Cuál es su visión de la situación actual de
la economía mundial comparada con la de los ‘80?
HT: Creo que ahora vivimos en un período radicalmente
nuevo. El último período –no sé cómo lo definen ustedes-
fue el período que va desde 1940 hasta el presente, en particular,
el período después de la gran depresión. Y en este período,
por supuesto, lo crucial fue la Guerra Fría, que fue una
expresión particular de la relación entre el stalinismo
y el capitalismo. Pienso que el artículo en vuestra revista
Estrategia [se refiere a E.I. N°17], los discute bastante
correctamente. El punto esencial es que este período está
terminado. La estabilización del capitalismo –más allá de
lo que se pensaba sobre ello, cuán estable se pensaba que
fuera- ahora ha terminado. Está retornando un período de
capitalismo clásico, donde el equilibrio, como Trotsky lo
veía, ha dejado de existir. Durante los ‘80, las oportunidades
de lucha política fueron obstaculizadas por el stalinismo,
que todavía estaba allí. Estaba muriendo pero todavía estaba
allí: los partidos comunistas estaban todavía allí, el stalinismo
de conjunto estaba todavía allí, los intelectuales todavía
eran seducidos por el stalinismo. Ahora eso ha terminado.
Es verdad que están China, Corea del Norte y Cuba, pero
es igualmente evidente que esos países ya no son clásicamente
stalinistas –claramente están cambiando.
Entonces el dominio del stalinismo ha desaparecido y con él ha
terminado la Guerra Fría misma. Eso ha destruido la estabilidad
del capitalismo. Realmente es un tipo de broma cruel sobre
el capitalismo. Después de 1989 los capitalistas tuvieron
un período de triunfalismo cuando decían que habían ganado,
que el socialismo estaba acabado, etc. Y ahora lo que ha
ocurrido, por supuesto, es lo contrario. El capitalismo
está en tremendos problemas. Está en problemas porque la
estabilidad del estado ya no existe, y esto es así por una
serie de razones, que yo discuto en mi artículo en Critique.
Una de esas razones es que el control directo y la disciplina
ideológica de la clase obrera que fue posible bajo el stalinismo
ya no puede existir. El uso de la ideología anticomunista
ya no tiene sentido, y por supuesto, han intentado reemplazarla
con un sinsentido sobre los estados parias y varias otras
cosas, pero en realidad esto no tiene sentido y no hay nada
que hacer al respecto. Es interesante que Bush esté tratando
de revivirla bajo una nueva forma, pero parce una farsa.
Es una farsa y parece una farsa. Simplemente no tiene posibilidades
de éxito. No veo ninguna forma en la que sea capaz de recrear
ese tipo de atmósfera, ese tipo de control. Pienso que mucha
gente no se da cuenta del enorme cambio ideológico que ocurrió
realmente, particularmente en los países desarrollados.
Los controles anticomunistas simplemente ya no existen.
Uno puede verlo, por supuesto, en la vida cotidiana, puede
verlo en la vida personal. Para mí fue obvio cuando me nombraron
profesor de estudios marxistas, lo que es sorprendente.
Pero eso sólo fue posible porque ya no hay más anticomunismo,
y como resultado ya no existe el antimarxismo como antes.
Por supuesto, es estúpido. Se podría decir que tendrían
que haber entendido desde el comienzo la diferencia entre
marxismo y stalinismo. Pero no la entendieron, y usaron
al stalinismo contra el marxismo pero realmente no entendían
lo que estaban haciendo.
Otro aspecto es que la clase dominante tenía una coherencia que
ya no tiene –hay ahora distintas fracciones enfrentadas.
En vuestro artículo ustedes hablan de distintos estados
peleando unos contra otros –no tengo acuerdo realmente con
esta parte, pero ciertamente el número creciente de fracciones
en la clase dominante implica que ya no es capaz de dominar
como una entidad única en la misma forma y que tampoco está
intentado hacerlo porque no piensa que tenga un enemigo
único, que es muy diferenciado, se podría decir. Pero hay
este tipo de ventana de oportunidad donde no ve al enemigo
de la misma forma, no ve a la clase obrera o al marxismo
como su enemigo ahora. Dentro de unos pocos años lo verá,
pero hasta el momento las cosas se han vuelto mucho más
abiertas, particularmente en los países desarrollados. En
los países subdesarrollados es algo diferente, porque es
mucho más agudo que en los países desarrollados.
El segundo aspecto del fin de la Guerra Fría, por supuesto, fue
el enorme rol económico directo que jugó la Guerra Fría.
Y, por supesto, si uno lo estudia ve que los gastos en armas
en Norteamérica cayeron un tercio desde 1986. Subieron nuevamente
en los últimos tres años, pero no mucho. E incluso los aumentos
de Bush no van a llevarlo nuevamente al nivel en que estaban
porque han caído alrededor del 30% en términos reales. Si
uno observa el porcentaje del PBI, que no es una medida
marxista, pero si uno lo observa han seguido cayendo, efectivamente.
Entonces el rol del sector militar no está ni próximo al
que tenía antes.
Pero no es sólo la cuestión del sector militar. Como he planteado,
se debe considerar la Guerra Fría en términos de disciplinamiento
y control de la clase obrera, que fue crucial. El sector militar, por supuesto, era importante y ahora ha perdido
esa importancia. Entonces los controles que disponían han
desparecido en gran medida. Pienso que lo que esto significa
-y esto se repite en la prensa burguesa- es que la desaceleración
actual es muy distinta de cualquier caída previa desde 1940.
Eso es lo que están diciendo ahora The Economist y Financial
Times. Es muy diferente, y la razón es que ahora nuevamente
se trata de una crisis clásica. Es decir, lo que tenemos
es un excedente de capital. Anteriormente no era así, porque
como resultado de lo que significaba la naturaleza de los
acuerdos de clase que tuvieron después de la guerra, como
resultado de esto buscaron una estrategia keynesiana, que
es realmente un tipo moderado de estrategia reformista en
la cual el aparato del estado es usado para desarrollar
la economía, en la cual lo central es el crecimiento, que
lleva después al pleno empleo. Y, por supuesto, eso se quebró
desde 1973 en adelante, y en ese momento giraron hacia el
capital financiero. Entonces lógicamente se esperaba que
hubiera un excedente para acumular, pero en la medida en
que tuvieron una Guerra Fría, eso estaba contenido. Una
vez que la Guerra Fría llegó a su fin no hubo realmente
forma de mantenerlo.
Pienso que la crisis realmente existe desde 1973, pero su forma
actual data de 1987-89. En 1987 tuvimos este derrumbe en
Wall Street al que le hicieron frente vertiendo dinero al
sistema, pero que llevó al derrumbe en 1989. Y si se observa
el período desde 1989 hasta el presente lo que se ve es
una tasa más baja de crecimiento en el último período –desde
1989- en todos los países. El peor caso es el de Japón,
que sigue en una permanente depresión de la cual es poco
probable que emerja. Y si uno observa las tasas de crecimiento,
excepto para Estados Unidos están realmente muy bajas.
Entonces ha cambiado claramente toda la naturaleza de la acumulación
–como he planteado, este fue el efecto del fin de la Guerra
Fría, del fin del stalinismo. Y en este período entonces
tenemos una brecha creciente entre el excedente de capital
y la posibilidad de invertir ese capital, y esto es continuo.
