en manos del proletariado?34
Nueve años más
tarde, en 1939, Trotsky subrayó una vez más en términos
inequívocamente permanentistas la incapacidad de la burguesía
india de liderar una lucha genuinamente antimperialista
debido a sus estrechos lazos de dependencia con el imperialismo
británico. La victoria final de la revolución en India sólo
podría asegurarse mediante "la alianza de los obreros
y los campesinos pobres" ya que "la unión con
la burguesía lleva al proletariado a renunciar a la lucha
revolucionaria contra el imperialismo"35. Trotsky,
sin embargo, no excluyó la posibilidad de que la burguesía
nativa, si bien buscaba "un compromiso con el imperialismo
británico no importa a qué precio"36, podría verse
forzada a dar algunos pasos "en el camino de la lucha
contra el dominio arbitrario de Gran Bretaña". En tal
circunstancia, "el proletariado apoyará semejante paso
naturalmente. Pero éste lo apoyará con sus propios métodos:
reuniones de masas, consignas contundentes, huelgas, movilizaciones,
y las acciones de combate más firmes"37, y no bajo
la disciplina de un bloque político de colaboración de clase
con la burguesía india. La "política de subordinar
el proletariado a la burguesía" que los stalinistas
estaban planteando "bajo el disfraz del Frente Popular"
equivalía a "un rechazo del programa agrario revolucionario,
un rechazo de armar a los obreros, un rechazo de la lucha
por el poder, un rechazo de la revolución."38
Así, Trotsky
reconoció la necesidad de apoyar "cada acción revolucionaria
de oposición dirigida contra el imperialismo"39. Pero
aclaró que "este apoyo debe estar inspirado por una
desconfianza firme hacia la burguesía nacional y sus agentes
pequeño-burgueses. No debemos confundir nuestra organización,
nuestro programa, nuestra bandera con la de ellos ni por
un momento."40
La revolución
permanente en Indochina. La posición de Trotsky con respecto
a Indochina a principios de los 30 mostraba una desconfianza
similar de la burguesía nacional. En una crítica a un documento
redactado por un grupo de Oposicionistas de Izquierda indochinos
en París, él exigió "una lucha sin compromisos contra
la burguesía nacional"41. La única forma aceptable
de colaboración entre las clases era "la colaboración
entre el proletariado y el campesinado pobre, así como con
las capas más oprimidas y explotadas de la pequeño burguesía
urbana. Este tipo de colaboración revolucionaria...se produce
de una manera tal que transforma al proletariado en el verdadero
líder de la nación"42. Trotsky también trazó una distinción
clara entre el nacionalismo de la burguesía nativa que es
"un medio para subordinar y engañar a las masas",
y el nacionalismo de las masas populares indochinas, que
es una expresión de su "justo y progresivo odio a...
los imperialistas extranjeros"43. Mientras lucha contra
estos últimos, el proletariado "no tiene derecho de
volverle la espalda a este tipo de nacionalismo [de la masa
del pueblo]. Por el contrario, debe demostrar en la práctica
que es el luchador más coherente y sacrificado de la liberación
nacional de Indochina."44
Estas posiciones
permanentistas de Trotsky fueron apoyadas por los militantes
indochinos que firmaron el documento al que Trotsky estaba
refiriéndose, quienes iban a fundar el Ta Doi Lap, la primera
organización de la Oposición de Izquierda en Indochina.
Y en 1936 uno de ellos, Ho huu Thuong, redactó un artículo45
para el periódico teórico, en idioma francés, de los militantes
cuartainternacionalistas indochinos, en el que presentó
un resumen abarcativo de la política trotskista con respecto
a la burguesía nacional. Criticó a aquellos "teóricos
conservadores" que consideraban a la burguesía nacional
como una clase que era "todavía revolucionaria".
Contrariamente a esto, Ho huu Thuong explicaba que, "la
burguesía nativa no es independiente de la burguesía internacional.
Más que eso, es un agente del imperialismo", que llega
tan lejos como hasta "traicionar en cada momento a
sus propios intereses específicos de clase, porque su vida
y su muerte dependen de la buena voluntad del imperialismo."
