Como todas las tareas revolucionarias, frecuentemente
pasa por un trabajo oscuro y fastidioso, la compilación
de documentos, a veces larga, a veces vana, su reconstitución,
su lectura, no siempre fácil, a veces su traducción, su
comprensión, su fechado, su comentario.
Esto sólo es una enumeración de palabras,
pero cotidianamente significa largas horas de trabajo, a
veces de noche, luchando contra el sueño y el conservadurismo
del pensamiento. El trabajo es agotador, pero ¡trae tan
buenas recompensas! La mejor: encontrar una clave, un arma
imparable para denunciar una mentira, desmentir una calumnia,
restaurar el verdadero rostro de una militante o de un militante...
Esta investigación me ha dado inmensas alegrías.
Comienzo por Khristian Rakovsky, el amigo
de Trotsky, su más fiel camarada de combate. Este valiente
parecía haberse quebrado cuando, en 1934, luego de siete
años de prisión en condiciones materiales espantosas, "capituló",
aunque en términos mucho menos deshonrosos de lo que se
ha dicho. En el proceso que se le hizo en 1938, había "confesado"
lo que el procurador quería que confiese, pero con rodeos,
astucia, había hablado de su vida revolucionaria, buscando
escapar de la opresión mortal de los garfios burocráticos.
Al principio, Trotsky no había creído que
Rakovsky capitulaba verdaderamente. Pero en Moscú, salió
a la luz su proceso, "confesó", no fue condenado
a muerte. Luego se calló. Trotsky tenía dudas, más que dudas.
¿Cómo decírselo a todos cuando cada día miles confesaban,
se acusaban entre ellos, pedían perdón a Stalin? Varios
camaradas de México me han contado que, cuando creía que
estaba solo, en su jardín de Coyoacán, Trotsky hablaba en
voz alta a su viejo camarada Khristian Georgévitch, su amigo,
el "último" de los héroes revolucionarios que
habían estado en su vida: le decía que estaba seguro de
que no lo había traicionado, que seguía queriéndolo, pero
que, desgraciadamente, el único medio de defenderlo era
el de hacer conocer su pasado de revolucionario, un pasado
que se detenía en 1934. Incluso los camaradas trotskistas
que empezaban a hacerse conocidos en la historia se volvían
tímidos al mencionar a Rakovsky, hablaban de él con precaución,
lo disminuían por prudencia, temían tener que tener vergüenza
de él.
Como todos aquellos que han gastado sus
ojos en viejos papeles de archivos, mil veces, con las mismas
preguntas dando vueltas en la cabeza, yo tenía elementos:
las tachaduras de Trotsky sobre la biografía de su amigo,
que finalmente no había editado, también lo que había escrito
espontáneamente, y luego tachado por precaución y cuidado
hacia su amigo, nombres de camaradas que lo habían conocido
en el exilio y que habían sido fusilados. Era un fárrago
y durante mucho tiempo no pude hacer nada; una lista de
nombres de personas y de lugares. Pero todo cambió bruscamente
cuando me encontré, en Alemania, con una joven mujer de
90 años, antaño compañera de un secretario de Trotsky, militante
de la Oposición de Izquierda, Genia Gershonskaia. Ella,
en honor a la memoria y el cariño por esos muertos que eran
seres tan queridos para ella, ordenó mis conocimientos,
los puso en su lugar e hizo un todo coherente y articulado.
Tuve también largas entrevistas con I. Ia Vratchev, angustiado
hasta sus últimos días por su "capitulación" de
1927, después de dejarse atrapar en la trampa de Radek y
por los incentivos fraguados de la GPU. El sentimiento de
culpa que tenía no ocultaba su irreverencia, sus accesos
de autoridad, su memoria.
Desde su deportación hasta su capitulación,
o sea desde 1927 a 1934, Rakovsky logró conservar relaciones
con el centro de deportados de Biisk y, por intermedio del
"centro" de Moscú, él mismo le informaba a León
Sedov, el hijo de Trotsky en el extranjero, haciéndole llegar
noticias y comentarios que Sedov respondía. Gershonskaia
le había llevado personalmente el correo de Biisk a Barnaul...
A la cabeza de esa red, un joven comunista ucraniano, Lipa
Wolfson, quien jamás abandonó a Rakovsky, logró, durante
años, burlarse de la policía y, en todos los lugares de
deportación sucesivos de Rakovsky, esta red siguió surgiendo
para reanudar el lazo histórico en la práctica militante.