Su expresión material es en términos de sobreproducción.
Entonces si uno observa las contradicciones existentes,
están presentes todas las contradicciones clásicas. Es decir,
en términos de subconsumo, de caída de la tasa de ganancia
y de desproporcionalidad –esas son las tres formas que toma
la crisis global, y que están presentes. Lo interesante,
por supesto, es que no tienen solución para esto. La pregunta
ahora no es si va a haber una caída continua sino qué profundidad
tendrá. Esta situación va a durar mucho tiempo, y en mi
visión va a haber subas y bajas, pero nunca retornará a
lo que fue antes de 1989. No veo que Estados Unidos se encamine
a otro boom, eso simplemente no va a ocurrir. Para el tercer
mundo, por supuesto, esto significa que la situación es
incluso peor, porque el flujo de capital que los fondos
norteamericanos solían dirigir a una parte del tercer mundo,
claramente será menor –no era demasiado de todos modos,
pero será mucho menor. Más bien, lo que tendremos es una
retirada del tercer mundo, es decir que la clase capitalista
simplemente retirará el dinero de allí.
Piensa
que podemos tener una crisis similar a la del período interguerra-
la Gran Depresión? ¿Qué elementos ve a favor y en contra
de esta perspectiva?
HT: El elemento principal que está frenando esta perspectiva –a
pesar de todo el sinsentido sobre el neomonetarismo, o monetarismo,
o el así llamado neoliberalismo– es el rol enorme del estado
hoy y -nuevamente, ustedes lo mencionan- el rol creciente
de las grandes firmas. Esto implica que la clase capitalista
es capaz de usar medidas para evitar seguir el mismo camino
que Estados Unidos.
Recordemos, en 1929 hubo un derrumbe en Wall Street y después,
de hecho, las cosas no cambiaron tanto hasta 1930 –incluso
se recuperó el nivel anterior. Pero después lentamente la
economía se hundió hasta 1933, cuando el mercado de valores
representaba sólo el 10% de lo que había sido. Y, por supuesto,
la actividad económica se hundió muy precipitadamente después
y seguió permanentemente en depresión.
Bien, pienso que la diferencia es que en ese período básicamente
estaban usando sólo las tasas de interés, realmente subieron
la tasa de interés. Ahora obviamente usarán una estrategia
reformista de baja de las tasas de interés y, en segundo
lugar, van a tomar el control de cualquiera de las grandes
firmas que quiebre. Ya lo han hecho –en los 80, Savings
and Loans en Estados Unidos quebró y se pagaron alrededor
de 500 mil millones para salvarlo. Van a hacer lo mismo
nuevamente. No van a permitir que quiebre un banco tras
otro. Los nacionalizarán, efectivamente –no lo llamarán
así pero eso es lo que harán.
Entonces, en ese sentido, no se va a repetir lo que ocurrió en
los 30. No vamos a tener una depresión de esa profundidad,
simplemente porque la clase dominante no lo permitirá, principalmente
por dos razones. Una es que le temen políticamente a esta
perspectiva, son concientes de lo que puede. Y en segundo
lugar, por supuesto, los está afectando, no quieren que
quiebren sus bancos. No estamos en el siglo diecinueve cuando
había un número razonable de bancos relativamente pequeños.
Ahora tenemos un número muy pequeño de grandes bancos que
juegan un rol crucial, entonces, por ejemplo, el banco más
grande del mundo, Citibank, podría quebrar, pero no lo permitirán.
O el Bank of America podría quebrar. Al Bank of America
no le está yendo muy bien hasta el momento –potencialmente
podría quebrar, pero obviamente no lo permitirán. En ese
sentido, no vamos a tener una caída de ese tipo.
Por otro lado, todavía está abierta la pregunta de qué profundidad
tendrá. Pienso que lo que está claro es que la caída actual
durará algún tiempo. Eso es lo que están diciendo ahora
los comentaristas burgueses –no todos, parece haber una
diferencia entre el Financial Times y la prensa norteamericana.
La prensa norteamericana siempre es optimista sobre esto
y parece decir “Bien, no ocurrirá”, y cuando ocurre, dicen
, “Oh bien, no durará demasiado tiempo, se recuperará en
unos pocos meses”; y cuando no se recupera en unos pocos
meses dicen “Oh bien, se recuperará en seis meses”. Que,
dicho sea de paso, si uno lee la prensa de 1929-30, puede
ver que es exactamente la forma en que lo veían entonces.
Es muy similar, al menos en ese aspecto.
Pero el Financial Times es bastante distinto –está anticipando
esta caída. Uno de los editores, llamado Samuel Brittan,
que es conservador pero que parece saber bastante más de
marxismo, ha planteado exactamente ese argumento, que la
caída actual durará algún tiempo. La pregunta no es si durará
mucho tiempo, sino qué profundidad tendrá realmente.
Como las medidas que están tomando son hasta ahora limitadas, pienso
que será considerablemente profunda. Pienso que será así
porque está claro que las ganancias han caído en general.
Si uno observa por qué han caído las ganancias, primero
el excedente de capital permanece. Si se observan las bases
subyacentes de esto, el capital financiero sigue siendo
dominante y continúa su forma parasitaria, retirando capital
de la industria, y tiene que encontrar algún lugar donde
invertir. En los 90, invirtió parcialmente en el sudeste
asiático, y eso colapsó. Eso fue cuando estaba intentando
desesperadamente encontrar algún lugar donde ubicarlo, lo
pusieron en el sudeste de Asia. Eso colapsó. Entonces el
excedente de capital que tienen sigue existiendo. Lógicamente,
en la medida en que exista, es difícil ver cómo se reanimarán.
Por supuesto es posible que los gobiernos tomen una estrategia
de reanimamiento pero hasta el momento ese no es su punto
de vista. Y no pienso que lo sea. ¿Por qué no harán esto?
Pienso que fundamentalmente porque le temen a la clase obrera.
Temen que si persiguen lo que ellos llaman una estrategia
inflacionaria, la clase obrera se fortalezca y los enfrente.
Pienso que por esto pusieron un freno, a partir de la crisis
de 1973, como una decisión conciente.
Cuán
profundas son las diferencias entre los países imperialistas
al comienzo de esta recesión o crisis económica del capitalismo
mundial?
HT: Hay diferencias claras en cómo abordarla y también hay relaciones
antagónicas. Es claro que al capital continental [es decir,
Europa sin Gran Bretaña, n. de e.] no le gusta el dominio
del capital norteamericano, al capital francés, al que nunca
le ha gustado, o al capital alemán. El capital británico
está muy estrechamente ligado con el norteamericano y aunque
hay hoy antagonismos, estos son limitados. Trotsky y Preobrazhensky
discutían que Gran Bretaña combatía a Norteamérica en los
20, pero hoy eso está fuera de discusión. Hoy, están muy
interrelacionados. Es verdad que hay aspectos de esto pero
no veo que sean importantes excepto en las discusiones.
No veo que lleven a ningún antagonismo violento entre ellos,
porque la conexión con Estados Unidos es demasiado grande.
