Inicio
  Revista Estrategia Internacional
   
  Teoría
  Economía
  Polémicas
  Declaraciones
  Situación Internacional
  Guerra Irak
  Medio Oriente
  Latinoamérica
  Asia
  Estados Unidos
  Europa
   
   
   
   
  English
  Francais
  Portugues
   
 
   
  Archivo
  Buscar
   
   
   
  Correspondencia
  ¿Quiénes somos?
   
   
   
  Links
 
 

 

Estrategia Internacional N° 17
Otoño de 2001

DEBATE MARXISTA
Valor, forma y contenido de la riqueza en Marx y en Antonio Negri:
Una diferencia sutil pero esencial
Paula Bach

Marx destaca en los Grundrisse : “Si la sociedad tal cual es no contuviera, ocultas, las condiciones materiales de producción y de circulación para una sociedad sin clases, todas las tentativas de hacerla estallar serían otras tantas quijotadas”. De la comprensión de esta cita (en principio muy abstracta) pueden desprenderse múltiples interpretaciones sobre la actual situación del capitalismo. A Antonio Negri le cabe el mérito de haber puesto el foco en una obra de la calidad de los Grundrisse1 (luego de tantos años de interpretación dogmática del marxismo manipulado y deformado por la estrechez del pensamiento stalinista) en la que se hallan poderosas definiciones como esta y por cierto, el razonamiento de Negri tiene, como punto de partida una particular interpretación de este concepto. Por decirlo de algún modo, a mi entender, Negri otorga un valor ilimitado al desarrollo de dichas “condiciones materiales de producción y de circulación para una sociedad sin clases” pero, en el contexto mismo de una sociedad de clases. Destaco la palabra ilimitado porque en su razonamiento esa “ausencia de límites”, lo lleva a saltar por encima de la existencia de determinadas relaciones de producción y por tanto de determinadas relaciones de clase. Dicha ausencia de límites parecería estar estrechamente vinculada a su abandono explícito de la lógica dialéctica a la que podríamos llamar la “ciencia” de los “límites” y que está sujeta a una serie de leyes como la interpenetración de los contrarios, el cambio de cantidad en calidad, el desarrollo a través de las contradicciones, los conflictos entre el contenido y la forma, entre otras. Entiendo que en las palabras de Marx citadas más arriba, está implícito un concepto fundamental: el de las relaciones de producción. Determinadas relaciones materiales de producción y de circulación, las capitalistas en nuestro caso, contienen ocultas las relaciones materiales de producción y de circulación para una sociedad sin clases. Pero que determinadas relaciones materiales de producción contengan ocultas otras condiciones materiales de producción significa inevitablemente un choque, una contradicción, la interpenetración de contrarios que se hace ciertamente más y más conflictiva a medida que el capitalismo sobrevive y por tanto desarrolla aún parcialmente las fuerzas productivas. Pero esta interpenetración se da sobre la base de la existencia generalizada y predominante de determinadas relaciones materiales de producción, las capitalistas, cuya existencia depende necesariamente de la ley propia del capitalismo, la ley del valor. Y esto, más allá de todas las mediaciones bajo las cuales se manifiesta dicha ley en el capitalismo desarrollado y más aún en nuestros días.
Se plantea así un problema fundamental: una cosa es que la ley del valor hoy subsista bajo condiciones de crisis, es decir que resulte cada vez más difícil convertir en capital acrecentado nuevas masas de trabajo no pago y otra cosa muy distinta es afirmar, como lo hace Negri que “…la situación actual nos permite verificar de manera irrefutable que la ley de la medida temporal del valor (como los Grundrisse lo habían previsto) ya no está vigente.”2 Esto luego de indicar que “El razonamiento es aquí delicado: es necesario, en efecto, entender lo que significa la ley del valor. Para mí y para algunos otros (desde los economistas clásicos), la ley del valor significa la medida del valor.”3 Para Negri entonces el valor sigue vigente, aunque no su medida. Pero ¿qué significa esto? ¿Puede el valor volverse inconmensurable (más allá de las evidentes dificultades para su medición) sin dejar de ser valor propiamente dicho? Antonio Negri considera que hay que “buscar identificar la naturaleza del valor-trabajo del ‘general intellect’, para comprender, por consiguiente, eso que puede significar un valor ‘fuera’ y ‘más allá de la medida’ y también las dimensiones y la intensidad del valor-trabajo en el contexto de la ‘intelectualidad de masa’” 4 Pero ya en este punto se hace necesaria una pregunta: ¿A qué ‘valor’ se refiere Negri? No existen desde el punto de vista de la crítica de la economía política elaborada por Karl Marx, múltiples tipos de valor. En todo caso existen el valor como tiempo de trabajo socialmente necesario contenido en las mercancías, el valor de cambio como la forma de expresión de ese valor y el valor de uso. En el valor que, según Negri, hoy sigue vigente, parecería perderse la materialidad, es decir, su sustancia. Veamos esto más detenidamente.
