1
El 27 de octubre de 2002, millones de trabajadores, sectores
populares, amplias clases medias y campesinos sin tierra
votaron masivamente a Lula y al PT, con la cifra récord
de 52 millones de votos, y con grandes ilusiones y esperanzas
de cambios, dándole el triunfo y transformando a
Lula en presidente de Brasil. Fue una respuesta frente al
desempleo masivo, a la situación crítica de
la economía, a las privatizaciones, la dependencia
externa que se acrecentó volviendo al país
más vulnerable, en síntesis, una respuesta
a las grandes desigualdades, sumisión al imperialismo
y una pobreza cada vez mayor. La amplia mayoría votó
creyendo que el nuevo presidente podrá realizar cambios
a su favor, frente a su situación de postergación
de la última década.
Es necesario
ubicar este resultado electoral en el contexto de la situación
política de América del Sur, donde desde la
segunda mitad de la década del 90 la clase
trabajadora y los campesinos pobres comenzaron a resistir
los ataques y la aplicación de los planes neoliberales.
Las expresiones más evidentes fueron las rebeliones
campesinas en Bolivia en abril y septiembre de 2000 y el
levantamiento campesino, indígena y popular en Ecuador
en enero de 2001, que obligó al entonces presidente
a renunciar. En el último período, esas luchas
han asumido un carácter más urbano, mostrando
una tendencia a la generalización. Las expresiones
más evidentes fueron las jornadas revolucionarias
de diciembre de 2001 en Argentina, la lucha del pueblo venezolano
contra el golpe de Estado pro-imperialista en abril y las
recientes movilizaciones en Perú, Uruguay y Paraguay.
Desde
esta óptica, el triunfo electoral de Lula y del PT
en las elecciones presidenciales abre una nueva situación
política en el país, con el importante giro
a la izquierda del movimiento de masas y las ilusiones y
las aspiraciones depositadas en el futuro gobierno. Este
importante giro tendrá inmediatas repercusiones en
el conjunto de la situación sudamericana, esto es,
será un fenómeno que superará las fronteras
nacionales1. La importancia del proceso brasileño
ubica a este país como uno de los polos de la situación
latinoamericana en el terreno político, económico
y social, conviertiéndolo en el fiel de la balanza
del Cono Sur. Es de destacar la reciente declaración
del FMI afirmando que Brasil es determinante no sólo
para América del Sur, sino también para el
conjunto de los países emergentes con
respecto al eventual comportamiento del capital extranjero
en esos países2.
Una
política preventiva para evitar la ruptura del equilibrio
inestable en el país
2
Asistimos al primer triunfo electoral, desde los años
70 en el Cono Sur, de una coalición política
con las características de Frente Popular, con un
vasto apoyo popular y una fuerte ligazón con el movimiento
de masas, que mayoritariamente lo verá como su
gobierno. Una coalición motivada por las necesidades
de la burguesía para amortiguar la posible eclosión
de una crisis económica, intentando evitar un rumbo
semejante al de Argentina, o a otros de la región,
sacudidos por fuertes crisis orgánicas, crisis de
Estado e irrupción del movimiento de masas. Es decir,
intentan evitar una ruptura en la correlación de
fuerzas entre las clases fundamentales, imperialismo, burguesía
nacional y proletariado, y sus fuerzas auxiliares. Se trata
de una política preventiva para salvaguardar al régimen.
La burguesía, al no poder contar con un candidato
suyo, potable, por el agotamiento del neoliberalismo
y el descontento de las masas, y frente a un eminente default;
se vio obligada a recurrir al PT y a Lula como alternativa
más segura para el desvío preventivo del giro
que ya se diseñaba en las masas, con vistas a la
seguridad del régimen de dominio. Sin
embargo, este mismo proceso concentrará una acumulación
y exasperación de las contradicciones que tenderán
a manifestarse con todas sus fuerzas en el próximo
período. El nuevo gobierno tendrá que lidiar
con las inmensas ilusiones y aspiraciones de los trabajadores,
campesinos pobres y el pueblo, en medio de una fuerte crisis
económica nacional e internacional. Pero también
por las disputas interburguesas entre el nuevo sector que
se dispone a ser el nuevo bloque dominante y
el que hegemonizó en todo el período anterior
más ligado al mundo de las finanzas. En este contexto,
la llegada al gobierno de Lula y del PT, no se trata de
una especie de alternancia de gobierno, tal como se venía
desarrollando en el período anterior en los diversos
países de la región. Se trata del triunfo
de un Frente Popular, de carácter preventivo, articulado
en torno del PT, con un ex obrero metalúrgico en
la presidencia, aliado a sectores concentrados de la burguesía
y no apenas a sus alas de izquierda, que se
desarrolla sin un proceso de grandes luchas de las masas,
es decir, sin radicalización política3.
El hecho
de que la burguesía brasileña -la más
fuerte del continente- deba recurrir al PT es una demostración
de la erosión de la propia hegemonía política
burguesa y sus fracturas internas, que ha dominado políticamente
desde el coronamiento de la transición
de la dictadura militar para el actual régimen de
dominio. La vigorosa ofensiva económica y su profunda
crisis, la ruptura en la región sudamericana del
equilibrio inestable que imperó durante los 90
y la degradación de las democracias burguesas en
el continente, debilitaron las bases de sustentación
que mantenía el gobierno de Cardoso y su sector hegemónico
dominante. Estas fracturas entre fracciones dominantes de
la burguesía se enmarca en el fin del Consenso
de Washington y en el agotamiento de los llamados
planes neoliberales. Así, uno de los
mayores partidos obrero-burgueses del mundo, con fuerte
inserción en el movimiento de masas, completamente
integrado al régimen desde hace muchos años
y que tuvo un rol central para la gobernabilidad
durante la presidencia de Cardoso, encabeza ahora el gobierno
para un aggiornamiento preventivo del régimen
político brasileño. Para ello cuenta con el
sostén de sectores concentrados y claves de la burguesía,
mientras que conserva un enorme apoyo entre las masas, con
amplios deseos de cambios contra la miseria causada por
una década de aplicación de los planes pro-imperialistas.
Lo que
hace que la burguesía confíe al PT el papel
de auxiliarla en prevenir posibles catástrofes económicas,
políticas y sociales es, por un lado, el poder de
contención social que el PT posee, por la influencia
que tiene en la clase trabajadora, en los campesinos sin
tierra y en el pueblo pobre y por otro lado, el buen
ejemplo que el PT ha dado en las ciudades y Estados donde
gobierna4. En la década del 90, en las principales
crisis políticas por las cuales atravesó el
país, el PT salvaguardó el régimen
democrático burgués colocándose como
oposición responsable en los marcos del
orden capitalista, conteniendo la posibilidad de acciones
independientes del movimiento de masas a través de
la canalización de la insatisfacción popular
por las vías institucionales. Todo eso en nombre
del orden y de la estabilidad, utilizando
el slogan de la ética y la moralidad
como instrumento de modernización del
régimen y envoltura de la lucha interburguesa por
un nuevo sector hegemónico, bajo pena de que amplios
sectores de la población terminaran pagando por la
crisis. Ese camino hizo que el PT fuera ganando la confianza
de amplios sectores de la burguesía, tras la administración
de importantes estados como Río Grande do Sul, y
ciudades de la importancia de San Pablo y Porto Alegre.
Pero también, la opción por Lula y el PT es
una política consciente de un nuevo sector burgués
dominante, el llamado desarrollista, que ocupó
un papel de segundo plano durante el gobierno
de Cardoso, en el cual primó el sector financiero.
Este nuevo sector, al mismo tiempo, buscará también
una negociación en otros términos
con el imperialismo en el marco, por ejemplo, del ALCA,
y con el proyecto de tornarse un interlocutor especial,
maniobrando y obteniendo ventajas con las debilidades de
la política imperialista en la región5, como
desarrollaremos más adelante.
El Frente
Popular de Lula-Alencar es preventivo justamente porque
se anticipa al desarrollo de procesos avanzados de la lucha
de clases en el país, tratando de evitar las situaciones
de crisis que atraviesan otras países de Sudamérica.
