Más aún que en su primera edición, el Foro Social Mundial
(FSM) reunido en Porto Alegre ha estado dominado
por la asociación entre el reformismo socialdemócrata europeo,
expresado principalmente por el gobierno de la "izquierda
plural" francesa (concurrieron seis de sus ministros),
en particular el Partido Socialista gobernante, y el reformismo
latinoamericano del Partido de los Trabajadores de Brasil.
A diferencia del año pasado, cuando la intención era montarse
sobre las movilizaciones "antiglobalización" para
fortalecer al "ala derecha" de dicho movimiento,
hoy del tema prácticamente no se habla, y el Foro es aún
mucho más abiertamente "institucional" que en
el 2001, con mayor presencia de funcionarios gubernamentales
y parlamentarios. Esto no sorprende. El movimiento "antiglobalización"
que, ya venía polarizándose en dos alas desde las manifestaciones
de Gotenburgo y Génova debido a la discusión acerca de la
utilización de la violencia en las protestas, entró en crisis
con los atentados del 11 de septiembre. Mientras un sector,
incluso, apoyó la intervención imperialista en Afganistán,
la gran mayoría de quienes se opusieron lo hicieron desde
una posición meramente pacifista, sin distinguir entre países
opresores y oprimidos. Sólo una pequeña minoría sostuvo
posiciones correctamente antimperialistas. La reivindicación
de Jospin y otros gobernantes europeos de la "tasa
Tobin", produjo una mayor simbiosis entre el ala derecha
de los "antiglobalizadores" (como ATTAC) y los
gobiernos "pluralimperialistas". La juventud anticapitalista,
por su parte, quedó a la defensiva y mostró los límites
de sus posiciones "autonomistas" y "anarquistas"
a la hora de enfrentar el dominio de los grandes monopolios.
El poder de los estados imperialistas, supuestamente "desaparecido"
en las teorías en boga, mostró en los últimos meses toda
su fuerza, y especialmente en el caso del imperialismo dominante,
los EE.UU., con un Bush que recurre al más puro "interés
nacional" para justificar las intervenciones norteamericanas.
El dominio más descarado en el FSM de la socialdemocracia
se puede ver en un símbolo: el año anterior habían sido
repudiados por el público ministros y ex ministros de la
socialdemocracia francesa; hoy los "socialimperialistas"
se pasean tranquilos y el "repudio" consistió
en rechazar la presencia del primer ministro belga -que
apoya la "Tasa Tobin"- por "neoliberal".
Incluso el PT llegó al punto de prohibir hasta la quema
de banderas norteamericanas en la marcha de apertura. Con
la mirada puesta en la próxima elección presidencial, no
quiere que ni el mínimo atisbo de antimperialismo altere
su respetabilidad burguesa.
A la consigna tradicional "otro mundo es posible"
la nueva edición del FSM ha agregado otra, "por la
paz mundial" , junto con un pronunciamiento "contra
todo tipo de terrorismo" que bloqueó la presencia de
los independentistas vascos. Las FARC, que sí participaron,
tienen una presencia muy marginal, a diferencia del importante
protagonismo del año pasado. De conjunto ha sido mucho más
secundaria la participación del conjunto del populismo latinoamericano.
Es claro que, a pesar de las declamaciones de intelectuales
como Chomsky, más que una oposición, la "globalización
democrática" sostenida en el FSM es un complemento
de lo postulado en el Foro Económico Mundial de "Davos"
(ahora reunido en Nueva York), que sirve a los fines de
los gobiernos socialdemócratas de la Unión Europea para
mostrar una cara más "social" que la de Washington
y para ampliar su influencia imperialista en América Latina.
Muchas palabras y datos para describir las "consecuencias
negativas de la globalización" para justificar porqué
no puede atacarse ningún de los intereses fundamentales
de quienes dominan el mundo.
Las otras "novedades" en Porto Alegre han sido
el aumento en cantidad de público (se calcula la presencia
de 50.000 personas) y una mayor presencia de delegaciones
de la izquierda argentina. La crisis y las jornadas revolucionarias
del 19 y 20 de diciembre han sido obviamente uno de los
principales temas de discusión. Pero la irrupción de masas
no es la vía que preconizan los convocantes del FSM. Por
el contrario, sus "propuestas" buscan evitar que
esta se produzca y su alerta a los que se reúnen en Nueva
York es que hagan "reformas" que si no se va a
multiplicar lo de Argentina. Ya estamos viendo como lo postulado
en el FSM sirve para tratar de bloquear la acción de masas:
los miembros del Frenapo y la CTA recorren en Buenos Aires
las Asambleas Populares proponiendo su institucionalización
"a la manera de la democracia participativa de Porto
Alegre". En realidad, la movilización de masas que
acabó con De la Rúa fue un golpe a todo el "centroizquierdismo"
que hegemoniza el FSM y que, en Argentina, fue parte del
gobierno aliancista de la mano del Frepaso.
Lejos de enfrentar la política de las direcciones reformistas
organizadoras del FSM, las corrientes centristas que se
reinvindican "trotskistas" con mayor presencia
en el mismo -argentinas (como el MST, el PO o el MAS) o
brasileñas (como el PSTU o la CST-MES)- son parte directa
de su organización o son participantes "responsables".
Aunque a diferencia de la LCR francesa -que presenta al
Forum como el gran ejemplo a seguir y cuya corriente hermana
en Brasil, la Democracia Socialista, es parte del gobierno
estadual de Río Grande do Sul y de la intendencia de Porto
Alegre- corrientes como el PSTU o el PO critican los aspectos
más reformistas del Forum, sus cuestionamientos son en el
terreno meramente "literario".
Son la "pata izquierda" de este engendro reformista.
Aún con importantes fuerzas militantes presentes, no enfrentaron
al FSM, siquiera, como lo hizo meritoriamente la juventud
anticapitalista el año pasado.
El proceso revolucionario abierto en Argentina indica que
para triunfar, las masas deben seguir un camino opuesto al del reformismo “light”pregonado en el FSM.
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