Los valores de uso son como dice Marx en las primeras páginas de El Capital el contenido material de la riqueza en cualquier forma de sociedad. El valor (o su forma de manifestación, el valor de cambio) es la forma específica que adquieren los valores de uso bajo las relaciones de producción capitalistas. Es decir que el concepto de valor en contraposición al concepto valor de uso, es propio y característico de relaciones de producción específicamente capitalistas. Dicho valor, aún cuando está compuesto de trabajo abstracto (que significa indiferenciado y no inconmensurable) es y sólo puede ser definitivamente concreto. Es decir es (y sólo puede ser) cantidad de tiempo de trabajo socialmente necesario, sustancia de valor que determina el intercambio entre las mercancías5. De este modo, hablar de la generalización y por tanto existencia del capitalismo como modo predominante de producción, es según Marx, afirmar la existencia de una sociedad fundada en la contabilidad del tiempo de trabajo. Los conceptos capitalismo, capital, ley del valor y contabilidad del tiempo de trabajo son, por ello esencialmente inseparables en este contexto. Es precisamente la contradicción creciente entre la producción del valor asociada a la efectivización de la ley del valor o a la conversión de trabajo no pago en capital y, la producción de valores de uso, ya inserta originalmente en la mercancía la que genera las tensiones agudas existentes y crecientes al interior del modo de producción capitalista. Es esta contradicción entre producción de valor y producción de valores de uso la que se manifiesta, como una colisión violenta entre la socialización creciente de la producción y la apropiación privada de sus frutos por un lado, entre la planificación creciente de la producción al interior de las unidades productivas y la anarquía de la producción en su conjunto.
Pero entonces volviendo a la pregunta anterior ¿qué significa el concepto ‘valor’ para Toni Negri en el capitalismo hoy? Para él significa un híbrido, una indeterminación absoluta, la expropiación de la “cooperación del trabajo”, pero no bajo la forma de tiempo de trabajo, sino bajo la forma de un no valor y un no valor de uso. Nuevos conceptos pueden ser válidos en tanto y en cuanto sean capaces de explicar en forma más aguda y, en última instancia, más concreta la realidad. El carácter abstracto, indeterminado, no es una falla sino una característica de los conceptos en su forma más pura. Pero, a la vez esos conceptos indeterminados deben ser necesariamente capaces de llenarse de contenido, de hacerse concretos para explicar la realidad como una estructura, como una síntesis de múltiples abstracciones. Creo que Negri, al abandonar expresamente la dialéctica6, expresión de las leyes del movimiento, acaba otorgándole a su valor un carácter ideal en el sentido de que no puede ser llenado de contenido para explicar la realidad7. Al dejar de lado la dialéctica, y por tanto el entendimiento de la realidad como interpenetración de contrarios Negri acepta a lo sumo lo que podríamos llamar una coexistencia de contrarios en la que las condiciones materiales de producción y de circulación ocultas pueden desarrollarse más allá de los límites impuestos por dicha interpenetración. Tras este camino, en su razonamiento, la figura del valor puede separarse sin más de sus posibilidades de medición.
En este mismo sentido creo que Negri confunde el concepto de valor, como él lo entiende, con el concepto de riqueza tal como lo plantea Marx. Al pasar por alto la diferenciación sutil que realiza Marx entre el contenido material de la riqueza y el valor como la forma particular que ella adquiere en el capitalismo, acaba transformando al valor en algo ideal en el sentido planteado más arriba8. Este razonamiento es el que le permite concluir que Marx pronostica en los Grundrisse la posibilidad de existencia de un capitalismo sin valor-trabajo. Pero veamos lo que dice Marx: “En la medida, sin embargo, en que la gran industria se desarrolla, la creación de la riqueza efectiva se vuelve menos dependiente del tiempo de trabajo y del cuanto de trabajo empleados, que del poder de los agentes puestos en movimiento durante el tiempo de trabajo, poder que a su vez –su poderosa eficacia- no guarda relación alguna con el tiempo de trabajo inmediato que cuesta su producción, sino que depende más bien del estado general de la ciencia y del progreso de la tecnología, o de la aplicación de esta ciencia a la producción […]” 9 Si comprendemos que Marx utiliza el término riqueza no para referirse a una supuesta riqueza abstracta general sino a los valores de uso, entenderemos que su planteamiento está identificando la contradicción creciente entre la producción de valores de uso y la producción de valores (o valores de cambio) en el marco del desarrollo de la gran industria. Marx continúa diciendo que “La riqueza efectiva se manifiesta más bien –y esto lo revela la gran industria- en la enorme desproporción entre el tiempo de trabajo empleado y su producto (esto es entre el valor y los valores de uso N.de R.), así como en la desproporción cualitativa entre el trabajo, reducido a una pura abstracción, y el poderío del proceso de producción vigilado por aquél. El trabajo ya no aparece tanto como recluido