En este sentido, este Frente Popular preventivo se diferencia
de un frente popular clásico del tipo del que había
definido Trotsky en la década del 30. En ese
caso, el frente popular constituía el último
o penúltimo gobierno de las clases dominantes frente
a procesos agudos de radicalización política
o a procesos revolucionarios convulsivos, un recurso in
extremis antes de la revolución o de la contrarrevolución6.
La
aceleración de los factores políticos y las
contradicciones del régimen de dominio
3
A la luz de la expresión electoral del movimiento
de masas, podemos decir que se opera objetivamente un cambio
en la situación. Como afirmaba Trotsky, para
los marxistas no es ningún secreto que las elecciones
parlamentarias... distorsionan e incluso falsifican tendenciosamente
los estados de ánimo de las masas. No obstante, la
dinámica del proceso político se refleja en
las elecciones parlamentarias... Esto se vislumbra
en el proceso brasileño, en el que el resultado electoral
está expresando una aceleración de los grandes
factores políticos que envuelven las contradicciones
de la nación semicolonial brasileña. Decimos
aceleración de los factores políticos ya que,
en la actual situación nacional, no hay una ruptura
del equilibrio inestable interno, es decir, de la correlación
de fuerzas fundamentales contradictorias, como ya afirmamos,
lo que explica la estabilidad relativa. No hay
una ruptura justamente porque, en el proceso actual, las
masas no han entrado en acción, cuestionando profundamente
al régimen y sus instituciones. Por eso afirmamos
que la estabilidad relativa se asienta, no en
la fortaleza que la propia burguesía y sus fuerzas
dominantes puedan tener, sino más bien en la absorción,
por parte de ésta, de un poderoso partido obrero
burgués integrándolo completamente a su orden
de dominio. Al mismo tiempo, en una histórica debilidad
del movimiento de masas, tanto en su subjetividad como en
su dirección producto de la acción de las
fuerzas reformistas y la gran ilusión de los trabajadores
en ellas. La crisis de subjetividad del movimiento de masas,
como desarrollaremos más adelante, y las grandes
ilusiones en el reformismo proporcionan esa fuerza
al régimen.
Es por
eso que la absorción completa del PT7 le da una fortaleza
relativa al régimen brasileño, si lo comparamos
con varios países de la región, donde aún
hoy la burguesía no cuenta con una mediación
de la altura de Lula que pueda desviar procesos revolucionarios,
como en el caso de Argentina. Es aquello que ya anticipara
Marx, en términos generales, sobre los efectos de
la absorción de las élites de
las clases dominadas por las dominantes: Cuanto más
sea capaz una clase dominante de incorporar a los hombres
más eminentes de las clases dominadas, tanto más
sólida y peligrosa será su dominación8
. Es un hecho incontestable que el régimen de dominio
en Brasil se ha fortalecido, aunque relativamente,
con la incorporación del PT, a diferencia de la amplia
mayoría de los países latinoamericanos, donde
no existen mediaciones de este tipo de gran envergadura9.
Ahora bien, el hecho de que el régimen oligárquico
brasileño tenga que convivir en la dirección
del país con un partido obrero-burgués como
el PT y un Frente Popular preventivo refleja las crecientes
dificultades de la burguesía a causa de los elementos
nacionales, regionales e internacionales planteados.
El hecho
de que la burguesía brasileña y sus gobiernos
-históricamente oligárquicos--
deban recurrir a un obrero metalúrgico y un partido
obrero-burgués a su gobierno, expresa al mismo tiempo
una degradación de la democracia burguesa.
Es decir, no es una cuestión normal este
tipo de políticas por parte de las fuerzas dominantes,
como no es normal un gobierno burgués
de frente popular, aunque sea preventivo. Esto es lo que
explica las contradicciones más profundas dentro
del régimen de dominio, y no sólo las contradicciones
del gobierno de Lula por las ilusiones y las aspiraciones
del movimiento de masas. Sin embargo, es necesario poner
límites a esta degradación de
la democracia brasileña, ya que a diferencia de países
como Bolivia o Argentina, no se desarrolla una profunda
crisis de representación partidaria que
pueda constituir un preludio de una ruptura de las relaciones
de clases y partidos, que pueda abrir en lo inmediato una
crisis histórica en las clases dominantes. Aunque
sea evidente que importantes sectores sociales, principalmente
de las clases medias, se separan de sus partidos
tradicionales, como el PSDB y el PMDB, éstos continúan
siendo grandes partidos nacionales que controlan la mayoría
de los Estados del país y que actúan como
contrapeso en la actual situación. Es que la propia
elección de Lula muestra evidentes señales
de crisis, pues en un régimen de dominio burgués
normal el gobierno existe para ser comandado
por las propias fuerzas burguesas directamente, sin apelar
a partidos obrero-burgueses. Los momentos indirectos
(frentes populares, golpes semifacistas, etc,) en los que
el orden de la democracia de los ricos precisa ser restablecido
como la mejor envoltura de la dictadura del capital, son
circunstanciales. Es por eso que afirmamos que
la victoria de Lula no se encuadra en una mera alternancia
de gobierno10, sino que actúa como prevención
con relación a la erosión burguesa,
es decir, el nuevo gobierno, con la autoridad que goza frente
a las masas, tiene la tarea de superar esa fisura
en el régimen de dominio. En este sentido, recomponiendo
y evitando que las masas avancen a un proceso semejante
al argentino, o sea, que la crisis de autoridad
en que los representados (dominados) no se identifiquen
más con los representantes (dominantes)
Lula llega al gobierno movido por una inmensa aprobación
de la población. Esto dará autoridad al futuro
gobierno y lo transforma en un enorme handicap para ayudar
a la burguesía a atravesar posibles tempestades,
pues las ilusiones depositadas en Lula y la influencia del
PT junto al movimiento de masas puede funcionar como un
factor paralizante de las mismas. Lo que expresa dialécticamente
al mismo tiempo el fortalecimiento relativo del régimen
de dominio11.
Las
estrategias del PT y de los sectores del nuevo
bloque económico
4
Durante toda la década anterior, el gobierno de Cardoso,
que había surgido como una de las principales figuras
políticas alrededor de la cual se alinearon diversas
fracciones burguesas, supo garantizar los mayores planes
pro-imperialistas y de sumisión del país.
Sustentaba uno de los grandes proyectos de la burguesía,
más alineado al imperialismo con base en el apoyo
y en la continuidad de los planes neoliberales,
en la primacía de los bancos, del capital financiero
y de las grandes multinacionales. El fuerte arco de alianzas
políticas que sustentaron ese gobierno era una demostración
clara de la hegemonía que se establecía en
el país amparado en el viejo Consenso de Washington.
Pero frente al agotamiento de los planes neoliberales
y el fuerte proceso de desnacionalización de la economía
que devino de su aplicación, se comenzó a
sustentar otro proyecto de otras fracciones burguesas, con
fuerte peso en la economía nacional, que comenzó
a articularse alrededor de la alianza Lula-Alencar y sectores
concentrados de los sectores llamados desarrollistas.
Estos tienen sus exigencias propias sobre cuestiones de
economía y de política y procuran una mayor
negociación con el imperialismo para buscar un mayor
margen de crecimiento12.
Este
segundo plan, que tomó más cuerpo después
del triunfo electoral de Lula y del PT, procura colocarse
como una opción estratégica para
evitar el curso de entrega total al imperialismo, como fue
en el caso de Argentina, pretendiendo salvaguardar los intereses
de la burguesía brasileña, la más importante
de la región. Como afirma Horacio Lafer Piva, presidente
de la principal cámara industrial de país,
la FIESP13: Esperamos en el nuevo gobierno nada menos
que una transformación histórica. Que dejemos
(el sector industrial N del R) de una vez esa fase de casi
ostracismo. Precisamos acabar con esa pesadilla monetarista.
El crecimiento de la industria debe volver a ser tema central
de las discusiones14. Así, por ejemplo, frente
a la incorporación al gobierno de Lula de Luiz Fernando
Furlan, uno de los grandes empresarios de la agroindustria
paulista y gran exportador, conocido como el hombre
de la FIESP, esta misma cámara empresarial
declaró que: ... su designación es motivo
de alegría para toda la clase productiva. En el cargo,
él va a incorporar nuevos conceptos a un equipo15
que cada día apunta a estar más anclado en
la unidad, ofreciendo la oportunidad, que tanto nos es grata,
de la interlocución y reposicionamiento de la producción
en el centro de la agenda de prioridades de Brasil... Es
una gran conquista del Presidente electo Luiz Inácio
Lula da Silva.16 Esta participación se suma
a la del vicepresidente José Alencar, el representante
industrial más importante del Estado de Minas Gerais.
