En un trabajo anterior señalábamos esquemáticamente las diferencias
existentes entre las acciones de diciembre y las que abrieron
el proceso revolucionario en mayo de 1969. En
“Una vez más sobre las jornadas revolucionarias del
19 y 20 de diciembre” decíamos:
- En la Batalla de Plaza de Mayo no fueron obreros agrupados en
grandes destacamentos sindicales y estudiantes derrotando
a las fuerzas represivas, sino jóvenes trabajadores, estudiantes
y desocupados, prácticamente sin organización previa, junto
con algunos cientos de militantes de las corrientes de izquierda
los que en Plaza de Mayo hostigaron con piedras, en acciones
que remiten a la Intifada, a la policía, pero sin llegar
a derrotarla. En diciembre la victoria fue política, ya
que se logró la caída de De la Rúa, no militar. Para derrotar
militarmente a la policía era necesaria la entrada en escena
de otras fuerzas sociales: los trabajadores y los desocupados
organizados.
- El Cordobazo fue una acción más ofensiva, que se realizó contra
un gobierno mucho más fuerte que el de De la Rúa. Si bien
contra el “onganiato” las clases medias por intermedio del
movimiento estudiantil venían mostrando su descontento y
existían algunas luchas obreras previas, nadie preveía la
dinámica que cobraría el descontento que empieza a manifestarse
con las protestas estudiantiles de mediados de mayo en Corrientes.
El de Onganía se consideraba el gobierno más estable desde
el golpe fusilador del ‘55.
- En 1969 la situación económica era incomparablemente más estable
que en la actualidad. Entonces fue la lucha de clases la
que quebró el equilibrio capitalista. Se venía de algunos
años con un acelerado crecimiento industrial (índices cercanos
al 6 % anual) que estaban dando los primeros signos de debilitamiento.
Nada que pueda compararse a los cuatro años de recesión.
Las jornadas actuales se dieron en condiciones donde ya
estaba roto el equilibrio capitalista desde el punto de
vista de la economía.
- Cuando se produce el Cordobazo, el proletariado venía fortalecido
estructuralmente. Luego de las derrotas obreras de fines
de los ‘50 y principios de los ‘60, que permitieron la aplicación
de planes de “racionalización” (es decir, superexplotación
obrera) se desarrolló un ciclo de afluencia de capital imperialista,
con el desarrollo de nuevas industrias, principalmente la
automovilística, la pesada y semipesada, la petroquímica,
el desarrollo de las explotaciones petrolíferas, las máquinas
de calcular, la cohetería y la atómica, que estaban transformándose
en las ramas dominantes o en extensión en la estructura
económica del país. Moreno señalaba correctamente este aspecto
contra aquellos (como Santucho) que veían una decadencia
absoluta de la economía nacional apoyándose en la declinación
de ciertas ramas de producción como los ingenios azucareros.
En la actualidad la clase obrera viene indudablemente más
golpeada tras cuatro años de recesión y niveles de desocupación
y subocupación inéditos en la historia del país. Viene además
de soportar la pérdida de muy importantes conquistas. Sin
embargo, como señalamos en el programa del PTS, el proceso
que vivimos bajo el menemismo fue un “nuevo espiral de desarrollo
desigual y combinado, que significó simultáneamente una
relativa modernización capitalista en algunas ramas e impuso
un retardo más severo e infranqueable al desarrollo nacional,
empujando al país más profundamente en el callejón sin salida
de la sumisión al imperialismo” (...)
- Desde el punto de vista de la acción revolucionaria de la clase
obrera y la conquista de su hegemonía sobre el conjunto
de las clases explotadas lo antes señalado provoca tendencias
contradictorias. Por un lado, la centralidad proletaria
era claramente visible en el Cordobazo y en el Rosariazo,
en el cual las columnas obreras jugaron un rol central.
Hoy, a pesar de las huelgas generales donde el proletariado
ha hecho pronunciamientos políticos contra ataques de conjunto
y ha protagonizado en los últimos años multitud de conflictos
parciales, son excepciones (metalúrgicos de Tierra del Fuego
en el ‘95; Ingenio La Esperanza en el ’99; Zanón en la actualidad)
los casos en que el proletariado ha tenido enfrentamientos
que superen los marcos de la legalidad burguesa, como ha
sido característico de los desocupados. Es indiscutible
el efecto negativo que ha tenido la altísima desocupación
en lograr que los obreros acepten los planes de despidos
y suspensiones acordados entre las patronales y la burocracia.