La clase capitalista alemana, la clase capitalista japonesa,
son muy dependientes del capital norteamericano. Una razón
fundamental del fracaso de la economía japonesa es el hecho
de que la economía norteamericana no se expandió tan rápidamente
como habían esperado. El hecho es que Norteamérica actúa
como un mercado tanto para Alemania como para Japón, y uno
simplemente no puede separalos hoy.
Es verdad, las fuerzas productivas y el mercado han ido más allá
del estado nación. Tenemos los Estados Unidos de Europa
bajo forma capitalista pero es claro también que incluso
los Estados Unidos de América encuentran al estado nación
demasiado limitante. Entonces encontramos en el Observer
de hoy [diario del domingo del mismo editor que The
Guardian, n. de e.] una discusión sobre la forma en
que la Boeing toma a sus empleados, 45.000 trabajadores
sólo en Gran Bretaña, que es un reflejo del hecho de que
incluso en Estados Unidos ustedes tienen una industria que,
por supuesto, ha ido más allá del terreno del estado nación.
Es obvio que ningún estado nación puede hoy, por sí solo,
construir un avión moderno –sí un pequeño avión, pero uno
no se puede imaginar un Boeing 747 construido por un pequeño
estado nación como Gran Bretaña e incluso Estados Unidos
hoy lo encuentra difícil.
Entonces, el sentido de esto es que una vez que las fuerzas productivas
y el mercado mismo van más allá del estado nación, es imposible
imaginar que pueda haber realmente una guerra entre esos
países. Hay antagonismos, por supuesto, y las contradicciones
del capital se reflejan en forma distinta, es verdad, pero
no puedo ver que vayan más allá de eso. Pueden tener peleas
–ustedes pueden ver esta pelea tonta por las bananas entre
la Unión Europea y Estados Unidos. Seguramente, puede haber
conflictos de ese tipo, pero eso es lo máximo que pueden
alcanzar.
La otra razón de por qué no veo que vaya a haber una guerra directa
o cualquier amenaza de guerra entre esos países es que las
fuerzas productivas de guerra han ido más allá del estado
nación. No es sólo que las armas nucleares destruirían ambos
países –uno no podría imaginar a Gran Bretaña y Francia
combatiendo con armas nucleares, simplemente se destruirían
unos a otros por lo que es imposible usarlas- no es sólo
las armas nucleares, se aplica a casi caulquier arma ahora.
Si uno usa la artillería más moderna entonces puede destruir
cualquier país que quiera- si uno usa armas químicas, biológicas.
Se ha alcanzado tal punto que dos estados desarrollados
no pueden combatir entre sí sin destruirse.
Pero hay que preguntarse ¿por qué la clase capitalista de todos modos querría hacer esto? ¿Por qué
está en su interés hacerlo? En el único punto en que podrían
encontrarse sus intereses, uno podría imaginar, es en una
situación donde el capitalismo estuviera en proceso de ser
derrocado. En ese caso, por supuesto, podría intentar usar
el nacionalismo para tratar de quebrar la clase obrera.
Pero lo que vemos es que aunque el nacionalismo ha levantado
cabeza, particularmente en Europa Occidental, hoy la burguesía
de los países centrales está realmente en contra del nacionalismo,
precisamente porque ha ido más allá del estado nación. Todavía
sigue atada al estado nación. El capital todavía es un capital
nacional, por supuesto, eso es verdad. Y el capital norteamericano
todavía es un capital imperial norteamericano, es verdad.
No tengo acuerdo con que son compañías multinacionales –no
lo son realmente. Son compañías que están en muchos países,
pero Ford y General Motors son claramente compañías norteamericanas.
Extraen plusvalía de otros países, eso es bastante claro.
El centro sigue estando en Estados Unidos, la tecnología
viene de Estados Unidos, la investigación está en Estados
Unidos, y lo más importante es que la plusvalía va a Estados
Unidos. Entonces claramente, en ese sentido, sigue siendo
imperialista –eso es verdad. Pero eso no altera el hecho
de que no son nacionalistas en el viejo sentido. Precisamente
porque están operando en el mundo de conjunto.
Usted
ha dicho que las economías japonesa y alemana dependen del
mercado norteamericano. Pero en el pasado pienso que esta
fue –en el caso de Japón- una relación ventajosa para Japón
porque tenía la protección militar norteamericana y podía
producir bienes para vender a gran escala en el mercado
norteamericano. Y esta es la razón de su éxito. Pero si
se compara esto con la situación de comienzos de los 90
a la economía japonesa le está yendo muy mal. Usted dijo
que esto está ligado al hecho de que el mercado norteamericano
no se ha desarrollado tan rápido como ellos esperaban.
Piensa
que este tipo de estrategia burguesa de acumulación en Japón
podría cambiar? ¿Piensa
que habrá un tipo distinto de desarrollo?
HT: He leído alguna información sobre el pensamiento estratégico
de la burguesía que dice que Japón podría volverse más agresivo,
más orientado a Asia y en particular a China, más militarista,
como una salida de la depresión económica. No quiero decir
que esto ocurrirá en el próximo año, sino en el mediano
o largo plazo.
Bien, por supuesto que el capitalismo en declinación puede hacer
lo que Ud. dice, puede actuar de una forma irracional, que
creo que es lo que Ud. está diciendo. El fascismo fue exactamente
eso. Si uno observa a la Alemania nazi, no estaba en interés
de la clase capitalista tener a Hitler –eso lo aclaró bien
Trotsky. Entonces, sí, es bastante posible que podamos tener,
no sé, el ascenso de un movimiento pequeño burgués, un movimiento
nacionalista allí que sea aceptado por la burguesía. Supongo
que es posible, pero no me parece que en este momento. Aunque
hay un ascenso del nacionalismo japonés y de grupos de extrema
derecha, no me parece que sea tan fuerte. Dependerá de si
la burguesía, o un sector de ella, estará dispuesta a apoyarlo.
El problema es que las relaciones con Estados Unidos son realmente
cruciales para Japón –como ustedes dicen, todavía tiene
tropas allí, en Okinawa, como sabemos. Y de hecho tienen
tropas también en Alemania. Entonces está claro que esos
dos países permanecen dependientes tanto militar como financieramente.
Pero es difícil ver cómo Japón podría transformar a China
hoy en una colonia propia, a menos que el Partido Comunista
Chino y la ascendente burguesía china colapsen. Supongo
que el Partido Comunista puede colapsar del mismo modo que
en Rusia. Pero lo que es interesante es que Rusia y Ucrania
no son lugares donde cualquiera pueda invertir –tanto IBM
como Philips y otras compañías se han retirado. Son áreas
de desastre económico. Entonces no me parece muy probable
que Japón pueda usar a China en ese sentido, o para el caso,
a Corea. No hay realmente alternativas a Estados Unidos.
El mercado en Estados Unidos es particularmente para autos
¿verdad? El mercado norteamericano es de alrededor de 17
millones de autos. No hay reemplazo para ese tipo de mercado,
y por supuesto, Japón y Alemania están vendiendo entre otros,
autos de lujo muy caros que no podrían vender de la misma
forma en el sudeste asiático. Es un mercado muy particular
al que están relacionados, y hay enormes inversiones japonesas
en Estados Unidos, en los bonos del gobierno norteamericano,
que permanecen. Y a menos que Estados Unidos vaya a expropiarlos,
es muy importante para Japón. No hay forma que Japón pueda
tener realmente un conflicto con Estados Unidos donde no
pierda.
