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Estrategia Internacional N° 17
Otoño de 2001

FRANCIA
Reformismo, anticapitalismo y la “extrème gauche” francesa
Lucas Pizzutti

El llamado movimiento “antiglobalización” que emergió en Seattle en noviembre de 1999 se siguió desarrollando en Washington, Melbourne, Praga, Niza, Nápoles y Buenos Aires, para nombrar las instancias de movilización más importantes. El carácter y la composición de las movilizaciones ha sido muy variable, manifestándose con más fuerza en los países centrales, sobre todo Estados Unidos y Francia. Mientras que en Praga se destacaron sectores más radicalizados políticamente, en Seattle o Niza, lo llamativo fue la fuerte participación obrera, aunque encolumnada por sus direcciones burocráticas. La movilización en Nápoles el 17 de marzo, marcó un verdadero salto, con la presencia de miles de trabajadores, desocupados y estudiantes del lugar con sus reivindicaciones inmediatas.
El desarrollo de este movimiento ha contribuido enormemente a la deslegitimación de las instituciones del capitalismo internacional como el FMI, el Banco Mundial, la OMC o el Foro Económico Mundial, y cambió el clima ideológico, después de décadas de reacción, de “pensamiento único” y de “fin de las ideologías”. El fortalecimiento electoral de los grupos de la “extrema izquierda” francesa en las últimas elecciones municipales1, aunque se explica también por el desarrollo de la situación política y social nacional, es otra muestra de este cambio.
A lo largo de un año y medio de movilizaciones se ha desarrollado un proceso de diferenciación política dentro de este movimiento que algunos llaman “antiglobalización”. Por un lado, el ala reformista -que agrupa a ONGs, iglesias, organizaciones como ATTAC, burocracias sindicales, entre otras- sostiene una estrategia de “humanizar” al capitalismo y de mantener al movimiento en los marcos de la crítica “antineoliberal”. Pero dentro de este movimiento amplio, ha surgido un sector de vanguardia más radicalizada, sobre todo juvenil, que avanza hacia el cuestionamiento general del sistema capitalista como el causante de la miseria de la mayoría de la humanidad, lo que se expresa en consignas como “El capitalismo mata, matemos al capitalismo”. Dentro de este movimiento juvenil anticapitalista intervienen grupos anarquistas, autonomistas, autogestionarios y trotskistas.
Esta división se percibe en las acciones. ONGs, partidos reformistas y burocracias sindicales buscan realizar manifestaciones pacíficas de presión, que en general se corresponden con intentos de diálogo y negociación. La política de las direcciones burocráticas del movimiento obrero es mantener aislados a los trabajadores de la vanguardia juvenil anticapitalista, como por ejemplo hizo la AFL-CIO en Seattle, y sobre todo en Washington, o las centrales sindicales francesas que frente a la Cumbre de la Unión Europea en Niza tuvieron la política de presionar por la inclusión de la “carta de los derechos”.
El Foro Social Mundial que sesionó en Porto Alegre a fines de enero, fue el primer intento -de dimensiones- de los partidarios de la reforma, en sus distintas variantes, de “institucionalizar” al movimiento juvenil anticapitalista en los marcos de una “alternativa posible y realista” al “neoliberalismo”. ONGs, ATTAC, burocracias sindicales “opositoras”, publicaciones “pogresistas” como Le Monde Diplomatique, junto al gobierno municipal de Porto Alegre, encabezado por el Partido de Trabajadores, trataron de demostrar que “otro mundo es posible” sin derrotar al poder burgués e instaurar el poder de la clase obrera, los campesinos y los sectores populares. La miseria de esta utopía quedó en claro en las resoluciones que según estas organizaciones harían un “capitalismo más humano”.