El imperialismo
francés estaba usando a la burguesía indochina para mejor
"explotar a las masas obreras con métodos semifeudales".
Por consiguiente, "la burguesía nativa es el peor enemigo
del pueblo", y la lucha proletaria debe emprenderse
"en primer lugar" contra ella. Ho huu Thuong,
sin embargo, no descartaba la posibilidad de alcanzar "acuerdos
prácticos" con algunos sectores de la burguesía nacional,
a condición de que sirvieran al propósito de "luchar
mejor contra el imperialismo en su conjunto". Y de
todos modos, él subrayaba la necesidad de no olvidarse que
"esa gente con quienes nosotros estamos preparando
un bloque son nuestros enemigos":
Estos acuerdos
con fuerzas burguesas locales deben permanecer en un terreno
estrictamente práctico. Nada de pancartas con firmas comunes.
Nada de programas en común. Nada de organizaciones en común.
Cada clase debe mantener su completa libertad de crítica
incluso al calor de la lucha...
Un acuerdo práctico
no es una coexistencia pacífica del lobo y el cordero...
Un acuerdo práctico no es un intento de hacer un matrimonio
de conveniencia entre dos clases básicamente antagónicas...
Un acuerdo práctico
no es nada más que una nueva forma de lucha, muy rica en
su contenido, por la cual el proletariado entra a competir
con la burguesía. Y de todas formas es una lucha de clase.
No puede tener ningún otro significado46.
Los Oposicionistas
de Izquierda indochinos estaban completamente de acuerdo
con el reconocimiento de Trotsky acerca de la necesidad
de relacionarse políticamente a los movimientos burgueses
nacionales en los países atrasados. Trotsky tampoco rechazaba
los "acuerdos estrictamente prácticos, rígidamente
delimitados, que sirvan cada vez a un objetivo bien definido"47.
con aquellos sectores de la burguesía nativa que, en una
coyuntura dada, realmente podrían luchar contra el imperialismo.
En la opinión de Trotsky, tales acuerdos no tenían una naturaleza
estratégica, a largo plazo, ya que él no creía "ni
por un momento en la capacidad o la disposición de la burguesía,
sea para encabezar una lucha genuina contra el imperialismo
o para no bloquear a los obreros y campesinos"48. En
otras palabras, como sus seguidores en Indochina, Trotsky
no descartó la posibilidad de que, debido al desarrollo
concreto de la lucha antimperialista, fuerzas de clase cualitativamente
diferentes podrían agruparse para luchar contra un enemigo
común en los países coloniales y semi-coloniales. Pero una
condición previa crucial para este "acuerdo separado,
práctico y conveniente" era "no permitir que se
mezclen las organizaciones o las banderas directa o indirectamente
durante un solo día o una sola hora"49.
América Latina
pasando por la Comintern de Lenin a la Cuarta Internacional
de Trotsky. Los mismos puntos de vista fueron sostenidos
por Trotsky con respecto a América Latina. Aquí, sin embargo,
debe decirse que -a diferencia de Asia oriental- las perspectivas
permanentistas no habían estado ausentes de los primeros
documentos oficiales de la Comintern sobre América Latina.
En un llamado dirigido a la clase obrera del continente
americano, publicada a principios de 1921, el Comité Ejecutivo
de la Comintern exigía la construcción de partidos comunistas
sudamericanos que debían ganar influencia entre las masas
campesinas pobres, ya que "la unidad revolucionaria
de la clase campesina pobre y la clase obrera es indispensable;
sólo la revolución proletaria puede liberar al campesinado
rompiendo el poder del capitalismo; sólo una revolución
agraria puede salvar a la revolución proletaria del peligro
de ser aplastada por la contrarrevolución"50. Y dos
años después, el Cuarto Congreso de la Comintern publicó
otro llamado dirigido a los obreros y campesinos latinoamericanos,
completamente opuesto a la política etapista de colaboración
de clases adoptada por el mismo congreso acerca de la cuestión
de Oriente. En lugar de llamar a la creación de un frente
único antimperialista con la famosa burguesía nativa revolucionaria,
el llamado sostenía que "debe oponerse la unidad proletaria
a la ofensiva burguesa". Las masas trabajadoras latinoamericanas
fueron empujadas a la lucha contra su propia burguesía para
luchar también "contra el imperialismo yanky que encarna...
la reacción capitalista"51.