Las afirmaciones de Trotsky sobre el aislamiento
absoluto de Rakovsky en lo sucesivo deben interpretarse,
más bien, como una precaución necesaria, porque sabía la
verdad. Pero, a fines de 1933, lo que los policías stalinistas
llamaban "la red Rakovsky Wolfson", la
dirección en la URSS de los bolcheviques leninistas,
fue decapitada.
Todos los documentos que pude reunir y consultar
a partir de este descubrimiento coinciden, aunque no existen
pruebas formales. Personalmente pienso que Rakovsky creyó
posible negociar y buscar un acuerdo con la GPU: le prometió
una "declaración" de apoyo al régimen stalinista
amenazado por los nazis de Hitler, a cambio de la promesa
de que no matarían ni a Wolfson ni a sus jóvenes camaradas.
Probablemente, sobre la base de su pasado, de su experiencia,
de sus relaciones, él mismo se creía capaz de reconstruir
un polo de oposición pacífico y legal en la URSS.
En un primer momento, la burocracia mantuvo
su promesa. Wolfson y sus amigos fueron condenados a penas
de prisión ridículamente cortas cuando estaban acusados
de alta traición: tres años fue la pena más pesada, la que
se infligió a Wolfson... Rakovsky creyó sin dudas, que el
acuerdo se mantenía.
En 1937, en el momento de su arresto y durante
las largas sesiones de tortura que sufrió, respetó las bases
del acuerdo anterior y tampoco fue condenado a muerte. Desapareció
en las prisiones, en donde comenzaba, sin duda, el período
más duro de su vida militante. Pude conocerla por los documentos
del archivo de la GPU que un familiar suyo, su sobrino segundo,
el coronel Khristian Rakovsky, me remitió para permitirme
escribir mi libro sobre Rakovsky. Estando en prisión, Rakovsky
se enteró que Stalin había hecho fusilar, a comienzos de
1927, a Lipa Wolfson y a sus jóvenes camaradas, y comprendió
que había sido ingenuo, en una palabra, que había sido engañado.
Pidió encontrarse con el representante de la GPU, se ocupó
de decirle que lo consideraba el jefe de una banda de asesinos
y que el deber de todo militante y de todo hombre honorable
era decir quiénes eran los asesinos al servicio de Stalin
y denunciarlos. "Usted me matará, ya lo sé", precisó.
Lo mataron porque tenían miedo. Lo mataron, porque la guerra
inminente, que mostraba la criminal falta de preparación
de Rusia bajo Stalin, podía despertar el recuerdo de los
héroes de la guerra civil, de los cuales, él era uno.
Stalin lo hizo fusilar sin juicio junto
con 150 viejos bolcheviques, aproximadamente, ordenó que
su cadáver cortado en pedazos sea tirado a los lobos, en
el bosque cerca de Orel. Su sobrino segundo le hizo construir
un sobrio cenotafio en el que figuran sus últimas palabras
contra la burocracia y la GPU.
Cuando di una conferencia en la Universidad
de Kharkov, en 1992, al dirigirme a varios centenares de
personas, entre ellos, muchos jóvenes, me conmoví de poder
responder, en ese lugar y en ese momento, a la angustia
de Trotsky interrogando a su amigo en voz alta en el jardín
de Coyoacán. Gracias a mis investigaciones, Rakovsky respondía
"Presente".
Hice otros trabajos sobre los trotskistas
que nadie ha puesto en duda, pero de los que nadie habla
(sobre todo, en los periódicos y revistas que se reclaman
del trotskismo en Francia)... Así, Iván Nikitich Smirnov,
un obrero amigo de Trotsky, al que Lenin llamaba "la
conciencia del partido" y su joven compañera, Alexandra
Safonova, fundaron, después de haber capitulado, un grupo
de "trotskistas ex capituladores" como decía León
Sedov, que impulsó a fines de 1932 un "Bloque de Oposición"
que aparece velado en el informe del primer Proceso de Moscú.
Es la hija de Smirnov, la joven Olga Ivanovna Smirnova,
fusilada en 1937, quien había sido el agente de ligazón
entre Rakovsky y Smirnov.