Por el contrario, la vanguardia juvenil ataca las sedes de las corporaciones y los organismos internacionales, rechaza a los reformistas2 y se enfrenta duramente a la policía. El punto más progresivo de la juventud anticapitalista es el internacionalismo, que hace, por ejemplo, que jóvenes de países imperialistas reclamen la anulación de la deuda externa de los países semicoloniales, o rechacen la intervención norteamericana en Colombia. Pero es ideológicamente heterogéneo y todavía no ha encontrado una alternativa por la positiva al capitalismo ni el camino a la unidad estratégica con la clase obrera para poder realmente “matar al capitalismo”. Dentro de este movimiento hay importantes diferencias políticas y estratégicas. Mientras que los marxistas revolucionarios creemos que la clave para desarrollar el movimiento anticapitalista es unir a los miles de jóvenes que bloquean las cumbres y atacan a las corporaciones, con la clase obrera, porque esta es la única fuerza social que puede llevar a derrotar al capitalismo, los grupos anarquistas desprecian esta tarea de fundamental importancia para una perspectiva anticapitalista, que plantee la destrucción del poder burgués y su reemplazo por el poder obrero y popular. Su estrategia impotente3 favorece también la política de las burocracias sindicales de mantener aislada a la juventud de los miles de trabajadores que se movilizan con los sindicatos.
Esta vanguardia anticapitalista nos plantea a los grupos y corrientes que nos reividicamos marxistas revolucionarios un gran desafío y una gran oportunidad política, partiendo de reconocer las potencialidades y límites del movimiento y peleando por unir a los miles de jóvenes anticapitalistas con la clase obrera, para hacer avanzar la causa de los explotados y la estrategia de la revolución socialista. Para esto debemos ser capaces de impulsar las tendencias más progresivas del movimiento y combatir a aquellos que buscan limitar estos síntomas de radicalización política a una perspectiva antineoliberal y, de esta forma, agotar las energías de este movimiento en la búsqueda de reformas apenas tibias, como la tasa Tobin, o tras objetivos completamente reaccionarios como la “democratización” de las agencias internacionales del capitalismo como el FMI y el Banco Mundial.
Las corrientes sectarias que justifican su abstencionismo por el carácter reformista de las direcciones están condenadas a la esterilidad política. Pero su gemelo, el oportunismo que lleva a adaptarse a esas direcciones, no tiene un destino mejor. Ambos terminan facilitándoles la tarea de evitar la radicalización política y una perspectiva revolucionaria.
Probablemente el ejemplo prototípico de estas tendencias sea la intervención en el movimiento anticapitalista de las dos principales corrientes francesas que se reclaman trotskistas: el sectarismo, en el caso de Lutte Ouvriere (LO) y el oportunismo en el de la Liga Comunista Revolucionaria (LCR). Pero no son las únicas. Estos “dilemas” atraviesan varios agrupamientos que se reclaman marxistas, y las respuestas se inscriben en la misma lógica política. Por ejemplo, el SWP inglés, considera que “El estado de ánimo anticapitalista encuentra expresión concreta en la emergencia de un medio político más o menos organizado donde está comenzando a tomar forma una nueva izquierda. Este proceso comenzó en Francia después de las huelgas de 1995, donde Le Monde Diplomatique y ATTAC ofrecieron un eje para la oposición al neoliberalismo. Esas iniciativas tuvieron un impacto en toda Europa: hay ahora ediciones en inglés, alemán y griego de Le Monde Diplomatique, mientras que ATTAC se ha establecido en Noruega, Dinamarca, Suecia y Suiza”4. Al igual que la LCR, la política de la IST (International Socialist Tendency) de la que el SWP es el principal partido, es participar y establecer en varios países nuevas ramas de ATTAC5..
La LCR y LO, tienen aparentemente posiciones completamente antagónicas respecto al movimiento anticapitalista. La LCR llama a impulsar este movimento en forma acrítica, sin cuestionar absolutamente a las direcciones reformistas -viejas o nuevas- que intentan dirigir estas movilizaciones, siendo uno de los principales impulsores del Foro Social Mundial como “continuidad” natural de estas luchas. Lutte Ouvriere, después de la marcha de Seattle, criticó duramente a las organizaciones sindicales, campesinas, ecologistas y juveniles que participaron en la protesta contra la OMC, llegando a la conclusión de que a este tipo de manifestaciones no se debe acudir y virtualmente negando su existencia -salvo … cuando las tienen frente a sus narices, como ocurrió en Niza. Las dos corrientes, por acción u omisión dejan el campo libre para que las organizaciones reformistas de todo tipo se fortalezcan con estas movilizaciones, para finalmente castrarlas de todo contenido revolucionario.