Desde
el punto de vista de una perspectiva histórica, ¿Ve Ud.
signos de una declinación gradual norteamericana que comienza
en los ‘70?
HT: Bueno,
pienso que no hay dudas sobre eso. En términos de potencia
imperial dominante, Estados Unidos está claramente en declinación.
Estados Unidos se transformó en la potencia imperial dominante
durante y después de la segunda guerra mundial –ya estaba
tomando posesión en los 20. Gran Bretaña todavía mantenía
un imperio, pero Estados Unidos efectivamente tomó posesión
de ese imperio y lo extendió. En este último período, en
los últimos 50 años, las distintas guerras seudo stalinistas
y nacionalistas pusieron fin realmente al período de colonialismo
directo. La forma directa de extraer plusvalía efectivamente
llegó a su fin y eso debilitó a Estados Unidos. Nuevamente,
la naturaleza de estos movimientos era frecuentemente stalinista
pero hubieran ocurrido realmente más allá de que exista
o no el stalinismo. En este aspecto, Estados Unidos fue
debilitado.
También
fue debilitado en relación a los países desarrollados, eso
es bastante obvio, aunque eso fue provocado por Estados
Unidos. Cuando emergió en 1945 después de la segunda guerra
mundial era abrumadoramente dominante. Estados Unidos temía
que los países europeos giraran a la izquierda si no les
entregaba dinero y recursos. Por ello los desarrolló deliberadamente
y aceptó que Europa desarrollara una industria que competía
con Estados Unidos. Estados Unidos no sólo hizo esto en
Europa sino también en Japón, Corea del Sur y el sudeste
asiático. En realidad le permitió a Japón construir un muro
de protección a su alrededor contra los bienes norteamericanos,
mientras permitía que las mercancías japonesas entraran
a Estados Unidos sin medidas en contra de Japón, algo que
es extraordinario y que hoy nunca lo haría. Pero en ese
período, Estados Unidos aceptó esto y desarrolló a esos
países en competencia consigo mismo. Y lo hizo porque temía
al stalinismo, o pensaba que temía al stalinismo. Por lo
tanto, el stalinismo actuó de tal forma que Estados Unidos
podía mantenerse y desarrollar al resto de la economía mundial.
Pero el resultado natural fue que las otras potencias imperiales
se hicieron mucho más importantes. Por eso Estados Unidos
tenía que declinar en ese período. En efecto, Estados Unidos
aceptó su declinación, o más bien, la burguesía norteamericana
aceptó que su dominio fuera limitado para mantener el sistema
capitalista mundial. Entonces, en ese sentido, estaba en
declinación. Pero pienso que estamos hablando de que el
capitalismo mismo está en declinación en todo el período.
En este
contexto ¿Cuál ha sido el impacto para la economía mundial
del proceso de restauración capitalista en la Unión Soviética
y en Europa del Este?
HT: Pienso
que el triunfalismo se ha vuelto sobre sí mismo, se ha demostrado
completamente errado. Si hubieran dicho otra cosa probablemente
no hubiera tenido un efecto tan devastador sobre la concepción
del capital, pero como han demostrado estar completamente
equivocados, esto desafía el concepto mismo del mercado.
El hecho es que después de 1989 dijeron que el capitalismo
y el mercado habían triunfado en la Unión Soviética y en
los estados que la sucedieron. Pero sin embargo, hoy todavía
no tienen un mercado. Si lo entendemos como marxistas, la
ley del valor no lo controla. No tienen una planificación
central, pero tampoco tienen capitalismo. Pienso que tenemos
que entenderlo como una desintegración continua del viejo
sistema más que un avance hacia el capitalismo. Porque aunque
hay un intento de avanzar hacia el capitalismo, de hecho
no lo han alcanzado. Ese punto de vista es sostenido no
sólo por algunos marxistas, por supuesto, sino que es la
opinión oficial del capital norteamericano porque es la
posición de Alan Greenspan. Alan Greenspan dijo “un mercado
negro no es un mercado”; y tiene razón. Desde un punto de
vista marxista, el mercado negro no está gobernado por la
ley del valor. En otras palabras, lo que está diciendo es:
“mientras que los precios no estén determinados por los
costos, y por la oferta y la demanda” –esto es verlo desde
un punto de vista burgués- “no tenemos capitalismo”. Y tiene
absoluta razón. Su otro argumento era que “mientras la gente
considere a la propiedad privada como un robo, posiblemente
no se puede tener capitalismo”. Lo que está diciendo –en
un lenguaje burgués- es que la población no acepta las formas
del capital, no aceptan el derecho de los capitalistas a
apropiarse de la plusvalía, lo que es verdad. Esto lo dijo
en 1997, y lo he citado porque lo está planteando desde
el punto de vista del capital norteamericano de conjunto,
y tiene absoluta razón. Es claro que esto es así. No se
puede hablar de capital cuando no se tiene una moneda. Es
difícil decir que el rublo sea incluso ahora una moneda.
De cualquier
modo, el resultado es que simplemente no han llegado al
capitalismo. Lo que han conseguido es una forma que efectivamente
no tiene nombre. No es un sistema –ciertamente no es un
modo de producción, pero tampoco es siquiera un sistema.
Pienso que estamos hablando de la desintegración del viejo
sistema, del stalinismo, y lógicamente si esto continúa
veríamos –y ya estamos viendo partes de esto- la desintegración
de la sociedad como tal. Ya estamos viendo esto. Es una
tragedia tremenda. Para mucha gente, el nivel de vida ha
colapsado. Recién en los dos últimos años hemos visto algún
crecimiento, pero si se observan las cifras, en este momento
ese crecimiento virtualmente ha terminado. Y la única razón
por la que tuvieron ese crecimiento fue por la devaluación
masiva del rublo, y por el aumento de los precios del petróleo.
En la medida en que caiga el petróleo esto será un problema
tremendo, y por supuesto el efecto de la devaluación está
desapareciendo por la alta tasa de inflación interna, que
en este momento es del 20%. Entonces está claro no sólo
que no tienen capitalismo, sino que están retrociendo a
algo que ni siquiera conocemos. Pienso que están realmente
en una posición donde si no van hacia el socialismo dejarán
de existir. El nivel de inversión actual es muy bajo, aunque
aumentó el año pasado. Oficialmente, el gobierno está diciendo
que a menos que hagan algo la infraestructura colapsará
en el corto plazo, y pienso que es verdad.
Ustedes
saben que la población en Rusia está disminuyendo. Han proyectado
–me he olvidado los datos actuales- pero, más allá de las
que sean, que en un tiempo de 20 a 30 años, la población
será un tercio de lo que es ahora. La mayoría de la gente
en la ex Unión Soviética tiene una existencia muy difícil,
mucho más difícil que antes. Si ustedes le preguntan ahora
a la gente si apoyan el mercado su respuesta obvia es no.
No pienso que se hubiera obtenido una mayoría en 1989-90
en la ex Unión Soviética, pero algunas encuestas de opinión
dicen que sí la había, aunque sería una mayoría marginal.