en el proceso de producción, sino que más bien el hombre se comporta como supervisor y regulador con respecto al proceso de producción mismo […] El trabajador ya no introduce el objeto natural modificado, como eslabón intermedio, sino que inserta el proceso natural, al que transforma en industrial, como medio entre sí mismo y la naturaleza inorgánica, a la que domina. Se presenta al lado del proceso de producción, en lugar de ser su agente principal”. Ahora bien,: “En esta transformación lo que aparece como el pilar fundamental de la producción y de la riqueza no es ni el trabajo inmediato ejecutado por el hombre ni el tiempo que este trabaja, sino la apropiación de su propia fuerza productiva general, su comprensión de la naturaleza y su dominio de la misma gracias a su existencia como cuerpo social; en una palabra, el desarrollo del individuo social. El robo de tiempo de trabajo ajeno sobre el cual se funda la riqueza actual, aparece como una base miserable comparado con este fundamento, recién desarrollado, creado por la gran industria misma. Tan pronto como el trabajo en su forma inmediata ha cesado de ser la gran fuente de la riqueza, el tiempo de trabajo deja, y tiene que dejar, de ser su medida y por lo tanto el valor de cambio [deja de ser la medida] del valor de uso. El plustrabajo de la masa ha dejado de ser condición para el desarrollo de la riqueza social, así como el no-trabajo de unos pocos ha cesado de serlo para el desarrollo de los poderes generales del intelecto humano. Con ello se desploma la producción fundada en el valor de cambio, y al proceso de producción material inmediato se le quita la forma de la necesidad apremiante y el antagonismo. Desarrollo libre de las individualidades, y por ende no reducción del tiempo de trabajo necesario con miras a poner plustrabajo, sino en general reducción del trabajo necesario de la sociedad a un mínimo, al cual corresponde entonces la formación artística, científica, etc., de los individuos gracias al tiempo que se ha vuelto libre y a los medios creados para todos.” 10 En estas palabras de Marx resulta de fundamental importancia comprender la contraposición que él instala en el proceso de transformación. Marx une el desarrollo del individuo social al momento en el cual el pilar fundamental de la producción y de la riqueza deja de ser el trabajo inmediato y el tiempo de trabajo. Pero, la riqueza actual, es decir la riqueza bajo las condiciones capitalistas de producción, está fundada precisamente, en el robo de trabajo ajeno. En lo que Marx llama el proceso de transformación opera precisamente esa interpenetración de contrarios de la que habláramos. Y en este proceso, la riqueza actual no puede abandonar su forma a menos que deje de ser riqueza en el sentido específicamente capitalista es decir, robo de trabajo ajeno. Por ello Marx presenta como una clara unidad el proceso en el cual el trabajo deja de ser fuente de la riqueza, el tiempo de trabajo deja de ser medida de la riqueza y el valor de cambio deja de ser medida de los valores de uso. La solución de este proceso es la negación del capitalismo, es el abandono de la forma actual de la riqueza (robo de trabajo ajeno) y el reemplazo por su contenido (valores de uso) situación esta que, evidentemente no puede darse bajo relaciones de producción capitalistas. Esta diferenciación es central puesto que es precisamente la dificultad para resolver esa contradicción la que define cada vez más al capitalismo contemporáneo. Porque si reconocemos que el tiempo de trabajo expropiado es la única fuente de ganancia o de riqueza desde el punto de vista capitalista, comprenderemos el carácter reaccionario inevitable que tiene que adoptar el capital cuando cada vez menos el tiempo de trabajo define la generación de riqueza en general (como contenido). Que cada vez la creación de riqueza se independice más y más del trabajo humano significa una reducción creciente del conjunto del tiempo de trabajo necesario de la humanidad y por tanto una creciente creación de tiempo libre. Pero el capital se constituye de trabajo robado, entonces, como también dice Marx en los Grundrisse: “La creación de mucho tiempo disponible –aparte del tiempo de trabajo necesario-, para la sociedad en general y para cada miembro de la misma (esto es margen para el desarrollo de todas las fuerzas productivas del individuo y por ende también de la sociedad), esta creación de tiempo de no-trabajo, se presenta desde el punto de vista del capital, al igual que en todos los estadios precedentes, como tiempo de no-trabajo o tiempo libre para algunos. El capital, por añadidura, aumenta el tiempo de plustrabajo de la masa mediante todos los recursos del arte y la ciencia, puesto que su riqueza consiste directamente en la apropiación de valor de plustrabajo; ya que su objetivo es directamente el valor, no el valor de uso. De esta suerte malgré lui [a pesar suyo], sirve de instrumento para crear las posibilidades del tiempo disponible social, para reducir a un mínimo decreciente el tiempo de trabajo de toda la sociedad y así, volver libre el tiempo de todos para el propio desarrollo de los mismos. Su tendencia empero, es