ANTINEOLIBERALES

En los últimos años, la LCR ha desplegado más abiertamente una estrategia “antineoliberal”, y “democrática”, impulsando organizaciones como ATTAC6, que se proponen como alternativa “realista” algunas medidas mínimas, como la Tasa Tobin, que “controlen” al capitalismo “salvaje”, sustituyendo a una estrategia de clase, obrera y socialista, por alternativas vagas de los “ciudadanos” o la “sociedad civil”.
La LCR, para mantener una política de tolerancia hacia corrientes reformistas, necesariamente debe levantar un programa que no choque con sus intereses. Esto se vio en la movilización de Niza contra la Cumbre de la Unión Europea en diciembre del año pasado. En esa ocasión, la LCR planteó que “los jóvenes sabremos resistir activamente y terminaremos por imponer, todos juntos, una Europa Social, una Europa que contemple las necesidades de la mayoría y no genere el máximo de beneficios a una minúscula minoría, una Europa socialista y democrática”. Este llamado vacío a las buenas intenciones puede ser suscripto tranquilamente por cualquier corriente socialdemócrata europea.
Finalmente concluye que “El desafío es inmenso, y la LCR y las diferentes secciones de la IV Internacional están dispuestas a mirar a su alrededor, dentro del respeto de las especificidades de cada uno, de todas las fuerzas que, en Niza, se movilizaron por una Europa social y democrática”7.
La última muestra de esta política que lleva a la LCR a ubicarse como ala “izquierda” de las variantes reformistas fue sin dudas su participación en el Foro Social Mundial de Porto Alegre y la propuesta electoral para las elecciones municipales francesas del 11 de marzo pasado.
Haciendo un balance del Foro Social Mundial, el enviado especial de la “IV Internacional” (sic) plantea en un extenso artículo8 las principales conclusiones del Foro, sobre “la necesidad de construir una gran alianza contra la “mundialización neoliberal” (...) La cuestión de la democracia ha recibido un tratamiento privilegiado. Nada de extraño en esto. El Foro se realiza en Porto Alegre, el lugar de la experiencia democrática popular del presupuesto participativo”. El autor da buena cuenta de la “diversidad” de ideas para “reformar” al capital que se desarrollaron en el Foro, desde Tasa Tobin y la “demanda de un comercio justo” hasta las resoluciones del foro parlamentario que “mantiene la ilusión de una “reforma profunda de la OMC y de las instituciones financieras internacionales”, sin privarse de plantear con referencias lingüísticas sofisticadas que “el deseo y la preocupación de concebir las alternativas posibles suplantó a las grandes narrativas” en las reuniones sindicales. Después de definir la reunión del Foro como un reflejo de “la profundización, la radicalización y la diversidad de la resistencia a la mundialización capitalista-imperialista” y como un “laboratorio de lucha y reflexión teórica, política y programática”, la LCR reconoce que hubo algunas “lagunas”(!) en esa reflexión, nada menos que “la dimensión de clase, el antagonismo capital-trabajo y la apropiación social de los medios de producción”. Esto no impide, por supuesto, considerar a esta reunión, que fue un intento de revivir un tibio reformismo, como un paso adelante en la continuidad del movimiento anticapitalista. En relación a la participación en el Foro, el manifiesto presentado por el Secretariado Unificado plantea que “La IV Internacional está presente en el Foro Social Mundial a través de sus militantes, sus diputados, sus cuadros sindicales y los militantes de los diferentes movimientos sociales. Nosotros aportamos nuestra contribución: el punto de vista marxista revolucionario internacionalista. Pero también estamos presentes para escuchar, para aprender de la experiencia y la reflexión de los otros. Nosotros sabemos que tanto en las movilizaciones en las calles como en Seattle, y en las reuniones de reflexión como en Porto Alegre se siembran las semillas del internacionalismo del siglo XXI”9
La organización brasileña que adhiere al Secretariado Unificado, Democracia Socialista, que está dentro del PT, es parte del gobierno de Porto Alegre. La experiencia de este “laboratorio” como lo llama Le Monde Diplomatique, con su presupuesto participativo, se ha transformado en una política oficial de la LCR francesa. En las últimas elecciones municipales, uno de los ejes de la campaña de la LCR fue por “Uno, dos, tres.... Porto Alegre” (!)10, propagandizando el presupuesto participativo como una ejemplo de “democracia radical11”. Esta propuesta presentada como “100% a gauche” no es más que un programa reformista donde no hay política de clase, donde la propuesta a los miles de jóvenes que empiezan a ver en el capitalismo al enemigo, es el “localismo” de los gobiernos municipales, que con la participación de los “ciudadanos” podrían gerenciar una “redistribución” de la riqueza a favor de los que menos tienen. Inútil buscar cualquier referencia, siquiera remota, a la revolución social, a la destrucción del capitalismo y al poder de la clase obrera y los explotados.
La política de la LCR de adaptación a las variantes reformistas que plantean “lo posible”, es decir la utopía reaccionaria que “hay otro capitalismo posible”, y de un “internacionalismo antineoliberal” es una cobertura por “izquierda” de los que son enemigos acérrimos de la organización y la intervención independiente de la clase obrera y los sectores populares contra el capitalismo y el imperialismo. Es un obstáculo para el desarrollo de la vanguardia anticapitalista en un sentido progresivo, es decir, hacia su unidad con la clase obrera y con los explotados del mundo que lleve a una lucha hasta el final para “matar al capitalismo”.