Así, la política
de la Comintern en sus inicios para América Latina giraba
alrededor de la perspectiva de construir una alianza del
proletariado urbano y rural, opuesta tanto al imperialismo
norteamericano como al capitalismo nacional, es decir, la
burguesía nacional. Las diferentes clases capitalistas nacionales
gobernantes no estaban interesadas en luchar por la independencia
-que ellas habían ganado formalmente en el siglo XIX, pero
que sólo había llevado a una dependencia económica creciente
del capital financiero extranjero-, ni en llevar a cabo
una reforma agraria radical, porque ellas estaban estrechamente
ligados, y entrelazados, con los grandes terratenientes.
La realización de estas tareas democrático burguesas recaía
sobre los hombros del pueblo trabajador.
La posición
de Trotsky acerca de los problemas de la revolución latinoamericana
era bastante similar a la sostenida por la Comintern en
sus primeros años. Por ejemplo, en el borrador final de
sus tesis de 1934 sobre "La guerra y la Cuarta Internacional"
mostró una total desconfianza hacia "la atrasada burguesía
sudamericana, un agente completamente venal del imperialismo
extranjero"52. En la misma tesitura, durante una discusión
que tuvo lugar en 1938, Trotsky sostuvo que la burguesía
latinoamericana, de la misma manera que la burguesía en
Rusia y China, era "incapaz de resolver [las] tareas
democráticas"53 planteadas por la lucha antimperialista.
También planteó la cuestión de mantener la independencia
de clase del proletariado en oposición a la burguesía nativa,
sobre todo con respecto a la cuestión agraria que jugaría
un papel decisivo en el marco de una lucha genuina contra
el imperialismo:
durante
la lucha por las tareas democráticas, nosotros oponemos
el proletariado a la burguesía. La independencia del proletariado
incluso al principio de este movimiento es completamente
necesaria, y nosotros oponemos el proletariado a la burguesía
sobre todo en lo que toca a la cuestión agraria
Si
los campesinos siguen apoyando a la clase burguesa, como
de hecho sucede ahora, entonces esto resultará en un estado
semidemocrático, semi-Bonapartista tal como los que ahora
existen en todos los países de América Latina, con inclinación
hacia las masas.
Éste es el período
en el que la burguesía nacional busca obtener un poco más
de independencia de los imperialistas extranjeros. La burguesía
nacional está obligada a coquetear con los obreros, con
los campesinos, y entonces tenemos el hombre fuerte del
país, orientado hacia la izquierda como sucede ahora en
México.
Si la burguesía
nacional es obligada a cesar en su lucha contra los capitalistas
extranjeros y a trabajar bajo el tutelaje directo de los
capitalistas extranjeros, entonces tendremos un régimen
semifascista, como en Brasil por ejemplo. Pero la burguesía
allí es completamente incapaz de crear un dominio democrático,
porque por un lado se halla el capital imperialista, y por
otro lado teme al proletariado, porque la historia se salteó
una etapa allí, y el proletariado se transformó en un factor
importante antes de la organización democrática de la sociedad
entera54.
Los bloques
militares con las fuerzas nacionalistas y la lucha contra
las sanciones imperialistas. En el curso de esa misma discusión
sobre América Latina, Trotsky fue contundente en cuanto
a la necesidad de apoyar a la burguesía nacional "en
cada caso donde haya una lucha directa contra los imperialistas
extranjeros o sus agentes fascistas reaccionarios"55.
Tal apoyo a movimientos de masa antimperialistas dirigidos
por la burguesía nativa no deben, sin embargo, ser confundidos
con el apoyo político a la propia burguesía. El apoyo del
proletariado y su participación en las luchas antimperialistas
en los países coloniales y semi-coloniales, debería perseguir
el objetivo de contraponer el nacionalismo genuinamente
revolucionario-democrático y las expectativas del pueblo
al nacionalismo reaccionario de la traicionera burguesía
nativa, es decir, agudizar la contradicción entre el carácter
progresivo, antimperialista, del movimiento y la naturaleza
contrarrevolucionaria de las fuerzas que lo estaban dirigiendo.