Una encuesta realizada recientemente por encargo de la propia
Federación Industrial de San Pablo, indica que el
77% del empresariado del estado es optimista con relación
al éxito del gobierno de Lula y creen que su gobierno
será bueno u óptimo17. Así, el nuevo
gobierno, refleja un cambio en la fracción
dominante de la burguesía18, más inclinado
hacia los intereses de la burguesía minera
y paulista, diferente a la alianza burguesa
que sostuvo a Cardoso y su proyecto abiertamente neoliberal.
Esto es, junto al rechazo de las masas a la aplicación
de los planes neoliberales y sus aspiraciones de cambio,
uno de los elementos centrales que explica que la burguesía
haya apelado a Lula como variante de recambio. Así,
buscan sustentar un nuevo plan, al que denominamos como
neo-desarrollista, por los sectores y las ideas
que lo fundamentan.
Este polo busca regatear mejores condiciones y asociar el
capital extranjero al esfuerzo productivo y al crecimiento19.
Este sector neo-desarrollista, está basado
en un incentivo a la industria, a la política exportadora,
a la sustitución de importaciones, para lo cual necesitará
avanzar en las reformas tributarias y laborales. Como lo
dice claramente el Ministro de Relaciones Exteriores del
gobierno de Lula frente a las negociaciones del ALCA, nuestra
disposición es la de buscar ventajas para los productos
de interés para Brasil, pero sin asumir obligaciones
que cierren totalmente el espacio para políticas
internas de desarrollo, como políticas industriales
o de salud20. Todo esto evidentemente va a depender
de la presión imperialistas y de las otras fuerzas
burguesas internas que gozan de primacía en el mundo
de la política del país.
El
significado del Pacto Social
5
En este marco tenemos que analizar el nuevo Pacto
Social que se está conformando. Es sintomático
que la principal organización patronal-industrial
del país (la FIESP) insista en la necesidad de que
se monte una gran coalición suprapartidaria
en dicho Pacto. Ellos tienen como imagen el
Pacto de La Moncloa en España, con todas las diferencias
del caso español como afirman. Contando con el gran
apoyo político y la confianza de la que gozan Lula
y el PT, este Pacto se explica entonces como un instrumento
de un sector burgués, como lo señalamos más
arriba, para conquistar una nueva hegemonía
en el país, y para eso se hace necesario establecer
un nuevo compromiso entre las clases, entre el capital
y el trabajo. Este intento de establecer un nuevo bloque
socio-político dominante, aunque sea un equilibrio
entre sectores heterogéneos, tiene por objetivo
superar la profunda crisis económica que impone nuevos
pactos y acuerdos importantes. El nuevo Consejo de
Desarrollo Económico y Social creado por Lula
apunta en ese sentido. Está integrado por decenas
de empresarios de los más importantes del país21,
las mayores centrales sindicales como la CUT, Força
Sindical, SDS y CGT y al que, desgraciadamente, la dirección
del MST reclamó también participación.
Demás está decir que en este nuevo Pacto,
las que se han venido discutiendo también son medidas
que irán contra los trabajadores: la reforma laboral,
aumento del poder de la patronal para contratar y despedir
y congelar salarios, eliminación de impuestos a los
patrones para financiar programas sociales, mayor cohesión
sindical, poder para renegociar contratos que invaliden
las ventajas sociales legalmente establecidas de los trabajadores;
reforma de las leyes sobre jubilaciones, que afectará
enormemente a la población; reformas políticas
sobre el sistema partidario que excluirá a los pequeños
partidos, un ataque directo a los partidos de izquierda,
entre otras. El nuevo Ministro de Hacienda y hombre del
PT, Antonio Palloci Filho ya ha delineado las primeras prioridades
del gobierno en esa área: es necesario bloquear
la indexación salarial y detener la inflación;
sostener el acuerdo con el FMI, ganar confianza y derrumbar
un poco el dólar; y sobre todo, avanzar en las reformas
Previsional, Tributaria y Laboral, prioridades anunciadas
por Lula.22
El destino
del nuevo Pacto y del Plan neo-desarrollista
va a estar signado por la relación con el imperialismo.
Por la crisis mundial no hay mucho margen para las burguesías
nacionales, y todo esto dependerá de la actitud del
imperialismo y del curso de la crisis económica.
La política imperialista en la región busca
conquistar los mercados internos para sus multinacionales
desplazando a las burguesías locales, mientras cierra
aun más sus mercados para los productos de la región;
esto puede abrir roces y contradicciones entre este plan
neo-desarrollista y el imperialismo, al menos
con la política actual de la administración
Bush. La propia embajadora norteamericana, Donna Hrinak,
ya habla de negociaciones duras. Es evidente
que estos sectores se pueden aprovechar del hecho de que
con el agotamiento del Consenso de Washington aún
no se ha articulado un nuevo plan imperialista claro. Es
que es poco el margen para la implementación de un
plan al estilo de los años 50, como el impuesto
por Juscelino Kubistchek, en el auge del desarrollismo del
país, pues son otras las condiciones históricas,
y otras las políticas del imperialismo yanqui, donde
importantes sectores imperialistas se beneficiaron ampliamente,
incluso, estrategas imperialistas estuvieron por atrás
de este impulso económico. Lo mismo ocurrió
durante los planes de la dictadura militar, como por ejemplo,
con la llamada modernización del campo,
cuando grandes sectores del agrobusiness fueron
beneficiados con la producción para el comercio mundial.
Los tiempos son diferentes, y el plan neo-desarrollista
puede no terminar de levantar vuelo, como advierte el sociólogo
brasileño Emir Sader, por las recientes desginaciones
del gobierno: es imposible cambiar y hacer crecer
al país si el gobierno no rompe la hegemonía
del capital financiero. O Lula escapa de esa hegemonía
o es devorado por ella.23
Si Brasil
avanza en un proyecto de este tipo, podría abrir
una posibilidad para las alas vinculadas a los sectores
productivos de las débiles burguesías
latinoamericanas. Un plan de esta magnitud sólo es
posible pensarlo en una escala regional, y de allí
la insistencia de Lula para revitalizar el MERCOSUR, como
ya se evidenció en su reciente viaje a Argentina.
Pero, si ningún plan da resultado, por la crisis
capitalista mundial, la presión imperialista y una
tensión mayor entre las clases, se pueden aceclerar
los ritmos y emerger luchas políticas más
abiertas; esto podría conducir a una situación
difícil de destrabar por las clases dominantes.
Entre
crisis económicas y crisis políticas
6
A pesar de que en Brasil, durante su mayor pico de crisis
económica, con las oscilaciones del dólar,
en medio de la campaña electoral, donde cada día
se tenía una cotización diferente, no irrumpió
una crisis más profunda, al estilo de la Argentina,
mostró en toda su magnitud la subordinación
al FMI, a los Estados Unidos y la vulnerabilidad a las crisis
financieras internacionales. En un reciente informe del
Banco Central, se afirma que esa crisis del segundo semestre
fue superada. Sin embargo, todos los indicadores
actuales señalarían lo contrario. El aumento
de la carestía de vida, el crecimiento del desempleo,
el resurgimiento con fuerza de la inflación, el aumento
de las tasas de interés, las abruptas oscilaciones
de la moneda nacional y la caída del ingreso de los
capitales extranjeros son sólo manifestaciones de
una crisis estructural más profunda. El hecho de
que, en lo inmediato, la posibilidad de un default pueda
parecer fuera de la escena, no significa que esta perspectiva
esté superada. Un informe reciente del FMI ubica
a Brasil entre países como Uruguay, Paraguay, Ecuador
y Venezuela, como candidato a un default en 2003, por las
precarias finanzas públicas y la incertidumbre de
la situación política. La inflación
ha llegado al 10%, en cálculos optimistas, y el desempleo
en San Pablo alcanza el nivel del 20,4%. Es verdad que la
balanza comercial de este año arrojó un saldo
a favor de 12 mil millones de dólares, pero esto
no es señal de buena salud, más bien se explica
porque con la desvalorización de la moneda se beneficiaron
las exportaciones y disminuyeron las importaciones. Todo
está ligado a la retracción de la producción
industrial de una economía ya en recesión,
y que necesita un financiamiento externo de 54,5 mil millones
de dólares anuales para mantenerse funcionando.