Hoy, claramente, la mayoría de la gente se opone realmente
a esto. Eso no los hace socialistas, no son socialistas.
Es bastante curioso – no adhieren al socialismo pero están
realmente contra el capitalismo sobre un base puramente
empírica. Por supuesto, algunas regiones de la ex Unión
Soviética están en una situación absolutamente desesperante,
como sectores de Moldavia donde hay aldeas que ya no tienen
electricidad, educación, ni salud. La situación es peor
que en el tercer mundo. Pienso que no hay manera en que
transformen a la ex Unión Soviética en capitalista. Ya han
tenido un período de 10 a 15 años –depende de si se toma
desde 1989 o desde 1986- y claramente han fracasado.
Pienso
que el efecto en el mundo es que, en primer lugar, la clase
obrera mundial puede ver que el intento de llevar a la ex
Unión Soviética al capitalismo ha fracasado. En segundo
lugar, puede ver que el intento de hacerlo ha causado un
reducción tremenda del nivel de vida, aunque Yeltsin proclamó
al comienzo que en seis meses el nivel de vida iba a subir.
En realidad ha empeorado mucho, entonces de hecho el capitalismo
ha sufrido una derrota importante. Pienso que la clase obrera
puede ver esto. Eso significa que no pueden ahora ir a cualquier
parte, efectivamente, y decir que subirán vuestro nivel
de vida. Porque lo que hizo la Unión Soviética después de
1992 fue seguir los preceptos de los economistas de Harvard,
del FMI, etc. Han perdido toda credibilidad. Pienso que,
puede ser que no lo sepan todos, pero en general el estado
de ánimo en todo el mundo ha cambiado como resultado de
esto. Pienso que ha significado una enorme derrota a la
burguesía mundial. No digo que buscaron esto, o que entendían
lo que estaban haciendo, pero significa una enorme derrota.
Uno puede
decir, bien puede ser, pero ¿qué pasa en el resto de Europa
del Este? Bueno, ha ocurrido lo mismo, efectivamente, aunque
el nivel de vida ha subido en Alemania Oriental porque está
subsidiada por 150 mil millones de marcos alemanes cada
año, que es una carga tremenda para la economía alemana
y la clase obrera alemana. Pero lo interesante es que tampoco
han triunfado allí. Se podría haber pensado que, como era
la parte más desarrollada de Europa del Este, tendrían que
haber triunfado –pero fracasaron. Los países de los que
hablan como un triunfo son Polonia y la República Checa.
En otros países es bastante dudoso. En Bulgaria su fracaso
se hizo obvio con la asunción del antiguo rey. Pero incluso
aquí, por muchos años la tasa de crecimiento era tal que
nunca alcanzaron el mismo nivel que en 1989 hasta hace dos
o tres años. Incluso si uno observa lo que está ocurriendo
en Polonia, una parte sustancial de la industria polaca
sigue nacionalizada. Nuevamente, no estamos hablando de
una suba masiva en el nivel de vida ni nada que se le parezca.
En la República Checa, tampoco han triunfado –se puede decir
que el nivel de vida no cayó tanto, o que hay inversiones
de distintas compañías occidentales, o alemanas. Por supuesto,
hay una cantidad considerable de inversiones que está yendo
a Hungría, y hasta cierto punto a Polonia, que juega algún
rol, pero es limitado. Por lo tanto no pienso que realmente
hayan triunfado allí.
De cualquier
modo, pienso que el impacto de conjunto es, en primer lugar,
que la clase obrera mundial puede ver que el capitalismo
ha fracasado realmente –el mercado no es una solución. En
segundo lugar, la burguesía esperaba realmente –si uno lee
sus escritos- en 1989 poder usar Europa del Este como un
lugar donde podían invertir su capital excedente, y que
podían usar como mercado. Y en ambos casos han fracasado.
Se esperaba, efectivamente, que esto daría un nuevo ímpetu
temporario aunque importante para el capitalismo contemporáneo,
pero ha producido exactamente lo contrario. Por esto ha
sido muy importante en la evolución del actual período.
Dos preguntas.
Primero: ¿Cuáles son las diferencias entre Putin y Yeltsin?
Y segundo ¿Conoce Ud. algún signo de despertar político
o de nuevos desarrollos de la lucha de clases en la ex URSS
o en Europa del Este?
HT: Pusieron
a Putin porque estaba claro que la economía estaba siguiendo
el camino que ya he descripto. La pregunta, por lo tanto,
era ¿estaban dispuestos a permitirlo? Desde el punto de
vista de la elite dominante dentro de la ex URSS, tenían
la opción de abandonar la sociedad y continuar exportando
capital, que es lo que todavía están haciendo. Y, por supuesto,
ha habido una formación de una clase capitalista financiera
que ha exportado considerablemente su capital a occidente
y continúa haciéndolo. En ese aspecto, la transición ha
sido extremadamente exitosa. Pero este éxito era puramente
en términos de un sector –el sector más grande, pero un
sector- del viejo grupo dominante que fue capaz de transferirse
la propiedad, y un sector sustancial pudo exportar su capital.
Entonces se las ha arreglado para obtener algo que nunca
tuvo antes: un grado de seguridad, y una forma en la que
podía arreglar la herencia de la propiedad.
Pero
la sociedad y el sistema continuaron desintegrándose, no
llegaron a ninguna parte. La pregunta era si simplemente
querían abandonarlo completamente –esa sería su lógica,
pero hubiera sido extremadamente peligroso. La única otra
opción sería retroceder, y esto es lo que está haciendo
Putin –es un paso lógico. Recuerden que cuando subió Primakov,
comenzó a hacer esto. Lo obvio sería ir al proteccionismo,
que es lo que están haciendo hasta cierto punto, e invertir
internamente. Por accidente, lo que ocurrió fue que el efecto
de la devaluación del rublo fue el mismo que el de un muro
proteccionista alrededor del país, y eso permitió el desarrollo
de la industria. Esto les permitió invertir más en industria
y permitió algún desarrollo de ésta. Pienso que este es
el camino por el que realmente querían que fuera.
Por supuesto,
en un nivel es contrario o está en conflicto con el FMI,
con las políticas del FMI, pero pienso que el FMI está dispuesto
a aceptarlo porque la alternativa es mucho peor. Al mismo
tiempo, no saben exactamente cómo hacerlo, entonces para
mantener la economía han tenido que retroceder al proteccionismo,
al control de precios, a aumentar la centralización, la
represión, hoy están haciendo todo esto. Y hasta cierto
punto realmente tiene éxito porque permite que entren más
inversiones a la economía, permite algún nivel de expansión,
disminuye el nivel de desocupación, y por lo tanto limita
la desintegración. Pero no están dispuestos a volver hacia
una sociedad stalinista –no pueden hacerlo de todos modos.
Entonces es un proceso limitado. Puede tener éxito por un
período de tiempo relativamente corto. Hasta el momento
no temen a la clase obrera porque ésta no ha hecho nada.