Como hemos visto,
Trotsky no descartó la posibilidad de apoyar a la burguesía
nacional en la medida en que ésta última diera algunos pasos
en el camino de una lucha directa contra el imperialismo.
En su opinión, esto podría hacerse sea en la forma de aquellos
acuerdos prácticos rígidamente delimitados, requeridos por
la dinámica concreta de la lucha antimperialista o en la
forma de un bloque militar con las fuerzas de la burguesía
y/o pequeño burguesía nacionalista, en caso de una confrontación
militar abierta con las tropas imperialistas. Las dos formas
de cooperación perseguían el objetivo de ganar la dirección
del movimiento de masas a los políticos nacionalistas burgueses
o, siempre que estos últimos estuvieran en el poder y enfrentados
a una agresión imperialista, a preparar políticamente su
derrocamiento denunciando su debilidad y sus vacilaciones
traicioneras a los ojos de las masas coloniales.
En caso de una
agresión imperialista contra un país colonial o semi-colonial,
por consiguiente, Trotsky subrayaba la necesidad de apoyar
la lucha progresiva de este último por la independencia
del yugo extranjero. Éste era el caso, por ejemplo, con
el conflicto entre Italia y Etiopía que estalló en octubre
de 1935. Trotsky había empezado a esbozar la posición del
movimiento cuartainternacionalista hacia ese conflicto en
un período en el que la agresión todavía se estaba preparando:
la lucha de los revolucionarios debía ir "dirigida
no contra el fascismo, sino contra el imperialismo"56
en su conjunto. Así, señalaba el carácter antimperialista
de la lucha de Etiopía y se declaraba a favor de una victoria
de Etiopía sobre la Italia imperialista y fascista.
Este punto de
vista encontró una aplicación práctica en la actitud adoptada
por los seguidores italianos de Trotsky con respecto a las
sanciones contra la Italia fascista decretadas por las potencias
imperialistas "democráticas" a través de la Liga
de las Naciones: a la política de las fuerzas stalinistas,
socialdemócratas y centristas que, estando a favor de la
derrota de la maquinaria de guerra de Mussolini, apoyaron
de hecho las medidas de la Liga de las Naciones, en el marco
de una suerte de sagrada unión internacional con un sector
de la burguesía imperialista, los trotskistas opusieron
una orientación revolucionaria independiente que fue resumida
por Alfonso Leonetti en una reunión del Secretariado Internacional
a fines de octubre de 1935 así: "Las sanciones son
un asunto de los imperialistas. Nosotros no podemos estar
en favor o en contra de las sanciones imperialistas; nosotros
debemos denunciarlas y llamar a la acción autónoma del proletariado"57.
Semejante acción
que incluyó un boicot revolucionario contra todos los imperialismos
y una propaganda por la confraternización de los soldados
italianos con los luchadores abisinios, fue alimentada por
la conciencia de que una derrota de la Italia fascista a
manos de Etiopía no sólo podría ser una oportunidad de hacer
revivir al proletariado italiano en vista de un posible
derrocamiento revolucionario de la dictatura fascista, sino
que también, y sobre todo, habría impulsado a la rebelión
de todos los pueblos coloniales oprimidos contra el imperialismo
(italiano, británico, francés o el que fuere), ayudando
así también a abrir nuevas perspectivas para la lucha de
la clase obrera en las metrópolis imperialistas, tanto en
los países fascistas como en los "democráticos".
O, para decirlo con las palabras de Trotsky:
Si Mussolini
triunfa, esto significa el refuerzo de fascismo, el fortalecimiento
del imperialismo, y el desaliento de los pueblos coloniales
en Africa y en todas partes. La victoria del Negus, sin
embargo, no sólo significaría un golpe poderoso al imperialismo
italiano, sino también al imperialismo en su conjunto, y
prestaría un impulso poderoso a las fuerzas rebeldes de
los pueblos oprimidos58.