Una crisis aguda de la clase obrera acompaña la decadencia
de la economía nacional. Pero a la vez, las mismas condiciones
de agravamiento de las penurias de las masas, el alto crecimiento
de la pauperización y de la desocupación, crean una situación
de “leña seca” para levantamientos revolucionarios muy superior
a la existente en los años del Cordobazo. Situación que
ya se ha expresado en los levantamientos con elementos de
guerra civil protagonizados por los desocupados, primero
en el ‘97 y luego en los años 2000 y 2001.
- Una cuestión novedosa del levantamiento actual es el papel explosivo
jugado por las capas medias urbanas, en particular de la
Capital Federal, especialmente a partir del incautamiento
de salarios y depósitos. En realidad en lo que los medios
de comunicación describen como las protestas de la clase
media, confluyen un conjunto heterogéneo: desde distintos
sectores que son parte de la clase trabajadora pero participan
de las acciones como “ciudadanos” (trabajadores estatales
y docentes, cadetes, oficinistas, empleados de pequeñas
empresas y talleres, trabajadores de los servicios, etc.)
y estudiantes hasta comerciantes y profesionales “liberales”.
La juventud constituye sin duda el sector más radicalizado
de esta protesta, enfrentándose valientemente con las fuerzas
de represión. De alguna manera este proceso de giro a la
izquierda de la juventud se venía expresando en el derrumbe
electoral de la Franja Morada en las universidades. Sin
embargo, en perspectiva, si los acontecimientos revolucionarios
se desarrollan, las capas medias tenderán a polarizarse
a derecha e izquierda.
- En la actualidad es mucho más profunda la crisis burguesa, siendo
más descarnada la guerra intercapitalista que se viene dando
desde comienzos de la crisis.
- A la vez, es mayor la descomposición de las alternativas de dominación
burguesa. Mientras que las masas en el Cordobazo se enfrentaron
a una dictadura, la caída de De la Rúa tiene significación
tanto por ser la primera vez que un movimiento de masas
voltea a un gobierno electo por sufragio popular como por
el repudio manifestado por la población al conjunto de los
partidos burgueses. El peronismo se ha mostrado en lo inmediato,
aún en su división y desprestigio, capaz de actuar como
“partido de la contención”. Pero él también es parte de
una “crisis de hegemonía” del dominio burgués. En el período
abierto con el Cordobazo, existían Perón y el peronismo
como grandes mediaciones, rol que hoy nadie está en condiciones
de jugar.
- Por último, una comparación de la subjetividad de la vanguardia
y de la clase obrera en ambos momentos. La revolución cubana,
primero, la guerra de Vietnam y la situación internacional
abierta con el Mayo Francés, después, hacían muchísimo más
presente para decenas de miles de activistas obreros y estudiantiles
la perspectiva de la revolución social entonces que en la
actualidad. Se partía de un nivel de subjetividad muy superior
al existente actualmente. Este no es sólo un fenómeno nacional.
A pesar de la decadencia del “neoliberalismo” aún no se
ha revertido, a nivel de masas, la percepción de que no
hay alternativa al capitalismo. La expropiación de los capitalistas
y el socialismo no son vislumbrados aún como salida por
las masas que han volteado al gobierno. Este es un hándicap
con el que las clases dominantes pueden compensar hoy la
mayor debilidad de mediaciones reformistas y burocráticas
con que cuentan. Es esto lo que explica que en lo inmediato,
aunque condicionado por la efervescencia de masas, pueda
darse el juego entre las diversas variantes burguesas a
la hora de enfrentar la aguda crisis de poder. La radicalización
de la juventud y sectores de las clases medias puede puede
“abrir el camino” para permitir el cambio de esta situación
en la clase obrera.
- Igual que en el Cordobazo, no existen en
la actualidad organismos de las masas de tipo soviético,
aún embrionarios, aunque sí está la experiencia de las Asambleas
Piqueteras, que fueron un paso en este sentido, en especial
la votación de la última de ellas en el sentido de realizar
una tercera asamblea de ocupados y desocupados con un delegado
cada veinte. Se puede apreciar en toda su magnitud el rol
de sostenedores del régimen de los dirigentes piqueteros,
complementario al de las burocracias de la CGT y la CTA,
que se negaron a cumplir el mandato de convocatoria a la
tercera asamblea. |