siempre por un lado la de crear tiempo disponible, por otro la de convertirlo en plustrabajo. Si logra lo primero demasiado bien, experimenta una sobreproducción, y entonces se interrumpirá el trabajo necesario, porque el capital no puede valorizar plustrabajo alguno. Cuanto más se desarrolla esta contradicción, tanto más evidente se hace que el crecimiento de las fuerzas productivas ya no puede estar confinado a la apropiación de plustrabajo ajeno, sino que la masa obrera misma debe apropiarse de su plustrabajo. Una vez que lo haga –y por ello el tiempo de trabajo disponible cesará de tener una existencia antitética-, por una parte el tiempo de trabajo necesario encontrará su medida en las necesidades del individuo social y por otra el desarrollo de la fuerza productiva social será tan rápido que, aunque ahora la producción se calcula en función de la riqueza común, crecerá el tiempo disponible de todos. Ya que la riqueza real es la fuerza productiva desarrollada de todos los individuos. Ya no es entonces, en modo alguno, el tiempo de trabajo, la medida de la riqueza, sino el tiempo disponible. El tiempo de trabajo como medida de la riqueza pone la riqueza misma como fundada sobre la pobreza y al tiempo disponible como existente en y en virtud de la antítesis con el tiempo de plustrabajo, o bien pone todo el tiempo de un individuo como tiempo de trabajo y consiguientemente lo degrada a mero trabajador, lo subsume en el trabajo”.11 En estas palabras de Marx queda expresada patentemente la imposibilidad de que bajo el capitalismo la disminución del tiempo de trabajo necesario se transforme en riqueza social y por lo tanto en tiempo libre para la humanidad. La disminución del tiempo de trabajo socialmente necesario para la producción del conjunto de mercancías (que tomado de esta manera incluye también a la plusvalía, es decir al trabajo excedente), es esencialmente antitética con la acumulación del capital fundada en la acumulación de trabajo enajenado. En la medida en que históricamente esta tendencia se agudiza, la masa total de trabajo social necesario (entendido como suma de tiempo de trabajo necesario y excedente que no hay que olvidar que son términos relativos) disminuye. El capital entonces se ve obligado, para valorizarse, a convertir parte del trabajo necesario en trabajo excedente (ahora nos referimos no al trabajo total sino al trabajo de distintos sectores de trabajadores). El desempleo creciente podría definirse así, como la forma mediante la cual el capital “valoriza” la disminución general del tiempo de trabajo convirtiendo el trabajo necesario de masas de desocupados en trabajo excedente a través de la superexplotación de los trabajadores ocupados. Es decir que el capital convierte tiempo de trabajo socialmente necesario en tiempo de trabajo excedente. Es decir, una operación a través de la cual reemplaza salarios (trabajo necesario) de unos por plusvalía (trabajo excedente) de otros.
La contradicción entre forma capitalista de la riqueza y contenido material de la riqueza es la contradicción entre el valor de uso y el valor. La existencia misma del capitalismo depende de la posibilidad de que el contenido de la riqueza adquiera la forma de valor, es decir de tiempo de trabajo no pago. La relaciones capitalistas de producción, la existencia de la propiedad privada y la apropiación privada de los frutos de la producción son condición necesaria para la existencia de esa forma. Es por ello que, bajo condiciones de producción capitalistas la riqueza no puede independizarse de su forma aunque el desarrollo de las fuerzas productivas choque progresivamente con esa forma revelando la necesidad del contenido material de la riqueza (los valores de uso) de liberarse de su necesaria conversión capitalista a la forma de valor. Este choque hace por tanto, como hemos tratado de explicar, al capitalismo cada vez más reaccionario ya que es parte de su esencia la unidad inquebrantable con la forma de valor. El único modo posible de liberar el contenido de la riqueza de su forma de valor es a través de la ruptura de la contradicción entre la producción crecientemente social y su apropiación privada así como de la ruptura de la contradicción entre la creciente planificación del trabajo en las unidades productivas y la anarquía de la producción capitalista en su conjunto. Socialización de la apropiación de los frutos de la producción y planificación social de la producción son las únicas vías posibles para liberar el contenido de la riqueza material (la producción de valores de uso) de su forma específicamente capitalista, el valor. Socialización y planificación de la producción sólo pueden lograrse a través de la expropiación de los medios de producción de manos de la burguesía. Esta es la única vía posible para liberar a la riqueza social de su forma de valor, para convertir el tiempo de no trabajo en tiempo realmente libre para los trabajadores, para en definitiva, liberar progresivamente a la humanidad de la pesada carga del trabajo, para que la medida de la riqueza sea verdaderamente el tiempo disponible y para desarrollar efectivamente las necesidades del individuo social.