Algunos de los "trotskistas ex capituladores"
como A. A. Konstantinov, a quien llamaban Kostia, o el joven
David Maidenberg, arrestado en 1925, fusilado en 1937, serán
los líderes de la segunda generación.
Para nosotros, el grupo de hombres destacables
que han sido los impulsores de la resistencia en los campos
de Stalin ya no es un misterio.
Sabemos casi todo acerca de las dos grandes
huelgas y sobre el fin de los trotskistas en la URSS en
1937 38, sobre la triple cuestión de la guerra de
España, de los procesos de Moscú y de sus derechos de "políticos":
a los nombres ya conocidos de G. I. Iakovin, Fedor N. Dingelstedt
y Sokrat Gevorkian, hay que agregar el de Samuel Krol, gran
dirigente sindical de los huelguistas de Magadan.
La apertura de informes de los archivos
permite también hoy responder a la pregunta "¿Quiénes
eran los trotskistas?" Burgueses y stalinistas siempre
han respondido a coro, en el mejor de los casos, que eran
intelectuales, gente que hilaba demasiado fino, totalmente
extraña a las preocupaciones de la clase obrera rusa e indignos
del menor interés por parte de la juventud del mundo. Hemos
podido establecer, a través de los elementos dados por la
prensa y los de los informes de la GPU y del partido cuando
fueron las expulsiones, que la aplastante mayoría de los
oposicionistas de fines del año 1929 eran jóvenes trabajadores,
de entre 20 y 30 años, que incluían a algunos de los más
jóvenes héroes de la guerra civil.
En otros términos, eran "la generación
de Octubre", y sabemos que fueron necesarios dos meses
para ejecutar con ametralladoras, en un claro cerca de la
fábrica de ladrillos de Vorkuta, por grupos de cincuenta,
a todos los que habían sobrevivido en ese campo, en donde
los habían agrupado adrede. He enviado a un Congreso realizado
en Montreal sobre la historia de Europa oriental, un estudio
sobre la composición de estos trotskistas por edad y por
profesión.
Empecé este artículo hablando de mis descubrimientos
personales, pero no puedo contentarme con eso: decenas de
investigadores, en primer lugar, rusos, han encontrado en
los archivos un material inutilizado, además de totalmente
disimulado hasta este momento, salvo por la KGB, que lo
ha explotado como una mina de informaciones durante años.
Por otra parte, sobre la historia de la
Unión Soviética propiamente dicha, nosotros, los historiadores
trotskistas, tenemos más que aportar sobre complementos
sacados de los archivos abiertos o de los trabajos recientes,
que sobre nuevas pistas.
Un soviético, el amigo Alexander Pochtchekoldin,
muerto más tarde, probablemente asesinado, estudió la influencia
de Stalin sobre la burocracia dispersa, su unificación y
luego los privilegios que permitieron mantenerla estrechamente
unida y hacer de ella una herramienta útil para cualquier
cosa.
Tenemos todos los documentos que faltaban
desde el año del Nuevo Curso, a fines de 1923 y comienzos
de 1934, pero ya conocíamos el grueso de su contenido, sobre
todo, todos los textos de Trotsky, y las respuestas que
le dieron, incluso una intervención suya en el Comité Central,
en el que se creía que había estado ausente.
Por otro lado, todo el mundo sabía que los
resultados de los votos en el partido habían sido ultrajantemente
falsificados. Supimos por el hijo de Antonov Ovseenko,
historiador de gran valor, que su padre, responsable político
del Ejército de N. I. Muralov, comandante de la guarnición
de Moscú, y el chequista Kote Tsintsadze, habían propuesto
a Trotsky marchar sobre el Comité Central, arrestar a Stalin
y confiar a militantes irreprochables la realización de
una nueva votación. Trotsky había rechazado deberle el poder
a un golpe de estado del Ejército Rojo, y no a la voluntad
de la base expresada claramente, sin presión ni miedo.
El gran historiador Víctor Petrovich Danilov,
a quien el Kremlin de Gorbatchov le retiró el pasaporte
por haber elogiado a Trotsky, y a mi libro sobre él, en
la revista "Eco", finalmente vio publicada una
parte importante de sus trabajos sobre la colectivización,
que permanecían inéditos hasta el momento.