El mismo razonamiento
fue aplicado por Trotsky a la suposición hipotética de una
agresión militar británica contra el Brasil "semifascista":
...Les pregunto:
¿de qué lado del conflicto estará la clase obrera? Yo responderé
personalmente; en este caso yo estaré del lado del Brasil
"fascista" contra la "democrática" Gran
Bretaña. ¿Por qué? Porque el conflicto entre ellos no se
trata de una cuestión de democracia o fascismo. Si Inglaterra
resulta victoriosa, pondrá a otro fascista en Río de Janeiro
e impondrá cadenas dobles a Brasil. Si Brasil, por el contrario,
resultara victorioso, esto dará un impulso poderoso a la
conciencia nacional y democrática del país y llevará al
derrocamiento de la dictadura de Vargas. La derrota de Inglaterra
significará, al mismo tiempo, un golpe para el imperialismo
británico y dará impulso al movimiento revolucionario del
proletariado británico59.
La política
de bloques militares en la práctica: la guerra chino-japonesa.
La política de bloques militares contra la agresión imperialista
fue planteada por Trotsky de una manera muy sistemática
durante la guerra entre China y Japón. Esa política, que
él también aplicó al "gobierno de Stalin-Negrín"
durante la guerra civil española, derivaba directamente
de la experiencia bolchevique en la lucha contra el intento
de golpe perpetrado por el general Lavr Kornilov contra
el gobierno provisional presidido por Alexander Kerensky
en septiembre de 1917. Como el propio Trotsky recordaba
veinte años después:
Los bolcheviques
no se mantuvieron neutrales entre el campo de Kerensky y
el de Kornilov. Ellos lucharon en el primer campo contra
el segundo
Fue precisamente en el mes de agosto, con
el levantamiento de Kornilov, que comenzó el ascenso prodigioso
de los bolcheviques. Este ascenso sólo se hizo posible gracias
a la política bolchevique de doble filo. Mientras participaban
en la primera línea del combate contra Kornilov, los bolcheviques
no tomaron la más mínima responsabilidad por la política
de Kerensky. Al contrario, ellos lo denunciaron como responsable
del ataque reaccionario, y también por su incapacidad de
sofocarlo. De esta manera, ellos prepararon las premisas
políticas de la Revolución de octubre, en la que la alternativa
Bolchevismo o contrarrevolución (comunismo o fascismo) se
transformó de una tendencia histórica, en una realidad viviente
inmediata60.
Así, cuando
las tropas japonesas invadieron China en julio de 1937,
Trotsky declaró que, mientras "participaban activamente
en la guerra", los revolucionarios chinos "no
pueden y no deben tomar sobre sí la más mínima responsabilidad
política por el gobierno burgués"61 de Chiang Kai Shek.
En cambio, incluso en tiempos de guerra, ellos tenían que
mantenerse "en oposición irreconciliable a la burguesía",
y "soldar a los obreros alrededor de la vanguardia
revolucionaria, reagrupar a los campesinos alrededor de
los obreros, y de este modo prepararse para... la dictadura
del proletariado"62. Trotsky no abrigaba "ninguna
ilusión en Chiang Kai Shek, su partido, o la clase dominante
china en su conjunto"63, pero también reconoció que
era necesario que los revolucionarios tomaran parte en la
lucha emancipatoria progresiva de China, a través de la
creación de un bloque militar con la burguesía nativa, como
sucedió por la época de la Expedición Norteña de Chiang
en 1926.
En el marco
de este bloque, sin embargo, el partido revolucionario debe
"mantener una entera independencia política y organizativa",
y la clase obrera, "mientras permanece en la primera
línea de la lucha militar, [debe] preparar el derrocamiento
político de la burguesía"64, porque esta última "teme
a sus propias masas armadas más de lo que teme a los intrusos
japoneses. Aunque Chiang Kai Shek, el verdugo siniestro
de la revolución china, se vea empujado por las circunstancias
a librar una guerra, su programa todavía está basado, como
antes, en la opresión de sus propios obreros y en los acuerdos
con los imperialistas"65.
Ésa era la actitud
de Trotsky hacia una cuestión crucial de la revolución en
los países coloniales y semi-coloniales, es decir, hacia
la burguesía nacional, una clase que:
tolera
todas las formas de degradación nacional en la medida en
que pueda esperar mantener su propia existencia privilegiada.