Es por
eso que si irrumpiera el elemento catastrófico
de la economía, para utilizar una expresión
del marxista italiano Gramsci, la crisis política
puede dar un salto. Pero sabemos que una crisis económica
se transforma en crisis política si alcanza al régimen
y a sus instituciones. Las crisis económicas solamente
pueden crear tendencias favorables a la quiebra del equilibrio.
Sin embargo, se puede excluir que, de por sí,
las crisis económicas inmediatas produzcan acontecimientos
fundamentales; apenas pueden crear un terreno favorable
a la difusión de determinadas maneras de pensar,
de formular y resolver las cuestiones que envuelven todo
el curso ulterior de la vida estatal24.
La mayoría
de los partidos de izquierda le auguran una catástrofe
económica al gobierno de Lula por su carácter
y por sus opciones políticas. Llegan a compararlo
incluso con el gobierno de De la Rúa. Pero no basta
el elemento reactivo de la crisis económica capitalista,
es necesario que ésta alcance a las instituciones
políticas y los partidos, a su deslegitimización
entre las clases explotadas y aliados. Pero aclaramos que,
en la actual situación, si la crisis económica
da un salto significativo, por ejemplo con la entrada en
default, alcanzaría inevitablemente proporciones
políticas de magnitud. Las ilusiones y deseo de cambios
que marcan el giro a izquierda de las masas, también
incorporan, por la positiva, la liberación de sus
energías y el ya concreto desplazamiento
de las clases medias del anterior proyecto hegemónico,
poniendo a prueba la capacidad de contención del
PT y su rol de salvataje del régimen de dominio.
Es decir que la incursión catastrófica
del elemento económico puede abrir una crisis
de poder burgués que cuestione el poder de
contención de cualquier fuerza política,
con una posible irrupción del movimiento de masas.
Es por eso que decimos que se puede abrir una crisis histórica
fundamental producto de una combinación de crisis
económica y acción de las masas.
A pesar
de su importancia, la crisis de 1999 no fue lo suficientemente
estremecedora para alcanzar al conjunto de las instituciones
y el régimen. No devino en crisis social y política,
justamente por la fuerza contenedora y auxiliar del PT,
y también porque sectores de las masas, centralmente
la clase media, aún se mantenían ligados al
viejo proyecto hegemónico burgués representado
por la unidad en torno de los planes neoliberales.
Esto es lo que explica que el gobierno haya podido, sin
que se desatara una crisis política, acabar con la
paridad del real con el dólar (1x1), dando un golpe
financiero a las clases medias y los asalariados. Lo que
ocurrió es lo contrario a lo que afirma Armiño
Fraga, de que la crisis fue superada por las medidas del
Banco Central y del Ministerio de Economía; éstas
pudieron ayudar en cuanto medidas anti-crisis,
pero la contención social jugó un papel central
en ese momento. En la situación actual, a pesar del
altísimo descontento que se expresó en las
elecciones, aún no se dio la incursión catastrófica
del elemento económico, aunque se estuvo al
borde de esto en octubre; así como tampoco se verificó
la incursión de la acción de las masas ni
antes ni después del triunfo del Frente Popular preventivo,
aunque fuese al menos de sus sectores de vanguardia. Una
combinación de ambos habría abierto una ruptura
del equilibrio entre las actuales fuerzas políticas.
¿La burguesía brasileña ya salió
de esta situación? No lo creemos, pues continúan
incubándose y exasperándose todas las contradicciones,
que se acelerarán o no según el curso que
siga la situación internacional y la acción
de las masas. Es que el elemento económico continúa
siendo el motor de la inestabilidad. Pero en
las nuevas condiciones, la irrupción del elemento
catastrófico tendría consecuencias objetivas
en el régimen de dominio, por alcanzar al propio
PT -principal mediación en la cual se sustenta la
burguesía para atravesar el próximo período-
y demás instituciones.
El
imperialismo, Brasil y la política continental y
regional
7
Desde principios de los 90, con el Consenso
de Washington y su auge neoliberal, la
política norteamericana significó un salto
en la colonización económica y financiera
y en la sumisión política. Pero, en el último
período, esta ofensiva imperialista se ha chocado
con la creciente resistencia del movimiento de masas, y
al mismo tiempo con una creciente reticencia de determinados
sectores burgueses que buscan mejores términos de
negociación. Los términos fundamentales de
ese consenso -apertura, privatizaciones, garantías
a la inversión extranjera, entre otros- ya no gozan
de legitimación social y política. Tampoco
se pueden recrear las expectativas de crecimiento económico
de principios de los 90. Esto está alimentando
tendencias divergentes, no sólo en el alineamiento
de los distintos países con Estados Unidos, sino
al interior de cada uno de éstos con fracturas en
el bloque burgués.
En Brasil, esto se viene expresando en toda su magnitud
antes y después de las elecciones, con el nuevo sector
económico que se intenta transformar en hegemónico
con el gobierno de Lula. Por ejemplo, un nuevo sector se
opone a negociar en las condiciones que imponen los Estados
Unidos el tratado de libre comercio. Ellos no
se oponen al ALCA sino que buscan mejores condiciones para
la inserción brasileña25. Para
la burguesía, se trata de limitar los peligros y
aprovechar las oportunidades del bloque continental, y lograr
que Washington reconozca en Brasilia a un interlocutor privilegiado
y un poder regional26. Es de destacar que en el nuevo gobierno
de Lula, Brasil deberá co-presidir con EE.UU. las
negociaciones del ALCA, que deberían culminar en
el 2005.
El nuevo
presidente y parte de su equipo político se encontraron
con Bush el pasado 10 de diciembre, y el mandatario norteamericano
retribuirá su visita en abril del presente año.
El encuentro, festejado por ambos, fue definido como exitoso.
Uno de los portavoces de la burguesía paulista, el
diario Estado de San Pablo saludaba las nuevas
líneas del nuevo gobierno, ya se sabe cuál
será la relación con los Estados Unidos: fue
definida por el cordialísimo y muy provechoso encuentro
entre el presidente electo Luiz Inácio Lula da Silva
y el presidente Bush, en la Casa Blanca. Se definió,
también, por el proyecto, revelado tanto por Lula
como por Aloizio Mercadante, de obtener un acuerdo comercial
entre el Mercosur y los Estados Unidos, al margen del ALCA.
Con respecto a la aproximación con China, India,
Rusia y África del Sur, eso no es tercermundismo,
ni iniciativa inédita del PT. Son países con
grandes mercados y crecimiento más que satisfactorio,
y que ya forman parte de la actual agenda del Itamaraty
y del Ministro de Desarrollo, que recientemente enviaron
misiones comerciales de nivel ministerial.27 Mientras
Lula se comprometía en que su gobierno apoyaría
una eventual guerra contra Irak, dentro de los marcos de
la ONU, también le pedía a Bush que interviniera
junto al mercado financiero para que los bancos norteamericanos
reabrieran sus líneas de crédito para Brasil,
además de buscar una salida conjunta
a la crítica situación venezolana. Crédito,
crédito, crédito fueron las tres cosas
que el nuevo gobierno le pidió al Subsecretario del
Tesoro de los Estados Unidos, Kenneth Dam.
En esto
se enmarca lo que afirmó el NYT, inmediatamente después
de las elecciones: Los inversionistas extranjeros
y las instituciones financieras deben ofrecer al nuevo gobierno
algún margen de maniobra y comprender el acto político
de Lula... Para el gobierno de Bush, el triunfo de Lula
representa una oportunidad única en el momento en
que los países latinoamericanos se vienen sintiendo
justificadamente postergados por Washington. El presidente
Bush se debe comprometer con Brasil en discusiones más
estrechas y respetuosas sobre un acuerdo comercial para
el hemisferio, además de ser más comprensivo
para con los problemas financieros del país. Tal
actuación ayudaría a decepcionar a aquellos
que esperan que el resurgimiento de la izquierda en América
del Sur sea seguido por un renovado antiamericanismo.