No citaré ningún trabajo sobre la Gran Purga,
aunque algunos sean destacables. Pero, sobre este tema,
mucho se han expresado los investigadores. El descubrimiento
más amargo es que Stalin eligió personalmente a las mujeres
que habían jugado un rol en la lucha de la Oposición para
condenarlas, no a la prisión o a los campos, sino al uso
sexual de los prisioneros de los campos, "ya que ellas
aman a los trotskistas", habría comentado.
Y no puedo dejar de mencionar que el pretendido
"misterio" que rodeaba la muerte de Andrés Nin,
secretario del POUM, fue definitivamente esclarecido, confirmando
todas nuestras hipótesis, por el trabajo de los cineastas
catalanes del film Operación Nikolai.
Jean Jacques Marie no sólo ha confirmado
lo que los investigadores rusos habían indicado discretamente
acerca de Polonia, sobre la liquidación de todos los miembros
del PC polaco y la fecha de esta campaña de exterminio.
Nos ha enseñado también y por sobre todo, la existencia,
en este partido, de una oposición decidida a defender su
honor y a proseguir con la actividad comunista del partido,
formando así la Oposición de Izquierda, y que conoció la
misma suerte, con el asesinato a manos de la GPU del dirigente
de este combate, el antiguo miembro del Comité Central L.
V. Lipski, de sus hermanos Anton y Ludwig Lipski y de sus
camaradas Jerzy Szczot y Zelm Konstanty.
La investigación también permitió desenmascarar
a algunos "agentes": comenzando por los que se
habían infiltrado en el SWP.
Finalmente, Orlov, en sus archivos, dejó
la prueba de que "el periodista francés" Georges
Soria era, como yo había denunciado varias veces, un agente
de la GPU, encargado particularmente del pellejo de los
trotskistas.
De los otros personajes importantes acusados
de haber desempeñado un papel destacado en las operaciones
de la GPU, recordemos que Margarita Nelken, de la dirección
del PC español, era uno de ellos, a las órdenes de los enviados
de Moscú a Madrid, como, entre otros, el cínico Ernö Gerö.
En Polonia me enteré que el agente de la
GPU en España que infiltró el POUM y al que se lo tenía
por un ruso de nombre Lev Narvitch, era, en realidad, un
polaco llamado León Narwicz.
Sobre la política de la Comintern, debo
hablar también de los trabajos de camaradas que están cerca
mío. En primer lugar, Alexander (Sacha) Pantsov es el primero
en haber visto los archivos sobre la revolución china y
sacó un libro colmado de pruebas, de ejemplos, de homenajes
a los "bolcheviques chinos", muy brillante en
los matices que aporta, sin por esto y lejos de esto, cuestionar
la interpretación de Trotsky.
Bernhard Bayerlein, publicará inminentemente,
en Berlín, una obra en la que juntó todos los documentos
concernientes al año 1923 y la revolución alemana: un resumen
que va a molestar a todos los partidarios de la desaparición
de la revolución del horizonte de la humanidad, en el pasado,
en el presente y en el futuro. Pude utilizar estos documentos
para mi libro sobre la historia de la Comintern.
También Bayerlein está corrigiendo una obra
de la que tuve el placer de consultar el manuscrito de su
traducción alemana, sin poder mencionarlo, las memorias
de Georgi Dimitrov, el "jefe" de la Internacional
que entregaba a sus oficiales y a sus hombres a los verdugos
de Stalin, quien lo tenía cuidadosamente en cuenta.
En el marco de este artículo, no creo poder
penetrar en la masa de informaciones que los archivos de
la Comintern en Moscú amontonan y en los que se encuentran
en Harvard, en los papeles de Trotsky. Finalmente, se puede
tratar completamente por primera vez, la cuestión de la
resistencia de los militantes del KPD a la capitulación
sin combate de su partido frente a las bandas de Hitler,
y su posterior sacrificio.
Esta historia por sí misma da la trama de
la derrota de los revolucionarios frente a Stalin
Hitler, que los años siguientes confirmaron. Habría un libro
entero para hacer sobre el famoso "complot de la Comintern"
que, en 1938, costó la vida a tantos comunistas refugiados
o de regreso a Moscú para ser asesinados allí. Habría que
hacer otro sobre los islotes de resistencia en el seno mismo
del aparato, no sólo de la GPU, sino de sus responsables
extranjeros, "el grupo Neumann Lenski",
lo llamaban en 1932. No trataremos a Heinz Neumann con el
desprecio que le manifiestan los secuaces de Stalin o los
escribas que lo aprobaban o lo aprueban.