Pero en el momento en que el capital extranjero se propone
asumir el control irrestricto de la riqueza entera del país,
la burguesía colonial se ve obligada a recordarse a sí misma
sus obligaciones "nacionales". Bajo la presión
de las masas puede verse arrastrada hacia una guerra. Pero
ésta será una guerra emprendida contra una de las potencias
imperialistas, la menos acequible a las negociaciones, con
la esperanza de ponerse al servicio de algún otro poder
más magnánimo... Sólo esa clase que no tiene nada que perder,
excepto sus cadenas, puede llevar hasta el final la guerra
contra el imperialismo por la emancipación nacional66.
Versión
original escrita en marzo de 1990 Revisada y extendida en
julio del 2000
Paolo Casciola
Notas:
1.Esta es una
versión revisada y considerablemente ampliada de un trabajo
con el mismo título que yo había preparado para el simposio
internacional sobre Leon Trotski 1879-1940/1990. Kritiker
und Verteidiger der Sowjetgesellschaft, que se llevó a cabo
entre el 26 y el 29 de marzo de 1990 en Wuppertal (Alemania
Occidental). Este fue concebido no sólo como una contribución
especializada, sino también sobre todo como un documento
polémico y una crítica política a aquellos trotskistas -tales
como el Workers Power británico o el Partido Obrero Revolucionario
de Guillermo Lora en Bolivia- que todavía siguen reivindicando
la política etapista, de colaboración de clases del "Frente
Unico Antimperialista". La versión original inglesa
y su traducción italiana fueron publicadas en forma de folleto
por el Centro de Estudios Pietro Tresso en abril de 1990,
con una nota adicional sobre las posiciones de Trotsky con
respecto a las relaciones entre el Partido Comunista chino
y el Kuomintang en el período 1922-27.
2. V. I. Lenin,
"La atrasada Europa y la avanzada Asia" (10 [23]
de mayo de 1913, en V. I. Lenin, El movimiento de liberación
nacional en Oriente, Editorial Progreso de Moscú, 1969,
págs. 83-84 (subrayado en el original).
3. V. I. Lenin,
"La democracia y el populismo en China" (publicado
el 15 [28] de julio de 1912), Idem, pág. 59 (subrayado en
el original).
4. V. I. Lenin,
"China regenerada" (publicado el 8 [21] de noviembre
de 1912), Idem, pág. 67 (subrayado en el original).
5. V. I. Lenin,
"Discurso ante el Segundo Congreso Panruso de las organizaciones
comunistas de los pueblos de Oriente", (22 de noviembre
de 1919), Idem, págs. 252-253.
6. V. I. Lenin,
"China regenerada" (publicado el 8 [21] de noviembre
de 1912), Idem, pág. 67 (subrayado en el original).
7. L. D. Trotsky,
"Informe sobre la crisis económica mundial y las nuevas
tareas de la Internacional Comunista" (23 de junio
de 1921), en L. D. Trotsky, Los primeros cinco años de la
Internacional Comunista, Vol. II, Monad Press, Nueva York,
1972, pág. 223.
8. L. D. Trotsky,
"Informe al Cuarto Congreso mundial" (28 de diciembre
de 1922), Idem, pág. 317.
9. Ver Chen
Tu Siu, "Llamado a todos los camaradas del Partido
Comunista chino" (10 de diciembre de 1929), en León
Trotsky sobre China, Op. Cit., pág. 599.
10. L. D. Trotsky,
"Carta a Max Shactman" (10 de diciembre de 1930),
Idem, pág. 490 (subrayado nuestro).
11. L. D. Trotsky,
"Objections au livre de dIsaacs", (1 de
noviembre de 1937), en L. D. Trotsky, Oeuvres, Vol. 15,
Institut Leon Trotsky, París, 1983, pág. 243 (subrayado
nuestro).
12. L. D. Trotsky,
"Mi vida. Intento de una autobiografía", Penguin
Books, Harmondsworth 1975, pág. 552 (subrayado nuestro).
13. L. D. Trotsky,
"Carta a Max Shactman" (10 de diciembre de 1930),
Op. Cit., págs. 490-491 (subrayado nuestro).