En otras palabras, los Estados Unidos están preocupados
con la inestabilidad política de la región
y por evitar que se propaguen incendios al estilo
de Venezuela. Es por eso que la política de Brasil
y su nuevo gobierno en la región se vuelven relevantes
para los Estados Unidos, al mismo tiempo que proyecta la
importancia política como potencia regional
de la cual se intentará sacar provecho28. Y Lula
puede prestar excelentes servicios al imperialismo norteamericano.
Vamos a mirar con especial atención a nuestros
vecinos sudamericanos, porque podemos ser promotores de
la estabilidad política, económica y social
de la región, en el marco de la paz y de la democracia29
afirmó Lula a Bush recientemente.
De la
misma manera que una relación más próxima
con Brasil, por parte de Bush, representa evitar una crisis
financiera aún más profunda de manera de proteger
los intereses de las corporaciones norteamericanas, también
lo es con relación al resto de los países
de América Latina. Como señala el Financial
Times, una colaboración mayor entre Lula y
Bush contribuirá para amenizar tensiones regionales
y para cubrir la ausencia de una política para la
región, que se hizo evidente después de los
ataques del 11 de septiembre del año pasado. El pasado
izquierdista del presidente electo y su talento para la
negociación, bien como el capital político
concedido por la enorme votación conquistada en su
victoria de octubre, significan que él podrá
ser un aliado indispensable. La grave crisis política
de Venezuela... podrá representar un test para esta
perspectiva.30 Y es que, por lo que todo indica, el
nuevo gobierno dará prioridad a América del
Sur, como el impulso del área económica de
la región sur, para desde allí negociar con
el imperialismo de modo que a cambio de concesiones económicas,
pueda prestar sus buenos servicios políticos.
La iniciativa
del nuevo gobierno del fortalecimiento político e
institucional del MERCOSUR hoy en ruinas-, es un intento
por parte de Brasil de oponer un bloque sudamericano
y utilizarlo para negociar en mejores condiciones la inserción
en el ALCA31. Esto es muy importante porque abrirá
con seguridad un período de negociaciones y forcejeos
con EE.UU. para dirimir los diferendos, y con las fricciones
que un realineamiento así implicaría, se abren
múltiples grietas para nuevos fenómenos políticos.
Sin cuestionar la subordinación al proyecto imperialista,
se busca un compromiso (entre las apetencias
del capital extranjero, el esfuerzo exportador
y el mercado interno) que garantice determinados márgenes
de protección para los sectores burgueses ligados
al mercado interno grandes grupos económicos
nacionales y empresas transnacionales- que afrontan grandes
riesgos en caso de una negociación desventajosa
del ALCA. Se trata de un programa defensivo, neo-desarrollista,
que busca asociar al capital extranjero al mismo tiempo
que defender ciertos espacios internos para la acumulación.
El resultado electoral en los Estados Unidos, con el importante
triunfo de los republicanos, va a profundizar el curso de
la administración Bush, probablemente con una política
exterior más agresiva. Pero la política norteamericana
es pragmática. Ya veremos como se reflejará
en América Latina.
La
situación del movimiento obrero y de masas
8 Las
masas se expresaron en estas elecciones hasta donde el régimen
parlamentario burgués y el freno de la burocracia
sindical se lo han permitido. ¿Cuáles serán
los ritmos para que se exprese también en la forma
extra-parlamentaria? ¿Cuáles serán
los ritmos de su experiencia con el gobierno Lula-Alencar?
Las sucesivas etapas de este camino no podrán realizarse
sino en relación con acontecimientos políticos,
bajo el impulso de nuevos movimientos de masas, y los cambios
fundamentales sobre el estado de ánimo de las mismas.
Actualmente
existe una crisis en la subjetividad del proletariado y
de las masas, en que pesan los años de ofensiva burguesa-imperialista
sobre sus propios hombros, y el salto en la subordinación
de las viejas organizaciones dirigentes al orden burgués.
La confianza en sus propias fuerzas, que se había
comenzado a construir durante el gran ascenso obrero del
79-81, con el surgimiento incluso de un fuerte proceso de
comisiones de fábricas que sentaban las bases para
una política independiente, fue siendo minada por
la dirección reformista del PT, y los golpes de la
reacción, lo que llevaron a liquidar del imaginario
colectivo la idea misma de un cambio social radical32. Los
sectores más perspicaces y activos no se sienten
parte de esa colosal fuerza social y política que
representa en potencia el proletariado, como llegó
a plantearse a finales de los 70. Con el peso del
reformismo, hoy en el gobierno, el resurgir de la subjetividad
de la clase obrera será un proceso tortuoso, desigual
y contradictorio, y no estará exento de derrotas
y fracasos.
En Brasil, una nueva subjetividad revolucionaria y la conciencia
del proletariado deberá ser forjada en las inevitables
derrotas, vacilaciones y triunfos, que sentarán las
bases para la superación de la crisis de dirección
revolucionaria de las masas, en combate a muerte con las
direcciones reformistas y centristas. Solamente bajo esta
experiencia podrá surgir un movimiento revolucionario
de masas real, que supere el reformismo petista y a las
variantes claudicantes de las corrientes centristas. La
experiencia que puedan librar las masas con la dirección
pro-burguesa del PT, ahora en el gobierno, dependerá
centralmente de esos combates que venimos señalando.
Pero a pesar de esto, el régimen brasileño,
con el nuevo gobierno de Lula, se enfrenta a la contradicción
de tener que dar al menos una respuesta a las aspiraciones
mínimas del movimiento de masas. Y éstas no
pueden ser satisfechas apenas con planes asistenciales,
sin atender las causas estructurales que provocan el alza
del costo de la vida, la caída de la renta y de los
salarios, y el desempleo. Pero esto sólo será
posible enfrentando los intereses patronales. Cuestión
que en el marco de la crisis económica interna y
externa le será difícil y puede llevar a un
surgimiento de grandes luchas y una radicalización
de las mismas. Entonces es importante, para poder avanzar,
comprender cómo se podrá moldear el estado
de ánimo del movimiento de masas. ¿Cómo
se manifiesta? ¿Cuáles son sus características?
¿Cuál es el ritmo del proceso, en qué
dirección apunta?
No puede
descartarse que el gobierno de Lula, tras la luna
de miel con las masas y el imperialismo, dé
lugar a un nuevo proceso de luchas obreras y populares,
inicialmente motorizado por las ilusiones, pues en el proyecto
reformista democrático no parece haber
lugar para concesiones económicas de gran peso a
las masas. Como afirma la Folha de San Pablo: Si FHC
consiguió mostrarse perseverante en el camino de
las reformas modernizantes o principalmente- en los
momentos más críticos, ¿cuál
será la reacción del PT cuando las grandes
expectativas de sus electores comiencen a ser frustradas?
Y, si el país vuelve a enfrentar crisis externas
de grandes proporciones, ¿la actitud pro-mercado
será sostenida? Entra a jugar aquí el
papel de las clases medias que fue un elemento importantísimo
que contribuyó al triunfo de Lula, producto del hecho
de que las clases medias, temerosas de perder la estabilidad
que ya veían debilitada por el agotamiento de los
planes neoliberales, pasaron a la oposición al gobierno
de turno. Pero sabemos que la clase obrera junto con los
otros sectores serán golpeados, ya que todas las
formas de pactos y compromisos entre los diferentes sectores
sociales dominantes no darán solución a los
problemas acuciantes del país. Nuevos ataques, aunque
maquillados, determinarán una reacción de
las masas, que puede actuar como catalizador para su propia
movilización, volviéndose contra el gobierno
y el régimen. Lula prometió utilizar toda
la fuerza de su régimen para reprimir las ocupaciones
ilegales de latifundios, es decir, los programas
de las organizaciones de los trabajadores sin tierra. En
este sentido será necesario acompañar el descontento
social de los estratos intermedios, y qué es lo que
podrá provocar tal desmoronamiento. No está
descartado que un resurgir de luchas pueda devenir del importante
movimiento campesino sin tierra -que tuvo un importante
ascenso nacional en la segunda mitad de la década
del 90-, cuando Lula no pueda satisfacer sus demandas.