SECTARISMO

En las antípodas de la LCR, Lutte Ouvriere tiene una actitud de negar que exista un despertar de la conciencia internacionalista y anticapitalista en amplios sectores de la juventud y los trabajadores (incluso en su propio país). A pesar de que este es un fenómeno político progresivo que persiste y se desarrolla y por lo tanto tiene pleno interés para los marxistas revolucionarios, Lutte Ouvriere sólo se dignó a dedicarle un artículo, aparecido inmediatamente después de la movilización de Seattle contra la Organización Mundial de Comercio (OMC). Allí se plantea como conclusión que “Está de moda hoy mirar a Seattle como el despertar de una nueva militancia e ignorar quiénes estuvieron allí, qué propusieron y la confusión que esas propuestas podrían causar en la mente de la clase obrera si llegara a tomar las demandas de Seattle. Seattle no representó un paso adelante, ni siquiera un rodeo encaminado vagamente hacia la dirección correcta. Buscar alguna dinámica promisoria allí es ignorar en primer lugar la composición social del movimiento. No es un accidente que las ideas proteccionistas incluyendo las más reaccionarias no sólo estuvieron representadas en el movimiento sino que le dieron a la movilización de Seattle su carácter político”12.
Después de este análisis, donde de lo que se trata es de exponer los límites del movimiento pero de ninguna manera las políticas para combatirlos, Lutte Ouvriere hizo silencio ante las manifestaciones de Washington, Praga, Melbourne, Seúl, etc. Ni en su periódico semanal, ni en su revista teórica “Lutte de Classe” existe una sola mención por parte de la dirección mayoritaria o de la fracción L’etincelle, ante este movimiento progresivo. Escudándose en lo reaccionario de muchas posturas de los ecologistas (que hablan del cuidado de la naturaleza sin ocuparse de qué sucede con los trabajadores ni de responsabilizar a la clase que envenena la tierra: la burguesía), y en la posiciones proteccionistas de la AFL-CIO (que en la marcha de Seattle pedía que no ingrese China a la OMC porque sus mercancías hacen competencia a la industria norteamericana) o a las de José Bové, LO sentencia “En estas marchas no se debe participar”.
Confundir el movimiento real con las direcciones que lo intentan dirigir es un típico error sectario. La contracara de este sectarismo es la ausencia de cualquier tipo de lucha política contra las direcciones que, hoy por hoy, están a la cabeza de las movilizaciones, y en su mayoría, se organizan en el Foro de Porto Alegre. La dirección de LO, que califica de reaccionarias a estas manifestaciones, tendría que explicar porqué es reaccionario el hecho de que estas manifestaciones inciten a protestar a sectores de los explotados y oprimidos -y no sólo a los ecologistas y a los agricultores proteccionistas- e indiquen que el enemigo a combatir son las multinacionales, sus instituciones y sus gobiernos. Sobre todo, ¿cómo podrán explicar que sea reaccionario el hecho de que en la manifestación de Nápoles contra el Global Forum decenas de miles de trabajadores y desocupados locales -que reclaman aumento de salarios y puestos de trabajo- tomaran esta lucha contra una reunión internacional de los capitalistas como propia y se enfrentaran con la policía durante horas?
Pero veamos cómo actúa LO cuando las manifestaciones suceden en “casa”, es decir, en Francia. En relación a la Cumbre de la Unión Europea que se realizó en Niza a principios de diciembre del año pasado, Lutte Ouvriere planteó que “Los gobernantes europeos reunidos van a disertar sobre la situación, puede ser que tomen alguna decisión simbólica (sic) y, sobre todo, hacer discursos destinados a la opinión pública, que no agregan gran cosa, pero les pueden hacer ganar algún punto de popularidad”13. Evidentemente para LO es “simbólica” la “Carta de Derechos” (que contempla, entre otros puntos, mayores restricciones para quienes tengan intención de emigrar en Europa Occidental), la formación de una “Fuerza de despliegue rápido” de 60.000 hombres que tiene como intención reprimir en el área europea, o la integración (mejor dicho colonización) de los países europeo orientales a la Unión, que se destacan entre las decisiones más importantes de esta reunión. Y sobre las marchas convocadas decían en el mismo artículo “Los objetivos que se fijan las diferentes organizaciones a la iniciativa de este llamado y a quienes se les asocian no son siempre las