14. Ver Horst
Lauscher, "Trotsky y el Kuomintang" [Carta], Revolutionary
History, Vol. 5, N° 3, otoño de 1994, págs. 269-270, con
una réplica de Al Richardson en las páginas 270-271. Está
claro que Lauscher no leyó mi trabajo sobre Trotsky y las
luchas de los pueblos coloniales y se basó en un conocimiento
de segunda mano de éste, a través de una cita deformada
realizada por Al Richardson en una nota al pie de página
a su introducción al libro C.L.R. James, World Revolution
1917-1936. Rise and Fall of the Communist International,
Humanities Press, Atlantic Highlands (New Jersey), 1993.
15. L. D. Trotsky,
"Zur 15 Parteikonferenz (Auszug)" (mediados de
setiembre de 1926), en L. D. Trotsky, Schriften 2, Über
China, Vol. I, Rasch und Röhring Verlag, Hamburg 1990, pág.
102 (subrayado en el original).
16. L. D. Trotsky,
"El Partido Comunista chino y el Kuomintang" (27
de setiembre de 1926), en León Trotsky sobre China, Op.
Cit., pág. 113.
17. Idem, pág.
114.
18. Idem.
19. Idem, pág.
166 (subrayado nuestro).
20. L. D. Trotsky,
"Segunda carta a Radek" (4 de marzo de 1927),
Idem, pág. 123.
21. L. D. Trotsky,
"Relaciones de clase en la revolución china" (3
de abril de 1927), Idem, pág. 146.
22. L. D. Trotsky,
"Carta a Alsky" (29 de marzo de 1927), Idem, págs.
130-131.
23. Idem, pág.
129 (subrayado en el original).
24. L. D. Trotsky,
"Segundo discurso sobre la cuestión china" (24
de mayo de 1927), en León Trotsky sobre China, Monad Press,
Nueva York, 1976, pág. 235 (subrayado en el original).
25. L. D. Trotsky,
"La cuestión balcánica y la socialdemocracia"
(publicado el 1 [14] de agosto de 1910) en La correspondencia
de guerra de León Trotsky. La guerra de los Balcanes de
1912-1913, Monad Press, Nueva York, 1980, pág. 40. Fue Ian
Harrison quien me llamó la atención sobre este artículo.
26. L. D. Trotsky,
"La revolución permanente. Resultados y perspectivas",
Pathfinder Press, Nueva York, 1986, págs. 276-277 (subrayado
en el original).
27. L. D. Trotsky,
"La agonía mortal del capitalismo y las tareas de la
Cuarta Internacional" (1938), en L. D. Trotsky, El
programa de transición para la revolución socialista, Pathfinder
Press, Nueva York, 1974, pág. 98 (subrayado en el original).
28. L. D. Trotsky,
"La revolución en la India. Sus tareas y peligros"
(30 de mayo de 1930), en Escritos de León Trotsky (1930),
Pathfinder Press, Nueva York, 1975, pág. 243.
29. Idem, pág.
245 (subrayado en el original).
30. Idem, pág.
246.
31. Idem, pág.
247.
32. Idem, pág.
248.
33. Idem, pág.
244.
34. Idem, pág.
249 (subrayado nuestro).
35. L. D. Trotsky,
"India enfrentada a la guerra imperialista" (25
de julio de 1939), en Escritos de León Trotsky (1939-1940),
Pathfinder Press, Nueva York, 1973, pág. 32.
36. Idem, pág.
29.
37. Idem, págs.
31-32 (subrayado en el original).
38. Idem, pág.
32.
39. L. D. Trotsky,
"Carta sobre India" (24 de noviembre de 1939),
Idem, pág. 109.
40. Idem.
41. L. D. Trotsky,
"Sobre la declaración de los Oposicionistas indochinos"
(18 de setiembre de 1930), en Escritos de León Trotsky (1930-1931),
Pathfinder Press, Nueva York, 1973, pág. 30.
42. Idem (subrayado
en el original).
43. Idem, pág.
31.
44. Idem (subrayado
en el original).
45. H. H. T.
[Ho huu Thuong], "Á tous", [parte 2], Le Militant
(Saigón), Vol. 1, N°2, 8 de setiembre de 1936, pág. 7. Todas
las citas en este párrafo y los que siguen están tomadas
de ese artículo.