Temían que actuara en el período anterior, por eso no subieron
los precios, y cuando lo hicieron [subir los precios, n.
de e.] en 1992, esperaban que la clase obrera actuara, pero
no lo hizo. Entonces en este momento no está claro en qué
forma podrá actuar la clase obrera. Por supuesto uno de
los principales métodos de control ha sido el KPRF, el Partido
Comunista de la Federación Rusa, que es un partido semifascista,
y ha sido bastante efectivo, pienso, en evitar que ocurra
cualquier cosa.
No sé
lo suficiente sobre la naturaleza exacta del movimiento
en Rusia. Kagarlitsky hablaba de cosas que han cambiado
bastante radicalmente y pienso que debería ser verdad si,
por supuesto, estuviera claro que todo ha fracasado –ahora
está mucho más claro que antes. Y en segundo lugar –como
lo señaló Trotsky, pero es algo común –cuando la economía
está en ascenso, la gente se hace más militante, más capaz
de actuar, por lo que aparentemente hay mucha más acción
ahora. Hay menos apoyo para el mercado, más acción, más
actividad. Pero el freno principal sigue siendo la falta
de una alternativa. Creo que hasta ahora la mayoría de la
gente en la ex Unión Soviética sostiene que la clase obrera
no ve al socialismo como una alternativa real, pero pienso
que esta es la única posibilidad –no puede haber una alternativa
reformista, no tiene sentido. La única alternativa es el
socialismo, aunque no lo vean así. Lo que ha ocurrido, y
Kagarlitsky lo dice, es que la intelligentsia está comenzando
a cambiar. La mayoría de la intelligentsia en Rusia fue
extremadamente reaccionaria y fue, por supuesto, una fuerza
motora importante hacia el capitalismo, y es una ironía
maravillosa de la historia que como grupo social fueron
uno de los más afectados. Su nivel de vida colapsó absolutamente.
Se podría pensar que habrían cambiado hace mucho tiempo,
pero no lo hicieron. Se podría pensar que habría cambiado
de conjunto, pero no fue así. Probablemente un pequeño sector
ha comenzado a cambiar. Pienso que es crucial tener un sector
de la intelligentsia que pueda interrelacionarse con la
clase obrera. Parece estar en formación –no sé hasta qué
punto. Porque está claro que gente como Kagarlitsky y Alenxander
Buzgalin, que son los más conocidos en occidente como ubicados
a la izquierda, no están en la extrema izquierda. Si estuvieran
en occidente serían considerados reformistas en el mejor
de los casos. Buzgalin es una persona muy agradable, pero
se opone al rol central de la clase obrera.
Cuáles
son las similitudes y las diferencias entre el proceso que
ha descripto en la ex URSS y el proceso en China?
Son muy
diferentes, pero es claro que un sector de la elite soviética
está pensando en el proceso chino. Durante un largo tiempo
un sector de ellos hablaba del ejemplo chileno, que les
gustaba –realmente le gustó el derrocamiento de Allende.
Es asombroso que uno pueda llegar a ese punto de vista tan
reaccionario, pero ese es y ha sido el punto de vista de
un sector sustancial del grupo dominante y de la intelligentsia.
Querían un régimen procapitalista fuerte, reaccionario,
represivo. En un sentido, eso es lo que hay en China. Hay
un Partido Comunista que por supuesto no tiene nada que
ver con el comunismo o el socialismo, y al que Estados Unidos
realmente apoya. Claramente, Estados Unidos apoya al Partido
Comunista aunque Bush no lo apoye. Si Bush no lo apoya,
entonces es por estúpido, pero es bastante obvio que Clinton
lo apoyaba y que Wall Street apoya al Partido Comunista
de China. ¡Si lo llamara el Partido Capitalista de China,
sería lo mismo! Lo que está haciendo el Partido Comunista
es mantener unido al país con un aparato represivo, mientras
que al mismo tiempo está introduciendo cada vez más elementos
de mercado, y hoy está tratando de disolver la industria
estatal. Lo interesante
es ver el éxito que han tenido en hacer esto sin seguir
el camino soviético. Hay un sector sustancial de la elite
rusa que le gustaría
hacer eso –tener un aparato central fuerte que mantenga
el control, pero no pueden hacerlo. No hay ningún partido
que pueda reemplazar al Partido Comunista tal como era.
No creo que el partido chino sea realmente capaz de mantener
el control por mucho tiempo. La base del control siempre
fue la industria nacionalizada. Eso fue absolutamente crítico,
por ejemplo, en la ex Unión Soviética, a través de la policía
secreta. Una vez que ya no existe la industria nacionalizada se hace mucho más difícil controlar el conjunto
de la sociedad en la forma en que lo han hecho los chinos,
y en la forma en que se mantuvo realmente la Unión Soviética.
No creo que sea una solución para ellos. Sobre todo, por
supuesto, no es una solución porque China fue y es una sociedad
mayormente agraria. Rusia no.
Post-scriptum
(escrito los primeros días de enero de 2002)
“Aunque los problemas de Clinton capturaron la mayoría
de los titulares, la noticia más significativa de 1998 fue
la fortaleza pasmosa y duradera de la economía norteamericana,
que se asomaba como un coloso en un mundo en problemas.
Se crearon dos millones de nuevos puestos de trabajo, muchos
de ellos en posiciones bien pagas en tecnología, farmacéuticas,
finanzas, salud...”, The Economy, de Encyclopaedia
Britannica, Year Review 1998: World-Affairs.
Mientras la economía norteamericana se hunde, los economistas necesitan
un chivo expiatorio. Lo han encontrado en la nueva guerra
contra el terrorismo. Pueden descargar sobre los eventos
del 11 de septiembre su propio fracaso para predecir y prevenir
la caída. Más importante aún, los investigadores y el sector
más siniestros de los economistas de derecha pueden promover
una resurrección de la Guerra Fría. No está claro si los
teóricos de la política y la economía de la actual administración
o la clase dominante entienden la naturaleza de la Guerra
Fría y de su imitación contemporánea. Es más probable que
sean llevados hacia ella por la lógica de los eventos.
Los mercados de valores de los países desarrollados cayeron precipitadamente
y después recuperaron su nivel anterior. La caída fue explicada
por el 11 de septiembre pero es claro que, de todos modos,
Wall Street ya estaba en baja. Las ganancias viene cayendo
desde hace algún tiempo, oficialmente desde 1997. La pregunta
real es por qué tardaron tanto en caer. Sin embargo, es
notorio que la mayoría de las bolsas de los así llamado
países emergentes no se han recuperado. Los capitalistas
sólo corren riesgos donde las posibilidades de perder dinero
son escasas. A pesar de la montaña de libros justificando
las ganacias sobre la base del riesgo, los capitalistas
no son tontos y no envían su dinero a países del tercer
mundo sabiendo que existen todas las posibilidades de que
las compañías locales e incluso las economías locales quiebren
en poco tiempo. Es interesante que el FMI ahora está promoviendo
la idea de bancarrota de un país. Para todo el 2002, sólo
se espera que fluyan a esos países 104 mil millones en inversión
directa, 37% por debajo de 2000. Las inversiones están concentradas
en cuatro países: China, China-Hong Kong, Corea del Sur,
Sudáfrica e India. Dada la tendencia de que este tipo de
inversiones vengan de expatriados, esto no habla de inversiones
globalizadas.