Sin
embargo, con relación al movimiento de masas, en
el gobierno de Lula deben primar los planes más asistencialistas
(diferenciándose de un reformismo más clásico),
basado en concesiones mínimas, y probablemente en
un primer momento, sin ataque directo a los trabajadores,
o con ataques más maquillados a sectores
de la aristocracia obrera combinados con políticas
de carácter más amplio de contención.
El tan afamado Pacto Social que se está
negociando, las treguas ya declarada del MST y de la CUT
al gobierno de Lula, actuarán como contratendencia
o freno a posibles acciones de las masas. Esto significa
que el movimiento obrero y popular tendrá que superar
grandes barreras para salir a la lucha política.
Pero no existe una muralla china que no pueda ser franqueada
por las masas, que impida su accionar político; para
ello los factores internacionales, centralmente el proceso
avanzado de las masas argentinas, contribuirán al
despertar político en sus acciones directas y sus
propios métodos de lucha.
Pero
aunque los ritmos de la situación nacional fueran
más lentos durante un período, debido a la
fortaleza relativa del régimen democrático
burgués y la existencia de una mediación como
el PT, flanqueada por la CUT y la dirección del MST;
el hecho de que haya importantes contradicciones interburguesas
abiertas, la posibilidad de mayores roces con el imperialismo
norteamericano y las postergadas expectativas entre las
masas, podrían terminar gestando un giro decisivo
hacia la desestabilización y un posible ingreso de
las masas obreras brasileñas en la escena política.
El
carácter del futuro gobierno y las tendencias generales
9
En el momento en que escribimos este artículo, Lula
ha asumido el gobierno. Están definidas la conformación
de su gabinete y las alianzas en el parlamento. El pacto
parlamentario del PT con el viejo partido derechista PMDB,
negociando la presidencia de las Casas del Congreso, aunque
todavía no se consolidó, está bastante
encaminado. El presidente electo incorporó a su gabinete
a miembros del sector industrial y empresarial, a los partidos
PPS, PDT, PSB, PTB, y además, claro, a sus aliados
de primera hora, el PCdoB y el PL.
Pero
Lula y los hombres fuertes del PT sorprendieron a amigos
y enemigos en la composición del gobierno.
Un ex-presidente mundial del Bank Boston hasta agosto pasado,
el segundo mayor acreedor de la deuda externa brasileña,
y reciéntemente electo diputado federal por el PSDB,
el partido de FHC y Serra, con la mayor cantidad de votos
por el estado de Goiás, ocupa el cargo de presidente
del Banco Central. Enrique Meirelles es el primer brasileño
en presidir la Cámara de Comercio Americana, y comparte
un lugar en el New York City Investment con el magnate David
Rockefeller y es el único extranjero entre sus 22
consejeros33. Un ex-asesor del FMI, un hombre fuerte en
el Forum Económico Mundial de Davos, y uno de los
mayores empresarios paulistas de la agroindustria y gran
exportador, Luiz Fernando Furlan, es el nuevo Ministro de
Desarrollo de Industria y Comercio34. Además, vinculado
también al PSDB (aunque sin filiación) vía
José Serra por quien hizo campaña en la reciente
elección presidencial. Para Relaciones Exteriores,
Celso Amorin, un ex-Ministro de Itamar Franco y ex miembro
del gobierno de José Sarney, también vinculado
al PSDB, aunque sin filiación, al igual que el desginado
para el Ministerio de Agricultura, Roberto Rodríguez,
el hombre de los grandes agronegocios brasileños35.
Y por sobre todo, la presencia como vice-presidente del
gran empresario textil José Alencar36. Estas son
algunas de las figuras más destacadas, sin mencionar
otras personalidades de estos sectores que están
en cargos de primer, segundo y tercer escalón, en
diversas dependencias gubernamentales. Evidentemente la
mayoría de los cargos en el gabinete son ocupados
por representantes del PT, en todas sus alas, incluso en
cargos claves como el Ministerio de Hacienda, Minas y Energía,
entre otros. Hasta un miembro de la Iglesia Católica
ocupa un cargo de primera jerarquía en el gobierno
de Lula, como el Obispo de Duque de Caixias, Mauro Morelli.
Esto es más que suficiente para comprender la anatomía
del nuevo gobierno. Lula será el fiel de la balanza
entre todos estos sectores y el resto de los aliados, como
los cargos que ocupará extensamente el PT en las
áreas sociales37.
Pero
más allá de la participación de todos
estos sectores, el gobierno de Lula será un gobierno
burgués de Frente Popular preventivo en el que el
PT compondrá la mayoría del futuro gabinete
con sectores concentrados de la burguesía. El actual
gobierno no tiene un carácter de unidad nacional,
aunque pueda tener algunos rasgos por su composición
partidaria y el empresariado. Pero si en el futuro se perfilará
un gobierno con más carácter de unidad nacional,
con la presencia de otros partidos de mayor peso abiertamente38;
o un gobierno más al estilo laborista conformado
exclusivamente por el PT pero con grandes pactos en el Parlamento;
o a un Frente Popular de carácter más clásico,
dependerá de cómo se desarrolle la correlación
de fuerzas entre las clases en el país y la relación
con el imperialismo en el futuro próximo. Dependerá
de la dinámica de la situación, pero centralmente
de la acción del movimiento de masas, si éste
sale a la escena política, ejerciendo una profunda
presión sobre el gobierno de Lula, generando un
giro a la izquierda de éste, abriéndose
la hipótesis de un frente popular más clásico.
Trotsky
señalaba que el gobierno de los países
atrasados, sean coloniales o semicoloniales, asume en general
un carácter bonapartista o semibonapartista (...)
El gobierno oscila entre el capital extranjero y el nacional,
entre la relativamente débil burguesía y el
relativamente poderoso proletariado. Esto confiere al gobierno
un carácter bonapartista sui generis, de índole
particular. Se eleva, mejor diciendo, por encima de las
clases. En el caso del gobierno de Frente Popular
de Lula, de un país semicolonial, dependerá
también de esta relación. Siendo así,
se pueden abrir dos grandes tendencias generales, a) si
la crisis económica se agrava o se va a un default,
el gobierno de Lula puede verse obligado a apoyarse
en las masas generando roces con el imperialismo configurándose,
en cierto sentido, un gobierno más bonapartista sui
generis, de izquierda; b) si irrumpe el elemento catastrófico
de la economía, el gobierno podría apoyarse
en el imperialismo, avanzando a un bonapartismo de derecha
contra las masas. Estas dos variantes significarán
tirar por los aires todo y cualquier proyecto neo-desarrollista
que hemos descrito más arriba.
Evidentemente,
estas variantes son tendencias bastantes generales, y en
la medida en que no irrumpa una situación catastrófica
de la economía como tampoco la acción
del movimiento de masas, se pueden abrir variantes más
intermedias. Si el costo de vida continúa aumentando,
agravando sensiblemente las condiciones de existencia, -por
ejemplo, con una seguidilla de semi-tarifazos, como los
aplicados por el gobierno de Cardoso-, puede llevar a que
el gobierno de Lula sea recibido por amplios sectores de
los trabajadores y el pueblo, con un paquete de reivindicaciones
que no pueda satisfacer en lo inmediato. Si la(s) crisis
se expresa(n) por una combinación de diversos fenómenos,
esta inestabilidad puede llevar a un proceso de diversas
gradaciones de bonapartismo a izquierda o a derecha
dependiendo de la situación. Siendo así se
puede constituir como un tipo de gobierno que incluya cierto
grado de bonapartismo para garantizar el compromiso
entre las clases. Esto se expresaría vía
los grandes pactos de carácter económico-sindical
y político-partidario, como el que se está
impulsando. La actual composición del gobierno de
Lula ya tiene algunos de estos elementos, donde tenemos
los sectores concentrados de la burguesía en ministerios
claves, y sectores del PT, hasta de la DS, en otros ministerios
no menos claves, todo esto sustentado en el gran pacto montado
por Lula. De acelerarse la crisis por diversas causas, esto
tenderá a acentuarse cada vez más, lo que
pueda expresarse en el futuro en las dificultades de formar
equipos de gobierno, que expresen este compromiso
entre las clases, y en la inestabilidad del mismo.