Viendo estos documentos, hemos adquirido
una mirada muy nueva y muy diferente de la personalidad
de Bela Kun, y, en sentido inverso, un revestimiento menos
heroico de Luiz Carlos Prestes en las valientes rebeliones
armadas brasileñas, infestadas, tanto por la policía política
brasileña como por la GPU, y la horrorosa masacre de todos
los enviados a Moscú, a quienes les fueron reservados los
tratos más innobles y más humillantes.
Sobre China, deseamos que Pantsov prosiga
con su trabajo, al menos hasta llegar al final de la segunda
guerra mundial, en donde sonó la campana del trotskismo
en China.
Una historia seria del PC checoslovaco podría
construirse alrededor de personalidades que hoy conocemos
bien por estos archivos: las luchas fraccionales terminaron
destruyendo casi enteramente un enorme capital político
y moral humano, cuya encarnación más deslumbrante es el
historiador, escritor y periodista surrealista y comunista
Zavis Kalandra, colgado por orden de Stalin en 1948.
Algunas cuestiones no recibieron aún la
respuesta esperada. ¿Quién mató a Julio Antonio Mella, el
héroe romántico del trotskismo cubano? ¿Los stalinistas,
como creen algunos trotskistas, los machadistas, como lo
juran los stalinistas y los Auténticos, o incluso muchos
machadistas? ¿Fue excluido de las filas comunistas después
de su primer entrevista con Vittorio Vidali? ¿Dónde se quedó?
La historia de los "andartes"
griegos ha permanecido durante mucho tiempo como episodios
de la historia militar, cuando se trata de una historia
muy política, la de una guerra civil. Se supone solamente
que Dimitros Sakarelos era un hombre de la GPU asesino de
un trotskista en los años 30, encargado durante la
guerra de enfrentar, de irritar la paciencia de los líderes
de los comunistas griegos y que fue asesinado accidentalmente.
Las probabilidades de pertenencia a la GPU
contra Tina Modotti son aplastantes, hay muchas acusaciones
pero ninguna prueba de los asesinatos de que se la acusa.
Sudoplatov llamó por sus nombres a los asesinos de Rudolf
Klement, secretario de Trotsky: Korotkov y Taubman enseguida
hicieron buenas carreras de burócratas.
En el sentido inverso, hubo algunas sorpresas.
Somos pocos los que sabemos que el gran historiador ruso
de la revolución francesa, Victor Daline había sido miembro
de la Oposición de Izquierda y que había intentado en vano
preservar los archivos: los de la GPU han hablado con gran
sorpresa de algunos señores ex stalinistas en las universidades
francesas.
Hasta aquí, he hablado mucho de la GPU que
ha infectado toda la historia del comunismo, y ha sustituido
todo, comenzando por el partido bolchevique, que había sido
revolucionario. Sin embargo, sus progresos han sido más
lentos de lo que se cree. Así, encontré en los archivos
del partido en Kharkov, documentos emanados del stalinista
Postychev en 1927, sobre todo una carta dirigida a Stalin,
en la que se defiende con energía de tener responsabilidad
en los intentos de violencia contra Rakovsky, a lo que se
dedicaban "desconocidos" y en donde todo indica
que se trataba de agentes de la GPU: Postychev reprobaba
estos "métodos" y creía que Stalin también los
reprobaba, y Stalin debía, en parte, esconderse detrás de
estos "desconocidos".
Son elementos de este tipo los que me dictan una conclusión. Todos juntos, los historiadores honestos de todos los países, marxistas o no; a pesar de las deshonestidades que son más numerosas aún y que muchos han denominado engañosamente "marxistas", hemos restablecido la verdad sobre un cierto número de puntos. Sin embargo, a veces, esta realidad pasada no aflora más que de manera imperceptible. En otros términos, se ha hecho un paneo superficial, ahora hay que profundizar. Y hay que profundizar sin perder de vista que no es "el arte por el arte", que la verdad es revolucionaria y que es porque uno es revolucionario que se busca la verdad y que se encuentra en ella un fragmento que permite atrapar la punta del ovillo, tirar de él y avanzar en la comprensión de este mundo en marcha que es necesario transformar.