mismas: ellas son contradictorias. Si esta manifestación que ha reunido decenas de miles de personas permite que las reivindicaciones de los trabajadores y de los desocupados de todos los países de Europa, que se oponen a las políticas antisociales y antiobreras de sus gobernantes, se hagan entender por todos (sic) los políticos presentes en la cumbre, habrá sido muy útil estar ese día allá”. Es decir, condenan a los convocantes porque tienen “objetivos contradictorios”, sin decir quiénes son y los programas que levantan, y sin llamar a participar, dejan abierta una pequeña puerta diciendo que si “todos” los políticos europeos de la cumbre “entienden” los reclamos, la protesta habrá servido. Aquí se revela la estrategia de LO consistente en que los gobiernos burgueses “entiendan” nuestras reivindicaciones y se dignen a solucionarlas.
Resulta muy interesante también para comprender la política de LO de ignorar el movimiento anticapitalista, revisar la curiosa visión del carácter “nacional” del capitalismo de los países europeos, donde no tendrían ninguna importancia la economía internacional, los bloques regionales y acuerdos entre los gobiernos o determinadas empresas de distintos países, ya que todo se decide en cada país: “La decisión de manifestar en Niza en la cumbre de jefes de estado y de gobierno europeos no puede ser otra cosa que simbólica, ya que no es ciertamente en el curso de las cumbres europeas que se toman las decisiones. Los ataques antiobreros, las políticas al servicio de la patronal, las decide cada gobierno por su cuenta, incluidos los gobiernos que se autodenominan de izquierda, como el de Jospin. Incluso cuando invocan la existencia de la Unión y las normas europeas, las ponen en la mesa como para decir que no pueden hacer otra cosa”14. Una cosa es reconocer que no hay un “superimperialismo” europeo y que cada gobierno debe lidiar con su propia clase obrera. Pero otra es negar que existen acuerdos temporarios (a veces por tiempo prolongado) entre los distintos imperialismos, o impuestos a las semicolonias, que se traducen en instituciones como las Naciones Unidas, la OTAN, el FMI, la OMC, la UE, NAFTA, etc., que tienen consecuencias directas en la marcha de la economía y la política y deciden sobre la vida y la muerte de millones de personas15. Y agregan en el artículo: “Entonces, hablando de Francia, ¿porqué lo que fue posible en Niza no es posible en París o en otra parte? ¿Es que las decenas de miles de trabajadores que la CGT fue capaz de movilizar, no pueden ser movilizados contra los despropósitos cotidianos de “nuestros” patrones, los Michelin, los Alstom, los Moulinex, los Peugeot y otros explotadores que son los actores locales de la mundialización?”. Que las burocracias europeas responsabilicen a la Unión Europea de los males que sufren los trabajadores, para eximir de responsabilidad a las patronales y los gobiernos de sus respectivos países, no es una excusa para no protestar contra la Unión Europea, incluyendo a sus sostenedores, los gobiernos y las patronales de cada país y señalar, a su vez, la única alternativa progresista frente a la Europa de los monopolios: los Estados Unidos Socialistas de Europa.
La estrechez de miras de LO, al no entender qué sucede fuera de las fronteras de Francia, termina por no entender lo que sucede en su propio país. La abstención de combatir por una estrategia obrera, internacionalista y revolucionaria, contribuye al fortalecimiento de mediaciones pequeñoburguesas como ATTAC, la Confederation Paysanne o la lista Motive-é-s, que tuvo una alta votación en las elecciones en Toulouse.
Como queda claro tanto los oportunistas de la LCR como los “sectarios” de LO, reflejan una adaptación a las direcciones reformistas y burocráticas. Al contrario de estas corrientes que falsamente reclaman ser la “extrema izquierda”, los revolucionarios tenemos que intervenir audazmente en este movimiento para desarrollar sus tendencias más progresivas y mostrar la superioridad ideológica, teórica y estratégica del marxismo revolucionario frente a la miseria de las utopías pequeño burguesas o del reformismo burgués, que nada tienen que ofrecer al movimiento de masas, más que vagas promesas de que “otro mundo es posible”. El surgimiento de esta vanguardia anticapitalista que pone nuevamente en primer plano el carácter internacional de la lucha contra el capitalismo plantea más que nunca la urgencia de esta tarea.