En la actual composición gubernamental, Lula ocupa
el eje central. También es importante remarcar que
existe una mayoría conservadora en el Parlamento,
y que la mayoría de los Estados son gobernados por
el PSDB, PFL, y el PMDB. Es por eso que un gobierno con
la preponderancia central del PT, y con la figura de Lula
como gran eje, puede abrir un gobierno de estas características,
y el sistema político brasileño lo permite.
Definitivamente,
para aproximarnos a una sintonía más fina
de los nuevos fenómenos que se puedan abrir, debemos
comprender, por ejemplo, que las diversas variantes se definirán
por el equilibrio de las fuerzas fundamentales, haciéndose
necesario considerar las relaciones que intervienen entre
los sectores principales (diversidad económica, social,
etc.) de esas fuerzas centrales y las fuerzas auxiliares
que están sometidas a la influencia del sector hegemónico,
en el caso de la burguesía. En el caso del proletariado,
la probable acción de los millones de campesinos
sin tierras en el campo y sectores populares cada vez más
empobrecidos de las ciudades. En el caso de la burguesía,
podríamos decir que ella dispone, con la absorción
del PT al régimen de dominio, de un sistema de fuerzas
favorables, con aliados reales y potenciales. Desde este
punto de vista, con la incorporación del PT, la clase
dominante tiene mucho a su favor.
Pero
como sostenemos en este artículo, dentro de una relación
dialéctica, en la medida en que el gobierno del PT
fortalece relativamente al régimen democrático
burgués, su incorporación es una expresión
de la degradación de la democracia burguesa. En el
conjunto de la situación se abren grandes elementos
contradictorios aún indefinidos. Es por eso que Lula,
puede terminar preso de sus propias contradicciones, o de
sus miedos como dicen algunos analistas. Miedo
del despertar del movimiento de masas, de que lo que se
expresó en forma parlamentaria el 27 de octubre,
se exprese de forma extra-parlamentaria frente al incumplimiento
de las promesas y las demandas. Y miedo de aparecer
frente a sus aliados de la burguesía como instigador
de la intranquilidad, no por voluntad propia, sino
por no poder conjurar las mismas fuerzas que él mismo
liberó.
En la
actual situación, tras el triunfo de un Frente Popular
preventivo, toda formulación política y programática
debe tener en cuenta el alto grado de ilusiones que el movimiento
de masas tiene en Lula. Los revolucionarios no compartimos
tales ilusiones, pero deberemos utilizar profundamente
lo que de progresivo se oculta en ellas. Pues se trata
de ilusiones en un gobierno que sectores importantes de
los trabajadores lo verán como suyo.
Sabemos que las ansias de cambios expresadas en las elecciones
y depositadas en el nuevo gobierno, tarde o temprano chocarán
con la realidad de un reformismo que no podrá dar
satisfacción a las necesidades más profundas
de los trabajadores y el pueblo. Deberemos acompañar
las experiencias que la clase obrera y las masas vayan haciendo
con el gobierno de Lula, peleando por la independencia política
del movimiento obrero, hoy sometido a una alianza con sus
explotadores, por su organización democrática
y por la construcción de un partido obrero revolucionario. |
NOTAS
1
Para una amplia mayoría de analistas políticos,
el triunfo electoral del Coronel Gutiérrez en Ecuador
se encuadra en esta influencia internacional, como también
esta influencia se expresa en el nuevo aire a determinados
sectores políticos argentinos como el dirigente de
la Central de Trabajadores Argentinos, Víctor De
Gennaro, y la centroizquierdista, Elisa Carrió, entre
otros.
2 France Press, diciembre, 12, 2002.
3 Sabemos que la exclusión del movimiento de masas
como factor actuante ha sido un elemento central para que
el PT haya podido llegar al gobierno. El fuerte peso de
la dirección del PT, su capacidad de disciplinar
sus alas de izquierda, el control sobre amplios sectores
de las masas, consiguieron evitar, por ejemplo, que los
sindicatos hicieran huelgas o que los campesinos sin tierras
ocuparan tierras, durante todo el período precedente
a las elecciones.
4 Los varios años de gobiernos del PT en las ciudades
y estados, el peso del movimiento sindical por el control
de la CUT, la estrecha relación con la Iglesia Católica
y los movimientos sociales de la ciudad y del campo, como
el MST; todo eso hace del PT una alternativa real de la
burguesía concentrada nativa para impedir el estallido
de crisis revolucionarias, por su estructura de contención
del movimiento de masas, consiguiendo navegar en mares bravíos.
5 Basta ver que en Venezuela, por ejemplo, tras la acción
victoriosa de las masas contra el golpe en abril, y frente
a la nueva ofensiva golpista hablan de proponer una salida
constitucional, para resolver la cuestión
Chávez sin enfrentamiento directo. Y Lula, bajo previo
acuerdo con Bush, envió un emisario personal
para lidiar con la crisis venezolana, y buscar una salida
institucional. Un día después
de su pose, el 2 de enero, Lula se entrevistó con
Chávez, en la capital Brasilia, después de
haber autorizado el envío de buques cisternas cargados
de gasolina, frente al desabastecimiento del país.
Es de destacar también, la importancia que dio Lula,
a la cuestión sudamericana, por el papel político
que puede cumplir el país, frente a los países
en crisis, en su primer discurso como presidente efectivo
el 1 de enero de 2003.
6 El prestigio del reformismo, principalmente en América
Latina, ha permitido a esta corriente política servir
con eficacia a los intereses burgueses. El gobierno Lula-Alencar,
por todo eso, será de gran utilidad para las necesidades
objetivas impuestas por la crisis estructural del capitalismo.
Permitiendo esto, no sin contradicciones, la aplicación
de medidas duras combinadas con discursos de izquierda,
red de contención, frentes de trabajo,
distribución de canastas básicas y hasta tierras
controladas, viviendas, cooperativas, etc. y con dosis de
represión cuando se haga necesario.
7 A lo largo de todo un período observamos una absorción
del PT por el régimen de dominio y por el Estado.
Este proceso fue favorecido por los acontecimientos internacionales
de los años 89-91 y, en estrecha relación
con esto, la brutal ofensiva capitalista de los años
90, en todos los planos, que tuvo fuertes repercusiones
en todos los países. Sin embargo, este proceso no
se dio en un solo acto, es decir, primero se desarrolló
en el nivel de una absorción molecular
vía los cargos parlamentarios, la preponderancia
de las personalidades políticas y sindicales y, a
partir de aquí observamos una absorción
de toda una elite, de todo un grupo, de toda
la dirección del PT. Este proceso que se empezó
a desarrollar a mediados de la década de los 80,
dio un salto en la década de los 90, al calor
de los procesos políticos internacionales y nacionales.
8 El Capital, Tomo 3, Volumen 7, pag. 774. Siglo
XXI Editores. Marx hace esta referencia, cuando analiza
las circunstancias de la Iglesia Católica, en la
Edad Media, en cómo formó su jerarquía
sin tener en cuenta estamento, cuna o fortuna incorporando
a las mentes mejor dotadas del pueblo, y que constituyó
uno de los medios principales para consolidar la dominación
clerical y el sojuzgamiento del estado laico.
9 El resultado objetivo de la absorción
del PT es la renovación y preservación
de la dominación o la continuidad del régimen
de dominio burgués. Para esto es necesario que todo
mude para que todo permanezca, tal como el ilustrado
mote del gatopardismo, que quedó marcado
en el proceso del Risorgimento italiano del siglo XIX. Esto
es fruto del agotamiento del Consenso de Washington,
del agotamiento de los planes neoliberales,
de la crisis económica mundial estructural del sistema
capitalista, de la gran insatisfacción del movimiento
de masas que se expresa en fenómenos avanzados con
acciones independientes como en Argentina, o en la forma
electoral en Brasil. Se hace necesario cambiar,
maquillar el régimen con la absorción
de las elites del PT para que todo permanezca igual,
distanciando, o intentando distanciar cualquier perspectiva
de acción del movimiento de masas. Será necesario
ver hasta qué punto esto se consolida, que vaya moldeando
al régimen de dominio.
10 Obviamente, se podrá a ir a esto en el futuro,
una vez consolidado estructuralmente el proceso, pero no
lo es en el momento, y dependerá del desenlace del
nuevo gobierno, si consigue navegar en medio de las profundas
contradicciones o sucumbe frente a ellas.