El colapso de Argentina debe ser visto en este contexto. El Financial
Times en su editorial del 22 de diciembre de 2001 señalaba
que mientras América Latina había recibido alrededor de
144 mil millones de dólares en el período 1996-98, sólo
10 mil millones habían entrado al área en 1999-2001. “Dentro
de esto el total neto prestado por los bancos fue menor
a 13 mil millones de dólares”. En otras palabras el
colapso en Argentina está jugando el mismo rol en la actual
caída que Tailandia en 1997-8, es sólo el comienzo de un
colpaso mayor en los países del tercer mundo, que a su vez
es sólo un reflejo de una crisis real en los países desarrollados
y por lo tanto del capitalismo de conjunto.
Capitalismo y guerra
En el capitalismo una guerra puede desempeñar la función económica
de disciplinar y unir a la clase obrera con la burguesía
frente al enemigo común. Ya sea por buena suerte o por algún
plan siniestro, la derecha ha encontrado una excusa para
tener una nueva mini Guerra Fría. Es importante entender
por qué funcionó la Guerra Fría, para ver si ésta también
va a funcionar. Por el momento es suficiente con decir que
las sumas implicadas son demasiado triviales para retornar
a la era de la Guerra Fría. Para ser exactos: en Estados
Unidos: en el punto más alto de los gastos militares en
los últimos 20 años: 6,4 % del ingreso nacional se gastaron
en defensa mientras que hoy está cercano al 2,5% del ingreso
nacional. Ahora se gastan alrededor de 300 mil millones
de dólares en defensa, por lo que el aumento requerido para
alcanzar el mismo nivel de efectividad es de alrededor de
600 mil millones de dólares. En realidad el gobierno y el
Congreso norteamericano están hablando de alrededor de 40
mil millones de dólares en gastos con otros 90 mil millones
que por recortes de impuestos y otras medidas que probablemente
tengan poco efecto.
La segunda función importante de la Guerra Fría era su capacidad de
disciplinar y controlar a la clase obrera en Estados Unidos,
a través de la ideología del anticomunismo además del temor,
el secreto y la aceptación de la movilización militar que
va junto con la guerra. Este tipo de conformismo y esta
unidad con la clase dominante es más evidente hoy. Por un
lado la clase dominante ha aprovechado la ocasión:
-Para reducir los derechos elementales de la clase obrera –en relación
a la libertad de expresión limitando así el derecho a la
organización.
-Para despedir trabajadores.
-Para negarse a pagar los seguros de desempleo sobre la base de la
emergencia nacional.
Puede tomar un tiempo para que la clase obrera se recupere de este
golpe, pero probablemente no sea demasiado. Si no se muestran
otras medidas en Estados Unidos, y poco más ha surgido,
es más que probable que la clase dominante pierda su guerra
con la clase obrera. No cuesta mucho darse cuenta que la
clase dominante ha lanzado una guerra civil no declarada
y que los obreros se verán obligados a defenderse. Más aún
la espada es de doble filo porque si ellos hablan de una
emergencia nacional y hablan de unidad, no pueden romper
esta unidad unilateralmente. Eso significa que el gobierno
debe ser visto como haciendo algo para ayudar a los trabajadores
a que mantengan sus empleos y que las firmas menos desesperadas
no pueden despedir trabajadores tan fácilmente, sin arrojar
combustible a las llamas.
En otras palabras, la nueva guerra permanente antiterrorista no funcionará.
En gran parte no funcionará porque la clase dominante teme
restaurar la economía porque teme a la clase obrera bajo
condiciones de pleno empleo.
La naturaleza de la caída
Un ejemplar reciente de la revista The Economist,
planteaba que la recesión no será breve ni moderada, y brinda
estadísticas que están incorporadas más abajo. Si observamos
la situación real, el optimismo permanente de los brokers
y los economistas parece fuera de lugar. En el último período,
las ganancias han caído más que en cualquier otro momento
desde los 30, los márgenes sobre la venta de bienes están
en su punto más bajo de los últimos 50 años. Estamos viendo
la caída continua más prolongada en la producción industrial
de más de 12 meses desde 1945. Al mismo tiempo la sobrecapacidad
está en su punto más alto desde 1983. La utilización de
la capacidad industrial cayó a 75,5%.
La situación en relación al desempleo es de hecho considerablemente
peor que lo que implican las estadísticas mostradas más
arriba, en gran parte porque el desempleo ha estado subiendo
en las últimas tres décadas y el gobierno prefiere esconder
las estadísticas reales.
Los niveles reales de desempleo son tres o cuatro
veces más alto de lo que se declara oficialmente. En Gran
Bretaña los niveles reales de hombres desocupados están
cerca del 20% más que el nivel oficial de alrededor del
5%. En Estados Unidos es probablemente más alto por los
niveles reales de los inmigrantes ilegales desocupados que
nunca se cuenta. Las mujeres que no pueden econtrar trabajo
son consideradas frecuentemente como amas de casa y por
lo tanto no son contadas. En el tercer mundo las estadísticas
ya son catastróficas. En Sudáfrica, por ejemplo, la cifra
de ocupados ha caído desde que Nelson Mandela llegó a la
presidencia en 1994 y la cantidad de negros desocupados
está oficialmente por encima del 40% y probablemente cercanos
al 60%. Esos niveles impresionantes de desocupación sólo
pueden subir y hacerse más comunes en el tercer mundo.
Esencialmente, como planteo en la entrevista,
el capitalismo tiene un excedente considerable de capital.
En algunas industrias como las de computación y las electrónicas,
las grandes firmas, como Hewllet Packard y Compaq, están
intentando fusionarse para reducir las pérdidas individuales.
Inevitablemente las fusiones y las bancarrotas aumentarán
los niveles de desocupación y reducirán los mercados para
sus proveedores.
Esta etapa, sin embargo, debe ser considerada como el comienzo, no
el medio o el fin. El exceso de capital y de bienes se mantiene
mientras que el desempleo y la sobrecapacidad están creciendo.
El consumo y la inversión deben caer. Los trabajadores tienen
que limitar sus compras porque pierden sus empleos o se
les recortan los salarios para mantener las firmas. De hecho
el temor a una futura pérdida de ingresos es en sí mismo
suficiente para reducir el consumo. Las firmas no rentables
o con ganancias reducidas sólo pueden invertir si piden
prestado dinero para mantener o expandir la producción pero
el resultado inevitable de los crecientes defaults en las
deudas es que los bancos tienen que limitar el crédito.
Por eso estamos ya en una reducción del crédito aunque los
Bancos Centrales bajen las tasas de interés. En Japón, la
tasa de interés es cercana a cero y hay una crisis bancaria
real, que implica que el crédito necesario para la expansión
es necesariamente limitado.
Las divisiones y la Guerra Fría
En otras palabras, las potencias capitalistas no pueden poner fin a
la presente crisis sólo con medios monetarios. Los gobiernos
tienen que aumentar sus gastos para emplear trabajadores,
elevar sus salarios y la tasa de inversión. El monetarismo
o el así llamado neoliberalismo, que es sólo la doctrina
del capital financiero, ha alcanzado su límite.
A un nivel, muchos capitalistas prefieren mantener
la caída para poder despedir a los trabajadores que no pueden
despedir en tiempos mejores por la fortaleza de los sindicatos
o más en general, por la fortaleza relativa de la clase
obrera.