 

1 Las elecciones municipales se realizaron el 11 de marzo. Por primera vez ganó la alcaldía de París, históricamente a manos de la derecha, el candidato de la izquierda plural. Las listas de la “extrema izquierda” obtuvieron un alto porcentaje de votos.
2 Esta división también se expresó en el Foro Social Mundial. Sectores importantes del campamento juvenil emitieron una declaración titulada “Otro mundo es posible...sólo destruyendo al capitalismo”, denunciando el carácter reformista del Foro y la política del PT. Esta declaración fue impulsada por organizaciones trotskystas entre ellas Estrategia Revolucionaria-corriente brasilera que adhiere a la FT-, la Juventude Em Lutta Révolucionaria y En Clave Roja y grupos anarquistas.
3 Tanto sectores anarquistas como otros que se reivindican autogestionarios y autonomistas se oponen a la estrategia de que los trabajadores conquisten el poder político. Estos últimos comparten con los reformistas el postulado “pensar global, actuar local”. Algunos, como los italianos de “Ya Basta!” toman como modelo al zapatismo mexicano que explícitamente niega como objetivo la lucha porque obreros y campesinos tomen el poder.
4 The Anticapitalist Movement and the Revolutionary Left, Alex Callinicos, 7 marzo de 2001. Este documento forma parte de la discusión y posterior ruptura con la organización norteamericana ISO, que pertenecía a la IST, que tuvo como su punto más importante la política hacia el movimiento anticapitalista.
5 En el documento anteriormente citado el principal dirigente del SWP británico, Alex Callinicos, plantea: “Nuestras organizaciones hermanas escandinavas en Dinamarca, Noruega y Finlandia (un grupo recientemente sumado a la Tendencia) han sido activas en el establecimiento de nuevas ramas nacionales de ATTAC...”. Aunque en Gran Bretaña ATTAC no se ha desarrollado, el SWP es acrítico de las expresiones más moderadas como Jubileo 2000.
6 Para que no queden dudas sobre el carácter profundamente reformista de esta organización, el primer párrafo de la Plataforma Internacional de ATTAC plantea que “La mundialización financiera agrava la inseguridad económica y las desigualdades sociales. Rodea y reduce la elección de los pueblos, de las instituciones democráticas y de los Estados soberanos encargados del interés general (!), sustituyéndolo por lógicas estrictamente especulativas que sólo expresan el de las empresas transnacionales y de los mercados financieros”. Uno de los proponentes de la Tasa Tobin, no duda en afirmar que “no constituye una medida radical” y “que no es ni de izquierda ni de derecha”.
7 Rouge, 2da. semana, diciembre 2000.
8 Forum Social Mondial Au-dela du succes, les éternels dilemmes, Ernesto Herrera, Inprecor, marzo 2001.
9 La IV Internationale au Forum Ecouter, apprendre, proposer, Inprecor, marzo 2001.
10 Comunicado de Prensa de campaña de la LCR, 14-2-01.
11 Para una crítica del presupuesto participativo ver artículo en esta misma revista.
12 World Trade Organization - Railing Against the WTO Doesn’t Stop Imperialism’s Ills, Class Struggle, enero 2000, reproducido de la edición francesa de Lutte de Classe, diciembre 1999.
13 Lutte Ouvriere 8-12-00
14 Lutte Ouvriere 15-12-00
15 José Bové declaró a La Repubblica de Italia (26/1/2001) que “La entrada de China en la OMC enviaría a la ruina a 40 millones de campesinos”. Aunque con una postura reaccionaria, el líder de la Confederation Paysanne demuestra conocer la importancia de las organizaciones internacionales de la burguesía.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

   

 

   
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