 

1 Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse), redactados por Karl Marx entre los años 1857/1858.
2 Revista El Rodaballo, nro. 11,12 pág. 25.
3 Idem. Págs. 24,25.
4 Idem.
5 Insistimos, más allá de la forma oculta en la que esta relación se ha manifestado en el capitalismo desarrollado (cuestión ya señalada por Marx en la transformación de los valores en precios de producción) y de la forma más laberíntica aún en la que se manifiesta en nuestros días.
6 El afirma que“(…) Nuestro materialismo no es en modo alguno dialéctico.” Fin de Siglo, pág. 126.
7 Como en todos aquellos que han abandonado el camino de la dialéctica, en el pensamiento de Negri no deja de aparecer como plantea León Trotsky “(…) un destello de esperanza por un más allá.” (En defensa del marxismo, pág. 29)
8 Si esta confusión es quizá el punto de partida del razonamiento de Negri y la que da forma a su concepto indeterminado de valor, él prosigue por el mismo camino y agrega otros conceptos tan indeterminados y poco explicativos como éste tales como la idea de imperio o multitud que no abordamos en esta nota que se refiere específicamente al problema del valor y de la riqueza.
9 El subrayado es mío.
10 Grundrissse Pág. 592-593.
11 Grundrisse Pág. 595-596.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

   

 

   
  La Fracción Trotskista está conformada por el PTS (Partido de Trabajadores por el Socialismo) de Argentina, la LTS (Liga de Trabajadores por el Socialismo) de México, la LOR-CI (Liga Obrera Revolucionaria por la Cuarta Internacional) de Bolivia, ER (Estrategia Revolucionaria) de Brasil, Clase contra Clase de Chile y FT Europa. Para contactarse con nosotros, hágalo al siguiente e-mail: ft@ft.org.ar