46. Idem.
47. L. D. Trotsky,
"Resumen y perspectivas de la revolución china. Sus
lecciones para los países de Oriente y para toda la Comintern"
(junio de 1928), en León Trotsky sobre China, Op. Cit.,
pág. 292.
48. Idem (subrayado
en el original).
49. Idem.
50. Comité Ejecutivo
de la Internacional Comunista, "Sobre la revolución
en América. Un llamado a la clase obrera de las dos Américas",
LInternationale Communiste, N°15, enero de 1921, pág.
332.
51. Cuarto Congreso
Mundial de la Internacional Comunista, "Aux ouvriers
et paysans de lAmerique du Sud", La Correspondance
Internationale, N°2, 20 de enero de 1923, pág. 27.
52. L. D. Trotsky,
"La guerra y la Cuarta Internacional" (10 de junio
de 1934), en Escritos de León Trotsky (1933-1934), Pathfinder
Press, Nueva York, 1975, pág. 306.
53. L. D. Trotsky,
"Problemas de América Latina: Transcripción" (4
de noviembre de 1938), en Escritos de León Trotsky. Suplemento
(1934-1940), Pathfinder Press, Nueva York, 1979, pág.784.
54. Idem, págs.
784-785 (subrayado nuestro).
55. Idem, pág.
785.
56. L. D. Trotsky,
"El conflicto entre Italia y Etiopía" (publicado
el 17 de julio de 1935), en Escritos de León Trotsky (1935-1936),
Pathfinder Press, Nueva York, 1977, pág.41 (subrayado en
el original).
57. Actas de
la reunión del Secretariado Internacional realizada el 30
de octubre de 1935, en los papeles del exilio de Trotsky
en la Houghton Library, Harvard University, Cambridge (Mass.),
16495. El conflicto entre Italia y Etiopía suscitó importantes
discusiones entre los exiliados italianos. La Verité N°250,
fechada el 25 de octubre de 1935, contenía un llamado de
los bolcheviques leninistas italianos al proletariado italiano
que concluía con la consigna: ¡Abajo la guerra imperialista
en Africa! ¡Viva la guerra civil en Italia! En noviembre
de 1935, el grupo oficial bolchevique leninista publicó
un extenso folleto redactado por Pietro Tresso (Blasco)
sobre la guerra en Etiopía titulado La nueva incursión del
imperialismo italiano en Africa y las tareas del proletariado
revolucionario. Un artículo del mismo tono fue también publicado
por el grupo disidente Nostra Parola, dirigido por Nicola
Di Bartolomeo (Fosco) en enero de 1936.
58. L. D. Trotsky,
"Sobre los dictadores y la Cumbre de Oslo. Carta a
un camarada inglés" (22 de abril de 1936), en Escritos
de León Trotsky (1935-1936), Op. Cit., págs. 317-318.
59. L. D. Trotsky,
"La lucha antimperialista es la clave para la liberación.
Una entrevista con Mateo Fossa" (23 de setiembre de
1938), en Escritos de León Trotsky (1938-1939), Pathfinder
Press, Nueva York, 1974, pág. 34.
60. L. D. Trotsky,
"Los ultraizquierdistas en general y los ultraizquierdistas
incurables en particular (Nuevas consideraciones teóricas)"
(28 de setiembre de 1937), en León Trotsky, La revolución
española (1931-1939), Pathfinder Press, Nueva York, 1973,
págs. 296-297.
61. L. D. Trotsky,
"Epílogo" (3 de setiembre de 1937), en León Trotsky
sobre China, Op. Cit., pág. 565.
62. Idem.
63. L. D. Trotsky,
"Sobre la guerra chino-japonesa" (23 de setiembre
de 1937), Idem, pág. 568.
64. Idem, pág.
570 (subrayado en el original).
65. L. D. Trotsky,
"Manifiesto de la Cuarta Internacional sobre la guerra
imperialista y la revolución proletaria mundial" (mayo
de 1940), en Escritos de León Trotsky (1939-1940), Pathfinder
Press, Nueva York, 1973, pág. 203.
66. L. D. Trotsky,
"La revolución y la guerra en China" (5 de enero
de 1938), en León Trotsky sobre China, Op. Cit., pág. 584. |