El fin de la Guerra Fría eliminó la cohesión
impuesta basada en la unidad de la clase capitalista contra
un enemigo común. El capital financiero ha sido inmisericorde
y rapaz en sus acciones y el capital industrial no tiene
mucho amor por estas corporaciones financieras. La creciente
proletarización de las profesiones ha llevado a la así llamada
clase media a los sindicatos contra la política gubernamental.
Esto impacta sobre los gerentes que encuentran que sus empleos
están en riesgo y frecuentemente duran períodos de tiempo
relativamente cortos. Por lo tanto, los gerentes se siente
más inseguros y colaboran con el capital financiero en su
enfoque cortoplacista. El resultado es que el capital financiero
se opone al capital industrial y aquellos sectores del capital
industrial dominado por el capital financiero se oponen
a otros sectores, y los capitalistas exitosos quieren sacar
ventaja de la caída para eliminar a sus competidores. Entonces,
también, el capital financiero, que está dominado por el
capital norteamericano, extrae el máximo retorno del tercer
mundo. Como resultado, las burguesías nacionales se encuentran
cada vez más sometidas e incluso empobrecidas. Así el capital
nacional se opone al capital imperial, que es, sobre todo,
capital financiero. En toda depresión la clase capitalista
se divide entre aquellos que pierden y los que capean el
temporal. Esta vez, sin embargo, las divisiones son más
extendidas y profundas. Como resultado, la clase capitalista
sólo puede confundirse, tomar primero una táctica y después
otra.
Mientras que en un período anterior la clase capitalista estaba muy
preocupada en mantener una “clase media” como un amortiguador
entre ella y la clase obrera, hoy la considera un costo
y una carga innecesaria. La creciente inseguridad, el desempleo
y el empobrecimiento de este sector lo empuja hacia la clase
obrera. Sectores de ésta se hicieron militantes. La depresión
sólo puede profundizar este proceso. Este proceso que está
ocurriendo en Estados Unidos y Europa Occidental, es más
intenso en la antigua Unión Soviética y Europa del Este
y en la mayoría del Tercer Mundo. Lo subjetivo todavía tiene
que seguir a la realidad objetiva: todavía la mayoría de
los profesionales proletarizados esperan que su situación
sea temporaria. Esperan a sus antiguas posiciones de parientes
pobres de la burguesía.
La forma del gráfico
Ahora que Estados Unidos ha aceptado oficialmente que está en recesión,
los economistas y los brokers declaran que ésta terminará
pronto. El gráfico tomará la forma de una “V”. Por supuesto
han planteado que nunca ocurriría, que estaba terminada
antes de empezar y que terminaría en diciembre de 2001.
Todos los días dicen que terminará muy rápido y señalan
cualquier dato que tengan a mano. Hoy el mercado de valores
ha subido a la cifra que tocó en los últimos 3 años. La
Gran Depresión de los treinta siguió el mismo patrón. Casi
todos los días los periódicos proclamaban el fin de la depresión
y en el primer año de la depresión en 1929-30, la bolsa
recuperó su nivel anterior.
Se puede plantear que este falso optimismo puede
ser ignorado en un análisis de la caída y que no es necesario
regocijarse con la estrechez de miras de las fuerzas burguesas.
En realidad, su fracaso en comprender la seriedad de la
situación está transformando lo que podría haber sido una
caída en forma de una “U” en algo que se parecerá mucho
más a una “U” con una línea horizontal estirada seguida
por una diagonal truncada. En otras palabras, la caída será
más profunda y prolongada seguida por un ascenso débil que
nunca alcanzará los niveles de 1999.
Mientras el capital financiero piense que la
actual situación es limitada y en última instancia controlable,
pueden continuar especulando y operando en el corto plazo.
Las relaciones de crédito y las compras de derivativos son
arcanos y opacos en el capitalismo actual. El colapso de
Enron ha tenido consecuencias importantes para el capital
financiero en general, así como el colapso de Argentina
debe revelar las relaciones imperiales para gran parte del
Tercer Mundo. Mientras que se crea que hay un fin a la vista,
las compañías y los países pueden ser apuntaladas por el
FMI y el Banco Mundial. Una vez que quede claro que es una
apuesta hacia abajo –tanto los capitalistas individuales
como las instituciones intentarán salvar lo que puedan.
Intervención: Inflación y deflación
El gobierno norteamericano ha empeorado la situación por su postura
de libre mercado relativamente intransigente. La desregulación
y las privatizaciones han reducido el área de intervención
directa gubernamental. Como se mencionó más arriba, las
medidas tomadas después del 11 de septiembre han tenido
el efecto reflacionario usual en la guerra pero sólo a una
escala limitada.
Al mismo tiempo, a menos que haya una considerable intervención directa
del gobierno, hay una fuerte probabilidad de que la economía
mundial caiga en un ciclo deflacionario, como en Japón,
aunque posiblemente peor. La brecha entre el valor y el
precio es hoy muy considerable, en gran parte en el crecimiento
de sectores improductivos como la publicidad y las ventas
pero también con el gran incremento del pago gerencial.
Como la caída golpea, las firmas están reduciendo la cantidad
de gerentes y los pagos mientras recortan en general en
marketing. Los precios pueden entonces caer hacia los valores
en general (más correctamente hacia los precios de producción).
Este proceso causa la suba del desempleo tanto entre los
que eran prósperos como entre la clase obrera y la caída
de la demanda, obligando a esas mismas firmas a encontrar
otras formas de reducir costos.
Los totales de las nuevas inversiones y del consumo
declinan y la tasa de ganancias cae. La caída sólo terminará
cuando las ganancias comiencen a subir pero esto sólo será
posible cuando la reducción en los costos de la fuerza de
trabajo y el capital constante, es decir, materias primas
y maquinarias, exceda la caída de precios.
En este momento, estamos todavía en las primeras etapas de la depresión,
cuando la reducción en los precios de la fuerza de trabajo
y los ítems del capital constante todavía tienen que mostrar
sus efectos.
En realidad, toda crisis capitalista se transforma en una crisis del
sistema porque se debe transformar en una prueba de fuerza
entre los trabajadores asalariados y la burguesía, donde
ésta intenta recuperar su posición en el mando sobre los
trabajadores. En esta instancia, hay dos aspectos. Por un
lado, la clase capitalista quiere asegurar, empíricamente,
que puede expandirse sin tener que aumentar los salarios
mientras que por el otro quiere infligir una derrota histórica
a la clase obrera que haga retroceder la historia al período
anterior a 1917.
En mi visión, continuamos en un impasse a nivel mundial en la relación
entre las clases. La clase capitalista no puede hacer operar
sin trabas a la ley del valor, mientras que la clase obrera
no puede tomar el poder. Como resultado, el capitalismo
funciona mal a un grado incluso mayor que lo que lo haría
un capitalismo en declinación en cualquier caso. La historia
demanda una resolución y la crisis presente es parte de
esa dinámica. Como no existe un partido para llevar hacia
delante a la clase obrera, pero la clase obrera es lo suficientemente
fuerte para evitar la victoria de la clase dominante, la
crisis no puede resolverse en el corto plazo, si es que
alguna vez podrá resolverse. |