11 El resultado práctico de la absorción
de PT, es el codominio de la gobernabilidad, en función
de la responsabilidad conjunta como le gusta
decir a Lula, garantizando el orden. Digamos que la crisis
brasileña se pretende neutralizar por
la capacidad del régimen de absorber
a las elites del reformismo, aprovechando las ilusiones
y aspiraciones en el PT y centralmente en Lula. Así
como los partidos socialdemócratas actuaron, en general,
integrándose pasivamente al orden, o sea, siendo
hegemonizados por el capitalismo y las clases dominantes.
El peso del régimen y del Estado consigue incorporar
al PT, no porque los petistas sean incapaces
de elaborar una alternativa estratégica
(confusión sembrada por el centrismo brasileño
que califica las políticas de estos sectores como
meros errores) y sí porque se colocan por dentro
del propio régimen.
12 Una de las revistas paulistas, vinculada a estos sectores,
habla de la siguiente manera del nuevo gobierno: Gobierno
de la Producción. Las informaciones dadas a Washington
por la embajadora Donna Hrinak dan cuenta de que el presidente
electo de Brasil va a mostrar que precisa del comercio con
los EUA para satisfacer, a medio plazo, a los empresarios
que apoyaron la candidatura del PT al Planalto. Contra las
manifiestas dificultades naturales, los ideólogos
y articuladores del PT del área de comercio exterior
evalúan que son los Estados Unidos, no Europa ni
países como China e India, que pueden más
rápidamente ayudar al gobierno de Lula a cumplir
una de las obsesiones de la de campaña: ser un gobierno
de la producción y movilizar el Estado para la generación
de empleos y exportación... En todo diferente del
financismo que se transformó en razón
de ser del gobierno Fernando Henrique Cardoso-Pedro Malan.
Revista Primera Lectura, diciembre, 2002.
13 Federación de las Industrias del Estado de San
Pablo.
14 Entrevista a Folha de São Paulo, diciembre 13,
2002.
15 Se refiere al nuevo equipo de gobierno de Lula.
16 Nota oficial de la Federación de las Industrias
del Estado de São Paulo (Fiesp), firmada por su presidente
Horacio Lafer Piva, frente a la designación de Luiz
Fernando Furlan como Ministro de Desarrollo, Industria y
Comercio.
17 Encuesta coordinada por la Fundación Getulio Vargas,
realizada en el período del 28 de noviembre al 2
de diciembre, y divulgada por la FIESP, el 17 de diciembre
del corriente año.
18 Caracterizar las fracciones burguesas no es un problema
de solución tan simple como parece, debido a la multiplicidad
de vínculos entre los diversos sectores, y no son
pocas las veces, en que las mismas personalidades, ocupan
lugares destacados entre los intereses diversificados. Sin
embargo, en grandes trazos, y con estas salvedades, es posible
distinguir claramente diversas fracciones. La literatura
marxista, ha abordado esta cuestión con una gran
amplitud.
19 En una entrevista reciente el nuevo Ministro de Hacienda
fue cuestionado por las señales de continuidad,
ya dadas por el nuevo gobierno, por la designación
de Meirelles al Banco Central. Ante la pregunta de para
cuándo ocurrirá el cambio, Palocci respondió
que: El gobierno del presidente Lula no precisa postergar
la estructuración de un proyecto de cambio, un modelo
de desarrollo socialmente sustentable y económicamente
seguro. Es difícil alcanzar altas tasas de crecimiento
en el primer año porque vamos a trabajar en el plano
macroeconómico con una restricción muy grande:
Presupuesto restricto, política monetaria para combatir
la inflación y un tipo de cambio más alto
aún. Se puede comenzar a hacer algunas cosas.
Entrevista a Folha de São Paulo, 22 de diciembre
de 2002.
20 Entrevista a Folha de São Paulo, 18 de diciembre
de 2002.
21 Horácio Lafer Piva, presidente de la Fiesp; Alencar
Burti, presidente de la Asociación Comercial de San
Pablo; Gabriel Jorge Ferreira, presidente de la Federación
de los Bancos (Febraban); Paulo Skaf, presidente de la Asociación
Brasileña de las Industrias Textiles (Abit); Luiz
Fernando Furlan, presidente del Consejo de Administración
de la Sadia; Eugênio Staub, propietario
de la empresa Gradiente; Abílio Diniz, presidente
del grupo Pão de Açucar, apenas
para nombrar los que representan algunos de los sectores
más importantes de la burguesía brasileña.
22 Estado de São Paulo.
23 En entrevista a Estado de São Paulo, 16 de diciembre
de 2002.
24 Antonio Gramsci. Maquiavelo, Estado y Política.
Pág. 52.
25 A los empresarios brasileños les interesa
el Alca, pero importa sobre todo que el país tenga
una estrategia de supervivencia en caso de impasse total,
como demuestra el director de la Asociación de Comercio
Exterior de Brasil (AEB): No puedo abrir mano del
mayor mercado del mundo. La Embraer, por ejemplo, que manda
para los EUA 25% de su producción, quebraría.
Salir del impasse de una negociación cada vez más
embarazosa del Área de Libre Comercio de las Américas
(ALCA) y crear alternativas concretas de aumento del comercio
exterior forma parte de la promesa del PT para cambiar el
norte de la política económica: del sector
financiero hacia la producción. Revista Primera
Lectura, diciembre, 2002.
26 En su primer discurso oficial, el 1 de enero, Lula enfatizó
la exigencia de Brasil de ocupar un lugar en el Consejo
de Seguridad de las Naciones Unidas.
27 Estado de São Paulo, 17 de diciembre de 2002.
28 Lula, como afirmó en una editorial el periódico
The New York Time, en la edición del 22 de noviembre,
puede ser la alternativa ni izquierdista ni populista
de alianza que dé alguna credibilidad a la política
del gobierno Bush para América Latina.
29 Clarín, 11 de diciembre de 2002.
30 Diario inglés Financial Time, 12 de diciembre
de 2002.
31 El gobierno de Lula tiene una carta intermedia
para esa bilateralidad [un posible acuerdo bilateral Brasil-EUA]
Oficialmente, además de no abandonar las negociaciones
del Alca, presentará como prioridad la negociación
de un acuerdo del Mercosur (Brasil, Argentina, Uruguay,
Paraguay) con los EUA, el llamado 4+1. Eso es lo que mejor
sirve a los propósitos económicos y políticos
del PT: cumple la promesa de ayudar a erguir el convaleciente
Mercado Común del Sur y camina para una negociación
bilateral que funcionaría como atajo experimental
para el ALCA. Revista Primera Lectura,
diciembre, 2002.
32 Es de destacar el papel de las corrientes centristas
en todo este proceso.
33 Henrique Meirrelles es acusado actualmente de haber obtenido
ganancias inapropiadas con la desvalorización de
la moneda en 1999, cuando ejercía funciones en el
Banco de Boston. NYT, 22 de diciembre de 2002.
34 De acuerdo con informaciones recientes, la compañía
de Luiz Furlan debe US$160 millones al Banco Nacional de
Desenvolvimiento Económico y Social (BNDES), que
forma parte del ministerio que él administrará
y en el pasado fue acusado de renegociar en términos
altamente favorables los préstamos a personalidades
políticamente influyentes. NYT 22 de diciembre de
2002.
35 Roberto Rodríguez es cuestionado actualmente por
su gestión para la aprobación de un préstamo
de US$3,6 millones para su sector, cuando tuvo un cargo
en un gobierno estadual hace algunos años. NYT 22
de diciembre de 2002.
36 José Alencar ha admitido que su compañía
textil, la segunda mayor del país, está siendo
investigada por acusaciones de fraude en compras de algodón
en subastas promovidas por el gobierno. Su hijo admite haber
manipulado los precios del algodón para ser incluido
en el esquema de subsidios del gobierno.
37 El futuro ministro de Hacienda, Antonio Palocci,
afirmó que la formación del ministerio del
gobierno de Lula representa a construcción de
un nuevo momento que puede parecer más distante del
PT, pero que es una opción por la producción.
Último Segundo, Transición, 20
de diciembre de 2002.
38 Debido a desacuerdos con el PMDB, este no ocupará
cargos en el gobierno. Pero fueron tensas las negociaciones,
y aún se mantiene abierta la posible presencia de
este sector en un futuro no tan lejano. |